ORAR EN EL MUNDO OBRERO
22º Domingo del Tiempo Ordinario (3 septiembre 2017) Comisión Permanente HOAC
Por la muerte mística bautismal y por el negarse a sí mismo (que son las condiciones primeras y principales que Cristo impone a los que quieran seguirle en su carro triunfal, que siempre pasa por el calvario), resulta que el cristiano ya no es nada más que cristiano. Quiero decir que no es algo que se añade a la propia vida, sino que la absorbe toda. La frase que se nos ha transmitido y que compendia todo esto es: Mi vivir es Cristo” (Rovirosa, OC. T.I. 153).
Los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos « mutuamente a llevar las cargas (EG 67). Mi vivir…
Así lo expresaban en sus reflexiones de despedida de la Comisión permanente de la HOAC, tres de sus miembros: José Fernando: “Hace cuatro años vine del desempleo. Ahora tocará volver al mismo lugar y después Dios dirá… No tengo miedo. Mi experiencia es que cuando se cierra una puerta, Dios abre una ventana. Habrá que luchar para construir el futuro común. Hay que estar implicados en la construcción de ese mañana mejor. Y no esperar a entonces para vivirlo en el día a día, personalmente, en la familia, con los amigos, con compañeros”. Fefi: “La formación como camino de espiritualidad está al servicio de nuestra vida para ayudarnos a ser y vivir, desde la libertad, como testigos entusiastas de Jesucristo en medio de la realidad concreta del mundo obrero empobrecido”. Jesús: “Lo que cuestiona es la coherencia entre la fe y la vida, el compromiso. Alguien me dijo hace poco que ‘Dios provee’ y así lo creo. Estaré donde Dios disponga, seguro que allí estaré bien”. En tu vida, en la de las personas que te rodean también hay experiencias de entrega, experiencias de su vivir en Cristo. Recógelas, recuérdalas, agradécelas.
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22º Domingo del tiempo ordinario
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C.P.
Gastar la vida
Tú, Señor, dijiste: “Quien quiera guardar su vida, la perderá; y quien la gaste y dé por mí, la recobrará”.
A pesar de todo, tenemos miedo a gastar la vida y entregarla sin reservas. Un terrible instinto de conservación nos lleva al egoísmo, y nos atormenta cuando hemos de jugarnos la vida. Pagamos seguros por todas partes para evitar los riesgos. Y, además de todo eso, está la cobardía.
Señor, nos da miedo gastar la vida. Sin embargo, Tú nos diste la vida para gastarla. No podemos reservárnosla en un estéril egoísmo.
Gastar la vida es trabajar por los demás, aunque no nos paguen; hacer un favor a quien nada puede darnos a cambio; gastar la vida es arriesgarse incluso al inevitable fracaso, sin falsas prudencias; es quemar las naves en bien del prójimo.
Somos antorchas y solo tenemos sentido cuando nos quemamos; solo entonces seremos luz. Líbranos de la prudencia cobarde, lo que nos hace eludir el sacrificio y buscar seguridad. Gastar la vida no es algo que se haga con gestos extravagantes y falsa teatralidad. La vida se entrega sencillamente, sin publicidad, como el agua de la fuente, como la madre que da el pecho a su hijito, como el sudor humilde del sembrador.
Enséñanos, Señor, a lanzarnos a lo imposible, porque detrás de lo imposible están tu gracia y tu presencia, y no podemos caer en el vacío. El futuro es un enigma, nuestro camino se pierde en la niebla; con todo queremos seguir dándonos, porque Tú estás esperándonos en la noche con mil ojos humanos que nos deshacen en lágrimas.
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Luis Espinal
C.P.
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Escuchamos la Palabra del Señor Mt 16,21-27: El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque tú piensas como los hombres, no como Dios». Entonces dijo a los discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.
Palabra del Señor
Para vivir la Palabra, acógela, hazla tuya Cargar la cruz no es ser masoquista. Si queremos seguir a Jesús con fidelidad no podemos olvidar que en él no encontramos ese sufrimiento que tantas veces nos acompaña, generado por nuestro propio pecado o por nuestra desacertada manera de vivir. Jesús no conoció el sufrimiento que nace de la envidia, del egoísmo o el amor propio, el vacío interior, o el apego egoísta a las personas y las cosas. Hay, por tanto, en nuestra vida un sufrimiento que hemos de ir suprimiendo de nosotros si queremos seguirle. Hay un sufrimiento que, ni es humano, ni es cristiano. Es una equivocación creer que uno sigue más de cerca a Jesús si busca sufrir sin necesidad alguna. Lo que agrada a Dios no es el sufrimiento, sino la actitud con que una persona asume las cruces que nacen del seguimiento fiel a Cristo. Hay sufrimientos, rechazos, conflictos, cruces que el cristiano ha de asumir siempre. Ahí está para cada uno de nosotros la cruz que hemos de llevar detrás de él. Nuestra sociedad se caracteriza, cada vez más, por la incapacidad para el sufrimiento y la renuncia. ¿Qué pensar de una sociedad que evita, esconde y rechaza determinadas formas de sufrimiento? ¿Qué decir de quinees no se detienen ante los derechos más elementales de las personas y actúan sin escrúpulo alguno, movidos solo por el éxito económico, el triunfo social, y las ansias de tener? ¿Qué decir de una sociedad atrincherada, incapaz de la más mínima renuncia, viendo en la acera de enfrente a millones de personas que carecen de lo más básico para vivir? 3
22º Domingo del tiempo ordinario
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C.P.
Deja que resuenen estas palabras de Jesús, una vez más, dentro de ti. En cada una de ellas hay buena noticia. Renueva tu compromiso y reaviva tu actitud de discípulo, al comienzo de este curso. Ante tu proyecto de vida, plantéate qué cruces y sufrimientos has de desterrar de tu vida, cómo ponerte detrás de Jesús, otra vez. Pregúntate qué cruces tuyas coinciden con las del Evangelio, cuáles tienes que asumir.
Termina con gratitud este encuentro con el Señor
Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mui entendimiento, toda mi voluntad, todo mi haber y poseer. Vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta.
San Ignacio de Loyola
Tu acción de gracias se hace canción: «Esto que soy, eso te doy» www.bit.ly/EstoQueSoyEsoTeDoy Ofrece tu vida al Señor
Señor, Jesús, … Concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como tú, trabajar contigo, y vivir en ti. … María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros.
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