ORAR EN EL MUNDO OBRERO
17º Domingo del Tiempo Ordinario (30 julio 2017) Comisión Permanente HOAC
El Evangelio es la herencia de los desheredados y el tesoro de los pobres, y no otra cosa” (Rovirosa, OC. T.V. 207).
El entusiasmo evangelizador se fundamenta en esta convicción. Tenemos un tesoro de vida y de amor que es lo que no puede engañar, el mensaje que no puede manipular ni desilusionar. Es una respuesta que cae en lo más hondo del ser humano y que puede sostenerlo y elevarlo. Es la verdad que no pasa de moda porque es capaz de penetrar allí donde nada más puede llegar. Nuestra tristeza infinita sólo se cura con un infinito amor (EG 265). ¿Dónde está tu tesoro?
¿Tu tesoro, cuál es y dónde está? Quiero decir: ¿qué o quién te mueve, de verdad? ¿Por qué te despiertas y luchas cada día? ¿Por qué o quién estás dispuesto a dejarte la vida? ¿En qué y con quien te juegas del todo la vida? Pero, de verdad, no de boquilla. No tiene sentido que te engañes. Ahora puede ser buen momento para preguntártelo, y también para aceptar la respuesta. Al menos que sepamos dónde estamos, con sinceridad. Quizá de tu proyecto de vida a tu vida real va un trecho aún largo. Comienza por identificarlo y reconocerlo, y luego, sigue orando:
Aquí estoy, tú sabes cómo
Aquí estoy, Señor; a tu puerta, entre estremecido y asustado, aturdido y expectante; sin saber cómo he llegado, sintiendo que avivas, en mi corazón, las cenizas del deseo y la esperanza y despiertas, con un toque de gracia, mis entrañas yermas.
Aquí estoy, Señor, a tu puerta, con el anhelo encendido, con el deseo disparado, con los ojos atentos y los pies prestos, aguardando lo que más quiero –tu abrazo-, luchando contra mis fantasmas y miedos, desempolvando mi esperanza olvidada, nuestras promesas y encuentros.
Aquí estoy, Señor, a tu puerta, medio cautivo, medio avergonzado, necesitado, enamorado…;
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queriendo despojarme de tanta inercia y peso, rogándote que cures las heridas de mi alma y orientes mis puertas y ventanas hacia lo que no siempre quiero y, sin embargo, es mi mayor certeza. Aquí estoy, Señor, a tu puerta, ¡Tú sabes cómo!
Escuchamos la Palabra del Señor Mt 13,44-52: Vende todo lo que tienes y compra el campo
El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. «¿Habéis entendido todo esto?». Ellos le responden: «Sí». Él les dijo: «Pues bien, un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo».
Palabra del Señor
La Palabra se proclama para ti
El Reino de los cielos se parece… Jesús no hace una explicación detallada de en qué consiste el Reino de Dios. Jesús cuenta, apasionadamente, que el Reino es lo más importante que le puede pasar a una persona. No hay nada igual. Solo es comparable a encontrar un tesoro escondido en un campo, que solo por encontrarlo nos llena de alegría. Lo importante en las dos primeras comparaciones no es el tesoro o la perla de gran valor, sino la actitud del comerciante y de quien encuentra el tesoro: va a vender todo lo que tiene y compra el campo y la perla. Para quien descubre el Reino y deja que su alegría inunde su vida ningún precio es demasiado alto. La renuncia, el compromiso, viene después del hallazgo. Cuando ya saben lo que han encontrado. Son una renuncia y un compromiso liberadores. El hallazgo es el don de Dios, la renuncia a todo para comprar el tesoro es nuestra decisión. 2
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El hallazgo del tesoro nos sitúa ante una nueva escala de valores: una nueva manera de pensar, de sentir, de vivir, de actuar; una nueva manera de ser que compromete toda la existencia. Todo lo demás pasa a ser relativo, en relación al Reino, aquí y ahora. Nos hace falta discernimiento, porque el Reino está muchas veces escondido –como el tesoro o la perla–, o bien, mezclado como una más de las ofertas que nos hace esta sociedad. La escala de valores de nuestro mundo no sirve para hacernos personas, para hacernos felices, ni para realizar nuestra humanidad; para realizar lo que somos y estamos llamados a ser. Muchos andan en pos de “tesoros” que no liberan, sino que esclavizan más y más. Muchos viven sin un ideal que merezca la pena. Se parece también… Una red llena de peces, donde solo se quedan los buenos. La invitación a formar parte del Reino es para todas las personas, por eso la red recoge toda clase de peces. La oferta del Reino se hace a todos, pero entrar en el Reino es algo que depende de nuestra acogida o rechazo del proyecto misericordioso de Dios. La clave está en cómo vivimos ante esa oferta. No bastará pedirlo cuando rezamos el Padrenuestro: “venga a nosotros tu reino”. No todo da lo mismo. No vale todo. Hay peces “malos” que tirar fuera de la red. Hay valores y Valores; tesoros y Tesoros. Nuestro tesoro es Jesús. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús (EG 1) Hoy es ocasión de renovar nuestro encuentro personal con Jesucristo o, al menos, tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. Al que arriesga, el Señor no lo defrauda, y cuando alguien da un pequeño paso hacia Jesús, descubre que Él ya esperaba su llegada con los brazos abiertos (EG 3). Este es el momento para decirle a Jesucristo: “Señor, me he dejado engañar, de mil maneras escapé de tu amor, pero aquí estoy, otra vez, para renovar mi alianza contigo. Te necesito. Rescátame de nuevo, Señor, acéptame una vez más entre tus brazos redentores” (EG 3). Vuelve ahora, a la luz de este evangelio, a las preguntas con que iniciabas este rato de oración: ¿tu tesoro, cuál es y dónde está? Quiero decir: ¿qué o quién te mueve, de verdad? ¿Por qué te despiertas y luchas cada día? ¿Por qué o quién estás dispuesto a dejarte la vida? ¿En qué y con quien te juegas del todo la vida? Quizá las respuestas empiecen a ser algo distintas. Tú decides y concretas los pasos a dar para que así sea.
Termina con gratitud este encuentro con el Señor Dichoso quien tropieza contigo
¡Dichoso ese hombre! ¡Dichosa esa mujer!
Dichoso quien tropieza contigo. Dichoso quien te encuentra y te descubre.
En cualquier recodo, en cualquier encrucijada, en los lugares más insospechados, te haces el encontradizo y le das la gran sorpresa. Tú le seduces y vende todo para poseerte.
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Dichoso el que no se acomoda, y te sigue encontrando más veces. Todos los días, a cualquier hora… Te ve y te reconoce, siente un sobresalto como la primera vez. Dichoso el que tiene un choque contigo cada noche.
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Cara a cara, sin niebla, sin disfraces.
fraternidad, fiesta, solidaridad, vida nueva, nueva sociedad, nueva humanidad. Todo tiene tu rostro, tu voz, tu nombre.
Antes estimaba todo lo mío, y me ufanaba de mi familia. Mostraba mis títulos y mi hogar, y estaba orgulloso de mi profesión. Apreciaba a mis amigos, y me gloriaba de mi pueblo. Contaba mis éxitos y méritos, y estaba rodeado de pequeños tesoros.
Eres el tesoro de la vida. Lo demás no tiene brillo ni valor. Es como basura y se pierde.
Tú no te pierdes, ni te gastas, no te apolillas, ni pasas de moda. Y ningún ladrón puede robártenos. Vale la pena venderlo todo para tenerte y gozarte. ¡Ojalá me busques y me seduzcas! ¡Ojalá te encuentre y me vaya contigo dejándolo todo! Pensándolo me alegro y proclamo en todos los sitios: ¡Tú eres el tesoro de mi vida!
Pero Tú vales más. La mayor ganancia eres Tú. La perla más preciosa eres Tú. El tesoro más deseado eres Tú. Todo lo demás no llena, no colma, no satisface… Dichoso quien tropieza contigo. Dichoso quien te encuentra y te descubre.
Todo lo que buscamos, lo llevas Tú: verdad, justicia, amor, paz, alegría, revolución,
Patxi Loidi
Tu acción de gracias se hace canción: “Contigo me la juego” www.bit.ly/ContigoMeLaJuego Y ofrecimiento…
Señor, Jesús, concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como tú, trabajar contigo, y vivir en ti. …María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros 4