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cátedra BATEMAN 2020 El Académico Alfredo D. Bateman y la Historia de la Ingeniería

Carlos Julio Cuartas Chacón 6 de diciembre de 2018

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En este año 2018 hemos conmemorado el 30º aniversario de la muerte del Doctor Bateman, de quien no se puede hablar sin hacer referencia a efemérides, biografías y academias. Ciertamente era él un hombre con perspectiva histórica, amigo de las letras, un humanista que conjugó muy bien el mundo intelectual con el de su profesión, que era la Ingeniería, también con su vida laboral, que fue la de un servidor público; y de igual manera, con la del hogar que formó junto a doña Elena, centro gravitacional de su existencia. Egresado de la Universidad Nacional de Colombia, donde recibió su título de Ingeniero Civil el 26 de junio de 1935; miembro muy prestante de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y reconocido Profesor universitario, tuve la suerte de contarlo entre mis maestros y compartir con él intereses y aficiones que fueron tema en muchas horas de grata conversación. Un primer texto que conocí del Doctor Bateman fue el titulado “Primeros estudios de Ingeniería en Colombia”, versión escrita de la conferencia que pronunció el 17 de agosto de 1982, por invitación de la Asociación de Ingenieros Javerianos, y que fue publicado inicialmente en la revista de esta corporación1. Al año siguiente, teniendo en cuenta algunos errores que hubo en la transcripción y que él advirtió con algo de molestia, tuve ocasión de coordinar la edición de una separata con ese texto, en versión corregida por su autor. Fue entonces cuando conocí el nombre de John Smeaton, “un inglés [que] usó por primera vez el título de ‘ingeniero civil’, dándole así partida de bautismo a nuestra profesión, encauzándola a fines constructivos para servir así al desarrollo y bienestar de la humanidad”. También supe, por ese texto, que Francisco José de Caldas había sido escogido “como símbolo de la ingeniería colombiana, ya que él sintetizó lo que pudiéramos llamar hoy los ideales de la profesión”. Un tercer personaje que ahora me es muy familiar, apareció también en este escrito del Doctor Bateman: Lino de Pombo, “el primer colombiano que recibió el título de Ingeniero civil”. Pues bien, poco a poco fue emergiendo ante mis ojos el historiador consumado que había sido recibido como miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Historia el 3 de marzo de 1961, y siete años después, había sido aceptado como miembro de número. Su posesión tuvo lugar, precisamente hace 50 años, el 15 de noviembre de 1968, y su discurso trató sobre “Cuatro Sabios Bogotanos”, uno de ellos, Julio Garavito. En ese acto, José Manuel Rivas Sacconi, encargado de dar respuesta a las palabras del recipiendario, citó una frase de Ortega y Gasset, que he repetido en numerosas ocasiones: “Vean pues, los ingenieros cómo para ser ingeniero no basta con ser ingeniero”. Sin la menor duda, esta poderosa premisa ha iluminado el camino de grandes ingenieros 1

Con el título “Historia de la Ingeniería en Colombia” apareció en Ingeniero Javeriano Año 3, No. 4, enero de 1983, pp. 48-52.

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colombianos, entre ellos, por supuesto, el del doctor Bateman. En su discurso Rivas Sacconi advirtió también lo siguiente: “Dentro de los dilatados dominios de Clío, Alfredo Bateman ha escogido una región poco transitada, casi olvidada, no obstante su importancia para obtener una imagen completa de la evolución del país; a la crónica de los sucesos políticos ha antepuesto la de las obras públicas; a la historia de la guerra ha preferido la de la paz”. Cabe recordar que en esa misma Academia había ocupado una silla como miembro de número el insigne abogado Arturo Quijano Ibáñez, tío del doctor, fallecido en 1935, quien había vivido “persiguiendo la huella de sus héroes, recordando las fechas dignas de celebración, desenterrando papeles amarillos que guardaban secretos del pasado republicano y del ayer heroico”, según lo expresó Luis Eduardo Nieto Caballero2. También resulta de interés anotar que, el segundo texto del Doctor Bateman que se publicaría en Anales de Ingeniería, -el primero fue sobre su tesis-, se tituló “Centenario Memorable” y versó sobre las expediciones científicas promovidas en 1735 por la Academia de Ciencias de París. Así pues, en esta revista, dirigida durante muchos años por el doctor Bateman, podemos encontrar, desde 1936 hasta 1987, sus trabajos sobre Historia de la Ingeniería, entre los cuales sobresalen numerosas notas necrológicas. Debemos recordar también su labor en materia de elaboración de índices de la revista y el directorio de colegas que habían ocupado cargos directivos en la Sociedad Colombianos de Ingenieros o recibido distinciones3. No sé en qué año el Doctor me obsequió un ejemplar de la versión original de su biografía de Caldas, publicada en 19594, lo mismo que de su libro Páginas para la Historia de la Ingeniería Colombiana - Galería de Ingenieros Colombianos, de 19725, que es el volumen CXIV de la Biblioteca de Historia Nacional. En los dos quedó estampada su firma, seguida de mi nombre y un “con todo afecto”, escritos de su puño y letra. En esta última obra, “apenas una piedra en el monumento que el país debe a quienes tanto labraron por su progreso”, según lo anota el Doctor en la introducción, recopiló 90 biografías de ingenieros, cuatro de ellos extranjeros, que constituyen una fuente maravillosa para el estudio de esta área particular de la Historia de Colombia. También publicó los artículos que habían aparecido en Anales de Ingeniería (Nos. 668 a 677, 1956), con las efemérides asociadas a nuestra profesión, ordenadas mes a mes, y encabezadas con el natalicio de Manuel Ponce de León, que tuvo lugar el 1º de enero de 1829. Es importante destacar entre los siete artículos que preceden a las efemérides y la 2

Boletín de Historia y Antigüedades No. 251, junio de 1935, pp. 327-329. “Leyes en honor de Ingenieros”, en Anales de Ingeniería No. 576, abril de 1943; “Las directivas de la Sociedad Colombiana de Ingenieros”, en Anales de Ingeniería No. 579, julio de 1943; “Los directores de la Sociedad Colombiana de Ingenieros”, en Anales de Ingeniería No. 662, julio de 1955; lista de Presidentes Honorarios, Presidentes, Secretarios, Directores de Anales de Ingeniería, Galardonados, en Anales de Ingeniería No. 794, segundo trimestre de 1977. 4 Imprenta Oficial del Departamento de Caldas. 5 Editorial Kelly, Bogotá, D.E. 3

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galería, -estos dos apartes ocupan más de 400 páginas de las 634 que tiene la obra-, el primero, “Los Ingenieros de la Colonia”, uno de sus primeros trabajos en este campo, pues corresponde a una conferencia suya, dictada en el Museo Colonial el 22 de junio de 1944. En este escrito, el Doctor dedica un espacio considerable a Caldas, uno de sus héroes, y afirma que “aún la gratitud nacional le debe el homenaje que merece” y recuerda que “su mérito principal consistió en su labor científica y esta es desconocida por la mayoría de los colombianos”. Años después, en 1966, ya publicada su extensa biografía sobre este personaje, escribiría el artículo “Caldas Ingeniero” (Anales de Ingeniería No. 756, 1967) y su ensayo “Patriota, Sabio y Mártir” (Letras Nacionales); y en 1969 la Academia Colombiana de Historia divulgaría su Síntesis Biográfica de Caldas (1967). Se podría decir que sus estudios sobre el Sabio concluyen con las Cartas de Caldas (195 piezas), volumen publicado en 1978 por la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, -el Doctor era en ese momento su presidente-, complementario de las Obras Completas que en 1966 la Universidad Nacional de Colombia editó para conmemorar el sesquicentenario del natalicio del insigne neogranadino. A mi Biblioteca llegaría un libro más del doctor Bateman, el volumen XXI de la Historia Extensa de Colombia, La Ingeniería, las Obras Públicas y el Transporte en Colombia, en el cual se recogió su minucioso trabajo al respecto; fue publicado en 1986, apenas dos años antes de su muerte. En esta obra también quedó su impronta personal y la dedicatoria para quien él consideraba su “colega y amigo”. Incluye este grueso libro, entre otros temas, la historia de la Sociedad Colombiana de Ingenieros y los Congresos Nacionales de Ingeniería, así como la de los Estudios de Ingeniería en Colombia y la del Ministerio de Obras Públicas, en la cual se presentan unas síntesis biográficas sobre todas las personas que ocuparon el cargo de Ministro desde la creación de este despacho en 1905, hasta el año de esta publicación, 1986; de Modesto Garcés a Hernán Beltz Peralta. En este breve repaso sobre las obras del doctor Bateman relacionadas con la Historia de la Ingeniería, es necesario mencionar su monografía El Observatorio Astronómico de Bogotá, publicada en 1953 por la Universidad Nacional de Colombia, y que fue su primer libro. En el prólogo, Carlos López Narváez hace un elogio del autor de “esta ofrenda universitaria” en los siguientes términos: “mantiene una devota y generosa actividad de letrado y de estudioso investigador”; para concluir que el doctor Bateman “ha ganado así un noble merecimiento para su nombre de intelectual”. Incluye este trabajo notas biográficas de quince personajes asociados con esa institución, desde Mutis hasta Belisario Ruiz Wilches, su director a partir de 1949. La afición del doctor Bateman a las biografías de grandes personajes, fue el origen de tres pequeños libros suyos: Francisco Javier Cisneros (1970); Copérnico (1973, Biblioteca Colombiana de Cultura); y Manuel Murillo Toro (1978, Academia Colombiana de Historia). También es importante recordar la

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publicación Los Ingenieros de Cartagena (1964), con notas biográficas sobre doce hombres que participaron en las obras de la Ciudad Heroica. Ahora bien, mi relación con el doctor Bateman, mi profesor de Ingeniería Legal en 1976 y el padre de Jaime D., amigo entrañable y destacado compañero de estudios universitarios, se hizo aún más estrecha, por una parte, cuando en 1985 me vinculé laboralmente a la Sociedad Colombiana de Ingenieros en calidad de Secretario Ejecutivo y pude ayudarle en su labor como Director de Anales de Ingeniería; y por otra, cuando en 1986 fui designado delegado de la Sociedad Colombiana de Ingenieros ante la Comisión de Vocabulario Técnico de la Academia Colombiana de la Lengua, que él coordinaba. De esta forma, tuve la oportunidad de apreciar directamente su disciplina, consagración y, sobre todo, su amor a estas actividades académicas. Todo esto explica mi profunda aflicción ante la muerte del doctor Bateman, ocurrida el 27 de mayo de 1988; y el afán que entonces surgió por atrapar recuerdos, organizarlos formalmente y preparar un trabajo biográfico sobre él. Este es el contexto en el que desde entonces he desarrollado mi investigación sobre la vida y la obra de ese egregio compatriota. Con el consentimiento del Doctor Bateman, tuve ocasión de grabar el audio de una entrevista que le hice sobre su vida; conservo la transcripción con correcciones manuscritas. Esta fue la base de la semblanza biográfica que constituye la primera parte del libro que publiqué gracias a la Sociedad Colombiana de Ingenieros, entonces presidida por Hernando Monroy Valencia, titulado El Ingeniero Colombiano - Historia, Lenguaje y Profesión (1996). Con una carta de saludo del Presidente de la República, Virgilio Barco, y prólogo de Alfonso Dávila Ortiz, esta obra recoge, además de una cronología sobre su vida, que elaboré poco después de su muerte, 14 textos escritos por el Doctor Bateman, con sus respectivas fuentes. También incluye este libro, en la tercera parte, 15 documentos relacionados con los homenajes que se le tributaron con ocasión de su fallecimiento. Cabe anotar que a mi cargo estuvo el correspondiente artículo necrológico que apareció en Anales de Ingeniería Nos. 838-839, segundo-tercer trimestre de 1988, con el título “Conciencia jurídica de la Ingeniería Nacional”, epíteto señalado por Octavio Villegas Duque en su intervención durante las exequias del Doctor. Lo expuesto en los párrafos anteriores explica mi especial complacencia cuando el año pasado (2017) se me solicitó preparar un trabajo sobre los diplomas del Doctor, que fueron entregados por la familia al Archivo Histórico Javeriano “Juan Manuel Pacheco, S.J.”, 5


los cuales había tenido oportunidad de conocer en su ‘estado natural’, es decir, en la biblioteca de su casa, debidamente organizados y conservados. Solo hicieron falta dos: el de admisión a la Orden al Mérito “Julio Garavito”, de 1989, y otro entregado por la Sociedad Colombiana de Ingenieros. Este proyecto concluyó en la publicación del No. 10 de Documentos Javerianos, De papel y pergamino - Los 119 diplomas de Alfredo D. Bateman Quijano, presentado en mayo pasado. En cuanto a su contenido, se puede destacar que el núcleo de la Primera Parte es el catálogo de los 119 diplomas, en imágenes pequeñas, con sus datos esenciales, seguido de un índice cronológico. Como texto introductorio aparece “De papel y pergamino”, un corto ensayo que da cuenta del origen de la publicación y del análisis de los diplomas. También incluye este aparte una muestra en formato ampliado de diplomas, con algunas imágenes destacadas de sus detalles. Entre estos se encuentran el del Premio Diódoro Sánchez que recibió en 1954 por su trabajo sobre el Observatorio Astronómico Nacional, en 1965 recibiría Mención de Honor por su trabajo “Los Ingenieros en Cartagena”, y en 1973 se le otorgaría de nuevo este Premio por el libro Páginas para la Historia de la Ingeniería Colombiana - Galería de Ingenieros Colombianos-; el de miembro de número de la Academia Colombiana de Historia y el de Correspondiente de la Real Academia de la Historia, los dos de 1968. Entre todos estos documentos sobresale el de la Condecoración Francisco José de Caldas, que recibió en la sesión solemne de la Sociedad Colombiana de Ingenieros que tuvo lugar el 29 de mayo de 1985, acto en el cual se conmemoró el centenario del natalicio de Jorge Álvarez Lleras, uno de sus principales mentores. Como es sabido, Caldas fue uno de los temas que más cautivó al Doctor Bateman quien en la entrevista mencionada me confesó que había sido “una goma de toda la vida”. De igual manera se incluyeron 36 imágenes de escudos, sellos y logos, una selección especial que nos permite apreciar también el valor estético de estos símbolos. Vale la pena destacar el lema del sello del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, Res Accdendet Lumina Rebus Ita (Las realidades se esclarecen mutuamente); y el de la Academia Colombiana de Historia, Veritas Ante Omnia (La verdad ante todo). La Segunda Parte de esta publicación está dedicada a la biografía del doctor Bateman, recogida en las siguientes piezas: “Elogio de Don Alfredo D. Bateman”, texto inédito hasta entonces, escrito por mí y leído en el acto convocado para conmemorar el centenario de su natalicio (2009); una breve Síntesis Biográfica que preparé, complementada con una lista de 9 libros suyos y 16 de sus principales discursos y ensayos, con sus fuentes; la Hoja de vida - Facsímil, elaborada por el doctor en su máquina de escribir, valioso documento que he conservado cuidadosamente en mis archivos; y un telegrama, fechado el 30 de diciembre de 1939 en Bogotá, así como una carta autógrafa escrita en Cali el 4 de abril de 1940, dirigidos a Elena Durán García, entonces su novia, que pertenecen al archivo de doña Nohra Bateman Durán.

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Queda claro que esta publicación, elaborada a partir de los diplomas recibidos por el Doctor Bateman, me ha permitido recoger trabajos previos sobre esta figura destacada de la Ingeniería Colombiana, que tienen su origen en mis conversaciones con él, que fueran muchas; y con su esposa y sus hijos. Como lo anoté en la presentación de Documentos 10 del Archivo Histórico Javeriano “Juan Manuel Pacheco, S.J.”, es muy cierto que “en la vida hay trabajos que son arduos, que requieren esfuerzo y muchas horas de dedicación, y sin embargo, no molestan en absoluto, solamente causan placer y se hacen con inmenso gusto”; este fue el caso de la publicación a la que se ha hecho referencia. En efecto, mis estudios sobre Alfredo D. Bateman han sido una de las cosas más gratas que he podido hacer, también el mejor camino para enfrentar el silencio y la ausencia que a manera de barrera, hace tres décadas, nos impuso su muerte. Mi pasión por la historia, forjada a su lado, y proyectada desde el año 2000 en la “Cátedra Bateman”, -asignatura creada entonces y a mi cargo en la Pontificia Universidad Javeriana, ha prolongado las huellas de este reconocido profesor y colega, amigo muy querido. --------------------------------------NOTA 1 (14 de febrero de 2019). El Doctor Bateman, en representación de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, pronunció un discurso en el homenaje tributado a Francisco José de Caldas el 21 de julio de 1960, como parte de los actos conmemorativos del sesquicentenario de la Independencia Nacional 1810-1960. El texto correspondiente apareció en el libro, Homenaje a los Próceres publicado por la Academia Colombiana de Historia en 1961.

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