ORAR EN EL MUNDO OBRERO
31º Domingo del tiempo ordinario (30 octubre 2016) Comisión Permanente HOAC
No. No son los hombres los que me pueden convertir a Cristo. El único que me puede convertir a Cristo, es el mismo Cristo (Rovirosa. Dimas…, OC, TI, 365).
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús (EG 1). Miro la realidad de mi vida
Zaqueo nos marca un camino de conversión en el texto evangélico de este domingo. Estamos inmersos en una reflexión sobre el uso y el destino de nuestros bienes. Estamos, permanentemente, invitados a pasar de la comunicación de nuestros bienes a la comunión de bienes. El compartir es la clave de la comunión de bienes. No estaría de más que empezara por ver cómo ando de comunión de bienes materiales… (mi dinero, mi tiempo, mis conocimientos, mis capacidades, mis cosas…) espirituales (la cultura, la libertad, la capacidad de protagonismo…) y religiosos (la fe, la Buena Noticia del Evangelio, la oración…). Seguro que esa mirada me descubre cuánto puedo caminar y crecer aún. Pido, desde el encuentro que me transforma
Hiere la miseria de mi corazón
Mi oración, Dios mío, es ésta: Hiere, hiere la raíz de la miseria de mi corazón. Dame fuerza para llevar ligero mis alegrías y mis pesares. Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles. Dame fuerza para no renegar nunca del pobre, ni doblar la rodilla al poder del insolente. Dame fuerza para levantar mi pensamiento sobre la pequeñez cotidiana. Dame, en fin, fuerza para rendir mi fuerza, enamorada, a tu voluntad.
Rabindranath Tagore
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