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ORAR EN EL MUNDO OBRERO 18ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (31 julio 2011) La multiplicación de panes y peces, en Jesús y en nosotros, es un milagro, sí, pero nada portentoso, sino tan normal y humano como el poner la mesa para todos, para los pobres
VER El Vaticano afirma que 1.820 inmigrantes han muerto este año en el Mediterráneo (Rel. Dig., 16/6/2011) Un total de 1.820 inmigrantes han muerto en los primeros cinco meses de este año cuando intentaban atravesar en precarias embarcaciones el mar Mediterráneo hacia Europa… De esas 1.820 víctimas, 1.633 perdieron la vida cuando se dirigían a Italia… el balance es probablemente “aún más trágico” si se tiene en cuenta los casos de embarcaciones que naufragaron, de las que nunca se tuvo noticias. Desde 1990 por lo menos 17.597 personas murieron “a lo largo de las fronteras” de Europa… El Vaticano localiza Túnez y Libia como las dos principales procedencias de los flujos migratorios desde comienzo de 2011, y señala que 187 personas murieron ahogadas en la ruta tunecina. Otras 1.633 perecieron en la ruta libia, la mayoría de ellas eran subsaharianas. “Las condiciones de los que provienen de Libia son de extrema vulnerabilidad. Amenazados por las partes en conflicto, se ven obligados a emprender una travesía en viejas embarcaciones, sobrecargadas, en busca de un refugio seguro en Europa”… “ante esos datos no se puede permanecer en silencio”. También subrayó que se trata de hombres, mujeres y niños que huyen de la guerra, de graves violaciones de los derechos humanos y de persecuciones “y en vez de encontrar un lugar seguro, encuentran la muerte”.
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TESTIMONIO Ana Fabricia Córdoba. Luchadora por la dignidad (S. Hernández Mora, El Mundo 16/6/2011) “Fue una muerte anunciada. El 29 de abril, Ana Fabricia Córdoba –conocida dirigente campesina de 51 años, infatigable en su lucha por los derechos humanos- contó a la Defensora del Pueblo, a la Vicepresidencia … que su vida corría peligro. Pero no quería ser custodiada por los cuerpos de Seguridad estatales porque desconfiaba de ellos. A uno de sus hijos, aseguró, lo había asesinado un policía de Medellín… … El martes 7 de junio, por la mañana, a las 10.30, un sicario abordó el autobús urbano en el que iba montada Ana Fabricia Córdoba. Con una pistola con silenciador, el hombre disparó varias veces a Córdoba, causándole la muerte… … “Vamos a callarle la boca a esta negra”, le dijeron alguna vez por teléfono… Hace unas semanas, Ana Fabricia acudió a un programa de televisión en el que denunció que “un agente de policía tenía un roce con mi hijo y él me lo mató… Esto me puede valer muchos riesgos, pero vivir ocultando el pecado es deshonra” … “Me matan a mis dos pelados (adolescentes), me violan a mi hija… Mejor que me mataran a mí que a mis dos hijos. ¿Qué fue lo que hice?”. Fundadora de la ONG Líderes Adelante por un Tejido Humano de Paz (Latepaz), pertenecía a la Ruta Pacífica de las Mujeres, iniciativa que busca una salida negociada al conflicto colombiano… … Ana Fabricia era una luchadora infatigable, que no se dejó vencer nunca por la adversidad ni las intimidaciones. Con su muerte… son ya 10 los activistas de derechos humanos que han sido asesinados en Colombia desde que comenzó este año”. ¡Tantas vidas amenazadas, ahogadas, vilmente segadas! Y también ¡tantas personas radicalmente solidarias, hasta perder la vida en el empeño! Veamos, en oración, que no se trata de dar, sino de darnos, dar todo, incluidos nosotros mismos. Oremos poniendo nuestra vida en las manos del Padre, unidos e Jesucristo; ofreciendo nuestra vida al servicio de los empobrecidos que conocemos, con rostros y nombres, como los hijos de Fabricia.
Poema-oración (César Vallejo) EL PAN NUESTRO Se bebe el desayuno… Húmeda tierra de cementerio huele a sangre amada. Ciudad de invierno… La mordaz cruzada de una carreta que arrastrar parece una emoción de ayuno encadenada! Se quisiera tocar todas las puertas, y preguntar por no sé quién; y luego ver a los pobres, y, llorando quedos,
dar pedacitos de pan fresco a todos. Y saquear a los ricos sus viñedos con las dos manos santas que a un golpe de luz volaron desclavadas de la Cruz! Pestaña matinal, no os levantéis! ¡El pan nuestro de cada día dánoslo,
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Señor…! Todos mis huesos son ajenos; yo tal vez los robé! Yo vine a darme lo que acaso estuvo asignado para otro; y pienso que, si no hubiera nacido, otro pobre tomara este café!
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Yo soy un mal ladrón… A dónde iré! Y en esta hora fría, en que la tierra trasciende a polvo humano y es tan triste, quisiera yo tocar todas las puertas, y suplicar a no sé quién, perdón, y hacerle pedacitos de pan fresco aquí, en el horno de mi corazón…!
PALABRA DE DIOS Mateo 14, 13-21 Al enterarse Jesús de la muerte de Juan Bautista se marchó de allí, en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Pero la multitud se enteró y lo siguió a pie desde los poblados. Jesús desembarcó y, al ver la gran multitud, sintió compasión de ellos y curó a los enfermos. Al atardecer los discípulos fueron a decirle: “ El lugar es despoblado y la hora es avanzada; despide a la multitud para que se vayan a las aldeas a comprar de comer”. Jesús les respondió: “No hace falta que vayan; dadles vosotros de comer”. Respondieron: “Aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces”. Él les dijo: “Traédmelos”. Después mandó a la multitud sentarse en la hierba, tomó los cinco panes y los dos peces, alzó la vista al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a sus discípulos; ellos los repartieron con la gente. Comieron todos, quedando satisfechos, recogieron las sobras y llenaron doce cestos. Los que comieron eran cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
PARA ENTENDER EL TEXTO Mateo presenta dos relatos de la mesa compartida del Reino de los pobres (“multiplicación de los panes y los peces”). Este expresa la oferta del Reino a Israel: se realiza en Galilea, los doce cestos aluden a las doce tribus de Israel. El segundo, en Mt 15,32-39, manifiesta la invitación a los paganos. El Reino es presentado como una comida de pobres que comparten lo que tienen, bendecidos por el Padre, liderados y unidos por Jesús, servidos por los discípulos –la Iglesia-. La muerte de Juan provoca en Jesús la necesidad de retirarse a discernir cómo continuar su misión –también el arresto de Juan había dado paso al inicio de la misión de Jesús-. Pero, ese discernimiento lo fuerza la situación de la gente empobrecida, que acompaña a Jesús –de algún modo, no le deja irse-. Una situación que le conmueve profundamente. ¿Qué va a hacer sino responder a la necesidad apremiante de los pobres? ¿Qué otra cosa puede hacer? ¿Qué otra cosa puede pedirle el Padre? Quizás sea la compasión verdadera y profunda en situaciones concretas la más clara llamada del Espíritu. Jesús siente ahora la misma compasión del momento previo a la elección y envío de los apóstoles en Mt 9,36: le dio lástima de ellos, porque andaban maltrechos y derrengados como ovejas sin pastor.
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Es muy claro y concreto el encargo o misión propia de los discípulos de dar de comer (dadles vosotros de comer), de recoger los dones de los pobres –todo lo que tienen- y de repartirlos –los repartieron-. Es una misión propia, intrínseca y esencial de los discípulos, de la Iglesia. No valen razones, incluso las más poderosas de carencia de dinero o de medios, o la enorme cantidad de pobres, para no realizar esta misión. Porque los bienes son para compartirlos. ¿Cuántos bienes podríamos compartir la Iglesia y cada cristiano? La solución de la pobreza no está en la economía –ir a comprar pan- , ni siquiera en la política, que podrá establecer leyes –nunca adecuadamente justas- pero no puede renovar el corazón de las personas. La solución última está en la caridad, la solidaridad –dar gratuito-, que exige la justicia pero va mucho más allá y cala en la realidad profunda de las personas. La gente pone en común todo lo que tiene, como acción gratuita. Es la verdadera acción de gracias como compañeros (“cum pane”=compartir el pan) al Padre. Y los bienes se convierten en don de Dios –bendición- cuando se comparten. El Reino de Dios se presenta, pues, como don de Dios y compartir humano. El verdadero destino de los bienes es compartirlos. “La propiedad privada no constituye para nadie un derecho incondicional y absoluto. No hay ninguna razón para apropiarse en uso exclusivo lo que supera la propia necesidad cuando a los demás les falta lo necesario” (PP 23). El texto refleja tres rasgos significativos de Jesús: -
la gente le acompañaba, viendo en Él algo nuevo y esperanzador;
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se compadecía de la gente, quería de verdad a las personas, empatizaba, asumía sus problemas.
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su comunicación íntima y continua con el Padre, a solas y en medio de la gente; vivía lo que llamamos “mística encarnada”, la unión de fe/vida, -la “oración en el mundo obrero”-. Jesús, en comunicación con el Padre, discernía la concreción de su acción evangelizadora, inmerso –encarnado- en la realidad del pueblo empobrecido y deshumanizado. Compartía los gozos y las esperanzas, las tristezas y angustias (GS 1) de la gente. Servía a las personas, implicaba a los discípulos y éstos motivaban al pueblo y manifestaba, así, el amor provisor del Padre. En oración, actualicemos en nuestra realidad concreta el modo de ser, de relacionarse, de invocar al Padre y de actuar de Jesús.
ACTUALIZACIÓN DE LA PALABRA La escena tiene referencias eucarísticas casi literales: tomó los panes / los bendijo / los partió / se los dio. La eucaristía incluye como dimensión esencial la “multiplicación de los panes”, el compartir. Sin ello, se pervierte, no es la cena del Señor (ver 1Cor 11, 17-34). La eucaristía es una proyección real de comunión de bienes, de igualdad y fraternidad. Pero la comunión de bienes eucarística va más allá de la relación interpersonal, “tiene una dimensión social y política y pide una nueva sociedad, un nuevo orden internacional” (Fl. Ulibarri, Conocer, gustar y vivir la Palabra, A, VD, 321).
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Existe hambre de pan (más de mil millones de personas pasando hambre) y hambre de sentido (o de espiritualidad, de humanidad, de Dios en el fondo). Existe la injusticia padecida por las víctimas (los pobres) y la injusticia infligida de los victimarios (los ricos). ¿Quiénes padecen una mayor deshumanización? Sin duda, los segundos. Son éstos los que fracasan como personas humanas. “… en el sur, el problema del hambre… en el norte, el problema del hastío e insatisfacción de nuestra sociedad de consumo” (J. M. Hernández, Homil. 2008/4, 314). La eucaristía reclama la comunión de bienes, pero la comunión de bienes necesita la eucaristía, para ser auténticamente humana y no reducirse solamente al pan material. El banquete del Reino es Jesús entregando su vida a sus discípulos para que ellos, como hermanos, entreguen su vida y compartan los bienes entre sí y con los empobrecidos de fuera de la comunidad. El verdadero pan de vida es Jesús (Jn 6,35). Una sociedad de bienestar a nivel económico y de derechos sociales no satisface las necesidades humanas de comunión interpersonal, espiritual y, finalmente, trinitaria. ¿Por qué gastáis en lo que no alimenta? (Is 55,2). No trabajéis por el alimento que se acaba, sino por el alimento que dura dando una vida sin término, el que os dará este Hombre (Jn 6,27).
Deus caritas est, 29 .- “La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes y, por otro lado, nunca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano individualmente, porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor”.
Hambre.- “Mil millones de personas mueren de hambre o de sus consecuencias inmediatas. Un niño de menos de diez años muere cada siete segundos y cada cuatro minutos otro se queda ciego por falta de vitamina A. El orden mundial no es solo asesino, sino absurdo; pues mata sin necesidad. Hoy ya no existen las fatalidades. Un niño que muere de hambre hoy, muere asesinado” (Jean Ziegler, Discurso ante los Jefes de Estado en la 5ª sesión del Cons.de DH, en Ginebra, 11-18 junio 2007) (en J. Laguna, Hacerse cargo… CJ 172, 10).
Inmigrantes.- “Que, al acompañar a migrantes, refugiados, migrantes forzados y desplazados internos, la Iglesia asuma un papel de mediación y de defensa legal entre ellos y las autoridades locales, proporcionándoles también el acceso a los recursos legales, médicos y otros tipos de apoyo, luchando contra la trata y la explotación, protegiendo a los más vulne-
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rables, insistiendo en un enfoque basado en derechos y promoviendo activamente la reunificación familiar. Los obispos también deberían intensificar su compromiso denunciando las violaciones de los derechos humanos de los migrantes y abogando por una actitud positiva hacia los migrantes y refugiados en sus diócesis, así como alentando a que edificios en desuso sean puestos a disposición para satisfacer sus necesidades temporales de alojamiento. Gracias a su estructura extremadamente capilar, la Iglesia podría establecer redes de comunicación dirigidas a recopilar información, a encarar el deber de protección y realizar actividades que pueden ser de gran beneficio para las comunidades local y migrante. Que los esfuerzos de la Iglesia también incluyan un diálogo internacional con el fin de examinar y revisar las políticas de mayor control fronterizo, la detención arbitraria y la ciudadanía. Además, se deben determinar las estrategias y contribuir a una reforma internacional y global de la inmigración, que debería ser aplicada equitativamente. Asimismo debería promover y defender el concepto de un estatus específico del migrante, que implique derechos y obligaciones, ya sean de carácter temporal o destinados a una integración a largo plazo. Por ello, debería hacer mejor uso de sus estructuras internacionales y comisiones que ya interactúan con los órganos intergubernamentales” (Consejo Pontificio para la Pastoral de Migrantes, Recomendaciones del Congreso mundial… 12/febrero 2010, Mis. Extr. 2352010). ¿Qué podemos hacer viendo nuestra flaqueza, cobardía, indecisión, miedo, mediocridad… en el seguimiento de Jesús desde la opción real por la justicia en el mundo obrero? Sabemos lo que ello implica de espiritualidad, compromiso (PE-QAC), encarnación, comunión… ¿Qué orar? Simplemente ponernos ante Jesús: Él nos conoce mejor que nosotros mismos, nos mira con amor, nos pacifica y nos impulsa cada vez de nuevo a la misión.
G. Rovirosa.- Obrerismo libertador (Bol. Milit. 80-1953, OC V, 245-246) “Ideas claras: no hemos escogido el lugar ni la manera de luchar, sino que nos ha sido impuesto; no podemos desertar ni traicionar a la clase obrera… Ideas claras: nuestro objetivo no puede estar en la lucha de clases, sino en la justicia social “para todos”… Ideas claras: en nuestra lucha de clases nos sentimos representantes no solamente de los trabajadores, sino de todos los atropellados de cualquier manera… Ideas claras: nos sentimos representantes incluso de los que están al otro lado de la barricada en nuestra lucha de clases, ya que el mayor bien que podrían recibir en este mundo será el de ser vencidos en esta lucha, dejando de una vez de ser lucradores del sudor, de las lágrimas y de la sangre de los miserables, para pasar a ser colaboradores de una humanidad fraterna en marcha hacia los altísimos destinos para los que Dios la creó.
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Ideas claras: luchamos por un humanismo cristiano en el que los hijos de Dios colaboren con los hijos de Dios, en vez de oprimirse… Esta es la verdadera revolución; la que la humanidad ha de implantar. Es verdaderamente cuestión de vida o muerte”.
SALMO 99 Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con aclamaciones. Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su redil. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre: “El Señor es bueno, su lealtad es eterna, su fidelidad es perpetua”.
COMENTARIO El salmo es una invitación atrevida, casi una orden, a toda la tierra de reconocer al Dios de Israel y a Israel como hechura de Dios. Es una proclamación a los cuatro vientos de la fe de Israel: nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño. Una confesión a la que quiere asociar a todos los pueblos. Por ello, da paso al invitatorio litúrgico de entrar en el templo cantando el estribillo laudatorio de la bondad, la lealtad y la fidelidad de Dios: El Señor es bueno, su lealtad es eterna, su fidelidad es perpetua: sorprende que unos pocos versos puedan recoger y expresar la identidad de fe de Israel y la conciencia de su proyección universal a toda la humanidad. El nos hizo y somos suyos:eEs el pueblo de Dios, hecho por Dios biológicamente (descendencia de Abraham), políticamente (liberación de Egipto) y religiosamente (alianza). El enunciado puede ensancharse: Aquel día el hombre mirará a su hacedor (Is 17,7; cf. Is 29,16). La Iglesia es pueblo de Dios. Jesús es el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas (Jn 10). Jesús acompaña al pueblo empobrecido, se comunica con él –le enseña-, le ama desde el corazón conmovido, le hace sentarse con dignidad a la mesa común y le sirve. En la Iglesia, Jesús es el único señor y maestro, el único director (Mt 23, 8-10). Aclamemos también nosotros al Señor. Tenemos la gracia de seguir a Jesucristo como nuestro único Señor, en la Iglesia. Y la gracia especial de optar por la evangelización del mundo obrero en la HOAC. Seguro que nos ha tocado lo mejor, nos sucede lo mejor que nos podía suceder: experimentar el amor del Padre en Jesucristo por el Espíritu, compartido en la comunidad eclesial y hoacista, para ofrecerlo a los empobrecidos del mundo obrero.
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Oración-Poema (José María Valverde) SALMO DE LAS ROSAS Oh rosas, fieles rosas de mi jardín en mayo; ya venís, como siempre, a reposar mi angustia con vuestro testimonio de que Dios no me olvida. Hubo un tiempo en que yo creí perdido todo. Pero vuestra constancia no se enteró siquiera y seguisteis viniendo a acariciar mi frente y a decirme que el mundo seguía estando intacto. Surgís difícilmente lentas, de dentro a fuera, como torres de nubes que, imitando dragones, se alzan en el ocaso, saliendo de sí mismas; o como un sentimiento, tan nuestro y tan profundo, que al subirlo a la boca va espeso del esfuerzo, arrastrando en su parto los más hondos aromas. ¿Qué decís, qué decís, bocas de Dios infantes? ¡Cuánto trabajo os cuesta pronunciar la palabra oliente y no entendida! Os morís, fatigadas, cuando acaba, al decirla, vuestro oficio en la tierra. Vuestra belleza es eso: morir, pasar al vuelo. Vuestro aroma es la muerte. Y por eso enloquece. Mas ¡qué importa morir cuando se ha sido, y tanto! Yo os doy la eternidad que os quitaba el ser bellas. Os tengo en mi recuerdo lo mismo que un libro, evocándome mayos, muchachas y ciudades, al hallaros de pronto, cuando paso las hojas. Voy contando mis años por relevos de rosas. De rosas repetidas, de eternidad de rosas que me animan, diciéndome que el Señor sigue en pie.
“...es por el amor mutuo y, en particular, por la solicitud que manifestaremos a los que están en necesidad por lo que seremos reconocidos como verdaderos discípulos de Cristo (cf. Jn 13, 35; Mt. 25, 31-46). Este es el criterio que probará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas”
(Mane nobiscum Domine, 28)
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