4ª Semana de Adviento (18 diciembre)

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!"#"$%&$%'$()&*!$!+"%"!$ 4ª SEMANA DE ADVIENTO (18 de diciembre 2011) Como María, la “llena de gracia”, nosotros, “por pura gracia”, somos hijos de Dios, cristianos, “servidores” de los últimos, a ejemplo de nuestro hermano Jesús, el Hijo de María.

(POEMA ORACIONAL DE JEREMÍAS 22,13ss) «¡Ay del que edifica sus palacios sobre injusticia, construye sus salones violando el derecho! Obliga a trabajar gratis al obrero, lo priva del jornal que se ha ganado». M. tiene que hacer frente a su separación. Los hijos son ya mayores. Unos no han podido abandonar todavía el hogar familiar, alguno ha vuelto tras no poder asumir el coste de su vivienda por quedarse sin trabajo. A pesar de los años que ya acumula, tiene que trabajar en el servicio doméstico. Su hija que trabajaba en un comercio de una Gran Superficie lleva tiempo en el paro, como no le sale nada está pensando en acompañar a su madre.

P. Tiene casi treinta años. Tiene un contrato a tiempo parcial como repartidor de pizzas los fines de semana. Está apuntado a una ETT, de vez en cuando le llaman para trabajos sueltos de señalización de carreteras, si hace bueno trabajan de sol a sol, si hace mal tiempo no trabajan y no cobran… sigue viviendo en casa de sus padres. ¿Por qué se da esta injusta situación? ¿Qué estamos haciendo en nuestro compromiso concreto del sector? ¿Cómo va nuestro proyecto evangelizador? ¿Qué pasa con el mundo obrero y con Dios en estas situaciones? ¿Qué llamadas siento? Y tú, Jesús, ¿qué piensas de todo esto? ¿Qué quieres que yo haga? 8# #


!"#$%&'()%)*%############################+&(&#%)#%,#'-)./#/0&%&/##################12#3/'4)5/#6.74%)*/# «Piensa el financiero: Me haré un palacete en la playa, con salones superiores bien ventilados. Que abran ventanales, lo recubran de cedro y pinten todo de color escarlata. ¿Piensas que eres hombre porque tienes millones? El hombre es el que trabaja y practica la justicia, el que defiende a pobres y desvalidos. ¡Ese sí que es un hombre que me conoce –dice el Señor Pero tú no; tú solo tienes corazón para buscar tu propio interés, para dejar sin trabajo a los inocentes y practicar la opresión y el latrocinio usurero. Por tanto, esto dice el Señor del necio financiero: Nadie plañirá en su funeral: ¡Ay hermano! ¡Ay hermano! Nadie plañirá en su funeral: ¡Ay gran hombre! ¡Ay gran hombre! Será enterrado como un asno, será arrastrado y tirado al basurero de la ciudad».

Lc 1,26-38 En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ente Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin». Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra». Y el ángel se retiró.

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Picola exégesis (Para leer con lápiz) En el texto de este domingo contemplamos cómo el mensajero celeste descubre ante los ojos atónitos de María la extraordinaria personalidad del hijo que ella misma va a dar a luz y la maravillosa actuación divina que va a dar origen a esa existencia incomparablemente única. El significado profundo del pasaje es que la personalidad de Jesús es plenamente humana y, al mismo tiempo, absolutamente divina, porque viene de Dios. En Isabel, la anciana estéril, la intervención divina borró la vergüenza de la infecundidad, dando un hijo que será un enviado del Señor, un profeta que preparará sus caminos; en María, la joven virgen, la acción de Dios va a potenciar maravillosamente su condición virginal transformándola en una inigualable maternidad, pues dará a luz al Hijo de Dios. Si la concepción de Juan requería una maravillosa intervención divina, la concepción de Jesús tiene que requerir una actuación de Dios infinitamente más impresionante, como la maternidad de una virgen. La concepción de Jesús va a tener lugar por una actuación del Espíritu Santo, que bajará sobre María; por eso Jesús será «el Hijo de Dios». En este texto nos encontramos con los tres elementos constitutivos de la teología cristiana: El proyecto de Dios, la debilidad humana y la fuerza del Espíritu Santo. Y un cuarto elemento fundamental que hace posible la unión de los tres: La Fe. ¡La fe de María, y tras ella la fe de todos nosotros, hace posible la maravilla de la Encarnación de Dios! María es la «llena de gracia». El favor de Dios se manifiesta en María con su elección para ser la madre del “Salvador”, el “Mesías”, el “Señor”. Como ella, nosotros, “por pura gracia”, somos hijos de Dios, cristianos, “servidores” de los últimos, a ejemplo de nuestro hermano Jesús, el Hijo de María. El rasgo más significativo de la personalidad de María es su autodefinición como «la esclava del Señor». Este rasgo es el que resaltará Jesús un día cuando refiriéndose a «su madre y sus hermanos», los presentará como «los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica» (Lc 8,19-21), como María. Porque María es el modelo de los creyentes, como la definió Isabel: «¡Dichosa tú, que has creído!» La fe virginal de María trajo a Jesús al mundo. La fe indefectible de los cristianos traerá la salvación a los pobres.

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Hambre y sed de justicia Ante el terrible espectáculo de esta sociedad de mierda, donde unos engordan como cerdos (Sant 5,5), mientras la mayoría muere de hambre (informes de la FAO)… ¿Qué haremos en la oración? ¿Escaparnos y refugiarnos en bellos himnos de alabanza? ¿Entonaremos canciones intimistas de confianza? No, de ninguna manera; nos dejaremos arrebatar por la pasión, nos rebelaremos ante la injusticia. No la aceptaremos, no nos resignaremos a ella. Ante Dios en nuestra oración nos enfrentamos a ella con todas nuestras fuerzas. Es como una sed biológica de justicia que nos devora y se derrama en nuestro lenguaje oracional… Si sentimos sed de justicia, es que creemos en ella: la consideramos posible y necesaria. Si la justicia nos atrae como ideal que anima nuestra lucha, es porque es real; y es real porque hay uno que es justo plenamente: Jesús. La sed de justicia es en última instancia sed de Dios justo. Y donde no alcanza el hombre, alcanza Dios. Cuando sólo podemos orar… en esos momentos encontramos a Dios en el torbellino de su indignación ante la injusticia y la violencia…» (A partir de Schökel Carniti, 790-795).

Y yo, ¿tengo hambre y sed del Reino de Dios y su justicia? ¿Qué es lo que mueve en verdad mi vida? ¿A qué dedico mi tiempo? (ORÁCULO DE AMÓS, 6,3ss) «¡Ay de los que pretenden alejar el día de la desgracia, acercándose al poder del usurero dinero: para ellos no existen las desgracias, se acuestan en lechos de marfil, se arrellenan en sus divanes, comen corderos del rebaño y terneros del establo; tartamudean como insensatos repitiendo las mismas estupideces feneristas; beben el vino en elegantes copas, se ungen con el mejor de los aceites… ¡pero no se conmueven para nada por la ruina de la Europa Social! Por eso irán a la cárcel, serán el hazmerreir del pueblo, y se acabará la orgía de estos imbéciles usureros».

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