Hermandad Obrera de Acción Católica de C Córdoba Dos muertes laborales durante este verano. "Es necesario sobre todo volver a dar dignidad al trabajo, garantizando también las condiciones adecuadas para su desarrollo" (Francisco I ante el Parlamento Europeo. Noviembre de 2014)
De eso se trata cuando hablamos de las personas que enferman a causa de sus condiciones laborales, o mueren por falta de seguridad en sus puestos de trabajo: de devolver al trabajo la dignidad que nunca deberían haber perdido. La precariedad laboral mata. Así de simple y tremendo. Algo que nuestra sociedad sigue ignorando. Después de superar la crisis mediante la legalización de la precariedad laboral, vía reformas laborales vuelven a subir las estadísticas de siniestralidad laboral: En concreto, en 2015 subió un 12% la tasa de mortalidad laboral en España, con respecto al año anterior. Las enfermedades relacionadas con el trabajo aumentaron un 11% también. Y esto sólo en cuanto a economía "formal" ¿Cómo serían estos números si supieramos lo que pasa en la economía sumergida?. Además, según UGT, se estima que el 22% de las enfermedades relacionadas con el trabajo no están reconocidas como tales. 5.502 patologías "tapadas". Lamentablemente, este verano hemos sufrido dos accidentes • •
Diego Torralbo, de 61 años trabajaba con su tractor cuando se sintió indispuesto. Días después fallecía en el hospital, por un golpe de calor. El que le produjo una fatídica jornada de trabajo a primeros de julio. El 1 de septiembre, Rafael Párragas se subió al tejado de su nave a hacer unas reparaciones. Poco después cayó sin que nada se pudiera hacer por él.
Rafael era autónomo. Un pequeño empresario. Clase obrera que no tiene más remedio que establecerse por su cuenta para sobrevivir. Por este motivo no engrosará las listas de muertes laborales. Igualmente, Diego Torralbo no murió en el acto. Incomprensiblemente, cuando esto sucede, el caso tampoco se incluye en las estadísticas de siniestralidad laboral. La importancia de figurar en una lista, de forma que sea esta capaz de darnos una idea fiel de las dimensiones del problema, es clave para conocer la realidad. Pero lo más desolador es la sospecha de que, por encima de obtener datos reales, se busca expulsar el mayor número de casos posible para ocultar esa realidad y expulsar a las propias víctimas (y sus familias) de los derechos legales que se tienen por haber sufrido un accidente o enfermedad laborales. Sencillamente, desde nuestro seguimiento de Jesús de Nazaret, o desde la buena voluntad de cualquier persona "de bien" esto es un atentado a la dignidad del trabajo y, por ende, a la vida de la persona que trabaja. Por eso, seguimos gritando...
16 de septiembre de 2016