ORAR EN EL MUNDO OBRERO
7º Domingo del tiempo ordinario (19 febrero 2017) Comisión Permanente HOAC
Con Cristo solo se puede estar para construir el Reino de Dios... siempre el cristiano distinguirá entre el odio a las instituciones explotadoras del hombre, y el amor a toda persona, aunque esté corrompida (Rovirosa, OC. T.V. 473).
Si aceptamos que el amor de Dios es incondicional, que el cariño del Padre no se debe comprar ni pagar, entonces podremos amar más allá de todo, perdonar a los demás incluso cuando hayan sido injustos con nosotros (AL 108). No sabemos amar
Necesitamos aprender a amar. Poca discusión cabe. Y necesitamos aprender a amar a los enemigos, a los que nos persiguen, a los que sentimos que nos hacen daño, a los causantes de la injusticia. A aquellos con quienes no compartimos casi nada… salvo ser hijos de un mismo Padre. Los hay en nuestro mundo cercano, en nuestra vida más cotidiana… También en las grandes estructuras de injusticia de este mundo. Hazte consciente de “tu odio”, y ponles rostro a “tus enemigos”. Hoy has de orar por ellos. Sobre buenos y malos, Padre, haces salir el sol y mandas la lluvia. A todos sostienes, a todos ofreces tu regazo y susurras palabras de vida y ternura, independientemente de sus méritos, de su dignidad, de su bondad o malicia, de su credo, de su autoestima.
Amas a todos, mas no eres neutral. Amas al injusto, pero detestas la injusticia. Amas al pobre, pero aborreces la pobreza. Amas al engreído, pero te hastía el orgullo. Amas al pecador, pero odias toda maldad.
Graba en nosotros las claves de tu corazón, y da a nuestras entrañas los ritmos de tu querer para respetar a los que son diferentes, ser tolerantes con los que no coinciden, dialogar con los disidentes, acoger al extranjero, prestar sin esperar recompensa, defender al débil, saludar al caminante, y amar a todos por encima de nuestros gustos y preferencias.
Enséñanos, Padre, a ser como tú. Que todos puedan decir: son hijos dignos de tal Padre.
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