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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

31º Domingo del Tiempo Ordinario (5 noviembre 2017) Comisión Permanente HOAC

Por el Amor de Cristo reconozco que no puedo ser otra cosa que el seguro servidor de los demás, en lo grande y en lo pequeño. El derecho de «los otros» (que jamás podrá figurar en ningún código) es que yo los ame y les sirva como Cristo me sirvió y me amó a mí (Rovirosa, OC.T, V. 469).

Jesús, el evangelizador por excelencia y el Evangelio en persona, se identifica especialmente con los más pequeños. Esto nos recuerda que todos los cristianos estamos llamados a cuidar a los más frágiles de la tierra (EG 209). Nuestra vida

Nuestra vida no es el conjunto de cosas que hacemos, sino lo que somos. Nuestro SER es lo que determina nuestro HACER. Y nuestro hacer está llamado a ser expresión de esa nueva humanidad que hemos de vivir. Jesús nos invita a una manera de ser, de vivir, de pensar, de hacer, muy concreta. El servicio marca nuestro estilo, el de los seguidores de Jesús. Nuestra vida es para el servicio. La vida tiene sentido cuando se entrega. Hazte consciente de las situaciones del mundo obrero que a lo largo de esta semana pasada han requerido tu servicio. ¿Cuáles han sido? ¿Qué pedían de ti? ¿Cómo te has situado y te has dejado interpelar por ellas? ¿Has respondido desde ese ser servidor que Jesucristo nos propone?... Y después de mirar tu vida, ora: Plegaria para ponernos a tu lado

Nuestro mundo gime, Señor, cargado de heridas. Duele la guerra provocada entre países pobres. Duele el hambre, la injusticia, la incultura… Duelen los inmigrantes, refugiados, parados y excluidos…, todos los que tienen su derechos pisoteados y no cuentan en esta loca historia nuestra.

No permitas, Señor, que vivamos felices en el conformismo de los inconscientes, ni que nos consideremos hijos tuyos si no nos responsabilizamos de nuestros hermanos. No consientas que anide en nuestro corazón el orgullo y la miseria de quienes buscan solo su bienestar.

Guíanos, Señor, en la tarea que nos has encomendado de cambiar corazones y estructuras, día a día, para que nuestro mundo sea cada vez un poco más semilla y primicia de tu Reino, pues si Tú no lo haces, confundiremos, de nuevo, tu querer con nuestros mezquinos proyectos. 1


31º Domingo del tiempo ordinario

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Planta, Señor, semilla nueva dentro de nosotros. Áranos, riéganos, cuídanos como Tú sabes. Afina nuestra sensibilidad y haznos permeables para que tu agua, tu brisa y tus caricias hagan de nosotros un campo fértil donde florezcan la paz, la justicia y la solidaridad.

C.P.

F. Ulibarri

Escuchamos la Palabra del Señor

Mt 23, 1-12: El primero entre vosotros será vuestro servidor

Entonces Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen. Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame rabí. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar rabí, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Palabra del Señor Para interiorizar esta Palabra

La primera L i parte t de d este t discurso di de d Jesús, J ú con la l dura d crítica íti t a escribas ti ib y fariseos, f i dice di a los discípulos lo que no deben ser. Dice que esas actitudes no caben en la comunidad cristiana. Jesús pone al descubierto cuatro actitudes contrarias a la comunión: la incoherencia, porque no son las palabras lo que cuentan, sino los hechos; la doble moral, que agota y culpabiliza a la gente mientras nos autocomplacemos en nuestra vaciedad; la hipocresía de hacer las cosas solo para ser vistos; y la vana ostentación de creer que somos “alguien”. No hagáis lo que ellos hacen, es la advertencia. 2


C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

31º Domingo del tiempo ordinario

La segunda parte dibuja el verdadero rostro del discípulo de Jesús; el verdadero rostro de toda la comunidad cristiana, de toda la Iglesia. Una iglesia igualitaria y fraternal, cristocéntrica y servicial. En la comunidad cristiana, en la Iglesia, todos tenemos la misma talla. La auténtica jerarquía es la del servicio a la fraternidad. Nuestro único maestro y señor es Jesús. Los demás “jefes” no son tales, sino servidores. La autoridad solo es tal si es servicio. Hoy tenemos que reconocer que, pese a la etiqueta “cristiana”, somos un producto bastante adulterado para los hombres y mujeres de nuestro mundo. Tres veces dice el evangelista “uno solo es”: nuestro maestro, nuestro Padre, nuestro Mesías. Lo fundamental y nuclear de la Iglesia, de toda la comunidad cristiana es que Cristo es nuestro único Señor, que solo Dios es Padre-Madre, y que todos somos, en consecuencia, hijos con la misma dignidad y, por eso, hermanos. Todo lo que no transparente esto, lo que no lo exija, lo que lo oscurezca, lo que lo impida, no pertenece a la Iglesia de Jesucristo. Es tan nuclear que igual que lo pedimos -y debemos hacerlo- para toda la Iglesia universal, ha de ser la clave de la vida comunitaria de nuestros equipos, de nuestros movimientos, de nuestras parroquias, de nuestras diócesis… ¡A ver si nos va a pasar como a los fariseos que decimos y no hacemos! Para poder pedir a la Iglesia entera esa vida servicial y fraterna, tenemos que empeñarnos primero en (poner nuestra vida en disposición de) que sea así nuestra vida comunitaria pequeña y cercana. Para esto no hay excusas posibles. Todos somos necesarios en esa tarea de dar rostro fraterno y servicial a la Iglesia. Es responsabilidad de todos. Todos tenemos carismas y dones desde los que servir en la comunidad y servir a la misión. Si los despreciamos, o no los ponemos al servicio de los demás, con vanas excusas, nos lo hemos de hacer mirar. Todos tenemos un servicio que realizar, desde la humildad que nos pide el evangelio. En la Iglesia no hay inútiles, no pude haberlos. Ni puede haber ociosos. Y la única competencia posible es por ocupar el lugar del servicio. Un servicio que nos invita a construir entre todos la misión evangelizadora, que realizamos en la medida que acogemos y hacemos nuestra la misión común. Solo desde la actitud de servicio y corresponsabilidad que nacen de poner a Cristo en el centro de mi vida podré ejercer con humildad la corrección fraterna que nos ayude mutuamente a crecer en ser la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia portadora de Buena Noticia para los pobres, la Iglesia pobre y de los pobres. Solo si reconocemos a Cristo en el otro, podemos vivir esta vida servicial, coherente. El servicio, la humildad, y la gratitud solo pueden nacer de la experiencia amorosa de Dios en nuestra vida, de la experiencia vital de la Gracia que nos sostiene. Vuelve a releer despacio el evangelio y revisa cuáles son tus actitudes en relación con tu equipo, con la HOAC, con tu comunidad parroquial, y con la Iglesia ¿Qué actitudes tengo que ir convirtiendo en mí para ser alguien que vive en actitud de servicio porque reconozco a Cristo en los demás? ¿Qué dones reconozco en mí para poner al servicio de la HOAC y de la Iglesia con el desempeño de mi responsabilidad comunitaria? ¿Cómo concreto en mi proyecto de vida esto que descubro? 3


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C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Cuidaré la comunidad

Cuidaré la comunidad

a dar y recibir todo lo que es vida y a soñar utopías comunitarias.

Cuidaré a mis hermanos pues con ellos vivo y camino, ellos me dan aire fresco y para ellos soy cristiano.

No osaré hacer comunión contigo, Señor; si estoy alejado de mi hermano. No mostraré suficiencia pediré perdón, ofreceré la mano y buscaré el abrazo fraterno.

Prepararé con ilusión y mimo mi regazo para la acogida, mis manos para la compañía, mis entrañas para la misericordia.

Amaré y cuidaré mi comunidad No devolveré a nadie mal por mal. Con los que están alegres, me alegraré; con los que lloran, lloraré; con los que sufre, sufriré. No me dejaré vencer por el mal, antes bien, venceré el mal a fuerza de bien.

Velaré para que no salgan de mí palabras aceradas ni gestos vanidosos; no criticaré sus manías, no trivializaré sus problemas, no los encasillaré en mis cuadrículas, no envidiaré sus triunfos, ni me alegraré de sus fallos. Pero no quitaré vigor y ternura a mi palabra de hermano. Si tengo que felicitar, felicitaré; si tengo que afrontar, afrontaré; si tengo que decidir, decidiré; si tengo que corregir, corregiré; si tengo que denunciar, denunciaré.

Amaré y cuidaré la comunidad, me esmeraré con ella, le seré fiel, la defenderé, viviré con fervor sus proyectos y no le negaré los dones que Tú me has dado.

Entonaré mi corazón noche y día, lo tendré siempre a punto, enseñado y dispuesto a abrir puertas y ventanas, a no robar paz y alegría,

Amaré y cuidaré la comunidad, tu comunidad, mi comunidad, nuestra comunidad.

Y, como siempre, ofrece tu vida al Señor

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… Danos la gracia de servirte con todas nuestras fuerzas… María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros. 4


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