PRODUCCIÓN SOCIAL DEL HÁBITAT HOGAR DE NAZARET
Guayaquil - PSH
Eduardo Vega, S.J.
ASÍ COMENZAMOS… Desempolvando y abriendo el baúl de los recuerdos, como un niño que escudriña las pertenencias escondidas y olvidadas de los abuelos, hallamos gratas sorpresas. La primera, el 26 de octubre de 1986 José Ycaza Coronel, ejerciendo la Representación Legal, compró para Hogar de Cristo un lote de 65.446,29 metros cuadrados, colindante con la Avenida Perimetral Norte por valor de $4’192.800 Sucres. Consultando cuadros de tipos de cambio, en aquel año el dólar se cotizaba a 110 Sucres, lo que indica que el valor cancelado fue de unos
USD $38.116. Si ya se había comprado terreno en La Atarazana para la fábrica, ¿para qué esta nueva adquisición? La segunda, releyendo la publicación digital “A las fronteras…” escrita por nuestro hermano David Chamorro y compartida en octubre pasado, cuando abrimos este año de eventos y publicaciones, observamos que el antiguo Director no estaba muy convencido de las iniciativas del nuevo. Veamos:
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“Con el objetivo de buscar una solución más avanzada a los problemas habitacionales, Roberto Costa impulsó -pese a las dudas del P. García- el proyecto Hogar de Nazaret. Se trata de un plan de vivienda urbana, infraestructura, servicios y promoción del desarrollo integral de la comunidad”.
David Chamorro, Compañía de Jesús
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Y, por último, hallamos un ejemplar, amarillento por el paso de los años, de la Revista VISTAZO del 15 de septiembre de 1994 donde, según la periodista Sylvia Lennan, en una celebración de la Misa en la Iglesia de San José en 1986 ya el Tío Paco invitaba al Proyecto que ayudaría a reducir el déficit habitacional. Compartimos el facsímil por lo interesante de la crónica.
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Cuando nos une un mismo amor a Cristo Jesús doliente y crucificado en los más pobres, el dolor de éstos supera nuestras posibles desavenencias o diferencias. Pero, ¿por qué “Así comenzamos…”, si ya Hogar de Cristo tenía más de 15 años construyendo casas de madera y caña? Recorriendo el suburbio, escuchando a su gente, sintiendo el palpitar del acontecer nacional, era evidente que para los más pobres que llegaban a Guayaquil o que, habiendo nacido ahí, querían comenzar un nuevo núcleo familiar, el problema, además de la vivienda, era el acceso ordenado y digno al suelo urbano. Había que incorporar nuevas perspectivas sociales a la ya importante labor de contribuir en la búsqueda de soluciones al problema de la vivienda, inicialmente en Guayaquil y, posteriormente, a lo largo de la costa ecuatoriana. De esta manera comienza en Hogar de Cristo la Producción Social del Hábitat, con todo lo que ello implica de acceso, no solo a una vivienda sino a la ciudad. De hecho, en esos primeros años y a lo largo de toda nuestra existencia, ha estado siempre presente una perspectiva que podríamos llamar “producción individual o familiar de la vivienda”. Familias con necesidad de vivienda buscaban adquirir un solar en zonas periféricas, al amparo de “dirigentes”, hoy llamados traficantes de tierras, bajo la figura de lotizaciones o “invasiones disfrazadas” sin servicios públicos ni obras de infraestructura, para irlo pagando en cuotas semanales o mensuales. Una vez se hubiera cancelado la totalidad o gran parte del valor de un terreno de 120 metros cuadrados, que oscilaba entre USD $1.500 y $3.000, según la ubicación en la lotización, la familia recibía autorización para construir su vivienda. Muchas de esas familias acudían a Hogar de Cristo a adquirir una vivienda de madera y caña para cancelarla en tres años.
Como podían iban comprando ladrillos o bloques de cemento y materiales de construcción para, en un fin de semana, convocar a familiares y amigos para, en “minga”, ir mejorando la vivienda. Los servicios y obras de infraestructura, para construir o mejorar el hábitat, se dejaban pendientes, a la espera de que las autoridades municipales decidieran intervenir. Con toda razón Hogar de Cristo ha sido duramente criticado por quienes han hecho de la vivienda y el hábitat una “mercancía”, despojándolos de su característica de derechos inalienables y fundamentales. De hecho, como narra nuestra ya publicada historia de David Chamorro, “A las fronteras”, el Gobernador de la Provincia del Guayas de la época cuando se desarrollaba el Proyecto de Hogar de Nazaret quería judicializar al Director, acusándolo de traficante de tierras e impedirle salir del país a una reunión internacional sobre hábitat. Incluso un presidente en ejercicio llegó a afirmar públicamente hace pocos años que hay instituciones que, de buena voluntad, favorecen las invasiones o “asentamientos humanos irregulares” que, para legalizarlos, resultan más onerosos para el estado. No desvirtuamos esta aseveración, simplemente preguntamos, porque nos duele el sufrimiento de los más pobres, ¿qué podríamos hacer ante la falta de políticas de estado para la búsqueda de soluciones a toda la problemática de quienes son condenados al olvido y la exclusión en las zonas de riesgo y las periferias de las grandes ciudades? Pero retornemos a Hogar de Nazaret...
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“Por los años 90 más o menos, nace la idea del Hermano Roberto Costa de hacer un proyecto para las familias de escasos recursos económicos de Guayaquil. Como en esos tiempos se daba inicio a las invasiones en la parte norte de Guayaquil y Hogar de Cristo tenia un terreno de 7 hectáreas para realizar dicho proyecto, y como no se podían obtener los permisos municipales, y se temía que invadieran dichos terrenos, se tomó la decisión con algunas familias que estaban anotadas de AUTOINVADIR dichos predios, y fue así que se construyeron unos campamentos con las viviendas de estructura de caña que en ese entonces era de 4 por 6 metros cuarenta. Al proyecto se lo denominó Proyecto de Autoconstrucción y Ayuda Mutua Hogar de Nazaret”.
Eduardo Robles Arquitecto Hogar de Cristo 7
Todavía no se hablaba ampliamente de Producción Social del Hábitat, pero en esta propuesta hay elementos importantes que vale la pena destacar. Pero hagámoslo a través de una selección de imágenes y que estas hablen... pues, como decimos frecuentemente, “una imagen vale más que mil palabras”.
Macrolote de 65.446 metros cuadrados para Vivienda y Hábitat. Concebido inicialmente en 8 etapas, se invitaba a familias de escasos recursos de los distintos sectores de Guayaquil, que no tenían viviendas y que apenas trabajaban para comer; se le daba preferencia a las madres solteras.
Había que comenzar a preparar el terreno. Participaban las familias, en grupos de 20, que aceptaran capacitarse, convivir en comunidad y autoconstruir no solo sus viviendas sino el hábitat.
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Remoción de la cobertura vegetal, movimientos de tierra, compactación.
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Una vez preparado el terreno se comienzan a construir unos campamentos de madera y caña donde van a vivir las familias seleccionadas para iniciar el proceso de autoconstrucción.
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Las 20 familias que se seleccionaban pasaban a vivir en los campamentos, ubicados en la parte sur del terreno, ahí estaban en cuanto duraba la etapa que era más o menos un año; con esto las familias iban aprendiendo a vivir en comunidad, ya que se les daba charlas de convivencia y del buen trato a la familia, para esto había una Trabajadora Social, y en la parte técnica, un Arquitecto, que se encargaba de enseñar a los miembros familiares cómo se trabajaría en dicha obra.
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A las señoras de edad avanzada, embarazadas o que tenían alguna dolencia, se les asignaban trabajos suaves tales como: el riego de las plantas o limpieza de las oficinas; había señoras que se les destinaba el cuidado de los niños en la guardería, ya que, al estar en el proyecto tanto padre, madre e hijos mayores de 13 años, los más pequeños no podían quedarse en casa y eran cuidados en la guardería.
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Las familias construían las viviendas sin saber cuál les tocaría, para que de esa manera todas trabajaran con el mismo esfuerzo y no se dedicaran a una sola si es que sabían cuál era la de ellas.
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Al finalizar la etapa en curso se realizaba la ceremonia de entrega de las viviendas donde deberían estar todos los miembros de la familia, ahí se determinaba cuál había sido la persona hombre o mujer que había trabajado con ahínco y que no habían faltado tanto a reuniones como a la construcción de las viviendas, y, de esas personas o familias, se escogía a dos para que ellas eligieran su vivienda como premio al esfuerzo; el resto entraban al sorteo y cada una de las familias sacaba un papelito donde constaba la manzana y el numero de la vivienda que le correspondía.
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Como no había suministro de agua en el sector, se construyó un pozo de 27 metros de profundidad, pero como este estaba ubicado en la parte baja junto a la Perimetral, se hizo un tanque elevado con una torre en la parte mas alta. Este tenia una altura de unos treinta metros aproximadamente, para desde ahí poder repartir el agua a cada vivienda por gravedad. Como tampoco había suministro eléctrico, se colocaron 4 transformadores en distintas partes para poder tener energía, y postes para el alumbrado. Tampoco había alcantarillado, se hizo un pozo séptico para colectar las aguas servidas.
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Se utilizaron varios modelos constructivos, dependiendo de las etapas y de las donaciones recibidas. Uno de ellos, estructura de tubos metálicos de 10 x 10 cms. con paredes de bloques de cemento.
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En estas fotos, otro modelo constructivo utilizado ya en las últimas etapas.
Perfiles metálicos y placas de concreto, fabricado en Ecuador por la Fundación Mariana de Jesús.
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Acto público de sorteo de la vivienda que le correspondía a cada familia.
Trabajó, luchó, lo consiguió. Una madre entrando a su nueva vivienda.
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Acto de entrega de viviendas a las familias en una nueva etapa. Varios miembros del Directorio de Hogar de Cristo están presentes en ese significativo momento.
Producción Social del Hábitat que implica también Equipamientos Comunitarios (Escuela, Iglesia, Dispensario Médico, Centro de Atención Psicológica, Parques, Juegos Infantiles, Canchas para deportes, Zonas Verdes, Guardería, hoy Centro de Desarrollo Infantil, (...).
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Construcción de la Escuela de Fe y Alegría.
Tío Paco y Roberto, dos de los artífices del proyecto. Hubo muchos y muchísimas más personas que “se sacaron el cuero” y dejaron allí su sudor.
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35 años después ... “Lo que bien comienza, bien termina”, dice el adagio popular. Con el paso de los años, Hogar de Nazaret fue incorporado al desarrollo urbanístico del Municipio de Guayaquil. Redes eléctricas, agua potable domiciliaria, alcantarillado, vías asfaltadas con bordillos y veredas, parques, juegos infantiles, canchas para deportes, internet... 228 familias de muy escasos
recursos, según nuestros registros, hicieron parte de un proceso, con luces y sombras, de apropiación del suelo urbano y construcción de su vivienda y parte del hábitat. Hagamos un breve recorrido fotográfico del hábitat.
1. Parques, juegos infantiles, canchas... 2. Unidad Educativa Fiscomisional de Fe y Alegría Hermano Francisco Gárate. 3. Alumnos de Fe y Alegría, los hijos de los habitantes asisten a esta Unidad educativa 4. Calles asfaltas, bordillos, veredas, nuevas viviendas.
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Capilla María de Nazaret.
Casa de Acogida para mujeres y sus hijos víctimas de la violencia intrafamiliar o sexual.
Acciones proféticas que transforman vidas. 22