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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

33º Domingo del tiempo ordinario (13 noviembre 2016) Comisión Permanente HOAC

Quizá alguno crea que la falsa esperanza es mejor que la desesperación. Lo cierto es que la falsa esperanza es un gran obstáculo para que el trabajador ponga su esperanza en Dios, que no le puede defraudar (Rovirosa. OC, T.V. 461).

Aun con la dolorosa conciencia de las propias fragilidades, hay que seguir adelante sin declararse vencidos y recordar lo que el Señor dijo a San Pablo: Te basta mi gracia (2 Co 12, 9). El triunfo cristiano es siempre una cruz, pero una cruz que, al mismo tiempo, es bandera de victoria, que se lleva con una ternura combativa ante los embates del mal (EG 85). Oramos desde el conflicto

La realidad ingente del sufrimiento humano, la deshumanización que existe a nuestro alrededor y que nos toca cada día, la situación de empobrecimiento del mundo obrero, la pérdida de dignidad humana… todo eso puede llegar a pesarnos sobremanera. Puede pesarnos tanto que perdamos la esperanza, que lleguemos a experimentar el desaliento, el quedarnos sin fuerzas –sin aliento– y sentir que no podemos dar un paso más, porque no merece la pena. O, simplemente, llegamos a perder la paciencia: ¡Cuánto tarda esto en arreglarse! Seguramente te has sentido así en más de una ocasión: “¡No puedo más!”. Seguramente has llegado a dejar de entrever posibilidades de vida para ti o para personas cercanas de tu ambiente. Seguramente has sido consciente de tus debilidades y miserias de un modo algo desmesurado; tanto que has llegado a perder el rastro del rostro amoroso de Dios. Es bueno hacerte consciente de esas realidades. Darles su dimensión. El conflicto existe, y por honestidad con la realidad, no podemos esquivarlo. “Que quienes sufren desaliento, permanezcan en tu amor”. Párate un momento y toma conciencia del conflicto en tu vida. Seguro que ha aparecido esta semana en forma de injusticia, de luchas inútiles, de metas alejadas nuevamente, de victorias inhumanas de los poderosos, de coste en vida y dignidad de las personas… Nárrate esas historias nuevamente. Trae sus rostros, sus vidas, al corazón de Dios. Pon tu propio desaliento en sus manos, y ora. 1


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C.P.

Ten piedad, Señor, de nosotros y de los que se encuentran en esta situación. Escucha al que está sin trabajo, y mira de frente la cara del descartado.

Escucha, Señor, nuestra oración, aunque no sabemos bien cómo expresarla. Sabes bien que te necesitamos y esperamos tu respuesta.

Hay quien se empeña en seguir buscando a Dios en la justificación de la injusticia, en el orden, pero el Señor se encuentra en la calle del marginado.

A veces la vida pierde todo aliciente y nada nos entusiasma. Nos pueden los problemas y no nos apetece comer ni trabajar.

Aunque muchos lo olviden no nos dejas solos. Contigo nuevamente naceremos a la vida.

Parecemos desahuciados a quienes nadie saluda. llegamos a pensar que si ahora morimos nadie nos echará en falta.

Quienes antes nos adulaban se alegran de la situación y sonríen maliciosamente cuando se cruzan en la calle.

No sabemos ver la luz entre tantas lágrimas. Nada nos aprovecha ya y no encontramos una voz de ánimo.

Nos hemos alejado tanto de ti… que ya no queda ni un ápice de esperanza. Aunque teóricamente seguimos oyendo que tú permaneces a nuestro lado.

Y en ese desaliento, escucha la Palabra de Dios Lc 21,5-19: Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: –Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido. Ellos le preguntaron: –Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder? Él contestó: –Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: «Yo soy» o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida. Luego les dijo: –Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos 2


C.P.

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a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. Palabra del Señor Para interiorizar y vivir la Palabra

Lo que L q conocemos n m s desaparecerá. d s p r rá Las L s piedras pi dr s del d l Templo T mpl de d Jerusalén J r s lén cayeron r n ell año ñ 70 bajo las legiones romanas. Igual que la primera comunidad cristiana, que reflexiona sobre esos acontecimientos y verifica su capacidad de resistencia en un trance delicado de la historia, también nosotros estamos llamados, en medio de tantos falsos profetas como hay, a ser testigos del verdadero Señor de la historia, sabiendo esperar, soportar y perseverar en el trabajo humilde de cada día. Solo cuando no cabe la esperanza, cuando surge la tentación de desesperar, es cuando más propiamente podemos hablar de Esperanza. Cuando todo parece escaparse de nuestras manos y nuestros esfuerzos parecen inútilmente baldíos, solo nos queda poner nuestra Esperanza en Dios. Y traducirla en una espera activada y activa. Nuestro desaliento tiene que ver muchas veces con que parece acabarse lo que hemos conocido. Pero eso, a la luz de la Palabra de Dios, es buena noticia. Este mundo pasará y nacerán los cielos nuevos y la tierra nueva. Esta situación, este sistema injusto, tiene fin, tiene los días contados. El mensaje es una palabra de aliento, porque Dios no deja de construir su Reino. La Palabra de Dios nos presenta la posibilidad de hacer, de construir, de trabajar, en torno a un proyecto de humanización real en cada momento de la historia, incluso en los más tenebrosos. Por eso, decir “no puedo hacer nada” es un acto de desconfianza. Tenemos el compromiso de construir el Reino de Dios en el hoy, reconociéndolo como tiempo de salvación en el que Dios nos pide que trabajemos en su nombre. Los desbarajustes de la historia ponen a prueba la resistencia de la comunidad cristiana, el aguante de nuestra fe. ¿Se apoya nuestra casa en la roca de Cristo? No podemos huir del conflicto. Nuestro compromiso cotidiano es el lugar de la fiel espera de Dios. 3


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Mi proyecto personal de vida militante necesita perseverancia para llevar adelante los compromisos que me han sido confiados, necesita sustentarse en la esperanza de tu Amor. Para ello, Dios me pide…

C.P.

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Caminando en esperanza

¿Hay alguien que camina desfallecido por no haber encontrado en su vida la luz, la melodía, y la fragancia a que tiende su anhelante corazón? ¡Dios es la Belleza!

¿Hay alguien tan encerrado en su propio discurso que ha llegado a perder la facultad de maravillarse ante la inagotable novedad de la vida irreductible a razonamientos, fórmulas y teoremas? ¡Dios es la Verdad!

¿Hay alguien que enferma de soledad, desconfiando de la verdad entre humanos, y desangrándose lentamente por la herida del resentimiento, fruto del desencanto? ¡Dios es el Amor!

¿Por qué aquél camina roto en su interior, tan fragmentado y disperso en sus entrañas que desespera ya de la armonía en el ser, y niega toda posibilidad de transparencia en la comunicación? ¡Dios es la Unidad!

Señor, Jesús, te ofrecemos, todo el día, nuestro trabajo… María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros.

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