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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

34º Domingo del Tiempo Ordinario (26 noviembre 2017) Comisión Permanente HOAC

Bien están los técnicos; bien están los organizadores; pero quienes nos son indispensables son los Santos; personas en cuyo corazón reina Dios como único soberano, que todo su esfuerzo se encamina en ser justos a los ojos de Dios. A éstos, a éstos que buscan el reino de Dios y su Justicia, y no a otros, son a los que todo se les dará por añadidura (Rovirosa, OC.T, III. 410).

Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (EG 198). Nuestra vida Él es marroquí. Trabaja en el cultivo y recogida del tomate en una zona de invernaderos. Se desplaza en su vehículo, que corre a su cuenta, un par de horas diarias. Trabaja otras nueve, y cobra 40 euros el día que lo hace. Tiene que pagar alquiler de piso, luz, agua, la gasolina del traslado (200 km), butano… Dependen de él su compañera y dos hijos. Decidme si con 40 euros se puede vivir con desahogo. Y decidme también si este trabajo es digno, es signo de estabilidad, de desahogo familiar, posibilidad de una vida digna o de alimentación adecuada para los hijos. Necesariamente este vecino tiene que acudir a Cáritas porque ese jornal no llega ni para la mitad de sus necesidades… ¡por desgracia, en los tiempos que corren, se puede trabajar y ser pobre de solemnidad! ¿Nuestra vida es la vida de los pobres? Nuestra vida ¿qué tiene que ver con la vida de los pobres? Con vosotros está y no le conocéis, con vosotros está, su nombre es el Señor.

Su nombre es el Señor y está desnudo, la ausencia del amor hiela sus huesos, y muchos que lo ven pasan de largo, seguros y al calor de su dinero. Su nombre es “el Señor”, y enfermo vive, y su agonía es la del enfermo, y muchos que lo saben no hacen caso, tal vez no frecuentaba mucho el templo.

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Su nombre es “el Señor” y pasa hambre, y clama por la boca del hambriento, y muchos que lo ven pasan de largo, acaso por llegar temprano al templo. Su nombre es el Señor, y sed soporta, y está en quien de justicia va sediento, y muchos que lo ven pasan de largo, a veces ocupados en sus rezos.

Su nombre es “el Señor” y está en la cárcel, está en la soledad de cada preso, y nadie lo visita y hasta dicen: tal vez ese no era de los nuestros. Su nombre es “el Señor”, el que sed tiene, El pide por la boca del hambriento; está preso, está enfermo, está desnudo, pero Él nos va a juzgar por todo eso.

Escuchamos la Palabra del Señor

Mt 25, 31-46: Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis

Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”. 2 2


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Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también estos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?”. Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y estos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna». Palabra del Señor Para interiorizar esta Palabra

La opción L ió por los l pobres b es, con palabras l b de d nuestro tiempo, i la l más á adecuada d d formulación f l ió para nosotros, para nuestra sociedad y nuestra Iglesia, de lo que dice el evangelio de hoy. San Juan Crisóstomo nos insistía hace muchos siglos en que “no compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos”. El papa Francisco nos ha recordado algunas cuestiones esenciales de nuestra fe en Evangelii gaudium, que tienen mucho que ver con este evangelio, que señala el criterio de juicio de nuestra fe, la clave de discernimiento de nuestro seguimiento: Hoy y siempre, «los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio», y la evangeliza¬ción dirigida gratuitamente a ellos es signo del Reino que Jesús vino a traer. Hay que decir sin vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres (48). De nuestra fe en Cristo hecho pobre, y siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad (186). Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la li¬beración y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la socie¬dad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo (187). En cada lugar y circunstancia, los cristia¬nos, alentados por sus Pastores, están llamados a escuchar el clamor de los pobres (191). El imperativo de escuchar el clamor de los pobres se hace carne en nosotros cuando se nos estremecen las entrañas ante el dolor ajeno (193). Todo el camino de nuestra redención está signado por los pobres (197). Para la Iglesia la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica. Dios les otorga «su primera misericordia». Esta preferencia divina tiene consecuencias en la vida de fe de todos los cristianos, llamados a tener «los mismos sentimientos de Jesucristo» (198) Sin la opción preferencial por los más pobres, «el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día» (199). 3


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Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos. Nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social: «La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos ». (201) Cualquier comunidad de la Iglesia, en la medida en que pretenda subsistir tranquila sin ocuparse creativamente y cooperar con eficiencia para que los pobres vivan con dignidad y para incluir a todos, también correrá el riesgo de la disolución, aunque hable de temas sociales o critique a los gobiernos. (207) La pregunta que hoy hemos de hacernos surge casi sola: ¿Cuáles son mis relaciones personales y comunitarias con la realidad de pobreza, deshumanización y debilidad del mundo obrero? ¿En qué hemos de crecer personal y comunitariamente para que nuestra vida y acción se pongan al servicio del mundo obrero empobrecido? Que tu oración se concrete en compromisos.

Puedes terminar con esta oración

Señor, lo esencial en la vida no es confesarte con palabras, sino practicar el amor con los pobres. En esto consiste la voluntad del Padre, en vivir de ti y como tú.

Señor, Jesús, tú te identificaste con los perseguidos, con los pobres, con los débiles. Nos has mostrado un claro ejemplo de vida, contenido en el evangelio y condensado en las Bienaventuranzas.

La señal de que ha llegado el Reino se encuentra en que en Ti, el amor concreto de Dios alcanza a los pobres y marginados, por su condición de excluidos y oprimidos, porque Tú eres Dios.

Ayúdanos a entender que descuidar este amor significa no vivir según la fe del Reino. Haznos comprender que los pobres son el lugar privilegiado de tu presencia.

Y, como siempre, ofrece tu vida al Señor

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día… María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros. 4


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