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ORAR EN EL MUNDO OBRERO

8º Domingo del tiempo ordinario (26 febrero 2017) Comisión Permanente HOAC

No hace falta ni dinero, ni poder, ni influencia, ni siquiera cultura, y puede emprenderse lo mismo bajo una dictadura que con una democracia; en la gran ciudad como en la aldea. Nadie podrá decir con verdad a Cristo en el juicio postrero que quiso seguirlo pero las circunstancias se lo impidieron (Rovirosa, OC. T.V. 271)

¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética en favor del ser humano (EG 58). ¡Cuánto agobio en nuestra vida!

Nuestros agobios nacen, la mayoría de las veces, de esa disociación con que vivimos nuestra vida, pretendiendo servir a dos señores, dejándonos gobernar por el dinero. Seguimos pretendiendo que son las circunstancias (o los otros, o la Iglesia, o las estructuras…) las que nos impiden seguir a Cristo. Nos seguimos afanando en muchas cosas, y dejamos de buscar el Reino y su justicia. Tu mirada, dirígela hoy a tu propia vida. ¿Cuáles son esos agobios? ¿De dónde crees que nacen? ¿En quién o en qué está puesta tu confianza? ¿Qué buscas, de verdad, en tu vida?... Y, luego, ora: de aire viciado, de seguridades frágiles, de nosotros mismos, y no de Ti. Señor, ten piedad.

Nos olvidamos de tu Palabra: de tu buena noticia, del mandamiento del amor, de la entrega y el servicio; de poner nuestra confianza en Ti, de proseguir tu causa, de cantar tus maravillas, de conversar con los hermanos. Cristo, ten piedad. Nos alimentamos de lo fácil: de antojos, de apariencias, de ganas de tener, de comodidad, de modas,

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Cargamos soledades estériles, cruces inútiles, miedos que nos paralizan, inseguridades caprichosas, insatisfacciones constantes, deseos huecos, ramas sin fruto, oscuridades de siempre. Señor, ten piedad.


8º Domingo del Tiempo Ordinario

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

Escucha la Palabra del Señor Mateo 6, 24-34

Nadie puede servir a dos señores. Porque despreciará a uno y amará al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero. Por eso os digo: no estéis agobiados por vuestra vida pensando qué vais a comer, ni por vuestro cuerpo pensando con qué os vais a vestir. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Mirad los pájaros del cielo: no siembran ni siegan, ni almacenan y, sin embargo, vuestro Padre celestial los alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellos? ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida? ¿Por qué os agobiáis por el vestido? Fijaos cómo crecen los lirios del campo: ni trabajan ni hilan. Y os digo que ni Salomón, en todo su fasto, estaba vestido como uno de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se arroja al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más por vosotros, gente de poca fe? No andéis agobiados pensando qué vais a comer, o qué vais a beber, o con qué os vais a vestir. Los paganos se afanan por esas cosas. Ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad sobre todo el reino de Dios y su justicia; y todo esto se os dará por añadidura. Por tanto, no os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio agobio. A cada día le basta su desgracia.

Palabra del Señor

Acoge la Palabra; se dirige a ti

Seguimos leyendo el Sermón del Monte, y escuchamos a Jesús decirnos que la preocupación esencial de quien quiere seguirle es buscar el Reino de Dios y su justicia, y construir nuestra vida desde esa clave. Lo demás, lo que llamamos preocupaciones, no dejan de ser manifestación de nuestra pobre confianza en Dios, de nuestra pobre fe. Pre-ocuparnos en tantas cosas impide, de verdad, que nos ocupemos del Reino. El Reino no puede ser para nosotros un simple objeto de preferencia sino la opción radical y totalizante de nuestra vida. Totalizante y exclusiva. Jesús les está diciendo esto al grupo “que ha dejado todo por seguirle” –hombres y mujeres– para quienes los afanes de la vida cotidiana han pasado a ser algo secundario, porque el Reino de Dios se ha convertido en lo importante; porque todo se vive ya desde la perspectiva del Reino, todo ha de ir realizándose de modo que anticipe y visibilice el Reino, que nos ayude a entrar en su dinámica vital, fraterna y humana. 2


C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

8º Domingo del Tiempo Ordinario

Desde esa opción y experiencia es posible vivir, siempre y en toda circunstancia, en el ámbito de la confianza absoluta en el Padre, que conoce nuestras necesidades. Esta actitud es esencial para vivir en cristiano hoy: si queremos transformar el mundo, solo podemos hacerlo desde la óptica de Dios. Si no tenemos en cuenta esto, el evangelio resultará extraño y escandaloso para aquellos a quienes hemos descartado de la vida con este sistema inhumano. Buscar el Reino y su justicia es cambiar desde la raíz este sistema económico injusto que mata y, para eso, necesitamos cambiar de raíz nuestras propias motivaciones, actitudes, comportamientos, criterios, maneras de pensar y de vivir. El Reino solo se construye con hombres nuevos y mujeres nuevas, radicalmente nuevas, porque hemos nacido de nuevo, del Espíritu. Necesitamos construir nuestra vida desde la Vida que Jesucristo nos ofrece, porque ese es el camino de humanización más pleno que podemos vivir y comunicar. Necesitamos vivir un proyecto personal donde recrear las dimensiones de la vida de Jesucristo, y, para eso, necesitamos seguir cultivando la experiencia gozosa de encuentro personal y comunitario con Jesucristo que nos ayude a configurar nuestra existencia desde Él. Necesitamos construir una vida de comunión, en nuestro hogar y familia, como camino de encarnación en la debilidad del mundo obrero. Necesitamos vivir la comunión en los equipos y en la Iglesia para configurar ese proyecto de vida. Necesitamos vivir la comunión a través de nuestro quehacer apostólico comunitario, para generar humanización. A la luz de este evangelio, estamos llamados a revisar las necesidades espirituales de nuestro proyecto de vida, a preguntarnos sobré qué construimos la existencia: ¿sobre esa confianza absoluta, incondicional, y amorosa en el amor providente de Dios? ¿O la construimos sobre nuestras fuerzas, nuestro dinero, nuestro proyecto, nuestros bienes acumulados? ¿Anteponemos el Reino en nuestra vida, o seguimos esclavizados temerosamente por las añadiduras? ¿Construimos nuestra vida sirviendo al dinero, o sirviendo a la comunión, a la solidaridad y a la fraternidad? O se sirve al Dios del Amor que quiere fraternidad o servimos al propio interés económico. No caben medias tintas. Cuando buscamos el Reino de Dios y su justicia nuestro estilo de vida se traduce en pobreza, en solidaridad, en compartir, en crear comunión. Confiar en Dios que nos ama como una madre (Isaías 49, 14-15) supone depositar nuestra vida en manos de su amor providente y quedar libres de preocupaciones, para poder vivir sirviendo a Dios en los pobres. No perdamos el ánimo ni la esperanza. Dios no se olvida de nosotros. Buscad el Reino de Dios y su justicia, que lo demás se nos dará por añadidura. Y, si no lo hacemos así, nos queda llorar nuestro pecado, sabiendo que entonces el abrazo de perdón de Dios nos vuelve a la vida de los hijos e hijas, para volver a empezar. Hay cuestiones en este Evangelio que nos invitan a revisar una vez más nuestro proyecto de vida militante. Nuestras necesidades espirituales, nuestra oración, el uso de nuestros bienes, nuestro estilo de vida, nuestra vida comunitaria, nuestra lucha por la justicia. Pide al Señor que te ilumine para concretar pasos que has de ir dando para orientar tu vida en la dirección del Reino. 3


8º Domingo del Tiempo Ordinario

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

Agradece este encuentro con el Señor, orando

Oración de abandono

Padre mío, me abandono a Ti. Haz de mí lo que quieras.

Lo que hagas de mí te lo agradezco, estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que Tu voluntad se haga en mí y en todas tus criaturas.

No deseo nada más, Dios mío. Pongo mi vida en Tus manos.

Te la doy, Dios mío, con todo el amor de mi corazón, porque te amo, y porque para mí amarte es darme, entregarme en Tus manos sin medida, con infinita confianza, porque Tú eres mi Padre.

Danos la gracia de amarte con todo nuestro corazón, y de servirte con todas nuestras fuerzas.

Que tu Reino sea un hecho en las fábricas, en los talleres, en los campos, en la mar, en las escuelas, en los despachos y en nuestras casas.

Carlos de Foucault

Oración a Jesús Obrero

Que los militantes que sufren desaliento permanezcan en tu amor.

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día: nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas.

Y que, por la misericordia de Dios, los militantes muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, descansen en paz.

Concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como Tú, trabajar contigo, y vivir en Ti.

María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros.

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