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Luchar contra la violencia machista. Proteger a las víctimas
Foto: Pau Salinas
HOAC.es • Nº 181 • noviembre 2017 • III Época • 0,80€
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Ana Palazón y Ramón Pacheco, de Pastoral Obrera
No amemos de palabra sino con obras
l papa Francisco, fiel a su pontificado de «una Iglesia pobre y para los pobres» y escandalizado ante la propagación de la pobreza de muy diversas forasí lo mas en un mundo donde aflora cada vez más riqueza, ha instaurado la Jornada Mundial de los Pobres, que este año es el 19 de noviembre. Con ello, quiere «estimular a los creyentes para que reaccionen ante la cultura del descarte y del derroche», pero también a todos, «independientemente de su confesión religiosa», para que «se dispongan a compartir con los pobres a través de cualquier acción de solidaridad, como signo concreto de fraternidad», como explica en el mensaje dedicado a esta primera jornada, cuya lectura recomendamos vivamente. Frente a «la injusticia social, la miseria moral, la codicia de unos pocos y la indiferencia generalizada» que causan las muchas caras de la pobreza actual, entre las que cita la falta de trabajo y la migra-
ción forzada, propone una «nueva visión de la vida y de la sociedad». Es más, dice, en concreto a las comunidades cristianas: «si deseamos ofrecer nuestra aportación vemos efectiva al cambio de la historia, generando un desarrollo real, es necesario que escuchemos el grito de los pobres y nos comprometamos a sacarlos de su situación de marginación». El Papa invita a los cristianos a amar con «obras» y desarrollar un estilo de vida que propicie el «encuentro» y el «compartir» con los pobres. De ahí su insistencia en acompañar a los trabajadores pobres y a luchar contra la pobreza «que pasa en gran parte a través del trabajo digno». Esta es, en esencia, la principal preocupación de la HOAC en su tarea de evangelización, al plantear otra forma de sentir, pensar y actuar mediante su propuesta de comunión de vida, bienes y acción en las periferias del mundo obrero y del trabajo.
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con Dios en la vida obrera
la calle
Juventud precarizada
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lla es de esas jóvenes de clase obrera que, gracias a su esfuerzo, el de su familia y el de una sociedad que reconocía tímidamente un conjunto de derechos sociales, pudo estudiar en la universidad. Hoy sigue siendo de esas jóvenes de más de treinta y tantos años que no pueden construir su futuro porque el empleo es tan precario que se lo impide. De oposición en oposición, de centro educativo en centro educativo, impermeables a su demanda y capacidades, de clases particulares en clases particulares que le aportan unos mínimos ingresos..., va configurando su maltrecha vida laboral. Y no es por falta de valía personal. Menos mal que el trabajo es mucho más que el empleo. Ella lo demuestra día a día. Su compromiso en la parroquia, su trabajo en la Comisión Diocesana de la HOAC, su constante atención a su equipo... nos hablan de una mujer generosa que nos enseña a vivir desde una gran disponibilidad. Y es que, como María, sabe que solo desde el «sí» desinteresado y confiado en Dios puede construir su vida y la de los que le rodean. Su oración diaria le empuja a ello. Desde Cristo y acompañada por su comunidad encuentra sentido y capacidad de lucha a tanta precariedad e inestabilidad. Ella experimenta que es una joven precarizada, empujada a la precariedad, pero no precaria. Ella es mucho más que la realidad de empleo que sufre. Ella es hija de Dios y desde esa dignidad vive y se compromete.
Teresa Jiménez Zamorano
Justicia para el sistema de pensiones Nuestro país gasta menos que otros países europeos en pensiones. Un 10% de la riqueza nacional (PIB) frente al 15% que gastan países como Francia o Italia. Es un imperativo ético reclamar pensiones dignas. n el mes de septiembre, la pensión media rondaba los 900 euros, aunque las mujeres perciben por lo general bastante menos. Más de 3,5 millones perciben una pensión inferior al Salario Mínimo Interprofesional (707,6 euros al mes). Las últimas reformas del sistema de protección social se han limitado a contener el gasto, sin mejorar los ingresos, que dependen de salarios cada vez más mermados. CCOO y UGT organizaron diversas marchas que partieron el 30 de septiembre para acabar en Madrid el 9 de octubre en una gran manifestación por la subida de las pensiones y el fortalecimiento del sistema de protección social, mediante la subida de los salarios, la supresión de los límites máximo de cotización de los sueldos más altos (lo que aumentaría las cotizaciones a la Seguridad Social) y el refuerzo de los ingresos a través del presupuesto público. USO no se adhirió a esta movilización. Para esta central de trabajadores, la reforma del 2011, impulsada por Rodríguez Zapatero y acordada con los agentes sociales abrió la senda que más tarde profundizó Rajoy con su reforma de 2013,
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por lo que pide la derogación de las dos últimas reformas. La Comisión Permanente de la HOAC consideró oportuno hacerse presente en la manifestación para reclamar a la comunidad política medidas que garanticen el derecho de toda persona a una pensión suficiente, como derecho humano fundamental. Para este movimiento de Acción Católica especializado, un sistema de protección social justo es aquel que garantiza una pensión suficiente a las personas mayores, a las que ya lo son hoy y a las que lo serán en un futuro próximo. La justicia en el sistema de pensiones implica la redistribución de la riqueza social y su uso para atender las necesidades de las personas, especialmente las más desfavorecidas. San Juan Pablo II, en la encíclica Laborem exercens alertó de que «la realización de los derechos del hombre del trabajo no puede estar condenada a constituir solamente un derivado de los sistemas económicos guiados por el criterio del máximo beneficio» (17).
campaña adhesión
José Luis Palacios
IGLESIA POR EL TRABA JO DECENTE #MásITD
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@jlpalas
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política en zapatillas
Mi barrio n la asociación de vecinos, un grupo prepara la cena que una hora más tarde va a distribuir entre las personas que duermen en la calle. Dimitri, Eugenio, Emilio… los reciben con alegría y comentan la situación que tienen: «Necesitaría un centro para estar, pero me exigen mucho…». «No sé si podré comer, tengo la mandíbula descolgada y necesito cosas blandas». «Ropa, también necesito ropa». Mascamos la impotencia, comentan, pero esto les ayuda. El viernes, se comenta en otro grupo, es el pleno del Ayuntamiento y tenemos que hacernos presentes; hay que preparar los carteles con las reivindicaciones principales: empleo, respuesta para las 2.748 familias que no pueden vivir, contra la impunidad y la inseguridad, contra el fracaso escolar… Nos echarán en cinco minutos, pero algo queda.
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cultura
Paco, profesor de un instituto del barrio, llega algo despistado, ha quedado con otro pero no lo ve. Siente murmullos en una zona apartada de donde sale humo. Son alumnos suyos, profesores y algunos vecinos que le han preparado una barbacoa para festejar su jubilación.
El diálogo institucional, una obligación democrática
ace años que las instituciones políticas en España están siguiendo una deriva que las desprestigia profundamente. Lo que está ocurriendo en Cataluña está agravando hasta el extremo esta crisis de las instituciones, que es muy seria. Las instituciones políticas solo tienen razón de ser en su servicio a la sociedad y a las personas, no en apelaciones abstractas a las patrias o la legalidad. Por eso, su primera obligación es buscar, juntas, respuestas a los problemas y necesidades sociales. En lo referido a Cataluña está ocurriendo lo contrario: las instituciones políticas, tanto las catalanas como las de la administración central del Estado, crean problemas y los agravan cada día que pasa, ya sea por acción o por omisión. Están faltando, hace tiempo, a su obligación democrática de propiciar el diálogo para resolver los problemas. En gran medida porque quienes gobiernan esas instituciones siempre ven la paja en el ojo ajeno y no quieren ver la viga en el propio. Todo se justifica con la culpabilización del otro, no se asume ninguna responsabilidad propia. Así el diálogo no es posible y las mismas insti-
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Un alumno comenta: las clases se quedaban vacías con mucha frecuencia, pero a las clases de Paco nadie faltaba. Un grupo de niños corretea y juega por el patio. Uno de ellos, de cuatro años, llevaba algunos días un poco triste, ahora está muy alegre y contento. La madre lo explica: es que se ha incorporado al colegio su amigo Mohamed, y lo echaba mucho de menos. En el barrio hay un 60% de paro, un 80% de precariedad y un 70% de fracaso escolar en la ESO. Hay mucha pobreza y marginación y mucha desidia de las administraciones. Pero sobre todo hay gente buena como los protagonistas de estas historias. El problema es que estas personas son un estorbo para el Ayuntamiento, la Junta de Andalucía y el Gobierno central. No se callan, aplauden poco y exigen justicia. A.A. Maestre
tuciones se convierten en un problema. Levantan muros cuando su responsabilidad es tender puentes. Necesitamos, urgentemente, que las instituciones políticas asuman –de verdad y no solo de boquilla– su obligación democrática de buscar el diálogo. Para ello lo primero es que comiencen a ver las vigas –o, al menos, las pajas– en el propio ojo; y, consecuentemente, rectifiquen las propias posiciones en aras a hacer posible un diálogo que nos ayude a la convivencia en común desde la diversidad. Dicho de otra forma, que comiencen a reconocer la realidad social, mucho más plural y diversa de lo que hasta ahora han querido reconocer quienes gobiernan las instituciones políticas catalanas y españolas. Eso es lo sensato y lo que están reclamando millones de ciudadanos, si bien a otros les ocurre lo mismo que a las instituciones políticas, solo ven la paja en el ojo ajeno. ¿Queremos oír y escuchar? El diálogo institucional y social es una obligación democrática, porque es una necesidad radical para la convivencia en común desde la diversidad. Francisco Porcar Revista
#tantoxtanpoco
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la ventana del mes 25 de noviembre: Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer
Luchar contra la violencia machi En lo que va de año, en España han muerto 39 mujeres a manos de su pareja o expareja y seis menores. Alrededor de estás víctimas queda dolor y desolación, y a ellas se suman las miles de mujeres y menores que sufren violencias sin resultado uando escucho en mi entorno frases como «ella aguanta y no se va de casa porque no quiere» o, cada vez que sale el tema, solo te cuentan casos de denuncias falsas, me hace plantearme que han conocido a pocas víctimas de violencia y no han empatizado con su sufrimiento, lo que muestra que sigue teniendo un hondo componente privado. También descubro que tenemos tan normalizada la violencia que, salvo aquella que se da en su grado más extremo, nos cuesta detectarla. Y es que cambiar las formas de violencia que se dan hacia las mujeres por el simple hecho de serlo, requiere de una transformación cultural, de un nuevo paradigma en el que la pérdida de privilegios de unos suponga la liberación de las opresiones de otras. No podemos desligar la desigualdad estructural de la violencia, pues es una de sus peores consecuencias. Por tanto, hemos de responder atacando sus causas, mientras atendemos a las víctimas, esa es la labor del sindicato y de cuantos agentes intervienen para combatirla. Por la parte que compete a las organizaciones sindicales, la Ley de Violencia de Género de 2004 ha supuesto un paso importante en el reconocimiento de los derechos laborales. Establece la posibili-
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Los sindicatos, contra la desigualdad que genera violencia dad de reducción o reordenación de su tiempo de trabajo, la movilidad geográfica y la suspensión de la relación laboral con reserva de puesto, tiempo que cotiza a efectos de Seguridad Social y desempleo. Las ausencias motivadas por la situación física o psicológica derivada de la violencia, se considerarán justificadas. Asímismo, se regula el derecho a ayudas sociales cuando carezcan de rentas superiores al 75% del SMI. Pero la Ley tiene algunos problemas. El primero es que no cuenta con la voluntad política ni con los recursos necesarios para desplegar to-
das las medidas enunciadas. Segundo, que el sindicato ha detectado, y denunciado, prácticas de acoso a las trabajadoras que han ejercicio esos derechos. Tercero, que deja fuera a todo un abanico de violencias que se ejercen contra las mujeres, tal y como recoge el Convenio de Estambul de 2011 del Consejo de Europa, ya que reduce sus actuaciones a la realizada por parejas o exparejas, hayan convivido o no. Sin embargo, existe un amplio consenso en que la mutilación genital, los matrimonios forzosos, la trata y la explotación sexual, la prostitución, la violación,
el acoso sexual, la discriminación por razón de sexo o el sexismo, que reduce a las mujeres a objetos, son también formas de violencia hacia las mujeres. Además de tutelar los derechos de la Ley, el sindicato interviene en la negociación colectiva con medidas para acabar con la discriminación laboral por razón de sexo, mediante el asesoramiento en la realización de planes de igualdad o protocolos contra el acoso sexual. En el ámbito institucional, negocia cláusulas de contratación en los pactos locales de empleo y se compromete a través de los pactos de Estado y autonómicos suscritos. Una labor importante es la atención a las víctimas y la denuncia pública o ante Inspección de Trabajo de los casos de violencia, discriminación laboral u ofertas sexistas, como la última denunciada de una discoteca de Benidorm que demandaba camareras guapas, con buen físico y solteras. Presta especial atención a los colectivos más vulnerables, como es el caso de las empleadas de hogar internas, a las que se llega a proponer relaciones sexuales como condición de la oferta de empleo. Indignante. Ester Calderón Secretaria de Comunicación CCOO País Valenciano
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hista. Atender a las víctimas de muerte y que son invisibilizadas. Sindicatos y colectivos eclesiales están poniendo su grano de arena contra esta lacra social para que, en los centros de trabajo, las relaciones sociales y las comunidades sean lugares seguros para las mujeres.
La diócesis de Madrid comprometida por una vida libre de violencia a violencia contra la mujer es un problema social de graves dimensiones La violencia en la pareja y expareja es una de las múltiples violencias que sufre la mujer; trata, matrimonios forzados, etc., violencias que llenan nuestras comunidades de dolor. Son muchas las personas cristianas que han estado y estamos implicadas en iniciativas contra la erradicación de esta lacra, y que desde nuestro ser creyentes, no entendemos una vida de fe en donde haya condescendencia con la violencia. Pero, lamentablemente también somos muchas las cris-
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tianas que hemos vivido con dolor, la ausencia de un pronunciamiento comprometido de la Iglesia sobre esta realidad sangrante en nuestras vidas. Vivimos tiempos de cambio y hoy podemos reconocer y anunciar que la Iglesia de Madrid se compromete explícita y radicalmente «por una vida libre de la violencia contra las mujeres». Y lo hace de manera clara y contundente sumándose a la condena, del papa Francisco, que define la misma como una «cobarde degradación del poder masculino y como la máxima expresión de relaciones de poder y desigual-
dad entre hombres y mujeres» (Amoris laetitia 54). «La Iglesia quiere que las mujeres víctimas de violencia la sientan inequívoca, radical, afectiva y efectivamente de su lado. Toma partido de manera absoluta e incondicional por las víctimas de la insufrible y detestable violencia machista, que oculta la pretensión de relaciones de dominación, cosificación y apropiación sobre las víctimas. En el propio seno de la Iglesia tenemos a no pocas mujeres maltratadas y, también a maltratadores, ello nos ha de causar el mayor escándalo. No podemos dejar de sentirnos concernidos» (José
Luis Segovia, vicario de Pastoral Social e Innovación). Y desde este posicionamiento crea la comisión diocesana Por una vida libre de violencia contra las mujeres. La Comisión está formada por un grupo de personas cristianas que, desde diferentes ámbitos de la sociedad civil y de la Iglesia, trabajamos para la erradicación de la violencia contra las mujeres en nuestra diócesis. Para ello nos proponemos – Sensibilizar y visibilizar que la violencia contra las mujeres es radicalmente opuesta al Evangelio de Jesús. – Favorecer que las comunidades cristianas sean un lugar seguro donde se garantice a las mujeres que sufren violencia y a sus hijas e hijos un lugar de protección, respeto y empoderamiento para enfrentarla y tomar decisiones en libertad. – Eliminar lenguajes y prácticas excluyentes que justifiquen el empobrecimiento y la violencia contra las mujeres. – Participar con otros colectivos y redes de mujeres de la sociedad civil en la denuncia y en la reivindicación de medidas sociales, legales, económicas y educativas para la erradicación de la violencia contra las mujeres. Julia Almansa Comisión diocesana de Madrid por una vida libre de violencia
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¿quién es?
Pilar Gallego
Noviembre es tradicionalmente el mes que acoge las Jornadas Generales de Pastoral Obrera organizadas por el departamento episcopal. En esta ocasión entrevistamos a dos responsables de esta pastoral que, en realidad, concierne a toda la Iglesia.
«Nada justifica el sufrimiento del otro»
Ana Palazón Balboa, la quinta hija de una familia obrera ilicitana dedicada al calzado, trabaja de procuradora y es la directora del secretariado de Pastoral Obrera de Orihuela-Alicante. Se integró en la HOAC en 1989 y es un ejemplo de disponibilidad, constancia y compromiso.
¿Qué papel juega la Pastoral Obrera en tu diócesis? Está integrada dentro de la estructura de la diócesis y forma parte de su funcionamiento y planificación. Tenemos representación en la delegación de Laicos y en el consejo diocesano de Pastoral y también colaboramos con la delegación sociocaritativa de la diócesis. Nos sentimos enviados por la Iglesia al mundo obrero. ¿Actualmente se puede hablar de clase obrera? El mundo obrero ha sufrido profundas transformaciones y hoy es mucho más complejo y heterogéneo. Sin embargo, sigue siendo la realidad más importante en nuestra sociedad, ya que afecta a todos los ámbitos de las personas y está formado por una gran variedad de situaciones. Hay pérdida generalizada de la conciencia obrera. Pero sigue existiendo y si existe, la clase obrera también. ¿Qué te ha movido a desarrollar tu compromiso en esta área? Provengo de una familia obrera y desde siempre tuve inquietudes, pero fue a partir la VIII Asamblea General de la HOAC en Gijón cuando me planteé mi compromiso personal desde el secretariado de Pastoral Obrera representando a mi parroquia. Siempre he te-
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nido claro que la dignidad de la persona es lo primero y que no hay nada que justifique el sufrimiento del otro y que hay que construir el Reino de Dios aquí y ahora. Estamos llamados a evangelizar, es nuestra responsabilidad y tarea, pero es, a la vez, nuestra dicha, nuestra mayor alegría. ¿Cuáles son las insistencias para este curso? Procurar e insistir que la evangelización del mundo obrero sea obra de toda la Iglesia diocesana, potenciar la coordinadora diocesana de Iglesia por el Trabajo Decente. Seguir dando a conocer la situación del mundo obrero, desde una mirada creyente. Ayudar a despertar la conciencia social en la comunidad cristiana. Cuidar la relación con los animadores parroquiales de pastoral obrera y presentar la Pastoral Obrera y el secretariado en algunas parroquias de la diócesis.
«Hay que tener un ojo en la sociedad y otro en el reino que ha de venir» Ramón Pacheco, casado con Tere, padre de dos hijas, es economista de profesión. Vinculado a la Coordinadora contra el Paro de Torrelavega (COORCOPAR) desde sus orígenes, comenzó su camino en la en la parroquia de la Asunción. Está al frente de la Pastoral del Trabajo de Santander
¿Crees necesaria la presencia del secretariado de Pastoral Obrera en la escena pública? Por supuesto que es necesaria esa presencia; una presencia activa, que dinamice los entornos existenciales, que dinamice nuestras propias comunidades y que apueste por «diluirse» en la escena pública, aportando su «sabor» característico y no perdiendo la esencia y todo aquello que define y caracteriza al militante cristiano. Se hace imprescindible trabajar con un ojo en la sociedad en la que nos ha tocado vivir, y con el otro en el Reino que ha de venir. ¿Cuál es tu tarea? La sensibilización al interior de la Iglesia, sobre la necesidad de que nuestras comunidades sean capaces de explicitar el compromiso del cristiano con las diferentes realidades sociales. La formación de equipos de Pastoral Obrera. La creación de vínculos con diferentes colectivos sociales con los que tengamos objetivos coincidentes. ¿Qué relación tienes con las otras delegaciones de pastoral de la diócesis? Hoy más que nunca, si algo no se puede ser es «francotirador» y todos estamos obligados a propiciar las sinergias necesarias sin obsesionarnos por resultados cortoplacistas. Las
sensibilidades dentro de la Iglesia son muy variadas. Ha sido posible realizar un fructífero trabajo conjunto con la delegación de Apostolado Seglar y con el centro diocesano de Formación Teológica y Pastoral que ha servido para que los objetivos y los planes de la diócesis sean tenidos en cuenta por las comunidades y para que aumente la percepción de que la fe, la vida y la implicación social del cristiano son caras de una misma moneda. ¿Hay presencia de otros movimientos apostólicos en la Pastoral Obrera de la diócesis? Existe una presencia colaborativa, continua y madura, por parte de miembros de la HOAC, mediante su participación en algunos de los grupos de trabajo y organizando conjuntamente, junto a otros colectivos (Cáritas, CONFER, Justicia y Paz, JOC, JEC), los actos en torno a la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente.
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la mirada justa
¿A quién preocupan los jóvenes?
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a buena noticia es que la pobreza extrema ha pasado de los 1.900 millones de 1990 a menos de 800 en 2013, gracias principalmente al crecimiento extraordinario de China y otras grandes economías emergentes. a mala noticia es que la desigualdad ha aumentado, especialmente, en los últimos años, amenazando el progreso registrado, junto con los conflictos, el cambio climático y la escasez de agua. 815 millones de personas no han tenido acceso a una alimentación adecuada en 2016, unos 38 millones más que el año anterior. La reducción en la pobreza de los trabajadores se está desacelerando as tres medidas más eficaces en la reducción sustancial de la pobreza se resumen en «crecer, invertir y proteger», como han demostrado países con diferencias notables en cuanto a apertura comercial, liberalización económica e intervención estatal. o será posible reducir la pobreza de manera duradera sin empleo decente. Casi un tercio de las personas que viven en situación de pobreza extrema y moderada en los países emergentes y en desarrollo tienen un empleo. Más del 80 por ciento de los trabajadores pobres de los países desarrollados tienen un empleo asalariado. l crecimiento económico no basta. Hay que fortalecer a las personas mediante el trabajo decente, apoyarlas a través de la protección social y garantizar que las personas pobres y marginadas sean escuchadas.
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uizás la pregunta debería ser: ¿a quién no le preocupa la situación de los jóvenes trabajadores? Ya sabemos que la actual crisis del modelo socioeconómico afecta a todos: a los mayores (en sus pensiones), a los adultos (en el paro y la precariedad), pero más fuertemente a los jóvenes. Los datos conocidos lo confirman. Un titular: «Los jóvenes sufren hoy más paro, precariedad e incertidumbre». Y aunque vaya bajando algo el paro, es a costa de una mayor precariedad laboral. Hay que acercarse a la vida de los jóvenes y veremos cómo la precariedad (paro, temporalidad, bajos salarios…) les afectan. En muchos jóvenes genera frustración, tristeza, baja autoestima, falta de confianza en las instituciones, incertidumbre ante el futuro, imposibilidad de contar con un proyecto de vida en lo laboral y familiar, con bastante dosis de impotencia. Sin embargo, hay que seguir creyendo en los jóvenes y en sus capacidades, darles confianza, ayudarles a descubrir sus posibilidades. Claro que hay, desde muchos ámbitos, ayudas y compromiso con los jóvenes. Quiero fijarme cómo, humana y cristianamente, el movimiento Juventud Obrera Cristiana (JOC) trabaja con ellos y desde ellos. El cardenal Cardijn tuvo una intuición muy evangélica: «Un joven trabajador vale más que todo el oro del mundo». Y creyó en los jóvenes: «Ellos son capaces de protagonizar su propia liberación», sin
¿sabías que...?
L dejar el propio ambiente obrero y juvenil. De esta manera, la JOC es un cauce de maduración de jóvenes del mundo obrero, de descubrir su vocación cristiana y de su dignidad personal, de implicarse en la construcción de un mundo más justo, siendo ellos actores y protagonistas de la vida. Como dice un joven: «Me han hecho descubrirme a mí mismo, superar mis miedos y reconocerme clase obrera». Le ha atraído una manera de actuar de la JOC: ¡su inconformismo con las desigualdades en la sociedad, su concepción de Iglesia y Evangelio donde todos somos hijos e hijas de Dios y tenemos una dignidad, su preocupación por el distanciamiento de la juventud del Proyecto del Reino! Ellos, la Iglesia y el mundo obrero han salido beneficiados. Enhorabuena.
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Gregorio Burgos
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evangelio en la calle
Así va el mundo
Pobre de solemnidad y trabajador l es marroquí. Trabaja en el cultivo y recogida del tomate en una zona de invernaderos. Se desplaza en su vehículo, que corre a su cuenta, un par de horas diarias. Trabaja otras nueve y cobra 40 euros el día que lo hace. Tiene que pagar alquiler de piso, luz, agua, la gasolina del traslado (200 kilómetros), butano… Dependen de él su compañera y dos hijos. ¡Decidme si con cuarenta euros se puede vivir con desahogo! Y decidme también si este trabajo es signo de estabilidad, desahogo familiar, posibilidad de una vida digna o de alimentación adecuada para los hijos. Necesariamente este vecino marroquí tiene que acudir a Cáritas porque ese jornal no llega ni para la mitad de sus necesidades. Y por eso mismo podemos preguntar: ¿tener trabajo es señal de una vida digna para el obrero? Y doy ya la respuesta con los hechos en la mano: ¡por desgracia, en los tiempos que corren, se puede trabajar y ser pobre de solemnidad o «pobre legítimo» como decía un viejo gitano de mi barrio! El «ganar el pan con el sudor de la frente» bíblico lleva consigo el trabajo pero también el pan, que siempre será signo y símbolo de bienestar, felicidad, dignidad y vida en abundancia para la familia y para la comunidad. Jesús de Nazaret se ganó el pan para su sustento y Pablo recomienda a los tesalonicenses que trabajen con tranquilidad y coman el pan que ellos mismos ganan (II Tes 3, 12). Si el trabajo no es pan, ¿qué es? Por eso, el trabajo de tantos miles y miles, como el del marroquí, clama al cielo: «El jornal de los obreros que han segado vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a los oídos del Señor todopoderoso» (Sant 5, 4) y está destruyendo la dignidad del trabajo en nuestra sociedad y, por eso mismo, luchar por el trabajo y el pan inseparablemente es una señal inequívoca de ser buena gente y buen cristiano. ¡Danos hoy nuestro pan! ¡Manos a la obra!
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l 35% de las mujeres de todo el mundo han sufrido alguna agresión física o sexual en algún momento de su vida. Alrededor de la mitad de los homicidios contra las mujeres fueron perpetrados por un familiar o compañero sentimental. Las diversas formas de violencia a las que se enfrentan las mujeres (vejaciones, trata, explotación sexual, mutilación genital, matrimonio forzado…) son consecuencia de la discriminación y la persistencia de la desigualdad que, desgraciadamente, también se refleja en los lugares de trabajo: cobran menos y acceden en mayor medida a empleos atípicos, mal pagados, inseguros o informales; y padecen con más intensidad el acoso y la violencia laboral. Los sindicatos a través de acción sindical, el diálogo social y la sensibilización quieren colaborar a eliminar estas prácticas denigrantes. El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, 25 de noviembre, es una buena cita para que nadie deje de hacer su contribución en la lucha contra esta lacra.
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Antonio Hernández-Carrillo
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