Orientaciones Universitarias 51

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Orientaciones Universitarias Poder - Servicio - Democracia

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Orientaciones Universitarias Publicación periódica de la Rectoría de la Pontificia Universidad Javeriana Nº 51 Poder - Servicio - Democracia Director

Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J. Rector Pontificia Universidad Javeriana

Compilación y Coordinación editorial

Jairo Humberto Cifuentes Madrid Secretario General

Preprensa e impresión

Carlos Julio Cuartas Chacón Asesor del Secretario General Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas – JAVEGRAF

Bogotá, D.C., julio de 2017


CONTENIDO Presentación Jorge Humberto Peláez, S.J., Rector de la Universidad

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I PARTE Premio Carlomagno Papa Francisco, 6 de mayo de 2016

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Foro Mundial FORTUNE-TIME 2016 Papa Francisco, 3 de diciembre de 2016

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Felicitaciones del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede Papa Francisco, 9 de enero de 2017

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Discurso de despedida (Farewell speech) Barack Obama, 11 de enero de 2017

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“La vocación del líder empresarial” Peter Cardenal Turkson, 20 de abril de 2015

47

“La paz que la Universidad debe ayudar a encontrar” Felipe Estanislao Mac Gregor, S.J., 1964

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“¿Tiempos normales?” Eduardo Pwosada Carbó, 2017

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II PARTE Entrega de la Cruz San Pedro Claver Jorge Humberto Peláez, 30 de septiembre de 2016

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Homenaje a Egresados Javerianos que desempeñan altos cargos en el Estado Jorge Humberto Peláez, 5 de diciembre de 2016

75

Responsabilidad Pública y Lucha Anticorrupción Jorge Humberto Peláez, 22 de febrero de 2017

79

Solemne graduación de 1.861 javerianos Jorge Humberto Peláez, 11 de marzo de 2017

83

Hoy en la Javeriana - Editoriales “La reconciliación, más allá del plebiscito” N° 1.321, septiembre de 2016

87

“La opción democrática” N° 1.322, octubre de 2016

89

“Es uma buena noiticia” N° 1.324, enero-febrero de 2017

91

HOMENAJE “La tentación del poder” Peter-Hans Kolvenbach, S.J., 2002

95

Bodas de Diamante del Restablecimiento de la Pontificia universidad Javeriana Peter-Hans Kolvenbach, S.J., 2005

99

Respuesta cristiana a la globalización Sergio Bernal, S.J., 2005

103

“El desarrollo, camino de liberación: a los 40 años de la Populorum Progressio” Sergio Bernal, S.J., 2007

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ÍNDICES ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N°1 A N° 50 Índice Consecutivo

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Índice Onomástico

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PRESENTACIÓN En esta edición de Orientaciones Universitarias los lectores encontrarán una serie de textos que analizan desde muy diversas perspectivas la situación mundial y, en particular, la función y la responsabilidad de gobernantes y dirigentes. En la actualidad ha merecido renovada vigencia la discusión acerca del ejercicio del poder, de su concepción como servicio a los demás, y de la necesidad de fortalecer las instituciones democráticas para asegurar que el interés público prevalezca sobre los intereses particulares. Por otra parte, los conflictos interminables y la violencia que aflora una y otra vez en distintas regiones del planeta, lo mismo que los actos terroristas, nos obligan a todos a insistir en la búsqueda de caminos de reconciliación que aseguren la convivencia pacífica entre naciones así como entre segmentos de población de un mismo país. Para los colombianos, en especial, esta reflexión tiene capital importancia, luego de los acuerdos que permitieron la cesación de la lucha armada entre uno de los grupos insurgentes y el Estado. Estos son los temas que han sido tratados por líderes y dirigentes a nivel mundial, como el Papa Francisco y el Presidente Barack Obama, por otros pensadores e intelectuales, lo mismo que por el Rector de esta Universidad en diferentes intervenciones públicas o en los editoriales de Hoy en la Javeriana. Se trata de catorce textos que aparecen en esta edición de Orientaciones Universitarias, agrupados en dos secciones, que sin duda alguna pueden ayudarnos a examinar estos transcendentales asuntos. Adicionalmente, en un último apartado de esta publicación hemos querido rendir homenaje a dos jesuitas fallecidos recientemente, que de distinta forma estuvieron especialmente vinculados a nuestra Universidad. En primer lugar, recordamos al P. Peter-Hans Kolvenbach, S.J., fallecido el 26 de noviembre de 2016, quien fue Prepósito General de la Compañía de Jesús en el periodo comprendido entre 1983 y 2008, y por lo tanto, Gran Canciller de la Pontificia Universidad Javeriana durante esos años. Ampliamente reconocido por su sabiduría, el magisterio del Padre Kolvenbach, particularmente sobre la misión de la institución uni-


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versitaria, es de una riqueza extraordinaria. Con dos artículos escritos por él, incluidos en esta edición de Orientaciones Universitarias, que se unen a otros ya publicados en esta colección, deseamos rendirle un tributo de gratitud y reconocimiento. Con el mismo propósito, publicamos dos textos del P. Sergio Bernal Restrepo, S.J., fallecido el 27 de enero de 2017, quien era Decano del Medio Universitario de la Facultad de Medicina y, por algunos años, ocupó una silla en el Consejo Directivo Universitario. De esta forma, el nombre de este insigne y docto jesuita quedará también en la lista de los autores que han enriquecido con sus escritos esta publicación. Finalmente, registramos complacidos que en sus últimas páginas, esta edición de Orientaciones Universitarias incluye el Índice Consecutivo de los primeros 50 números de la colección, seguido de un Índice Onomástico. Se trata de dos herramientas que permitirán a los lectores, no solo identificar con facilidad los temas de los 363 textos incluidos hasta ese número en la colección, sino también a los 166 autores de los mismos. Vale la pena resaltar que toda la colección se halla disponible en el sitio web del Archivo Histórico Javeriano “Juan Manuel Pacheco, S.J.”, mediante el siguiente enlace: http://www.javeriana.edu.co/archivohistorico/orientaciones-universitarias1. Al celebrar este hito editorial de Orientaciones Universitarias, hacemos votos para que el esfuerzo de la Universidad, iniciado en 1989, tenga continuidad y cumpla a cabalidad con el propósito de conservar el pensamiento universitario y, sobre todo, ilustrar el análisis que los hombres y mujeres de universidad tienen la obligación de realizar para estar a la altura de sus responsabilidades. Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J. Rector


I PARTE



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ENTREGA DEL PREMIO CARLOMAGNO Papa Francisco*

Ilustres señoras y señores: Les doy mi cordial bienvenida y gracias por su presencia. Agradezco especialmente sus amables palabras a los señores Marcel Philipp, Jürgen Linden, Martin Schulz, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk. Deseo reiterar mi intención de ofrecer a Europa el prestigioso premio con el cual he sido honrado: no hagamos un gesto celebrativo, sino que aprovechemos más bien esta ocasión para desear todos juntos un impulso nuevo y audaz para este amado Continente. La creatividad, el ingenio, la capacidad de levantarse y salir de los * Discurso del Santo Padre en la Sala Regia, Ciudad del Vaticano, 6 de mayo de 2016. http://w2.vatican.va/content/ francesco/es/speeches/2016/may/ documents/papa-francesco_20160506_ premio-carlo-magno.html.

propios límites pertenecen al alma de Europa. En el siglo pasado, ella ha dado testimonio a la humanidad de que un nuevo comienzo era posible; después de años de trágicos enfrentamientos, que culminaron en la guerra más terrible que se recuerda, surgió, con la gracia de Dios, una novedad sin precedentes en la historia. Las cenizas de los escombros no pudieron extinguir la esperanza y la búsqueda del otro, que ardían en el corazón de los padres fundadores del proyecto europeo. Ellos pusieron los cimientos de un baluarte de la paz, de un edificio construido por Estados que no se unieron por imposición, sino por la libre elección del bien común, renunciando para siempre a enfrentarse. Europa, después de muchas divisiones, se encontró finalmente a sí misma y comenzó a construir su casa.


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Esta «familia de pueblos»1, que entretanto se ha hecho de modo meritorio más amplia, en los últimos tiempos parece sentir menos suyos los muros de la casa común, tal vez levantados apartándose del clarividente proyecto diseñado por los padres. Aquella atmósfera de novedad, aquel ardiente deseo de construir la unidad, parecen estar cada vez más apagados; nosotros, los hijos de aquel sueño estamos tentados de caer en nuestros egoísmos, mirando lo que nos es útil y pensando en construir recintos particulares. Sin embargo, estoy convencido de que la resignación y el cansancio no pertenecen al alma de Europa y que también «las dificultades puedan convertirse en fuertes promotoras de unidad»2.

poner en marcha todos los actores sociales (grupos y personas) en la búsqueda de nuevas soluciones a los problemas actuales, que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos; una Europa que, lejos de proteger espacios, se convierta en madre generadora de procesos (cf. Evangelii gaudium, 223).

En el Parlamento Europeo me permití hablar de la Europa anciana. Decía a los eurodiputados que en diferentes partes crecía la impresión general de una Europa cansada y envejecida, no fértil ni vital, donde los grandes ideales que inspiraron a Europa parecen haber perdido fuerza de atracción. Una Europa decaída que parece haber perdido su capacidad generativa y creativa. Una Europa tentada de querer asegurar y dominar espacios más que de generar procesos de inclusión y de transformación; una Europa que se va «atrincherando» en lugar de privilegiar las acciones que promueven nuevos dinamismos en la sociedad; dinamismos capaces de involucrar y

El escritor Elie Wiesel, superviviente de los campos de exterminio nazis, decía que hoy en día es imprescindible realizar una «transfusión de memoria». Es necesario «hacer memoria», tomar un poco de distancia del presente para escuchar la voz de nuestros antepasados. La memoria no sólo nos permitirá que no se cometan los mismos errores del pasado (cf. Evangelii gaudium, 108), sino que nos dará acceso a aquellos logros que ayudaron a nuestros pueblos a superar positivamente las encrucijadas históricas que fueron encontrando. La transfusión de memoria nos libera de esa tendencia actual, con frecuencia más atractiva, a obtener rápidamente resultados inmediatos sobre arenas movedizas, que podrían producir «un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana» (ibíd. 224).

1 Discurso al Parlamento Europeo, Estrasburgo, 25 de noviembre de 2014. 2

Ibíd.

¿Qué te ha sucedido Europa humanista, defensora de los derechos humanos, de la democracia y de la libertad? ¿Qué te ha pasado Europa, tierra de poetas, filósofos, artistas, músicos, escritores? ¿Qué te ha ocurrido Europa, madre de pueblos y naciones, madre de grandes hombres y mujeres que fueron capaces de defender y dar la vida por la dignidad de sus hermanos?


PREMIO CARLOMAGNO

A este propósito, nos hará bien evocar a los padres fundadores de Europa. Ellos supieron buscar vías alternativas e innovadoras en un contexto marcado por las heridas de la guerra. Ellos tuvieron la audacia no sólo de soñar la idea de Europa, sino que osaron transformar radicalmente los modelos que únicamente provocaban violencia y destrucción. Se atrevieron a buscar soluciones multilaterales a los problemas que poco a poco se iban convirtiendo en comunes. Robert Schuman, en el acto que muchos reconocen como el nacimiento de la primera comunidad europea, dijo: «Europa no se hará de una vez, ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho»3. Precisamente ahora, en este nuestro mundo atormentado y herido, es necesario volver a aquella solidaridad de hecho, a la misma generosidad concreta que siguió al segundo conflicto mundial, porque —proseguía Schuman— «la paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan»4. Los proyectos de los padres fundadores, mensajeros de la paz y profetas del futuro, no han sido superados: inspiran, hoy más que nunca, a construir puentes y derribar muros. Parecen expresar una ferviente invitación a no contentarse con retoques cosméticos o compromisos tortuosos para corregir algún que otro tratado, sino a 3

Declaración del 9 de mayo de 1950, Salón de l’Horloge, Quai d’Orsay, Paris

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Ibíd.

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sentar con valor bases nuevas, fuertemente arraigadas. Como afirmaba Alcide De Gasperi, «todos animados igualmente por la preocupación del bien común de nuestras patrias europeas, de nuestra patria Europa», se comience de nuevo, sin miedo un «trabajo constructivo que exige todos nuestros esfuerzos de paciente y amplia cooperación»5. Esta transfusión de memoria nos permite inspirarnos en el pasado para afrontar con valentía el complejo cuadro multipolar de nuestros días, aceptando con determinación el reto de «actualizar» la idea de Europa. Una Europa capaz de dar a luz un nuevo humanismo basado en tres capacidades: la capacidad de integrar, capacidad de comunicación y la capacidad de generar. Capacidad de integrar Erich Przywara, en su magnífica obra La idea de Europa, nos reta a considerar la ciudad como un lugar de convivencia entre varias instancias y niveles. Él conocía la tendencia reduccionista que mora en cada intento de pensar y soñar el tejido social. La belleza arraigada en muchas de nuestras ciudades se debe a que han conseguido mantener en el tiempo las diferencias de épocas, naciones, estilos y visiones. Basta con mirar el inestimable patrimonio cultural de Roma para confirmar, una vez más, que la riqueza y el valor de un pueblo tiene precisamente sus raíces en el saber articular todos estos niveles en una sana convi-

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Discurso a la Conferencia Parlamentaria Europea, París, 21 de abril de 1954.


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vencia. Los reduccionismos y todos los intentos de uniformar, lejos de generar valor, condenan a nuestra gente a una pobreza cruel: la de la exclusión. Y, más que aportar grandeza, riqueza y belleza, la exclusión provoca bajeza, pobreza y fealdad. Más que dar nobleza de espíritu, les aporta mezquindad. Las raíces de nuestros pueblos, las raíces de Europa se fueron consolidando en el transcurso de su historia, aprendiendo a integrar en síntesis siempre nuevas las culturas más diversas y sin relación aparente entre ellas. La identidad europea es, y siempre ha sido, una identidad dinámica y multicultural. La actividad política es consciente de tener entre las manos este trabajo fundamental y que no puede ser pospuesto. Sabemos que «el todo es más que la parte, y también es más que la mera suma de ellas», por lo que se tendrá siempre que trabajar para «ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos» (Evangelii gaudium, 235). Estamos invitados a promover una integración que encuentra en la solidaridad el modo de hacer las cosas, el modo de construir la historia. Una solidaridad que nunca puede ser confundida con la limosna, sino como generación de oportunidades para que todos los habitantes de nuestras ciudades —y de muchas otras ciudades— puedan desarrollar su vida con dignidad. El tiempo nos enseña que no basta solamente la integración geográfica de las personas, sino que el reto es una fuerte integración cultural. De esta manera, la comunidad de los pueblos europeos podrá vencer la

tentación de replegarse sobre paradigmas unilaterales y de aventurarse en «colonizaciones ideológicas»; más bien redescubrirá la amplitud del alma europea, nacida del encuentro de civilizaciones y pueblos, más vasta que los actuales confines de la Unión y llamada a convertirse en modelo de nuevas síntesis y de diálogo. En efecto, el rostro de Europa no se distingue por oponerse a los demás, sino por llevar impresas las características de diversas culturas y la belleza de vencer todo encerramiento. Sin esta capacidad de integración, las palabras pronunciadas por Konrad Adenauer en el pasado resonarán hoy como una profecía del futuro: «El futuro de Occidente no está amenazado tanto por la tensión política, como por el peligro de la masificación, de la uniformidad de pensamiento y del sentimiento; en breve, por todo el sistema de vida, de la fuga de la responsabilidad, con la única preocupación por el propio yo»6. Capacidad de diálogo Si hay una palabra que tenemos que repetir hasta cansarnos es esta: diálogo. Estamos invitados a promover una cultura del diálogo, tratando por todos los medios de crear instancias para que esto sea posible y nos permita reconstruir el tejido social. La cultura del diálogo implica un auténtico aprendizaje, una ascesis que nos permita reconocer al otro como un interlocutor válido; que nos permita mirar al extranjero, al

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Discurso a la Asamblea de los artesanos alemanes, Düsseldorf, 27 de abril de 1952.


PREMIO CARLOMAGNO

emigrante, al que pertenece a otra cultura como sujeto digno de ser escuchado, considerado y apreciado. Para nosotros, hoy es urgente involucrar a todos los actores sociales en la promoción de «una cultura que privilegie el diálogo como forma de encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos, pero sin separarla de la preocupación por una sociedad justa, memoriosa y sin exclusiones» (Evangelii gaudium, 239). La paz será duradera en la medida en que armemos a nuestros hijos con las armas del diálogo, les enseñemos la buena batalla del encuentro y la negociación. De esta manera podremos dejarles en herencia una cultura que sepa delinear estrategias no de muerte, sino de vida, no de exclusión, sino de integración. Esta cultura de diálogo, que debería ser incluida en todos los programas escolares como un eje transversal de las disciplinas, ayudará a inculcar a las nuevas generaciones un modo diferente de resolver los conflictos al que les estamos acostumbrando. Hoy urge crear «coaliciones», no sólo militares o económicas, sino culturales, educativas, filosóficas, religiosas. Coaliciones que pongan de relieve cómo, detrás de muchos conflictos, está en juego con frecuencia el poder de grupos económicos. Coaliciones capaces de defender las personas de ser utilizadas para fines impropios. Armemos a nuestra gente con la cultura del diálogo y del encuentro. Capacidad de generar El diálogo, y todo lo que este implica, nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un

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mero observador. Todos, desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada. Esta cultura es posible si todos participamos en su elaboración y construcción. La situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamamiento a la responsabilidad personal y social. En este sentido, nuestros jóvenes desempeñan un papel preponderante. Ellos no son el futuro de nuestros pueblos, son el presente; son los que ya hoy con sus sueños, con sus vidas, están forjando el espíritu europeo. No podemos pensar en el mañana sin ofrecerles una participación real como autores de cambio y de transformación. No podemos imaginar Europa sin hacerlos partícipes y protagonistas de este sueño. He reflexionado últimamente sobre este aspecto, y me he preguntado: ¿Cómo podemos hacer partícipes a nuestros jóvenes de esta construcción cuando les privamos del trabajo; de empleo digno que les permita desarrollarse a través de sus manos, su inteligencia y sus energías? ¿Cómo pretendemos reconocerles el valor de protagonistas, cuando los índices de desempleo y subempleo de millones de jóvenes europeos van en aumento? ¿Cómo evitar la pérdida de nuestros jóvenes, que terminan por irse a otra parte en busca de ideales y sentido de pertenencia porque aquí, en su tierra, no sabemos ofrecerles oportunidades y valores? «La distribución justa de los frutos de la tierra y el trabajo humano no


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es mera filantropía. Es un deber moral»7. Si queremos entender nuestra sociedad de un modo diferente, necesitamos crear puestos de trabajo digno y bien remunerado, especialmente para nuestros jóvenes. Esto requiere la búsqueda de nuevos modelos económicos más inclusivos y equitativos, orientados no para unos pocos, sino para el beneficio de la gente y de la sociedad. Pienso, por ejemplo, en la economía social de mercado, alentada también por mis predecesores (cf. Juan Pablo II, Discurso al Embajador de la R. F. de Alemania, 8 noviembre 1990). Pasar de una economía que apunta al rédito y al beneficio, basados en la especulación y el préstamo con interés, a una economía social que invierta en las personas creando puestos de trabajo y cualificación. Tenemos que pasar de una economía líquida, que tiende a favorecer la corrupción como medio para obtener beneficios, a una economía social que garantice el acceso a la tierra y al techo por medio del trabajo como ámbito donde las personas y las comunidades puedan poner en juego «muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la comunicación con los demás, una actitud de adoración. Por eso, en la actual realidad social mundial, más allá de los intereses limitados de las empresas y de una cuestionable ra-

7 Discurso a los movimientos populares en Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, 9 de julio de 2015.

cionalidad económica, es necesario que “se siga buscando como prioridad el objetivo del acceso al trabajo […] para todos”8» (Laudato si’,127). Si queremos mirar hacia un futuro que sea digno, si queremos un futuro de paz para nuestras sociedades, solamente podremos lograrlo apostando por la inclusión real: «esa que da el trabajo digno, libre, creativo, participativo y solidario»9. Este cambio (de una economía líquida a una economía social) no sólo dará nuevas perspectivas y oportunidades concretas de integración e inclusión, sino que nos abrirá nuevamente la capacidad de soñar aquel humanismo, del que Europa ha sido la cuna y la fuente. La Iglesia puede y debe ayudar al renacer de una Europa cansada, pero todavía rica de energías y de potencialidades. Su tarea coincide con su misión: el anuncio del Evangelio, que hoy más que nunca se traduce principalmente en salir al encuentro de las heridas del hombre, llevando la presencia fuerte y sencilla de Jesús, su misericordia que consuela y anima. Dios desea habitar entre los hombres, pero puede hacerlo solamente a través de hombres y mujeres que, al igual que los grandes evangelizadores del continente, estén tocados por él y vivan el Evangelio sin buscar otras

8 Benedicto XVI, Carta. Enc. Caritas in veritate (29 junio 2009), 32: AAS 101 (2009), 666. 9 Discurso a los movimientos populares en Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, 9 de julio 2015.


PREMIO CARLOMAGNO

cosas. Sólo una Iglesia rica en testigos podrá llevar de nuevo el agua pura del Evangelio a las raíces de Europa. En esto, el camino de los cristianos hacia la unidad plena es un gran signo de los tiempos, y también la exigencia urgente de responder al Señor «para que todos sean uno» (Jn 17,21). Con la mente y el corazón, con esperanza y sin vana nostalgia, como un hijo que encuentra en la madre Europa sus raíces de vida y fe, sueño un nuevo humanismo europeo, «un proceso constante de humanización», para el que hace falta «memoria, valor y una sana y humana utopía»10. Sueño una Europa joven, capaz de ser todavía madre: una madre que tenga vida, porque respeta la vida y ofrece esperanza de vida. Sueño una Europa que se hace cargo del niño, que como un hermano socorre al pobre y a los que vienen en busca de acogida, porque ya no tienen nada y piden refugio. Sueño una Europa que escucha y

10 Discurso al Consejo de Europa, Estrasburgo, 25 de noviembre de 2014.

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valora a los enfermos y a los ancianos, para que no sean reducidos a objetos improductivos de descarte. Sueño una Europa, donde ser emigrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano. Sueño una Europa donde los jóvenes respiren el aire limpio de la honestidad, amen la belleza de la cultura y de una vida sencilla, no contaminada por las infinitas necesidades del consumismo; donde casarse y tener hijos sea una responsabilidad y una gran alegría, y no un problema debido a la falta de un trabajo suficientemente estable. Sueño una Europa de las familias, con políticas realmente eficaces, centradas en los rostros más que en los números, en el nacimiento de hijos más que en el aumento de los bienes. Sueño una Europa que promueva y proteja los derechos de cada uno, sin olvidar los deberes para con todos. Sueño una Europa de la cual no se pueda decir que su compromiso por los derechos humanos ha sido su última utopía.



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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL FORO MUNDIAL FORTUNE-TIME 2016 Papa Francisco*

Queridos amigos: Me agrada recibiros a todos vosotros, participantes en el FortuneTime Global Forum, y expreso mi aprecio por vuestro trabajo durante estos dos días. Doy las gracias a la señora Nancy Gibbs e al Señor Alan Murray por sus corteses palabras. El tema elegido «El desafío del siglo xxi: crear un nuevo pacto social», es verdaderamente oportuno y tiene como objetivo la necesidad urgente de más modelos económicos inclusivos y justos. El tiempo transcurrido juntos os ha permitido un consi* Discurso del Santo Padre en la Sala Clementina, Ciudad del Vaticano, 3 de diciembre de 2016. http://w2.vatican.va/ content/francesco/es/speeches/2016/ december/documents/papa-francesco_20161203_imprenditori.html

derable intercambio de ideas y el intercambio de informaciones. Y eso es tan importante, que aquello que ahora se requiere no es un nuevo acuerdo social en abstracto, sino ideas concretas y una acción eficaz que irá en favor de todos e iniciará a responder a las urgentes cuestiones de nuestros días. Quisiera decir un gracias especial por todo lo que estáis haciendo para promover la centralidad y la dignidad de la persona humana dentro de las instituciones y de modelos económicos, y para llamar la atención sobre la llaga de los pobres y los refugiados, que a menudo son olvidados por la sociedad. Cuando ignoramos el grito de muchos de nuestros hermanos y hermanas de todas las partes del mundo, no sólo les negamos los derechos y los va-


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lores que han recibido de Dios, sino que además rechazamos su sabiduría y les impedimos ofrecer al mundo sus talentos, su tradiciones y sus culturas. Estos comportamientos aumentan el sufrimiento de los pobres y de los marginados, y nosotros mismos nos hacemos más pobres, no sólo materialmente, sino también moralmente y espiritualmente. Nuestro mundo hoy está marcado por una gran inquietud. La desigualdad entre los pueblos sigue creciendo y muchas comunidades están afectadas directamente por la guerra y la pobreza o por la partida forzada de los migrantes y refugiados. La gente quiere hacer oír su voz y expresar sus propias preocupaciones y miedos. Quiere dar su legítima contribución a las comunidades locales y a la más amplia parte de la sociedad, y beneficiarse de los recursos y del desarrollo muy a menudo reservados a unos pocos. Y eso, mientras puede crear conflictos y dejar al descubierto los muchos sufrimientos de nuestro mundo, también nos permite comprender que estamos viviendo un momento de esperanza. Porque cuando reconocemos finalmente el mal entre nosotros, podemos intentar sanarlo aplicando la cura adecuada. Precisamente vuestra presencia aquí es hoy un signo de tal esperanza, porque demuestra que vosotros reconocéis los problemas que están ante la necesidad de actuar con decisión. Esta estrategia de renovación y esperanza requiere una conversión institucional y personal; un cambio del corazón que confiere el primado a las más profundas expresiones de nuestra común humanidad, de

nuestras culturas, de nuestras convicciones religiosas y de nuestras tradiciones. Esta renovación fundamental no tiene que ver simplemente con la economía de mercado, con números que hay que cuadrar, con el desarrollo de materias primas y mejoras de las infraestructuras. No, aquello de lo que estamos hablando es del bien común de la humanidad, del derecho de cada persona de tener parte de los recursos de este mundo y de tener las mismas oportunidades para desarrollar su potencial, potencialidad que en un último análisis se basa en la dignidad de hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza. Nuestro gran desafío es el de responder a los niveles globales de injusticia promoviendo un sentido de responsabilidad local, es más, personal, de manera que nadie quede excluido de la participación social. Por lo tanto, la pregunta que debemos plantearnos es cual es la mejor manera de animarnos los unos a los otros y motivar a nuestras respectivas comunidades para responder al sufrimiento y las necesidades que vemos, tanto lejos como entre nosotros. La renovación, la purificación y el refuerzo de sólidos modelos económicos depende de nuestra personal conversión y generosidad hacia los necesitados. Os animo a continuar el trabajo que habéis iniciado en este Foro y a buscar vías cada vez más creativas para transformar las instituciones y las estructuras económicas de manera que sepan responder a las necesidades de hoy y estén al servicio de


DISCURSO DEL SANTO PADRE EN EL FORO MUNDIAL FORTUNE-TIME 2016

la persona humana, especialmente de los que están marginados y excluidos. Ruego también para que podáis comprometer en vuestros esfuerzos a los que intentáis ayudar; Dadles voz, escuchad sus historias, aprended de sus experiencias y comprended sus necesidades. Ved en ellos a un hermano y a una hermana, a un hijo y a una hija, a una madre y a un padre. Entre los desafíos de hoy,

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mirad el rostro humano de aquellos que sinceramente intentáis ayudar. Os aseguro mi oración para que vuestros esfuerzos den frutos y el compromiso de la Iglesia Católica de convertirse en la voz de los que de otra manera son silenciados. Sobre vosotros, sobre vuestras familias y sobre vuestros colegas, invoco las divinas bendiciones de sabiduría, fortaleza y paz.



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DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON OCASIÓN DE LAS FELICITACIONES DEL CUERPO DIPLOMÁTICO ACREDITADO ANTE LA SANTA SEDE Papa Francisco*

Excelencias, estimados Embajadores, Señoras y Señores: Les doy la bienvenida y les agradezco su presencia tan numerosa y fiel a esta cita tradicional, que nos permite manifestar recíprocamente el deseo de que el año apenas iniciado sea para todos un tiempo de alegría, de prosperidad y de paz. Me dirijo con un sentimiento de especial reconocimiento al Decano del Cuerpo Diplomático, el Excelentísimo Señor Armindo Fernandes do Espírito Santo Vieira, Embajador de Angola, por las deferentes palabras que me ha dirigido en nombre de * Discurso del Santo Padre en la Sala Regia, Ciudad del Vaticano, 9 de enero de 2017. http://w2.vatican.va/content/ francesco/es/speeches/2017/january/ documents/papa-francesco_20170109_ corpo-diplomatico.html

todo el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, que ha aumentado recientemente con el establecimiento de las relaciones diplomáticas con la República Islámica de Mauritania, hace apenas un mes. Deseo igualmente agradecer a los numerosos Embajadores residentes en la Urbe, cuyo número ha aumentado a lo largo del último año, así como a los Embajadores no residentes, que con su presencia en el día de hoy pretenden subrayar los vínculos de amistad que unen a sus pueblos con la Santa Sede. Igualmente, quiero dirigir de modo especial un mensaje de pésame al Embajador de Malasia, recordando a su predecesor, Dato’ Mohd Zulkephli Bin Mohd Noor, fallecido el pasado mes de febrero. Durante el año transcurrido, las relaciones entre sus Países y la


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Santa Sede han tenido ocasión de profundizarse aún más gracias a las cordiales visitas de numerosos Jefes de Estado y de Gobierno, a veces en concomitancia con los diversos encuentros que han marcado el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, recientemente concluido. Han sido también varios los Acuerdos bilaterales firmados o ratificados, unos de carácter general, dirigidos a reconocer el estatuto jurídico de la Iglesia con la República Democrática del Congo, la República Centroafricana, Benín y con Timor Oriental; otros de carácter más específico, como el Avenant firmado con Francia, o la Convención en materia fiscal con la República Italiana, que ha entrado recientemente en vigor, a los que hay que añadir el Memorandum de Acuerdo entre la Secretaría de Estado y el Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos. Además, en línea con el compromiso de la Santa Sede de cumplir con las obligaciones asumidas en los acuerdos subscritos, se ha dado también la plena actuación al Comprehensive Agreement con el Estado de Palestina, que entró en vigor hace un año. Estimados Embajadores Hace un siglo, el mundo se encontraba en medio del primer conflicto mundial. Una inútil matanza1, en la que las nuevas técnicas de combate sembraban muerte y causaban enormes sufrimientos a una población civil inerme. En 1917, el rostro del

1 Benedicto XV, Carta a los jefes de los pueblos beligerantes, 1 agosto 1917: AAS IX (1917), 423.

conflicto cambió profundamente, adquiriendo una fisonomía cada vez más mundial mientras surgían en el horizonte aquellos regímenes totalitarios que durante mucho tiempo fueron causa de lacerantes divisiones. Cien años después, muchas zonas del mundo pueden decir que se han beneficiado de prolongados períodos de paz, que han favorecido unas oportunidades de desarrollo económico y formas de bienestar sin precedentes. Si hoy para muchos la paz les parece de alguna manera un bien que se da por descontado, casi un derecho adquirido al que no se le presta demasiada atención, para demasiadas personas esa paz es todavía una simple ilusión lejana. Millones de personas viven hoy en medio de conflictos insensatos. Incluso en aquellos lugares que en otro tiempo se consideraban seguros se advierte un sentimiento general de miedo. Con frecuencia nos sentimos abrumados por las imágenes de muerte, por el dolor de los inocentes que imploran ayuda y consuelo, por el luto del que llora un ser querido a causa del odio y de la violencia, por el drama de los refugiados que escapan de la guerra o de los emigrantes que perecen trágicamente. Por eso quisiera dedicar el encuentro de hoy al tema de la seguridad y de la paz, porque en el clima general de preocupación por el presente y de incertidumbre y angustia por el futuro, en el que nos encontramos inmersos, considero importante dirigir una palabra de esperanza, que nos señale también un posible camino para recorrer. Hace tan sólo unos días hemos celebrado la 50 Jornada Mundial de


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la Paz, instituida por mi predecesor el beato Pablo VI, «como presagio y como promesa, al principio del calendario que mide y describe el camino de la vida en el tiempo, de que sea la Paz con su justo y benéfico equilibrio la que domine el desarrollo de la historia futura»2. Para los cristianos, la paz es un don del Señor, aclamada y cantada por los ángeles en el momento del nacimiento de Cristo: «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14). Es un bien positivo, «el fruto del orden asignado a la sociedad humana»3 por Dios y «no es la mera ausencia de la guerra»4. No se «reduce sólo al establecimiento de un equilibrio de las fuerzas adversarias»5, sino que más bien exige el compromiso de personas de buena voluntad «sedientos de una justicia más perfecta»6. En esa línea, manifiesto la viva convicción de que toda expresión religiosa está llamada a promover la paz. Lo he podido experimentar de manera significativa en la Jornada Mundial de Oración por la Paz, que se celebró en Asís el pasado mes de septiembre, durante la cual los representantes de las diversas religiones se han encontrado para «dar voz a los que sufren, a los que no

2

Pablo VI, Mensaje para la celebración de la I Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 1968.

3

Concilio Ecuménico Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et Spes (GS), 7 diciembre 1965, 78.

4

Ibíd.

5

Ibíd.

6

Ibíd.

25

tienen voz y no son escuchados»7,así como en mi visita al Templo Mayor de Roma o a la Mezquita de Bakú. Sabemos que se ha cometido violencia por razones religiosas, comenzando precisamente por Europa, donde las divisiones históricas entre cristianos han durado mucho tiempo. En mi reciente viaje a Suecia, quise recordar que tenemos una urgente necesidad de sanar las heridas del pasado y de caminar juntos hacia metas comunes. En la base de ese camino ha de estar el diálogo auténtico entre las diversas confesiones religiosas. Es un dialogo posible y necesario, como he tratado de atestiguar en el encuentro que he tenido en Cuba con el Patriarca Cirilo de Moscú, así como en los viajes apostólicos a Armenia, Georgia y Azerbaiyán, donde he percibido la aspiración de aquellos pueblos a solucionar los conflictos que desde hace años perjudican la concordia y la paz. Al mismo tiempo, no debemos olvidar las muchas iniciativas, inspiradas en la religión, que contribuyen, incluso a menudo con el sacrificio de los mártires, a la construcción del bien común por medio de la educación y la asistencia, sobre todo en las regiones más desfavorecidas y en las zonas de conflicto. Tales obras contribuyen a la paz y dan testimonio concreto de que, cuando se coloca en el centro de la propia actividad la dignidad de la persona humana, es posible vivir y trabajar juntos, a 7 Discurso en la Jornada Mundial de Oración por la Paz, Asís, 20 septiembre 2016.


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pesar de pertenecer a pueblos, culturas y tradiciones diferentes. Desgraciadamente, somos conscientes de que todavía hoy, la experiencia religiosa, en lugar de abrirnos a los demás, puede ser utilizada a veces como pretexto para cerrazones, marginaciones y violencias. Me refiero en particular al terrorismo de matriz fundamentalista, que en el año pasado ha segado la vida de numerosas víctimas en todo el mundo: en Afganistán, Bangladesh, Bélgica, Burkina Faso, Egipto, Francia, Alemania, Jordania, Irak, Nigeria, Pakistán, Estados Unidos de América, Túnez y Turquía. Son gestos viles, que usan a los niños para asesinar, como en Nigeria; toman como objetivo a quien reza, como en la Catedral copta de El Cairo, a quien viaja o trabaja, como en Bruselas, a quien pasea por las calles de la ciudad, como en Niza o en Berlín, o sencillamente celebra la llegada del año nuevo, como en Estambul. Se trata de una locura homicida que usa el nombre de Dios para sembrar muerte, intentando afirmar una voluntad de dominio y de poder. Hago por tanto un llamamiento a todas las autoridades religiosas para que unidos reafirmen con fuerza que nunca se puede matar en nombre de Dios. El terrorismo fundamentalista es fruto de una grave miseria espiritual, vinculada también a menudo a una considerable pobreza social. Sólo podrá ser plenamente vencido con la acción común de los líderes religiosos y políticos. A los primeros les corresponde la tarea de transmitir aquellos valores religiosos que no

admiten una contraposición entre el temor de Dios y el amor por el prójimo. A los segundos les corresponde garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa, reconociendo la aportación positiva y constructiva que ésta comporta para la edificación de la sociedad civil, en donde la pertenencia social, sancionada por el principio de ciudadanía, y la dimensión espiritual de la vida no pueden ser concebidas como contrarias. A quien gobierna le corresponde, además, la responsabilidad de evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos. Eso requiere adecuadas políticas sociales que combatan la pobreza, y que requieren de una sincera valorización de la familia, como lugar privilegiado de la maduración humana, y de abundantes esfuerzos en el ámbito educativo y cultural. En este sentido, acojo con interés la iniciativa del Consejo de Europa sobre la dimensión religiosa del diálogo intercultural, que el año pasado se ha centrado en el papel de la educación en la prevención de la radicalización, que conduce al terrorismo y al extremismo violento. Se trata de una oportunidad para profundizar en el papel que tiene el fenómeno religioso y la educación en la pacificación real del tejido social, necesaria para la convivencia en una sociedad multicultural. A este respecto, deseo expresar la convicción de que la autoridad política no sólo debe garantizar la seguridad de sus propios ciudadanos ―concepto que puede ser fácilmente reducido al de un simple


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«vivir tranquilo»―, sino que también está llamada a ser verdadera promotora y constructora de paz. La paz es una «virtud activa», que requiere el compromiso y la cooperación de cada persona y de todo el cuerpo social en su conjunto. Como advertía el Concilio Vaticano II, «la paz jamás es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer»8, salvaguardando el bien de las personas y respetando su dignidad. Construirla requiere en primer lugar renunciar a la violencia en la reivindicación de los propios derechos9. Precisamente a este principio he dedicado el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2017, titulado: «La no violencia: un estilo de política para la paz», para recordar sobre todo cómo la no violencia es un estilo político basado en la primacía del derecho y de la dignidad de toda persona. Construir la paz requiere también que «se desarraiguen las causas de discordia entre los hombres, que son las que alimentan las guerras»10, empezando por las injusticias. Existe, de hecho, una íntima relación entre la justicia y la paz11. «Pero, ―observaba san Juan Pablo II― puesto que la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta a las limitaciones y a los egoísmos personales y de grupo, debe ejercerse y en cierto modo completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las relaciones humanas

8

GS, 78.

9 Cf. Ibíd.

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truncadas (...). El perdón en modo alguno se contrapone a la justicia, [sino] tiende más bien a esa plenitud de la justicia que conduce a la tranquilidad del orden y que (...) pretende una profunda recuperación de las heridas abiertas. Para esta recuperación, son esenciales ambos, la justicia y el perdón»12. Estas palabras, hoy más actuales que nunca, se han encontrado con la disponibilidad de algunos Jefes de Estado o de Gobierno para acoger mi invitación a tener un gesto de clemencia a favor de los encarcelados. A ellos, como también a quienes trabajan para crear condiciones de vida digna para los detenidos y favorecer su reinserción en la sociedad, deseo expresarles mi especial reconocimiento y gratitud. Estoy convencido de que para muchos el Jubileo extraordinario de la Misericordia ha sido una ocasión particularmente propicia para descubrir también la «incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social»13. Cada uno puede contribuir a dar vida a «una cultura de la misericordia, basada en el redescubrimiento del encuentro con los demás: una cultura en la que ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea el sufrimiento de los hermanos»14. Sólo así se podrán construir sociedades

12 Juan Pablo II, Mensaje para la XXXV Jornada Mundial de la Paz: No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón,1 enero 2002.

10 Ibíd., 83.

13 Carta apostólica Misericordia et misera, 20 noviembre 2016, 18.

11 Cf. Sal 85, 11 e Is 32, 17.

14 Ibíd., 20.


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abiertas y hospitalarias para los extranjeros y, al mismo tiempo, seguras y pacíficas internamente. Esto es aún más necesario hoy en día en que siguen aumentando, en diferentes partes del mundo, los grandes flujos migratorios. Pienso sobre todo en los numerosos refugiados y desplazados en algunas zonas de África, en el Sudeste asiático y en aquellos que huyen de las zonas de conflicto en Oriente Medio. El año pasado, la comunidad internacional se vio interpelada por dos importantes eventos convocados por las Naciones Unidas: la primera Cumbre Humanitaria Mundial y la Cumbre sobre los grandes Desplazamientos de Refugiados y Migrantes. Es necesario un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna. Esto implica saber conjugar el derecho de «cada hombre (…) a emigrar a otros países y fijar allí su domicilio»15 y, al mismo tiempo, garantizar la posibilidad de una integración de los inmigrantes en los tejidos sociales en los que se insertan, sin que éstos sientan amenazada su seguridad, su identidad cultural y sus propios equilibrios políticos y sociales. Por otra parte, los mismos inmigrantes no deben olvidar que tienen el deber de respetar las leyes, la cultura y las tradiciones de los países que los acogen. Un enfoque prudente de parte de las autoridades públicas no comporta la aplicación de políticas de 15 Juan XXIII, Carta encíclica Pacem in terris, 11 abril 1963, 25.

clausura hacia los inmigrantes, sino que implica evaluar, con sabiduría y altura de miras, hasta qué punto su país es capaz, sin provocar daños al bien común de sus ciudadanos, de proporcionar a los inmigrantes una vida digna, especialmente a quienes tienen verdadera necesidad de protección. No se puede de ningún modo reducir la actual crisis dramática a un simple recuento numérico. Los inmigrantes son personas con nombres, historias y familias, y no podrá haber nunca verdadera paz mientras quede un solo ser humano al que se le vulnere la propia identidad personal y se le reduzca a una mera cifra estadística o a objeto de interés económico. El problema de la inmigración es un tema que no puede dejar indiferentes a algunos países mientras que otros sobrellevan, a menudo con un esfuerzo considerable y graves dificultades, el compromiso humanitario de hacer frente a una emergencia que no parece tener fin. Todos deberían sentirse constructores y corresponsables del bien común internacional, incluso a través de gestos concretos de humanidad, que son requisitos fundamentales para la paz y el desarrollo que naciones enteras y millones de personas siguen aún esperando. Por eso, estoy agradecido a todos los países que acogen generosamente a los necesitados, comenzando por algunas naciones europeas, especialmente Italia, Alemania, Grecia y Suecia. Me quedará grabado para siempre el viaje que hice a la isla de Lesbos, junto a mis hermanos el Patriarca Bartolomé y el Arzobispo Jerónimo, donde vi y toqué con la


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mano la dramática situación de los campos de refugiados, así como la humanidad y el espíritu de servicio de muchas personas comprometidas en su asistencia. Tampoco se debe olvidar la hospitalidad ofrecida por otros países europeos y de Oriente Medio, como Líbano, Jordania y Turquía, así como el compromiso de diferentes países de África y Asia. También en mi viaje a México, donde pude experimentar la alegría del pueblo mexicano, me sentí cerca de los miles de inmigrantes centroamericanos que sufren terribles injusticias y peligros en su intento de alcanzar un futuro mejor, y que son víctimas de extorsión y objeto de ese despreciable comercio ―horrible forma de esclavitud moderna― que es la trata de personas.

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las autoridades públicas tienen la obligación de estimular y fomentar, creando las condiciones para una distribución más equitativa de los recursos e incentivando oportunidades de trabajo, sobre todo para los más jóvenes. En el mundo hay todavía muchas personas, especialmente niños, que aún sufren por causa de una pobreza endémica y viven en situaciones de inseguridad alimentaria ―más bien, de hambre― mientras que los recursos naturales son objeto de la ávida explotación de unos pocos, desperdiciándose cada día enormes cantidades de alimentos.

En la encíclica Populorum Progressio, que este año celebra su cincuenta aniversario, el beato Pablo VI recordó cómo estas desigualdades provocan discordias. «El camino de la paz pasa por el desarrollo»16 que

Los niños y los jóvenes son el futuro, se trabaja y se construye para ellos. No podemos descuidarlos y olvidarlos egoístamente. Por esta razón, como he advertido recientemente en una carta enviada a todos los obispos, considero prioritaria la defensa de los niños, cuya inocencia ha sido frecuentemente rota bajo el peso de la explotación, del trabajo clandestino y esclavo, de la prostitución o de los abusos de los adultos, de los pandilleros y de los mercaderes de muerte17. Durante mi viaje a Polonia, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud, me encontré con miles de jóvenes llenos de entusiasmo y ganas de vivir. He visto, en cambio, el dolor y el sufrimiento de muchos otros. Pienso en los chicos y chicas que sufren las consecuencias del terrible conflicto en Siria, privados de la alegría de la infancia y de la juventud: desde la posibilidad de

16 Pablo VI, Carta Encíclica Populorum Progressio, 26 marzo 1967, 83.

17 Cf. Carta a los Obispos en la fiesta de los Santos Inocentes, 28 diciembre 2016.

Enemiga de la paz es una «visión reductiva» del hombre, que abre el camino a la propagación de la iniquidad, las desigualdades sociales y la corrupción. Justo con relación a este último fenómeno, la Santa Sede ha asumido nuevos compromisos, depositando formalmente, el 19 de septiembre, el instrumento de adhesión a la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 31 de octubre de 2003.


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jugar libremente a la oportunidad de ir a la escuela. A ellos, y a todo el querido pueblo sirio, dirijo constantemente mi pensamiento, a la vez que hago un llamamiento a la comunidad internacional para que trabaje con diligencia para poner en marcha una seria negociación, que ponga definitivamente fin a un conflicto que está provocando un verdadero desastre humanitario. Cada una de las partes implicadas ha de tener como prioridad el respeto del derecho humanitario internacional, asegurando la protección de la población civil y la necesaria ayuda humanitaria. El deseo común es que la tregua que se ha firmado recientemente sea para todo el pueblo sirio un signo de la esperanza que tanto necesita.

tal sentido, y también en vista de la próxima Conferencia de Desarme, la Santa Sede trabaja por promover una ética de la paz y de la seguridad que supere a la del miedo y de la «cerrazón» que condiciona el debate sobre las armas nucleares.

Esto requiere también que se hagan esfuerzos para erradicar el despreciable tráfico de armas y la continua carrera para producir y distribuir armas cada vez más sofisticadas. Causan un gran desconcierto las pruebas llevadas a cabo en la Península coreana, que desestabilizan a la región y plantean a la comunidad internacional unos inquietantes interrogantes acerca del riesgo de una nueva carrera de armamentos nucleares. Siguen siendo actuales las palabras de san Juan XXIII en la Pacem in terris cuando afirmaba que «la recta razón y el sentido de la dignidad humana exigen urgentemente que cese ya la carrera de armamentos; que, de un lado y de otro, las naciones que los poseen los reduzcan simultáneamente; que se prohíban las armas atómicas»18. En

La ideología, que se sirve de los problemas sociales para fomentar el desprecio y el odio y ve al otro como un enemigo que hay que destruir, es enemiga de la paz. Desafortunadamente, nuevas formas de ideología aparecen constantemente en el horizonte de la humanidad. Haciéndose pasar por portadoras de beneficios para el pueblo, dejan en cambio detrás de sí pobreza, divisiones, tensiones sociales, sufrimiento y con frecuencia incluso la muerte. La paz, sin embargo, se conquista con la solidaridad. De ella brota la voluntad de diálogo y de colaboración, del que la diplomacia es un instrumento fundamental. La misericordia y la solidaridad es lo que mueve a la Santa Sede y a la Iglesia Católica en su compromiso decidido por solucionar los conflictos o seguir los procesos de paz, de reconciliación y la búsqueda de

18 N. 112.

También por lo que respecta a las armas convencionales, hay que señalar que la facilidad con la que a menudo se puede acceder al mercado de las armas, incluso las de pequeño calibre, además de agravar la situación en las diversas zonas de conflicto, produce una sensación muy extendida y generalizada de inseguridad y temor, que es más peligrosa en los momentos de incertidumbre social y de profunda transformación como el que vivimos.


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soluciones negociadas a los mismos. Llena de esperanza ver que algunos de los intentos realizados se deben a la buena voluntad de tantas personas diferentes que se empeñan de modo activo y eficaz en favor de la paz. Pienso en los esfuerzos realizados en los últimos dos años para un nuevo acercamiento entre Cuba y los Estados Unidos. También pienso en el esfuerzo llevado a cabo con tenacidad, a pesar de las dificultades, para terminar con años de conflicto en Colombia. Este planteamiento busca fomentar la confianza mutua, mantener caminos de diálogo y hacer hincapié en la necesidad de gestos valientes, que son muy urgentes también en la vecina Venezuela, donde las consecuencias de la crisis política, social y económica, están pesando desde hace tiempo sobre la población civil; o en otras partes del mundo, empezando por Oriente Medio, no sólo para poner fin al conflicto sirio, sino también para promover una sociedad plenamente reconciliada en Irak y en Yemen. La Santa Sede renueva también su urgente llamamiento para que se reanude el diálogo entre israelíes y palestinos, para que se alcance una solución estable y duradera que garantice la convivencia pacífica de dos Estados dentro de fronteras reconocidas internacionalmente. Ningún conflicto ha de convertirse en un hábito del que parece que nadie se puede librar. Israelíes y palestinos necesitan la paz. Todo el Oriente Medio necesita con urgencia la paz. También espero que se cumplan plenamente los acuerdos destinados

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a restablecer la paz en Libia, donde es más urgente que nunca sanar las divisiones de los últimos años. Del mismo modo, animo todos los esfuerzos que en ámbito local e internacional estén destinados a restaurar la convivencia civil en Sudán y en Sudán del Sur, en la República Centroafricana, atormentados por continuos enfrentamientos armados, masacres y devastaciones, así como en otras naciones del Continente marcadas por tensiones e inestabilidad política y social. En particular, espero que el reciente acuerdo firmado en la República Democrática del Congo contribuya a hacer que los que tienen responsabilidades políticas se esfuercen diligentemente para promover la reconciliación y el diálogo entre todos los miembros de la sociedad civil. Mi pensamiento se dirige también a Myanmar, de modo que se promueva una convivencia pacífica y, con la ayuda de la comunidad internacional, no se deje de atender a aquellos que están en grave y urgente necesidad. También en Europa, donde no faltan las tensiones, la disponibilidad al diálogo es la única manera de garantizar la seguridad y el desarrollo del Continente. Por tanto, celebro las iniciativas destinadas a promover el proceso de reunificación de Chipre, que hoy precisamente ve una reanudación de las negociaciones, mientras espero que en Ucrania se sigan buscando con determinación soluciones viables para la plena aplicación de los compromisos asumidos por las partes y, sobre todo, para que se le dé una pronta respuesta a una situación humanitaria que sigue siendo grave.


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Toda Europa está atravesando un momento decisivo de su historia, en el que está llamada a redescubrir su propia identidad. Para ello es necesario volver a descubrir sus raíces con el fin de plasmar su propio futuro. Frente a las fuerzas disgregadoras, es más urgente que nunca actualizar la «idea de Europa» para dar a luz un nuevo humanismo basado en la capacidad de integrar, de dialogar y de generar19. que han hecho grande al así llamado Viejo Continente. El proceso de unificación europea, que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial, ha sido y sigue siendo una oportunidad única para la estabilidad, la paz y la solidaridad entre los pueblos. Aquí sólo puedo reiterar el interés y la preocupación de la Santa Sede por Europa y su futuro, consciente de que los valores que han animado y fundado este proyecto, del que este año se cumple el sexagésimo aniversario, son comunes a todo el Continente y se extienden más allá de la misma Unión Europea. Excelencias, señoras y señores Construir la paz significa también trabajar activamente para el cuidado de la Creación. El Acuerdo de París sobre el clima, que ha entrado recientemente en vigor, es un signo importante de nuestro compromiso común por dejar a los que vengan después de nosotros un mundo hermoso y habitable. Espero que los esfuerzos realizados en los últimos tiempos para abordar el cambio climático cuenten con una cooperación más 19 Cf. Discurso en la entrega del Premio Carlo Magno, 6 mayo 2016.

amplia por parte de todos, ya que la Tierra es nuestra casa común, y es necesario tener en cuenta que las decisiones de cada uno repercuten sobre la vida de todos. Sin embargo, es evidente también que hay fenómenos que sobrepasan la capacidad de la acción humana. Me refiero a los numerosos terremotos que han golpeado a algunas regiones del mundo. Pienso sobre todo en los que se produjeron en Ecuador, Italia e Indonesia, que han provocado numerosas muertes y donde todavía muchas personas viven en condiciones muy precarias. Pude visitar personalmente algunas zonas afectadas por el terremoto en el centro de Italia, donde he comprobado las heridas que el terremoto ha causado en una tierra rica en arte y cultura, he podido compartir el dolor de tanta gente, junto con su valor y determinación para reconstruir todo lo que se ha destruido. Espero que la solidaridad que ha unido al querido pueblo italiano en las horas siguientes al terremoto, siga animando a toda la Nación, especialmente en estos delicados momentos de su historia. La Santa Sede e Italia están particularmente ligadas por obvias razones históricas, culturales y geográficas. Ese vínculo se ha apreciado con claridad en el año jubilar y agradezco a todas las Autoridades italianas por su ayuda en la organización de este evento, también para garantizar la seguridad de los peregrinos que llegaron de todo el mundo.


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Estimados Embajadores La paz es un don, un desafío y un compromiso. Un don porque brota del corazón de Dios; un desafío, porque es un bien que no se da nunca por descontado y debe ser conquistado continuamente; un compromiso, ya que requiere el trabajo apasionado de toda persona de buena voluntad para buscarla y construirla. No existe, por tanto, la verdadera paz si no se parte de una visión del hombre que sepa promover su desarrollo integral, teniendo en cuenta su dignidad trascendente, ya que «el desarrollo es el nuevo nombre de la paz»20, como recordaba el beato Pablo VI. Por tanto, este es mi deseo para el próximo año: que crezcan en

20 Pablo VI, Populorum Progressio, 87.

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nuestros países y sus pueblos las oportunidades para trabajar juntos y construir una paz verdadera. Por su parte, la Santa Sede, y en particular la Secretaría de Estado, estarán siempre dispuestas a cooperar con todos los que trabajan para poner fin a los conflictos abiertos y para dar apoyo y esperanza a las poblaciones que sufren. En la liturgia pronunciamos el saludo «la paz esté con vosotros». Con esta expresión, prenda de abundantes bendiciones divinas, les renuevo a ustedes, distinguidos miembros del cuerpo diplomático, a sus familias, a los países que representan, mis mejores deseos para el Año Nuevo.



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DISCURSO DE DESPEDIDA (FAREWELL SPEECH) Barack Obama*

Es bueno estar en casa. Mis conciudadanos, Michelle y yo nos sentimos conmovidos por todos los buenos deseos que hemos recibido en las últimas semanas. Pero esta noche, es mi turno para decir gracias. Ya sea cuando nuestras posturas hayan coincidido o cuando no hayamos estado de acuerdo en lo absoluto, mis conversaciones con ustedes, el pueblo estadounidense —en salones y escuelas; en las granjas y en las fábricas; en los comedores y en puestos avanzados— son lo que me han mantenido honesto, inspirado, y motivado. Cada día, aprendí de ustedes. Ustedes me hicieron un

*

Discurso del Presidente de los Estados Unidos de América, pronunciado al concluir su mandato, Plaza McCormick, Chicago, Illinois, 11 de enero de 2017. http://www.univision.com/noticias/ politica/ultimo-discurso-de-barackobama-como-presidente-en-espanol

mejor presidente, me hicieron un mejor hombre. Vine por primera vez a Chicago poco después de cumplir 20 años, cuando aún intentaba averiguar quién era; buscando un propósito para mi vida. Fue en los barrios no lejos de aquí donde empecé a trabajar con grupos de la iglesia a las sombras de los molinos de acero cerrados. Fue en estas calles donde fui testigo de la fuerza de la fe y la dignidad tranquila de los trabajadores ante las dificultades y la pérdida. Aquí es donde aprendí que el cambio sólo ocurre cuando la gente se involucra, se compromete y se une para exigirlo. Después de ocho años como Presidente, sigo creyendo eso. Y no es sólo mi opinión. Es el corazón de nuestra idea estadounidense - nuestro osado experimento de autonomía.


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Es la convicción de que todos somos creados iguales, dotados por nuestro Creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Es la insistencia en que estos derechos, aunque son evidentes, nunca se han aplicado de forma automática; que nosotros, el pueblo, mediante el instrumento de nuestra democracia, podemos formar una unión más perfecta. Este es el gran don que nuestros fundadores nos dieron. La libertad de perseguir nuestros sueños individuales a través de nuestro sudor, trabajo e imaginación, y el imperativo de luchar juntos para lograr un bien mayor. Durante 240 años, el llamado de nuestra nación a la ciudadanía le ha dado trabajo y propósito a cada nueva generación. Es lo que llevó a los patriotas a elegir la república sobre la tiranía, a los pioneros a irse al oeste, a los esclavos a desafiar aquel precario ferrocarril para conseguir la libertad. Es lo que atrajo a inmigrantes y refugiados desde más allá de los océanos y el Río Bravo, impulsó a las mujeres a luchar por el voto, estimuló a los trabajadores a organizarse. Por eso nuestros soldados dieron sus vidas en la playa Omaha y en Iwo Jima; en Irak y Afganistán - y es por eso que hombres y mujeres desde Selma hasta Stonewall estaban preparados para dar las suyas. Eso es lo que queremos decir cuando decimos que Estados Unidos es excepcional. No es que nuestra nación haya sido impecable desde el

inicio, sino que hemos demostrado la capacidad de cambiar y mejorar la vida de aquellos que vienen después. Es cierto, nuestro progreso ha sido desigual. La labor de la democracia siempre ha sido difícil, polémica y a veces sangrienta. Por cada dos pasos adelante, a menudo se siente que damos un paso atrás. Pero el largo recorrido de Estados Unidos ha sido definido por el movimiento de avance, por una constante ampliación de nuestro credo constitucional para aceptar a todos, y no sólo a unos cuantos. Si les hubiera dicho hace ocho años que Estados Unidos saldría de una gran recesión, restablecería nuestra industria automotriz, y daría pie al período más largo de creación de empleos en nuestra historia… si les hubiera dicho que abriríamos un nuevo capítulo con el pueblo cubano, cerraríamos el programa nuclear de Irán sin disparar un tiro y eliminaríamos al cerebro de los atentados del 11 de septiembre…si les hubiera dicho que íbamos a conseguir la igualdad en el matrimonio y garantizaríamos el derecho al seguro de salud para otros 20 millones de nuestros conciudadanos - ustedes podrían haber dicho que estábamos apuntando demasiado alto. Pero eso es lo que hicimos. Eso es lo que ustedes hicieron. Ustedes fueron el cambio. Ustedes respondieron a las esperanzas de las personas y, por ustedes, en casi todos los aspectos, Estados Unidos es un lugar mejor, más fuerte de lo que era cuando empezamos.


DISCURSO DE DESPEDIDA (FAREWELL SPEECH)

En diez días, el mundo será testigo de un sello distintivo de nuestra democracia: la transferencia pacífica del poder de un presidente elegido libremente al siguiente. Le prometí al presidente electo Trump que mi administración garantizaría una transición sin problemas, los mismo que el presidente Bush hizo por mí. Porque a todos nos corresponde asegurarnos de que nuestro gobierno pueda ayudarnos a superar los numerosos desafíos que enfrentamos. Tenemos lo que necesitamos para hacerlo. Después de todo, seguimos siendo la nación más rica, más poderosa, y más respetada del mundo. Nuestra juventud y nuestro ímpetu, nuestra diversidad y apertura, nuestra ilimitada capacidad de riesgo y reinvención significan que el futuro debe ser nuestro. Pero este potencial sólo se hará realidad si nuestra democracia funciona. Sólo si nuestra política refleja la decencia de nuestro pueblo. Sólo si todos nosotros, independientemente de nuestra afiliación política o interés particular, ayudamos a restaurar el sentido de propósito común que tanto necesitamos en este momento. Eso es en lo que quiero enfocarme esta noche - el estado de nuestra democracia. Debemos entender que la democracia no exige la uniformidad. Nuestros fundadores discutieron y se comprometieron, y esperaban que nosotros hiciéramos lo mismo. Pero sabían que la democracia sí exige un sentido básico de la solidaridad - la

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idea de que, a pesar de todas nuestras diferencias externas, estamos todos juntos en esto; que avanzamos o fracasamos como uno sólo. Ha habido momentos a lo largo de nuestra historia que amenazaron con romper esa solidaridad. El comienzo de este siglo fue uno de esos momentos. Un mundo cada vez más pequeño, la creciente desigualdad; el cambio demográfico y el fantasma del terrorismo - estas fuerzas no sólo han puesto a prueba nuestra seguridad y prosperidad, sino nuestra democracia. Y la forma en que enfrentemos estos desafíos para nuestra democracia determinará nuestra capacidad para educar a nuestros hijos, crear buenos empleos y proteger nuestra patria. En otras palabras, determinará nuestro futuro. Nuestra democracia no funcionará sin el conocimiento de que todo el mundo tiene oportunidades económicas. Hoy en día, la economía está creciendo nuevamente; los salarios, los ingresos, los valores de las viviendas, y las cuentas de jubilación están aumentando de nuevo; la pobreza está disminuyendo de nuevo. Los ricos están pagando una parte más justa de los impuestos, incluso en momentos en que el mercado de valores está rompiendo récords. La tasa de desempleo está cerca de su nivel más bajo en diez años. La tasa de no asegurados nunca ha sido menor. Los costos del cuidado de la salud están aumentando al ritmo más lento en 50 años. Y si alguien puede idear un plan que sea manifiestamente mejor que las mejoras


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que le hemos hecho a nuestro sistema de atención de la salud - que cubre a tantas personas a un menor costo - voy a apoyarlo públicamente. Después de todo, ése es el motivo por el cual servimos - para mejorar la vida de las personas, no empeorarla. Pero a pesar de todo el verdadero progreso que hemos logrado, sabemos que no es suficiente. Nuestra economía no funciona tan bien o crecen tan rápidamente cuando unos pocos prosperan a costa de una creciente clase media. Pero la cruda desigualdad también es corrosiva para nuestros principios democráticos. Mientras que el uno por ciento superior ha amasado una parte mayor de la riqueza y los ingresos, muchas familias, en el interior de las ciudades y condados rurales, han quedado atrás —el trabajador despedido de la fábrica; la camarera y trabajador de la salud que luchan para pagar las cuentas— convencidos de que el juego está amañado en contra de ellos, que su gobierno sólo sirve a los intereses de los poderosos - una receta para más cinismo y polarización en nuestra política. No hay soluciones rápidas a esta tendencia de largo plazo. Estoy de acuerdo en que nuestro comercio debe ser justa y no sólo libre. Pero la próxima ola de desarticulación económica no vendrá del extranjero. Vendrá del ritmo trepidante de la automatización que volverá obsoletos muchos buenos empleos de clase media. Y, entonces, debemos forjar un nuevo pacto social - para garan-

tizarles a todos nuestros hijos la educación que necesitan; para darles a los trabajadores la facultad de sindicalizarse por mejores salarios; para actualizar la red de seguridad social para reflejar la manera en que vivimos ahora y hacer más reformas al código tributario para que las empresas y los individuos que obtienen el máximo provecho de la nueva economía no eludan sus obligaciones para con el país que hizo posible su éxito. Podemos discutir sobre la mejor manera de lograr estos objetivos. Pero no podemos descuidarnos respecto a los objetivos en sí mismos. Si no creamos oportunidades para todos, el descontento y la división que han obstaculizado nuestro progreso se agudizarán en los años venideros. Hay una segunda amenaza para nuestra democracia - una que es tan antigua como nuestra propia nación. Después de mi elección, se hablaba de una nación post-racial. Esa visión, por bien intencionada que haya sido, nunca fue realista. La raza sigue siendo una fuerza potente y a menudo divisoria en nuestra sociedad. He vivido el tiempo suficiente para saber que las relaciones raciales son mejores que lo que eran diez o veinte o treinta años atrás - se puede ver no sólo en las estadísticas, sino en las actitudes de los jóvenes estadounidenses de todo el espectro político. Pero no estamos donde debemos estar. Todos tenemos más trabajo que hacer. Después de todo, si cada cuestión económica se enmarca como una lucha entre una clase media blanca trabajadora y las minorías


DISCURSO DE DESPEDIDA (FAREWELL SPEECH)

indignas, entonces los trabajadores de la más diversa índole terminarán luchando por migajas mientras los ricos se retiran aún más en sus enclaves privados. Si nos abstenemos de invertir en los hijos de inmigrantes, sólo porque no se parecen a nosotros, disminuyen las perspectivas de nuestros propios hijos - porque esos niños morenos representarán una mayor proporción de la fuerza laboral de Estados Unidos. Y nuestra economía no tiene que ser un juego de suma cero. El año pasado, los ingresos aumentaron para todas las razas, todas las edades, tanto para los hombres como para las mujeres. En lo adelante, debemos respetar las leyes contra la discriminación en la contratación, en la vivienda, en la educación y en el sistema de justicia penal. Eso es lo que nuestra Constitución y nuestros más altos ideales requieren. Pero las leyes por sí solas no serán suficientes. Los corazones deben cambiar. Si queremos que nuestra democracia funcione en esta nación cada vez más diversa, cada uno de nosotros debe tratar de seguir los consejos de uno de los grandes personajes de la ficción estadounidense, Atticus Finch, quien dijo que “uno no entiende a los demás hasta que no considera las cosas desde su punto de vista ... hasta que no se mete bajo su piel y camina con ella por la vida”. Para los negros y otras minorías, que significa unir nuestras propias luchas por justicia a los desafíos que mucha gente en este país enfrenta - los refugiados, los inmigrantes, los pobres de las zonas rurales, las personas transgénero, Ameri-

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cana y también el hombre blanco de mediana edad quien desde el exterior puede parecer que tiene todas las ventajas, pero quien ha visto su mundo trastocado por los cambios económicos, culturales, y tecnológicos. Para los norteamericanos blancos, significa reconocer que los efectos de la esclavitud y Jim Crow no desaparecieron repentinamente en los años 60; que cuando los grupos minoritarios expresan descontento, no están simplemente practicando el racismo inverso o la corrección política; que cuando protestan de forma pacífica, no están exigiendo un trato especial, sino la igualdad de trato que nuestros fundadores prometieron. Para los estadounidenses nativos, significa recordar que los estereotipos acerca de los inmigrantes de hoy se dijeron, casi palabra por palabra, sobre los irlandeses, italianos y polacos. Estados Unidos no se debilitó por la presencia de estos recién llegados; ellos adoptaron el credo de esta nación, y éste se fortaleció. Así que, independientemente del lugar que ocupemos; tenemos que esforzarnos más; empezar con la premisa de que cada uno de nuestros conciudadanos ama a este país tanto como nosotros; que valora el trabajo y la familia como nosotros; que sus hijos son tan curiosos, ilusionados y dignos de amor como los nuestros. Nada de esto es fácil. Para muchos de nosotros, es más seguro refugiarnos en nuestras propias burbujas, ya sea en nuestros barrios o campus


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universitarios o lugares de culto o nuestros medios sociales, rodeados de personas que son como nosotros y comparten la misma perspectiva política y nunca rebaten nuestros supuestos. El aumento del partidismo manifiesto, el aumento de la estratificación económica y regional, la fragmentación de nuestros medios de comunicación en canales para todos los gustos - todo esto hace que esta gran separación parezca natural, incluso inevitable. Y cada vez más, estamos tan seguros en nuestras burbujas que sólo aceptamos información, ya sea verdadera o no, que se adapte a nuestras opiniones, en lugar de basar nuestras opiniones sobre las pruebas que existen. Esta tendencia representa una tercera amenaza para nuestra democracia. La política es una batalla de ideas; en el curso de un debate saludable, priorizamos objetivos diferentes, y los distintos medios para alcanzarlos. Pero sin una base común de hechos; sin la voluntad de admitir nueva información y reconocer que el oponente tiene razón, y que la ciencia y la razón son importantes, seguiremos hablando sin entendernos, haciendo que los puntos en común y el compromiso sean imposibles. ¿No es eso parte de lo que hace la política tan desmoralizante? ¿Cómo pueden los funcionarios electos debatir tan apasionadamente sobre los déficits cuando nos proponemos gastar dinero en la educación preescolar para los niños, pero no cuando estamos reduciendo los impuestos a las empresas? ¿Cómo

podemos excusar los lapsos éticos en nuestro propio partido, pero saltar cuando el otro partido hace lo mismo? No es solo deshonesto, esta separación selectiva de los hechos es contraproducente. Porque como mi madre me decía, la realidad siempre te alcanza. Tomemos, por ejemplo, el desafío del cambio climático. En apenas ocho años, hemos reducido nuestra dependencia del petróleo extranjero, duplicado nuestra energía renovable, y llevado al mundo a un acuerdo que tiene la promesa de salvar este planeta. Pero sin medidas más audaces, nuestros niños no tienen tiempo para debatir la existencia del cambio climático; estarán ocupados luchando contra sus efectos: desastres ambientales y económicos, y oleadas de refugiados climáticos que buscan refugio. Ahora, podemos y debemos discutir sobre el mejor enfoque hacia el problema. Pero simplemente negar el problema no sólo traiciona a las generaciones futuras; traiciona el espíritu esencial de la innovación y la solución práctica de problemas que guió a nuestros Fundadores. Es ese espíritu, nacido de la Ilustración, el que nos convirtió en una potencia económica - el espíritu que tomó vuelo en el Kitty Hawk y en Cabo Cañaveral; el espíritu que cura las enfermedades y pone una computadora en cada bolsillo. Es ese espíritu - la fe en la razón, y la empresa, y la primacía del derecho sobre la fuerza, lo que nos permitió resistir la atracción del fas-


DISCURSO DE DESPEDIDA (FAREWELL SPEECH)

cismo y la tiranía durante la Gran Depresión, y construir un orden posterior a la 2ª Guerra Mundial con otras democracias, un orden basado no sólo en el poder militar o las afiliaciones nacionales, sino en principios - el estado de derecho, los derechos humanos, las libertades de religión, expresión, reunión, y una prensa independiente. Ese orden ahora está siendo desafiado - primero por violentos fanáticos que dicen hablar en nombre del islam; más recientemente por autócratas en capitales extranjeras que ven en los mercados libres, las democracias abiertas, y la propia sociedad civil una amenaza para su poder. El peligro que cada uno plantea a nuestra democracia va más allá de la explosión de un coche bomba o un misil. Representa el miedo al cambio, el temor de las personas que ven o hablan u oran de manera diferente; un desprecio al estado de derecho que les exigen cuentas a los dirigentes responsables; una intolerancia contra la disensión y el pensamiento libre; la creencia de que la espada o la pistola o la bomba o la maquinaria de propaganda es el árbitro supremo de lo que es verdadero y lo que es correcto. Debido a la extraordinaria valentía de nuestros hombres y mujeres en uniforme, y los oficiales de inteligencia, autoridades policiales y diplomáticos que los apoyan, ninguna organización terrorista extranjera ha planificado y ejecutado con éxito un ataque contra nuestra patria en estos últimos ocho años; y aunque Boston y Orlando nos recuerdan cuán peligrosa puede ser la

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radicalización, nuestros organismos encargados de hacer cumplir la ley son más eficaces y vigilantes que nunca. Hemos eliminado a decenas de miles de terroristas, incluido Osama bin Laden. La coalición mundial que encabezamos contra el Estado Islámico ha eliminado a sus líderes, y les ha arrebatado cerca de la mitad de su territorio. El Estado Islámico será destruido, y nadie que amenace a Estados Unidos jamás estará seguro. A todos los que sirven en nuestro ejército, ha sido el honor de mi vida ser su Comandante en Jefe. Pero la protección de nuestra forma de vida requiere de más que nuestros militares. La democracia puede debilitarse cuando cedemos ante el miedo. Por lo tanto, al igual que, como ciudadanos, debemos permanecer vigilantes contra la agresión externa, debemos estar en guardia contra un debilitamiento de los valores que nos hacen ser quienes somos. Por eso, durante los últimos ocho años, he trabajado para darle a la lucha contra el terrorismo una firme base jurídica. Por eso hemos terminado la tortura, trabajado para cerrar Gitmo, y reformar nuestras leyes que rigen la vigilancia para proteger la privacidad y las libertades civiles. Es por eso que rechazo la discriminación contra los estadounidenses musulmanes. Es por eso que no podemos retirarnos del combate mundial - para expandir la democracia y los derechos humanos, los derechos de la mujer, y los derechos de las personas LGBT - no importa cuán imperfectos sean nuestros esfuerzos, no importa cuán oportuno pueda parecer hacer caso omiso a esos valores. Pues la lucha


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contra el extremismo, la intolerancia y el sectarismo son parte de la lucha contra el autoritarismo y la agresión nacionalista. Si el alcance de la libertad y el respeto al estado de derecho se reducen en todo el mundo, la posibilidad de una guerra dentro y entre las naciones aumenta, y nuestras propias libertades eventualmente se verán amenazadas. Así que debemos estar alertas, pero no debemos tener miedo. El Estado Islámico intentará matar a personas inocentes. Pero no puede derrotar a Estados Unidos a menos que traicionemos nuestra Constitución y nuestros principios en la lucha. Rivales como Rusia o China no pueden igualar nuestra influencia en todo el mundo - a menos que renunciemos lo que representamos, y nos convirtamos en un país grande que intimida a sus vecinos más pequeños. Lo que me lleva a mi último punto - nuestra democracia se ve amenazada cada vez que damos por sentada su existencia. Todos nosotros, independientemente del partido, deberíamos darnos a la tarea de reconstruir nuestras instituciones democráticas. Cuando las tasas de votación están entre las más bajas entre las democracias avanzadas, deberíamos simplificar, no dificultar, el voto. Cuando la confianza en nuestras instituciones es baja, debemos reducir la influencia corrosiva del dinero en nuestra política, e insistir en los principios de transparencia y ética en el servicio público. Cuando el Congreso es disfuncional, debemos hacer que nuestros distritos alienten a los po-

líticos a satisfacer el sentido común y no los extremos rígidos. Y todo ello depende de nuestra participación; de cada uno de nosotros acepte la responsabilidad de la ciudadanía, independientemente de la forma en que se mueva el péndulo del poder. Nuestra Constitución es un importante y hermoso regalo. Pero realmente es sólo un pedazo de pergamino. No tiene ningún poder por sí mismo. Nosotros, el pueblo, le damos el poder - con nuestra participación, y las decisiones que tomamos. Si defendemos o no nuestras libertades. Si respetamos o no el estado de derecho. Estados Unidos no es frágil. Pero los logros de nuestro largo camino hacia la libertad no están garantizados. En su discurso de despedida, George Washington escribió que la autonomía es la base de nuestra seguridad, prosperidad y libertad, pero “por diferentes causas y desde diferentes sectores se habrá de poner mucho empeño y emplear muchos artificios... para debilitar en vuestras mentes el convencimiento de esta verdad”; que debemos conservarlo con “celoso afán”; que debemos rechazar “la primera insinuación de toda tentativa para separar cualquier parte del país de las demás; o para debilitar los lazos sagrados” que nos hacen uno solo. Debilitamos esos lazos cuando permitimos que nuestro diálogo político se vuelva tan corrosivo que personas de buen carácter se alejan del servicio público; tan áspero y


DISCURSO DE DESPEDIDA (FAREWELL SPEECH)

lleno de rencor que los estadounidenses con quienes no estamos de acuerdo no sólo están equivocados, sino que son, de alguna manera, malvados. Debilitamos esos lazos cuando nos definimos como más estadounidenses que otros; cuando desechamos todo el sistema como inevitablemente corrupto, y culpamos a los dirigentes que elegimos sin examinar nuestro propio papel en su elección. Corresponde a cada uno de nosotros para ser esos celosos guardianes de nuestra democracia; abrazar la gozosa tarea que nos ha sido dada para tratar constantemente de mejorar esta gran nación nuestra. Porque a pesar de todas nuestras diferencias externas, todos compartimos el mismo orgulloso título: Ciudadano. En última instancia, eso es lo que nuestra democracia exige. Los necesita a ustedes. No sólo cuando hay una elección, no sólo cuando nuestros propios y estrechos intereses están en juego, sino toda una vida. Si están cansados de discutir con extraños en el Internet, intenten hablar con uno en la vida real. Si se necesita reparar algo, átense los zapatos y organicen algo. Si están decepcionados por sus funcionarios electos, agarren un portapapeles, consigan algunas firmas y postúlense para un cargo ustedes mismos. Preséntense. Involúcrense. Perseveren. Algunas veces ganarán. Otras veces perderán. Asumir que los demás poseen bondad puede ser un riesgo, y habrá momentos en los que el proceso los decepcionará. Pero para aquellos de nosotros lo suficientemente afortunados de haber sido

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parte de esta labor, de verla de cerca, déjenme decirles, puede energizar e inspirar. Y no pocas veces, su fe en Estados Unidos - y en los estadounidenses - se verá confirmada. La mía sin dudas se ha visto confirmada. En el transcurso de estos ocho años, he visto los rostros esperanzados de los jóvenes graduados y de nuestros nuevos oficiales militares. He llorado con las familias enlutadas buscando respuestas, y he hallado gracia en la iglesia de Charleston. He visto a nuestros científicos ayudar a un hombre paralizado a recuperar su sentido del tacto, y a nuestros guerreros heridos a caminar de nuevo. He visto a nuestros médicos y voluntarios reconstruir después de terremotos y detener pandemias. He visto al más joven de los niños recordarnos nuestras obligaciones de atender a los refugiados, trabajar en paz y, sobre todo, cuidar de los demás. La fe que puse hace todos esos años, no muy lejos de aquí, en el poder de los estadounidenses ordinarios para lograr el cambio - esa fe se ha visto recompensada de formas que probablemente no podría haber imaginado. Espero que la suya también. Algunos de ustedes aquí esta noche o viendo desde sus casas estuvieron con nosotros en 2004, en 2008, en 2012 - y tal vez aún no pueden creer que hayamos logrado todo esto. Ustedes no son los únicos. Michelle durante los últimos veinticinco años, has sido no sólo mi esposa y madre de mis hijos, sino mi mejor amiga. Asumiste un papel que no pediste y


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lo hiciste propio con gracia y garra y estilo y buen humor. Hiciste de la Casa Blanca un lugar que pertenece a todos. Y una nueva generación aspira a mucho más porque te tiene como ejemplo. Me has hecho sentir orgulloso. Has hecho que el país se sienta orgulloso. Sasha y Malia, bajo las circunstancias más extrañas, se han convertido en dos increíbles mujeres jóvenes, inteligentes y hermosas, pero más importante aún, amables y consideradas y llenas de pasión. Ustedes soportaron tan fácilmente el peso de los años siendo el foco de atención. De todo lo que he hecho en mi vida, lo que más me enorgullece es ser su papá. A Joe Biden, el aguerrido chico de Scranton, que se convirtió en el hijo predilecto de Delaware: tú fuiste la primera decisión que tomé como candidato, y la mejor. No sólo porque has sido un gran Vicepresidente, sino porque en este trato, he ganado un hermano. Te queremos a ti y a Jill como familia, y tu amistad ha sido una de las grandes alegrías de nuestra vida. A mis extraordinarios empleados: Durante ocho años - y algunos de ustedes, mucho más tiempo - he bebido de su energía, y he tratado de reflejar lo que mostraron cada día: corazón y carácter, e idealismo. Los he visto crecer, casarse, tener hijos, e iniciar nuevos e increíbles viajes propios. Incluso durante los momentos duros y frustrantes, no dejaron que Washington les quitara lo mejor de ustedes. Lo única que me hace sentir más orgulloso que todo

lo bueno que hemos hecho es saber todas las cosas extraordinarias que lograrán a partir de ahora. Y a todos ustedes por ahí - cada organizador que se mudó a una ciudad desconocida y las amables familias que los acogieron, cada voluntario que llamó a las puertas, cada joven que votó por primera vez, cada estadounidense que vivió y respiró el arduo trabajo del cambio - son los mejores defensores y organizadores que cualquiera podría desear, y voy a estarles eternamente agradecido. Porque sí, ustedes cambiaron el mundo. Es por eso que dejo esta etapa esta noche aún más optimista sobre este país que cuando comenzamos. Porque sé que nuestra labor no sólo ha ayudado a tantos estadounidenses; ha inspirado a tantos estadounidenses - especialmente a tantos jóvenes - a creer que pueden marcar la diferencia; a unirse a algo más grande que ustedes mismos. Esta próxima generación - desinteresada, altruista, creativa y patriótica - la he visto en todos los rincones del país. Ustedes creen en unos Estados Unidos justos e incluyentes; ustedes saben que el cambio constante ha sido el sello distintivo de Estados Unidos, algo que no hay que temer, sino adoptar, y están dispuestos a llevar adelante este difícil trabajo de la democracia. Muy pronto nos superarán en número a cualquiera de nosotros, y creo que como resultado el futuro está en buenas manos. Mis conciudadanos, ha sido el honor de mi vida servirles. No me detendré; de hecho, voy a estar


DISCURSO DE DESPEDIDA (FAREWELL SPEECH)

ahí con ustedes, como ciudadano, para todos los días que me queden por vivir. Por ahora, si ustedes son jóvenes o jóvenes de corazón, tengo que periles una última cosa como su Presidente - lo mismo que les pedí cuando me dieron la oportunidad hace ocho años. Les pido que crean. No en mi capacidad para lograr el cambio, sino en la suya. Les pido que se aferren a esa fe escrita en nuestros documentos constitucionales; esa idea susurrada por esclavos y abolicionistas; ese

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espíritu cantado por inmigrantes y colonos y aquellos que marcharon por la justicia; ese credo reafirmado por quienes plantaron banderas en campos de batalla extranjeros y en la superficie de la luna; un credo en el núcleo de cada estadounidense cuya historia aún no está escrita: Sí podemos. Sí lo logramos. Sí podemos. Muchas gracias. Que Dios los bendiga. Y que Dios continúe bendiciendo a Estados Unidos de América.



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LA VOCACIÓN DEL LÍDER EMPRESARIAL Cardenal Peter Turkson*

Durante la Solemne Celebración Eucarística de inicio de su pontificado, el papa Francisco se dirigió a todos aquellos que desempeñan «puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad».1 Les saludo en nombre del Pontificio Consejo «Justicia y Paz». El papel de nuestro Pontificio Consejo en la elaboración de la Reflexión “La vocación del líder empresarial”, documento cuya presentación en su

* Presentación del Presidente del Pontificio Consejo “Justicia y Paz” en IESE, Barcelona, 20 de abril de 2015. http://blog.iese.edu/nuriachinchilla/ files/2015/04/2015-Card-TurksontextoFINAL.pdf 1

FRANCISCO, Homilía en la Santa Misa en el solemne inicio de pontificado, 19.03.2013.

versión castellana nos reúne hoy, ha sido el de resaltar el fuerte y creciente interés de la Iglesia por ofrecer una guía desde la ética cristiana para el mundo económico y empresarial. Con la convicción de que no se debe señalar a nadie, sino que se ha de ayudar a los líderes económicos a comprender y a actuar considerando las implicaciones sociales de la propia fe en el mundo de los negocios. La Iglesia quiere animar y colaborar para que los empresarios puedan tomar sus decisiones, de gran responsabilidad, de manera correcta y clara, en orden al bien de todos, sobre todo en el contexto de los difíciles desafíos que estamos experimentando. Deseo proponer ante ustedes las ideas de base ligadas a los valores empresariales a la luz de la fe cristiana, de la doctrina social de


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la Iglesia y, en modo particular, de las enseñanzas que sobre los dones de Dios en nuestras vidas presenta la encíclica Caritas in Veritate del Papa Benedicto XVI. Por otra parte, subrayaré los aspectos principales de nuestro documento y que se sintetizan en los epígrafes: ver, juzgar y actuar. Finalmente, dirigiré una interpelación para que el mundo empresarial crezca cada día en la capacidad de ofrecer lo mejor de sí a todos, y en especial a los excluidos de nuestras sociedades. Llamada y Don “Vocación” significa llamada: una llamada que viene de Dios, Creador nuestro. La creación en sí y todo lo que en ella ha sido creado, ha sido querido precisamente por Dios. Por lo tanto, todo lo que existe tiene un significado que procede de Dios. Así, el sentido y el valor de la actividad humana no alcanzan la plenitud si no están ligados al Dios de la creación. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello, toda la actividad humana que interesa al hombre, a su existencia y a su entorno, ha de estar ligada a Dios y debe ser considerada como contribución y continuación del trabajo de Dios, de parte del ser humano. Esta verdad fundamental ha sido señalada por el Papa Francisco en su mensaje al Foro Internacional Económico de Davos: «“La vocación de un empresario es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por un sentido más amplio de la vida”

(Evangelii Gaudium, 203). De este modo, los hombres y las mujeres pueden servir más eficazmente al bien común y hacer que los bienes del mundo sean más accesibles para todos».2 La actividad empresarial es parte de la actividad humana. Los hombres de negocios y los empresarios deberían considerar que han sido llamados por Dios para desarrollar sus necesarias e importantes tareas y actividades como continuación de la obra divina de la creación. Comprendida correctamente, la actividad empresarial ha de ser reconocida como una llamada, una vocación, un papel muy noble. La iglesia con grande alegría apoya y ayuda a los hombres de negocios a responder de forma apropiada a la propia vocación, y a descubrir el lugar de sus tareas en el diseño de Dios para el hombre y para el mundo. Somos conscientes de que los empresarios viven sometidos a una gran competencia y a una presión creciente, en búsqueda constantemente de eficiencia y éxito. Sin estas características, probablemente las empresas no sobrevivirían. Pero sabemos también que la competencia, la eficiencia, el beneficio y la “lógica del mercado” no son suficientes para favorecer el desarrollo de las personas ahora presentes en el mundo del trabajo. Es necesaria además la “lógica del don”, para alcanzar la conciliación entre la lógica del mercado y el bien común.

2

FRANCISCO, Mensaje al Foro Económico Mundial, Davos-Kloster, 17.1.14.


LA VOCACIÓN DEL LÍDER EMPRESARIAL

La reflexión sobre la “lógica del don” se encuentra presente en la encíclica Caritas in Veritate, en la cual el Papa Benedicto XVI indicaba como todo cristiano está llamado a ejercer la caridad verdadera, en correspondencia a la propia vocación, y al grado de influencia que su actividad ejerce en la esfera pública;3 favoreciendo con ello que el principio de gratuidad y la lógica del don adquieran carta de naturaleza en la actividad económica y en las relaciones comerciales.4 Esta “lógica del don” advierte la importancia de reconocer que nuestras vidas y el entero mundo en que vivimos son dones gratuitos de Dios – por lo que tal don debería marcar nuestras decisiones en el campo profesional. Precisamente en esta “ley del don” que humaniza y civiliza el mundo empresarial, la gente se reconoce más como administradora que como propietaria, descubre que es necesario considerar la riqueza propia como común, en vez de advertirla solo como un bien privado, y a los propios empleados reconociéndolos integralmente como personas, y no reduciéndolos a meros instrumentos de producción de riqueza. Esta estimulante enseñanza ha llevado al Pontificio Concilio «Justicia y Paz» a intervenir en dos conferencias, con la finalidad de analizar el mensaje de Benedicto XVI en la Caritas in Veritate respecto del mundo de la empresa. De estos encuentros

3

Cfr. Benedicto XVI, Caritas in veritate, n. 7.

4

Cfr. Caritas in veritate, n. 36.

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surgió la iniciativa de elaborar un manual o vademécum para hombres y mujeres de negocios que tradujera los principios específicos de la doctrina social de la Iglesia, entre los cuales la dignidad de la persona humana y el bien común, y ofreciera unas directrices éticas de ayuda para la toma de decisiones empresariales. Esta tarea fue iniciada por un grupo internacional de alrededor de 15 personas, compuesto por empresarios, financieros, investigadores y profesores universitarios. El grupo fue coordinado por el Profesor Michael Naughton (USA), y contó con la participación del entonces presidente de UNIAPAC, M. Pierre Lecocq. Agradecemos cordialmente a todos ellos, y a muchas otras personas que han colaborado en la preparación de este documento, mismo que con el apoyo de numerosos benefactores interesados, ha sido publicado en 18 lenguas. Para nosotros, es ésta una prueba más de la importancia del principio de subsidiariedad, que incentiva la iniciativa, la creatividad y el sentido de la responsabilidad compartida.5 Un riesgo frecuente para los hombres de negocios, y para todos nosotros, es el llegar a considerar nuestros dones y capacidades como bienes privados, y no como recursos que a través de nosotros están al servicio de los demás. En la doctrina social de la Iglesia, esta “lógica del don” se expresaba ya

5

Cfr. PONTIFICIO CONSEJO «JUSTICIA Y PAZ», La Vocación del líder empresarial, una Reflexión, n. 48. En adelante VLE.


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en la Gaudium et Spes: «el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás».6 Sobre ello el Papa Benedicto XVI explica que: la aplicación de este punto de la lógica del don en relación al mundo de los negocios es uno de los más grandes desafíos a los que nos enfrentamos. Si en esta lógica del don no se involucran verdaderamente a las instituciones y las empresas, es decir, las entidades en las que trabaja la mayor parte de las personas; y en ese caso acarrearemos un grave perjuicio a la sociedad.7

de que un hombre de negocios está llamado no solo a hacer negocios, sino a ser liderazgo particular. Como cualquier otro trabajo, el mundo de la empresa debe afrontar lo que San Juan Pablo II llamaba la “dimensión subjetiva del trabajo”. El trabajo no cambia solo el mundo exterior, sino también el interior de quien trabaja: el corazón, el alma y la mente. Nuestro modo de actuar en la actividad laboral y en la vida ordinaria define nuestro destino: nuestras acciones nos conducen hacia un lugar de implicaciones eternas.

Como ha ya sido mencionado anteriormente, el documento proporciona una orientación práctica que constituye un auxilio valioso para la toma de decisiones en la vida laboral cotidiana. Pudiendo ser también de utilidad a profesores universitarios y escuelas de negocios. La formación ética de los futuros líderes empresariales se revela de particular importancia. Este documento es un instrumento válido para que tanto esas instituciones como sus administradores comprendan mejor el contenido de su formación y el desarrollo de las áreas de investigación que pueden cumplir atendiendo a los principios en él propuestos.

«En el evangelio, Jesús nos dice: ‘A quien se le ha dado mucho, se le pedirá mucho; y a quien mucho se le ha confiado, mucho más le será requerido’ (Lc 12, 48). A los hombres de negocios se les han concedido muchos recursos y el Señor les pide ahora que hagan grandes cosas. Esta es su vocación».8

Una importante perspectiva del documento Vocación es la convicción 6

CONCILIO VATICANO II, Constitución Pastoral Gaudium et spes, n. 24. En adelante GS.

7

Cfr. CV nn. 34-37.

En su inicio, Vocación afronta este tema de estas implicaciones eternas:

Esta responsabilidad que les ha sido encomendada conlleva una serie de implicaciones sociales. Los líderes empresariales disponen de diversos medios para dar lugar una realidad específica en su actividad, pero con esos medios tienen también la responsabilidad en ellos incluida. La Vocación del Líder Empresarial, contempla al empresario no solamente en orden a sus responsabilidades legales —“de no engañar, mentir o engatusar”— sino como una vocación que genera “una con-

8

VLE n. 1.


LA VOCACIÓN DEL LÍDER EMPRESARIAL

tribución única que alcanza incluso el bienestar espiritual del hombre”. En las decisiones cotidianas de la vida ordinaria el hombre de negocios debe tender a una vida completa, encaminada a los deseos de Dios, no simplemente al propio deseo: Él nos da la capacidad de compartir los bienes y de construir la comunidad. Principios Fundamentales En la visión del mundo de la empresa presente en la Doctrina Social de la Iglesia, el corazón es la dignidad fundamental de todos los seres humanos, en cuanto que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios (Cfr. Génesis 1, 27). Lo anterior, expresa el infinito amor de Dios por nosotros. La fe enseña que el Dios del amor no desea la deslealtad, la esclavitud, la injusticia o las guerras para nosotros, sino al contrario, sobre las bases del amor divino y de la dignidad que hemos recibido del Creador, nuestra fe nos llama a asumir cuatro valores fundamentales: verdad, libertad, justicia y paz. Valores que claramente no pertenecen solo a nuestra específica perspectiva católica, sino a los tres grandes grupo de fe monoteísta, así como a otras religiones. Pero siendo estos valores son inherentes a nuestra naturaleza, como enseña la Doctrina social de la Iglesia, cuando son confrontados o negados generan en nosotros un conflicto interior. La Doctrina Social de la Iglesia incluye muchos otros principios, algunos de los cuales tienen particular referencia para el mundo

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empresarial. El servicio al bien común posee prioridad respecto de la satisfacción a los propios intereses individuales. Los bienes y recursos de la creación poseen un destino universal; la creación entera es un don a toda la humanidad, y no solo a una parte de ella. Estamos llamados a actuar desde la verdadera solidaridad hacia aquellos que no pueden tener tales bienes – esa gran mayoría de la humanidad que sufre mucho al no contar con lo indispensable para vivir.9 Una visión inmanente del mundo económico y financiero da lugar a tensiones significativas que en la actualidad van más allá de la mera puesta en marcha de las empresas. Existen muchos obstáculos externos que pueden inducir a no considerar los mencionados valores en las instituciones: haciendo proliferar situaciones de ausencia de reglas y de normas, corrupción, avidez, así como deficiente gestión de los recursos a disposición. El mayor obstáculo que se llega a presentar a nivel personal es una vida que aísle la fe de las responsabilidades cotidianas, dualismo que es uno de los errores más serios de nuestra era.10 La escisión entre la fe religiosa y la dinámica del trabajo de cada día puede conducir a desequilibrios y a una devoción engañosa por la búsqueda del solo éxito económico, como motivación de la existencia de la persona, donde

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Cfr. Sollicitudo rei socialis n. 38.

10 GS n. 43.


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nada encuentra espacio fuera de los propios intereses económicos. Ver, Juzgar, Actuar Los desafíos ya mencionados requieren de estructuras más humanas, de reglas, normativas y buenas prácticas, pero también necesitan de líderes empresariales que sean virtuosos, que poseen las necesarias virtudes que les hagan mejores a sí mismos y les permitan mejorar el mundo que vivimos. Por lo que se refiere a los líderes, una capacidad fundamental requerida es la sabiduría práctica. Es decir, capacidad de actuar sabiamente en los asuntos prácticos. Y este documento propone una explicación de cómo un líder puede desenvolverse en el mundo del trabajo con prudencia y sabiduría: • ve con claridad la situación, • juzga según principios que le orientan a la promoción del bien común, • actúa a fin de implementar tales principios. Explicaré a continuación brevemente cada uno de estos tres pasos. Cada uno de ellos cuenta con sus propias características, pero está claro: el ver, juzgar, y actuar están estrechamente relacionados entre sí. Ver: los desafíos y las oportunidades en el mundo del trabajo son cada vez más complejos tanto a causa del bien como a causa del mal. Cuatro grandes “signos de los tiempos” influyen en la actividad laboral: la globalización, la tecnología en el campo de las comunicaciones,

la financiarización y los cambios culturales. Ciertamente no son los únicos, pero si son factores importantes con los que se deben enfrentar los líderes de hoy. La Globalización consigo ha traído ganancias, movilidad y nuevas oportunidades laborales extraordinarias. Pero la otra cara de la moneda contiene una mayor desigualdad, la deslocalización económica, la aniquilación cultural, así como la incapacidad de los gobiernos para disciplinar correctamente los flujos de capitales. La Tecnología en el campo de las comunicaciones ha permitido la interconexión, nuevas soluciones y productos y bajos costes. Sin embargo su sorprendente velocidad ha portado con sí también un exceso de informaciones y un proceso de toma de decisiones más veloz. El crecimiento del sector financiero ha creado modos que apoyados en el manejo del capital logran hacerlo más productivo. Se ha intensificado también la tendencia a mercantilizar las relaciones comerciales, reduciéndolas a un valor – el precio, sea este el valor monetario de la empresa, el precio de un producto o el costo de la mano de obra. Todo ello enfatizando la maximización del dinero y de los beneficios a corto plazo y se contraponiéndose al trabajo a favor del bien común. Las transformaciones culturales en nuestra época nos han favorecido un creciente individualismo, se hacen cada vez más frecuentes las rupturas familiares, así como las


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preocupaciones utilitaristas ligadas al yo y a “aquello que es bueno para mí”. El resultado es de que podemos tener más bienes privados pero hacen faltan los bienes comunes. Los líderes empresariales se centran cada vez más en maximizar el bienestar económico; los empleados desarrollan su capacidad reivindicativa; y los consumidores pretenden una satisfacción inmediata al precio más bajo posible. Desde el momento en que los valores se han vuelto relativos y los derechos son más importantes que los deberes, el horizonte de la procuración del bien común desaparece. Juzgar: los principios del respeto a la dignidad humana y de la búsqueda del bien común son el fundamento de la doctrina social de la Iglesia. Por lo que se refiere a la economía, estos principios pueden reformularse en tres grupos de fines y características que definen los bienes de la actividad empresarial. El primer fin es producir bienes buenos. Los empresarios se preocupan por las necesidades del mundo, cuando producen bienes que efectivamente son bienes y servicios que efectivamente son útiles cuando están dirigidos a las posibilidades de servir a las poblaciones que de otro modo quedarían abandonadas y no se oiría su voz. La solidaridad con los pobres se convierte así en una faceta de su servicio por el bien común. En segundo lugar, la empresa debe también organizar y proporcionar un trabajo bueno y productivo. De este modo, se promueve la dignidad

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del ser humano y se contribuye a la comunidad. ¡Las empresas son comunidades, no solo bienes! Por otra parte, aplicando el principio de la subsidiariedad, la empresa contribuye al desarrollo integral de los trabajadores; lo que significa que se les ofrece la oportunidad de asumirlas responsabilidades apropiadas, desde el momento en que contribuyen a la misión de la organización. De esa manera se permite asimismo a los trabajadores influir en la dirección global de la empresa, aceptándose su derecho a participar en grupos intermedios, como los sindicatos. El tercer fin es el de la producción de riqueza buena. Como buen administrador de los recursos que se le han dado, el directivo empresarial produce una riqueza sostenible gracias a eficaces procesos productivos que generan grandes y positivos beneficios. La sola creación de riqueza en una actividad no es suficiente si no se considera además el gran contexto de la administración del medioambiente natural y cultural, pero lo será cuando se toma en consideración a todos aquellos que han hecho posible dicha riqueza: empleados, clientes, inversionistas, proveedores y la comunidad en toda su amplitud. Antes de pasar al tercer paso, el del actuar, me detengámonos un momento en el principio de subsidiariedad, principio que ha desempeñado un importante papel en la doctrina social de la Iglesia, y que además es un tema frecuentemente presente en la actividad política contemporánea. Hace más 80 años, el Papa Pío XI señalaba al respecto: «destruida casi


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por completo aquella exuberante y en otros tiempos evolucionada vida social por medio de asociaciones de la más diversa índole […] con no pequeño perjuicio del Estado mismo, que, perdida la forma del régimen social y teniendo que soportar todas las cargas sobrellevadas antes por las extinguidas corporaciones, se veía oprimido por un sinfín de atenciones diversas».11 En cambio, la autoridad más alta y más lejana debe siempre respetar la competencia y responsabilidad de entes más pequeños y más locales, que están más directamente vinculados con la realidad. En cierto sentido, es la misma relación individuo-familia: es importante que se hagan elecciones personales importantes respetando la propia dignidad humana y las propias competencia con el apoyo —pero sin recibir interferencias— de entidades de nivel superior. En el documento La Vocación, hemos incluido la reflexión sobre este principio de subsidiariedad y lo hemos aplicado en referencia a la organización interna de las empresas.12 Con funciones bien definidas, tanto la primera línea como los niveles medios han de ejercitar autoridad, para lo cual también deben ser adecuadamente formados debiendo disponer de los recursos necesarios para alcanzar un resultado positivo de este proceso. En un 11 Pío XI, Quadragesiumo Anno, n. 78. 12 Es importante notar que La vocación… es el primer documento de un organismo Vaticano que relaciona la subsidiariedad con la dirección empresarial.

momento en el cual el conocimiento y la información, así como su tratamiento y elaboración se convierten en factores de producción cada vez más importantes, la aplicación del principio de subsidiariedad alcanza una importancia crucial para reforzar «la iniciativa, la innovación y la creatividad, además del sentido de responsabilidad común» (n. 48) en la sociedad. Actuar: Los líderes empresariales pueden integrar en su trabajo las propias aspiraciones personales, cuando siguen su vocación y se dejan motivar por algo mayor que el solo éxito económico preponderante en la “lógica del mercado”. Los líderes empresariales están llamados a recibir y aceptar lo que Dios ha hecho por ellos, a valorar la donación de la propia vida, profundizando el modo en que se pueden darse a los demás y se relacionarse con ellos en realización del bien. Cuando los empresarios oran, acuden a la Eucaristía, profundizan en la Sagrada Escritura, cultivan los dones de la vida espiritual, las virtudes y los principios éticos sociales tanto en el propio trabajo como en la propia vida, superan la “separación de la vida” y alcanzan la gracia de sostener el desarrollo integral de todas las personas con ellos relacionadas. Y es justamente esta vida de fe la que puede reforzar y animar a los líderes empresariales a responder a los desafíos del mundo sin temor ni cinismo, sino con la fe, la esperanza y el amor. Este documento busca animar y motivar a que los líderes empresariales y los empleados a que


LA VOCACIÓN DEL LÍDER EMPRESARIAL

• vean los desafíos y las oportunidades en su trabajo, • juzguen sobre la base de principios sociales éticos, con una visión religiosa del mundo y • actúen como líderes al servicio de Dios. Conclusión Hasta aquí he procurado introducir los puntos principales de nuestro documento La vocación del líder empresarial. Al hacerlo, hemos considerado a los líderes empresariales como co-creadores, junto a Dios, en la producción de bienes, trabajo positivo y como administradores de riqueza buena. He aludido a los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia y a la espléndida lógica del don. Espero que estas breves palabras de introducción logren estimular su curiosidad. Les invito a leer el documento, a aplicarlo en su actividad profesional y laboral. Les invito a ver,juzgar, actuar esperando que conociéndolo más de cerca puedan también recomendar el documento a otros. Ahora lo que más nos interesa es el diálogo entre la fe y el mundo empresarial: esperamos poder continuar en esta dirección y profundizar en ella. Deseamos apoyar y animar la aplicación de la doctrina social de la Iglesia en la educación empresarial de los futuros líderes, así como la formación continua para los líderes contemporáneos. Las Asociaciones cristianas de empresarios, tales como y UNIAPAC sus distintas secciones nacionales, me parecen agentes óptimos para este propósito. En su mensaje al Foro Económico Mundial en Davos, el Papa

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Francisco ha reconocido las grandes conquistas de la comunidad empresarial. Sobre esta base, él busca de involucrar a los empresarios para que asuman los grandes desafíos que hoy nos presenta el mundo de la pobreza, de la desigualdad y de la exclusión. De hecho, aquellos que han demostrado la capacidad de innovar y mejorar la vida de muchas personas a través de su creatividad y experiencia profesional, pueden ofrecer una contribución adicional poniendo sus capacidades al servicio de los que aún viven en medio de una terrible pobreza, privados incluso de los indispensable para vivir.13 Desearía también, exhortar vivamente a los líderes empresariales para que sean testigos del amor de Dios en nuestras vicisitudes cotidianas, y muestren con las propias acciones que la fe y el trabajo pueden coexistir, y que la búsqueda del beneficio en la actividad económica puede llevarse a cabo junto con la realización del bien común. Debemos esforzarnos en crear alianzas nacionales para responder a las exigencias que son comunes. ¡Hay todavía mucho por hacer! Por la intercesión de nuestros nuevos santos, San Juan XXIII y San Juan Pablo II, roguemos a Dios todopoderoso que infunda en nosotros deseos generosos, creatividad, compromiso y energía para servir al bien común con nuestro trabajo cotidiano. 13 FRANCISCO, Mensaje al Foro Económico Mundial, Davos-Kloster, 17.1.14.



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LA PAZ QUE LA UNIVERSIDAD DEBE AYUDAR A ENCONTRAR Felipe E. Mac Gregor, S.J.*

Para señalar la misión y la dirección del esfuerzo de la Universidad en la búsqueda de la paz, hay que distinguir los varios contenidos intelectuales, históricos, socio-culturales con que la idea o la realidad social de la paz se ha enriquecido.

a la actitud del hombre frente al hombre. El pacífico de que habla la bienaventuranza, el amador de la paz, ha si­do descrito en estas líneas:

“Al ser los hombres por naturaleza sociales, deben convivir unos con otros y procurar cada uno el bien de los demás. Por esto, una convivencia humana rectante ordenada exige que se reconozcan y se respeten mutualmente los derechos y los deberes. De aquí se sigue también el que cada uno deba aportar su colaboración generosa para procurar una convivencia civil en la que se respeten los derechos y los deberes con diligencia y eficacia crecientes.

No basta, por ejemplo, reconocer al hombre el derecho a las cosas necesarias para la vida si no se procura, en la medida posible, que el hombre posea con suficiente

Es obvio que “paz” se ha interpretado y ha significado para muchos en la historia la antítesis de guerra. Es también cierto como en el curso de los siglos cristianas y en los que los precedieron y de los que tenemos manera de conocer su pensamiento, la paz se refiere también * Trabajo presentado por el Rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú (1963-1977), a la Conferencia de la Asociación de las Universidades en busca de la Paz, reunida em Lima; publicado em la revista DERECHO PUNP No. 23, 1964. https://dialnet.unirioja. es/servlet/articulo?codigo=5084592


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abundancia cuanto toca a su sustento”. En torno de estos dos polos: la paz en la acción de las sociedades y la paz en la acción de los hombres, se han agrupado los principales calificativos que la paz tiene: paz paz paz paz

interior religiosa internacional social

La Universidad tiene relación muy clara y expresa a cada uno de los diversos aspectos de esta incompleta enumeración de los apelativos de la paz. Deseo subrayar dos de ellos no solo porque dicen relación más directa a nuestro quehacer de universitarios, sino porque la tolerancia religiosa se observa respetuosamente, por lo menos en la comunidad occidental de nuestro mundo, y de la paz internacional se ocupa la gran creación del deseo y la conciencia pacífica del hombre moderno: la Organización de las Naciones Unidas. Son las dos acepciones que vamos a considerar: la paz interior y la paz social; es la búsqueda de la segunda la que ocupará más nuestra reflexión sin dejar, sin embargo, de mencionar, al pasar y sin detenernos casi, la importancia de la primera. La misión de la Universidad es la búsqueda y la comunicación del saber; la relación de ese saber a la integridad del hombre es el prerequisito y la condición de su paz. Cuando se expresa dinámicamente

la visión del mundo y cuando la luz de la inteligencia domina las fuerzas interiores y mide lo medible de su dominio de las fuerzas exteriores, el hombre tiene paz. Hay que subrayar la importancia de la luz intelectual para la entereza moral, como para la visión de la armonía con el mundo que constituye la paz. La reflexión sobre estos temas es rica e inspira consideraciones en torno de los problemas concretos que serán debatidos en estos días acerca, por ejemplo, del contenido de los programas de estudios, la orientación de los cursos, etc., no puede siquera concebirse que sea la paz social el objeto de la formación universitaria, sino que en el orden de primacía tiene un puesto sumamente elevado la reflexión sobre la paz interior. Por voluntad de los auspiciadores de nuestra Institución el cometido principal de nuestra búsqueda es la paz social: la paz considerada como la solución de las tensiones sociales que agobian a los hombres. La tensión social, la revolución y la evolución social La tensión social no es el justo y natural afán de los grupos que en su conciencia y esfuerzo de progresar encuentran la resistencia de los otros y se esfuerza por superarla: esa tensión es la fuente natural del progreso. Heráclito condena a Homero porque, a pesar de ser el más sabio


LA PAZ QUE LA UNIVERSIDAD DEBE AYUDAR A ENCONTRAR

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de los griegos, se dejó engañar por las apariencias y no comprendió que la tensión es esencial, y llegó a formular una plegaria para que desapareciera del mundo.

Identificar algunas de sus causas no es difícil, lo que es, moralmente hablando, imposible es repartir con justicia las cargas del esfuerzo para ver qué parte es mayor.

- Lo que está en oposición tiene concordia y de las cosas que difieren procede la más hermosa armonía, (Heráclito, Fragmento 8).

La primera de estas tensiones se expresa en una aguda conciencia de clase o grupo que abulta con exceso los derechos propios y las obligaciones de los otros, falta la visión de lo recto en la proporción de los esfuerzos.

- No entiendes como lo que es diferente consigo mismo está acordado: la armonía consiste en tensiones opuestas como las del arco y la lira (Fragmento 51). - Uno debe saber que la guerra es universal y que la jurisdicción del todo es la tensión: lo que acontece sucede por tensión y necesidad. (Fragmento 80). La existencia pues depende de la tensión de las cosas opuestas y en la proporción de tensiones consiste lo “recto” y el ímpetu que promueve las tensiones es inmanente a todas las cosas; la guerra es el padre de todo y el rey de todo. Pero no son estas tensiones que producen lo recto y engendran la armonía las que causan el desequilibrio social. Las tensiones a que nos referimos son las que envuelven una parte del todo social en si misma y enconan el esfuerzo por el equilibrio tomándolo en resentimiento, frustración, angustia o sopor que casi coincide con el embrutecimento —o convirtiendo el esfuerzo de otra parte en abuso de poder, desprecio dominador, inmensa ligereza.

Formada la clase y aislada del todo social afirma, por ejemplo, la desigual retribución del resultado del trabajo para continuar en unos los derechos de los amos o para considerarse los otros como los siempre oprimidos. Las clases encuentran dificultad en la comunicación por la enorme diferencia cultural y esa dificultad acrecienta la tensión entre los grupos. Los rápidos procesos de transformación del mundo son también una fuente de siempre renovadas tensiones, porque el cambio cultural o social no es suficientemente rápido ni tiene la profundidad y dimensión que se necesita: existe simple y llanamente la voluntad de no cambiar, existe ese sopor que antes mencionamos o la abusiva protección de Situaciones no siempre justamente adquiridas, o existe en las comunidades el alegre y renovado esfuerzo de luchar por la armonía. Tensión por la conciencia de clase, tensión por la ineptitud para cambiar, existe además otra fuente más —la más abundante y la más


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notoria aunque no la más profunda entre todas las que generan tensiones sociales: la posesión de los bienes materiales que aseguran el dominio y el gozo por el hombre del mundo; estos bienes son ordenados o medidos por la ciencia que se llama Economía. Son los que llamamos bienes materia­les que se compran y miden con dinero. Se expresan estas tensiones, por ejemplo, en la estructura de los salarios, o en la desarmonía entre la Agricultura y la Industria, o en la función atribuído por unos u otros grupos al Estado y a los dineros del Estado. Enumerar las tensiones no es aliviarlas; ni decir las fuerzas que pujan para establecer la armonía es el medio de señalar cuál es esa armonía o el camino para ella. Para el hombre de hoy se presenta una gran alternativa en el camino de la paz: se ha de obtener por la evolución ordenada o es la revolución la que debe establecerla? No hay en este planteo ningún alineamiento político; hay la presentación de dos posiciones culturales y sociales que tratan de resolver un problema. No es su discusión lo que se me ha pedido; debo, sin embargo, decir que tengo una opción hecha. Pienso, con respeto a las opiniones de los otros y con el temblor interno que estas cuestiones vitales sentidas con hondura producen, que el camino de la paz es el de la evolución integral del hombre.

Esa evolución comporta “desarrollo”; como fases del proceso evolutivo, va poniendo el énfasis en cada uno de sus momentos sobre la múltiple exigencia que el “desarrollo” tiene. Nuestro quehacer ahora es ver cuál es en la situación actual del mundo la suma de las tareas concretas que la Universidad tiene frente al desarrollo . La Universidad y el desarrollo Si los problemas del desarrollo se van a resolver de una manera imaginativa e inteligente, no podrá hacerse sin las Universidades que son las fuentes indispensables de los hombres educados, el depósito de las aptitudes técnicas y de la habilidad intelectual requerida para encontrar y trasladar a la realidad las mejores soluciones. La participación de la Universidad en el desarrollo asegura un respeto para la totalidad de los problemas y la integridad de las soluciones. Esto no se consigue sin embargo sin un compromiso total de la Universidad de tal manera que todas sus facultades, toda su perspectiva intelectual. Toda su sabiduría, se refleje en el problema. Reflexionemos cómo cada una de las partes de la Universidad puede contribuir al desarrollo, especialmente en sus aspectos educativos y culturales, tomados estos conceptos en su más rico y comprensivo significado. Hablemos primero de la Tecnología, no porque es más importante


LA PAZ QUE LA UNIVERSIDAD DEBE AYUDAR A ENCONTRAR

sino porque su aplicación es más inmediata y más extensa en las diversas dimensiones que el desarrollo tiene. En su “Discusión sobre la Técnica”, Friedrich Dessauer ha expuesto con inmensa claridad este papel sin igual de la técnica en su esfera de realizaciones y sin igual también en su significado como vehículo comprensivo de la cultura. Para expresar la visión de la técnica como tarea ética y cultural resume las posiciones en las siguientes ideas. - Esté donde esté el individuo, todos nosotros estamos profundamente penetrados de la idea de que la técnica: jpmás puede ser, más que una tarea ética y cultural de cuyo cumplimiento es responsable en especial cada persona. - La responsabilidad moral y humanitaria de todo hombre es el valor superior que debe abarcar todo lo técnico y encontrar eco en la técnica, en cuanto creadora y portadora de la cultura.

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lores superiores. Por encima de los valores vita­les del hombre están los valores espirituales de lo verdadero, bue­no y bello, los valores sagrados de lo religioso y por encima de todos, la última meta y fin de todas las cosas: Dios... - La técnica sirve inmediatamente a los valores vitales del hombre y en primer lugar, a su existencia corporal. Crea nuevas posibilidades de vida para miles de millones de hombres y a la vez libera al hombre de la opresora servidumbre del trabajo. Hace posible una alimentación cada vez mejor y aumenta la libertad del hombre gracias a una evidente abundancia de bienes de consumo. Vence de modo apenas imaginable el espacio y el tiempo. Incluso el peor enemigo de la técnica tiene que reconocer que puede servir admirablemente al hombre ...

- Dada esta concepción, en el futuro no se podrá ya elevar el reproche de que la técnica, en cuanto tal, debe ser hecha responsable de la destrucción de valores externos e internos.

- Es el apartarse del orden moral lo que convierte a la técnica en enemiga del hombre. Toda técnica es obra humana. Cuando hablamos, pues, del carácter demoníaco de la técnica nos referimos propiamente a lo demoníaco del corazón humano cuando abusa de ella. Más terrible que el pelear con las fuerzas de la materia es la lucha del hombre con su propia alma...

- La técnica encuentra su ethos en el respeto al orden de los valores. La técnica no es ni el único ni el supremo valor. La técnica es· servidora de los va-

Es comprensible el entusiasmo por lo técnico cuando se piensa cuan­ to ha contribuido y debe contribuir aún para liberar a los hombres de la servidumbre de la ignorancia, de


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la enfermedad, del hambre, la desnudez o falta de habitación. Una segunda y muy importante Facultad de la Universidad, con gran significación para el desarrollo, es la de Economía. El desarrollo no es exclusivamente un asunto de economía pero no hay desarrollo si una sólida base económica; el recargo de instituciones ancestrales que perpetúan el estancamiento· económico es muchas veces uno de los problemas básicos de los países. Entre las cosas desequilibradas por las modernas tensiones sociales están: la desigualdad de ingresos, ineptitud de salario para satisfacer las necesidades vitales, distancias culturales y sociales provocadas por el retraso cultural, falta de iniciativa y espíritu· de empresa que traslada al Estado todo el cuidado de la persona; etc.; fácil es ver como un serio progreso económico resuelve muchas de estas causas de tensión social. La aplicación de las leyes económicas al manejo de las organizaciones dentro de lo que en el concepto moderno se llama la administración y organización de empresas, es, también otro de los grandes objetivos de las Facultades de Economía. De modo especial la cooperación internacional y su significación para el aligeramiento de las tensiones sociales por medio de la cooperación económica internacional, debe ser uno de los objetos de investigación y trabajo de las Facultades de Economía.

La tensión social tiene naturalmente un campo referido por su misma definición a la Facultad de Sociología. Pienso, por ejemplo, en todas las leyes de la dinámica social y en la urgencia de investigarlas en países en los que es necesario incrementar la movilidad social para vencer la inercia de estamentos convertidos en estratos. De las diversas leyes que conforman el conocimiento sociológico, hemos mencionado las de la dinámica, pero hay otras también como las del cambio social, la formación y conciencia de grupo y las aplicaciones de estas leyes a asuntos como la demografía, la transculturación, la aculturación, etc. En muchos países la primacía del Derecho es aún mantenida no sólo como mero atavismo cultural. sino como expresión de auténticos valores culturales y morales. Es innegable que el Derecho debe expandir el campo de su acción a ese complemento y enriquecimiento de la persona que es su dimensión social, acrecida e iluminada por las múltiples luces de los estudios contemporáneos. La Literatura, la Historia, como las Humanidades en general, tienen también un papel inmenso en este esfuerzo de esclarecer, aliviar y preparar las soluciones que la Universidad puede aportar a las tensiones sociales; reservo sin embargo las reflexiones últimas para tres Facultades que en orden de importancia reflejan lo más alto, lo más noble, y lo más comprensivo del esfuerzo humano por el bienestar social.


LA PAZ QUE LA UNIVERSIDAD DEBE AYUDAR A ENCONTRAR

Son estas tres Facultades: la de Educación, la de Filosofía y la de Teología. Si la Universidad tiene sentido, si nuestras reflexiones han podido encontrar un campo diverso de la mera dialéctica intelectual y distinto también de la mera constatación de hechos sin encontrarles causa o sentido, es porque creemos en la misión y el poder de la educación. La loa, la urgencia y la extrema importancia de la educación han sido repetidas en todos los niveles y lo que es inmensamente más significativo ha sido comprendida en todos los niveles, aún los menos educados de la sociedad. Guardo como recuerdo imborrable de mi vida el de una fría tarde cuzqueña cuando visitaba los “Baños del Inca”; un joven, o un niño de 13 a 14 años, indio puro con los profundos ojos de su raza llenos de vida, se acercó a nosotros, conversé con él: me preguntó si volvíamos al Cuzco, adelantó su deseo con gracia y viveza: ¿podríamos llevar­lo? En el viaje nos contó que era pastor durante el día y al caer la tarde, cuando guardaba el rebaño, caminaba por los atajos de sus Andes más de hora y media hasta el Cuzco, asistía a una escuela vespertina de 8 a 10 y vuelta recorría su camino cuando era claro y de lucientes estrellas como aquel día pero también cuando era frío, lluvioso y azotado por la tormenta. Para mí ese niño es un símbolo que veo realizarse en los adultos que asisten a clases en la Escuela vespertina del Colegio donde vivo: uno de mis amigos en ella es un

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chofer de 53 años, padre de 6 hijos. La educación es como el pan, los hombres hoy la buscan con afán tanto más acrecido cuanto es mayor la necesidad que tienen de ella. Leo con inmenso interés en la declaración de principios que agrupan a las Universidades en su búsqueda de la paz: “La Universidad ha de reconocer como parte importante de su formación educacional la de atender a los niveles educacionales primario y secundario, únicos en que se mueve la mayoría de los que llegan a tener alguna educación. Cumple esta función educacional al contribuir al currículum de esos niveles, incrementando así la comprensión mundial”. ¡No fué siempre así! Preocupada la Universidad de la alteza del saber no ha buscado con empeño la vinculación con lo real que brota precisamente de las zonas vitales del contacto tales como la educación de las masas. Hay más: una arbitraria clasificación de funciones ha dado, en mu­ chas partes, a la rama ejecutiva del poder la función no sólo de ejecutar las cosas que se refieren a la educación pública, sino la de estudiarla, mejorarla, fijar sus contenidos, etc., etc.; y para esta labor, repito por desinterés de la Universidad y también por excesivo celo del poder, no ha habido la colaboración que es vitalmente necesaria. La educación recibe hoy un nuevo trato, para usar del lengua-


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je cortesano, y vemos como los economistas se acercan a ella y la tratan con los términos de mercado, capital o producción: y aún después de la fuerte va­cuna de 4 semanas pasadas en París en un Seminario sobre Economía y Educación, frases como las de este párrafo son tan desarmoniosas para mí como un grito en un concierto: “La formación de capital se ha considerado como un problema de expandir el almacenazgo de capital físico como por ejemplo, instrumentos, máquinas, materiales de producción, conexiones y servicios”. “Esto es lo más extraordinario porque la educación es y tiene una parte en el concepto más clásico de formación de capital. Las inversiones que se dedican a la educación producirán su rendimiento económico sólo después de un largo plazo en el futuro y deben ser distraídas de la producción de bienes inmediatos de consumo. El período de producción del capital humano es más largo que el de la mayoría de los componentes de una fábrica o de un equipo cualquiera y sugieren la necesidad de más cuidadoso planteamiento a largo plazo de inversiones en hombres que in­versiones en cosas físicas”. No puede la Universidad moderna desconocer estas tendencias y es­tos análisis del moderno lenguaje y del esfuerzo de muchos hombres que hoy tienen inmensa significación en la vida de las naciones. Debe la Universidad incorporar éste a los otros esfuerzos que la universalidad de su nombre reclama para llegar a la totalidad de que es también símbolo y expresión su nombre.

Lo que nos lleva más cerca de nuestra reflexión final: lo específico, lo propio de la Universidad no es la Economía o la Educación, sino la Economía y su referencia a la totalidad de los problemas de la cultura o de la vida del hombre. Cómo salvar esta totalidad? Cómo asegurar esa integridad? Las ciencias que tienen esa misión se llaman Teología y Filosofía. Hay que reiterar consistentemente su misión pero hay también que hacerla cumplir. Cada cultura tiene un centro creador; desde ese centro brota la acción auténtica del hombre sobre el hombre, y estar en ese centro, trabajar desde él conlleva responsabilidades inmensas. Hay un centro creador en cada cultura: en él están los artistas como los pensadores que no se alejan de la realidad sino que están listos siempre a enfrentarla, la realidad es algo del presente: nunca están contentos con descripciones del pasado o con ideas recibidas. Ellos batallan con la realidad de su grandeza que impresiona y en su inesperada novedad, en sus problemas no resueltos como en su misterio no sondeado. Su batalla es creadora. Permiten que preguntas que no les dan descanso surjan unas después de otras, y enfrenten con valentía cualquier reto o cualquier empresa que llega casi a hacerles la vida imposible. A ese centro pertenece la Filosofía tanto como la Teología: forman las pruebas intelectuales de este aserto, la historia misma del pensamiento de los hombres: con algún detenimiento


LA PAZ QUE LA UNIVERSIDAD DEBE AYUDAR A ENCONTRAR

he querido citar a Heráclito para enhebrar los hilos del razonamiento de esta tarde: y de los documentos sobre la paz que han conmovido recientemente al mundo puedo citar el estudio teológico del Papa Juan XXIII: “La paz en la tierra”. Desde ese centro brota la acción auténtica sobre el hombre, la acción política es externa como lo es la economía o la guerrera; la acción de las ideas y en las ideas traslada a los sentimientos el querer y el hacer su fuerza, que es la de la persona misma. Estar en ese centro conlleva responsabilidades, no puedo extenderme, pero deseo subrayarlo, pensar, crear, avanzar en la búsqueda, no se hace sin esfuerzo y sin riesgo. La universidad debe estar en ese centro o no muy alejada de él. Los que crean en filosofía, los que entienden

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v transmiten la palabra de Dios al mundo, deben estar en ese centro y deben estar en la Universidad. El eco insistente del pasado que resuena en el pensar filosófico o teológico puede ser una de las causas de su alejamiento del centro de in­ fluencia, pero es también cierto que la distancia de la Universidad es ese mismo centro es porque no ha dado en su sede, relieve e importancia a la Filosofía y a la Teología. La paz es la aspiración profunda de los hombres de hoy, la paz será obra de la influencia cultural y humana de quienes piensan; si la Universidad no está cerca de ellos, no los tiene en su seno, no ayuda, como es su misión, a buscar de nuevo y empezar otra vez a buscar la paz. Bienvenida esta oportunidad de recordar a todos nuestra misión.



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¿TIEMPOS NORMALES? Eduardo Posada Carbó*

Vivimos tiempos extraordinarios. La frase ha sido repetida quizás de generación en generación, convertida entonces en un lugar común sin mayor significado. ¿Acaso han existido ‘tiempos normales’ en la historia de la humanidad? Desarrollos recientes de la política internacional han motivado las voces de alarma. Hay que precisar. Son, más que todo, eventos en Estados Unidos y Europa los que han desatado hoy las preocupaciones sobre un clima reinante de alta incertidumbre mundial. Populismo es el nombre dado al fenómeno contemporáneo que aca-

*

El Tiempo, 17 de marzo 2017, 12:00 m. http://www.eltiempo.com/opinion/ columnistas/eduardo-posada-carbo/ tiempos-normales-17-03-2017-68522.

para la atención, ya se trate de lo ocurrido en Estados Unidos o de lo que pueda suceder tras las elecciones en Holanda y Francia. No estoy seguro de si sea el término adecuado para entender lo que está en juego. Común a todos estos escenarios es el auge del discurso nacionalista —una importante razón para las referencias al populismo— . Autores como el historiador John Lukacs definen, en efecto, a los populistas casi que de manera exclusiva por su nacionalismo. Los protagonistas de su libro ‘Democracy and Populism: Fear and Hatred’ (Yale, 2006) son Hitler y Mussolini. El nacionalismo de última cosecha tiene un fuerte componente de adversidad contra los inmigrantes, en Europa y en Estados Unidos. No ha sido tanto la libertad de comercio como la libertad de movimiento


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la que le ha impuesto límites a la globalización. El nacionalismo que tiende a dominar (pues los hay de diversos colores) es de corte xenófobo y racista, que encuentra el terreno abonado por la crisis económica y el descrédito universal de los partidos políticos (tradicionales depositarios de la representación de los intereses sociales). En una atmósfera generalizada de antipolítica, el gran interrogante es si la democracia cuenta con las herramientas adecuadas para resolver los problemas del siglo XXI. Hay cierta ironía en formular el interrogante no para los países del llamado tercer mundo, sino para aquellos donde supuestamente la democracia tuvo sus orígenes modernos. Basta una breve mirada al debate para apreciar que lo que está bajo discusión es el mismo futuro de la democracia. En su defensa del populismo, Ernesto Laclau sugirió que la democracia liberal y representativa sería una instancia pasajera en la historia de los regímenes políticos. ¿Estamos presenciando su natural extinción? Es prematuro decretarle la muerte a la democracia moderna. Pero el mundo occidental (Europa y Estados Unidos) haría bien en examinar sus

problemas con menos complacencia sobre sus propias trayectorias históricas. Sería un punto de partida más prometedor. Nuevas (y no tan nuevas) corrientes de pensamiento proponen examinar la historia de la democracia desde visiones alejadas del ‘eurocentrismo’. Hace ya un par de décadas, John Markoff identificó los espacios “periféricos” donde se originaron algunas de las instituciones que hoy asociamos con la democracia. Uno de los ensayos recientes más provocadores es el de John Keane, quien explora lugares hasta ahora recónditos en la historia de la democracia (‘The Life and Death of Democracy’). Las referencias al mundo de las entreguerras en el siglo XX fueron muy frecuentes como para ignorarlas. Fueron distintas circunstancias. Común a las dos épocas es el crecimiento de un espíritu nacionalista, hostil a la democracia liberal. Los desafíos, sin embargo, son de otra dimensión. Pocos del tamaño del que representan los retos de la revolución tecnológica que, en teoría, habilitan a los ciudadanos a tomar parte directa, como nunca antes, en la agenda y las decisiones públicas. Puede sonar a lugar común, pero sí vivimos tiempos extraordinarios.


II PARTE



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ENTREGA DE LA CRUZ SAN PEDRO CLAVER Jorge Humberto Peláez S.J.*

De nuevo nos reunimos para entregar la Cruz San Pedro Claver a los estudiantes de la Universidad que “han sobresalido en el desempeño de sus deberes por sus calidades humanas y su compromiso eficaz con los ideales javerianos expresados en el Proyecto Educativo”. Hace 10 años, el 7 de septiembre de 2006, se otorgó por primera vez esta Distinción Universitaria, establecida en el Reglamento de Emblemas, Símbolos y Distinciones, que un año antes había sido promulgado. Como todos sabemos, la figura de San Pedro Claver, el jesuita javeriano que en 1610, a los 29 años de edad, llegó a Santafé, y que murió en Cartagena 44 años después, cobra en nuestro tiempo especial *

Discurso del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, 30 de septiembre de 2016.

relevancia. Su testimonio ejemplar como “esclavo de los esclavos negros para siempre” constituye una referencia precisa para la defensa de los Derechos Humanos en todo el mundo. Como lo anota el Padre Ángel Valtierra, S.J., el planteamiento de Claver “no era una frase vacía. Era la plenitud del sacrificio, la entrega de una vida a la causa de los miserables. Un esclavo de los esclavos que durante 40 años no viviría para él jamás; desde este momento, —advierte el Padre Valtierra—, la vida de este hombre será una cadena de sacrificios, de entregas al hermano que sufre abandonado. Olvidará todo lo brillante de la vida para sumergirse en el mundo del dolor, para luchar contra el egoísmo y crueldad humanos”. Ustedes, queridos estudiantes, han ido más allá de los parámetros generales que definen la vida de un


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javeriano, según lo expuesto en el Proyecto Educativo de la Universidad. Sí, Ustedes han sobresalido, se han destacado, no solo por los valores que caracterizan su personalidad y los presentan como buenos seres humanos, sino también por su significativo empeño en hacer realidad los sueños del Alma Mater, sueños que tienen por horizonte el servicio al país y la transformación de la realidad. Los Estatutos nos señalan la meta de una sociedad “más civilizada, más culta y más justa”, a la cual debemos responder todos desde la particularidad de nuestras actividades. Ustedes han entendido bien el significado de esta prescripción normativa y la han puesto en práctica.

Uno de los grandes desafíos que enfrenta hoy en día la Humanidad es la indiferencia, es pensar que la pobreza y la guerra no son asuntos nuestros, simplemente porque el ámbito de nuestras vidas se desarrolla en otras coordenadas. Esta es una de las muchas formas de exclusión, porque al pensar así dividimos el mundo entre nosotros y aquellos que tienen esos problemas, que aparecen en los medios de comunicación o en ocasiones nos incomodan en las calles, y que en muchos casos apenas merecen algo de consideración. Luchar contra toda forma de exclusión y contra el egoísmo que le sirve de sustento es la bandera que se levanta en todos los rincones del planeta.

El domingo pasado, en la plaza de San Pedro, el Papa Francisco nos habló de “una enfermedad”, de “una fuerte ceguera” que, a su juicio, padece aquel que “no es capaz de ver más allá de su mundo, de la puerta de su casa,… porque no le importa lo que sucede fuera. No ve con los ojos, —afirma el Papa—, porque no siente con el corazón”. Es importante detenerse en este profundo planteamiento porque no todo lo que vemos tiene raíz en los sentimientos. ¿Cómo puede ocurrir esto? Francisco lo explica así: “En su corazón ha entrado la mundanidad que adormece el alma. La mundanidad es como un «agujero negro» que engulle el bien, que apaga el amor, porque lo devora todo en el propio yo. Entonces, —concluye el Papa—, se ve sólo la apariencia y no se fija en los demás, porque se vuelve indiferente a todo”.

En el caso colombiano, el acuerdo logrado en La Habana y que fue firmado el lunes pasado en Cartagena, en un acto realmente conmovedor, que congregó a personas tan diversas, puso en evidencia una vez más, las dificultades que enfrenta el país, no solo en materia de reconciliación, sino también de inclusión. Es necesario abrir el espacio de la democracia para que haya lugar para todos, para que quienes en un momento dado consideraron que la única opción para expresarse pasaba por las armas, puedan definitivamente abandonarlas y decidirse a participar en la discusión de los asuntos nacionales solamente con la fuerza de las ideas y los argumentos. Es hora de volver a fijar la mirada en el ejemplo de Pedro Claver. Él representa al “portador de alegría que sabe ver más lejos, que tiene


ENTREGA DE LA CRUZ SAN PEDRO CLAVER

horizontes, y no tiene un muro que lo encierra, -como expresara el Papa Francisco-; el hombre que “ve más lejos porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas; que al mismo tiempo, —anota el Papa—, ve bien de cerca, pues está atento al prójimo y a sus necesidades”. Al presentarles a Ustedes nuestras sinceras felicitaciones, los ani-

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mo a continuar por ese sendero de la excelencia que va más allá de la academia y del entorno de la propia individualidad. Su testimonio, avalado en el día de hoy por esa Cruz San Pedro Claver que llevarán sobre su pecho, se convierte en referencia para todos los javerianos y honra profundamente a su Alma Mater.



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HOMENAJE A EGRESADOS JAVERIANOS QUE DESEMPEÑAN ALTOS CARGOS EN EL ESTADO Jorge Humberto Peláez S.J.*

Hoy nos hemos reunido para rendir un homenaje a estos Egresados javerianos que ocupan altos cargos en la conducción del Estado. Nos alegra tenerlos en casa, en su Alma Mater, para expresarles nuestro afecto y admiración, así como nuestra solidaridad y apoyo para el desempeño de sus responsabilidades. En nombre de la Comunidad Educativa Javeriana queremos expresarles explícitamente nuestros sentimientos de complacencia y reconocimiento, a Ustedes dilectos Javerianos y Javerianas que han sido recientemente elegidos o nombrados para ocupar las más altas posiciones públicas en nuestro país:

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Discurso del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, 5 de diciembre de 2016.

Doctor Néstor Humberto Martínez Neira, Doctor Fernando Carrillo Flórez, Doctor Carlos Alfonso Negret Mosquera, Doctor Juan Carlos Galindo Bacha, Doctora Elsa Noguera De la Espriella, Doctor José Miguel Mendoza Daza, Doctor Fernando Castillo Cadena, Doctor Gerardo Botero Zuluaga y Doctor Jorge Luis Quiroz Alemán Lamentablemente, la doctora Janeth Giha Tovar, no ha podido estar hoy con nosotros por compromisos ineludibles en su agenda; el Doctor Jorge Eduardo Rojas Giraldo se ha excusado por problemas de salud. Ustedes han sido llamados a prestar nuevamente un servicio público por su excelencia profesional


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y humana. El país los respeta y los valora. Su hoja de vida da testimonio de su profesionalismo, de una ética intachable y de su vocación de servicio. Su elección o nombramiento es motivo de alegría para quienes los conocemos y valoramos, así como una garantía para el pueblo colombiano que sabe que las responsabilidades de servicio público que les han encomendado, han quedado en muy buenas manos. La Universidad Javeriana se siente orgullosa de ustedes. Para todos es conocido que el sello de calidad más importante de una Universidad lo constituyen sus egresados. Y ustedes son una prueba fehaciente de la excelencia del Proyecto Educativo Javeriano, que recoge la tradición pedagógica de los jesuitas, que se ha ido perfeccionando a lo largo de cuatro siglos y medio, y que se precia de formar a los mejores para el mundo. Y ustedes están en la primera línea de estas gloriosas cohortes. Los altos honores van acompañados de exigentes responsabilidades. Ser luz del mundo y sal de la tierra es terriblemente exigente, y mucho más en un país en el que la corrupción, la mediocridad y la indiferencia han permeado todos los estamentos sociales. Ser honestos, ser eficientes y eficaces, comprometerse a fondo con el bien común significa desafiar poderosos intereses y una “cultura del atajo, del resultado rápido y del egoísmo” que se ha instalado en nuestro país. Por eso quiero rendir homenaje a su vocación para el servicio público. Siendo profesionales muy exitosos y reconocidos, han renunciado al ejer-

cicio privado de sus profesiones para lanzarse a las aguas turbulentas del servicio público, sacrificando los espacios familiares, avanzando contra la corriente de turbios intereses. El país necesita servidores públicos como ustedes, que nos devuelvan la confianza en las instituciones. En un país que afronta el bello desafío de la reconciliación, de soñarse y de reconstruirse en paz; necesita de servidores públicos como Ustedes. • Servidores públicos con un compromiso a toda prueba con la justicia, que combatan, con todas las herramientas que les da la ley, la impunidad y la corrupción. • Servidores públicos que pongan los intereses del país por encima de los intereses de los individuos y los grupos. • Servidores públicos innovadores; capaces de identificar y construir nuevas y creativas formas de realizar y alcanzar el bien común; para fortalecer nuestra democracia; para cambiar esa larga y penosa historia inequitativa de país. • Servidores públicos comprometidos a fondo con sus responsabilidades, eficientes y eficaces; comprometidos con procesos de contratación transparente, con la meritocracia como factor decisivo para la vinculación y los ascensos, con efectivos y completos procesos de rendición de cuentas; reconocidos por construir un debate público y de construir políticas públicas de excelencia.


HOMENAJE A EGRESADOS JAVERIANOS QUE DESEMPEÑAN ALTOS CARGOS ...

El papa Francisco, en un extraordinario texto sobre el cuidado de nuestra casa común, la carta Encíclica Laudato Sí, al referirse a un interesante concepto del “amor civil y político”, nos interpela:

“Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llego la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco.” (No. 229)

[…]

“El amor social es la clave de un auténtico desarrollo: para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social – a nivel político, económico, cultural -, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción” (No. 231)

Ese amor social del que nos habla el papa Francisco no es otro que la búsqueda permanente, a fondo, apasionada, del bien común. Nos asiste la certeza, queridos Javerianos, que con Ustedes generaremos esas noticias positivas de una sociedad justa, solidaria, respetuosa de la dignidad humana. Queridas javerianas y javerianos que desempeñan cargos de enorme responsabilidad, en un momento particularmente delicado de la his-

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toria de Colombia: Su Alma Mater se siente orgullosa de ustedes. Ustedes dan nuevo esplendor a la Marca Javeriana que llevamos grabada en la mente y en el corazón. Ustedes son un referente que inspira a las nuevas generaciones de javerianos. Queremos apoyarlos en el cumplimiento de sus responsabilidades, y para ello les ofrecemos nuestro mayor tesoro: el conocimiento. Tenemos las fortalezas que nos dan 3261 profesores, de los cuales 1266 son de planta, los más de 90 grupos de investigación y 433 investigadores escalonados en Colciencias, a ello se suma una sofisticada infraestructura de bases de datos y de laboratorios, así como cientos de redes y contactos internacionales, a nuestra capacidad de trabajar directamente en las regiones y con todas las comunidades y grupos sociales del país, etc. Este vigor académico, estas potentes fuerzas de generación de conocimiento pueden prestarles un invaluable servicio para su gestión y para la formulación de las políticas públicas. Les ofrecemos toda nuestra colaboración para que puedan prestar con eficiencia, eficacia y excelencia el servicio público que tan generosamente se han comprometido a prestar en pos de un mejor país. Aquí estaremos siempre dispuestos para apoyarlos. Queridas Javerianas y Javerianos: Les deseamos lo mejor en


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el exigente y significativo servicio público que prestarán al país; que de sus despachos se generen las mejores y más importantes noticias que nos permitan crecer como un país en paz.


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RESPONSABILIDAD PÚBLICA Y LUCHA ANTICORRUPCIÓN Jorge Humberto Peláez S.J.* En los últimos meses varios países de América Latina, entre ellos Colombia, han estado pendientes de las denuncias y las investigaciones sobre los actos de corrupción vinculados a una importante firma extranjera. Las noticias acerca de sobornos, que han llegado a las primeras páginas de los periódicos y las portadas de revistas, han causado indignación entre los ciudadanos porque resulta inaceptable, por una parte, que las decisiones de los funcionarios públicos se puedan ver influenciadas por factores ajenos al interés común; y además que cuantiosas sumas de dinero, destinadas a la inversión pública, sean desviadas para beneficiar a particulares y no a la población en general, como corresponde.

En este contexto tiene lugar el Foro Internacional “Responsabilidad pública y lucha contra la corrupción”, convocado por la Pontificia Universidad Javeriana desde la Escuela de Gobierno y Ética Pública, en el cual participarán altos dignatarios del Estado así como expertos en estos asuntos, provenientes de Colombia y el extranjero. Saludo de manera especial al Doctor Edgardo Maya, Contralor General de la República, y al Doctor Raffaele Cantone, Presidente de la Autoridad Nacional Anticorrupción de Italia, quienes hablarán en esta primera sesión, lo mismo que a las demás autoridades e invitados especiales. Reciban todos una cordial bienvenida.

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Permítanme aprovechar esta ocasión para compartir con ustedes algunos planteamientos sobre este flagelo que, de tiempo atrás, ha echado raíces por el mundo, y

Discurso del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana en la Instalación del Foro Internacional, 22 de febrero de 2017.


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que ha sido difícil de controlar y erradicar, a pesar de los esfuerzos promovidos por diversas instituciones, entre ellas Transparencia Internacional; a pesar también de foros y reuniones como la Cumbre Global Anticorrupción celebrada en Londres el año pasado, con la presencia de mandatarios de muchos países e importantes entidades internacionales; a pesar del trabajo de no pocos personajes sobresalientes, que incluso han perdido la vida por enfrentarse con decisión a sujetos y organizaciones que han hecho opción por estas prácticas. Indudablemente, la corrupción es un problema complejo que exige acciones coordinadas desde múltiples frentes. Recordemos de manera breve de qué trata la corrupción. Con base en lo expuesto por Transparencia Internacional, se entiende por corrupción el uso indebido o el abuso de poder para beneficio privado, un poder que no es propio, sino que se ha recibido, como ocurre en el caso de todo funcionario público. Este concepto se precisa cuando a renglón seguido se habla de transparencia, entendida como una acción clarificadora frente a transacciones oscuras, debilidad en la observancia de las leyes y otras prácticas ilícitas que menoscaban el buen gobierno, los negocios limpios y la sociedad en general. Hace casi 25 años, en el Foro Internacional de lucha contra la corrupción administrativa, realizado aquí en Bogotá, Bertrand de Speville, reconocido experto y autoridad en la materia, afirmó que “la corrupción es un ladrón”, advirtiendo que “no sólo

roba en términos simples de dinero, costos adicionales y construcciones fuera de orden que no cumplen con los estándares: roba el poder al Estado para gobernar, roba los derechos a los ciudadanos, roba la justicia y acaba robando al Estado su legitimidad”. Con estas palabras podemos apreciar bien la magnitud del problema que enfrentamos. Por su parte, el Papa Francisco en una breve reflexión titulada Corrupción y Pecado, que publicó cuando era Arzobispo de Buenos Aires, advirtió que “la corrupción no es un acto, sino un estado, estado personal y social, en el que uno se acostumbra a vivir”. En este sentido, se puede hablar de ‘cultura de la corrupción’, definida por unos valores -o antivalores-, que se evidencian en ‘un modo de proceder’. Hacía notar el entonces Cardenal Bergoglio, cómo en esa cultura “hay mucho de desfachatado, aunque aparentemente lo admitido en el ambiente corrupto esté fijado en normas severas de tinte victoriano”; y concluye con una frase fuerte: “es el culto a los buenos modales que encubren las malas costumbres”. Cerca de diez años después, en 2015, durante una intervención suya en Nápoles, este hombre que con sobrada razón ha sido llamado “el Papa del coraje”, afirmó lo siguiente: “todos nosotros tenemos la posibilidad de ser corruptos, ninguno de nosotros puede decir: «yo nunca seré corrupto». ¡No! Es una tentación, es un deslizarse hacia los negocios fáciles, hacia la delincuencia, hacia los delitos, hacia la explotación de las personas”. Enseguida reconoció,


RESPONSABILIDAD PÚBLICA Y LUCHA ANTICORRUPCIÓN

con cierto aire de desencanto y en una frase enmarcada por signos de exclamación: “¡Cuánta corrupción hay en el mundo! Es una palabra fea, si pensamos un poco en ello. Porque algo corrupto es algo sucio. Si encontramos un animal muerto que se está echando a perder, que se ve «corrompido», es horrible y apesta. ¡La corrupción apesta!”. Como puede verse, al hablar de corrupción, surge necesariamente el tema del poder, el poder que da el dinero, no siempre bien habido, o el que tiene origen en el cargo que se ejerce, por nombramiento o elección; poder material, político o espiritual, ese intangible que logra fascinar al ser humano, que lo cautiva, lo obnubila, y puede someterlo de tal manera que lo sumerge en un torbellino voraz donde no caben los límites y se pierde el control. Muy cerca del poder, viene el dinero, que algunos escogen como norte de sus vidas y creen que con él todo se puede comprar, incluso el silencio de quien encuentra motivos para disentir. No olvidemos, entonces, que el agente de la corrupción es un individuo concreto, que soborna o acepta el soborno, el corrupto, que como lo señalara el papa Francisco en su magistral intervención ante una delegación de la Asociación Internacional de Derecho Penal, el 23 de octubre de 2014, “atraviesa la vida con los atajos del oportunismo, con el aire de quien dice: «No he sido yo», llegando a interiorizar su máscara de hombre honesto. Es un proceso de interiorización. El corrupto, —destaca el Santo Padre—, no puede aceptar la crítica,

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descalifica a quien lo hace, trata de disminuir cualquier autoridad moral que pueda ponerlo en tela de juicio, no valora a los demás y ataca con el insulto a quien piensa de modo diverso. Si las relaciones de fuerza lo permiten, persigue a quien lo contradiga”. En los dos párrafos que siguen, el Papa hace un análisis severo que nos hace pensar al respecto: “La corrupción se expresa en una atmósfera de triunfalismo porque el corrupto se cree un vencedor. En ese ambiente se pavonea para rebajar a los demás. El corrupto no conoce la fraternidad o la amistad, sino la complicidad y la enemistad. (…) La corrupción, —concluye Francisco—, es la victoria de las apariencias sobre la realidad y de la desfachatez impúdica sobre la discreción respetable”. Surge entonces otro aspecto que quisiera destacar: es el relacionado con la verdad y la credibilidad. Para cualquier sociedad es fundamental la solidez de sus instituciones y la respetabilidad de sus dirigentes y de las autoridades responsables de las funciones públicas, condición que es fruto de una vida enmarcada bajo la rectitud. En un mundo donde las comunicaciones nos ofrecen recursos impresionantes para informarnos al instante, a partir de un sinfín de fuentes, la mentira encuentra espacio sin mayor dificultad, lo mismo que eso que ahora se ha venido a denominar ‘la posverdad’. Este término, escogido en 2016 por el Diccionario Oxford como “palabra del año”, hace referencia a un fenómeno relativamente nuevo, “que se produce cuando los hechos objetivos


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tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales”. En este contexto, no importa jugar con la honra de las personas porque “el fin justifica los medios” y como lo expresa un conocido proverbio, “Calumnia, que algo quedará”. En circunstancias como estas, la sociedad no sabe a quién creerle, puede dividirse profundamente y llegar a tomar decisiones de manera infundada y, para algunos, errónea, situación que hemos constatado recientemente en diversos escenarios mundiales, con graves consecuencias. En la actualidad se escucha decir con frecuencia, ante las denuncias que se suceden a diario, que no hay pruebas, con lo cual no se rechaza la acusación, sino que se advierte la imposibilidad de demostrar su validez. Ausencia de pruebas o falsos testimonios, mecanismos propios del mundo criminal, contribuyen significativamente a ocultar la verdad y obstaculizar la acción de la justicia. Señoras y señores: este es el ambiente en el cual deben actuar los servidores públicos y los ciudadanos, que esperan honradez y eficacia en el desempeño de los cargos oficiales y la administración de los recursos del Estado. Es indispensable que el servidor público proceda siempre con delicadeza y prudencia, con escrúpulos, que reconozca límites, tanto en sus capacidades personales como en el ámbito de su gestión; que actúe con independencia, libre de compromisos y beneficios, orientado solamente por la ley, el bien común y los intereses de la Patria. De eso trata el servicio. No le faltarán ene-

migos, escudados en el poder y el dinero, que a toda costa buscarán crear oportunidades para desviarlo de su buen proceder. Sin embargo, un servidor público no debe olvidar en ningún momento que el mayor patrimonio de una persona no se puede valorar en cifras económicas porque el buen nombre y la honra son una riqueza intangible. De igual forma sucede en el sector privado, donde la corrupción también actúa y el empresario o el profesional enfrentan la tentación del dinero fácil, que pone a prueba su talante ético. En este caso, como en el de un servidor público, cabe recordar que nada es equiparable a la credibilidad que se ha ganado un individuo con una vida caracterizada por la responsabilidad y la honestidad. Solo así, merece el respeto de quienes lo rodean. Para concluir mi intervención, hago votos por el buen desarrollo de esta jornada académica que, tanto por la importancia de los temas incluidos en su agenda como por las distinguidas personalidades que participarán en las exposiciones y paneles, es de gran importancia para nuestro país. Que los análisis y las deliberaciones que tendrán lugar hoy y mañana aporten luces para continuar en esta ardua y difícil lucha contra la corrupción, para cerrar el paso a los corruptos sin interés diferente al de asegurar la responsabilidad y la ética en el ejercicio de las funciones públicas. Nuestra Universidad siempre respaldará todas las iniciativas que se orienten a promover una cultura de la honradez.


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SOLEMNE GRADUACIÓN DE 1.861 JAVERIANOS Jorge Humberto Peláez S.J.*

Hoy es un día de fiesta para todos los que se gradúan, para sus familias, para la Universidad y para el país. En este día, en tres ceremonias diferentes, recibirán su diploma 1.861 javerianos, que han mostrado su calidad humana y sus competencias, y por eso la Universidad Javeriana da fe de su idoneidad para ejercer una profesión. A medida que desfilen los graduandos, ustedes podrán valorar la variedad y solidez de la propuesta educativa de la Javeriana, que forma profesionales con los más altos estándares científicos, humanismo, valores éticos y sentido social. Javerianos que se gradúan en este día, ustedes han recorrido un camino difícil. Su éxito es el resultado de muchos esfuerzos y apoyos: *

Discurso del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, 11 de marzo de 2017.

de ustedes mismos, de sus familiares y amigos, de sus profesores. Tener en la mano un diploma javeriano les abrirá muchas puertas, pero igualmente el país les exigirá muchísimo, y no podrán evadir las responsabilidades que acompañan a los que han tenido tantas oportunidades. ¿Cuál es el mensaje que les transmite su Alma Mater en este momento tan importante de sus vidas? Los invito a enarbolar las banderas de la esperanza, a ser tejedores de sueños, a construir un país justo, incluyente, tolerante, en el que haya lugar para todos habiéndonos reconciliado. Que cese la horrible noche de los secuestros y extorsiones, de los falsos positivos y de la voladura de oleoductos. No toleremos más familias desplazadas. Exijamos un castigo implacable para los corruptos. Ciertamente, el liderazgo vigoroso para construir una


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nueva institucionalidad no puede ser asumido por la clase política tradicional que está contaminada por el clientelismo y las malas prácticas. Este liderazgo lo deben asumir ustedes, las nuevas generaciones de profesionales. En concreto, ¿Qué significa enarbolar las banderas de la esperanza, tejer sueños y construir país? Significa algo muy sencillo que ustedes están escuchando desde el primer día que ingresaron a esta Universidad: significa hacer de la Ética la brújula que les muestre el camino de la acción como personas, como profesionales y como ciudadanos. La carencia de una sólida Ética es la razón por la cual el país se ha hundido en el agujero negro de la violencia, la explotación de los débiles, la compra de votos, el despojo de la salud y la educación. El principal déficit de Colombia es el déficit ético. Los invito a buscar una solución para superar este déficit que nos agobia y que es peor que la baja del petróleo y la caída de nuestras exportaciones. El primer paso para salir del déficit o faltante ético es superar el individualismo, que hace que cada uno busque su beneficio sin importar cómo afecta eso a los demás. Javerianas y javerianos, quiero motivarlos para que su proyecto de vida, su modelo de realización, sea grande y altruista, donde el bien común sea un referente nítido. Piensen en el bienestar de su vecindario; piensen en lo que más le conviene a la ciudad como un todo; piensen en el bien del país. ¡Eso es cultura ciudadana! Quienes se han robado los recursos del país han sido incapaces de ver a Colombia como la

casa común; solo han tenido ojos para su ambición. El segundo paso para superar el déficit ético que nos agobia es recomponer las relaciones sociales, que están terriblemente lastimadas. Pero, ¿cómo recomponer el tejido social que está roto? Que la verdad brille en medio de nosotros, pues nos sentimos envueltos por la niebla espesa de la mentira; mienten los políticos con sus promesas electorales; mienten los carteles de los testigos falsos; mienten las declaraciones de renta que ocultan el IVA y quienes hacen recobros al sistema de salud por pacientes que nunca existieron. Javerianas y javerianos, al enarbolar las banderas de la esperanza, opten por la verdad en todo lo que hacen: en su vida familiar, profesional y ciudadana. Que el respeto sagrado de la ley esté presente en todos sus negocios. El camino javeriano del éxito no pasa por el atajo de las comisiones o mordidas. El camino javeriano del éxito es a través de la calidad de los bienes y servicios que ofrecemos. • Que respondamos con valentía por las consecuencias de nuestras acciones y omisiones. La costumbre más extendida es señalar culpables externos. Somos durísimos para juzgar a los demás, pero cuando se trata de nosotros mismos no tenemos ninguna dificultad en declararnos inocentes. • Estos tres valores de la verdad, la legalidad y la responsabilidad


SOLEMNE GRADUACIÓN DE 1.861 JAVERIANOS

nos ayudarán a recomponer un tejido social que está bastante maltratado. El tercer paso para superar el déficit ético que nos impide avanzar por los senderos de la calidad de vida y del progreso es revisar el modelo económico y el modelo político. Quiero desarrollar estos conceptos de manera positiva. Por eso quiero invitarlos a que cultiven lo que el Papa Francisco llama la Ecología Integral y que se comprometan con la promoción de una Democracia participativa: • Hablemos de ese riquísimo concepto propuesto por el Papa Francisco en su Encíclica sobre El Cuidado de la Casa Común; me refiero a la llamada Ecología Integral. En su Encíclica, el Papa nos invita a superar una visión fragmentada de la realidad. Por eso nos dice que no debemos analizar separadamente la crisis social y la crisis ambiental, como si fueran realidades diferentes. No. Se trata una única y descomunal crisis socio-ambiental, porque todo está conectado con todo. Que esta idea integradora esté presente en las mentes de ustedes cuando, en su ejercicio profesional, vayan a tomar decisiones sobre inversiones industriales o proyectos de infraestructura o cuando se encuentren trabajando en el sector de la salud. Cada decisión que se tome en un sistema particular, necesariamente tiene repercusiones en los otros sistemas. • Digamos una palabra sobre la Democracia participativa. No cumplimos nuestros deberes

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como ciudadanos simplemente hablando mal del gobierno de turno o votando en unas elecciones. Ser ciudadanos significa mucho más; es promover y defender los derechos humanos, particularmente los derechos de los pobres y excluidos; ser ciudadanos es ejercer una veeduría sobre el uso de los recursos públicos; es participar en las decisiones que afectan el condominio en que vivimos, nuestro barrio, la ciudad en que habitamos. Javerianas y javerianos, no le den la espalda a lo público; no firmen un cheque en blanco a los políticos y a las burocracias que los sostienen. Un auténtico javeriano participa activamente en los procesos comunitarios y en la toma de decisiones. No podemos asumir el cómodo rol de espectadores que todo lo criticamos pero que no nos comprometemos con las iniciativas de la comunidad. Javerianas y javerianos, quiero terminar esta motivación con las mismas palabras con las que empecé: Los invito a enarbolar las banderas de la esperanza, a ser tejedores de sueños, a construir un país justo, incluyente, tolerante, en el que haya lugar para todos habiéndonos reconciliado. En concreto, ¿Qué significa enarbolar las banderas de la esperanza, tejer sueños y construir país? Significa algo muy sencillo que ustedes están escuchando desde el primer día en que ingresaron a esta Universidad: significa hacer de la Ética la brújula que les muestre el camino de la acción como personas, como profesionales y como ciudadanos.



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LA RECONCILIACIÓN, MÁS ALLÁ DEL PLEBISCITO

Los colombianos hemos vivido dos momentos históricos en los últimos días, el primero de ellos el lunes 26 de septiembre, cuando en Cartagena, ante la mirada complacida de muchos líderes mundiales, las FARC-EP, representadas por Rodrigo Londoño Echeverri, comandante del grupo insurgente, y el Gobierno Nacional, en cabeza del Presidente de la República, Juan Manuel Santos, firmaron el acuerdo de La Habana. Hace unos años, un acto como este parecía definitivamente imposible. El encuentro en la plaza de armas del Centro de Convenciones de la Ciudad Heroica fue conmovedor, especialmente cuando se escucharon las voces de las cantaoras de Bojayá, esa población que ha sufrido las consecuencias de una cruenta

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Editorial de Hoy en la Javeriana N° 1.321, septiembre de 2016.

guerra. Los colores de los camuflados cedieron su lugar al blanco como expresión de un viejo anhelo de todos ciudadanos de este país. Las dos firmas fueron estampadas con el llamado ‘balígrafo’, lapicero que lleva grabada la frase: “Las balas escribieron nuestro pasado, la educación escribirá nuestro futuro“. Por supuesto, nadie podía ignorar que había diferencias acerca de los términos de lo pactado y que de acuerdo con lo prometido por el Presidente Santos, el pueblo colombiano debía pronunciarse al respecto. Ese mismo día se hizo sentir la campaña por el “No” al acuerdo que, aunque firmado, carecía de “blindaje”. Seis días después, el domingo 2 de octubre, en medio de gran expectativa y con un inmenso cubrimiento de los medios de comunicación internacionales, los colombianos acudimos a las urnas para manifes-


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tarnos sobre el acuerdo. En este día histórico, marcado por la lluvia, una mayoría de ciudadanos se expresó en favor del “No”. A los resultados, que contradijeron lo previsto en las encuestas y por lo tanto, causaron desconcierto en muy diversos entornos, siguieron las declaraciones en las que tanto los del “No” como los del “Sí” reiteraron su voluntad de paz e hicieron propuestas para no detener el proceso iniciado hace ya más de cuatro años. De estos sucesos quedan lecciones importantes que bien vale la pena precisar y analizar. En primer lugar, el alto nivel de abstención que algunos expertos consideran como normal en nuestro medio, según los niveles históricos registrados. Sin embargo, no puede ser aceptable que en asuntos de tanta envergadura, el 63% de los casi 35 millones de ciudadanos habilitados para sufragar, no haya acudido a las urnas. Su voz fue asumida por los 13 millones que se tomaron el trabajo de salir a la calle y votar. Algo tenemos que hacer al respecto, particularmente en el ámbito educativo, que tiene posibilidades de influir en la cultura ciudadana. Otro aspecto que resulta relevante es la división del país, la polarización, que ha quedado en evidencia con las cifras que aparecieron en la prensa el lunes 3 de octubre: 6’431.376 votos por el “No” y 6’377.482 votos por el “Sí”. Así las cosas, menos de 60.000 compatriotas, de 35 millones que podían votar, inclinaron la balanza en la dirección del resultado. Para nadie es un secreto que hace años la opinión pública viene dividiéndose y que esta situación obedece en bue-

na medida a un discurso político, a veces triunfalista y con frecuencia arrogante, que en no pocas ocasiones responde a intereses y ambiciones de tipo personal. Sin desconocer el valor del pluralismo y la diversidad, es necesario aunar esfuerzos y buscar el entendimiento a la hora de enfrentar los problemas nacionales. No puede haber mezquindad, ni odios ni rencores; se necesita grandeza, menos pasión y más razón. En esta hora crítica, de oportunidades y peligros, nuestra Universidad reitera su compromiso con la reconciliación y la construcción de paz. Seguiremos empeñados en la creación de condiciones que aseguren la convivencia y la resolución pacífica de los conflictos. Hacemos un llamado a todos los compatriotas, a los del “No” y a los del “Sí”, a los que se abstuvieron de votar, y por supuesto, a los miembros de las FARC-EP, para que no falte sensatez ni serenidad, tampoco diálogo con honestidad, inteligencia y altruismo. Queda claro que en los resultados hay un mensaje que no podemos ignorar. Su lectura y debida consideración son fundamentales para perfeccionar el acuerdo. Si en verdad queremos que sea la educación la que escriba nuestro futuro, debemos demostrarlo en los días por venir. Sin etiquetas de vencedores o vencidos, todos debemos concurrir a esta nueva cita histórica y aportar lo mejor de cada uno para buscar la reconciliación, defender lo logrado en términos del final de un conflicto armado, y seguir adelante en la construcción de un nuevo país.


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LA OPCIÓN DEMOCRÁTICA

Sucesos recientes en distintos lugares del mundo nos han hecho pensar de nuevo en la democracia, en sus bondades y limitaciones, en los peligros y amenazas que la asechan. Basta recordar lo que ocurrió recientemente en dos países europeos, uno de ellos, el Reino Unido, en relación con su salida de la Comunidad Europea; el otro fue España, donde se fue muy difícil conformar un nuevo gobierno. En nuestro continente el caso de Venezuela ha cobrado especial relevancia, dada la fuerte movilización social que se ha dado con motivo del enfrentamiento entre quienes apoyan el gobierno y quienes se encuentran en la oposición y piden que se realice una consulta acerca de la revocatoria del mandato al presidente en ejercicio. Y qué decir de las elecciones en los Estados

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Editorial de Hoy en la Javeriana N° 1.322, octubre de 2016.

Unidos de América, luego de una muy agresiva campaña que no solo ha puesto de relieve desaciertos y limitaciones de los candidatos, sino también ha planteado interrogantes sobre el ejercicio de la política y la función pública. ¡Es la democracia! Se podría decir que en el mundo, a pesar de algunas y notorias excepciones, hay consenso acerca de la bondad de este sistema de gobierno que en sus diversas modalidades, se basa en un principio elemental: el poder reside en el pueblo y las decisiones se toman con base en su parecer y no simplemente en el de sus gobernantes o dirigentes. A partir de la voluntad popular, se establece una normatividad que rige para todos los ciudadanos, sin excepción. Se trata de la ley y el orden que se encarnan en unas determinadas instituciones y reflejan el esquema consagrado de separación de poderes. Acoger la opción democrática fue uno de los


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grandes pasos de la civilización y un reconocimiento a la igualdad que se deriva de la dignidad de todo ser humano. Sin embargo, como lo enseña la historia, no siempre fue así. Se necesitaron muchos siglos para que triunfara un concepto novedoso que ponía punto final al vasallaje, al poder absoluto de reyes y tiranos. Ahora bien, la democracia no es un sistema perfecto. Un primer problema consiste en la abstención, que afecta la legitimidad de lo expresado en las urnas. Por otra parte, la desinformación en que incurren muchos ciudadanos que no tienen el suficiente cuidado para evitar la manipulación que no falta en el juego de la política y de los políticos, que buscan por todos los medios, a veces sin escrúpulos ni pudor, el favor de la gente; y que incluso llegan a olvidar su responsabilidad histórica y comprometen el porvenir de una nación. También en nuestro país hablar de democracia está en la agenda de los políticos y los periodistas, así como de los analistas que tanta influencia tienen en la formación de opinión pública. Los resultados del plebiscito acerca de los acuerdos de La Habana pusieron en evidencia el abstencionismo de la mayoría y la polarización entre quienes acudieron a las urnas. Como en tantos otros asuntos públicos, la tarea del gobierno es llevar adelante el proceso y buscar la mejor salida posible dentro del orden jurídico establecido. Tal vez, no todos estarán contentos con el resultado final, pero esa es la responsabilidad del gobernante y ese es el costo político que debe asumir.

A propósito de esta reflexión, vale la pena recordar lo expuesto por el profesor italiano Giovanni Sartori en 2008, cuando afirmó que la democracia, a largo plazo, está en peligro. Dijo él: “la democracia es una gran generosidad, porque la gestión y la creación de la buena ciudad confía en sus ciudadanos. Pero los estudios sobre la opinión pública ponen en evidencia que estos ciudadanos lo son poco, dado que a menudo carecen de interés, que ni siquiera van a votar, que no están mínimamente informados”. A renglón seguido, Sartori plantea la necesidad de “distinguir entre la máquina y los maquinistas. Los maquinistas son ciudadanos, y no son nada del otro mundo. Pero la máquina es buena. Es más, en sí misma, es la mejor máquina que se ha inventado nunca para permitir al hombre ser libre, y no estar sometido a la voluntad arbitraria y tiránica de otros hombres”. Ante este panorama, debemos fijarnos una vez más en la responsabilidad que tiene la Universidad al respecto. Es necesario, por una parte, que sigamos apoyando el sistema democrático adoptado constitucionalmente, y por otra, que redoblemos esfuerzos para la formación de ciudadanos que participen activa y responsablemente. Las instituciones educativas, en todos sus ámbitos, lo mismo que los medios de comunicación, debemos unirnos en el fortalecimiento de la democracia. Como advierte el profesor Sartori: “construir esta máquina nos ha llevado casi dos mil años. Intentemos no perderla”.


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ES UNA BUENA NOTICIA

Todos los días, gracias a periódicos y revistas, a la televisión y la radio, a las redes sociales, nos informamos sobre lo que está ocurriendo en el país y en el mundo. Con velocidad sorprendente, una noticia sucede a otra, y en este contexto, un hecho en particular, por muy importante que sea, fácilmente puede pasar inadvertido o tener muy poco espacio. Los medios de comunicación tienen sus criterios para destacar o no un suceso, elevarlo a la categoría de titular, —chiva, primicia o escándalo—, comentarlo con mayor o menor despliegue, y en esta manera, controlar su impacto en la formación de opinión pública. Recientemente, los escándalos de corrupción que han indignado a los ciudadanos de varios países latinoamericanos, en los cuales se han visto involucradas numerosas figuras públicas, han merecido *

Editorial de Hoy en la Javeriana N° 1.324, enero-febrero de 2017

gran despliegue. De esa forma, un acontecimiento extraordinario en la historia de Colombia, no ha logrado capturar la atención del país y ser valorado en toda su magnitud. Se trata de la movilización de cerca de 6.900 guerrilleros, que con sus armas silenciadas, hace unas semanas se dirigieron a lugares determinados de la geografía nacional, donde hoy se hallan concentrados, dando cumplimiento a los acuerdos suscritos entre el Gobierno y las FARC. Es un hecho digno de especial reconocimiento, sin que por ello se desconozcan y menosprecien las dificultades que enfrenta un proceso tan complejo, con el cual se pretende superar definitivamente una larga confrontación armada. Sin la menor duda, podemos afirmar que es una buena noticia. Basta pensar en el número de vidas que se han salvado, la mayoría de ellas de jóvenes que forman en las filas de nuestras fuerzas militares y de policía; o que ingresaron en la


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guerrilla a temprana edad. Estos compatriotas, entre ellos muchos niños reclutados por la insurgencia, pueden ahora contemplar el porvenir con otros ojos. Y qué decir del sufrimiento de sus familias, que en las nuevas circunstancias sí tienen la posibilidad de reunirse con ellos y ya no sienten la zozobra de saberlos en combate. De igual forma, los escasos recursos económicos con que cuentan para vivir tantas familias en el campo no quedan bajo la amenaza de saqueo y destrucción. Además de estos imponderables beneficios que trae la desmovilización y la ausencia de hostilidades, se deben tener presente los logros en materia de seguridad para los ciudadanos, para su circulación por las vías del país, especialmente en zonas alejadas de las ciudades. Asimismo, debe recordarse la nueva orientación que puede hacerse de los fondos públicos que ayer eran esenciales para enfrentar a los alzados en armas o reparar sus daños a la infraestructura nacional. Claro que no se pueden desconocer los costos que implica el sostenimiento de esta transición y de los programas para la reinserción en la vida civil de estos ciudadanos que hicieron opción por la vía armada, desconociendo la ley, las instituciones y el orden social establecido. Indudablemente, hay temores y también desconfianza. Esto es comprensible teniendo en cuenta tanto los antecedentes como los intereses, a veces ocultos, de algunos actores de la vida nacional. No será fácil llevar a término lo relativo a la justicia transicional, con medidas de excepción que resultan

controversiales; lo mismo que lo relativo al manejo de los bienes acumulados por la guerrilla y la lucha contra el narcotráfico. En todo caso, no puede haber tregua para asegurar la presencia del Estado en esos territorios donde la autoridad pública había perdido vigencia. Ahora bien, todos tenemos algo que aportar y mucho que aprender para que este proceso tenga los resultados esperados. Es imprescindible la buena voluntad, no solo de quienes suscribieron los acuerdos, sino de todos los ciudadanos, que deberíamos dejar de lado aspiraciones personales e intereses partidistas que se agudizan por estos días ante la proximidad de las elecciones presidenciales. No podemos olvidar que la construcción de una nueva realidad social, que no se puede plantear en términos de una ciencia exacta, con variables controladas y precisión matemática, exige una evaluación continua, con prudencia, sin triunfalismos, para poder reconocer los desaciertos y procurar enmendarlos. Es necesario entonces que reconozcamos, por una parte, el valor monumental del paso que hemos dado en Colombia, -porque tan solo es un paso-, para dejar atrás el país que se había acostumbrado a la guerra; y por otra, el enorme esfuerzo que debemos hacer para avanzar en esta nueva dirección. Todos debemos renovar el compromiso decidido con la sociedad incluyente y democrática, solidaria, donde sea posible convivir tranquilamente. Sí, el reto es inmenso, pero bien vale la pena seguir apostándole a la paz.


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ES UNA BUENA NOTICIA

Todos los días, gracias a periódicos y revistas, a la televisión y la radio, a las redes sociales, nos informamos sobre lo que está ocurriendo en el país y en el mundo. Con velocidad sorprendente, una noticia sucede a otra, y en este contexto, un hecho en particular, por muy importante que sea, fácilmente puede pasar inadvertido o tener muy poco espacio. Los medios de comunicación tienen sus criterios para destacar o no un suceso, elevarlo a la categoría de titular, —chiva, primicia o escándalo—, comentarlo con mayor o menor despliegue, y en esta manera, controlar su impacto en la formación de opinión pública. Recientemente, los escándalos de corrupción que han indignado a los ciudadanos de varios países latinoamericanos, en los cuales se han visto involucradas numerosas figuras públicas, han merecido *

Editorial de Hoy en la Javeriana N° 1.324, enero-febrero de 2017

gran despliegue. De esa forma, un acontecimiento extraordinario en la historia de Colombia, no ha logrado capturar la atención del país y ser valorado en toda su magnitud. Se trata de la movilización de cerca de 6.900 guerrilleros, que con sus armas silenciadas, hace unas semanas se dirigieron a lugares determinados de la geografía nacional, donde hoy se hallan concentrados, dando cumplimiento a los acuerdos suscritos entre el Gobierno y las FARC. Es un hecho digno de especial reconocimiento, sin que por ello se desconozcan y menosprecien las dificultades que enfrenta un proceso tan complejo, con el cual se pretende superar definitivamente una larga confrontación armada. Sin la menor duda, podemos afirmar que es una buena noticia. Basta pensar en el número de vidas que se han salvado, la mayoría de ellas de jóvenes que forman en las filas de nuestras fuerzas militares y de policía; o que ingresaron en la


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guerrilla a temprana edad. Estos compatriotas, entre ellos muchos niños reclutados por la insurgencia, pueden ahora contemplar el porvenir con otros ojos. Y qué decir del sufrimiento de sus familias, que en las nuevas circunstancias sí tienen la posibilidad de reunirse con ellos y ya no sienten la zozobra de saberlos en combate. De igual forma, los escasos recursos económicos con que cuentan para vivir tantas familias en el campo no quedan bajo la amenaza de saqueo y destrucción. Además de estos imponderables beneficios que trae la desmovilización y la ausencia de hostilidades, se deben tener presente los logros en materia de seguridad para los ciudadanos, para su circulación por las vías del país, especialmente en zonas alejadas de las ciudades. Asimismo, debe recordarse la nueva orientación que puede hacerse de los fondos públicos que ayer eran esenciales para enfrentar a los alzados en armas o reparar sus daños a la infraestructura nacional. Claro que no se pueden desconocer los costos que implica el sostenimiento de esta transición y de los programas para la reinserción en la vida civil de estos ciudadanos que hicieron opción por la vía armada, desconociendo la ley, las instituciones y el orden social establecido. Indudablemente, hay temores y también desconfianza. Esto es comprensible teniendo en cuenta tanto los antecedentes como los intereses, a veces ocultos, de algunos actores de la vida nacional. No será fácil llevar a término lo relativo a la justicia transicional, con medidas de excepción que resultan

controversiales; lo mismo que lo relativo al manejo de los bienes acumulados por la guerrilla y la lucha contra el narcotráfico. En todo caso, no puede haber tregua para asegurar la presencia del Estado en esos territorios donde la autoridad pública había perdido vigencia. Ahora bien, todos tenemos algo que aportar y mucho que aprender para que este proceso tenga los resultados esperados. Es imprescindible la buena voluntad, no solo de quienes suscribieron los acuerdos, sino de todos los ciudadanos, que deberíamos dejar de lado aspiraciones personales e intereses partidistas que se agudizan por estos días ante la proximidad de las elecciones presidenciales. No podemos olvidar que la construcción de una nueva realidad social, que no se puede plantear en términos de una ciencia exacta, con variables controladas y precisión matemática, exige una evaluación continua, con prudencia, sin triunfalismos, para poder reconocer los desaciertos y procurar enmendarlos. Es necesario entonces que reconozcamos, por una parte, el valor monumental del paso que hemos dado en Colombia, -porque tan solo es un paso-, para dejar atrás el país que se había acostumbrado a la guerra; y por otra, el enorme esfuerzo que debemos hacer para avanzar en esta nueva dirección. Todos debemos renovar el compromiso decidido con la sociedad incluyente y democrática, solidaria, donde sea posible convivir tranquilamente. Sí, el reto es inmenso, pero bien vale la pena seguir apostándole a la paz.


HOMENAJE Peter-Hans KOLBENBACH, S.J. 1928 - 2016

Sergio BERNAL RESTREPO, S.J. 1933 - 2017



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LA TENTACIÓN DEL PODER Peter-Hans Kolvenbach, S.J.*

Todo lo que toca de cerca o de lejos a la autoridad, su ejercicio y sus abusos gira en torno a una paradoja. El mismo Jesús la ha resumido en esta declaración: “Vosotros me llamáis ‘El Maestro’ y ‘El Señor: os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (Jn 13, 13-14). Si por una parte se afirma su “autoridad” (Mc 1, 22), por otra en el ejercicio de esta autoridad el Maestro se da y no domina, siendo el primero en ponerse a los pies de los últimos de sus discípulos. Pedro deduce las consecuencias cuando exige una autoridad “no por sórdida ganancia, sino con generosidad, no como déspotas sobre la *

Tomado de Información S.J. n. 90, Madrid, marzo-abril de 2002, pp. 44-48.

http://www.cpalsj.org/wp-content/ uploads/2013/03/LA-TENTACIONDEL-PODER.pdf.

heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño” (1 Pt 5, 23). Así, a ejemplo del Maestro y Señor, la autoridad en la Iglesia está llamada a hacer oír su voz magisterial, pero al servicio del que, resucitado, no puede ya utilizar públicamente la suya, e igualmente a dar su propio cuerpo para repetir las palabras y los gestos que, aunque de la Iglesia, están al servicio de la memoria viviente de aquel de quien ninguno en la Iglesia podría prescindir y detrás del cual la Iglesia debe desaparecer aun cuando lo represente hasta que vuelva. La autoridad debe empobrecerse Existe una paradoja común a cualquier tipo de autoridad. Lo revela en origen de la misma palabra. La autoridad se despliega para hacer al otro autor de sí mismo, para aumentar en el otro su capacidad


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de ser y hacerse persona humana. Entonces la autoridad debe empobrecerse para enriquecer al otro hasta el punto de que alcanza su finalidad cuando el otro es capaz de tomar el peso y asumir a su vez el servicio que toda autoridad está llamada a prestar a la sociedad humana. Los niños no se hacen hombres sin la autoridad de los padres; si esta autoridad se reduce al mero ejercicio de poder y dominio, no se dará una verdadera educación, la cual consiste en sacar a la luz los talentos y posibilidades que se ocultan en el interior del niño. Sin excluir el eventual empleo de la fuerza, la autoridad se mueve por el don de sí al otro y mira paradójicamente a su perfección, y ésta se realiza cuando ya no es necesaria porque el niño ha adquirido el grade de libertad que le hace capaz de regirse a sí mismo. La misma paradoja condiciona la relación entre maestro y discípulo, entre profesor depende de su capacidad de poner toda su ciencia al servicio del estudiante aun con riesgo de que uno u otro de los estudiantes supere al maestro en saber, de lo cual el profesor debería alegrarse. Así la paradoja se concreta. La autoridad existe y subsiste en la medida en que da y entrega lo que ha recibido. Si, al contrario, guarda para sí el don recibido y se encierra en una suficiencia prepotente utilizando su capacidad para sus propios fines, se hace autoritaria y abusa el poder. Junto a la negativa a dar existe también el caso

de una autoridad que no tiene ya nada que compartir y se aferra a la letra de la ley o a la sola fuerza militar o dictatorial. El Señor, que conoce lo que hay en el corazón humano, no se hacía muchas ilusiones sobre la dificultad de vivir una exigencia paradójica fundada en la disponibilidad para morir a sí mismos para que el otro tenga más vida. Los evangelistas no esconden los abusos de autoridad practicados por los jefes religiosos en tiempo de Jesús. Particularmente violento es el discurso de Jesús con los escribas y fariseos (cf Mt 23, lss), que hacían ostentación de sí mismos en todas sus acciones, buscaban los primeros puestos y los saludos en las plazas, descuidando la justicia, la misericordia y la buena fe. No obstante, Jesús no niega su autoridad religiosa: estos jefes ocupan la cátedra de Moisés: por tanto, “hacer y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen”. Y el Señor repite la regla de oro de su autoridad: “El primero entre vosotros será vuestro servidor». La autoridad según Jesús Pero no faltan los intentos de hacerse con el poder dentro del grupo de los apóstoles. Los evangelios señalan un grupo privilegiado en tomo al Maestro: Pedro y los hijos del trueno Juan y Santiago; quizá se les añade Andrés como una especie de mediador entre la autoridad en el interior del grupo y los otros apóstoles de los que apenas conocemos los nombres y algunas palabras sueltas.


LA TENTACIÓN DEL PODER

Durante la cena pascual surgió de nuevo entre ellos la discusión sobre cuál de ellos era el primero. Esta vez Jesús define claramente lo que es la autoridad en el concepto de Dios su Padre y lo que es la autoridad dejada a la tendencia humana de independencia y suficiencia. “Los reyes de los gentiles los dominan y los que ejercen autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierna, como el que sirve” (Le 22, 24 26). El Maestro traza así una línea clara y definida ente actitud pagana, que en fin de cuentas revela ser inhumana, y el modo cristiano de ejercer la autoridad que, aunque suponga la muerte a sí mismo, conduce a una autoridad verdaderamente fructuosa para el hombre y a una verdadera libertad. Jesús denuncia con realismo una enfermedad congénita en todos los que asumen autoridad y responsabilidad: la tentación a encerrarse en un egoísmo larvado que latentemente o a la luz del sol aspira a la propia independencia y a la dependencia ajena. Para transformar esta enfermedad congénita en sano ejercicio de la autoridad plenamente responsable hace falta convertirse de continuo, descentrar el pensamiento y la acción de lo que parece espontáneo y del todo natural - el amor propio - para compartir lo que se es y se ha recibido para ser vicio ajeno. Así no hay que extrañarse mucho si el abuso de la autoridad asoma incesantemente por todas

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partes y en todos los tiempos y si el ejercicio de la autoridad está constantemente sometido a corrección y conversión, contestación y reconciliación. En la convicción de Pablo de Tarso, de que toda autoridad proviene de Dios (cf. Rm 1 3, 1), se puede leer la ayuda de Dios que la autoridad necesita en todo instante para vivirla en el espíritu del Maestro y Señor, presente en medio de nosotros como el que sirve. En la Iglesia de los apóstoles no faltan los abusos del poder. Si la autoridad del templo impone silencio a los discípulos del Resucitado, Pedro y Juan la interpelan sobre su derecho a cerrarles la boca: “¿Puede aprobar Dios que os obedezcamos a vosotros en vez de a él? Juzgarlo vosotros’! (Act 4, 19). De todas maneras los apóstoles asumen su responsabilidad en contradicción con la orden recibida puesto que ello no corresponde ni a su conciencia ni al bien común del pueblo de Dios. La auto ridad· va más allá de sus derechos: “Hay que obedecer a Dios antes que q los hombres” (Act 5, 29). Pero aun dentro de la Iglesia de los apóstoles se producen crisis de autoridad. Pablo de Tarso reconoce la autoridad de la Iglesia, pero se niega a seguir a Pedro y Barnabé en su conducta, que “no cuadraba con la verdad del Evangelio” (Gal 2, 13-14). De nuevo una situación paradójica. Los mismos apóstoles, que han llamado la atención de la autoridad judía sobre los límites de su poder, deben a su vez descubrir los de su propia autoridad en la


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Iglesia, que no considera como verdad sino lo que el Señor le ha confiado. La Iglesia está expuesta desde sus orígenes a ejercer de tal como su autoridad que algunos testigos pueden escribir con Pablo de Tarso: “La muerte de Cristo ha sido inútil” (Gal 2, 21). La autoridad y sus tentaciones Al inicio de este tercer milenio Juan Pablo II no ha vacilado en pedir perdón por los abusos de autoridad en la Iglesia y por parte de la Iglesia. Si han sido tantos los hombres y mujeres que han sufrido por la Iglesia del Señor, no faltan los que han sufrido por los hechos y actos de las autoridades de la Iglesia, imperturbablemente inmovilizadas a veces en costumbres antiguas o prisioneras de un poder que sólo el conformismo o el conservadurismo han construido. Con los ojos abiertos a la historia, la Iglesia puede confesar con el Evangelio que los que detentan la autoridad sufrirán siempre la tentación de abusar de una tal misión, humanamente imposible,

igual que Cristo aceptó ser tentado en el corazón de su ejercicio de autoridad para arrancar a sus servidores de esta aberración; pero puede asimismo declarar que los que detentan la autoridad han resistido a menudo esta tentación de abusar de la autoridad, gracias al Espíritu que ha hecho divinamente posible lo que era humanamente imposible. “Esta confianza con Dios la tenemos por Cristo. No es que por nosotros mismos estemos capacitados para apuntarnos algo como realización nuestra; nuestra capacidad nos viene de Dios, que nos ha capacitado para ser servidores de una alianza nueva, no basada en pura letra sino en el Espíritu, porque la pura letra mata y en cambio et Espíritu da la vida “ (2 Cor 3, 4-6). El Reino no se realiza sino con medios conformes al Reino. No es que, por seguir al que, siendo Maestro y Señor, lava los pies a sus discípulos, la autoridad se libre de sus enfermedades congénitas para hacer a todo hombre hijo del Padre, hermano de Jesús y autor en el Espíritu.


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BODAS DE DIAMANTE DEL RESTABLECIMIENTO DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Peter-Hans Kolvenbach S.I.*

1. Introducción No quiero dejar pasar esta importante fecha sin mandarles unas palabras de felicitación: la Pontificia Universidad Javeriana está de parabienes al celebrar sus bodas de diamante: el 1 de octubre de 1930 se firmaba el acta del Restablecimiento de la Universidad de San Francisco Javier o Academia Javeriana por iniciativa del P. Jesús María Fernández, Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia. La Universidad de San Francisco Javier tiene una larga historia, pues fue establecida el 13 de junio de 1623. Ese día la Audiencia y el Arzobispo reconocieron el Breve Pontificio del Papa Gregorio XV

*

Discurso pronunciado en Roma el 2 de junio de 2005.

(1621) y la Cédula del Rey de España Felipe IV (1622) que autorizaban para conceder grados universitarios al Colegio de la Compañía de Jesús de Santa Fe de Bogotá. 2. Historia e identidad La Universidad Javeriana del tiempo de la Colonia y la Universidad Javeriana de hoy están ligadas íntimamente a la Compañía de Jesús, y por ella a la Iglesia. Por eso reciben de ella su orientación fundamental y su mística que constituyen factores esenciales de su identidad. En el año 1938 se expresaba así el P. Félix Restrepo, segundo rector de la restablecida Universidad Javeriana: “en una cosa están de acuerdo los criollos estudiantes de la antigua Javeriana y los estudiantes modernos de la Javeriana renacida. Unos y otros llevan en sus almas un mismo


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ideal y buscan una misma meta… piensan en el porvenir de la patria, piensan en el bienestar del pueblo, piensan en poner toda su personalidad al servicio de una causa noble, al servicio de los ignorantes, de los oprimidos, de los pequeños, de los desgraciados”.

aprobados ya en los albores del siglo XXI. En ellos se habla del servicio “a la comunidad humana, en especial a la comunidad colombiana” procurando la instauración de “una sociedad más civilizada, más justa y más culta, inspirado en los valores del Evangelio”.

Desde el comienzo la Universidad Javeriana no solo quería formar personas que sobresalieran por la excelencia de su preparación académica de forma que tuvieran la capacidad de defenderse exitosamente en sus vidas, sino que sobre todo soñaba que quienes pasaran por las aulas de esta Universidad y en ella se titularan fueran personas en las que habitara “la Sabiduría”: Sapientia aedificavit Sibi Domum (Proverbios 9,1), según reza el lema de la Universidad.

3. El magis ignaciano, secreto del dinamismo de estos 75 años

Dios con su Sabiduría es quien ordena todas las cosas de este mundo y quien lleva adelante la historia según sus designios sabiendo incluso sacar bienes del mal que realizamos los humanos. Para ello quiso necesitar de la libre colaboración de hombres y mujeres, que destacando en “virtud y letras”, vayan descubriendo la sabiduría que confiere armonía y concierto al cosmos, y vayan realizando la historia de los hombres y de los pueblos según los designios de Dios con un corazón sensato y fuerte. Esta ideal de la identidad Javeriana forjado en el siglo XVII –formar personas que no solo almacenen conocimientos e información sino que adquieran sabiduría- se refleja de nuevo en los últimos estatutos

La Sabiduría de la que habla el lema de la Universidad no es solo claridad sino también fuerza que va llevando el mundo y la historia hacia su realización. El secreto último del dinamismo que ha mostrado la Universidad Javeriana estos últimos 75 años queremos ponerlo en la misma fuerza de Dios que es la que impulsa uno de los rasgos más típicos del espíritu de la Compañía de Jesús: el Magis Ignaciano. La fuerza para el bien no es solo una fantasía que aparece en las películas de ciencia ficción tan de moda hoy, sino que es una realidad que experimentamos en nuestras vidas. Esa es dinámica interior que nos impulsa a buscar siempre lo mejor, a no cansarse a pesar de los años, a no quedarse nunca satisfechos sino buscar siempre una realización mejor. Esto se puede ver a lo largo de estos 75 años en los que la Javeriana ha mostrado un dinamismo extraordinario. En la década de los treinta nace la Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas gracias al empeño del P. Jesús María Fernández, artífice del restablecimiento de


BODAS DE DIAMANTE DEL RESTABLECIMIENTO DE LA PUJ

la Universidad. Le siguen las Facultades de Filosofía y de Teología, estas últimas constituidas en Facultades Eclesiásticas. De esta forma, la Santa Sede erige canónicamente la Universidad y le confiere el título de Pontificia. A estas Facultades que habían existido en tiempos coloniales, se unieron otras con el paso de los años hasta llegar a conformar el amplio horizonte académico que hoy ofrece la Universidad en todos los campos del saber. Merece destacarse la labor pionera adelantada por la Universidad en los estudios interdisciplinarios y en las modalidades de educación abierta y a distancia, y de educación continua. Y esto sin hablar de las construcciones, del crecimiento y modernización de la Biblioteca, del número y la calidad de sus publicaciones y revistas, de un sin fin de actividades culturales, deportivas y pastorales. Se trata de un dinamismo tan extraordinario que cabe preguntarse si el aumento en cantidad y en números no daña la calidad del servicio que se quiere prestar a las personas de los estudiantes y al mismo país. El riesgo es real. Y en la celebración de este aniversario podemos preguntarnos: ¿Ha bajado en calidad la Pontificia Universidad Javeriana al distraerse y poner el dinamismo del Magis más en la cantidad que en la calidad? Por eso era tan importante entrar en un proceso de planificación estratégica que convirtiera en hábito de la Universidad la cultura de la planificación y evaluación continua.

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Este proceso culminó con la renovación de los Estatutos en el año 2002. Pero fue sobre todo un hecho externo el que permite responder si la Universidad Javeriana, con tan gran desarrollo de Campus, carreras, estudiantes y profesores, ha dañado o no la calidad de su servicio: El 12 de junio del 2003, precisamente 380 años después de aquel primer reconocimiento de las autoridades civiles, el Ministerio de Educación de Colombia entregó a la Pontificia Universidad Javeriana la acreditación institucional, siendo la Javeriana la primera institución que en Colombia ha alcanzado este reconocimiento público, después que había recibido ya la acreditación de 12 de sus programas de pregrado. 4. Conspiración para el bien del país Tantas personas en este mundo, y en este país, se reúnen en conciliábulos secretos para trazar estrategias que no se atreven a hacerlas públicas pues en ellas no se promueve el bien común ni sus determinaciones son fruto de la Sabiduría que tiene su raíz en Dios. Les invito a los Javerianos a formar un club abierto para conspirar por el bien de este país: quisiéramos hacer un llamado a todos quienes sienten en su corazón el llamado de la Sabiduría. Me dirijo en primer lugar a los Directivos y profesores de la Javeriana: para que mejoren cada día la enseñanza, la investigación y la proyección social de la Universidad.


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Para que sus determinaciones y conocimientos contagien sabiduría a los jóvenes que no solo sueñan en tener más dinero sino que sobre todo quieran crecer en “virtud y en ciencia”. Que el clima que respire esta Universidad sea el de esa sociedad nueva que queremos construir en Colombia, conspiración de hombres y mujeres honestos, competentes, solidarios, en cuyo corazón habita y crece la Sabiduría. Pero me quiero dirigir con una urgencia especial a los Antiguos Alumnos Javerianos. Ellos son, como decía tan acertadamente el benemérito P. Jorge Hoyos, “la universidad viva y actuante en el país”. La Javeriana no son tanto sus edificios, su historia, sus publicaciones, sus teorías, sino los hombres y mujeres que han bebido aquí la Sabiduría y tienen la fuerza para

hacerla fructificar en sus hogares, en sus trabajos y en la sociedad en la que viven. Ojalá que ser Javeriano signifique ser honesto, luchador por una sociedad justa que conquista la paz, profesional competente que no solo se preocupa del propio bienestar sino que sueña y se sacrifica por una patria mejor. 5. Despedida Termino con un deseo que lo transformo en Oración al presentarlo a nuestro Dios: Señor, haz de esta Universidad y de cada uno de sus dirigentes, profesores, trabajadores, alumnos y antiguos alumnos, la morada de tu sabiduría; transfórmalos en instrumentos de tu acción por una Colombia mejor y más de acuerdo al designio de tu Reino de justicia, de amor y de paz.


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RESPUESTA CRISTIANA A LA GLOBALIZACIÓN Sergio Bernal Restrepo, S.J.*

Capítulo 1 Características y límites de la globalización E1 lector desprevenido podría pensar que hablarnos de la globalización dejándonos llevar por la moda. En realidad tratamos de reflexionar sobre un fenómeno que está afectando nuestra vida diaria en niveles superiores a los que imaginamos. Inclusive estudiosos de fama como Anthony Giddens dicen que no hay discurso político completo ni manual de negocios aceptable sin una referencia a la globalización.1

*

Lecciones recogidas en publicación del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, 2005.

1

Cfr. GIDDENS Antohny, The third Way: The Renewal of Social Democracy London, Polyti Press 1998.

En este artículo trataremos de comprender el fenómeno, conscientes de la dificultad que ello supone, dada la diversidad de opiniones y aun de terminología que hay entre los autores que se ocupan de él.2 Ofreceremos elementos que ayuden a comprender qué se entiende por globalización para poder asumir ante ella una actitud crítica. En los ambientes de lengua francesa se habla de mundialización, mientras en los demás, sobre todo en aquellos dominados por el influjo sajón, se prefiere el término globalización y esa éste al que nos vamos a referir.

2 Basta comparar el pensamiento de Giddens, uno de los sociólogos más importantes del momento, con el de un experto en la teoría de negocio,, Kenichi Ohmae, para darse cuenta de los contrastes.


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Hoy, más que en el pasado, podemos constatar que las acciones de un agente social pueden tener un impacto sobre otros que se encuentran a veces en lugares diversos y aun lejanos. El espacio se comprime, gracias a los grandes progresos de la tecnología, sobre todo de la informática y de la comunicación, que permite superar los límites de tiempo y espacio. Esta misma tecnología facilita enormemente la actividad económica y, sobre todo financiera, permitiendo la circulación de inmensas sumas de dinero en pocos segundos, dando al capital una volatilidad que favorece las transacciones, pero que puede causar efectos nocivos como se ha podido constatar en tiempos recientes. Uno de los resultados de la globalización es la creciente interdependencia a todos los niveles de la vida social, política y económica, pero con el predominio del factor económico que hace que algunos autores tiendan a identificar la globalización con la economía o las finanzas, ignorando otros aspectos importantes que inciden en la marcha de toda la sociedad. Mucho se discute sobre si el fenómeno es nuevo, o, simplemente una etapa en la evolución normal de las instituciones sociales. Tampoco hay un acuerdo entre los expertos sobre los comienzos de la globalización. Sin duda alguna con el descubrimiento de América se inició el fenómeno de la mundialización, es decir, de la ampliación geográfica del mundo conocido entonces por los europeos, de la intercomunicación de culturas y la formación de un gran bloque

cultural llamado occidental. Algunos piensan que el fenómeno comienza con los tratados de Bretton Woods en 1944, de los cuales nacieron el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio. Otros ponen el comienzo en 1973 cuando el Presidente Nixon decreta la suspensión de la convertibilidad del dólar. Y, por fin, otros ven la caída del muro de Berlín en 1989 como la fecha decisiva en este proceso, pues este hecho significó la caída del sistema socialista en algunos países europeos y en la Unión Soviética, y el triunfo del sistema capitalista con la ideología neoliberal. El término globalización fue propuesto por primera vez por el economista americano Theodore Levitt en 1983. Ulrych Beck considera que lo específico del proceso de globalización está en la extensión, densidad y estabilidad de las redes de relaciones recíprocas regionales y globales y de su autodefinición multimedial así como de los espacios sociales y sus respectivos flujos de imágenes a nivel cultural, político, financiero, militar y económico. Por ello la sociedad mundial no es una mera sociedad nacional que contiene y anula en sí todas las sociedades nacionales, sino un horizonte mundial, caracterizado por la multiplicidad y la no-integración que se manifiestan solamente cuando este horizonte es producido y conservado en la comunicación y en la acción. Beck no está de acuerdo con los escépticos de la globalización que se preguntan qué hay de nuevo en ella. Según él, estos críticos se equivocan


RESPUESTA CRISTIANA A LA GLOBALIZACIÓN

desde un punto de vista histórico. Empírico y teórico. No sólo es nueva la vida y el obrar cotidiano que han superado los límites de los Estados nacionales formando densas redes con alta dependencia recíproca y con obligaciones mutuas. También lo es la autopercepción de esta transnacionalidad (en los medios, en el consumo, en el turismo); nueva es la pérdida del lugar de comunidad, trabajo y capital; la conciencia global de los peligros ecológicos y los correspondientes campos de acción; la percepción indefinible del otro transcultural en la propia vida, con todas las certezas discutibles. Es nuevo el nivel de circulación de la industria cultura] global; el número y el poder de los actores, instituciones, acuerdos transnacionales; por fin nueva es la dimensión de la concertación económica, así aparezca con o frenada por la renovada competencia del mercado mundial que supera todas las barreras. Globalización quiere decir, por tanto, no-Estado mundial. O mejor, sociedad mundial sin gobierno mundial Se va extendiendo un capitalismo global desorganizado porque para Beck no existe una potencia hegemónica ni un poder internacional económico ni político.3 Tal vez este último punto tendría que ser revisado ante el creciente dominio del poder hegemónico de Estados Unidos. Resulta interesante leer un trozo del Manifiesto del Partido Comunista

3

Cfr. BECK U.. Checos’e la globalizzazione? C arocci, Roma, 1999. pp. 25-26.

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escrito en 1848 en el que ya se describía una situación que hoy algunos conciben corno la globalización. Decían Marx y Engels que ya en aquella época la grande industria había creado el mercado mundial. Las industrias tradicionales ya no transformaban sus propias materias primas, sino que las importaban de tierras lejanas y los productos se consumían en todas partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades que se satisfacían con productos nacionales, nacían nuevas necesidades que exigían la importación de productos de lugares y climas lejanos. En lugar del antiguo aislamiento de las provincias y las naciones que eran autosuficientes, se desarrollaban relaciones universales y una interdependencia universal entre las naciones. Aunque nuestro propósito no es el de hacer historia, no podemos dejar de encuadrar la materia de nuestro estudio históricamente para lograr una mejor comprensión y para entender, por otra parte, que la historia procede de manera linear, acumulando el saber de generaciones pasadas incorporando nuevos conocimientos e invenciones sujetas a un continuo desarrollo. La globalización, como toda realidad histórica, es un proceso lleno de contradicciones. Así, por ejemplo, mientras algunos lo ven como el camino para lograr velozmente el ansiado desarrollo de todos los pueblos, los hechos están demostrando que la globalización produce un aumento de riqueza, pero que ésta termina en manos de unos pocos. Mientras cerca del 80% de


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la población mundial no encuentra solución a sus necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, la salud, la educación, el acceso a la tecnología, etc., otros pocos se benefician logrando aumentar su riqueza en proporciones nunca antes imaginadas. Según los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los países ricos controlan el 60% de los recursos alimenticios del mundo, el 70% de la energía, el 75% de los minerales, el 83% de las transacciones comerciales, el 90% del ahorro y el 95% del crédito bancario. Las rentas de tres personas equivalen al producto interno bruto de 48 países pobres y el patrimonio de 15 individuos es superior al producto interno de toda el África subsahariana; 84 personas poseen más riqueza que 1.200 millones de chinos. La verdad es que, tanto los que defienden, como los que atacan la globalización tienen parcialmente razón. Todo depende de la óptica desde la cual se analiza el proceso. Pero los efectos negativos de la globalización no afectan solamente a los pobres. Los países ricos están experimentando una crisis laboral ocasionada por la transferencia de la

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Según el Informe Global 2003 sobre ascentamientos humanos de la agencia Habitar de las Naciones Unidas, en América Lacina el 31% de los habitantes de las ciudades viven en la marginalidad. Sólo en los últimos siete años el número de personas que viven en la marginalidad urbana en el mundo, se ha duplicado llegando a mil millones de personas.

producción manufacturera a países donde la mano de obra es barata. Los procesos migratorios son vistos por los países receptores como una amenaza no solamente para sus economías, sino también para su identidad cultural. Contrariamente a cuanto piensan muchas personas, los fenómenos que consideramos no pueden reducirse a los que económico. Detrás de bambalin as hay una ideología que escribe el guión. Ricardo Petrella5 hace ver que para poder limar las incongruencias de la globalización hay que estudiarla en el contexto cultural deslegitimando lo que él llama el «Relato neo­liberal». Con este término se quiere indicar toda la filosofía que está en la base de la afirmación de una globalización sin reglas. Esta globalización se ha convertido en el paradigma triunfante en el actual contexto histórico porque es conforme con los intereses de las fuerzas dominantes. La globalización en su forma actual es el relato retórico impuesto por estas fuerzas que piensan que el mercado debe organizar la economía y la sociedad. Podemos afirmar que se trata de una ideología dominante porque todos los centros de poder se orientan independientemente en esta dirección. Es importante ir a la raíz para desenmascarar los fundamentos de esta ideología.

5 Cfr. «La narrazione neoliberista», in AA.VV., Alternative al neoliberismo. L’Altrapagina, Cittá del Castello, 1998; Dentro e fuori la gobalizzazion. Passando per Africa, Cipsi, 1999.


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De la premisa del dominio del mercado se pretende concluir, como consecuencia lógica que todos los sectores de la economía tienen que ser liberalizados para poder lograr una integración mundial.6 También se sigue de este presupuesto la pérdida por parte del Estado de muchas de sus prerrogativas y así éste termina limitándose a ser el árbitro de las reglas de juego. A fin de cuentas es el capital privado el que termina orientando las decisiones que controlan la economía. Finalmente, la competencia es la nueva regla de comportamiento. El hecho de ser competitivos confiere derechos y legitimidad para gobernar el mundo y decidir sobre sus prioridades. De todo lo anterior se puede intuir cómo la primera víctima de la nueva ideología es el bien común que es sustituido por el bien individual,

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Naturalmente esta imposición liberadora de los mercados se rige por un doble patrón. Los países ricos protegen su agricultura con grave detrimento de los pobres. Según un reciente estudio del Banco Mundial: Perspectivas económicas mundiales y los países en desarrollo 2004: cumpliendo la promesa del Programa de Doha, la Unión Europea le entrega a sus agricultores 100.000 millones de dólares anuales que hacen bajar los precios del azúcar, los lácteos y el trigo en los mercados mundiales, mientras que los productores de algodón de Estados Unidos reciben subsidios de más de 3.000 millones de dólares anuales (el triple de la ayuda externa de Estados Unidos a África). Esta ayuda reduce los precios mundiales del algodón y excluye a agricultores pobres, pero eficientes de África Occidental. El fracaso de la Conferencia de Cancún, un triunfo aparente de los países pobres, terminará siendo de gran provecho para Estados Unidos.

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pero sobre todo por el de las grandes corporaciones que dominan el mundo del mercado. La tecnología, que es, sin duda, un bien del hombre, se convierte en tecnocracia que se pone como base del desarrollo. Petrella aboga por un nuevo contrato social que rescate algunos bienes y servicios patrimoniales comunes a la humanidad, como la salud, la educación, el agua, la infraestructura.También se evidencia la necesidad de recuperar para los poderes públicos su relación co n la sociedad civil y su capacidad de regir el mercado global. La postmodernidad y la ideología neoliberal van forjando el llamado «pensamiento único». Ignace Ramoner7 piensa que éste es la traducción en términos ideológicos con pretensiones de universalidad, de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, especialmente del capitalismo internacional. Sus fuentes principales son las grandes instituciones económicas y monetarias que, gracias a sus financiaciones, logran reclutar al servicio de sus propias ideas numerosos centros de investigación en todo el planeta: univerdidades y fundaciones que perfeccionan y difunden la «buena noticia» que es reproducida por los grandes órganos de difusión e información económica. Por todas partes las facultades de ciencias económicas, los periodistas,

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Cfr. RAMONET Ignace. «La tiranía de la comunícación» en Asterios, Trieste, 1999, págs. 123- 125.


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los escritores y los mismos políticos aceptan los mandamientos de estas nuevas tablas de la ley y, a través de los grandes medios de comunicación de masa, los repiten hasta la saciedad. Son muy conscientes que, en nuestra sociedad mediatizada, repetir equivale a demostrar. En este contexto la economía asume el puesto de mando. Pero se trata de una economía liberada del obstáculo de la preocupación social que es vista como una especie de escoria cuyo peso es causa de regresión y de crisis. Conceptos complementarios del pensamiento único son: el mercado, la competencia, el libre cambio sin límites, la división internacional del trabajo, la moneda fuerte, la deregulation, la privatización, la liberalización, el desmantelamiento del welfare, la indiferencia ante los costos ecológicos, etc. Las leyes del mercado dominan imperturbables el panorama mundial. Ante esta situación dominante se difunden reacciones de resignación, de adaptación, de condescendencia, un pensamiento único de la fatalidad. Piensa Ramonet que en contraste con el cuestionamiento a todas las certezas que orientaban a la sociedad, surge un nuevo dogma, según el cual todo funciona bien si se encuentran la oferta y la demanda. Cualquier problema es transitorio y se resolverá cuando se realice este encuentro fatídico. La globalización es vista por Serge Latouche8 como una el descubrimiento de América. La inquietud

nace del desequi­máquina infernal, fruto del ingenio humano, que termina por volverse co ntra su mismo creador. Anónima e irresponsable, se ha vuelto prácticamente incontrolable. Esta rebelión de la má­quina se manifiesta de tres maneras diversas y complementarias: Escapa a cualquier regla política, lleva a un callejón sin salida y es profundamente injusta. A nivel político se constata la intrusión de la tecnocracia burocrática. Latouche entiende por tecnocracia, hacer de los problemas técnicos la principal preocupación de los políticos, o peor aún, calificar como técnicos todos los problemas con la esperanza de poderles dar soluciones técnicas. es decir, solu­ ciones que son exclusiva competencia de los ejecutores. Las autoridades políticas de los mayores Estados nacionales industrializados no son más que profetas de segunda clase que oprimen a sus gentes aplicando puntualmente reglamentos opresivos. Pero sujetos totalmente a las órdenes del poder cen­tral y jerárquico y totalmente dependientes del mismo. Este poder central del Big Brother es completamente anónimo y sin rostro. Una confirmación de esta hipótesis la encontramos en los sufrimientos impuestos a las clases más débiles de nuestra sociedad por los dictámenes inapelables del Fondo Monetario Internacional, pensados como mecanismos necesarios para sa­ near la economía y poder hacer frente a las obligaciones

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LATOUCHE S., La megamacchina. Bolati Boringhieri, Torino, 1995,pp.35-38.


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contraí­das por los países como fruto de su fuerte endeudamiento. El mundo ha emprendido una carrera alocada por el pro­ greso. Para Latouche, no se trata de revivir la nostalgia romántica de un universo pre-técnico. Las técnicas actuales, en sí mismas, aún las más audaces como la biotecnología o la física nuclear, no son condenables. Probablememe no son más delirantes que la invención de la rueda o del fuego, o de la máquina a vapor o del descubrimiento de América. La inquietud nace del desequilibrio entre el nivel técnico alcanzado y la máquina humana encargada de fabricar socialmente los ciudadanos. Se puede concebir la fabricación social de personas sanas incorporando prótesis en un mundo sano poblado de máquinas. Las mismas técnicas podrían quizás ser utilizada de manera positiva en otra sociedad reconciliada consigo misma, aunque tal sociedad esta­ría sin duda basada sobre otras técnicas. Es angustioso ver que técnicas súper potentes pueden ser utilizadas sin control por empresas que no tienen otra ley que la de la ganancia, por señores de la guerra que sueñan solamente en el dominio, por burócratas que buscan solamente la eficiencia opresiva en un mundo sin ánima, sin coherencia y sin proyecto. Finalmente. para Latouche, la dinámica de la máquina social planetaria es infernal porque es gravemente injusta. Programada para realizar la mayor felicidad para el mayor número de per­sonas, está realizando la infelicidad de la mayoría, si no de to­dos. después de haber favorecido

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escandalosamente a pocos poseedores. El millar de hombres más ricos del planeta, según el mismo Banco Mundial, dispone de una cantidad de recursos cien veces mayor que la del millar de los más pobres. En estas condiciones la universalidad de que tanto se precia el occidente es un engaño. No es que los pobres estén retrasados y que puedan alcanzar algún día al pelotón. Simplemente, han sido excluidos de la carrera. Y aquí te toca una de las consecuencias más dramáticas de la megamáquina; el hecho que ella no solamente lleva a la homologación, sino también a la exclusión. El ámbito de la producción se ve también afectado por los procesos en curso. Stefano Zamagni9 hace notar que se da una desestructuración de los modos tradicionales de organizar la actividad productiva y hace mención de Peter Drucker quien afirma que la empresa de ayer, la anterior a la globalización, era como una pirámide con una base sólida bien asegurada en el territorio, mientras la empresa de hoy se parece más a una tienda de campaña que hoy está en un sitio y mañana en otro. El eco­nomista P. N. Giraud las llama «empresas nómadas» a causa de su falta de raíces en un determinado país. Una gran empresa hoy día puede tener su sede en Nueva York, mientras la pro­ducción efectiva puede realizarse a millares de kilómetros de distancia. Esta tendencia llamada «deslocalización»

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ZAMAGNI S., «Cos’è la globalizzazione?», Quaderni per lo sviluppo, Vita, 2001, pp. 6-8.



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lleva consi­go una disminución de la responsabilidad del empresario con respecto al territorio circundante. Surge la pregunta: ¿a quién debe responder el empresario de hoy? P. Dunlap responde que a los propios accionistas, es decir, a todos los que invierten en el mercado de capitales en todo el mundo. Así se entiende el pa­so de sociedades multinacionales a sociedades transnacionales. Pero, además, se destruye la relación entre la política y la economía. Hasta 1975 (para Zamagni, es el comienzo de la globa­lización), el poder político fijaba las reglas del juego económico y vigilaba su observancia. Los gobiernos más estables garanti­ zaban economías sólidas. Hoy los gobiernos ceden cuotas de soberanía a otros sujetos que emergen de la sociedad, no de la economía. Hay que pensar en nuevos instrumentos de inter­vención de la política en la economía. En el pasado los gobiernos eran bastante autónomos para usar los instrumentos fiscales y de cambio. Hoy día, ningún gobierno nacional se puede dar el lujo de proceder solo en estos campos: hay que tener en cuen ­ta todos los demás países. Los instrumentos que antes eran efi­caces, hoy han perdido su fuerza para asegurar el bien común. Hay que buscar nuevos instrumentos para lograrlo. En este mundo globalizado surgen nuevos actores que van tomando el puesto de los tradicionales. Por desgracia no se trata de un proceso de democratización que permita la entrada de nuevos actores que se encontraban en posiciones de inferioridad, sino de las compañía

transnacionalcs. Susan George,10 dice que de las 40,000 existentes en todo el mundo, sólo unas cien son verdaderamente importantes, es decir, que tienen algún po­der decisional. Estas cien compañías controlan dos tercios del comercio mundial. Según S. George, no es fácil hablar de comercio libre si se piensa que las mismas multinacionales se encargan de fijar los precios de los productos y que sus transacciones se hacen por caminos que prácticamente nadie conoce. Casi todas las inver­ siones que hacen estos monstruos, se hacen en el hemisferio norte. Al Sur llegan poco más de 400 millones de dólares, concentrados en pocos países. Pero estas inversiones no favorecen el desarrollo de estos doce o trece países. El porcentaje de po­blación que estas compañías emplean en ellos, no pasa del 1%. En 1998 las multinacionales produjeron ocho veces más de lo que producían en 1982, pero empleando el mismo número de trabajadores. Los despidos son comunes porque el mayor costo de la producción es la mano de obra que en Estados Unidos, todavía representa cerca del 70% de los costos de producción. El otro grupo de operadores de la globalización que men­ciona S. George, son los operadores financieros. La globaliza­ción de las finanzas ha sido posible, gracias a los grandes

10 GEORGE Susan. «Come è la globalizzazione?» in La sfidadi Noé, Emi Bologna. 1998. pp. 16-19.


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cambios que han ocurrido a nivel tecnológico. Hoy es posible transfe­rir billones de dólares en un santiamén Según un experto en materia, en los años setenta el 80% del dinero circulante en el mundo estaba relacionado con la economía real y só lo el 20% correspondía a las transacciones puramente especulativas o de divisas. En la actualidad casi el 95% de todo el dinero circulante no tiene nada que ver con la economía real. Mientras hace vein­te años se financiaba la producción y el comercio principal­mente, hoy se financia el dinero. Hoy se gana dinero con el dinero sin tener que pasar por el valor real. Hoy, nada de in­ventarios de productos reales, nada de mercado de productos reales. Sólo apuestas, índices, cifras que suben y bajan. El problema con los billones y billones de dólares que giran por el espacio cibernético es que no son controlados ni pagan impuestos porque no tocan tierra en ninguna parte. Si se en­contrara un modo de gravarlos tal vez esas ganancias llegarían a las manos justas. No debemos olvidar que, a veces, estos mercados pueden explotar como fue el caso mexicano y el del Sudeste Asiático con consecuencias para todo el mundo. Y los dineros que se pierden son, precisamente, los de los contribuyentes y de los ahorradores. Las medidas del FMI terminan beneficiando a los grandes inversionistas y especuladores que se mueven en estos mercados. Por fin, el otro grupo de operadores en la globalización son los intelectuales que Marx llamaba los

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«ideólogos conceptuales». Su función es la de reforzar las ilusiones de las clases dirigentes. Hay muchos que son pagados con fuertes sumas por los intere­sados de la derecha, para hacer creer al mundo que la globali­ zación es cosa buena y absolutamente inevitable. Igualmente, nos dicen que sus actores hacen cosas maravillosas con sus minas, sus empresas petroleras, sus compañías electrónicas. etc. Es todo en beneficio del llamado Grupo de Davos que, desde este pe­ queño paraíso turístico suizo deciden la suerte de la economía mundial. Se consideran los verdaderos patronos del mundo y, en realidad, son muy influyentes. Capítulo 2 El impacto de la globalización Ya en todo lo anterior hemos aludido a las consecuencias de los procesos actuales sobre la vida de las personas y la organización de la sociedad y a la dificultad de analizar la globaliza­ción y de hacernos un juicio sobre ella, debido a su complejidad y a la rapidez con que procede. No se trata de rechazarla ni de subirse al tren sin más. Tampoco se puede negar que la globa­lización ha producido resultados positivos para mucha gente, pero tampoco podemos ignorar que ha dividido el mundo, así lo nieguen algunos, entre ganadores y perdedores. Desgra­ciadamente se ha inventado el término de «políticamente in­ correcto», para calificar a los críticos del fenómeno. Veamos, pues, algunos aspectos que requieren nuestra con­sideración


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por la manera cómo influyen en nuestro compor­tamiento y hasta en nuestro modo de pensar. A manera de resumen, podemos decir que para entender la globalización hay que tener presente que se trata de un proceso de networking o interacción-red financiera, económica, política y cultural que comenzó en las grandes organizaciones, y especialmente las corporaciones de la tecnología de la comunicación y la información, en el contexto de la crisis económica causada por los precios exorbitantes del petróleo en 1973. El proceso luego se vio reforzado por el fracaso del socialismo real en la Europa del Este y en la Unión Soviética. Finalmente, y este es un elemento importante, el surgimiento de la globalización ha sido acompañado por el descrédito de las ideologías y de lo que algunos llaman los «Grandes Relatos». El impacto arrollador que los procesos tienen sobre la gente, debido en gran parte a las mediaciones informáticas, ha hecho que el cristianismo sea uno de esos «Grandes Relatos» puestos en duda, asimilado a los demás y dejado a la libre ele cción del «consumidor». Las jóvenes generaciones expuestas desde su tierna infancia a los medios, están acostumbradas al impacto visual en un proceso intuitivo que confiere una mayor capaci­dad receptiva, pero que inhibe los procesos lógicos. con lo cual terminan siendo víctimas ingenuas de la ideología dominante. Uno de lo efectos de este bombardeo continuo de los me­dios es el cambio que se opera en la escala de

valores. El valor económico, y más concretamente el mercado, prevalece sobre todos los de más. Cuando se habla de valor se pierde el sentido real del término y se entiende sólo lo material, lo que puede ser cuantificable. De esta manera se llega a mirar cualquier rea­lidad desde una óptica reductiva que juzga todo desde el valor económico. Se busca la conveniencia y la ganancia hasta en las relaciones interpersonales. La persona va asumiendo una «es­trategia» en su vida de relación. dominada por el riesgo y el provecho personal, sin darse cuenta de la manipulación de que termina siendo víctima. En realidad en la sociedad dominante la persona vale sólo por aquello que produce y consume. Aquí se presenta un serio reto a la evangelización. ¿Qué ca­pacidad tiene el joven de hoy para aceptar la propuesta cristiana? Libânio11 hace un buen análisis del problema estudiando el impacto que la globalización tiene sobre la fe. Dice que nuestra reflexión debe tomar el dato de la globalización y hacerse dos preguntas: ¿Cuáles son las exigencias de cambio que la globali­zación impone a nivel de fe y a nivel de pastoral? Es decir: ¿Có­mo discierne la fe cristiana las valencias positivas y negativas de la globalización a nivel de comprensión y de acción pastoral? La globalización está produciendo un fenómeno de sin­cretismo y de relativismo, una cierta nivelación de 11 LIBÁNIO J.B., «Globalizaçáo na perspectiva da fè» en Perspectiva Teológica,36 (2003) 95-103.


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lo religioso que tiene serias implicaciones ecológicas. La globalización no es solamente un flujo de cultura dominante, sino también la circulación de todo lo exótico cultural posible. Las diferentes religiones se expresan a través de Internet en formas muy va­riadas, muchas de ellas desconectadas del sistema religioso mayor (las grandes religiones). Resulta de ello que cada uno las capta como quiere. La fe, entonces, es percibida como la organización de las creencias según las necesidades del momento. El sujeto se convierte en el polo organizador de su propia fe, sin alguna vinculación eclesial. Mientras más crece la globalización mayor será esta tendencia.

ión «supermercado de la fe» que permite escoger el producto deseado entre muchas ofertas. Las religiones ofrecen su producto para que los fieles escojan.

Este proceso lleva consigo una relativización de la fe ver­dadera que pierde la consistencia que le viene de la Revelación. Todas las verdades religiosas se presentan como igualmente válidas y toca a cada uno escoger la que mejor responda a su búsqueda. El lado objetivo de la fe se pierde en el subjetivo. Cierto, no podemos reducir la fe puras creencias. Se trata de un compromiso personal, de una respuesta al llamado de Dios. Pero, para un cristiano hay referencias necesarias que no pue­den entrar en el juego del mercado.

Uno de los problemas preocupantes es el del tremendo individualismo que crea relaciones virtuales que desagregan al sujeto de la vida comunitaria real. La fe cristiana pide por su mis­ma naturaleza una auténtica comunidad de fe. No basta una simple participación electrónica. La sustitución de lo real por lo virtual a nivel personal y comunitario es un desafío a la fe cris­tiana que se funda en el realismo del sacramento.

La globalización engendra un hábito selectivo en todos los campos. Ante la variedad de canales televisivos, por ejemplo, el espectador termina sintiéndose dueño de los programas saltando de un canal a otro. Algo parecido sucede en el campo de la fe. Hoy se usa, aunque impropiamente la expres

Una cierta nivelación religiosa tiene lugar hoy. Todas las ex­presiones religiosas se ponen en el mismo plato de la balanza que se inclina, no por el peso objetivo ni por la fuerza de la verdad, sino por la mano del sujeto que manifiesta su preferen­cia por el producto ofrecido. El paso de una religión a otra se percibe como algo propio de lo cotidiano y asume características de normalidad en la cultura homologante de la globalización.

Este individualismo es exacerbado por la posibilidad que ofrece la informática, de hacer experiencias religosas en el aislamiento del propio yo sin contacto real con los demás. Son vivencias que empiezan y terminan en el yo, lo cual es contra­rio a la fe cristiana que es comunitaria y de servicio al hermano. De este modo se refuerzan los efectos negativos que el pro­greso tecnológico produce, con los que resultan de la ideología dominante. Surge un nuevo tipo de


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persona alienada y, por lo mismo, inconsciente de su enajenación. El yo económico es exasperado haciendo imposible la práctica de la solidaridad y agravando el problema de la exclusión. En la toma dedecisiones prevalece el interés individual sin tener en cuenta las implicaciones que las decisiones puedan tener sobre los demás y así se pierde el sentido de la responsabilidad (todos responsables de todos).

principios del pensamient o cristiano y los valores que rigen el proceso de globalización: la solidaridad en contraste con el individualismo exagerado y la búsqueda del provecho individual; la responsabilidad, ante la pérdida de la propia iden­tidad; la destinación universal de los bienes a la que se opone un concepto egoísta de la propiedad privada; y la subsidiaridad que está siendo desafiada por las hegemonías políticas, econó­ micas y culturales. Resulta interePero, desde otro punto de vista, sante notar cómo algunos am­bientes esta globalización abre po­sibilidades que tradicionalmente defendían la casi infinitas para diseminar la in- globalización sin reserva alguna, formación religiosa cristiana. Por hoy comienzan a manifestar una ejemplo, algunos portales religiosos preocupación ética ante los efectos ofrecen la posibilidad de encontrar negativos demasiado evidentes que respuestas a las propias dudas, etc. no se pueden ocultar detrás de La globalización permite también las ideologías. El problema de la la creación de una conciencia pla- pobreza creciente, por ejemplo, es netaria que podría abrirnos a una considerado por el Banco Mundial vivencia eclesial de fe mucho más como el mayor problema del mundo amplia. contemporáneo. Los escándalos recientes de Wall Street facilitados por Estas reflexiones de Libánio nos la financiarización de la economía, ofrecen un buen ejemplo del dis- entre otras causas, han dado un grito cernimiento de la globalización La de alerta y han puesto en primera Iglesia entendida como la totalidad línea la preocupación por las normas de los fieles bautizados, pero es- éticas. El mismo Banco Mundial ha pecialmente aquellos que están en debido incluir entre sus políticas la posición de liderazgo, enfrentan el lucha contra la corrupción, pues reto de dinamizar las grandes po- ha debido tomar nota del impacto tencialidades que ofrece la globali­ que ésta tiene sobre el desarrollo y zación y de estudiar el modo de sobre la gente. reducir sus efectos negativos.12 A ello puede ayudar reflexionar sobre La evidencia ha llevado a muchos el contraste existente entre cuatro que antes no admitían la crítica, a

12 El Concilio Vaticano II constituyó un esfuerzo por «ayudar a todos los hom­bres de nuestros días, a los que creen en Dios y a los que no creen en Él de forma explícita, a fin de que, con la más clara percepción de su entera voca­ción, ajusten mejor el mundo a la superior dignidad del hombre, tiendan a una fraternidad universal más profundamente arraigada y, bajo el impulso del amor, con el esfuerzo generoso y unido, respondan a las urgentes exigen­cias de nuestra edad» (GS 91).


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ser los primeros en reconocer la necesidad de una consideración ética de los fenómenos en curso. Inclusive en círculos no católicos, se hace la pregunta si la globalización es buena o mala para los seres humanos y en qué medida defiende las libertades, los derechos humanos y el bienestar de toda la humanidad, no solamente de unos pocos privilegiados. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se mueve sobre esta misma línea y desde hace más de diez años viene elaborando un nuevo concepto de desarrollo que va más allá de los indicadores económicos. En su Informe sobre el Desarrollo Humano de 1999 dice que el problema de la globalización es que ésta ha perdido la brújula. Propone, por tanto, algunos componentes esenciales que habría que introdu­cir para volverle a dar una dirección: - ética (menos violaciones de los derechos humanos): - equidad (menos diferencias dentro de las naciones y entre las naciones, menos pobreza y privaciones); - inclusión (menos marginalización de las personas y de las naciones): - seguridad humana (menos inestabilidad de la sociedad y menos vulnerabilidad de la población); - sostenibilidad (menos destrucción del ambiente). En esta propuesta encontramos puntos de contacto con la visión cristiana. Indudablemente la nueva impostación incorpora, sin mencionarlo, el desafio lanzado por Pablo VI, de revisar y reproponer el concepto de desarrollo.

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Pero, si queremos analizar críticamente el problema de la globalización no basta conocer el cómo y el por qué. Hay que tener un refere nte normativo (ético) so bre lo que es bueno o malo para las personas, como también un concepto claro de justicia. El cristianismo tiene que recuperar su bandera de defensa de la persona humana redimida por Cristo y llamada a trans­formar toda realidad en función de la promoción y defensa de la dignidad de quien ha sido creado a imagen y semejanza de su creador. En ello podemos encontrar mucho puntos de contac­to con quienes comienzan a descubrir la dimensión ética de los fenómenos actuales para reorientarlos conjuntamente en servicio del bien común. Es necesario invertir de nuevo el orden estableciendo claramente la distinción entre medios y fines. En un artículo reciente,13 Ramón Jáuregui dice que «la organización social, su cohesión. los equilibrios humanos, los valores de convivencia. parecen estar ausentes del debate político, desde que Margaret Thatcher y otros precursores del neoliberalis­ mo pronosticaron la inexistencia de la sociedad y la desaparición de la política y de la historia misma (‘la sociedad es un fantasma, sólo existe la familia, el mercado y el Estado’, decía la ‘Prime Minister’»). Contra esta tendencia dominante, surge el fenómeno interesante y 13 «Es la sociedad, estúpido» en El País, Madrid. Lunes, 12.V.2003.


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esperanzador de las protestas de la base, como el movi­miento contra la guerra de Irak. Jáuregui ve en ello una «muestra de que hay opinión pública (y no sólo publicada), capaz de condicionar a medios de comunicación y a Gobiernos y de resta­blecer las bases de nuestras convicciones democráticas y de nuestra confianza en una revitalización de los mecanismos de participación, que nos ofrece la nueva sociedad de la información». «Es una sociedad que está expresando, desde hace años, en Seattle o en Porto Alegre, en foros universitarios o en miles de ONG, que otro mundo debe ser posible. Que si podemos con­quistar el espacio, también debemos salvar el planeta de un desarrollo económico insostenible. Que si podemos alargar la vida en el mundo occidental. debemos acabar con el SIDA en África. Que si la globalización es una formidable oportunidad para el mundo, éste no puede construirse sobre un reparto insoportable que mantiene en el hambre a más de mil millones de personas, mientras el 80% de la población no accede a más allá del 16% de la riqueza». Sin embargo, la reciente guerra contra Irak demostró que tal vez Jáuregui es demasiado optimista. ¿Cuánto pudo la opinión mundial?¿Cuánta fuerza de convicción tuvo el Papa al oponerse con tanto valor a una guerra, desde todo punto de vista , injusta y montada sobre un sartal de mentiras? Ni los mismos católicos han demostrado su capacidad de seguir el liderazgo del Papa. Hay fuertes divisiones de opinión y muchos son quienes se

dejan dominar por la propaganda de los poderosos. Y aquí tal vez podemos hacer una reflexión útil. ¿No será el surgimiento de la sociedad civil, un signo que tenemos que leer y que llama a los cristianos laicos a comprometerse respon­sablemente, sin esperar pasivamente directivas de los pastores, como nos decía Pablo VI,14 pero en comunión con ellos, para buscar las soluciones a los apremiantes problemas creados o exacerbados por la globalización? Capítulo 3 Elementos para una lectura crítica de la globalización La complejidad del fenómeno y sus implicaciones hacen necesario tratar de lograr un conocimiento objetivo del mismo para poder adquirir elementos que nos permitan hacer un dis­ cernimiento y asumir una actitud evangélica que nos ayude a situarnos, a tomar conciencia, a encontrar respuestas. No de­bernos olvidar que somos protagonistas de la historia, no meros espectadores y que, por consiguiente, tenemos que tratar de orientar los procesos históricos potenciando lo positivo que hay en ellos y neutralizando en la medida de lo posible, lo negativo. 14 Así se expresa Pablo VI en el n. 81 d e Populorum Progressio) y tambi én en Octogesina Adveniens (43). Por las citas que encontramos en estos documentos es claro que el Papa interpreta el n. 7 del Decreto sobre el apostolado de los laicos del Vaticano II, Apostolicam Actuositatem en el cual se habla solamente de la obligación que es propia de los seglares de establecer el orden temporal.


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Juan Pablo II, hablando a la Academia Pontificia de las Cien­cias Sociales, decía que el problema no es la globalización, si­no la falta de mecanismos efectivos que le den una dirección adecuada. No se trata de luchar contra la globalización, sino contra una forma histórica que ha asumido. Es preciso gober­ narla, es decir, orientarla según el gran principio de considerar a la persona humana como el origen, el centro y el fin de todas las instituciones en que se desarrolla la vida de la sociedad. La Iglesia corre el peligro de aparecer ante el mundo como oscurantista, como enemiga del progreso, de la ciencia, de la técnica. Por desgracia, quien así piensa tiene motivos válidos para ello por la ambigüedad del comportamiento de los cris­tianos. No hemos entendido las enseñanzas que el Concilio Vaticano en la maravillosa constitución pastoral sobre la Iglesia y el mundo moderno nos ha dejado en herencia. Los cristianos estamos llamados a ser constructores de una nueva humanidad recreada por Jesucristo. En una frase feliz de un autor, «los cristianos debemos recuperar el ‘cielo’, no como evasión, sino como’ horizonte esca­ tológico’, horizonte crítico frente a las realidades presentes y, al mismo tiempo, horizonte esperanzador que nos atrae. Imaginar un mundo mejor es el primer paso para mejorar el mundo».15 Pero no podemos caer en la tentación de la falsa utopía, ignorando 15 CARRERA i Carrera, Joan. «Mundo global, ética global».Cuadernos C ristianisme i justicia, l18, pág. 4.

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la existencia del mal que es parte de la realidad. El Papa habla de las «estructuras de pecado» que hacen dificil el logro de los ideales propuestos. Con todo, no se trata de rea­lidades imposibles de reformar.Y esa es nuestra meta: la reforma de las estructuras a medida del hombre y la mujer de hoy. Aprovechando la interdependencia creciente hoy se busca estimular las economías, sobre todo las emergentes, aplicando «estímulos» tales como la privatización, la desregulación, la flexibilidad de los sistemas económicos en todos los niveles, con la esperanza de lograr una mayor eficiencia y competitividad. No hay duda que estos mecanismos han servido para crear ri­queza y mejorar la calidad de vida, para estimular la creatividad humana y para lograr altos niveles de innovación tecnológica y social. El problema surge cuando la eficiencia y la competitividad pasan de medios a fines y se convierten en mitos, en ideología cuyo resultado es la guerra despiadada orientada a la destruc­ción del competidor que es visto como adversario y cuando se constata que los progresos benefician solamente a una peque­ña porción de la humanidad. Se constatan algunas disfunciones como la pérdida de em­pleos y la disminución en la calidad de vida, con el agravante que el sistema carece de mecanismos para controlar estos efec­tos indeseables y así tenemos que asistir al deterioro creciente del ambiente, a la concentración del poder en pocas manos... Uno de los efectos más nefastos es la exclusión social.


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Para poder entrar en materia es importante tener presen­te una vez más que la globalización en su estado actual no puede comprenderse sin una referencia a la ideología neoliberal. Hemos visto que uno de los problemas de la globalización es el predominio que en el proceso ha asumido la economía y, más concretamente, las finanzas. Pero más importante aún, es la concepción del desarrollo que se esconde detrás de la ideolo­gía neoliberal. No en vano se le llama así: neo-liberal, pues descubrimos en ella un regreso a las fuentes de inspiración que parecían superadas: el iluminismo con su concepción del pro­greso ilimitado, el individualismo exacerbado, la ley del más fuerte que es una nueva forma de darwinismo social, etc. Desde esta perspectiva se puede entender el concepto de desarrollo quedominalosprocesos actuales. Curiosamente, por un lado parece que el hombre no cuente más. Por otro, resur­ge una especie de súper hombre que cree poder ignorar a Dios y refugiarse en sus propias fuerzas. De este hecho es consciente Juan Pablo II cuando en la Sollicitudo Rei Socialis nos advierte que el desarrollo no es un proceso rectilíneo casi automático y de por sí ilimitado, como ha demostrado la historia de la humanidad con su trágica experien­ cia de las dos grandes guerras del siglo XX. «A un ingenuo op­timismo mecanicista le reemplaz auna fundada inquietud por el destino de la humanidad» (SRS 27). El Papa toma nota de cómo el mismo concepto de desarro­llo reducido a lo meramente material, ha entrado en crisis. No es la acumulación de

bienes lo que lleva a la felicidad. No es el progreso material con sus beneficios reales el camino de la liberación de cualquier fórma de esclavitud. «Al contrario, la experiencia de los últimos años demuestra que si toda esta con­siderable masa de recursos y potencialidades, puestas a disposición del hombre. no es regida por un objeto moral y por una orientación que vaya dirigida al verdadero bien del género hu­mano, se vuelve fácilmente contra él para oprimirlo» (lbid. 28). Evidentemente así puede expresarse quien está guiado por parámetros cristianos con un sentido crítico de la realidad. Todo el problema está en saber en qué consiste el «verdadero bien del género humano» de que habla el Papa. El desarrollo, bien entendido, no solamente es un bien; es una necesidad. Más aún, es la vocación del mundo y de la hu­ manidad. Así se entiende la reflexión de la Sollicitudo Rei Socialis. El bien del hombre se mide por un parámetro interior. Esta dimensión se entiende solamente refiriendo el hombre y la mujer a sus orígenes y a su realidad de imagen semejanza del Creador. Existe una afinidad del hombre y la mujer con todas las criaturas y una relación que supone la obediencia al diseño original, a la voluntad de Dios. Sólo así será posible restablecer el equilibrio en la creación y en la interacción humana y encontrar el verdadero sentido del desarrollo como vocación del mundo y de la humanidad. «Según la Sagrada Escritura, pues, la noción de desarrollo no essolamente ‘laica’ o ‘profana’ sino que


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aparece también, aun ­que con una fuerte acentuación socioeconómica, como la ex­presión moderna de una dimensión esencial de la vocación del hombre. [...] Quien quisiera renunciar a la tarea,dijicil pero exaltante, de elevar la suerte de todo el hombre y de todos los hombres, bajo el pretexto del peso de la lucha y del esfuerzo incesante de superación, o incluso por la experiencia de la derrota y del recomo al punto de partida, faltaría a la voluntad de Dios Crea­dor. Bajo este aspecto en la encíclica Laborem Exercens me he referido a la vocación del hombre al trabajo, para subrayar el concepto de que siempre es él el protagonista del desarrollo» (SRS30). Una de las conclusiones que podemos sacar leyendo este maravi1loso texto es que, si por un lado resulta lícíta la crítica del concepto de progreso infinito, por otro parece casi evidente que el concepto cristiano se abre al infinito, pues la realización plena de la humanidad y del mundo está más allá de la historia. En este contexto se entiende mejor la crítica que el Papa ha hecho al sistema capitalista actual. En el famoso y mal inter­pretado número 42 de la Centesimus Annus el Papa nos dice que un capitalismo que niega la necesaria referencia a la dimensión ética es inaceptable. Capítulo 4 Discernir los fenómenos históricos A primera vista se podría pensar que para poder hacer un juicio sobre la globalización habría que buscar las referen­cias explícitas a ésta en los

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documentos de la Iglesia. Con todo, como se puede ver en el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia, publicado por el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz en 2004, dichas referencias son mínimas. En realidad, el fenómeno, como tal, es relativamente nuevo y por tanto, sólo recientemen­te ha atraído la atención de la Iglesia. Con todo, mucho de sus elementos ya vienen de atrás y suponen una lectura muy atenta de la doctrina social. Todo el discurso social de la Iglesia es un ejercicio de discer­nimiento, que en época reciente se ha hecho más explícito. Juan Pablo II nos confirma este modo de ver la doctrina social de la Iglesia en el n. 41 de la Sollicitudo Rei Socialis: «La doctrina social de la Iglesia es la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vi­da del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades, examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acercadel hombre y su vocación terrena y, a la vez, trascendente, para orientar en co­nsecuencia la conducta cristiana». El Concilio lanzó la Iglesia a un proceso de discernimiento (GS 4,11). Pablo VI, como genuino intérprete de la gran aven­tura eclesial confirma esta orientación en la Evangelii Nuntiandi y, con mayor precisión aún en Octogesima Adveniens que es, claramente, un documento sobre el discernimiento. Quiero decir con lo anterior que la naturaleza de la doctrina social


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es, precisamente el discernimiento de la historia a la luz del Evangelio. Los elementos fundamentales permanecen. pero ante una historia cambiante, cada vez más compleja y a un ritmo creciente, es necesario afinar los instrumentos. Esto vale del proceso de globalización como podemos constatar cada día ante la creciente complejidad de los fenómenos y su impacto en las insticuciones de la sociedad. ¿Cuáles son, pues, los elementos que encontramos en la doctrina social, que deben guiar nuestro discernimiento? El parámetro para juzgar cualquier fenómeno histórico es la persona humana, el hombre y la mujer, en su verdad recibida de la Revelación y enriquecida por la tradición cristiana.

Al ver tus cielos, obra de tus dedos, La luna y las estrellas que fijaste, ¿Quién es el hombre que te acuerdas de él, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, Coronándolo de gloria y grandeza; Le entregaste las obras de tus manos, Bajo sus pies has puesto cuanto existe. (Salmo 8, 4-7)

Los cien años de doctrina social moderna son la expresión de la preocupación de la Iglesia por el hombre y la mujer, «ca­mino que la Iglesia tiene que recorrer en el cumplimiento de su misión» (RH 14), por La defensa

de su dignidad y de sus derechos, comenzando por Los de los proletarios de entonces y de ahora, reducidos a una casi esclavitud . La historia evolucio na, el hombre y la mujer siguen siendo los mismos, con sus potencialidades y su pecado y por ello la historia está siempre marcada por la malicia humana. Decía Juan Pablo II en su discurso de agradecimiento por el doctorado honoris causa que le confirió la Universidad «La Sapienza» de Roma, que él ha considerado corno parte de su ministerio pastoral dar amplio espacio a la afirmación de los derechos humanos. Por eso mismo es deber de todos los cris­tianos trabajar junto con el resto de la humanidad en la defensa y promoción de la dignidad humana. En realidad no se trata de ideas nuevas. Es la tradición eclesial y el centro del discurso magisterial dd Papa. Ya en la Centesimas Annus, refiriéndose a la Rerum Novarum, nos dice que «hay que tener presente desde ahora que lo que constituye la trama y en cierto modo la guía de la encíclica y en verdad, de toda la doctri­na social de la Iglesia, es la correcta concepción de la persona humana y de su valor único, porque ‘el hombre... en la tierra es la única criatura que Dios ha querido por sí misma’. En él ha impreso su imagen y semejanza (cfr. Gn 1, 26). confiriéndole una dignidad incomparable, sobre la que insiste repetidamente la encíclica. En efecto, aparte de los derechos que el hombre adquiere con su propio trabajo, hay otros derechos que no pro­ceden de ninguna obra realizada por él, sino de su dignidad esencial de persona» (11).


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Esta verdad adquiere una nueva dimensión en el contexto de un mundo cuyo progreso cada vez tiene menos cuenta de la dignidad humana. Nos preguntamos de nuevo: ¿Cuáles son, pues, los elementos que encontramos en la doctrina social, que deben guiar nuestro discernimiento? Siguiendo el ejemplo de Juan Pablo II la inspiración la bus­camos en los grandes misterios del cristianismo: la creación, la encarnación y la redención, los grandes principios que nos pue­dan servir como clave de interpretación del hombre y la mujer, del mundo, de la historia: - La verdad fundamental es que toda realidad tiene que ser referida a Dios como su origen y su meta. - El mundo material fue creado para el hombre y confiado a su responsabilidad. - El gran principio que se deduce de la revelación y que sir­ve de piedra angular al discurso social de la Iglesia es la dig ­nidad eminente de la persona humana que constituye el centro de la creación y de la vida en sociedad a la cual es llamada por vocación. - Las instituciones que son creación del hombre, en las cuales transcurre su existencia, encuentran en él su origen, su razón de ser y su objetivo. Por tanto deben ser evaluadas según el servicio que prestan a las personas, a la realización de su vo­ cación, no como fines en sí mismas.

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- De todas las instituciones, amén de la familia que es la célu­ la fundamental y fundante de la sociedad, la doctrina social concibe la misión de la política como la búsqueda del bien común entendido como esa suma de condiciones que per­miten a los individuos ya las colectividades alcanzar su pro­pia perfección más plena y rápidamente (MM51;GS 26). El bien común no es un dato de hecho ni puede el ciudadano simplemente valerse de él sólo para su propio provecho. El bien común supone la colaboración de todos, pues se va construyendo y acomodando a las exigencias de la socie­dad respectiva y de la humanidad. Comprometiéndose en la búsqueda del bien común la persona se realiza, pues ex­presa su naturaleza social y entra en comunión con los demás miembros de la sociedad. Al principio fundacional de la dignidad y la centralidad de la persona se debe añadir los de solidaridad, subsidiaridad, participación, universal destinación de los bienes, los derechos humanos, entre ellos el fundamental derecho a la vida va una vida digna, a la iniciativa económica, a formar una familia. Todos estos derechos y principios tienen su concreción en la opción preferencial por los pobres. Capítulo 5 La respuesta cristiana a los desafíos Los cristianos están liamados a continuar la obra creadora de Dios mediante su compromiso con la rea-


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lidad. En ello podemos y debemos colaborar con todos los hombres y mujeres de buena voluntad que se empeñan en este servicio. Con todo, nuestra acción tiene características especiales debido a su doble dimensión: teológica y sacramental. La dimensión teológica aparece cuando tomamos conciencia de estar colaborando con el Dios Creador: «cultivad el jardín». La imagen del descanso de Dios el séptimo día lleva este mensa­jesobre nuestra responsabilidad con el mundo material. Precisa­mente porque nuestra inspiración es el Evangelio, resulta que el objeto primario de nuestra acción es el de ordenar todas las co­ sas a Cristo. Lafeen Cristo Redentor ilumina la naturaleza del de­sarrollo y nos guía en la misión de colaboración (cfr. SRS 32). Pero no se trata solamente de reorganizar el mundo material como un fin en sí. El cristiano trabaja para los demás. Ve en la otra persona un «otro YO», una persona redimida por Cristo y llamada a participar en su Cuerpo Místico. Así resulta de la ac­ ción de los cristianos, un nuevo tipo de sociedad en la comunión de personas. Pero, además, nuestra acción tiene una dimen­sión sacramental, es decir, debe ser un signo visible, reconocible por quien lo observa, el cual, a su vez, produce algo real, en este caso, la transformación de las estructura de pecado haciendo del mundo un lugar más justo y fraterno. De esta sacramentalidad de nuestra acción brota la solidari­dad vista como una virtud necesaria para la participación, que es la disposición

permanente de aceptar y realizar la parte que corresponde a cada uno en la comunidad por el simple hecho de pertenecer a ella. El CELAM ha publicado recientemente el resultado de sus reflexiones sobre la globalización en el marco de la Nueva Evan­gelización.16 Como criterios inmediatos para el discernimiento de la globalización se propone, ante todo, aceptar el reto al discernimiento con una propuesta de nueva evangelización: «ésta, inspirada en la eclesiología de comunión y en la responsabilidad evangelizadora de codos los miembros de la Iglesia que deriva de ella, debe tener como un eje central la participación de los laicos, particularmente por su responsabilidad, desde las exigencias de la globalización, a insertarse en el mundo procu­rando la transformación de las estructuras sociales, políticas y económicas según los valores del Evangelio» (177). Juan Pablo II nos ilustra sobre uno de los grandes obstáculos que hacen difícil esta participación. Se trata de un nuevo tipo de alineación que es propio d e la sociedad llamada occiden­tal en la que predomina la nueva cultura emergente. «Es necesario iluminar desde la concepción cristiana, el con­ cepto de alienación, descubriendo en él la inversión entre los medios y los fines: el hombre, cuando no reconoce el valor y la grandeza de la persona

16 Globalización y Nueva Evangelización en América Latina y el Caribe. Reflexiones CELAM 1999-2003.


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en sí mismo y en el otro, se priva de hecho de la posibilidad de gozar de la propia humanidad y de establecer una relación de solidaridad y comunión con los demás hombres, para lo cual fue creado por Dios. En efecto, es mediante la propia donación libre como el hombre se reali­za auténticamente a sí mismo, y esta donación es posible gracias a la esencial ‘capacidad de trascendencia’ de la persona humana. El hombre no puede darse a un proyecto solamente humano de la realidad, a un ideal abstracto ni a falsas utopías. En cuanto persona, puede darse a otra persona o a otras personas y, por último, a Dios, que es el autor de su ser y el único que puede acoger plenamente su donación. Se aliena al hombre que recha­za trascenderse a sí mismo y vivir la experiencia de la autodonación y de la formación de una auténtica comunidad humana, orientada a su destino último, que es Dios. Está alienada una sociedad que, en sus formas de organización social, de producción y consumo, hace más dificil la realización de esta donación y la formación de esa solidaridad interhumana» (CA 41). El mencionado documento del CELAM ofrece una reflexión que hace eco a las palabras del Papa y hace referencia al fenómeno religioso analizado por Libânio: «Ante la pérdida del sentido comunitario que prevalece en la actual cultura globalizada de corte neoliberal, el individuo se convierte en sujeto egoísta de la historia, ignorando su deberes relacionales y desconociendo que esa historia sólo puede construirse en relación con

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los demás y asumiendo la propia responsabilidad social. Es la persona misma y su dimensión re­lacional la que se encuentra cuestionada, su centralidad en las estructuras sociales y económicas, su posibilidad de vivir en co­munidad a través de relaciones solidarias y gratuitas, su capacidad de comprender y orientar la realidad emergente» (172). Este es, quizás, el mayor desafío a la presencia cristiana co­mo testimonio y a la evangelización como misión de la Iglesia. Juan Pablo II lo ha comprendido y ha hecho de su magisterio una grandiosa elaboración antropológica que busca rescatar la verdadera imagen del hombre y la mujer llamados a la comu­nión con Cristo y con los hermanos. Se nos invita a mirar la globalización desde los criterios claves de la dignidad de la persona humana, de su vocación la comu­nión, de la opción preferencial por los pobres y de la integridad de la creación, fundamentados en la palabra de Dios. El discernimiento,en nuestro contexto, debe partir de nuestra identidad latinoamericana. Se habla de nuestra originalidad que, sin duda alguna ha contribuido en el pasado no lejano al enri­quecimiento de la Iglesia universal, como ha sido el caso de las grandes Conferencias Generales del Episcopado de Medellín y Puebla. El citado documento del CELAM es un ejemplo más de la fidelidad creativa que ha caracterizado a nuestras Iglesias, pero que últimamente está corriendo el riesgo desaparecer para sucumbir a una fidelidad que no es la del cristiano,


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sino la del político o de quien no asume responsablemente su misión como Iglesia Universal, una y plural. La Iglesia debe discernir la globalización para darse cuenta de su papel en el proceso, en la historia y en la actualidad y para saber utilizarla en sus as­pectos positivos como instrumento útil a la evangelización y a la globalización de la solidaridad. No obstante los factores que podrían incidir personalmen­te en la formación de una gran comunidad de pueblos que tienen en común un patrimonio religioso y cultural, incluyendo la lengua de la gran mayoría, no logramos conformar una ver­dadera América Latina. Somos muchos pueblos, la mayoría de las veces antagónicos. Se suma a la dificultad. una cierta presión externa que busca dividirnos seduciéndonos con el espejismo de ventajas comerciales. Otro criterio fundamental esdiscernir la globalización desde la realidad de los pobres. Nos sirve de ejemplo un gran docu­mento de los obispos de Estados Unidos sobre la economía. Una de las preguntas que ellos se hacen es: ¿Qué hace la economía por la gente y, qué efectos tiene sobre la gente y su vida? Estas dos preguntas podemos y debemos hacerlas sobre la globalización.

cualquier control racional. Por tanto, es deber de todos buscar la manera de reorientar los procesos para ponerlos al servicio de la humanidad. Juan Pablo II, hablando a los miembros de la Academia Pon­tificia de las Ciencias Sociales, decía que «la globalización en sí misma no es el problema. Más bien las dificultades surgen de la falta de mecanismos efectivos para darle una dirección ade­cuada. La globalización necesita ser enmarcada en un contexto más amplio de un programa económico y político que busca el auténtico progreso del género humano. En este sentido, es necesario que se ponga al servicio de la familia humana en su conjunto, y que deje de beneficiar solamente a unos pocos privilegiados, avanzando hacia el bien común de todos. Por este motivo, el auténtico éxito de la globalización se medirá por la posibilidad de que cada persona disfrute de los bienes básicos como son la comida y la casa, la educación y el empleo, la paz y el progreso social, el desarrollo económico y la justicia».

Líneas para el gobierno de la globalización

El gobierno de la globalización debe incorporar estos crite­rios para poder ser aceptable y humano. Para las Naciones Unidas la gobernabilidad consiste en el conjunto de medios con los cuales individuos e instituciones, públicas o privadas, administran sus asuntos comunes. Se trata de un proceso continuo que comprende instituciones y regímenes formales e informales.

No hay duda que el problema de la globalización es que ésta, en su veloz y arrollador ritmo, escapa a

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo de­scribe la gobernabilidad como la gestión

Capítulo 6


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de las crisis sociales y el marco de referencia de reglas, insticucion es y prácticas que delimitan el comportamiento de los individuos. Se trata de acciones colectivas orientadas a establecer instituciones y normas internacionales orientadas a hacer frente a las causas y a las consecuencias de problemas nacionales, in­ ternacionales y supranacionales. Retomando los criterios ofrecidos por el PNUD para lograr el gobierno de la globalización, puede ser útil buscar su equi­valencia en la doctrina social de la Iglesia, ante todo la ética. Es interesante notar cómo un organismo que, por definición no debe profesar alguna confesionalidad, pone como primer criterio para gobernar la globalización, la preocupación ética, entendida en su sentido práctico como el respeto a los derechos humanos. Para ello es necesario ante todo, asumir el discernimiento co­mo actitud, no como metodología, para descu brir la dimensión ética, su impacto sobre la gente. sobre su obrar, su pensamiento, sus actitudes. El discernimiento no es nuevo en la Iglesia. Sólo que la historia reciente lo está poniendo en primera línea para quien se sienta responsable de su papel en la historia. Tene­mos que analizar objetivamente los procesos en curso ysus dimensiones éticas, su impacto sobre las personas concretas y, en especial, sobre los pobres. Pero no basta esta reflexión que tiene que ser completada con el conocimiento técnico de los meca-

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nismos que mueven la economía, las finanzas, la política, la difusión de las culturas, etc., para poder descubrir los instrumentos capaces de reorientarlos humanamente. Hay que moverse en el binomio local-global. Es decir, analizar críticamente el propio ambien­te y descubrir sus relaciones con los fenómenos globalizantes. Por ello el Papa piensa globalmente y siente la necesidad de que todos los pueblos sean tratados como socios iguales y no como instrumentos pasivos de la gran máquina. De hecho, el proceso por el que el capital, los bienes, la información, la tecnología y los conocimientos son intercam­ biados y circulan en todo el mundo con frecuencia elude los mecanismos tradicionales de regulación de control fijados por los gobiernos y los organismos internacionales. Los intereses particulares y las demandas del mercado predominan a menudo sobre la preocupación por el bien común. Esto puede llevar a dejar sin una protección adecuada a los miembros más débi­les de la sociedad y a que culturas y pueblos enteros se vean sometidos a una lucha agotadora por la supervivencia. Por otro lado, es inquietante ser testigos de una globalización que exacerba la condición de los necesitados, que no contribuye lo suficiente a resolver las situaciones de hambre de pobreza, de desigualdad social, dejando de salvaguardar el ambiente natu­ ral. Estos aspectos de la globalización pueden llevar a reacciones extremas que conducen al nacionalismo a ultranza, al fanatis­ mo religioso e incluso a


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acciones terroristas. Todo esto está muy lejos del concepto de una globalización éticamente responsa­ble capaz de tratar a todos los pueblos como socios iguales y no como instrumentos pasivos. Según Juan Pablo II, este objetivo no es realizable sin la necesaria guía de la comunidad internacional ni sin una reglamen­tación adecuada por parte del sistema político mundial. En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz del 2003 decía el Papa que ha llegado el momento «en el que todos deben colaborar en la constitución de una nueva organización de toda la familia huma­na» (n. 6) que ponga la globalización al servicio del auténtico desarrollo humano, el desarrollo de cada persona y de toda la persona en el pleno respeto de sus derechos y de su dignidad. Es necesario promover la participación democrática y la trans­ parencia y responsabilidad políticas. En el mencionado discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, el Papa insistía en la necesidad de progresar en la dirección de la orientación de la globalización, con todos los esfuerzos posibles. basados firmemente en las siempre váli­das virtudes sociales de la verdad, la libertad, la justicia, la soli­daridad, la subsidiariedad, y —por encima de codas— la caridad , que es la madre y la perfección de todas las virtudes cristianas y humanas. Esta es la hoja de ruta que ha de guiarnos en nuestro empeño. Con frecuencia el cristiano se siente sobrecogido por el desa­liento cuando se enfrenta a la complejidad de los

problemas y a sus dimensiones mundiales. Cierto, ninguno puede cambiar el mundo con sus propias fuerzas. Pero se trata de una labor común, y de tomar conciencia que existe un mundo, un pequeño mundo sobre el cual podemos influir y, quizás, transformar. Se trata del ambiente familiar, del ambiente de trabajo, de la red de relaciones que nos sirven para expresar nuestra dimensión social, de los grupos de Iglesia, en fin, de una infinidad de gru­pos, organizaciones, iniciativas de las que somos parte y sobre las cuales ciertamente podemos y tenemos que influir con los valores evangélicos, la oración y las virtudes cristianas, sobre todo con la práctica de la caridad con todas sus exigencias. Hoy estamos llamados a vivir la solidaridad que comienza con el des­cubrimiento del propio yo en el otro. La familia es la escuela fundamental de la vida social y en ella se deben aprender las virtudes que han de caracterizar la vida en sociedad. La solidaridad debe ser el ambiente que se res­pira y que nutre todas las relaciones de sus miembros. En la familia tenemos que aprender a descubrirnos en los demás, a servirlos, como expresión del amor. La empresa tiene que llegar a ser una auténtica comunidad de personas, no una máquina constituida por piezas anónimas y pasivas. Todos los miembros de una empresa deben ser trata­dos como personas en el pleno respeto de su subjetividad, estimulando la participación activa y responsable en todos los procesos


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que la caracterizan: deben sentir que trabajan en algo propio y que trabajan con los otros y para los otros. Es cierto que las propuestas de cogestión y participación han sido criticadas por diversos motivos, pero, probablemente, la realidad nos está llamando a repensar estas formas de organi­zar la empresa, como una alternativa o como un medio para corregir los g randes problemas éticos de la empresa capitalista. Entre las formas posibles de organizar la empresa la coo­peraitva está recuperando todosu valor como respuesta a muchos desafíos de la globalización. La cooperativa no solamente puede resolver problemas concretos de producción y consumo de sus socios, sino que constituye al mismo tiempo una escuela de solidaridad, de responsabilidad, de honestidad en la gestión de los bienes materiales. En ella puede realizarse ese ideal del trabajo con y para los demás. En la cooperativa se pueden vivir las dimensiones horizontal y vertical de la subsidiaridad. Si, además de los objetivos prácticos los miembros son movidos por el amor, la cooperativa se convertirá en un elemento «subversivo» capaz de hacer las transformaciones que deseamos. Finalmente, hay que poner la educación en el centro del proceso de evangelización. Olvidamos con demasiada frecuen­cia que evangelizar significa formar en los grandes valores, transformar desde dentro la cultura de la sociedad, las maneras de pensar, hasta los mismos sentimientos. Todos los proyec­tos

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cristianos deben construirse sobre esta dimensión formativa, personalizante, y a su luz deben ser evaluados continuamen­te. Una de las necesidades más evidentes de los cristianos es la necesaria formacíón política que los capacite para actuar responsablemente en este campo minado. De poco sirven las amonestaciones, las invitaciones a votar responsablemente, las instrucciones emanadas de los organismos de la Santa Sede, si los destinatarios no están capacitados para actuar. Solamente se crea una mayor confusión y se estimula la crítica destructiva. Tenemos que estar preparados para hacer frente a los desafíos cuando se presentan y ello supone la previsión, no los remedios de urgencia aplicados cuando el mal a veces ya es incurable. Hay que formar la conciencia de los cristianos para que puedan actuar con responsabilidad y autonomía asumiendo las propias consecuencias de sus decisiones. Los sacerdotes tienen que ser preparados para acompañar a los fieles laicos en su misión, no para sustituirlos. Los pastores tienen la misión de iluminar y de respetar la conciencia debi­ damente formada de los fieles. Sin embargo, poco se nota en la pastoral esta línea de formación para la responsabilidad. La tarea supone una formación sacerdotal renovada que incluya los instrumentos necesarios para poder conocer la compleja realidad en sus dimensiones políticas, económicas, culturales. No bastan la filosofía y la teología. Ya se puede intuir la necesidad de re­pensar todos los programas de formación para el ejercicio del


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ministerio en un mundo en el que cada vez menos se está dispuesto a acoger la palabra del ministro por el simple hecho de serlo. La palabra se acepta o se rechaza por el valor objetivo que tenga, no por una autoridad cada vez más desvalorizada. Se trata de un desafío formidable que supone, de parte de los responsables de los programas, la

liberación de los condicionam ientos alienantes para poder orientar dichos programas hacia la liberación de la sociedad. La empresa pare­ce imposible, pero no olvidemos que la esperanza la ponemos en quien «es poderoso para hacer que copiosamente abundemos más de lo que pedimos o pensamos, en virtud del poder que actúa en nosotros» (Efesios 3, 20).


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EL DESARROLLO, CAMINO DE LIBERACIÓN: A LOS CUARENTA AÑOS DE LA POPULORUM PROGRESSIO * Sergio Bernal Restrepo, S.J.** Verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad de hombres; ser más instruidos; en una palabra, hacer, conocer y tener más para ser más: tal es la aspiración de los hombres de hoy, mientras que un gran número de ellos se ven condenados a vivir en condiciones, que hacen ilusorio este legítimo deseo. (PP, No. 6)1

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Artículo publicado en Theologica Xaveriana No. 4, Vol. 57, 2007.

** Licenciado Filosofía y Letras, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Licenciado en Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Licenciado en Teología, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Master en Sociología, Brown University, Providence, Estados Unidos. Doctorado en Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Decano del Medio Universitario, Facultad de Ingeniería, Pontificia Universidad Javeriana. Profesor emérito, Pontificia Universidad Gregoriana. Consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Ciudad del Vaticano. Miembro del Comité Científico del Instituto Internacional Jacques Maritain. Miembro del Comité Científico de la Revista La Società. Miembro del Observatorio Internacional para la Doctrina Social de la Iglesia, “Cardenal van Thuan”, Ciudad del Vaticano. 1

Los números de la encíclicas citadas corresponden a los de los documentos como aparecen la página del Vaticano: www.vatican.va Ante la arbitrariedad existente en el modo de citar, creo que de este modo se logra una referencia más universal. En adelante, se citarán los documentos pontificios por sus iniciales. Por ejemplo, la encíclica Populorumn progressio, será citada con las iniciales PP.


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En 1967 Pablo VI leía así la situación y los sueños de los excluidos de un mundo dividido entre ricos y pobres. Hoy, cuarenta años después, poco ha cambiado, peor aún, los organismos internacionales nos dicen que hoy la riqueza ha aumentado para unos pocos, mientras la pobreza de muchos ha ido en aumento, no obstante los formidables progresos logrados por la tecnología y la ciencia. Ante esta realidad se hace más dramática la palabra de Pablo VI:

Los pueblos hambrientos interpelan hoy, con acento dramático, a los pueblos opulentos. La Iglesia sufre ante esta crisis de angustia, y llama a todos, para que respondan con amor al llamamiento de sus hermanos. (PP, No. 3).

La descripción que hace el Papa de las aspiraciones de la humanidad, coincide con el modo cómo deberíamos concebir la democracia, que fundamentalmente consiste en la participación de todos los ciudadanos en los bienes tangibles e intangibles de una sociedad. Se consideran democráticas las sociedades donde se puede ejercer el derecho al voto, lo cual, en realidad, es una gran ficción, pues en muchos casos ese voto es manipulado o —peor aún— contribuye a la elección de candidatos que pronto se olvidan de ser los representantes de sus electores y buscan únicamente su propio beneficio. Una sociedad donde reina la injusticia, donde un número significativo de personas son excluidas del goce de los bienes, aún los más elementales, no se puede decir democrática, ya que esta forma de

gobierno supone paridad de derechos, no sólo en la letra, sino en la práctica de todos los días. Con la libertad de espíritu que le era propia, Pablo VI, este gran pontífice profeta, abría con la Populorum progressio (PP) el camino a la reflexión sobre la liberación, tema que cada día se hace más necesario, no sólo por las situaciones de pobreza y opresión en el Sur del mundo, sino por las nuevas formas de alienación propias de la llamada cultura occidental. Este tema, infortunadamente, se ha convertido en motivo de controversia y de profundas divisiones por motivos varios, de los cuales no está ausente una falsa comprensión de la fe evangélica y del sentido integral de la salvación en Jesucristo. El espíritu profético de Pablo VI ha servido para conservar la actualidaddel documento cuyos cuarenta años estamos conmemorando. Como en el caso de cualquier pensador o maestro, es necesario conocer su pensamiento no limitándose a una sola expresión del mismo. Ya en la Humanae vital (HV), ridiculizada por la prensa internacional, Pablo VI mostró su visión de futuro sintiendo la necesidad de defender la vida desde su origen hasta la muerte. Hoy la vida humana se ve amenazada por todas partes. El ser humano recién concebido ha sido declarado parte del cuerpo de la mujer, la cual, se afirma, tiene derecho a disponer sobre el mismo. Los ancianos se convierten en una carga económica insoportable para las sociedades


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más avanzadas.Vamos hacia políticas eugenistas que legalizan la destrucción de una vida naciente cuando ésta sufre de algún tipo de malformación. Y a estas amenazas se suma la pobreza, máxima violación de todos los derechos de la persona. En la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi (EN), documento conclusivo del Sínodo de 1974 sobre la evangelización, el Papa indicaba la necesidad de una evangelización completa que debe referirse a la vida concreta de las personas y por ello debe llevar un mensaje “especialmente vigoroso en nuestros días, sobre la liberación” (EN, No. 29). La preocupación por la liberación de los pueblos apareció como un tema importante en este Sínodo2, en el que, por segunda vez se escucharon las voces de los obispos del entonces llamado tercer mundo.3

…con un acento pastoral en el que vibraban las voces de millones de hijos de la Iglesia que forman tales pueblos. Pueblos, ya lo sabemos, empeñados con todas sus energías

2

Ya en 1971 se había celebrado un Sínodo sobre la Justicia en el cual se declaraba que “la acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se nos presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva”.

3

En realidad, la voz de los obispos del entonces llamado tercer mundo, apenas si sonaron con timidez en el Vaticano II. En cambio, en el Sínodo de 1971 sobre la Justicia, sus voces fueron escuchadas con resultados positivos sobre los resultados de esta Asamblea.

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en el esfuerzo y en la lucha por superar todo aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambres, enfermedades crónicas, analfabetismo, depauperación, injusticia en las relaciones internacionales y, especialmente, en los intercambios comerciales, situaciones de neocolonialismo económico y cultural, a veces tan cruel como el político, etc. La Iglesia, repiten los obispos, tiene el deber de anunciar la liberación de millones de seres humanos, entre los cuales hay muchos hijos suyos; el deber de ayudar a que nazca esta liberación, de dar testimonio de la misma, de hacer que sea total. Todo esto no es extraño a la evangelización. (EN, No. 30).

Con su sabiduría y fina intuición, Pablo VI advertía sobre el riesgo de reduccionismos que harían de la lucha liberadora un esfuerzo puramente horizontal. La liberación verdadera “no puede reducirse a la simple y estrecha dimensión económica, política, social o cultural, sino que debe abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones, incluida su apertura al Absoluto, que es Dios; va por tanto unida a una cierta concepción del hombre, a una antropología que no puede nunca sacrificarse a las exigencias de una estrategia cualquiera, de una praxis o de un éxito a corto plazo” (EN, No. 33). Y aquí podemos ver otra vez más la relación que existe entre este documento y la Populorum progressio donde el Papa describe el desarrollo como el paso de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, pasando de la satisfacción de las necesidades ligadas con la supervivencia, hasta la apertura a Dios


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(cfr. PP, No. 21). Es esta concepción de la persona humana la que lleva al Papa a declarar que “tomando parte en las mejores aspiraciones de los hombres y sufriendo al no verlas satisfechas, desea [la Iglesia] ayudarles a conseguir su pleno desarrollo y esto precisamente porque ella les propone lo que ella posee como propio: una visión global del hombre y de la humanidad” (Ibídem, No. 13). Creo que se podría afirmar que con el paso del tiempo la encíclica logró una aceptación que en principio le fue negada por los ámbitos del poder. Una prueba de ello sería el influjo que tuvo el documento en la transformación del concepto de desarrollo que las Naciones Unidas han adoptado a través del Programa para el Desarrollo (PNUD). Es interesante notar cómo en su momento el concepto lanzado por el Papa fue casi ridiculizado, pero gracias, entre otros, a la contribución de Amartya Sen, se ha llegado a comprender que el desarrollo es del hombre y la mujer, no simplemente del producto nacional bruto, y que no pueden reducirse a una sola dimensión: la económica, sino que para juzgar el nivel de desarrollo de una sociedad hay que tener en cuenta otras variables; por ello, el PNUD habla hoy de desarrollo humano. En varios textos de la encíclica el Papa manifiesta el temor a la revolución violenta, actitud muy semejante a la de León XIII, quien consideraba el orden en la sociedad como voluntad divina. Prevalecía entonces una concepción de la sociedad como un cuerpo bien ordenado y armónico,

muy en línea con el pensamiento paulino del cuerpo místico. Probablemente también influía el concepto organicista de la naciente ciencia sociológica. Por ello, León XIII proponía como ideal el acuerdo entre el capital y el trabajo. Pablo VI, ya desde el comienzo de la encíclica, manifiesta el temor de que la conciencia que los pobres van adquiriendo de su situación pueda llevarlos hacia mesianismo prometedores. “¿Quién no ve los peligros que hay en ello de reacciones populares y de deslizamientos hacia las ideologías totalitarias?” (No. 11). Juan Pablo II será el primer Papa que reconocerá la conflictividad como elemento inherente a toda sociedad.4 La tentación a la violencia parece ser el resultado lógico de la injusticia que clama al cielo. No olvidemos que la Populorum progressio se escribía en un momento en el que las propuestas de cambio revolucionario ejercían un fuerte atractivo, particularmente, en América Latina. Es curiosa la respuesta que el Papa da en el No. 31, y por ello vale la pena recordar el texto íntegro:

Sin embargo ya se sabe: la insurrección revolucionaria —salvo en caso de tiranía evidente y prolongada— que atentase gravemente a los derechos

4

“La Iglesia sabe muy bien que, a lo largo de la historia, surgen inevitablemente los conflictos de intereses entre diversos grupos sociales y que frente a ellos el cristiano no pocas veces debe pronunciarse con coherencia y decisión” (CA, No. 13). El Papa reconoce el papel positivo del conflicto, mientras tenga lugar en el marco de ciertos principios.


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fundamentales de la persona y dañase peligrosamente el bien común del país, engendra nuevas injusticias, introduce nuevos desequilibrios y provoca nuevas ruinas. No se puede combatir un mal real al precio de un mal mayor.

Ante todo, parece poderse concluir del texto que el Papa defiende la vigencia de la antigua doctrina sobre el tiranicidio. Pero además no se nos propone un juicio moral sobre la revolución, sino más bien una constatación de carácter práctico. La historia ha demostrado que las revoluciones no han hecho otra cosa que cambiar los amos, sin lograr la liberación integral de los oprimidos. Sus resultados efectivos han sido, en algunos casos iguales o peores que aquellos a los que se quiso poner remedio. En la preocupación, tanto de Pablo VI, como de los obispos latinoamericanos, subyacía la convicción del nexo íntimo que existe entre el desarrollo, la justicia y la paz. Esta convicción llevaba al Papa a proclamar que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz. En realidad, “las diferencias económicas, sociales y culturales demasiado grandes entre los pueblos, provocan tensiones y discordias, y ponen la paz en peligro” (PP, No. 76). La Populorum progressio tuvo un impacto notable en las reflexiones de los obispos de América Latina reunidos en Medellín, en 1968. Debido a la acostumbrada visión de primer mundo que ha dominado la lectura de la realidad histórica, aun dentro de la misma Iglesia, este año sólo es visto como el de la revolución cultural que desencadenó

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cambios notables, especialmente en Europa, pero se pasa por alto el acontecimiento de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que constituyó un verdadero Pentecostés eclesial. La encíclica de Pablo VI sirvió de marco de referencia a la tentativa de aplicar el Concilio a la acción pastoral de todo un continente en el que la realidad era la de la “violencia institucionalizada”. Es interesante leer hoy el capítulo sobre la paz, en el que el famoso texto de Pablo VI se toma como inspiración para orientar la conciencia cristiana ante la tentación a la violencia. Los obispos constataban que “no hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los derechos humanos” (Medellín, Paz, 16). Al leer el texto de la Populorum progressio, los obispos añaden que la revolución violenta “generalmente” engendra nuevas injusticias. Aparece claramente en las conclusiones de Medellín el estímulo a la organización de los pueblos para defenderse de la opresión y la injusticia y da la impresión de que –para los obispos– la situación del continente es precisamente la de una tiranía evidente que atenta contra los más fundamentales derechos de la persona y que daña peligrosamente el bien común. Con todo, su llamado es a buscar la paz por medios pacíficos. El concepto enriquecido del desarrollo Al seguir la línea introducida por Juan XXIII y confirmada en el


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Concilio Vaticano II, Pablo VI renuncia al discurso apologético y a veces polémico de los documentos sociales anteriores, y más bien opta por el lenguaje de anuncio, propio del Evangelio. El concepto de desarrollo estaba dominado por la teoría económica que presentaba una linealidad progresiva y automática que, a partir de un despegue inicial, daría inicio a un progreso de crecimiento automático que terminaría beneficiando a toda la población. Se iniciaban a los famosos y fallidos decenios del desarrollo propuestos por las Naciones Unidas, pero siempre considerando tan sólo la dimensión económica. Evidentemente, detrás de la teoría económica con su pretensión de absoluto rigor técnico, se escondía una antropología unidimensional que reducía la persona a lo económico. Pablo VI, sin entrar en cuestiones técnicas ajenas a su competencia, completa el concepto con el de desarrollo integral, es decir, un proceso que debe considerar las múltiples dimensiones de la persona humana, cuya realización exige precisamente la satisfacción de las necesidades que emanan de dichas dimensiones. Y es que el crecimiento de la persona no es una opción dejada a la individual, sino un deber que es consecuencia de la vocación humana.

De la misma manera que la creación entera está ordenada a su Creador, la criatura espiritual está obligada a orientar espontáneamente su vida hacia Dios, verdad primera y bien soberano. Resulta así que el creci-

miento humano constituye como un resumen de nuestros deberes. (PP, No. 16).

Al explicitar la concepción implícita en la enseñanza anterior, Pablo VI predica con toda claridad que el desarrollo es la vocación del mundo y de la humanidad, verdad que podría abrir el campo al diálogo entre la ciencia económica y la fe cristiana. Si se trata, en realidad, de un deber ineludible de la persona, nos encontramos ante un problema de justicia, esto es, la necesidad de respetar los derechos inalienables de la persona. Y ello es importante, pues generalmente se ignora esta relación entre derechos y deberes. Fue notable la contribución de Juan XXIII, con su insistencia no sólo en los derechos humanos, sino en los deberes que comienzan por uno mismo. Se tiende a pensar que mi derecho genera en el otro un deber de respetarlo, concepto totalmente individualista que puede hacer que los derechos, en lugar de constituir uno de los apoyos a la armonía social, se conviertan más bien en un motivo de continua conflictividad. En realidad, la consideración debe partir de la persona, que tiene el deber fundamental de cultivar sus derechos y cumplir sus deberes, así como el de respetar los derechos y deberes de los demás. “Por tanto, quienes, al reivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes, o no les dan la debida importancia, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la otra construyen.” (Juan XXIII, Pacem in Terris, PT, No. 30).


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Pablo VI nos ha dejado una clara fundamentación teológica de este derecho-deber:

En los designios de Dios, cada hombre está llamado a desarrollarse, porque toda vida es una vocación. Desde su nacimiento, ha sido dado a todos como un germen, un conjunto de aptitudes y de cualidades para hacerlas fructificar: su floración, fruto de la educación recibida en el propio ambiente y del esfuerzo personal, permitirá a cada uno orientarse hacia el destino, que le ha sido propuesto por el Creador. Dotado de inteligencia y de libertad, el hombre es responsable de su crecimiento, lo mismo que de su salvación. Ayudado, y a veces trabado, por los que lo educan y lo rodean, cada uno permanece siempre, sean los que sean los influjos que sobre él se ejercen, el artífice principal de su éxito o de su fracaso: por sólo el esfuerzo de su inteligencia y de su voluntad, cada hombre puede crecer en humanidad, valer más, ser más. (PP, No. 15).

Los condicionamientos que muchas veces obstaculizan el crecimiento de la persona no le quitan su responsabilidad. Ser el último responsable del propio crecimiento plantea con mayor énfasis la exigencia de justicia. Impedir el desarrollo —obstaculizándolo o deformándolo con una concepción equivocada del mismo— constituye una amenaza a la humanidad y una clara violación de los derechos inalienables ligados a la propia realización. El Papa aceptaba la colaboración de expertos en la materia y, por primera vez en la historia de los documentos sociales pontificios, encontramos referencias a diversos

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autores, como el padre Luis José Lebret, fundador del Centro de Estudios “Economía y Humanismo”. Según el padre Lebret, no podemos aceptar una economía separada de lo humano, ni un desarrollo que no tenga en cuenta el contexto sociocultural en el cual se enmarca.5 Es decir, al pretendido rigor técnico, a la famosa ciencia libre de valores, le responde con la necesidad de considerar, tanto los efectos de la economía sobre la gente, como los impactos que toda teoría recibe del medio en el cual se elabora. Pero no basta con lograr la meta de un desarrollo integral si éste beneficia sólo a una parte de la humanidad. Por ello, el Papa añade a la correcta concepción del desarrollo, la dimensión solidaria, con lo cual toca un tema fundamental en la concepción cristiana, que es resultado lógico del misterio de la encarnación. El hecho de pertenecer todos a una única familia genera el deber de la solidaridad.6 5

En la encíclica encontramos otras referencias a autores como Maritain, Chenu, Colin Clark, von Nell Breunning, de Lubac, Pascal y monseñor Larraín, obispo chileno, presidente del Celam.

6

Contrariamente a cuanto afirman algunos autores, el concepto de solidaridad no constituye una novedad en el magisterio de Juan Pablo II. En algunos discursos de Pío XII ya lo encontramos. Juan XIII tuvo una gran acogida con su llamado a considerar aquello que todos tenemos en común: la humanidad, como el fundamento de la verdadera paz. El Concilio Vaticano II, en su reflexión sobre la sociedad humana, parte del misterio de la Trinidad, un Dios en relación, modelo de la convivencia humana que debe caracterizarse por la solidaridad entre sus miembros.


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En relación con la problemática del desarrollo, Pablo VI anticipa un concepto que será profundizado maravillosamente por Juan Pablo II: quien trabaja es el heredero del trabajo de generaciones pasadas y, al mismo tiempo, se beneficia del trabajo de sus contemporáneos.7 Por tanto, nadie, en la búsqueda de la propia realización, puede prescindir de la suerte de los demás. O el desarrollo es solidario, o no es verdadero desarrollo. Este hecho constituye un grave llamado a la conciencia de los principales responsables de los procesos de crecimiento actual y de todos los luchadores por la paz y la justicia. La globalización podría constituir una oportunidad formidable para vivir la solidaridad con el progreso de la comunicación, que ha acortado la distancia y permite el conocimiento de cuanto ocurre en todos los rincones del planeta, y que ofrece la posibilidad de sentir el sufrimiento ajeno y comprometerse a aliviarlo según las propias posibilidades. Con todo, en su forma actual la globalización produce el efecto contrario, de acumular riquezas nunca antes vistas en manos de unos pocos. Y es que el proceso de globalización está dominado por la ideología 7

Es interesante ver cómo Juan Pablo II desarrolla muchos de los conceptos de sus predecesores. En el caso concreto, habla de trabajar con los demás y para los demás. Introduce también el concepto de la creación como primera donación, y del trabajo de todos los hombres como el gran banco del trabajo. Evidentemente esta presentación conduce a la solidaridad entre todos los hombres, en especial, entre los hombres y mujeres del trabajo.

neoliberal de la economía del mercado. Pablo VI hace una fuerte crítica a esta ideología y a sus consecuencias sobre el modelo económico. El Papa describe el capitalismo liberal en los siguientes términos:

…un sistema que considera el provecho como muestra esencial del progreso económico, la concurrencia como ley suprema de la economía, la prosperidad privada de los medios de producción como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. (PP, No. 26).

El problema fundamental de este sistema es su ignorancia de la persona humana, origen, fundamento y fin de todas las instituciones sociales. Ignorar a la persona lleva indefectiblemente a sistemas totalitarios e imperialistas en lo político y en lo económico. Evidentemente no se trata de condenar sin más la ganancia, la competencia o la propiedad privada de los medios de producción. La crítica está dirigida a la absolutización de los mismos, a la inversión de medios y fines. Hoy día, muchos países en proceso de desarrollo se ven abocados al dilema de los así llamados “tratados de libre comercio.” Pero nada menos libre que dichos tratados, que por otro lado ponen a los débiles ante la alternativa de quedar por fuera del mercado mundial si no aceptan condiciones injustas cuyos efectos sentirán los estratos más débiles y los menos privilegiados. Ya en 1967 Pablo VI hacía una fina crítica al sistema del mercado. También aquí vale la pena conocer el texto íntegro:


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Es decir que la regla del libre cambio no puede seguir rigiendo ella sola las relaciones internacionales. Sus ventajas son ciertamente evidentes cuando las partes no se encuentran en condiciones demasiado desiguales de potencia económica: es un estímulo de progreso y recompensa el esfuerzo. Por eso, los países industrialmente desarrollados ven en ella una ley de justicia. Pero ya no es lo mismo cuando las condiciones son demasiado desiguales de país a país: los precios que se forman “libremente” en el mercado pueden llevar consigo resultados no equitativos. Es por consiguiente el principio fundamental del liberalismo, como regla de los intercambios comerciales, el que está aquí en litigio. (PP, No. 58).

Aunque quieran negarlo los teóricos de la ciencia económica, lo cierto es que para que el mercado funcione es necesaria una cierta desigualdad en el poder de negociación. El neoliberalismo ha resucitado al viejo Smith, al llevar su teoría a los extremos, pero ignorando la preocupación ética que dominaba el pensamiento del padre de la teoría económica actual. Al partir de una concepción inaceptable del individuo (el concepto de persona no entra en el lenguaje de los técnicos), se genera un sistema inicuo que hace cada vez más difícil realizar el sueño de las relaciones internacionales justas y, por tanto, el de la paz. En un mundo globalizado se ha incrementado el fenómeno de la interdependencia. Cada día se debilita más el Estado y la política debe ponerse al servicio de la economía de mercado. Son fuertes las presiones que los organismos internacionales

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ejercen sobre los estados para el desmonte de los sistemas de seguridad social, el adelgazamiento de la burocracia y otra medidas que un tiempo aparecieron en primera línea, como el famoso reajuste estructural. Hoy estas presiones son más sutiles, pero no menos poderosas. El resultado en nuestros países es el abandono de los estratos menos favorecidos en manos de la empresa privada, con lo cual se olvida que precisamente son los ahorros de esta población los que alimentan las finanzas mundiales, en gran medida, y se pone en riesgo la supervivencia de los ahorradores en caso de una crisis como las que ha vivido la humanidad. Ya en 1891 León XIII hacía notar la injusticia de los contratos de trabajo aceptados a la fuerza por el trabajador, al recordar que la legalidad no es garantía de la justicia y, más aún, que la legalidad puede convertirse en cobertura de la injusticia. Hoy este hecho sigue siendo real y ha asumido dimensiones alarmantes. Debido a las presiones internacionales, se le ha quitado a los trabajadores seguridades alcanzadas en años de lucha, sobre todo, en lo tocante a la naturaleza de los contratos de trabajo. Hoy, la llamada flexibilización del trabajo está dejando al trabajador totalmente indefenso, como simple mercancía que se juega en el mercado mundial. En algunos casos hay un aparente descenso en las tasas de desempleo, pero detrás de las cifras se esconde el drama de


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millones de personas cuyo futuro se ve amenazado por condiciones de trabajo que no garantizan el ahorro necesario para la salud, la invalidez y la muerte. Con este tipo de contrato, se abre al empleador la posibilidad de establecer una relación indirecta con el trabajador, mediada por las empresas encargadas de subcontratar. Así, el empleador tiene mano de obra a buen precio, sin asumir riesgo alguno con su empleado. Pablo VI abogaba por un mercado humano y moral, lo cual resulta utópico mientras domine la ideología neoliberal con sus pretensiones de rechazar cualquier consideración que no sea puramente técnica. Mientras el mercado y la competencia sigan siendo dejadas a la mano invisible, se cierra totalmente el camino a la verdadera mano invisible de Dios, que quiere conducir a la humanidad hacia la justicia y la paz en todos los niveles de interacción humana, pero con el profundo respeto a la libertad. Mientras la ganancia a cualquier precio siga siendo un valor absoluto que domina todas las decisiones, habrá un aumento exponencial de la injusticia en las relaciones laborales y en las relaciones internacionales. La economía que Pío XI calificaba en 1931 de “horrendamente dura, cruel, atroz” (encíclica Quadragesimo anno, QA, No. 109) ha hecho grandes progresos y, sin duda alguna, ha ayudado a mejorar las condiciones de vida de una gran parte de la humanidad. No se trata, por tanto, de demonizarla, tanto menos que no se ha encontrado un modelo alternativo a la economía de merca-

do; pero es necesario reorientarla, para ponerla de nuevo al servicio del hombre y la mujer. El camino de la paz La paz no consiste en la simple ausencia de guerras. “La paz se construye día a día, en la instauración de un orden querido por Dios, que comporta una justicia más perfecta entre los hombres” (PP, No. 76). La paz sólo será posible si se construye sobre fundamentos sólidos que suponen cambios culturales radicales, si se rescatan los valores evangélicos y se construye bajo su inspiración el tejido social. Pablo VI propone la solidaridad, la justicia y la caridad como columnas fundacionales. Para este Papa la solidaridad es un deber de personas y pueblos. Más aún, se debe considerar como normal que los países ricos destinen parte de su riqueza a la ayuda a los pobres y que formen personas que puedan ir a prestar ayuda a otras menos favorecidas. Naturalmente, esta consideración supone un cambio radical de actitudes y valores en un mundo dominado por el valor del mercado y la ganancia, donde el otro sólo es apreciado en la medida en que puede producir alguna ventaja. Se pone delante de nosotros un vastísimo panorama de acción. Como afirma Pablo VI en la Evangelii nuntiandi, hay que evangelizarde tal modo que se logre la conversión de las culturas. El Evangelio anunciado, más que con la palabra, con el testimonio, debe llegar a “transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad (EN,


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No. 18). Y es a los seglares a quienes corresponde, en primer lugar, “con su libre iniciativa y sin esperar pasivamente consignas y directrices, penetrar de espíritu cristiano la mentalidad y las costumbres, las leyes y las estructuras de la comunidad en que viven” (PP, No. 81).

Pablo VI, al tratar los tres elementos fundamentales que deben enmarcar el proceso del desarrollo, —la solidaridad, la justicia y la caridad—, muestra la íntima relación existente entre ellos, de tal manera que si uno solo falta, no habrá auténtico desarrollo.

En países marcados por las diferencias sociales, políticas y económicas, urge evangelizar hacia la fraternidad. Es necesario tomar conciencia de las implicaciones del misterio de la encarnación. Debemos adoptar la actitud interior que nos permita reconocer en el otro a un hermano que necesita de nosotros; tomar conciencia de que los bienes de la Tierra han sido creados para todos; estar dispuestos a compartir el pan y el techo con quien está desprovisto de ellos.

Se resuelve así, sin mencionarlo, el aparente conflicto atizado por el marxismo, entre justicia y caridad. Para el cristiano la lucha por la justicia, si no es fruto del amor al hermano, no tiene sentido. Más aún, como recuerda Juan Pablo II, corre el riesgo de desvirtuarse hasta llegar a hacer realidad el dicho: “Summum ius summa iniuria.” Cierto, la caridad no puede convertirse en una máscara para ocultar la injusticia, pero es necesario rescatar el verdadero sentido de esta última.

La escena del juicio universal es una maravillosa síntesis de la predicación de Jesús. Es la presentación práctica del mandamiento nuevo. Constituye un llamado a repensar la fe, no como un simple acto racional, sino como un compromiso real que nos lleva a comprender que la verdadera felicidad está en darse a sí mismo por amor, y superar así la lógica del mercado.

La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano ha sido una invitación a devolverle a la evangelización su objetivo fundamental: el encuentro personal y vivencial con Jesucristo, cuyo fruto será la apertura al hermano, especialmente al hermano pobre. Mientras no haya una experiencia profunda de Jesucristo en la vida de cada uno, vanos serán los esfuerzos por lograr una sociedad justa y fraterna.

Para construir la paz necesitamos vivir una justicia que supone la misericordia, como bien ha enseñado Juan Pablo II volviendo a las fuentes de la inspiración cristiana.8 8

En la encíclica Dives in misericordia, DM, el Papa muestra cómo la justicia será verdadera sólo si está acompañada por la misericordia, por la capacidad

del perdón incondicional. Lo que podría aparecer como novedad es en realidad una tradición que viene desde muy atrás. “La experiencia del pasado y de nuestros tiempos demuestra que la justicia por sí sola no es suficiente y que, más aún, puede conducir a la negación y al aniquilamiento de sí misma, si no se le permite a esa forma más profunda que es el amor plasmar la vida humana en sus diversas dimensiones.” (DM, No. 12).


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Conclusión Cuarenta años después de publicada la encíclica Populorum progressio tenemos que constatar con dolor que la situación de los pobres no ha cambiado mucho. Peor aún, parece que en cierta manera su suerte se ha hecho más dramática y humillante, en contraste con el lujo y despilfarro de los más ricos. Esta situación hace más urgente ayudar a los países pobres a progresar, a entrar a participar del banquete del desarrollo tecnológico y científico, a gozar de los beneficios del progreso, vocación del hombre y del mundo. Mientras haya pobres, víctima de las estructuras injustas, la paz será un sueño imposible. Ante la tremenda injusticia, ante las desigualdades y discriminaciones, ante la creciente exclusión, resuena hoy con nueva fuerza el dramático llamado del Papa:

Porque si el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, ¿quién no querrá trabajar con todas las fuerzas para lograrlo? Sí, Nos os invitamos a todos para que respondáis a nuestro grito de angustia, en nombre del Señor. (PP, No. 87).

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Índices de

Orientaciones Universitarias N° 1 a N° 50 (1989-2016)

Índice consecutivo Índice onomástico


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ÍNDICE CONSECUTIVO

Orientaciones Universitarias No. 1, octubre de 1989 Remolina Vargas, S.J., Gerardo, La Universidad Javeriana y la Evangelización de la Cultura. Bogotá, 15 de septiembre de 1989. , La Universidad Javeriana instrumento privilegiado para el servicio de la fe y promoción de la justicia. Bogotá, 15 de septiembre de 1989. Arango Puerta, S.J. Gerardo, La Universidad Javeriana y la creación de la cultura de la paz. Bogotá, 15 de septuembre de 1989.

Orientaciones Universitarias No. 2, 1989 Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Interrogantes a la Universidad. Deusto, 1987. , Misión de la Universidad Jesuita. Georgetown, 1989. , Educar para una ciudadanía responsable. Georgetown, 1989.

Orientaciones Universitarias No. 3, 1990 Borrero Cabal, S.J., Alfonso, Planeación estratégica y administración por objetivos. Aldana Valdés, Eduardo, En la búsqueda permanente del rumbo. Stoner, James A.F., La planeación estratégica. 1984.

Orientaciones Universitarias No. 4, 1990 Remolina Vargas, S.J., Gerardo ¡Bienvenido! Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, La Universidad: espacio para la unidad de las ciencias. Bogotá, 1990.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS

, Excelencia académica en el ámbito de la excelencia humana. Cali, 1990. , El amor es el fundamento de la misión. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 1990. Arango Puerta, S.J. Gerardo ¡Gracias! Bogotá, 1990.

Orientaciones Universitarias No. 5, junio de 1990 Pontificia Universidad Javeriana - Bogota. La Universidad en cifras.

Orientaciones Universitarias No. 6, agosto de 1990 Pontificia Universidad Javeriana - Seccional Cali. Estadísticas generales.

Orientaciones Universitarias No. 7, noviembre de 1990 Borrero Cabal, S.J., Alfonso, Presentación. Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre las Universidades Católicas. Juan Pablo II, Constitución Apostólica sobre las Universidades Católicas. Roma, 15 de agosto de 1990.

Orientaciones Universitarias No. 8, septiembre de 1991 Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Discurso en la sesión inaugural del Congreso Mundial de antiguos alumnos y alumnas. Loyola, 1991. ,Educación y valores. Universidad Iberoaméricana. México, 1990. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, La Universidad Javeriana y el Vice-Gran Canciller durante el año Ignaciano. Bogotá, 31 de julio de 1991. González, S.J., José Adolfo Clausura del año Ignaciano Bogotá, 31 de julio de 1991. ,Homilía en la fiesta de San Ignacio. Bogotá, 31 de julio de 1991. Arango Puerta, S.J. Gerardo, La identidad de una universidad jesuítica hoy. Toulouse, septiembre de 1991.

Orientaciones Universitarias No. 9, agosto de 1993 Borrero Cabal, S.J., Alfonso, El Maestro. Briceño Jáuregui, S.J., Manuel, Homero, Educador de Grecia. Falise, Michel, La Universidad Católica: Un proyecto para los profesores.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Hoyos Vásquez, S.J., Jaime, El Seminario en la Experiencia Docente en la Facultad de Filosofía de la Pontiricia Unviersidad Javeriana. Takahashi, Alonso, El Maestro y su oficio. 1991.

Orientaciones Universitarias No. 10, agosto de 1995 Arango Puerta, S.J. Gerardo, Discurso del Padre Rector en el Acto de entrega del Doctorado Honoris Causa al Doctor Manuel Elkin Patarroyo. Bogotá, 19 de agosto de 1994. Patarroyo, Manuel Elkin, Palabras en el Acto de entrega del Doctorado Honoris Causa. Bogotá, 19 de agosto de 1994. Arango Puerta, S.J. Gerardo, Discurso del padre Rector en la instalación del III congreso sobre la Investigación en la Universidad Javeriana. Bogotá, 5 de octubre de 1994. Vega, José Fernando, Palabras en la instalación del III Congreso sobre la investigación en la Universidad Javeriana. Bogotá, 5 de octubre de 1994. Rugarcía T., Armando, La vinculación de la docencia y la Investigación: ¿Un mito o una posibilidad?(DIDAC boletín del Centro de didáctica de la Universidad Iberoamericana). 1988.

Orientaciones Universitarias No. 11, febrero de 1995 Compañía de Jesús, Características de la Educación en la Compañía de Jesús. 1986. , Pedagogía Ignaciana. Un planteamiento Práctico. 1993. Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, La Pedagogía Ignaciana hoy. Villa Cavalletti, 1993.

Orientaciones Universitarias No. 12, agosto de 1995 Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Carta al Secretario de AUSJAL. 1995. Compañía de Jesús - AUSJAL, Desafíos de América Latina y Propuesta Educativa de AUSJAL. Bogotá, enero de 1995.

Orientaciones Universitarias No. 13, noviembre de 1995 Bernal Parra, S.J., Jairo, Palabras inaugurales del Vicerrector Académico, en el Coloquio “El profesor universitario, ¿Maestro?”. Bogotá, 15 de mayo de 1995.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Arango Puerta, S.J. Gerardo, Intervención del Padre Rector de la Pontificia Unviersdad Javeriana en el Coloquio “El profesor universitario, ¿Maestro?”. Bogotá, 15 de mayo de 1995. Gutiérrez, S.J., Alberto, “El profesor universitario, ¿Maestro?. Bogotá, 15 de mayo de 1995. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, La “Idea” de universidad y el profesormaestro universitario. Bogotá, 15 de mayo de 1995. Borrero Cabal, S.J., Alfonso, ¿Y el maestro univesitario? Bogotá, 15 de mayo de 1995. Vasco Uribe, S.J., Carlos Eduardo, “El profesor universitario, ¿Maestro?. Coloquio del dia del Maestro. Bogotá, 15 de mayo de 1995.

Orientaciones Universitarias No. 14, marzo de 1996 Compañía de Jesús, Decreto 17 de la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús: La Compañía y la vida universitaria. Roma, 27 de septiembre de 1995. , Decreto 13 de la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús: Colaboración con los laicos en la misión. Roma, 27 de septiembre de 1995. , Decreto 16 de la Congregación General 34 de la Compañía de Jesús: Dimensión intelectual del apostolado de la Compañía. Roma, 27 de septiembre de 1995. Arango Puerta, S.J. Gerardo, Discurso del Padre Rector durante la celebración de los 25 años de presencia de la Universidad Javeriana en Cali. Cali, 6 de octubre de 1995. González, S.J., José Adolfo, Discurso del Vice-Gran Canciller durante el acto académico celebrado con motivo de la posesión del Rector, del Vicerrector Académico y el Vicerrector del Medio Universitario. Bogotá, 4 de diciembre de 1995. Arango Puerta, S.J. Gerardo, Discurso del Rector durante el acto académico celebrado con motivo de la posesión del Rector, del Vicerrector Académico y el Vicerrector del Medio Universitario. Bogotá, 4 de diciembre de 1995.

Orientaciones Universitarias No. 15, marzo de 1996 Proyecto Javeriano 98: políticas y planes estratégicos para el trienio 1996-1998. Bogotá, 29 de noviembre de 1995.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Orientaciones Universitarias No. 16, agosto de 1997 Arango Puerta, S.J. Gerardo, La Teología en la Universidad. México, D.F., 17 de abril de 1996. Borrero Cabal, S.J., Alfonso, La comunidad educativa universitaria ayer, hoy y hacia el futuro. Argentina, 14-17 de marzo de 1996. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, El diálogo intercultural: una dimensión de la Justicia. Bogotá, 14-16 de octubre de 1995. Lobkowicz, Nocholas, La responsabilidad ética de la Universidad. Helsinki, 13-17 de agosto de 1979. Arango Puerta, S.J. Gerardo, Los valores en la educación superior en América Latina. Guatemala, 15 de febrero de 1995.

Orientaciones Universitarias No. 17, enero de 1998 Arango Arango, S.J., Horacio, Homilía en la fiesta de San Francisco Javier. Bogotá, 3 de diciembre de 1997. , Reconstruir un proyecto de humanidad. Palmira, 3 de septiembre de 1997.

Orientaciones Universitarias No. 18, marzo de 1998 Pontificia Universidad Javeriana, Neoliberalismo. Editorial de Hoy en la Javeriana. Marzo de 1997. Compañía de Jesús - Provinciales Latinoamericanos, El Neoliberalismo en América Latina. Carta de los Provinciales Latinoamericanos de la Compañía de Jesús. Ciudad de México, 14 de noviembre de 1996. Compañía de Jesús - Provinciales Latinoamericanos, Neoliberalismo en América Latina (documento de trabajo). Ciudad de México, 14 de noviembre de 1996. Meneses, S.J., Paulo, Universidad hoy: compromiso con la Verdad, Fe y Justicia. Brasil, mayo de 1997. Libanio, S.J. Joao Batista, Contexto Latino-américano, Universidad y Paradigma Ignaciano. Brasil, mayo de 1997. Ugalde, S.J., Luis, La propuesta de AUSJAL y la Pedagogía Ignaciana. Brasil, mayo de 1997. Martín del Campo Mena, José Luis, El neoliberalismo y moral sociopolítica desde América Latina México. 1993.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Orientaciones Universitarias No. 19, mayo de 1998 Savater, Fernando, El aprendizaje humano. 1997. Popper, Karl R., Tolerancia y Responsabilidad Intelectual. 1998. Grupo Martín V., Miradas cruzadas sobre la libertad académica. Bélgica, 1996. Robredo Uscanga, Juan Manuel, Perfil del profesor de la Universidad Iberoamericana. 1997. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Reflexiones sobre la Formación Integral. Bogotá, 1997.

Orientaciones Universitarias No. 20, julio de 1998 Arango Arango, S.J., Horacio, La Universidad Javeriana de cara al nuevo milenio. Bogotá, 6-13 de febrero de 1998. , Mensaje del Vice-Gran Canciller de la Pontificia Universidad Javeriana a toda la comunidad educativa. Bogotá, 23 de junio de 1998.

Orientaciones Universitarias No. 21, septiembre de 1998 Arango Puerta, S.J. Gerardo, La Universidad del futuro. Bucaramanga, 27 de febrero de 1998. , El cambio de la Educación Superior en Colombia, una visión desde la experiencia. Bogotá, 18-20 de marzo de 1998. , Hacia una agenda de la Educación Superior en Colombia. Bogotá, agosto de 1997. , Los profesores titulares. Bogotá, 15 de mayo de 1998. Hoyos Vásquez, S.J., Jaime, La «Pertenencia» como dimensión constitutiva del ser-hombre. Bogotá, octubre de 1985. Baena Bustamante, S.J., Gustavo, La antropología subyacente en la Universidad Jesuítica. Bok, Derek., Una paradoja en la Educación. 1993. Chomsky, Noam, La función de la Universidad en tiempos de crisis. 1970.

Orientaciones Universitarias No. 22, octubre de 1998 Arango Puerta, S.J. Gerardo, Discurso del Rector de la Universidad. Bogotá, 15 de septiembre de 1998.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Arango Arango, S.J., Horacio, Discurso del Vice-Gran Canciller de la Universidad. Bogotá, 15 de septiembre de 1998. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Discurso del nuevo Rector de la Universidad. Bogotá, 15 de septiembre de 1998.

Orientaciones Universitarias No. 23, noviembre de 1998 Pablo VI, Alocución en la Misa del Día del Desarrollo. Bogotá, 23 de agosto de 1968. , Exhortación Apostólica “Gaudete in Domino” sobre la alegría Cristiana. Roma, 9 de mayo de 1975. Juan Pablo II, Desarrollo y solidaridad: Dos claves para la paz. Vaticano, 8 de diciembre de 1986. , Discurso ante la 50a Asamblea General de las Naciones Unidas. Nueva York, 5 de octubre de 1995.

Orientaciones Universitarias No. 24, enero de 1999 Remolina Vargas, S.J., Gerardo, La responsabilidad social de la Universidad frente a la problemática del país. Bogotá, 28 de octubre- 12 de noviembre de 1998. De Roux, S.J. Francisco, La responsabilidad de los científicos sociales en la actual situación del país. Bogotá, 8 de agosto de 1998. Ellacuría, S.J. Ignacio, Universidad y Política. Septiembre de 1980.

Orientaciones Universitarias No. 25, mayo de 1999 Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Formar Formadores. Bogotá, noviembre de 1998. Campo, Rafael y Restrepo J., Mariluz, Formación Integral en la visión y la acción de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana. Cáceres de Rodríguez, Delcy y otros, Estrategias pedagógicas para la fromación integral. Propuesta Pedagógica. Osowski, Cecilia Irene, Paradigma de la Pedagogía Ignaciana. Cuestiones Curriculares. Mayo de 1997.

Orientaciones Universitarias No. 26, octubre de 1999 Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Palabras del Padre Rector en la celebración de la acreditación de los programas de enfermería, Ingeniería Industrial (Cali), Medicina y Odontología. Bogotá, 26 de mayo de 1999.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Serrano Sarmiento, Rafael, Palabras del Doctor Rafale Serrano Sarmiento, coordinador del Consejo Nacional de Acreditación en la celebración de la acredicación de los programas de Enfermería, Ingeniería Industrial (Cali), Medicina y Odontología. Bogotá, 26 de mayo de 1999. Cifuentes Madrid, Jairo H. y Pérez Piñeros, María Dolores, Sistema colombiano de acredicación: La búsqueda de un mejor modo de hacer Universidad. Cifuentes Madrid, Jairo H., El compromiso de la Pontificia Universidad Javeriana con la autoevaluación y acreditación: Deber ético y responsabilidad social. Bogotá, 9 de junio de 1999. Pastrana Andrés, Palabras del señor presidente de la República en la ceremonia de reconocimiento a los programas acreditados por el Consejo Naciona de Acreditación. Bogotá, 26 de agosto de 1999.

Orientaciones Universitarias No. 27, enero de 2000 Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Sabiduría, Autoridad y libertad del Maestro. Bogotá, 15 de mayo de 2000. Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Los desafíos de la educación cristiana a las puertas del tercer milenio. Arequipa, 1998. , El compromiso de la Compañía de Jesús en el sector de la educación. Gdynia, 1998. , Alocución en la Universidad de Sanata Dharma. Yogyakarta, 1999. , Alocución al Colegio Universitario Loyola. Chennai, 2000 , Alocución en la Universidad de Saint-Joseph. Beirut, 2000 Larkin, S.J. John Swope, La identidad Católica e ignaciana de la Universidad.

Orientaciones Universitarias No. 28, octubre de 2000 Los siete saberes necesarios para la educación del futuro Morin, Edgar, Los siete saberes necesarias para la educación del futuro.

Orientaciones Universitarias No. 29, abril de 2001 Formación Integral y Formación Social Federación Internacional de Universidades Católicas - FIUC, Pedagogía universitaria y formación integral - Un proyecto para la Universidad Católica del Tercer milenio. Mayo de 2000.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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McGettrick, Bart, Formación integral: Claves para el cumplimiento de la misión en una Universidad Católica. Australia, agosto de 2000. Pittau, S.J., Joseph, La universidad católica en el próximo milenio. Australia, agosto de 2000. Peters, S.J., Theodoro Paulo Severino, Pedagogía universitaria y formación integral - Un proyecto para la universidad católica del Tercer milenio. Australia, agosto de 2000. Banco Mundial - UNESCO, La importancia de la educación general. 2000. Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, El servicio de la fe y la promoción de la justicia en la educación universitaria de la Compañía de Jesús en Estados Unidos. Santa Clara, 2000.

Orientaciones Universitarias No. 30, septiembre de 2001 La Educación Superior de la Compañía de Jesús Compañía de Jesús - Secretariado de Educación, Encuentro Internacional de Universidades de la Compañía de Jesús. Roma, 2001. Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, La Universidad de la Compañía de Jesús a la luz del Carisma Ignaciano. Roma 2001.

Orientaciones Universitarias No. 31, octubre de 2001 El pensamiento universitario del Cardenal John Henry Newman Nédoncelle, M., Itinerario espiritual del Cardenal Newman. París, 1945 De Roux Guerrero, S.J. Rodolfo Eduardo, Teología y Universidad. Bogotá, octubre de 2001. Sierra Gutiérrez, Francisco, John Henry Newman: Aportes a una filosofía del conocimiento. Bogotá, octubre de 2001. Randle, S.J., Guillermo, El proceso de incorporación eclesial a la luz de nuestro marco teológico. Bogotá, octubre de 2001. Borrero Cabal, S.J., Alfonso, John Henry Newman, el educador de la inteligencia - Actualidad de su pensamiento universitario, Bogotá, octubre de 2001.

Orientaciones Universitarias No. 31, (suplemento), febrero de 2003 El pensamiento universitario del Cardenal John Henry Newman Remolina Vargas, S.J., Gerardo, La “confesionalidad” de una universidad católica. Bogotá, octubre de 2001.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Borrero Cabal, S.J., Alfonso, La universidad como un medio educativo. Bogotá, diciembre de 2001. Dulles, S.J., Cardenal Avery, La idea de la universidad de Newman y su importancia para la Educación Superior Católica. Noviembre de 2001. Cuartas Chacón, Carlos Julio, Itinerario newmaniano - Recuerdo breve e ilustrado. Bogotá, octubre de 2001. Sarmiento, S.J., Antonio José, Dimensión espiritual y pastoral del Cardenal Newman. Bogotá, octubre de 2001. Ricken, S.J., Friedo, John Henry Newman - Fe y Razón. Octubre de 2001 Jesuitas - Revista española, El Cardenal Newman y los Ejercicios Espirituales. Enero-marzo de 1996. Newman, Cardenal John Henry, Himno de alabanza. 1865.

Orientaciones Universitarias No. 32, noviembre de 2001 Inspiración y funciones de las universidades de la Compañía de Jesús Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Importancia y funciones de la Teología en una Universidad Católica y Jesuítica. Bogotá, 2001. , La función propia del rectorado en una universidad de la Compañía de Jesús. Córdoba, Arg, 2001. , La Pontificia Universidad Gregoriana y la visión de San Ignacio. Roma 2001. , Fe y Ciencia, una responsabilidad común para la dignidad humana. Zagreb, Croacia, 2000.

Orientaciones Universitarias No. 33, abril de 2002 Reflexiones acerca del papel del Vicerrector Académico y de los Decanos Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Funciones propias de un decano. Bogotá, 18 de octubre de 2000. Cuartas Chacón, Carlos Julio, La verdad y la autoridad en el camino universitario. Bogotá, 18 de octubre de 2000. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Los decanos columna vertebral de la universidad. Bogotá, 17 de julio de 2001. Cortés de Téllez, Rosaura, Oportunidades, retos y exigencias para un decano en la Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 17 de julio de 2001.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Remolina Vargas, S.J., Gerardo, Calidad integral y trato profundamente humano, tareas de un decano. Bogotá, 14 de febrero de 2002. Galán, Guillermo, Gestión integral de la academia. Bogotá, 14 de febrero de 2002.

Orientaciones Universitarias No. 34, enero de 2003 Ética y formación universitaria Etxeberría, Xabier, Aspectos éticos de la Educación. Hortal Alonso, S.J., Augusto, La ética profesional en el contexto universitario. 6 de octubre de 1994. Darmaatmadja, S.J., Cardenal Julio, Responsabilidad moral y educación profesional. Restrepo Cuartas, Jaime, Hacia una ética universitaria y ciudadana. Julio de 1999. Ramírez, Julio Sergio, El papel de la ética en la función pública. Zapata Villegas, Vladimir, Pedagogía y Ética. Manizales, septiembre de 1993. Bernal Villegas, Jaime, La institución educativa, ¿un organismo ético? Bogotá, febrero de 2000. León Robain, Rosario, La formación de valores a través de la educación a distancia. 2002. PNUD, Talleres de Milenio, Educación de ciudadanos como protagonistas.

Orientaciones Universitarias No. 35, marzo de 2004 Bioética y Universidad Llano Escobar, S.J., Alfonso, Relaciones entre bioética y universidad. Cely Galindo, S.J., Gilberto, Bioética y univesidad. Córdoba Villota, S.J., Juan Vicente, Medicina y bioética. López López, Edgar Antonio, El lugar de la bioética en la universidad. Flórez Flórez, Alfonso, Bioética y univesidad. Gaitán Pardo, Jorge, La racionalidad jurídica en la discusión bioética. Torres López, Diana María y otros, Cáncer de seno, familiar: algunos aspectos bioéticos del diagnóstico molecular. Díaz Amado, Eduardo, Calidad de vida o el alcanzar lo bueno, lo bello y lo justo.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Calderón Legarda, Germán, La ambivalencia de la bioética: cinco tesis para superar la v ergtüenza. Prieto de Romano, Gloria Inés, Bioética y formación integral profesional.

Orientaciones Universitarias No. 36, enero de 2005 Los Antiguos alumnos y sus asociaciones Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Alocución al XXIII Congreso Latinoamericano de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús. Caracas 2004. ,Carta a las personas relacionadas con la compañía de Jesús. Roma, 1994. , Alocución a la Asociación de Antiguos Alumnos de la Compañía de Jesús ASIA y la Unión Javeriana. Cali, 1991. , Alocución al V Congreso Mundial de Exalumnos de la Compañía de Jesús. Sidney, Australia, 1997. , “Donde la mente carece de miedo y la cabeza se mantiene erguida”, alocución al Congreso Mundial de Alumnos - Alumnas. Kolkata, India, 2003. , Homilía de la Eucaristía en el Congreso Mundial de Alumnos - Alumnas. Kolkata, India, 2003. , Alocución en el Encuentro con los Exalumnos de la Compañía de Jesús. La Paz, Bolivia, 2001. , Alocución a los Antiguos Alumnos con ocasión de la celebración de los 150 años del Colegio de Belén. Miami, 2004. , Carta sobre el Apostolado Social. Roma, 2000. Arrupe, S.J., Pedro, La promoción de la justicia y la formación de las Asociciones de Antiguos Alumnos. Valencia , España, 1973. Remolina Vargas, S.J., Gerardo, El compromiso de las Asociaciones de Profesionales Javerianos con la Universidad y el país. Bogotá, 1999. , La calidad de las universidades colombianas. Bogotá, 2004. Núñez Vergara, Guillermo, Los egresados javerianos, la Universidad y el país. Bogotá, 2002. Hoyos, S.J., Jorge y Morales, Jairo A., Los antiguos alumnos de la Compañía de Jesús y el servicio a los demás en una sociedad en red. Taiwán, 2002. Ugalde, S.J., Luis, La responsabilidad social del antiguo alumno Caracas. 2004.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Orientaciones Universitarias No. 37, marzo de 2005 Globalización, mundialización y verdad como valores Carrera I Carrera, Joan, Mundo global, Ética global. Calvez, S.J., Jean-Yves, Globalización, mundialización. Aspectos económicos, políticos, culturales y religiosos. , La verdad como valor humano y social. Ugalde, S.J., Luis, La red de universidades AUSJAL y globalización.

Orientaciones Universitarias No. 38, marzo de 2007 V Centenario del Natalicio de San Francisco Javier, Patrono de la Universidad Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, Javier y el año jubilar de los jesuitas. Roma, 2007. Cifuentes Madrid, Jairo, Javier en seis palabras. 6 de abril de 2006. Rozo, S.J., Miguel, San Francisco Javier y el Alma Mater. 7 de abril de 2006. Sarmiento, S.J., Antonio José, Javier Paradigma de la vida bella. 7 de abril de 2006. Jordán Esparza, María Andrea, Javier y el encuentro de Oriente y Occidente. 7 de abril de 2006. Rouco Varela, Cardenal Antonio, Javier: la historia apasionada de una sublime vocación misionera. Castillo de Javier, España, 7 de abril de 2006. Restrepo, S.J., Darío, Desafíos javerianos. 3 de diciembre de 2005. Maza, S.J., Manuel, San Francisco Javier: un grito a los universitarios. 2002. Álvarez, S.J., José Ricardo, Javier: una experiencia y un camino espirituales. 3 de diciembre de 2002. Uribe, S.J., Eduardo, Vida apostólica y tensiones: experiencia javeriana. 3 de diciembre de 1992. Cuartas Chacón, Carlos J., He aquí a Javier.

Orientaciones Universitarias No. 39, agosto de 2007 Verdad, justicia y reparación Juan Pablo II, Ofrece el perdón, recibe la paz, Roma, 1º de enero 1997. Benedicto XVI, En la verdad, la paz. Roma, 9 de enero de 2006.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Tute, Desmond, Justicia es reconciliación. Castro Q., Mons. Luis Augusto, Escenarios de reconciliación, desde una teología espiritual y desde un país en conflicto. De Roux, S.J., Francisco, El compromiso social del teólogo javeriano. Ramírez Ocampo, Augusto, Paz, verdad, justicia y reparación – Un marco jurídico. Sampedro Arrubla, Julio Andrés, Una reflexión victimológica sobre la barbarie.

Orientaciones Universitarias No. 40, septiembre de 2007 Homenaje al P. Pedro Arrupe, S.J., en el centenario de su natalicio Divarkar, S.J. Parmanda, Pedro Arrupe, S.J. - Una Semblanza. Septiembre de 1999. Peña Durán Bernardo, La voz profética del P. Arrupe. 1977. Arrupe, S.J. Pedro, Ante el ateísmo. 1967. , Sentido y Misión de las Universidades de la Compañía. Diciembre de 1976. , El Apostolado Intelectual en la Misión de la Iglesia. Mayo de 1970. , Palabras del Superior General a los decanos y profesores de la Universidad Javeriana. Bogotá, 16 de agosto de 1977. , Nuestros colegios hoy y mañana. Roma, 13 de septiembre de 1980. , La Iglesia y el derecho a la información. 1982. , Homilía sobre San Pedro Claver. Barcelona, 23 de junio de 1980. Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, El “Magnificat” del P. Arrupe. Roma, 8 de febrero de 1991. , 10º Aniversario de la muerte del Padre Pedro Arrupe. Roma, 18 de febrero de 2001. Índices de Orientaciones Universitarias No. 1 a No. 40 (1989-2007)


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Orientaciones Universitarias No. 41, septiembre de 2008 Actos de Posesión – Rector de la Universidad, 2007 – Vicerrector Académico de la sede Central, 2008 Rodríguez, S.J., Gabriel Ignacio, Homilía del Vice-Gran Canciller, Celebración Eucarística en el Día de la Universidad, 1º de octubre de 2007. Remolina, S.J., Gerardo, Palabras del Rector en el Día de la Universidad, 1º de octubre de 2007. Rodríguez, S.J., Gabriel Ignacio, Discurso del Vice-Gran Canciller, posesión del nuevo Rector de la Universidad, 1º de octubre de 2007. Remolina, S.J., Gerardo, Discurso del Rector saliente, Posesión del nuevo Rector de la Universidad, 1º de octubre de 2007. Sánchez, S.J., Joaquín, Discurso del nuevo Rector de la Universidad en el acto de su posesión, 1º de octubre de 2007. Correa, S.J., Carlos Eduardo, Discurso del Vice-Gran Canciller (E), Posesión del nuevo Vicerrector Académico de la Sede Central, 3 de marzo de 2008. Durán, S.J., Vicente, Discurso del nuevo Vicerrector Académico de la Sede Central en el acto de su posesión, 3 de marzo de 2008. Sánchez, S.J., Joaquín, Discurso del Rector de la Universidad, Posesión del nuevo Vicerrector Académico de la Sede Central, 3 de marzo de 2008.

Orientaciones Universitarias No. 42, junio de 2009 Homenaje a Alfonso Borrero Cabal, S.J. Presentación de la obra La Universidad, Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias, de Alfonso Borrero Cabal, S.J., 20 de octubre de 2008. Sánchez, S.J., Joaquín, Palabras del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, 20 de octubre de 2008. Martínez, Patricia, “Naturaleza universitaria: la universidad como institución social”, 20 de octubre de 2008. Páramo, Guillermo, “Autonomía universitaria - La autoridad del saber”, 20 de octubre de 2008. Remolina, S.J., Gerardo, “La interdisciplinariedad en el pensamiento y práctica de Alfonso Borrero Cabal, S.J.”, 20 de octubre de 2008.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Algunos escritos de Alfonso Borrero Cabal, S.J. Borrero, S.J., Alfonso, “Interrogantes sobre la Educación en el futuro”, 18 de marzo de 2000. , “Universitología” - Experiencia de un proceso y metodología”, 22 de julio de 2002. , Presentación ante la Academia Colombiana de la Lengua, 29 de noviembre de 2004. , “30 años de la Biblioteca General de la Javeriana”, 1º de diciembre de 2005. Nota Biográfica La Universidad, Estudios sobre sus orígenes, dinámicas y tendencias, Índice de la obra.

Orientaciones Universitarias No. 43, junio de 2010 La interdisciplinariedad en la Universidad Morin, Edgar, “Sobre la Interdisciplinariedad”. Carta de La Rábida (Portugal), “Sobre la transdisciplinariedad”, noviembre de 1994. Parra, S.J., Alberto, “Naturaleza del conocimiento en la sociedad contemporánea: sentido de la interdisciplinariedad”, 2009. Castro, Santiago, “Decolonizar la universidad - La hybris del punto cero y el diálogo de saberes”, 2005. Remolina, S.J., Gerardo, “¿Qué es la investigación interdisciplinaria?”, 2009. Cifuentes, Jairo, “!Interdisciplinariedad y estructuras académicas ¿Qué estructuras académicas pueden facilitar la investigación interdisciplinaria en la Universidad?”, 2009. Delgado, Ricardo, y Ocampo, Angélica María, “Prácticas juveniles como expresiones ciudadanas - Fundamentación y Niveles del Carácter Interdisciplinario en una Experiencia de Investigación”, julio de 2009. Zequera, Martha Lucía, Urgiles, Fernando, y Sarmiento, Juan Jacobo, “Diseño de dispositivo mecánico para evaluación biomecánica del tejido blando plantar por ultrasonido: una aproximación interdisciplinaria”, 2009. Ocampo, Angélica María; Robledo, Angela María; y Castillo, Olga Lucía, “La práctica de la Interdisciplinariedad en el Programa Formación Política y Ciudadana –PFPC-", 2009.


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Renjifo, Luis Miguel, “La Facultad de Estudios Ambientales y Rurales: Una Construcción Interdisciplinaria”, 2009.

Orientaciones Universitarias No. 44, diciembre de 2011 Identidad de la Institución Universitaria Documentos Pontificios Benedicto XVI, Encuentro con la Universidad de Roma “La Sapienza”, (Discurso preparado por el Santo Padre), 17 de enero de 2008. , Encuentro en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial (Discurso del Santo Padre durante el encuentro con profesores universitarios jóvenes), 19 de agosto de 2011. Documentos del Pade General de la Compañía de Jesús Nicolás, S.J., Adolfo, “Misión y Universidad: ¿Qué futuro queremos?”, Barcelona, 12 de noviembre de 2008 - Intervención en ESADE. , “Problemas y desafíos de la Educación Jesuita – Profundidad y Universalidad”, discurso con ocasión del 150º aniversario de la educación jesuita en Filipinas, Universidad Ateneo de Manila. 13 de julio de 2009. , “Profundidad, universalidad y ministerio académico: desafíos a la educación superior jesuita de hoy”, intervención en el Encuentro Mundial de Rectores de Universidades Jesuitas. México, 23 de abril de 2010. , Lección inaugural del curso académico 2011-2012, Conmemoración del 125º aniversario de la Universidad de Deusto, 9 de septiembre de 2011. Documentos de la Jornada de Reflexión Universitaria, Melgar, 7 a 9 de julio de 2010 Sánchez, S.J., Joaquín, “Identidad de las instituciones”. Mejía, Juan Luis, “Pluralismo y diversidad a partir de la identidad de una institución universitaria”. Tojeira, S.J., José María, “Sentido, desafíos y conflictos de la identidad institucional para las universidades”. Durán, S.J., Vicente, “Desafíos a la identidad de la Pontificia Universidad Javeriana: La docencia mediada por las tecnologías de la información y la comunicación, y el Sistema de Créditos Académicos como espacios para la construcción de identidad universitaria”.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Montes, S.J., Fernando, “La universidad jesuita como nuevo proyecto humanista”, Jornada de Reflexión Universitaria, Melgar, 7 a 9 de julio de 2010. Otros Documentos Mitchell, S.J., Robert A., “Cinco rasgos de la educación jesuita”, Boston College Magazine, 1988, en: Traub, S.J., George W., A Jesuit Education Reader, Chicago, Loyola Press – A Jesuit Ministry, 2008. Traducido por el Departamento de Lenguas, Facultad de Comunicación y Lenguaje, Pontificia Universidad Javeriana, septiembre de 2011. Bastenier, Albert y Michel Molitor, “La universidad católica como programa”, Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. Traducido del francés por Luis Fernando Múnera S.J., profesor de la Facultad de Filosofía, Pontificia Universidad Javeriana, diciembre de 2011. Compañía de Jesús, (Los Jesuitas - La Compañía de Jesús en los Estados Unidos), “Reflexión comunitaria sobre la misión de la Compañía de Jesús en la educación superior: una manera de proceder”, Washington, D.C., mayo de 2002. Traducido por el Departamento de Lenguas, Facultad de Comunicación y Lenguaje, Pontificia Universidad Javeriana, abril de 2010. Pontificia Universidad Javeriana, “Identidad institucional”, editorial Hoy en la Javeriana No. 1285, Bogotá, junio de 2010.

Orientaciones Universitarias No. 45, enero de 2014 Discursos y textos 2012-2013 Sánchez, S.J., Joaquín, Intervención del Rector de la Universidad con motivo de la Acreditación Institucional de Alta Calidad a la Pontificia Universidad Javeriana, Cali, 23 de marzo de 2012. De Roux, S.J., Francisco, Homilía del Vice-Gran Canciller de la Universidad en la Jornada de Reflexión Universitaria 2012, Melgar, 10 de agosto de 2012. Sánchez, S.J., Joaquín, Intervención del Rector de la Universidad, acto de entrega de la Cruz San Pedro Claver, 13 de septiembre de 2012. Quiñonez Yepes, Tatiana, Intervención de un estudiante galardonado, acto de entrega de la Cruz San Pedro Claver, 13 de septiembre de 2012. De Roux, S.J., Francisco, Intervención del Vice-Gran Canciller de la Universidad en el acto de posesión de nuevos Vicerrectores, 1º de octubre de 2012. Sánchez, S.J., Joaquín, Intervención del Rector de la Universidad en el acto de posesión de nuevos Vicerrectores, 1º de octubre de 2012.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Francisco, Discurso del Santo Padre en el encuentro con el mundo de la cultura, Pontificia Facultad de Teología de Cerdeña, Cagliari, 22 de septiembre de 2013. Nicolás, S.J., Adolfo, “El liderazgo Ignaciano”, palabras durante el encuentro del Padre General con Superiores y Directores de Obra, Provincia de Castilla, Valladolid, 6 de mayo de 2013. ,“Unicap: en la ciudad de los puentes, una universidad sin fronteras”, visita del Padre General a la Unicap, Brasil, 12 de julio 2013. ,“La Javeriana, Universidad transformadora”, palabras durante el encuentro con la Pontificia Universidad Javeriana (apartes), Bogotá, 12 de agosto de 2013. ,“Palabras para la vida”, VIII Congreso de Antiguos Alumnos (apartes) - Medellín, 15 de agosto de 2013.

Orientaciones Universitarias No. 46, agosto de 2014 Discursos Posesión del Rector de la Universidad, Bogotá, 28 de febrero de 2014 Sánchez, S.J., Joaquín, Palabras de despedida del Rector saliente, posesión del Rector de la Universidad. De Roux, S.J., Francisco, Palabras del Vice-Gran Canciller de la Universidad, posesión del Rector de la Universidad. Peláez, S.J., Jorge Humberto, Palabras del nuevo Rector de la Universidad durante su posesión. Posesión del Rector de la Seccional Cali de la Universidad, Cali, 25 de marzo de 2014 Peláez, S.J., Jorge Humberto, Palabras del Rector de la Universidad, posesión del Rector de la Seccional Cali. De Roux, S.J., Francisco, Palabras del Vice-Gran Canciller de la Universidad, posesión del Rector de la Seccional Cali. Gómez, S.J., Luis Felipe, Palabras del nuevo Rector de la Seccional Cali durante su posesión. Posesión del Vicerrector Académico de la Sede Central, 6 de mayo de 2014 Peláez, S.J., Jorge Humberto, Palabras del Rector de la Universidad.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Prieto, Luis David, Palabras del nuevo Vicerrector Académico de la Sede Central. Posesión de la Vicerrectora Administrativa de la Sede Central, 5 de julio de 2014 Peláez, S.J., Jorge Humberto, Palabras del Rector de la Universidad. Martínez de Rozo, Catalina, Palabras de la nueva Vicerrectora Administrativa de la Sede Central. Otros Discursos del Rector de la Universidad Peláez, S.J., Jorge Humberto, Palabras del Rector de la Universidad, posesión de Decanos en la Sede Central, Facultades de Ciencias Jurídicas, de Psicología, y de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, Bogotá, 14 de marzo de 2014. , Palabras del Rector de la Universidad, posesión de Decanos en la Sede Central, Facultades de Ciencias, de Ciencias Económicas y Administrativas, y de Educación, Bogotá, 9 de abril de 2014. , Palabras del Rector de la Universidad, posesión de Decanos en la Sede Central, Facultades de Comunicación y Lenguaje, de Enfermería, y de Artes, Bogotá, 14 de julio de 2014 , Palabras del Rector de la Universidad, Foro internacional “Maestro siempre” Ministerio de Educación Nacional, Bogotá, 5 de mayo de 2014 , Palabras del Rector de la Universidad, Proclamación de Profesores Titulares y Distinción de Profesores Eméritos, Bogotá, 5 de junio de 2014. , Palabras del Rector de la Universidad, Seminario Internacional Gobierno Universitario, Bogotá, 23 de julio de 2014. Galería Fotográfica

Orientaciones Universitarias No. 47, agosto de 2014 Homenaje a Luis Carlos Galán Sarmiento Escritos de Galán Galán, Luis Carlos, “Las ideas liberales y el cuento de la democracia colombiana”, Autonomía (periódico universitario), Bogotá, 4 de abril de 1963. , “Una tribuna en defensa de la dignidad”, en Vértice, (Editorial), Volumen I, número 1, Bogotá, noviembre de 1963.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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, “Nuestra pasión es Colombia”, en Vértice (Editorial), Volumen I, número 2, Bogotá, mayo de 1964. , Ante la XVI sesión de la Conferencia General de la Unesco (22 de octubre de 1970), La Crisis de la Educación 1970-1972, Fundación Luis Carlos Galán Sarmiento – Ministerio de Educación Nacional, Bogotá, 1993. , “Una nueva manera de hacer política”, en Nueva Frontera No. 72, Bogotá, marzo de 1976. , “Los privilegios en Colombia”, en Nueva Frontera No. 340, Bogotá, 13 de julio de 1981. , “Se acerca la hora del cambio…”, en Nueva Frontera No. 368, Bogotá, 1º de febrero de 1982. , “Integración latinoamericana” (14 de junio de 1987), en Encuentro Latinoamericano por la Democracia y la Integración, Fundación Luis Carlos Galán Sarmiento, Bogotá, 1991. , “La Educación y la paz”, (29 de septiembre de 1988), en Revista Javeriana, Año 56, número 549, Bogotá, octubre de 1988. , Lanzamiento de la Candidatura Presidencial (4 de julio de 1989), en Propuesta Galán, Cuadernos de la Cátedra Galán No 1, Pontificia Universidad Javeriana, 1990. Escritos sobre Galán Barco, Virgilio, Mensaje del Presidente de la República en el sepelio de Luis Carlos Galán Sarmiento, Bogotá, 20 de agosto de 1989. Cuartas, Carlos Julio, “Luis Carlos Galán ¡Un javeriano por excelencia!”, Hoy en la Javeriana No. 1.000, 31 de agosto de 1989. Franco, Juan Camilo, “Seguir a Galán”, guión del audiovisual del mismo nombre, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2009. Gaitán, Bernardo, “Luis Carlos Galán”, en Universitas No. 119, julio – diciembre, 2009. García, Roberto (Ayax), “Evocación de Galán”, en El Tiempo, 29 de agosto de 1993, p. 5-A. Gaviria, César, “La Educación y la Política”, discurso en la presentación de la Cátedra Galán Siglo XXI, Bogotá, 18 de agosto de 2004. Hoyos, S.J., Jorge, Mensaje del Rector de la Universidad Javeriana con motivo de la muerte de Luis Carlos Galán, 22 de agosto de 1989, en Hoy en la Javeriana, 31 de agosto de 1989. Jaramillo, Juan Diego, “Luis Carlos Galán”, en El Tiempo, 22 de agosto de 1992, p. 5-A.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Pontificia Universidad Javeriana, Consejo de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas, Declaración, en Hoy en la Javeriana No. 1.000, 31 de agosto de 1989. Pontificia Universidad Javeriana, Estudiantes Facultad de Derecho, “Un llamado a la reflexión”, en Ágora – Vértice, Bogotá, 25 de agosto de 1989. Remolina, S.J., Gerardo, “Sueño y compromiso de un joven universitario”, palabras del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana en la inauguración del Encuentro de Estudiantes Universitarios 2004, Bogotá, 10 de agosto de 2004. , “Fama y grandeza”, palabras del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana en la presentación de la Cátedra Galán Siglo XXI, Bogotá, 18 de agosto de 2004. , “La Educación y la Política”, palabras del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana en la sesión inaugural del I Foro de la Cátedra Galán Siglo XXI, Bogotá, 19 de agosto de 2004. Rey, Felipe, “Un estudiante más entre nosotros”, intervención en el Encuentro de Estudiantes Universitarios “Sueño y Compromiso de un joven universitario”, Bogotá, 10 de agosto de 2004. Rosas, Gabriel, “La vida de Luis Carlos Galán, un ejemplo que se ha de seguir”, palabras del Ministro de Agricultura en el sepelio de Luis Carlos Galán, Bogotá, 20 de agosto de 1989. Santos, Juan Manuel, “Galán el pilo”, en El Tiempo, Bogotá, 16 de agosto de 1996, p. 5-A. Vásquez, Alfredo, “La trayectoria de Galán”, El Espectador, Bogotá, 20 de agosto de 1993, p. 3-A. Vidal, Jaime, “El sacrificio de Luis Carlos Galán”, en El Espectador, Bogotá, 19 de agosto de 1996, p. 3-A. Vidal, Margarita, Carta al Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, 10 de agosto de 2004. Galán, un porvenir Cuartas Chacón, Carlos Julio, Cronología biográfica ilustrada, 2004.


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Orientaciones Universitarias No. 47 Suplemento, agosto de 2014 Homenaje a Luis Carlos Galán Sarmiento Peláez, S.J., Jorge Humberto, “Homenaje a Luis Carlos Galán”, 19 de agosto de 2014. Gómez, Hernando, “In Memoriam – Luis Carlos Galán”, 19 de agosto de 2014. González, Jorge, “El pensamiento de Galán – Cinco lustros después”, 19 de agosto de 2014. Santos, Alejandro, “Galán, 25 años después”, Bogotá, agosto de 2014. Cuartas, Carlos Julio, “La obra de Galán – Conmemoración y Patrimonio”, agosto de 2014. El Tiempo, “La causa de Galán”, Bogotá, 17 de agosto de 2014.

Orientaciones Universitarias No. 48, agosto de 2015 Documentos Sobre la Universidad Católica y Jesuítica Francisco, Mensaje del Santo Padre a la Federación Universitaria Católica italiana 14 de octubre de 2014. , Encuentro del Santo Padre con el mundo de la enseñanza, 7 de julio de 2015 Nicolás, S.J., Adolfo, “La Educación en la Compañía de Jesús”, 2013. Correa, S.J., Carlos Eduardo, “La Misión de la Compañía de Jesús”, 2015. Angúdez, S.J., Miguel, “El paradigma universitario Ledesma-Kolvenbach”, 2008. Cuartas, Carlos Julio, “Medio Universitario en la Javeriana”, 2014. Sobre la Universidad en general Durán, S.J., Vicente, “La pregunta por la calidad en nuestras universidades”, 2014. Palmer, Parker J., “El corazón de un profesor: identidad e integridad en la enseñanza (The heart of a teacher: identity and integrity in teaching)”, 1997, 2008. Knight, Jane, “Cinco verdades acerca de la internacionalización (Five truths about internationalization)”, 2012.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Baty, Phil, “Cuando los rankings van demasiado lejos (When rankings go too far)”, 2012. Wasserman, Moisés, “La democracia universitaria”, 2015. Wasserman, Moisés, “Autonomía Universitaria: por qué sí”, 2014. Un referente histórico Kolvenbach, S.J., Peter-Hans, “La universidad jeuítica hoy”, 1985. Posada, S.J., Raúl, “La Javeriana: un campo de apostolado”, 1986. De Roux, S.J., Rodolfo Eduardo, “Apostolado universitario como servicio de la fe y promoción de la justicia”, 1986.

Orientaciones Universitarias No. 49, noviembre de 2015 85 Años del Restablecmiento de la Universidad Peláez, S.J., Jorge Humberto, Celebración Eucarística en el Día de la Universidad, 1º de octubre de 2015. Peláez, S.J., Jorge Humberto, Almuerzo ofrecido a los miembros de la Orden Universidad Javeriana y los Profesores Titulares, 2 de octubre de 2015. Cuartas, Carlos Julio, “Historias Javerianas”, 2 de octubre de 2015. Hernández, Oscar, Exposición “Historias javerianas en 85 objetos”, 2 de octubre de 2015. Peláez, S.J., Jorge Humberto, Concierto ofrecido en el Teatro Colón, 6 de octubre de 2015. Cifuentes, Jairo Humberto, “Sentido del orgullo javeriano”, 8 de octubre de 2015. Mery, Carlos, Inauguración del edificio Gerardo Arango, S.J., sede de la Facultad de Artes, 13 de octubre de 2015. Peláez, S.J., Jorge Humberto, Inauguración del edificio Gerardo Arango, S.J., sede de la Facultad de Artes, 13 de octubre de 2015. Castellanos, S.J., Luis Alfonso, Presentación Separata Hoy en la Javeriana, septiembre de 2015. Peláez, S.J., Jorge Humberto, “Con la mirada puesta en el porvenir”, Editorial de Revista Javeriana, octubre de 2015. Historias Javerianas en 85 objetos - Registro gráfico de la exposición


ÍNDICE CONSECUTIVO

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Orientaciones Universitarias No. 50 Homenaje al Padre Félix Restrepo, S.J. en el 50º aniversario de su muerte Escritos del Padre Félix Restrepo, S.J., Félix, “La educación del patriotismo”, 17 de noviembre de 1912, en Astros y Rumbos – Discursos académicos, P. Félix Restrepo, S.J., de la Academia Colombiana, Bogotá, D.E., Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. , “Elogio del hombre culto”, 1926, en Juventud Bartolina, número 53, Bogotá, noviembre de 1926. , “La aristocracia del trabajo”, 1929, Juventud Bartolina, número 82, Bogotá, noviembre de 1929. , “La Universidad Moderna”, 1933, en Revista Javeriana No. 33-45, mayo de 1933 - Universitas Humanística No. 13, diciembre de 1980. , “La Facultad de Ciencias Económicas y Jurídicas”, 1938, en Revista Javeriana No. 9, febrero-junio 1938 - Universitas Humanística No. 13, diciembre de 1980. , “Santander bartolino”, 21 de mayo de 1940, en Astros y Rumbos – Discursos académicos, P. Félix Restrepo, S.J., de la Academia Colombiana, Bogotá, D.E., Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. , “Misión de España en la Conquista de América”, 11 de octubre de 1940, en Astros y Rumbos – Discursos académicos, P. Félix Restrepo, S.J., de la Academia Colombiana, Bogotá, D.E., Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. , “La tragedia del 9 de abril en Bogotá y la Universidad Javeriana”, 27 de mayo de 1948, en Astros y Rumbos – Discursos académicos, P. Félix Restrepo, S.J., de la Academia Colombiana, Bogotá, D.E., Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. , “Dios en la historia”, 31 de julio de 1950, en Astros y Rumbos – Discursos académicos, P. Félix Restrepo, S.J., de la Academia Colombiana, Bogotá, D.E., Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. , “La educación social”, 22 de noviembre de 1950, en Astros y Rumbos – Discursos académicos, P. Félix Restrepo, S.J., de la Academia Colombiana, Bogotá, D.E., Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. , “Explicación necesaria”, 3 de diciembre de 1950, en Noticias Culturales No. 61, Instituto Caro y Cuervo, Bogotá, 1º de febrero de 1966.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

Escritos sobre el Padre Félix Pontificia Universidad Javeriana, Resolución # 115 del Rector de la Universidad, P. Jesús Emilio Ramírez, S.J., 16 de diciembre de 1965. Valtierra, S.J., Ángel, “El Padre Félix, humanista dinámico”. En Revista Javeriana No. 321, Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, enero-febrero de 1966. Giraldo, S.J., Gabriel, “Padre Félix Restrepo”, en Crónica General de la Pontificia Universidad Javeriana y de la Facultad de Derecho y Ciencias Socioeconómicas, junio de 1966. Plazas, Arcadio, Palabras durante el acto en homenaje al Padre Félix que tuvo lugar el 23 de marzo de 1966. República de Colombia, Decreto No. 3250 de 1965. Guzmán, Eduardo, “Despedida al Padre Félix Restrepo”, Palabras pronunciadas en el Cementerio Central, diciembre de 1965. El Tiempo, “El Padre Félix”, 17 de diciembre de 1965. Echeverri, Óscar, “Félix Restrepo S.J., un humanista sin humos”, Entrevista realizada por el autor al R. P. Félix Restrepo el 5 de diciembre de 1965, once días antes de la muerte del ilustre filólogo. Díaz, Alberto, “El más ilustre de los Restrepos”, Texto del Embajador de Colombia en el homenaje de Bolivia al P. Félix Restrepo, S.J., La Paz, 13 de enero de 1966. Hoyos, S.J., Jorge, Discurso del Rector de la Pontificia Universidad Javeriana, 24 de marzo de 1987. Chavez, Ignacio, Discurso del Director del Instituto Caro y Cuervo, 25 de marzo de 1987. Bejarano, Horacio, Discurso del Secretario de la Academia Colombiana, 8 de abril de 1987. Ospina, Jaime, Discurso del Individuo Correspondiente de la Academia Colombiana de Educación, 28 de mayo de 1987. Briceño, S.J., Manuel, Palabras del Subdirector de la Academia Colombiana, 6 de agosto de 1987. Gómez, Monseñor Rafael, Discurso pronunciado el 6 de agosto de 1987. Arciniegas, Germán, “El Padre Félix Restrepo”, en El Tiempo, 14 de agosto de 1998. Cacua, Antonio, “Presentación de la biografía”. Sesión de la Academia Colombiana de la Lengua, 24 de agosto de 1998. Cronología y Galería Fotográfica


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ÍNDICE ONOMÁSTICO Aldana Valdés, Eduardo, En la búsqueda permanente del rumbo. No. 3, 1990. Álvarez, S.J., José Ricardo, Javier: una experiencia y un camino espirituales. 3 de diciembre de 2002. No. 38, marzo de 2007. Angúdez, S.J., Miguel, El paradigma universitario Ledesma-Kolvenbach, 2008. No. 48, agosto de 2015. Arango Arango, S.J., Horacio, Homilía en la fiesta de San Francisco Javier. Bogotá, 3 de diciembre de 1997. No. 17, enero de 1998. , Reconstruir un proyecto de humanidad. Palmira, 3 de septiembre de 1997. No. 17, enero de 1998. , La Universidad Javeriana de cara al nuevo milenio. Bogotá, 6-13 de febrero de 1998. No. 20, julio de 1998. , Mensaje del Vice-Gran Canciller de la Pontificia Universidad Javeriana a toda la comunidad educativa. Bogotá, 23 de junio de 1998. No. 20, julio de 1998. , Discurso del Vice-Gran Canciller de la Universidad. Bogotá, 15 de septiembre de 1998. No. 22, octubre de 1998. Arango Puerta, S.J. Gerardo, La Universidad Javeriana y la creación de la cultura de la paz. Bogotá, 15 de septiembre de 1989. No. 1, octubre de 1989. , ¡Gracias! Bogotá, 1990 No. 4, 1990. , La identidad de una universidad Jesuítica hoy. Toulouse, septiembre de 1991. No. 8, septiembre de 1991. , Discurso del Padre Rector en el Acto de entrega del Doctorado Honoris Causa al Doctor Manuel Elkin Patarroyo. Bogotá, 19 de agosto de 1994. No. 10, agosto, 1995.


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ORIENTACIONES UNIVERSITARIAS N° 51

, Discurso del padre Rector en la instalación del III congreso sobre la Investigación en la Universidad Javeriana. Bogotá, 5 de octubre de 1994. No. 10, agosto, 1995. , Intervención del Padre Rector de la Pontificia Unviersdad Javeriana en el Coloquio "El profesor universitario, ¿Maestro?". Bogotá, 15 de mayo de 1995. No. 13, noviembre, 1995. , Discurso del Padre Rector durante la celebración de los 25 años de presencia de la Universidad Javeriana en Cali. Cali, 6 de octubre de 1995. No. 14, marzo, 1996. , Discurso del Rector durante el acto académico celebrado con motivo de la posesión del Rector, del Vicerrector Académico y el Vicerrector del Medio Universitario. Bogotá, 4 de diciembre de 1995. No. 14, marzo, 1996. , La Teología en la Universidad. México, D.F., 17 de abril de 1996. No. 16, agosto de 1997. , Los valores en la educación superior en América Latina. Guatemala, 15 de febrero de 1995. No. 16, agosto de 1997. , La Universidad del futuro. Bucaramanga, 27 de febrero de 1998. No. 21, septiembre de 1998. , El cambio de la Educación Superior en Colombia, una visión desde la experiencia. Bogotá, 18-20 de marzo de 1998. No. 21, septiembre de 1998. , Hacia una agenda de la Educación Superior en Colombia. Bogotá, agosto de 1997. No. 21, septiembre de 1998. , Los profesores titulares. Bogotá, 15 de mayo de 1998. No. 21, septiembre de 1998. , Discurso del Rector de la Universidad. Bogotá, 15 de septiembre de 1998. No. 22, octubre de 1998. Arciniegas, Germán, El Padre Félix Restrepo, en El Tiempo, 14 de agosto de 1998. Arrupe, S.J., Pedro, La promoción de la justicia y la formación de las Asociciones de Antiguos Alumnos. Valencia, España, 1973. No. 36, enero, 2005. , Ante el ateísmo. No. 40, septiembre de 2007. , Sentido y Misión de las Universidades de la Compañía. 25 de diciembre de 1976. , El Apostolado Intelectual en la Misión de la Iglesia. Mayo de 1970. No. 40, septiembre de 2007.


ÍNDICE ONOMÁSTICO

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, Palabras del Superior General a los Decanos y Profesores de la Universidad Javeriana. Bogotá, 16 de agosto de 1977. No. 40, septiembre de 2007. , Nuestros Colegios hoy y mañana. No. 40, Roma, 13 de septiembre de 1980, septiembre de 2007. , La Iglesia y el derecho a la información. 1982. No. 40, septiembre de 2007. , Homilía sobre San Pedro Claver. Barcelona, 23 de junio de 1980. No. 40, septiembre de 2007. Baena Bustamante, S.J., Gustavo, La antropología subyacente en la Universidad Jesuítica. No. 21, septiembre de 1998. Banco Mundial - UNESCO, La importancia de la educación general. 2000. No. 29, abril, 2001. Barco, Virgilio, Mensaje del Presidente de la República en el sepelio de Luis Carlos Galán Sarmiento, Bogotá, 20 de agosto de 1989. No. 47, agosto de 2014. Bastenier, Albert y Michel Molitor, La universidad católica como programa, Universidad Católica de Lovaina, Bélgica. No. 44, diciembre de 2011. Baty, Phil, Cuando los rankings van demasiado lejos (When rankings go too far), 2012. No. 48, agosto de 2015. Bejarano, Horacio, Discurso del Secretario de la Academia Colombiana en el Homenaje al Padre Félix, 8 de abril de 1987. No. 50, agosto de 2016. Benedicto XVI, En la verdad, la paz. Roma, 9 de enero de 2006. No. 39, agosto de 2007. , Encuentro con la Universidad de Roma “La Sapienza”, (Discurso preparado por el Santo Padre), 17 de enero de 2008. No. 44, diciembre de 2011. , Encuentro en la Basílica de San Lorenzo de El Escorial (Discurso del Santo Padre durante el encuentro con profesores universitarios jóvenes), 19 de agosto de 2011. No. 44, diciembre de 2011. Bernal Parra, S.J., Jairo, Palabras inaugurales del Vicerrector Académico, en el Coloquio "El profesor universitario, ¿Maestro?". Bogotá, 15 de mayo de 1995. No. 13, noviembre, 1995. Bernal Villegas, Jaime, La institución educativa, ¿un organismo ético? Bogotá, febrero de 2000. No. 34, enero, 2003. Bok, Derek, Una paradoja en la Educación. 1993. No. 21, septiembre de 1998.


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