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Los barberos en Europa
A fin del siglo V, los francos con las dinastía Merovingia ocuparon casi todo el continente, y fueron sucedidos por la disnatía Carolingea (siglo VIII al X), con lo cual se inicia el Sacro Imperio Romano-Germánico. La Iglesia catolica comenzó por esas épocas a dictar reglas acerca del largo del cabello. Las barbas y los pelos largos son considerados entonces símbolo de paganismo. En el año 1073 el Papa Gregorio VII prohibió el uso de bigotes y barbas en el clero, los clérigos a su vez comenzarón a dar instrucciones a la población recomendando afeitarse las barbas para ser un buen cristiano. En la época de la conquista de Inglaterra por parte de lo Normandos (año 1066), Guillermo el Conquistador y sus soldados iban completamente afeitados. En una etapa posterior a partir del reinado de Enrique III (1216-1272) se impuso en la corte inglesa la barba larga y plena, extendiéndose la costumbre al pueblo. Cuando accede al trono Enrique VIII (1509-1547), quien se afeitaba el mentón y lucía un bigote fino, se estableció una multa económica para quienes llevaran barba.
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Gregorio VIII Guillermo el Conquistador Enrique VIII
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A mediados del siglo XIV ya era común entre los ciudadanos europeos la costumbre de hacerse afeitar la barba por un cirujano barbero. Estos cumplían tareas más allá del afeitado: extraían dientes, drenaban focos infecciosos, amputaban miembros gangrenados, aplicaban sanguijuelas y hasta se animaban a sanar males complejos. De aquella época proviene la costumbre de colocar delante de la puerta del local donde trabajaba el cirujano-barbero un poste grueso clavado en el piso. El paciente se sentaba delante del mismo y mientras el barbero realizaba el procedimiento, generalmente sangriento y doloroso, se tomaba del poste para soportar el dolor. Tras la operación, los vendajes ensangrentados se colgaban de la punta del poste para su secado. Como la brisa enredaba las vendas alrededor, se creaba una imagen de franjas blancas y rojas en espiral, símbolo que terminó simbolizando el oficio de la barbería.
El color azul en las franjas aparece en una etapa posterior, relacionado con Enrique VIII, quien fue el responsable de dividir el gremio inglés entre barberos y cirujanos, a fin de preservar los procedimientos quirúrgicos para los médicos. Para los barberos quedaron las extracciones dentarias, las sangrías con navaja o sanguijuelas y el afeitado. Al separarse las funciones, los cirujanos optaron por el color rojo (de la sangre) como símbolo de su profesión mientras que los barberos quedaron con el azul en sus postes. Cuando a finales de 1500 los oficios se volvieron a unir, los postes se convirtieron en uno.
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La existencia de tantos especialistas dedicados al cuidado personal no debería confundirnos sobre la noción popular de la higiene en la Inglaterra del 1500. En el mejor de los casos la costumbre se limitaba a un baño mensual y a una afeitada facial cada dos semanas. En la Era Medieval, se produce un ascenso importante en la actividad de los barberos. Todas las operaciones quirúrgicas habían pasado a manos de los clérigos, quienes eran las únicas personas ilustradas en la sociedad medieval. Los clérigos toman como asistentes de sus intervenciones médicas a los más capacitados para esa tarea, por entonces: los barberos, quienes estaban ya familiarizados con extracciones dentales y algunas otras curas menores.
El Concilio de Letrán de 1123 prohibió la práctica de la medicina a monjes y sacerdotes. En el Concilio de Tours de 1163, el Papa Alejandro III prohíbe a los clérigos seguir realizando operaciones quirúrgicas. En 1215 el Papa Inocencio III lanza un anatema contra los clérigos que practiquen cirugía. Como consecuencia, los barberos pasan a tomar en sus manos íntegramente estas funciones. La profesión de barbero adquiere entonces una categoría no conocida anteriormente. Y también comienza, en el transcurso de los próximos 6 siglos, una lucha y una competencia entre barberos y médicos cirujanos. Hasta la mitad del siglo XV los barberos continuaron haciendo cirugías y todo tipo de curaciones, sin mayores problemas.
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Concilio de Letrán 1123 Barbería medieval
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En 1450, en Inglaterra, los barberos por decisión del Parlamento, quedarían restringidos a sangrías, extracciones dentales y corte y cuidado del cabello. En los siglos XVI y XVII, los barberos ocuparían altas posiciones en las cortes reales. Una ordenanza de Enrique VIII los autorizaba a recibir una vez por año cadáveres para diseccionar y estudiar anatomía humana. Hasta 1745, las corporaciones de cirujanos funcionaron junto con las compañías de barberos. Enrique VIII recibiendo a los barberos-cirujanos (1543). Hans Holbein
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A partir de 1745, por decisión del rey Jorge II de Gran Bretaña, las corporaciones serán separadas y los barberos deberán limitarse a sus funciones de corte y arreglo del cabello. El rey Luis XIV en Francia tomará la misma medida pocos años después. Esto producirá una declinación y una pérdida de prestigio en la profesión de barbero. A partir de la 2da. mitad del siglo XVII, las barberías se vuelven lugares frecuentados por gente de bajo nivel social, y los barberos pierden respeto y categoría social.
Después de la segunda mitad del siglo XIX, había peluquerías en todos los pueblos y en todas las ciudades, y comenzaron a formarse también cadenas de peluquerías. Los barberos comenzaron a tomar nuevamente prestigio social y la actividad tuvo un resurgimiento, lo que motivó la búsqueda de nuevos estándares y regulaciones para darle más jerarquía a la profesión.
Ya Luis XIV había puesto de moda las pelucas largas y rizadas, en un intento de disimular su calvicie, y como en esa época Francia era la que dictaba la moda en Europa, pronto se extendió por todo el continente.
Luego de la Revolución Francesa y como rechazo “a lo antiguo” las pelucas comenzaron a dejar de usarse, y resurgieron las tendencias de estilos basados en el cabello natural. Sin embargo siguieron trabajando en el corte, afeitado de barbas y diseño de peinados.
En Rusia, los caprichos de sus emperadores llegaron a límites muy extravagantes. Iván IV Vasilievich apodado “El terrible” (1530-1584), considerado uno de los creadores del estado ruso y primero en usar el título de zar, estableció que “cortar la barba era un pecado que toda la sangre de los mártires no podía lavar”. Posteriormente, y en contradicción con sus antecesores, Pedro el Grande (1672-1725) impulsó la obligatoriedad del afeitado a los súbditos, en su afán por occidentalizar el imperio ruso. Ivan “El Terrible” Pedro “El Grande”
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Los hombres que se negaban eran multados y debían pagar un impuesto. Los recaudadores, armados con tijeras, se apostaban en las puertas de las ciudades y en los caminos de provincias dispuestos a rapar a todo aquel barbudo que se negara a pagar la tasa correspondiente. Aquellos que rehusaban el pago y el afeitado eran encarcelados y obligados a realizar trabajos forzosos.
Esta impopular norma se asumió como una ofensa para muchos rusos que sostenían tradiciones antiguas, y finalmente terminó abolida por Catalina II de Rusia conocida como “La grande” (1729-1796) en el año1765.