Tema de la quincena La persona como sujeto responsable de la vida política
La participación en la vida política Comisión Permanente de la HOAC
C
uando comenzamos la reflexión que venimos haciendo sobre los principios y criterios que deben orientar, según la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), la vida social y política para que ésta responda a la dignidad del ser humano y para que la actividad política sea constructora de una vida social justa y humana, ya vimos cómo de la manera de concebir la política que nos propone la DSI nace la participación como un derecho y un deber de las personas. Esa participación en la vida política es expresión de lo que el ser humano es, de su dignidad y responsabilidad hacia los otros y hacia el bien común. También vimos cómo la concepción y práctica de la política que domina en nuestra sociedad genera una ciudadanía pasiva y debilita radicalmente el valor de la participación(1) («El ser humano como ser político», NN.OO. 1.445, págs. 19-26). En este Tema de Quincena vamos a detenernos en lo que es e implica la participación como valor social fundamental y como valor decisivo para la vida política.
El fundamento del valor de la participación Para la DSI el valor de la participación se fundamenta en la propia naturaleza humana, en el ser y vocación de la persona. Concretamente en el carácter de sujeto que siempre debe ser la persona en todos los ámbitos de su vida: lo propio de la dignidad del ser humano es ser sujeto de la vida social. Por eso, la participación está vinculada a los derechos que se corresponden con la dignidad de la personas y también a su responsabilidad hacia los demás y hacia la vida social. La participación en la vida política es un derecho de toda persona porque es un valor en el sentido que permite al ser humano desarrollar su propio ser sujeto activo y ejercer su libertad. Pero, al mismo tiempo, la participación en la vida política es un deber de toda persona porque es un valor en el sentido de que es cauce y concre-
ción de su responsabilidad en la vida social y en la búsqueda del bien común. En ambos sentidos la participación es una necesidad del ser humano. El ser humano, como ser libre y responsable, es quien tiene que determinar su destino. Siendo la vida política tan decisiva para el ser humano, éste no puede desentenderse de ella, sino que tiene la obligación de participar activamente para que su vida se desarrolle humanamente. Igualmente, por su naturaleza social y por ser la comunidad política la forma de organizar las relaciones humanas en la sociedad con miras a la consecución del bien común, el ser humano es responsable de la comunidad política. De modo que, tanto por su ser personal libre como por su naturaleza social, el ser humano está llamado a tomar parte de la vida política. En el contexto social en el que hoy vivimos, en el que la participación en la vida política es muy débil, sobre todo debido a la privatización de la vida hacia la que nos empuja el sistema social en el que vivimos, es muy importante subrayar esta doble dimensión de la participación como derecho y deber de la persona. Sobre todo es importante la insistencia de la DSI en la participación como responsa-
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