ORAR EN EL MUNDO OBRERO
27º Domingo del tiempo ordinario (2 octubre 2016) Comisión Permanente HOAC
Necesitamos militantes muertos a todo lo que no es Cristo, para vivir sólo en Cristo. Militantes segurísimos de que la omnipotencia amorosa de Dios nos hace omnipotentes, si correspondemos a su amor, amando a los hermanos como Él nos amó (Rovirosa, OC, T. V, 524)
La verdadera fe en el Hijo de Dios hecho carne es inseparable del don de sí, de la pertenencia a la comunidad, del servicio, de la reconciliación con la carne de los otros. El Hijo de Dios con su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura (EG 88). ORAMOS desde la vida
Párate para hacer oración. Busca, como siempre, un lugar tranquilo; adopta una postura orante, hazte consciente de la invitación que Dios espera de ti para acudir a este encuentro. Invítalo a este momento, y a toda tu vida. Acude a su encuentro. Acógelo. Empieza por hacer invitación el silencio. Y cuéntale, como quien desea poder hacerlo, tu vida de esta semana. Cuéntale la vida de las personas que se han cruzado en tu camino –o tú en el suyo- y hazte consciente de la fe, o la dificultad de creer, que has ido experimentando en esos encuentros vitales. Cuéntaselo también al Señor. Revive y acoge los momentos de dureza de la vida obrera que ha podido haber a lo largo de la semana. Y, desde esa vida, ora: Señor, eres un amigo difícil. Nos pides una fe plena, total, absoluta, en Ti, en el misterio de tu persona, y después te escondes o nos llevas por caminos en los que parece imposible reconocer las huellas de tus pasos.
El mal del mundo nos atormenta e inquieta; ese silencio tuyo tan frecuente, nos resulta aún más pesado, pues no es fácil creer que un Dios bueno vela por nosotros.
Concédenos, sobre todo, la capacidad de abandonarnos a ti, como niños confiados acogidos a tu Amor, y poder esperar siempre, una alegría mayor.
Abre los ojos de nuestro corazón, para que te veamos presente en nuestra vida y en la historia de cada hombre y mujer.
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