Pentecostes

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ORAR EN EL MUNDO OBRERO Pentecostés (4 de junio de 2017) Comisión Permanente HOAC

Pentecostés no fue un hecho aislado que duró unos minutos, sino el principio de una Nueva Era que durará hasta el fin del mundo (Rovirosa, OC, T.V. 72).

En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Dios mismo misteriosamente quiere producir, la que Él inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras (EG 12).

ACÉRCATE

RECONÓCETE

Dices que soy manantial y no vienes a beber. Dices que soy vino gran reserva, y no te embriagas. Dices que soy suave brisa y no abres tus ventanas.

Dices que soy luz y sigues entre tinieblas. Dices que soy aceite perfumado y no te unges. Dices que soy música y no te oigo cantar.

Dices que soy fuego y sigues con frío. Dices que soy fuerza divina y no me utilizas. Dices que soy abogado y no me dejas defenderte.

Dices que soy consolador y no me cuentas tus penas. Dices que soy don y no me abres tus manos. Dices que soy paz y no escuchas el son de mi flauta.

Dices que soy viento recio y sigues sin moverte. Dices que soy defensor de los pobres y tú te apartas de ellos. Dices que soy libertad y no me dejas que te empuje.

Dices que soy océano y no quieres sumergirte. Dices que soy amor y no me dejas amarte. Dices que soy testigo y no me preguntas.

Dices que soy sabiduría y no quieres aprender. Dices que soy seductor y no te dejas seducir. Dices que soy médico y no me llamas para curarte.

Dices que soy huésped y no quieres que entre. Dices que soy fresca sombra y no te cobijas bajo mis alas. Dices que soy fruto y no me pruebas. 1


Pentecostés

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

C.P.

Seguro que te sientes reflejada en la oración anterior. Aunque muchas veces lo desees, no siempre tus pasos te encaminan a esa Vida Nueva del Espíritu. Es bueno reconocerlo y reconocerte. Te hace bien. Te posibilita acoger el don del Espíritu. Identifica esos espacios incoherentes, temerosos, de tu propia vida, en lo personal y en lo comunitario.

ESCUCHA LA PALABRA DEL SEÑOR

Jn 20, 19-23: Recibid el Espíritu Santo

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Palabra de Dios

MEDITA ESTA PALABRA

Como los discípulos, también nosotros vivimos, a menudo, “al anochecer” “con las puertas cerradas”, con “miedo”, temerosos de los otros, a pesar de que sea “el primer día de la semana”, el día del Señor. Parece que no hemos sentido la presencia del Resucitado entre nosotros, y la humanidad nueva parece ausente de nuestra vida. Nuestros equipos y comunidades están, a veces, replegados, a la defensiva, ocultos, sin dar testimonio. Como si no tuviéramos “alegría”, “perdón”, “paz”, o “vida” que transmitir. A veces nos parece que nuestra tarea no logra ningún resultado, pero la misión es algo que escapa a toda medida. El Espíritu Santo obra como quiere, cuando quiere, y donde quiere. Nosotros nos entregamos, pero sin pretender ver resultados llamativos. Solo sabemos que nuestra entrega es necesaria (EG 279). Jesús nos da su Espíritu para que renunciemos a buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de la ternura. Cuando lo hacemos la vida siempre se nos complica maravillosamente, y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo (EG 270). Nos hace falta una decidida confianza en el Espíritu Santo. 2


C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

Pentecostés

Necesitamos que el Señor Resucitado se haga presente y nos transmita el soplo creador del Espíritu que infunde aliento de vida. Necesitamos dejarnos invadir por el Espíritu que descubre que la fuente de nuestra misión es el amor del Padre, para empezar a sentir “pasión misionera” y “amor”, como Jesús. Lo necesitamos para ser evangelizadores con Espíritu. El Espíritu Santo nos infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. Nos urge recobrar un espíritu contemplativo, que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que nos humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor para transmitir a los demás (EG 264). Invoquemos hoy al Espíritu, bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Ninguna motivación para evangelizar será suficiente si no arde en los corazones el fuego del Espíritu (EG 259-261). ¿Qué necesita tu proyecto de vida para ser el de alguien enviado a evangelizar con Espíritu? ayuda para servir,

Vuelve a tu vida, reconociéndote, de nuevo, y agradeciendo al Señor

Gracias, Padre, por el Espíritu

Te bendecimos, Padre, por el don de la Santa Ruah que, por tu Hijo, haces a la creación entera. Lo hiciste al principio, en los orígenes de todo, cuando incubabas el universo al calor del Espíritu para que naciera un mundo de luz y de vida que pudiera albergar al género humano.

Te damos gracias porque, mediante tu Espíritu, lo sigues creando, conservando y embelleciendo, para que nuestro caminar no sea triste y agorero y podamos disfrutar de las primicias del Reino. Te bendecimos por haber puesto tu Espíritu en hombres y mujeres, niños y adultos; y por el don continuo que de él has hecho siempre en la historia humana: Espíritu de fuerza en sus jueces y gobernantes; Espíritu rector en sus líderes justos; Espíritu creador en sus sabios investigadores; Espíritu soñador en sus artistas y poetas;

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Espíritu solidario en sus pobres pobres; Espíritu de vida en el pueblo siempre.

Te bendecimos, sobre todo, por Jesucristo, lo mejor de nuestro mundo, el hombre "espiritual" por excelencia. Vivió guiado por el Espíritu, evangelizando a los pobres, ayudando y fortaleciendo a todos... hasta que, resucitado, comunicó a su Iglesia, y a los que buscan con corazón sincero, ese mismo Espíritu. Te alabamos por la acción de tu Espíritu en los profetas, en los reformadores, en los educadores, en los revolucionarios, en los mártires, en los santos, en todas las personas buenas...

Que el Espíritu nos dé fuerza para luchar por la verdad, la justicia y el amor, luz para comprender a todos,


Pentecostés

C.P.

ORAR EN EL MUNDO OBRERO

generosidad para amar, solidaridad para vivir, paciencia para esperar...

Padre, que tu Espíritu sople sobre la Iglesia, dándole unidad y nueva savia evangélica; que traiga la libertad, la igualdad y la fraternidad a todos los pueblos, razas y naciones.

Y, finalmente, haznos sensibles a la acción de tu Espíritu en el mundo y en la historia. Ayúdanos a descubrirla en la ciencia, en la cultura, en el trabajo, en la técnica, en todo aquello en que el ser humano y el Espíritu preparan conjuntamente el alumbramiento de los nuevos cielos y la nueva tierra.

Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo, tu Hijo resucitado y hermano nuestro. Amén. Florentino Ulibarri

Y termina, como siempre, ofreciéndote

Señor, Jesús, te ofrecemos todo el día: nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas…

en el mar, en las escuelas, en los despachos, y en nuestras casas.

Que los militantes que sufren desaliento permanezcan en tu amor. Y que los obreros muertos en el campo de honor del trabajo y de la lucha, descansen en paz.

Concédenos, como a todos nuestros hermanos de trabajo, pensar como Tú, trabajar contigo, y vivir en Ti.

Danos la gracia de amarte con todo nuestro corazón y de servirte con todas nuestras fuerzas. Que tu Reino sea un hecho en las fábricas, en los talleres, en las minas, en los campos, 4

María, Madre de los pobres, Ruega por nosotros.


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