ORAR EN EL MUNDO OBRERO
27º Domingo del Tiempo Ordinario (8 octubre 2017) Comisión Permanente HOAC
La doctrina y las obras de Jesús chocaban (y chocan) con los que son «del mundo», y éstos se defienden de la única manera que saben y pueden: maltratando y matando a los enviados del Dueño de la Viña (Rovirosa, OC.T, I. 505).
El gemido de la hermana tierra, se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud (LS 53). Nuestra vida humana, ¿es la viña del Señor?
La precariedad laboral se ha instalado en nuestras vidas: en 2016 se hicieron 20 millones de contratos, pero solo se contrató a 7 millones de personas. El 92 % son contratos precarios, el 40 % dura menos de un mes, el 30 % menos de una semana. En los últimos diez años se ha duplicado el número de hogares sin ningún ingreso laboral salario o prestación- y en el primer trimestre de este año había cerca de 650.000 hogares, en los que viven 1,3 millones de personas en esa situación. Los sectores más vulnerables de la sociedad opinan que la participación política y social no es útil para mejorar las condiciones de vida: para el 75,6 % votar no sirve. Para el 56,9 % no sirve asociarse, y para el 61,2 % no sirve la movilización. ¿Dónde está la justicia? ¿Esa es la viña del Señor? ¿Esa es la realidad que el Señor sueña como su Reino? En esas realidades, y en las que, similares, existen en tu pequeño mundo, Dios nos habla. Comienza por hacerlas presentes en tu oración. ¿Qué te dicen esas situaciones humanas? ¿Y Dios? Dios habla a su Iglesia (fragmento)
Estoy contigo en todas tus luchas y caminos; ni tus muchos pecados te hundirán en el polvo, ni tus duros trabajos quedarán infecundos.
Cada vez que me llames me tendrás a tu lado, te haré fuerte en la fe, generoso en la entrega, y serás ante todos pancarta de mi gloria, gloria del hombre libre, levantando en su frente un cielo de mil soles que no verán ocaso.
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C.P.
¡Ojalá que tus leyes nunca sean otras leyes que la ley del amor desnudo y sin fronteras! Y que nunca te inclines ante los brillos fatuos de los reinos del mundo con noche en sus entrañas. Yo soy quien te ha elegido, pueblo de caminantes, para que abras caminos de adoración y canto. ¡Abre tu boca y yo te daré la abundancia de un corazón de sabio destilando dulzuras!
¡Qué triste si mi pueblo desoye mi Palabra y no le presta oído a mi amor generoso! ¿Qué sería de ti, sal que ya nada sala, luz que ya nada alumbra, fermento que no adentra mi vida en las entrañas de la masa infecunda? ¡Si mi pueblo supiera comer mi Pan de audacia, y embriagarse del Vino de mi amistad sabrosa...! ¡Si mi pueblo aceptara ser mi oveja perdida...!
Yo le daría las llaves del misterio del alma, las llaves que tan sólo abren y nada cierran, porque todo sería, en su bondad más alta, un vuelo de ternuras en siembra de más vida. Yo sería para todos el Dios de la belleza que penetra y conmueve las fibras más sensibles.
¡Qué triste si los hombres no llegan a saberme sino como una idea de mentes enfermizas! Pueblo mío, mi Iglesia, éste es tu cometido: quitar trabas y obstáculos para que el hombre pueda encontrarme a su lado, saberme en sus destinos, y alimentarse siempre y sólo de mi presencia”.
Escuchamos la Palabra del Señor Mt 21,33-43: Arrendará la viña a otros labradores
Escuchad otra parábola: «Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por úl-
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A. López Baeza
C.P.
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timo, les mandó a su hijo diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Este es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?». Le contestan: «Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo». Y Jesús les dice: «¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el Reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Palabra del Señor Interiorizamos esta Palabra
El texto del d l profeta f IIsaías í que escuchamos h como primera i llectura en lla lilliturgia i dde este ddomingo i (Isaías 5, 1-7) nos sirve para enmarcar esta parábola que el Evangelio nos propone hoy. ¿Qué más cabía hacer por mi viña que yo no lo haya hecho? ¿Por qué, esperando que diera uvas, dio agrazones… La viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel; son los hombres de Judá su plantel preferido. Esperó de ellos derecho, y ahí tenéis: asesinatos; esperó justicia, y ahí tenéis: lamentos. La parábola, en ese contexto que plantea el profeta Isaías, de forma poética, es el canto de una historia de amor no correspondida; la historia del amor de Dios no correspondido por su pueblo. Pero el Creador no nos abandona, nunca hizo marcha atrás en su proyecto de amor, no se arrepiente de habernos creado. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común (LS 13). No es habitual que la viña tenga, como narra la parábola, cerca, torre y lagar. Esta es una tierra mimada por su dueño. Lo que el dueño arrienda es una tierra predilecta, cuidada. Una viña a la que se le ponen todas y las mejores condiciones para dar los mejores frutos. Igual que se nos ponen a nosotros por parte de Dios. Una viña así solo puede ser fruto del amor, y es lógico que Dios espere frutos de amor de su viña, frutos de justicia y derecho. La parábola se conoce como la de los “viñadores homicidas”, no solo porque matan a los mensajeros o incluso al hijo, sino porque están manifestando así el mismo desprecio a la vida que manifiestan en su vida cotidiana: despojan al pobre y violan el derecho; en la Biblia la opresión cotidiana que sufren los pobres es como un homicidio. Son homicidas desde el momento en que no dan los frutos de justicia que pie el Señor. ¿En nuestra vida de cada día no hay algún tipo de complicidad con los viñadores homicidas? Veamos, preguntémonos: ¿qué papel juega en nosotros el establecimiento de la justicia y el derecho? ¿Nuestro estilo de vida genera relaciones de justicia en que la dignidad de cada persona sea tenida en cuenta y respetada? ¿Cómo nos sentimos responsables de la vida de los demás? ¿Cuáles son nuestras relaciones cotidianas con las personas y comunidades que sufren la pobreza, la exclusión? El propio evangelio de Mateo nos dirá más adelante que no dar de comer al pobre –imposibilitar su vida– es negar a Cristo mismo; es condenar al pobre –y a Cristo– a la muerte. Y ser cristiano es precisamente todo lo contrario: estar dispuesto a morir para dar vida. 3
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No es lo mismo manifestar preocupación por el mundo y por la vida de los pobres (¡Cómo está el mundo! ¡Qué pena! ¡Hay que hacer algo!) que preocuparse de verdad por, y ocuparse de, la vida de los pobres y del mundo. El papa Francisco nos dice en Laudato Si nº 90: Pero especialmente deberían exasperarnos las enormes inequidades que existen entre nosotros, porque seguimos tolerando que unos se consideren más dignos que otros. Dejamos de advertir que algunos se arrastran en una degradante miseria, sin posibilidades reales de superación, mientras otros ni siquiera saben qué hacer con lo que poseen, ostentan vanidosamente una supuesta superioridad y dejan tras de sí un nivel de desperdicio que sería imposible generalizar sin destrozar el planeta. Seguimos admitiendo en la práctica que unos se sientan más humanos que otros, como si hubieran nacido con mayores derechos. Y dice también en LS 230: Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo. Cada día se impone con mayor fuerza la necesidad de que entre todos detengamos la creciente muerte de las personas y la tierra a causa de intereses egoístas. Nuestra manera de trabajar, de entender el trabajo y realizarlo, nuestros gestos cotidianos, nos abren posibilidades inmensas para ello. Tu proyecto de vida es un medio para irte haciendo consciente de lo que Dios te pide, de lo que espera, y de si vas orientando y unificando tu vida en esa dirección. ¿Qué frutos podrá encontrar en tu vida? Repasa tu proyecto, e intenta concretar pasos a dar en esa dirección. Tu oración hoy puede hacerse canto de esperanza y compromiso. Te puede ayudar esta canción: “Canta la esperanza”: https://youtu.be/bTw55Dwf5d8
Y, como siempre, ofrece, tu vida al Señor
Señor Jesús, te ofrecemos todo el día, nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas.
Concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como tú, trabajar contigo y vivir en ti.
María, madre los pobres, ruega por nosotros. 4