5º domingo de Pascua

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ORAR EN EL MUNDO OBRERO 5º Domingo de Pascua (14 de mayo de 2017) Comisión Permanente HOAC

Una anécdota del Cursillo Nocturno. Uno de los últimos días, un cursillista, como hablando consigo mismo, dijo: ¡Claro! La Encuesta es Cristo… Ante mi extrañeza por estas palabras que me parecían excesivas, dijo: ¡Sí! ¡Él mismo lo dijo! Yo soy el Camino: Ver. Yo soy la Verdad: Juzgar. Yo soy la Vida: Actuar (Rovirosa, OC, T.VI. 131).

Orar, celebrar, imitar a Jesús: son las tres «puertas» que hay que abrir para encontrar «el camino, para ir hacia la verdad y la vida» (Francisco. Misa en Santa Marta 16 mayo 2014). PONTE EN CAMINO Repasa los caminos que recorres cada semana habitualmente: de casa al trabajo, o a buscarlo; al barrio, al súper, a tus compromisos, a la parroquia, a la reunión de equipo a los lugares de tu vida social… de nuevo a casa, con la familia… Repasa los rostros de aquellos con quienes te cruzas en ellos. Esos caminos, esos rostros, esas vidas ¿qué verdad tuya te muestran? ¿Qué vida? ¿Son caminos que te llevan al encuentro con las personas? ¿Son caminos por los que seguir a Jesús? Desde esos caminos, unas veces llanos y, otras, dificultosos, ora.

En los caminos de la vida

Señor, los caminos de la vida están llenos de sorpresas, y más si vamos por la periferia siguiendo tus huellas; pues aunque tratemos de ocultarlos, antes o después, se hacen presentes quienes están condenados, por nuestras leyes y costumbres, a ser invisibles.

Danos tus ojos, tu corazón, tus entrañas, tu empatía y compasión más viva… Y líbranos de pedirles y exigirles lo que no les dignifica: que cumplan nuestras leyes estrictamente.

Ayúdanos, Señor, a seguir tus pasos, a dejarnos sanar para sanar a los hermanos… Y si brota el agradecimiento, que sea desde lo más hondo: libre, sincero, espontáneo… como el del leproso samaritano. Florentino Ullibarri

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Domingo de Pascua

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

Escucha la Palabra del Señor, la Verdad Juan 14, 1-12: Yo soy el camino y la verdad y la vida.

No se turbe vuestro corazón, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino». Tomás le dice: «Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Jesús le responde: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto». Felipe le dice: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Palabra del Señor MEDITA ESTA PALABRA Este Evangelio nos trae a la memoria ese otro texto del profeta Isaías (55, 8-9): Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos –oráculo del Señor– Como el cielo está por encima de la tierra, mis caminos están por encima de los vuestros y mis planes de vuestros planes. Acomodamos a Dios a nuestro modo tantas veces, que hemos terminado por creer que Dios es como nosotros lo pensamos. Jesús confronta nuestras maneras de entender a Dios con el Dios del Reino, mediante tres expresiones: camino, verdad y vida, que hoy necesitamos rescatar en nuestra experiencia de fe. “Yo soy el camino”. Quienes vamos, de vez en cuando, por las montañas sabemos lo importante y necesario que es no perder el camino. El problema de muchos hombres y mujeres, hoy, es, precisamente, que viven sin caminos, perdidos en una especie de laberinto. Al son de cualquier música, o dejándose llevar por el viento que sopla más fuerte. Van andando y desandando los “caminos” que marcan las modas del momento. ¿Y qué hacer cuando uno se encuentra sin camino? 2


C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Domingo de Pascua

El que camina tras los pasos de Jesús sabe que, aun con problemas y dificultades, está en el camino acertado que conduce al Padre. Es la promesa de Jesús. “Yo soy la verdad”. Eso es algo que suena escandaloso en nuestro mundo. Un mundo que ha hecho de la mentira un modo de vida, que ha desterrado la Verdad para sustituirla por mil verdades raquíticas, que no logran decir la verdad del ser humano. Pero todo no se reduce a la razón. El misterio último de la realidad no se deja atrapar por los análisis. Las personas tenemos que vivir ante el misterio último de nuestra existencia. Preguntarnos por Dios, en el fondo, es preguntarnos por el ser humano. Hablar de Dios es hablar del ser humano. En Jesucristo descubrimos la verdad plena de nuestra humanidad. La verdad más simple y honda de nuestra existencia y de lo que somos. Jesús es el camino que conduce a ese misterio último. Jesús nos confronta con la verdad de nuestra propia existencia. “Yo soy la vida” Jesús es el camino que se hace vida para llevarnos a la verdad del Amor del Padre. Quienes vagan sin camino en nuestro mundo lo hacen sin vida; sobreviviendo, todo lo más. Este mundo les ha robado la vida porque les ha privado de camino hacia una verdad que se niega: la gloria de Dios es que el ser humano viva, y viva en plenitud. Jesús se hace Verdad –nada hay más verdad que el Amor-, para mostrarnos el camino que conduce a la Vida. Ese es el lugar de encuentro con Dios: la Vida; hacer posible, cotidiana y digna, la vida todo ser humano. Abrir esa vida al horizonte esperanzado del abrazo eterno en Dios. Jesús nos confronta con nuestros estilos de vida deshumanizados. El mundo obrero necesita hoy camino, necesita verdad, y necesita vida. Jesucristo es la propuesta de liberación para el mundo obrero. Jesucristo es camino, es verdad, y es vida. Solo hay una manera de entender la fe cristiana: acoger a Jesucristo como nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida, y poder decirlo desde nuestra propia experiencia, porque, en el fondo no tenemos ni queremos tener más caminos que los caminos de Dios. VUELVE A LA VIDA. AGRADECE AL SEÑOR, ORANDO

Jesús es para mí: la Verdad que me hace verdadero, el Amor que ensancha mi corazón, la libertad que despliega las alas más ocultas de mi ser.

Jesús es para mí: el Futuro que ilumina mi presente, el Misterio que hace hermoso mi destino, el Abrazo definitivo y total para mi sed insaciable de ternura.

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C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Nada sabría sin Él: de la simple felicidad de estar vivo, de la locura de este amor que sólo quiere ser amor, del trasfondo luminoso del sufrimiento y de la muerte.

Jesús es para mí: la Alegría que dinamita todas mis tristezas, la Paz en el corazón de todos mis conflictos, la Luz que alumbra mi caminar con la sombra de su presencia.

Él me ha revelado: Jesús es para mí: el fondo sin fondo de mi ser humano mi debilidad aceptada como mi mayor fuerza, mi ser íntimo que ya no me pertenece, el Tú único de todas mis entregas amantes, mi Yo auténtico, imposible sin el Nosotros. ¡Dios, cosecha siempre a punto de mi carne en barbecho! A.L.B. Y concreta, como siempre, tu acción de gracias, haciendo de tu Proyecto de Vida acogida del Camino que conduce al Padre.

Oración a Jesús Obrero

Que tu Reino sea un hecho en las fábricas, en los talleres, en los campos, en el mar, en las escuelas, en los despachos, y en nuestras casas.

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día: nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas…

Concédenos, como a nuestros hermanos de trabajo, pensar como Tú, trabajar contigo, y vivir en Ti.

Que los militantes que sufren desaliento permanezcan en tu amor. Y que los obreros muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, descansen en paz.

Danos la gracia de amarte con todo nuestro corazón y de servirte con todas nuestras fuerzas.

María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros.

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