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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

29º Domingo del Tiempo Ordinario (22 octubre 2017) Comisión Permanente HOAC

Hoy como ayer, Jesucristo, la iglesia, llaman a los pobres para evangelizar a los pobres. Fracasadas las tentativas reiteradas de apoyarse muchos católicos en el César y en la banca (lo cual ha conducido prácticamente al desprestigio de la religión, por una parte, y a la apostasía de las masas, por otra), llegó el momento de volver a andar por los cauces primitivos (Rovirosa, OC.T, III. 443).

Jesús rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las Naciones y su pretensión de hacerse llamar benefactores… En la diatriba sobre el pago del tributo al César afirma que es necesario dar a Dios lo que es de Dios, condenando implícitamente cualquier intento de divinizar y de absolutizar el poder temporal: sólo Dios puede exigir todo del hombre (CDSI 379). Nuestra vida

Cuando se pretende construir un mundo sin Dios se termina construyendo algo contra el ser humano. En nuestros ambientes tenemos muchos ejemplos de esto. De cómo justificamos y acabamos por ver normal la deshumanización, y acabamos por ver normal que haya víctimas del sistema, lo que nos incapacita para sentir su dolor. Hazte consciente de esas situaciones de las que, quizá tú también, participas a veces. Rehumanízate; comienza orando. Un mundo sin dios (Salmo 14)

Los poderosos de la hora presente han querido hacer un mundo sin Dios; ¡Y mirad el resultado! La confusión se enreda en todos los pasos del hombre; las realidades más inhumanas se imponen como necesarias al individuo si quiere seguir viviendo en este mundo y no ser un extraño entre los extraños...

¡Todo se compra y se vende! ¡Todo!: El tiempo del hombre, las fuerzas del hombre, el amor del hombre, los votos del hombre, las esperanzas del hombre, y ¡hasta la libertad del hombre! ¡Todo lo vende el hombre para poder comprar el último producto que hace apetecible la TV!

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29º Domingo del tiempo ordinario

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Y el hombre ya no es dueño de sí mismo, ni responsable de su futuro, ni creador de sus propios destinos —los que se forjan en la solidaridad y en la búsqueda del bien común—. Y cada hombre quiere ser más que su hermano y aventajarle en la posesión y en el lujo. Porque el ser humano ya no es más que una pieza del engranaje de la producción y el consumo; un animal excitado en todos sus costados por el apetito insaciable de devorar.

C.P.

Y, lo que es peor todavía, se burlan de los sencillos, de los que aún confían en Dios, de los que albergan sueños de una sociedad fraterna fundada en el sagrado respeto al destino inalienable de cada ser humano. Para conseguir sus planes de desarrollo hincan las garras de su poder técnico en los pueblos subdesarrollados, y devoran a los humildes de la tierra, a mis hijos predilectos —dice el Señor—, como si fueran pan.

Dios mira con paciencia esta realidad que aborrece. Dios espera que los que invocan su nombre por toda la tierra se opongan con alma y vida a tanta corrupción que embrutece. Dios exige, a los que levantan su estandarte entre los pueblos, que se pongan del lado de los humildes, del lado de los que no tienen poder adquisitivo ni aspiran a participar en los dividendos bancarios. ¡Dios se prepara un pueblo de pobres que nos enseñen de nuevo la alegría de compartir y la libertad de esperarlo todo del amor! Ojalá que este pueblo hiciera pronto enmudecer a los satisfechos! Cuando la confianza en el Señor rompa todas las cadenas de la mentirosa felicidad del consumo y devuelva al hombre la alegría sencilla de vivir para ser y para decirse. A. L. Baeza

Escuchamos la Palabra del Señor

Mt 22,15-21: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios

Entonces se retiraron los fariseos y llegaron a un acuerdo para comprometer a Jesús con una pregunta. Le enviaron algunos discípulos suyos, con unos herodianos, y le dijeron: «Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad, sin que te importe nadie, porque no te fijas en apariencias. Dinos, pues, qué opinas: ¿es lícito pagar impuesto al César o no?». Comprendiendo su mala voluntad, les dijo Jesús: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Enseñadme la moneda del impuesto». Le presentaron un denario. Él les preguntó: «¿De quién son esta imagen y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Entonces les replicó: «Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Palabra del Señor 2 2


C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

29º Domingo del tiempo ordinario

Para interiorizar esta Palabra ¡Con las cosas de Dios no se juega! Aunque en nuestro mundo eso se hace cada día. Utilizar a Dios como excusa y pretexto, para lo bueno y para lo malo. Violencia en nombre de Dios, opciones políticas bendecidas por Dios, opresión y deshumanización en nombre de Dios… muerte en nombre de Dios. A veces de manera tan sutil que no se percibe si no somos capaces de discernir. ¡Qué escaso hoy el discernimiento con lo necesario que resulta! Jesús discierne, desenmascara las trampas y la utilización que se hace de Dios para justificar tantas cosas. Dios y el César no están al mismo nivel. La primacía es de Dios. Quien usa la moneda con la efigie del César está asumiendo un estilo de vida, unos valores, el señorío del César, la deshumanización que conlleva. Los fariseos hablan de “pagar” al César. Jesús habla de “devolver” la moneda al César. Son dos cosas distintas. Se trata de romper con el dominio deshumanizador y con cualquier posibilidad de explotación que encierra. “Esta economía mata” (EG 53) repite con insistencia el papa Francisco. Hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”. No hay alternativa posible, ni podemos jugar a dos barajas. O hacemos el juego a esta sociedad o nos ponemos al servicio de la causa de Dios y su proyecto del Reino. Devolver a Dios lo que es de Dios supone que sólo Él es el Señor de nuestra vida. Devolver a Dios lo que es de Dios es poner en su dirección la vida de la gente, la creación, y su proyecto de justicia y fraternidad. Es poner en esa dirección con toda su dignidad a cada persona, imagen de Dios. No podemos utilizar a las personas, son de Dios. Cualquier pretensión de dominio absoluto sobre el ser humano, sobre la gente, sobre la creación, sobre nuestra casa común, queda desautorizada de raíz. Dios mira con gran reverencia la sagrada dignidad de cada ser humano, creado a su imagen, insertado en su corazón de Padre-Madre, proyectado a la vida por amor. Lo que es de Dios –la vida del ser humano, de cada ser humano, en esta casa común– se juega hoy también en la política y en la economía. Devolver a Dios lo que es de Dios es construir la economía y la política que estén, de verdad al servicio del hombre y la mujer, que reconozcan su dignidad y sirvan al bien común. El dinero debe servir, y no gobernar (EG 58). Devolver a Dios lo que es de Dios es hacer posible que los valores cristianos penetren el mundo social, político y económico (EG 102); es hacer posible otra mentalidad y otra cultura que nos haga conscientes de esa sagrada dignidad del ser humano a cuyo servicio ha de estar la vida social. Es hacer posible la vida de los pobres. Dar a Dios lo que es de Dios supone poner nuestra vida personal en esa clave de búsqueda del Reino de Dios y su justicia capaz de ir haciendo de la fraternidad compasiva un proyecto de vida concreto que nos lleva a compartir la vida de los empobrecidos, a llorar su mismo dolor, y a reír su alegría, con la misma Esperanza. 3


29º Domingo del tiempo ordinario

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

Vuelve a tu vida, y pregúntate: ¿Qué queda en mi vida del señorío del “césar”? ¿Qué valores de este mundo, de esta economía siguen sosteniendo mi vida concreta? ¿Qué pasos necesito seguir dando para “devolver” a Dios la vida, para que Él sea el único Señor de mi existencia? ¿Qué pasos para que mi existencia ayude a recuperar la sagrada dignidad a cada persona? Puedes terminar con esta oración

Discípulos y ciudadanos

Señor, enséñanos a mirar al cielo, a gustar las cosas de arriba, a guardar tus palabras, a sentir tu presencia viva, a reunirnos con los hermanos, a anunciar tu mensaje a escuchar a tu Espíritu a sembrar tu Reino, a recorrer tus caminos a esperar tu venida, a ser tus discípulos.

Señor, enséñanos a vivir en la tierra, a seguir tus huellas, a construir tu comunidad, a repartir tus dones, a salir de Jerusalén, a invertir los talentos, a disfrutar de la creación, a caminar por el amplio mundo, a continuar tu proyecto, a morir dando fruto, a ser ciudadanos.

Señor, enséñanos a gozar como hijos, a vivir como hermanos. Enséñanos a ser discípulos y ciudadanos. F. Ulibarri 4

Y, como siempre, ofrece tu vida al Señor

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día…

María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros


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