ORAR EN EL MUNDO OBRERO
12º Domingo del Tiempo Ordinario (25 junio 2017) Comisión Permanente HOAC
Toda la seguridad del militante en su actuación descansa en su confianza en Dios a través de la Iglesia. Esta confianza dará fortaleza en los aparentes fracasos y humildad en los aparentes éxitos. Esta confianza lo convertirá todo en auténticos éxitos para Dios (Rovirosa, OC. T.V. 262).
Para mantener vivo el ardor misionero hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo, porque Él «viene en ayuda de nuestra debilidad» (Rm 8,26). Pero esa confianza generosa tiene que alimentarse y para eso necesitamos invocarlo constantemente. Él puede sanar todo lo que nos debilita en el empeño misionero. Es verdad que esta confianza en lo invisible puede producirnos cierto vértigo: es como sumergirse en un mar donde no sabemos qué vamos a encontrar. Yo mismo lo experimenté tantas veces. Pero no hay mayor libertad que la de dejarse llevar por el Espíritu, renunciar a calcularlo y controlarlo todo, y permitir que Él nos ilumine, nos guíe, nos oriente, nos impulse hacia donde Él quiera. Él sabe bien lo que hace falta en cada época y en cada momento. ¡Esto se llama ser misteriosamente fecundos! (EG 280). Confiad, nuestra vida es conflicto
Aunque no nos guste, el conflicto es una realidad de nuestra existencia que forma parte de nuestra vida peregrina. El conflicto pone a prueba nuestra confianza y hay diversas maneras de hacerle frente: la de Jesús, con confianza en el Espíritu; o la de este mundo, que se instala en él desde la mentira; o también podemos ignorar el conflicto, hacer como si no existiera… No es indiferente nuestra manera de situarnos ante el conflicto. La realidad es que nos tambalea muchas veces. Repasa tu vida de esta semana. Acoge las diversas situaciones de conflicto que has vivido: personales y familiares, en el trabajo, en el barrio, en tu lugar de compromiso, en la parroquia o en la misma HOAC… también en ellas está presente el Señor. Y, desde ahí, ora: Con tanta protección, con tanta garantía, con tanto amparo, con tanta defensa, con tanta muralla, con tanto derecho, con tanto seguro, con tanto capricho… estamos mal acostumbrados a bregar en el mar de la vida. 1
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C.P.
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Y cualquier imprevisto, aun el más trivial y anodino, -la incertidumbre ante el futuro, el presentimiento de un cambio, el miedo a lo desconocido, un dolor fortuito,
la presencia de extranjeros, la sospecha de nada concreto…nos paraliza o produce recelo.
¿Por qué teméis, gentes de poca fe? Solo es una tormenta de verano.
Escucha la Palabra del Señor Mt 10, 26-33: No tengáis miedo; valéis más vosotros
No les tengáis miedo, porque nada hay encubierto, que no llegue a descubrirse; ni nada hay escondido, que no llegue a saberse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz, y lo que os digo al oído, pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No; temed al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna. ¿No se venden un par de gorriones por un céntimo? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo: valéis más vosotros que muchos gorriones. A quien se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los cielos.
Palabra del Señor
Para vivir la Palabra, acógela, hazla tuya Terminado el tiempo de Pascua, y pasadas las solemnidades de los últimos domingos, volvemos a la normalidad del tiempo ordinario; el que nos va invitando a descubrir y acoger la presencia del Espíritu de Dios en lo cotidiano de nuestra existencia, con sus luces, y con sus sombras; con sus éxitos y fracasos; con sus seguridades y sus miedos, con sus encuentros y conflictos… El miedo al que se refiere Jesús es al miedo que produce la persecución por la causa del Reino. Un miedo que puede surgir del conflicto, o de la propia debilidad. Un miedo que – asumámoslo- todos tenemos en mayor o menor medida. Jesús mismo nos recuerda que nuestra vida y misión estará marcada por la persecución, porque la suya lo estuvo, y el discípulo no es más que su maestro (Mt 10, 24). Los miedos parece que nos crecen con la edad, con la debilidad, con la seguridad… 2
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Es inevitable que los cristianos entremos en conflicto por una serie de gestos que ponen de manifiesto nuestra fe y una manera de vivir que va a contracorriente del estilo de vida opulento de nuestro mundo; gestos aparentemente incomprensibles para nuestro mundo y que, en realidad, denuncian un modo de vivir egoísta e injusto. Los cristianos, si realmente lo somos, terminamos por molestar, por estorbar, porque nuestra manera de vivir pone al descubierto los ocultos entresijos inhumanos de este sistema. Porque el proyecto del Reino confronta todos los proyectos humanos y descubre sus incoherencias, porque no podemos casarnos con nada ni con nadie que no sea el Señor Jesús y la causa del Reino, que es la causa de los pobres. Si no hay esta experiencia de conflicto por causa del Reino en nuestra vida, algo no marcha bien. Si somos alabados, aceptados por este mundo injusto, nos lo hemos de hacer mirar. Porque lo nuestro es la Cruz. Y, por eso, tratarán de perseguirnos y eliminarnos de la forma más eficaz: atrayéndonos a una vida cómoda, tranquila, espiritualizada, desconectada de lo cotidiano y humano, desencarnada… donde ya tenemos la explicación y la respuesta amarga para todo. Tratarán de vaciar nuestra esperanza y achatarla, de oscurecer nuestra utopía fraterna, de silenciar la voz del Espíritu, para que no resuene más en nuestra vida. ¿Nos sorprende? Si realmente buscamos vivir el amor, experimentaremos el temor de acogerlo y tropezaremos con rechazos. Pero, frente a esto, está la promesa de Jesús, contenida en su invitación repetida hasta tres veces en este texto: “No tengáis miedo”. Una invitación a la confianza en medio del conflicto, a experimentar cuánto valemos cada uno y cada una de nosotras para Dios, más cuando vamos siendo testigos de su Evangelio. Una invitación a sentirnos amados, sobre todo en medio del conflicto por causa de su Reino. En medio de los conflictos, el Señor nos da ánimo para seguirle, fuerza para no acobardarnos ante las ‘pérdidas’ que podemos sufrir por vivir en su seguimiento. El Señor nos da alegría, la de saber que valemos para él, que está con nosotros, que nos ama, y que el amor echa fuera el temor. El Señor nos sostiene para ser testigos de su Evangelio, testigos de su amor, y de ese modo dar razón de la Esperanza. Mira tu proyecto de vida, que aún necesita echar fuera miedos y recelos, que ha de sustentarse sobre esa confianza en el Amor de Dios en lo hondo de tu existencia y en lo cotidiano de tu vida. ¿Qué pasos necesitas dar y te impulsa a concretar esta Palabra de Dios?
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Termina con gratitud este encuentro con el Señor Fíate de Jesús, responde a su llamada; fíate del Padre, descansa en su regazo; fíate del Espíritu, lucha y sé libre.
No tengáis miedo a los que amenazan, a los que hieren, a los que dañan la dignidad y matan el cuerpo pero no pueden quitarte la vida.
Estás invirtiendo la vida en el proyecto más grande y venturoso puesto en nuestras manos. ¡No tengas miedo! ¡Fíate de Jesús!
No tengas miedo a los que ocultan la verdad o, creyéndose dueños de ella, la manipulan, dosifican y venden; a los que con el arma de la mentira quieren dominar pueblos y personas.
Y escucha orando esta canción: “Confía” https://youtu.be/Zg-rfDZVdqg
Rebélate, manifiesta en todos los sitios, en todo momento, a tiempo y a destiempo, tu fe en la vida y en la hermandad adquirida al abrigo del Padre, al lado de Jesús, a la sombra del Espíritu, en el seno de la comunidad.
Desde esa confianza, ofrece…
Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día, nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas … Danos la gracia de amarte con todo nuestro corazón … María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros.
Haz de esa fe un gozo personal diario, un estandarte de libertad, una fuente de vida un banquete compartido, una canción de esperanza, tu reivindicación más sentida.
No tengas miedo a los que, por eso, pueden castigarte, retirarte el apoyo, privarte del trabajo, ignorar tu presencia, olvidar tu historia, golpear tu debilidad, hacerte mal. No tengas miedo. 4