C. Permanente HOAC
Orar en el mundo obrero
6ª semana de Pascua
ORAR EN EL MUNDO OBRERO 6ª SEMANA DE PASCUA (29 mayo 2011) Jesús nos habla hoy con el corazón traspasado de amor. Nos inunda de su Espíritu, que nos hace, en Jesús y como Jesús, hijos del Padre y hermanos. Esta comunión desbordada de amor divino, que embriaga nuestro amor humano, es la máxima aspiración de felicidad personal que podemos soñar y gozar.
VER «¿Cómo creen que se encuentra hoy Juan Urbano, siendo como es filósofo y del Real Madrid? Pues igual que ayer, es decir, tan abatido que mientras camina por la calle de Alberto Aguilera podría desatarse los zapatos tirando de los cordones con los dientes. Porque en estos momentos es un hombre noqueado que lo único que repite es “Alí Barça y los 40 ladrones, Alí Barça y los 40 ladrones, Alí Barça y los 40 ladrones...” Ya lo ven, a mí el fútbol me encanta pero no me importa, mientras que a él le deprime tanto perder que siempre encuentra injustas las derrotas. “Ahí estaba la Cibeles por si acaso ganábamos”, dice, y eso me hace pensar en el modo en que el deporte es el último reducto de la alegría en los países en horas bajas. Antes las calles se llenaban para protestar por algo, para combatir, por ejemplo, algún ataque a los derechos de los trabajadores o algún abuso de poder de los gobernantes, y ahora solo se llenan para celebrar un Mundial o una Copa de Europa, es decir, que hemos cambiado las banderas por camisetas y el no nos moverán por el oé, oé, oé, lo cual seguramente significa algo» (Benjamín Prado, El País 05/05/2011). Oremos dirigiendo una doble mirada: a cómo nos entretenemos a veces en superficialidades que nos entretienen y gastan nuestras energías, diluyendo nuestra atención y dedicación a las personas, especialmente a las que más sufren; y bendigamos al Señor por los gestos de solidaridad y verdadero amor que hacemos. Cantemos el amor de Dios que nos provoca al amor real y vivo a las víctimas de la injusticia, la enfermedad y la muerte indebida.
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TESTIMONIO Narrar experiencias de resurrección (Diálogo compartido en la Reunión de Consiliarios de Andalucía en Antequera, 30 abril 2011) En Jaén, A. Ugarte (el consiliario), cuando muere un trabajador en accidente laboral, se hace presente, participa en la eucaristía. La HOAC convoca a una concentración en el pueblo del muerto. Se visita a la familia juntamente con miembros de otras familias que han padecido la misma situación. En Granada y en Motril cada mes se celebra una eucaristía, seguida de una concentración, cada vez por un determinado colectivo de víctimas de la crisis. Vuestro culto está vacío. No basta pedir por la crisis, sino poner nombre a situaciones concretas. La acción social en la realidad del mundo obrero unida a la Formación, la Espiritualidad. “El contacto directo con las víctimas es espeluznante. Nos desmonta”.
VIVES EN EL PAN (V. Manuel Arbeloa) IVES en el pan roto y compartido. Vives en la copa redonda de vino. Banquete de pobres. Botín de mendigos. Compañero fiel, amigo entre amigos. Vestido de vientos y sol de domingo, moreno de viñas, y hermoso de trigos. Muerto por los hombres y en los hombres vivo. Cuando nos juntamos te abrimos caminos
y vienes y pasas alegre y activo por todas las cosas por todos los sitios. Cantamos tu muerte: el definitivo triunfo de la vida por mundos y siglos. Cantamos la muerte fatal del destino. Cantamos la fiesta final del sentido. Vives en el pan roto y compartido. Vives en la copa redonda de vino.
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PALABRA DE DIOS Juan 14, 15-21 “Si me amáis, guardaréis los mandamientos míos, y entonces yo pediré al Padre que os dé otro abogado que esté siempre con vosotros: el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo percibe ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive ya con vosotros y está en vosotros. No os dejaré desamparados: volveré. De aquí a otro poco el mundo no me verá más; vosotros sí me veréis, pues de la vida que yo tengo viviréis también vosotros: aquel día conoceréis que yo estoy con el Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él”.
PARA COMPRENDER EL TEXTO El amor es el centro de todo. Es el amor de Jesús, que nos da su Espíritu y nos abre al amor del Padre. El amor de Jesús es la donación y comunicación de sí mismo, de su vida: de la vida que yo tengo viviréis también vosotros. Y la vida de Jesús es la vida del Padre. Por lo tanto, entramos en la vida íntima de Dios, en la comunión en Jesucristo con el Padre por el Espíritu: conoceréis que yo estoy con el Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. Es un conocimiento no intelectual, sino de experiencia viva de comunión y encuentro. Es la relación personal de amor más honda: de revelación por parte de Jesús (lo amaré y me revelaré a él) y de ver por parte del discípulo (el mundo no me verá más, vosotros sí me veréis). Una relación, pues, que es puro don y gracia de Jesús. Una experiencia de encuentro íntimo con Jesús que va unida a la experiencia del Espíritu: lo conocéis, porque vive ya con vosotros y está con vosotros. En realidad, es una única experiencia de unión con Jesús inducidos por su Espíritu. Pero el amor se expresa y se realiza en guardar los mandamientos de Jesús, es decir, en practicar la misma vida de Jesús: ser como Jesús, sentir, pensar y hacer como Jesús. Los mandamientos no son leyes o normas externas, sino concreciones del amor de Jesús y a Jesús. Son intrínsecos a la vida de unión e identificación con Jesús, manifestación del vivir con Jesús. El único verdadero mandamiento es el mandamiento nuevo, el mandamiento original de Jesús: que os améis unos a otros como yo os he amado (Jn 14,34). Es decir, que nos amemos en el amor mismo de Jesús. Solamente podemos amar el amor. Amor produce amor. En este discurso de despedida, Jesús no nos deja un testamento que nos remita al pasado sino que nos encarga una tarea a realizar: la tarea única de amar como Él, desde la alianza o vinculación permanente con Él. Este amor no es obra y acción nuestra sino de Jesús a través de su Espíritu: -
Es el Espíritu de Jesús quien anima toda nuestra vida. El Espíritu es “defensor, intercesor, asistente, protector, maestro, pedagogo, ayudante, sustentador, abogado, procurador y, sobre todo, animador e iluminador de la fe” (Fl. Ulibarri, Conocer, gustar y vivir la Palabra, ciclo C, VD, 190).
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Es el mismo Espíritu que condujo y sostuvo a Jesús a lo largo de toda su vida, desde su concepción en el seno de María, pasando por el bautismo, el desierto y el comienzo de su misión en la sinagoga de Nazaret, hasta su muerte.
En su muerte, Jesús entregó el espíritu (Jn 19,30). De su corazón traspasado salió sangre y agua (Jn 19,34), el agua del bautismo y la sangre de la eucaristía, es decir, la vida misma de Jesús donada para la vida de todos. Acojamos a Jesús, invocando a su Espíritu. Pongamos los ojos en Jesús. Dirijamos la mente y abramos el corazón a su Espíritu. Nos lanza dardos de ternura. Susurra en nuestros oídos sones de paz. Nos embarga de alegría íntima. Nos conduce a Jesús, el Amigo del alma. Unidos a Jesús, nos envuelve el abrazo entrañable del Padre. Así, nos enlazamos todos como hermanos y hermanas. Nos enlazamos con quienes no nos entendemos, no empatizamos, no nos co-respondemos. Sobre todo, abrimos el corazón y damos la mano del compartir y de la solidaridad efectiva a las víctimas de tanto abuso laboral y social.
ACTUALIZACIÓN DE LA PALABRA Jesús está presente en la comunidad cristiana y en cada cristiano. Es una presencia personal, interior, íntima, una verdadera experiencia de amor Quedan superadas las mediaciones externas de tipo legal, ritual o doctrinal. Las normas, ritos y teologías cristianas son expresión, celebración y dinamización de la presencia liberadora y humanizadora de Jesús en nosotros. El cristiano vive identificado con Jesús y transfigurado por su Espíritu. Es Jesús quien vive en él. El cristiano transparenta el corazón, el rostro y la mirada, los gestos y las palabras del mismo Jesús. El Espíritu es quien anima y reanima, ilumina, fortalece, renueva y recrea la vida de la Iglesia y de cada cristiano. Es agente de renovación y creatividad continua. A nivel personal, es fuente de verdadera libertad para la disponibilidad, el amor, la acción constructiva eclesial y la implicación en la transformación de la realidad social. A nivel eclesial, el Espíritu invita a romper sistemas y concepciones cerradas y obsoletas e impulsa no solamente a abrir las puertas y ventanas de la casa eclesial para que la gente entre en ella, sino a plantar la tienda (eclesial) en la plaza del mundo al servicio de los pobres y oprimidos (como hizo Jesús). “Antes se decía que el cristiano era un soldado sometido a la ley cristiana. Quizás sea más exacto decir que el cristiano es un artista. Una persona que bajo el impulso creador y gozoso del Espíritu, aprende el arte de vivir con Dios y para Dios” (Fl. Ulibarri, 192), con las personas y para las personas, con y para las personas empobrecidas.
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D. Bonhöeffer
¿Quién soy yo? Me dicen a menudo
que salía del encierro de mi celda sereno, alegre, con firmeza, cual hacendado de su rural vivienda.
¿Quién soy yo? Me dicen a menudo
cuando hablaba a mis guardianes libre y amigable, claramente, como si fuese yo quien diera las órdenes.
¿Quién soy yo? También me dicen
que soportaba los días de infortunio tranquilo, sonriente, dignamente, como acostumbrado a ganar siempre. Pero ¿soy realmente lo que otros dicen que soy? ¿O soy solamente lo que yo mismo conozco de mí, inquieto y anhelante y enfermo, cual pájaro enjaulado, luchando por respirar, como si unas manos me oprimieran la garganta, suspirando por los colores, las flores, el canto de los pájaros, sediento de palabras cariñosas, de compañía, moviéndome agitado, a la espera de grandes acontecimientos, temblando impotente por amigos infinitamente alejados, cansado y vacío al orar, al pensar, al actuar, débil y presto a despedirme de todo?
¿Quién soy yo? ¿Éste o el otro?
¿Soy una persona un día y otra al siguiente? ¿Soy las dos al mismo tiempo? ¿Soy un hipócrita ante otros y ante mí mismo un infortunado y despreciable cobarde? ¿O hay algo aún en mí parecido a un ejército vencido que huye desordenado de una victoria ya alcanzada?
¿Quién soy yo? De mí se burlan estas solitarias preguntas mías. Quienquiera que yo sea, tú lo sabes, oh Dios, soy tuyo.
Seguro que lo que los compañeros de prisión veían en D. Bonhöffer era real: vivía transfigurado por la gracia del amor de Dios, que le confería libertad, fuerza, serenidad, paz, amor… Pero la gracia (como él mismo decía) no es barata, no encubre ni suprime la búsqueda, el miedo y la angustia. Así le sucedió al mismo Jesús a todo lo largo de su misión (no solamente en Getsemaní). A Pablo, aquejado de una espina clavada en la carne, le decía el Señor: Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad (2Cor 12,9). Es el sufrimiento convertido en crisol de un mayor amor y de una más honda felicidad. Esto quizás no se entienda con la cabeza; solamente se podrá pedir y experimentar como gracia.
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La tristeza según la Pascua (Lucía Ramón, Cristianismo y Justicia) “En una cultura que busca atajos ante cualquier dolor, que no nos enseña a respetar los tiempos de duelo, que nos acostumbra a vivir en la epidermis como consumidores de experiencias, los relatos pascuales son una interpelación para vivir y sentir la vida de otra manera. Afrontan la cuestión del sufrimiento como parte sustancial de la vida, también de la vida espiritual. Como ámbito de revelación en el que puede irrumpir la esperanza cuando el dolor inevitable no se elude, cuando se encara desde el amor y desde la búsqueda radical de sentido. En ese horizonte hay que situar las lágrimas de María Magdalena. La discípula valiente que va a hacer duelo ante la tumba del Maestro –la expresión más terrible que pueda imaginarse de sus esperanzas sepultadas– y se encuentra con Jesús Resucitado. Dice la teóloga alemana Dorothee Sölle que quien tiene hambre y sed de justicia atraviesa necesariamente periodos en los que está completamente exhausta, llena de tristeza y de dolor. A menudo el Espíritu nos conforta y nos lleva a la verdad por medio de las lágrimas. Hemos olvidado pedir al Espíritu por el don de las lágrimas, que es esencial para sacar fuera lo que está dentro y hacerlo visible y audible. Vivir sin lágrimas es la expresión de una cultura que es incapaz de experimentar y expresar sentimientos profundos. En cambio, con-sentir –admitir y compartir con otros– nuestra tristeza y nuestros sufrimientos en Dios y abrirnos al dolor de Dios por los que más sufren, es el camino que Jesús, la divina Sofía, nos ha enseñado para resucitar, para hacernos más divinos, más humanos”.
GORRIÓN HERIDO (Joaquín Benito de Lucas) Era una primavera lluviosa. El tenue peso de las gotas caía sobre el ala indefensa de un gorrión herido que a la orilla del río intentaba inútilmente el vuelo. Con los ojos cerrados le escuchaba llorar, pedir auxilio. Los niños protegidos por el dintel sonoro de la infancia reían contemplando su lucha con la muerte. (Nosotros no sabíamos nada de muerte ni de lucha, sólo habíamos aprendido a reír bajo un cielo ceniciento). Y, de pronto, pensé, por qué no hacerlo. Como si fuera yo quien se mojara –tan tierno e indefenso como él– corrí en su ayuda, lo tomé en mis manos –era algodón mojado– lo apreté contra el pecho, le soplé con mi aliento entre las plumas y con las alas vírgenes de lluvia voló zigzagueante hacia otro cielo
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CARTA DE DIOS (Rafael de Andrés, “Dios, de incógnito”, mecanogr. 132, 139) Es probable que no me conozcas, pero yo te conozco perfectamente (Salmo 139,1). Sé cuándo te sientes y cuándo te levantas (S 139,2). Todos tus caminos me son conocidos (S 139,3). Aun tus cabellos los tengo todos contados (Mt 10,29-31). Porque fuiste creado a mi imagen y semejanza (Gn 1,27). En mí vives, te mueves y existes… Porque linaje mío eres (He 17,28). Antes que te formase en el vientre te conocí (Jr 1,4-5). Fuiste predestinado conforme a mi propósito (Ef 1,11-12). En mi libro estaban escritos tus días (S 139,16). Tu creación fue maravillosa (S 139,14). Yo te hice en el vientre de tu madre (S 139,13). Te saqué de las entrañas de tu madre (S 71,6). Soy la manifestación perfecta del amor (1Jn 4,16). Tú eres mi hijo y yo soy tu PADRE (1Jn 3,1). Te ofrezco mucho más de lo que podría darte tu padre terrenal (Mt 7,11). Porque yo soy el Padre perfecto (Mt 5,48). Toda buena dádiva que recibes viene de mí (Sant 1,17). Porque yo soy tu proveedor, que cubre tus necesidades (Mt 6, 31-33). Mi plan para tu futuro está lleno de esperanza (Jr 29,31). Porque te amo con amor eterno (Jr 31,3). Mis pensamientos sobre ti se multiplican más que la arena de la orilla del mar (S 138, 17). Nunca me volveré atrás de hacerte bien (Jr 32,40). Tú eres mi especial tesoro (Ex 19,5). Deseo afirmarte de todo corazón y con toda el alma (Jr 32,41). Y te quiero mostrar cosas grandes y ocultas que tú desconoces (Jr 33,3). Me hallarás, si me buscas de todo corazón (Dt 4,29). Deléitate en mí y te concederé las peticiones de tu corazón (S 37,4). Porque yo inspiro tus deseos (Fil 2,13). Yo puedo hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que tú pides o entiendes (Ef 3,30). Porque yo soy quien más te alienta (2Tes 2,16-17). Soy también el Padre que te consuela en todos tus problemas (2Cor 1,3-4). Cuando tu corazón está quebrado, yo estoy cerca de ti (S 34,18). Como un pastor lleva en sus brazos a un cordero, yo te llevo cerca de mi corazón (Is 40,11). Un día enjugaré toda lágrima de tus ojos…Y quitaré todo el dolor que has sufrido en esta tierra (Ap 21,3-4). Si recibes el regalo de mi Hijo Jesucristo, me recibes a mí (1Jn 2,23). Y nada te podrá volver a separar de mi amor (Rm 8,38-39). Vuelve a casa y participa en la fiesta más grande que el cielo ha celebrado (Lc 15,7). Siempre he sido y por siempre seré tu Padre (Ef 3,14-15). Mi pregunta es: ¿quieres ser mi hijo? (Jn 1,12-13) Aquí te espero (Lc 15,11-32). Te he dado a conocer mi amor en Jesús (Jn 17,26). El es la imagen misma de mi sustancia (Hb 1,3). Él vino a demostrar que yo estoy por ti y no contra ti (Rm 8,31). Y para decirte que no tomaré en cuenta tus pecados (2 Cor 5,18) Porque Jesús murió para reconciliaros (1Cor 5,19). Su muerte fue mi máxima expresión de amor por ti (1Jn 4,10) Entregué todo lo que amaba para ganar tu amor (Rm 8,31-32).
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Si recibes el regalo de mi Hijo Jesucristo, me recibes a mí (1Jn 2,23). Y nada te podrá volver a separar de mi amor (Rm 8,38-39). Sí, dejémonos abrumar por el amor de Dios, tan exuberante, eterno, íntimo, cargado de promesas de esperanza para nosotros, para todos, para los abandonados y excluidos de la sociedad. Nadie nace, vive y muere en el olvido de Dios, sino que todos estamos acogidos en la mente y en el corazón de Dios. Un amor tan inabarcable y desbordante, que está llamando a quienes hemos sido agraciados con su experiencia personal y comunitaria, a que los irradiemos a nuestro alrededor: nuestro amor humano es sacramento del amor de Jesús hoy a quienes carecen de amor, de vida digna y feliz.
Guillermo Rovirosa (Carta a Mosén Insa, 8/10/57) “Primero y siempre Amor de Cristo, que se manifiesta, no en la limosna en cualquiera de sus formas (la limosna en cualquiera de sus formas y tal como se practica, rarísimamente es Caridad cristiana, ya que ésta exige DAR previamente al otro toda la dignidad de Cristo y ponerse interiormente a sus pies…), sino en la amistad, con todas las exigencias humanas que esta palabra lleva consigo. Cuando seáis amigos, el hablar de Cristo será una necesidad, y se recibirán tus palabras como recibe la lluvia la tierra sedienta”. ... DARÁN MUCHO FRUTO (FRATER) Si tus ojos no se cansan de buscar todo lo bueno que hay en los otros y reparten sin parar sonrisas de amistad… DARÁN MUCHO FRUTO. Si tus brazos están como dormidos de tanto aguantar brazos frágiles, brazos envejecidos, brazos cansados… DARÁN MUCHO FRUTO. Si tus oídos están constantemente atentos al llanto del que sufre, al gemido del enfermo, al silencio del que se siente solo… DARÁN MUCHO FRUTO. Si tus pies no paran de ir de un lado para otro, buscando siempre que los pies de otros puedan descansar… DARÁN MUCHO FRUTO. Si tu tiempo se hace corto o inexistente de tan larga que has hecho la lista de servicios que quieres hacer a los otros… DARÁ MUCHO FRUTO. Si tu buen nombre ha sido manchado por la envidia, por desprecio, por incomprensión… DARÁ MUCHO FRUTO. Si tu tiempo libre es libre para los otros y ocupación para ti, descanso para los otros y agotamiento para ti… DARÁ MUCHO FRUTO. Si tu oración mira al Padre y habla de todos los hermanos y de sus luchas y dificultades y no tiene tiempo de hablar de ti… DARÁ MUCHO FRUTO. Si tu corazón va acelerado de ternura, de perdón, de amistad, de detalles, de sencillez, de bondad… DARÁ MUCHO FRUTO.
“Un corazón solitario no es un corazón” (A. Machado)
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