HONGOS EN AVILA

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SIERRA DE ÁVILA HONGOS MACROSCÓPICOS VICENTE GARCÍA GARCÍA

Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS PROPUESTOS Varios motivos nos han llevado a realizar el estudio que ahora ofrecemos: En primer lugar la ausencia, hasta la fecha, de una publicación que recoja a nivel provincial cualquier informe micológico o aproximación a los hongos macroscópicos existentes en la Sierra de Ávila. La elección de esta comarca abulense como centro de nuestra publicación ha sido, precisamente, la dificultad que encierra en sí misma debido a sus características tanto climáticas como pluviométricas (inviernos muy fríos y veranos calurosos, heladas tempranas y pluviosidad poco constante y desigual), pero sus diferencias de altitud en pocos metros y la aparición de zonas “microclimáticas”, así como la existencia, en algunos lugares, de cubierta vegetal alóptona* sobre un suelo potencialmente distinto, nos hacía sospechar la aparición de hongos interesantes e incluso raros a nivel nacional, aunque también éramos conscientes de que no encontraríamos ni la cantidad ni variedad que se da en zonas tradicionalmente micófagas* como son las vertientes gredenses o las tierras de pinares. Las dificultades para realizar este trabajo han sido numerosas pues la climatología adversa nos ha obligado a invertir más de cinco años para obtener valoraciones fiables ya que muchos hongos pueden estar temporadas enteras sin aparecer y de repente proliferar sin ninguna explicación aparente. También los microcultivos y las pequeñas propiedades hacen de la zona un amplio mosaico difícil de recorrer en profundidad y, evidentemente, imposible de cubrir en su totalidad centímetro a centímetro.

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No hemos querido que este libro se convierta sólo en un catálogo de hongos (de los que existen varios a nivel nacional), sino que sirva como un informe que recoja además las características bioclimáticas* y ecológicas de esta zona en cuestión para que sea de utilidad al lector y le ofrezca un mejor conocimiento de la Sierra de Ávila así como la evolución o regresión de determinadas especies que hemos observado durante el tiempo que ha durado el estudio. Además esta publicación está enfocada tanto hacia el principiante que desee introducirse en la micología, como al ya experto, pues le ofrecerá un análisis comparativo de aproximación a las especies existentes en la zona, y las peculiaridades de esta comarca. Para ello hemos tratado de evaluar la realidad tanto climática como térmica y de vegetación analizando los datos meteorológicos desde hace 45 años hasta la publicación del informe. La primera parte de este libro, que describe las características de la zona de estudio, hemos tratado de resolverla del modo más gráfico posible basándonos en diagramas que hagan más comprensible el texto explicativo e informen detalladamente de la situación que se aborda, de manera sugestiva y amena. También hemos realizado una introducción a la Micología para que todo aquél no iniciado en esta ciencia encuentre unos conocimientos básicos sobre la vida de los hongos y comprenda su inestimable valor ecológico y a su influencia sobre el propio hombre. No hemos olvidado el aspecto gastronómico, sobre el que hacemos una pequeña reseña al final aunque no es éste, ni mucho menos, el motivo del libro; se señala, además en el estudio, la comestibilidad o toxicidad de los hongos encontrados en la Sierra de Ávila, así como las curiosidades y anécdotas relacionadas con los mismos, ocurridas durante el tiempo que duró su elaboración. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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LA SIERRA DE ÁVILA El origen del Sistema Central (en el que está incluida la Sierra de Ávila) podemos remontarlo a las últimas etapas del Paleozoico (hace unos 350 millones de Años), época en la que la gran sedimentación producida sobre el mar primitivo es sucedida por una orogenia* -la Herciniana- con intensas presiones que hacen que el mar se retire y se eleven grandes pliegues originándose también, donde la superficie era menos elástica debido a sus componentes minerales, bloques de fractura... Hemos de tener en cuenta que estas transformaciones se produjeron en un período de varios millones de años y no de forma rápida y continuada. Al final del Paleozoico y hasta principios del Terciario (300-40 millones de años) se produce una fuerte erosión sobre los bloques que emergieron configurando un aspecto de penillanura con esporádicas intrusiones del actual Mediterráneo (esta fluctuación marina quedó confirmada con el descubrimiento de fósiles en los sedimentos de esta época y la litología sedimentaria). Una nueva orogenia tuvo lugar a mediados del Terciario que fue causa de la formación de gran parte de las cordilleras que hoy conocemos. Nos referimos a la Alpina, cuyas fuertes presiones produjeron la elevación y fracturación de bloques como respuesta a la rigidez del material ya consolidado al final de la orogenia Hercínica. Estos bloques de fractura dieron lugar, entre otros al Sistema Central y las sierras interiores de la península, aportando las zonas elevadas nuevos sedimentos que se acumulaban en la fosas tectónicas produciendo, así un mayor hundimiento de las mismas y una elevación de los bloques fracturados. A partir de entonces fue la acción glaciar (que no afectó apenas a la

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Sierra de Ávila) la encargada de configurar el paisaje actual, ya que las zonas más altas sufrieron la constante acción de los hielos que esculpieron los grandes valles glaciares del sistema central con su forma característica de U, uno de cuyos testigos son las lagunas periglaciales y restos de morrenas. Pero aunque el glaciarismo no afectó a la Sierra de Ávila, sí lo hicieron otros agentes atmosféricos como el hielo, la nieve y el agua, erosionando sus laderas y haciendo evidente su influencia en los berrocales labrados, (sobre todo en las inmediaciones del cerro de Gorría), de forma caprichosa.

EL MEDIO FÍSICO La Sierra de Ávila puede considerarse como el eje central, en cuanto a situación se refiere, de la provincia; constituye un lugar interesante geológicamente hablando ya que, aunque está calificada como sierra de mediana altitud, su situación geográfica la confiere unas características muy peculiares. Es la primera altitud apreciable que surge hacia el sur desde las grandes llanuras de la cuenca sedimentaria del Duero y delimitada al Sur por la fosa tectónica del Adaja (Valle Amblés), en cuya vertiente ofrece unos desniveles continuos y apreciables. Sus máximas altitudes son: el Cerro de Gorría (1.727 m.) y el cerro de Las Fuentes (1.694 m.) que debido a la orientación NE-SW actúan como barrera de los vientos del noroeste formando una condensación y un foco lluvioso en el inicio de la fosa del Amblés justo en el nacimiento del río Adaja. Como rasgo geológico más evidente, hay que destacar la constante presencia de granitos erosionados que dan a la superficie un aspecto dinámico y forman, en gran parte del terreno estudiado, un paisaje típico de berrocal... Hay que destacar también los afloramientos de pórfidos de Muñico, donde también podemos observar las características de una litología con material pizarroso alternando con cuarcitas. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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MAPA DE SUELOS El suelo dominante en la Sierra de Ávila es el de tierras pardas meridionales sobre granito con una pobreza de humus apreciable y poco aptas para el cultivo pero soportan bien los encinares y pinares; es un suelo poco desarrollado (hay que tener en cuenta las duras condiciones climáticas de la sierra), muchas veces degradado y sobreexplotado por la acción del hombre y otras alterada su composición al incrementarse la materia nutriente, sobre todo en zonas de poca actividad agrícola y en prados con abonado orgánico, ya que el terreno que nos ocupa presenta una base predominantemente ganadera. También encontramos tierras pardas degradadas que muestran poca riqueza húmica y gran facilidad de erosión, pero debido a su mayor profundidad y drenaje se utilizan para actividades agrícolas. Son evidentes en la zona del Valle Amblés y en La Moraña, encontrándose también zonas de tierras pardas sobre pizarras de mejor contenido húmico y mayor profundidad. Las tierras aluviales también hacen acto de presencia en la zona a estudiar, pero en menor medida que las demás a pesar de que tanto el Río Adaja como el resto de los arroyos que discurren por el lugar, al ser cursos de carácter torrencial en su nacimiento, presentan una fuerte erosión, y pocos kilómetros más abajo sedimentan los materiales arrastrados. La composición de estos suelos aluviales depende, como es lógico, de la naturaleza de los sustratos erosionados.

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Podemos encontrarlos tanto en los márgenes del Adaja como en los conos de deyección de los arroyos que forman el nacimiento del río “Arevalillo”; este tipo de tierra presenta unas condiciones aceptables para el cultivo pero no alcanzan gran extensión, debido al medio montañoso en que nos encontramos, si las comparamos con los demás suelos aludidos.

VEGETACIÓN Y CUBIERTA ARBÓREA Nos encontramos en estos territorios con una fuerte degradación que ha convertido a la vegetación actual en un mero recuerdo de lo que fue en el pasado. Esta sierra estaba, en la antigüedad cubierta de encinas, excepto en las vertientes más cercanas a las cumbres donde el rebollo aprovechó el mayor régimen de pluviosidad y sólo los puntos más altos con condiciones extremas de temperatura y fuerte dominancia de los vientos, quedaban exentos de vegetación arbórea formando, unas veces, prados compactos y apareciendo en otras el piornal como matorral característico. La vegetación actual dista mucho de ser lo que el mapa de vegetación potencial nos presentaría ya que la cubierta arbórea ha sido destruida en gran parte por un pastoreo trashumante (sobre todo en el siglo XVI), también se han incendiado matorrales y cortado árboles para aumentar las extensiones de pastizal. No hay que olvidar tampoco la influencia del potenciamiento del cultivo de cereal tras la guerra civil española que hizo que se arrancaran miles de hectáreas de encinares para sembrar trigo y cebada; este fenómeno es evidente en la zona norte de la Sierra, donde se ofrecen fuertes contrastes entre las estepas cerealistas y los encinares que subsisten a duras penas. En la actualidad hemos observado el aprovechamiento excesivo de desmoches sin control e incluso la corta, a pesar de la prohibición, de pies de encinas sanos... En los desmoches con exceso (en los que no se deja un 25% como mínimo de la copa íntegra del árbol) también hemos observado la muerte de algunas encinas que no pueden soportar tal agresión. Algunas encinas de grandes dimensiones han sobrevivido, dando muestra de lo que fue la zona, como muestra el catálogo Contrastre entre La Moraña y la Sierra de Ávila. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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de árboles singulares presentado por la Junta de Castilla y León en el 2005. En él destacan dos encinas de más de 7 metros de perímetro, en la localidad de Chamartín. En cuanto a los bosques de robles su regresión ha sido también muy evidente y lo que antes formaba un bosque compacto que se extendía alrededor del Cerro de Gorría y sus proximidades dando lugar incluso a topónimos* como Pasarilla del Rebollar, Narrillos del Rebollar... han quedado relegados a pequeñas manchas aisladas de pequeñas dimensiones pero que presentan una importancia biológica de gran magnitud y muestran también el agotamiento por el sobrepastoreo en algunas zonas. Los espacios sin arbolado, que antiguamente apenas aparecían han pasado, en la actualidad, a ser lo más abundante y en el mejor de los casos constituyen un sotobosque de retamas y piornales que son sustituidos por cantuesales-tomillares en las zonas más degradadas, donde se empiezan a notar ya los efectos de una progresiva erosión y pérdida de suelo útil. En cuanto a los bosques-galería también ha disminuido su volumen debido a su constante quemado para el resurgimiento de pastos, y a las cortas para venta de madera en el caso de los álamos negros en su variedad “italica”*. Las fresnedas, cuya más clara representación es el bosque de El Soto han sufrido también la mano del hombre y se han talado grandes cantidades de árboles en las últimas décadas habiéndose perdido también un buen número de ellos por desmoche abusivo de sus copas, la falta de regeneración natural y la excesiva presión humana.

El Soto, el bosque galería más importante de la sierra abulense.

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Puesta de sol desde el alto de La Cruz del Lomo.

EL CLIMA El clima en la Sierra de Ávila es típicamente Mediterráneo sobre el que tienen una gran influencia debido a su situación geográfica, tanto los ciclones polares que se desplazan en invierno hacia Europa Central, como los anticiclones veraniegos que desde las Azores se mueven hacia el sur. Nuestra lejanía del mar y la situación a sotavento de la Sierra de Ávila respecto a las corrientes húmedas nos confieren una acusada continentalidad. Estas duras condiciones térmicas han obligado a los vegetales a utilizar diversas estrategias para soportar los gélidos inviernos pero, sobre todo, las largas sequías estivales. Unas plantas reducen al mínimo el tamaño de sus hojas e incluso las pierden en verano (retamas de escobas), y otras utilizan la esclerofilia* como método más efectivo (quercus) al desarrollar sus hojas varias capas de células ofreciendo un aspecto duro y coriáceo, y protegiendo los estomas* en el envés (menos lignificado*). También una ligera pubescencia* regula la humedad producida en la fotosíntesis.

DATOS PLUVIOMÉTRICOS Con toda seguridad es la variada pluviometría de la zona una característica que debe ser destacada y la que confiere sus peculiaridades así como las zonas microclimáticas*, más evidentes alrededor del cerro de Gorría, el. de las Fuentes y cerro de Sanchorreja. Evaluando los mapas pluviométricos ya existentes a los que añadimos los datos facilitados por el observatorio meteorológico de Ávila durante los últimos 45 años, hemos actualizado el maSierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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El perfil muestra el efecto de barrera del cerro de Gorría.

pa de precipitaciones del lugar, que sigue mostrando diferencias tan acusadas como son las lluvias superiores a 1.000 mm. anuales en el cerro de Gorría y a pocos kilómetros hacia el norte descender bruscamente hasta un índice menor a los 400 mm. La influencia de la altitud y situación respecto a los vientos del Oeste-Noroeste de las cimas es determinante sobre el régimen de lluvias. A pesar de la elevada pluviosidad en los alrededores del Cerro de Gorría, debido a que son lluvias totalmente estacionales y no constantes, no se forman grandes cursos hídricos, pero son significativos los arroyos que descienden en ambas vertientes, formando, a veces bellos rincones difíciles de imaginar en pleno centro de un paisaje mesetario.

DATOS TÉRMICOS Al observar el gráfico de temperaturas máximas, podemos comprobar la poca uniformidad térmica de esta comarca, donde los bruscos cambios de un año a otro pueden ser bastante grandes como lo muestra la diferencia existente si comparamos los 29,5º de máxima absoluta del año 1977 con los casi 37º de 1987 (más de 7,6 grados de diferencia). En el gráfico se aprecia una tendencia al aumento térmico de las máximas desde 1983 confirmándose también en los últimos años. La curva de tendencia térmica es muy significativa y muestra un aumento de las máximas en casi tres grados en los 45 años escrutados fruto, probablemente, del calentamiento global.

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Alrededores del cerro de Gorría, en el invierno de 2005.

Algo similar ocurre con las mínimas, poca constancia y fríos inviernos, que aunque últimamente parecían más suaves, el 2005 volvió a dar la sorpresa con mínimas de –14º no conocidas desde 1985; esto hace comprender de las difíciles condiciones termoclimáticas que ofrece la Sierra de Ávila ya que existen cambios tan bruscos entre el verano y el invierno que hacen difícil la adaptación tanto a flora como a fauna, y permiten el avance de endemismos* especializados y poco exigentes en cuanto a temperatura y pluviosidad se refiere; hay que tener en cuenta que la diferencia térmica entre la máxima y la mínima en un mismo año puede ser superior a los 50 grados como lo confirma el año 1985 en el que la mínima fue de 16 grados bajo cero frente a 35,2 de máxima. El aspecto que nos ofrecen los gráficos si observamos los 7 últimos años, es de endurecimiento térmico, con aumento de las máximas y disminución de las mínimas, aunque para realizar valoraciones más fiables será necesario obtener más datos en años venideros. Si comparamos las temperaturas máximas con las mínimas, la media entre las dos aparece estabilizada; la climatología de la Sierra de Ávila es más dura de lo que a simple vista pudiera parecer hecho que para el estudio micológico que nos ocupa no ofrece sino dificultades ya que tanto las enormes diferencias térmicas, climáticas y pluviométricas favorecen poco la aparición de hongos macroscópicos, pero como veremos después, la capacidad de adaptación de la naturaleza es impresionante.

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Máximas y mínimas absolutas, y curvas de tendencias en Ávila.

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ZONAS BÁSICAS DE ESTUDIO Como hemos señalado en la introducción, la variedad de cubierta vegetal y el mosaico de pequeñas propiedades en la zona que abarcamos, haría excesiva la descripción de todas las asociaciones vegetales encontradas como hábitat básico de los hongos catalogados, pero nos basaremos en cinco ecosistemas que consideramos los más representativos:

Encinares A pesar de que su degradación ha sido constante, aún encontramos bosquetes compactos y zonas adehesadas en los que la variedad biológica es interesante, y la importancia como lugar de refugio de especies animales en peligro de extinción es vital. En cuanto a hongos se refiere resultan propicios ya que hemos encontrados gran número de hongos microrrizógenos* asociados al encinar; aunque hemos de destacar la poca variedad y cantidad de los lignícolas* colonizando directamente las encinas. La influencia térmica del encinar es también interesante ya que en otoño en su suelo cubierto de hojarasca la temperatura aumenta debido a la fermentación de la materia orgánica Uno de los encinares investigados. depositada y las copas de las encinas protegen a los hongos otoñales de las primeras heladas alargando así su período de fructificación. A pesar de la baja pluviosidad que soportan los encinares, nos han dado más de una sorpresa como por ejemplo el encontrar a la Morchella esculenta en suelo silíceo y con escasa pluviosidad anual, en un encinar al norte de la Sierra de Ávila.

Robledales Aunque en un bajo porcentaje, el robledal ocupa una parte representativa en la Sierra de Ávila, destacando los existentes en las laderas del Cerro de Gorría aprovechando la mayor pluviosidad que se produce, debido a su situación respecto a los vientos dominantes. A pesar de que estos robledales son poco compactos y el ramoneo* se sigue efectuando debido a la abundancia de ganadería local, aún encontramos zonas interesantes entre estos pequeños bosquetes que están formados, sobre todo por brotes surSierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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gidos de los tocones de antiguos robles que nos hacen suponer la majestuosidad del robledal original. A pesar de su nivel pluviométrico más elevado y el valor potencial de su suelo (más húmedo que el de los encinares), en nuestro estudio no ha sido precisamente, el que más especies ha dado ni en el que mayor densidad las hemos encontrado. Destacamos por su abundancia algunas collybias y ¡cómo no! a la Fistulina hepática, sorprendiéndonos algunos hallazgos como un Pleurotus ostreatus de 30 cms. de diámetro creciendo sobre una retama (Cytisus scoparius).

Zonas degradadas Denominamos zonas degradadas a las superficies que antaño fueron bosques (tanto robledal como encinar), y que han sufrido bruscas transformaciones por la influencia del hombre y su cubierta vegetal consta de pies aislados (sobre todo encinas) entre los que se intercala una variada vegetación rupícola y un suelo empobrecido tipo ranker* que apenas presenta dos horizontes diferenciados sobre el que sólo pueden desarrollarse endemismos especializados. La intrusión del retamar y piornal es evidente también sobre los prados de diente* que, poco a poco van perdiendo su antigua utilidad. Hay que tener en cuenta que las zonas degradadas Zonas de páramo, con climatología extrema. son las más abundantes, y aunque hemos constatado acciones negativas recientes y constantes, la situación actual es el resultado de múltiples transformaciones desde la antigüedad. También las zonas degradadas nos han ofrecido alguna sorpresa micológica como es la catalogación del Phallus impudicos y Phallus hadriani, propios de terrenos con pluviosidad más constante y abundante. A pesar de que la densidad de especies no es muy alta en estos espacios degradados, sí hemos encontrado una variedad de hongos aceptable que, con toda seguridad, aumentará en estudios posteriores.

Páramos y prados de montaña También significativos por su frecuencia son los páramos y praderas, unas veces aparecen con superficie compacta y saneada debido al pastoreo ovino, y otras los encontramos más degradados con intrusión de piornal/retamar. También aparecen algunos cervunales en las zonas más cercanas al

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cerro de Gorría; en el resto, cuanto más nos acercamos al llano y nos introducimos en el encinar degradado encontramos también, entre los prados, cantuesos y tomillares y gramíneas que aprovecharán cualquier mínima lluvia estacional. La variedad de hongos macroscópicos de los páramos de la Sierra de Ávila no es muy destacable; tampoco su cantidad, si exceptuamos algunas clavatias y, ¡cómo no! a los pleurotus asociados a diversas umbelíferas, siendo el Pleurotus eryngii el que mayor densidad presenta, no en vano es el hongo comestible más conocido por la población originándose verdaderas “romerías campestres” en los hábitats más conocidos y de más fiel aparición. También presentan una densidad significativa en este hábitat los agaricales.

Pinares de repoblación Se trata de pequeñas manchas de Pinus pinaster de repoblación que a pesar de su pequeño número y extensión, algunas de ellas han conseguido formar buenas microrrizas con multitud de hongos, no ofreciendo una constancia significativa ya que en unos pinares no aparece casi ninguna especie y en otros (o incluso en zonas determinadas de un mismo bosquete) aparece una frecuencia y densidad asombrosa. Aunque estos pequeños pinares de la Sierra de Ávila no son comparables con los del resto de las comarcas abulenses, sí presentan aspectos interesantes si los recorremos en profundidad y con paciencia. Hay que destacar la presencia, aunque en moderadas cantidades, del Lactarius deliciosus, y una presión humana que va en aumento hacia su búsqueda, mostrando en algunas ocasiones, poco respeto hacia las demás especies y rastrillándose el suelo del pinar dejándolo en un estado lamentable. También existen varios pinares de Pinus pinea, pero de dimensiones tan reducidas que no logran formar microrrizas interesantes ni condiciones microclimáticas aceptables para ser aquí reseñadas.

Bosques galería Aunque tampoco son muy abundantes ni extensos, los bosques galería han mostrado una variedad y cantidad de hongos abundante y equiparable a la de los pinares. La abundancia de materia orgánica en el suelo, una mayor humedad ambiental, Un bosquete de pino pinaster. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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las condiciones microclimáticas que originan, les hacen ser buenos ecosistemas sustentadores de una micología interesante y variada. Hemos observado la regresión de los bosques galería tanto por la venta de madera cortada como por la acción del fuego para ganar pastizal en ribera. También existen diferencias significativas entre unos bosques y otros y según el tipo de árbol dominante, no teniendo nada que ver la extensión de la mancha arbórea, así en un pequeño bosquete de 100 m2, hemos encontrado más variedad y cantidad de especies que en el Bosque de El Soto, uno de los mayores en extenAlameda en Benitos. sión de la zona que nos ocupa. Son los álamos los que han mostrado mayor abundancia y variedad de hongos asociados, pudiendo colonizar en fases sucesivas varios hongos los troncos caídos, hasta la total disgregación de la madera.

Un bonito rincón cerca del cerro de Gorría.

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INTRODUCCIÓN A LA MICOLOGÍA Desde tiempos remotos los hongos han sido considerados seres especiales debido a sus peculiares características: alimento delicioso digno de dioses y veneno mortal propio del más feroz verdugo. Probablemente desde el principio de la existencia del hombre, éste conociera el valor alimenticio y tóxico de algunos hongos, sobre todo de los más llamativos o abundantes (los primeros datos válidos, aportados por arqueólogos franceses se remontan a 6.000 años antes de Cristo), pero fue en la época dorada de Grecia y Roma cuando alcanzaron su mayor popularidad constituyendo algunos un manjar exquisito saboreado por los emperadores. El propio nombre de una de estas setas “Amanita cesarea” (Amanita de los césares), nos indica la fama que adquirió en esa época y su alto valor culinario. Pero como si el imperio romano fuera pionero en este mundo de la micología, también el hongo más mortal “Amanita phaloides” aparece en la corte y causa estragos intencionados entre los asistentes a banquetes y bacanales. El caso más conocido es el del emperador Claudio, envenenado por su propia esposa; pero muchos otros tuvieron lugar por este método tan usual en aquella época. A pesar de este interés que hacia los hongos mostraban los antiguos, no pasó de ser meramente gastronómico ya que no alcanzaban a comprender cómo nacían y se multiplicaban éstos, creyendo que aparecían por generación espontánea, por regalo de los dioses, o por arte de magia y brujería; en este último aspecto desde tiempo inmemorial la Amanita muscaria es “venerada” en Méjico y utilizada por brujos y hechiceros en sus ceremonias... La escasez de este hongo en algunos lugares centroamericanos hace que la sustancia activa y alucinógena “muscarina” sea reutilizada una y otra vez ya que se elimina por vía renal, siempre que la dosis ingerida sea mínima, pues su veneno puede causar graves trastornos sobre el sistema circulatorio y nervioso si no se neutraliza con atropina*. Al llegar el Renacimiento es cuando realmente se empieza a investigar sobre la naturaleza de los hongos y sus principios activos, aunque aún con Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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métodos rudimentarios y poco eficientes para realizar una válida diferenciación de especies complejas... Pero la verdadera micología tal como hoy la conocemos había comenzado tras la invención del microscopio en el siglo XVII, aunque sería en pleno S. XVIII cuando Linneo la convertiría en algo más sólido, al introducir una nueva forma de catalogar utilizando tanto el nombre común como el científico.

Microspio utilizado para el estudio.

El posterior perfeccionamiento del microscopio óptico (hemos de tener en cuenta que el primero inventado por Leeuwenhoek tenía una capacidad menor a 200 aumentos), y el paso decisivo del electrónico abrió nuevos caminos en el estudio de los microhongos aún no recorridos en su totalidad.

Muchos hongos microscópicos presentan estructuras similares a las de los hongos macroscópicos; la mayoría son parásitos pero, al igual que en los anteriores, esto no quiere decir que todos sean perjudiciales.

BIOLOGÍA DE LOS HONGOS Como indicábamos en páginas anteriores, los hongos son seres “muy especiales”; su carencia de clorofila en las células hace que se les separe del mundo vegetal al no ser capaces, por sí mismos de sintetizar compuestos orgánicos; además en algunos de ellos sus membranas celulares están compuestas principalmente por quitina (sustancia que compone el caparazón y los elitros de la mayoría de los insectos). Pero la reproducción a base de esporas y su inmovilidad aparente también les separaba del mundo animal. Aunque en un principio se les clasificó entre los vegetales por sus características externas, posteriormente, y tras un mejor conocimiento de los mismos se los ha incluido en un mundo aparte cuyo número de especies aumenta vertiginosamente; actualmente se menciona la existencia de 100.000 conocidas, pero con el paso del tiempo seguramente se duplicarán debido a nuevos hallazgos y a desdoblamientos de otras, catalogadas hoy día bajo el mismo nombre. Esta gran diversidad de especies se debe a la limitada capacidad de cada una en adaptarse a un medio del que extraer el alimento, por lo que en

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su estado evolutivo se han visto obligados a una especialización para cada tipo de sustrato sobre el que viven; así unos extraen el alimento de los excrementos, otros de un determinado árbol, de un animal vivo, de una pequeña hoja de álamo... o parasitando a otro hongo. Aunque resulta difícil ver especies dispares en un mismo sustrato, no es extraño que en diferentes espacios de tiempo la acción de unos de paso a otros totalmente diferentes. Así en nuestro estudio hemos podido ver cómo un tronco caído de álamo negro ha sustentado y alimentado a seis tipos de hongos macroscópicos diferentes, hasta su total disgregación en cuatro años aproximadamente; aunque hemos de tener en cuenta que Pholliota destruens. Un hongo parásito, que aparece tanto en desmoches como en podas mal la transformación de la madera en hu- efectuadas. mus puede tener grandes variaciones según la humedad relativa, altura, tipo de árbol y temperatura media anual y, lo más importante, el tipo de hongo huésped, ya que algunos poliporos pueden acompañar a un árbol vivo durante más de treinta años sin que aparentemente se vea perjudicado. En otros casos serán los hongos los encargados de disgregar la materia orgánica y transformarla en productos fácilmente asimilables por otros seres vivos como es el caso de las especies denominadas saprófitas* que crecen en tocones de árboles caídos, entre el estiércol o la hojarasca del suelo. Otra clase de hongos macroscópicos causa perjuicios al huésped que les sustenta, es el caso de los parásitos* que pueden producir graves daños tanto en vegetales como en animales. En el caso de algunas especies pueden devastar bosques completos; cuando aparecen sobre animales pueden causar graves enfermedades e incluso la muerte del hospedante; en el caso de las especies microscópicas pueden afectar a órganos externos como ocurre con las micosis dérmicas, producidas por Pytiriasis versicolor, alterar órganos medios como es el caso de las “cándidas” situadas en la garganta; o incluso irrumpir en órganos internos como los pulmones. Respecto a la presencia de hongos de este tipo en la zona estudiada la carencia de datos oficiales nos hace difícil una valoración fiable, pero las encuestas verbales efectuadas a médicos locales demuestran que tanto micosis como cándidas han tenido una incidendia relativa entre la población; respecto a las afeccio-

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nes internas como puede ser la Aspergiliosis pulmonar, tampoco hemos obtenido datos válidos. Además de estos hongos anteriores: saprófitos y parásitos, existe otro tercer grupo en el que se engloban los denominados simbióticos* que realizan un aprovechamiento mutuo con su hospedante; el resultado es que ambos salen beneficiados de esa íntima unión realizando un intercambio metabólico*. El ejemplo más claro de esto es el de los líquenes: asociación entre un alga unicelular y las hifas de un hongo (generalmente ascomiceto). La difusión de los líquenes es muy amplia en la naturaleza. Se calcula en más de 16.000 especies las existentes en el mundo. Pero no sólo las conocidas setas sacan provecho de esta asociación, ya que generalmente se unen a las raíces de los árboles envolviendo con sus hifas* por completo las mismas y obteniendo de ellas sustancias orgánicas; a cambio mejoran su alimentación, aportando elementos minerales que el hongo le proporciona y favoreciendo, así la vida y salud del mismo hasta el extremo de que algunos árboles no podrían vivir si no fuera por estas asociaciones. Actualmente se introducen “artificialmente” hongos junto a los plantones jóvenes para así asegurar su posterior supervivencia.

Zona degradada cerca del castro de la Mesa de Miranda

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Clases de hongos Las clasificaciones de los hongos se realizan según su carácter (macro o microscópio) y evolución respecto a su forma de reproducción. En el presente libro hemos utilizado la siguiente clasificación básica: Hongos microscópicos: MOHOS Y GÉNERO

MUCOR.

ALGUNOS

DENOMINADOS FICOMICETOS DEBIDO A SU

PARECIDO CON LAS ALGAS.

Mixomicetos: HONGOS

QUE EN UN PERÍODO DE SU VIDA TIENEN FASE AMIBOIDE*, PARA POSTERIORMENTE PERMANECER INMÓVILES.

Ascomicetos: REPRODUCCIÓN

MENOS EVOLUCIONADA CÉLULAS REPRODUCTORAS EN FORMA DE

“ASCA,

DE DONDE RECIBEN EL NOMBRE

Basidiomicetos: CONSIDERADOS

COMO LOS HONGOS MÁS EVOLUCIONADOS.

CÉLULAS

REPRO-

DUCTORAS EN FORMA DE MAZA.

Líquenes: ASOCIACIÓN

ENTRE UN ALGA Y UN HONGO.

Aunque somos conscientes de que efectuar un estudio tanto de los hongos microscópico como de los líquenes está fuera de nuestra intención, hemos creido indispensable mencionar, como ejemplo, alguno de los más abundantes o interesantes de los encontrados en la Sierra de Ávila para así, dejar constancia de su existencia e incitar a posteriores labores investigadoras sobre ellos.

Hongos microscópicos Es ya bien clara su importancia para el hombre tanto por los beneficios como daños que ocasionan. Estos hongos no forman fructificaciones compuestas y no poseen un aparato reproductor tan complejo como el de las conocidas “setas” ya que sus hifas* (equivalente a raíces en el reino vegetal) no forman una masa compleja, pues se desarrollan aisladamente creciendo en el aire sobre el elemento hospedante y en algunos géneros, de estas hifas sale una prolongación en la que se agrupan las esporas (o semillas reproductoras en los hongos); estas masas semejantes a la cabeza de un alfiler y de un color negro cuando están maduras se denominan esporangios que “sueltan las esporas” de manera simple para así continuar su multiplicación en el medio en que se encuentran. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Moho creado para nuestro experimento.

A pesar de que el método de reproducción de estos hongos del género Mucor* es bastante rudimentario, se muestra muy eficaz y en poco tiempo pueden cubrir por completo una gran superficie. El ejempo más conocido es el moho blanco del pan y algunos mohos situados en las paredes calcáreas de zonas húmedas, o algunos especializados en sustentarse en las frutas. De todos es conocido el “tópico” de la manzana “podrida -con un hongo de este tipo-” que en poco tiempo es capaz de destruir a todas las que estén en contacto con ella. Aunque tanto temperaturas como humedad relativa no son muy propicias para el desarrollo de mohos y hongos microscópicos de este género, su aparición es clara en esta comarca. Para el presente libro hemos forzado el “nacimiento” de un moho bastante común: el del pan. Rociamos una rebanada de pan normal con agua pulverizado y cerrándole herméticamente y manteniéndole a una temperatura media de unos 20ºC; a los 6 días aparecieron las primeras hifas realizándose un desarrollo posterior a gran velocidad ya que 30 horas después de la primera aparición habían cubierto por completo la superficie sobre la que realizábamos nuestra experiencia. A pesar de que los hongos de este género carecen de un gran aparato esporífero, los esporagnios han demostrado ser bastante efectivos para una dispersión en un medio limitado, pero la posterior disgregación y destrucción del total de la masa resulta algo más lenta debido a la limitada capacidad de sus hifas... Efectuamos la misma experiencia con una rebanada de “pan de

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molde” produciéndose un hecho similar al anterior pero en un espacio bastante mayor de tiempo. Es evidente que los agentes artificiales conservadores (tipo E-200) retardan la aparición de los mismos, a la vez que los mohos resultantes tienen una menor estructura visible tanto de hifas como de esporagnios. No obstante la aparición de éstos dependerá también de la humedad relativa y temperatura media.

La “Grafiosis” Hemos de recordar que muchos mohos y hongos microscópicos son indispensables hoy en día para la vida del hombre: Las levaduras que producen la fermentación orgánica y cuya reproducción por gemación* resulta una curiosidad respecto a la de otros compañeros de especie. Tampoco hay que olvidar los enormes beneficios que nos proporcional los antibióticos sintetizados de hongos como el tipo “moho del pan”. Un ejemplo de las ventajas aportadas es la penicilina obtenida del Penicillium notatum. También -como lo hemos comentado antes- existen muchos que perjudican seriamente a los animales (micosis, Aspergiliosis...) y a los vegetales (royas, “mosaicos”...), pero vamos a dedicar unas páginas a uno que está causando verdaderos estragos entre los negrillos de todo el mundo y se encuentra ampliamente representado en la Sierra de Avila. Se trata del causante de la “Grafiosis”, el Ceratocystis ulmi, al que acompañan otros del mismo género y similares efectos.

Marcas dejadas por las larvas de los escolítidos barrenadores (Dibujo: individuo adulto).

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A pesar de la poda de los negrillos, junto al arco de San Vicente, tuvieron que ser cortados.

Aunque conocida esta enfermedad desde 1919, la virulencia mostrada en la última década ha sido fatal para la mayoría de nuestros negrillos y está acabando prácticamente con todos. En la zona de Estudio, la grafiosis fue dada a conocer (paralelamente a su aparición) por la asociación ecologista Colectivo Cantueso, hace unos veinte años, publicando en El Diario de Ávila un amplio informe de sus causas, características, métodos de transmisión y posibles soluciones. Esta enfermedad está producida por mencionado ceratocystis ulmi, que se sitúa en el interior de los vasos por donde circula la savia del árbol y al desarrollarse y reproducirse, sus hifas forman una masa que tapona estos vasos, produciendo una trombosis vascular del mismo y evitando así que las sustancias alimenticias lleguen a sus ramas y hojas, por lo que el olmo empieza a mostrar hojas amarillentas y ramas que se van secando poco a poco. Otro efecto negativo de este hongo es el producir toxinas que envenenan al vegetal uniendo estos problemas adicionales a los de la trombosis vascular; el resultado es que el negrillo afectado por la grafiosis está condenado a la muerte segura. La extensión de la “epidemia” fue el aspecto más problemático ya que las esporas de este hongo se transmiten por el aire, pero este método es efectivo sólo en pequeñas distancias. El problema fue agravado por el propio hombre al transportar la madera afectada de un lugar a otro (con hongos incluidos), y al efecutar podas y desmoches en árboles enfermos y con el mis-

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mo instrumento -sierra, hacha, ect.- efectuar cortes en árboles sanos contagiando la enfermedad; pero los principales transmisores de ésta son unos pequeños escarabajos barrenadores, que construyen galerías entre la corteza del árbol. Las hembras excavan estos “túneles” sobre los que depositan los huevos. Al nacer las larvas labran galerías perpendiculares a la anterior completando en ellas su desarrollo; la forma dejada por estas galerías (grafos) es característica y fácil de observar en los árboles afectados. Al efectuar los escarabajos estas excavaciones en árboles enfermos, tanto en su cuerpo como en mandíbulas e incluso aparato bucal quedan adheridas esporas del hongo causante de la enfermedad y al volar a otro árbol sano y empezar a excavar nuevas galerías o alimentarse de sus brotes jóvenes, inoculan estas esporas en el mismo, desarrollándose el hongo con gran rapidez y virulencia. Además hemos de tener en cuenta que son varios los escarabajos vectores (transmisores) de la misma y si el año no es muy duro climatológicamente hablando pueden ser hasta tres generaciones las que salgan adelante con un gran número de larvas que a la vez serán reproductoras (no hay más que observar la gran cantidad de galerías que forman entre la corteza y la madera del árbol). Dos especies de escarabajos barrenadores atacan a nuestros olmos y transmiten la grafiosis. El el Scolytus scolytus y el Scolytus multistriatus, especializado en las ramas poco gruesas.

Lucha contra la Grafiosis Existen otros coleópteros especializados en devorar escolítidos, como es el caso del Tanásimo (Thanasimus formicarius) que aparece desde el principio de la primavera hasta el otoño en árboles enfermos o muertos que aún no han perdido la corteza. Aunque su especialidad son los árboles resinosos, no es difícil de ver en caducifolios. La hembra pone los huevos bajo las cortezas de los árboles y cuando las larvas se desarrollan ya comienzan la búsqueda de escolítidos por sus propias galerías. No obstante, ante la enorme dispersión de la grafiosis y la virulencia del hongo productor de la misma, la labor de estos devoradores de escolítidos ha resutado poco eficaz en este caso. Para combatir la Grafiosis en su etapa virulenta, se utilizaron métodos comunes a otros lugares consistiendo básicamente en: - Fumigación de los árboles en época de vuelo de los escolítidos. -Poda de ramas enfermas y desmoches de árboles afectados. Estas actuaciones cuando empezaron a realizarse hace años, fueron más perjudiciales que beneficiosas ya que no se desinfectaban los instruSierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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mentos utilizados y tampoco se cubrían las heridas de los desmoches, produciendo graves daños en el árbol, y facilitando así la entrada de hongos y escolítidos. En una segunda época (a partir de 1987-89) se mejoró el tratamiento dado en las podas produciéndose cortes menos agresivas y cubriendo las heridas con masilla especial para las mismas. Evidentemente los árboles ornamentales abulenses notaron la mejoría. No obstante, tanto en los pueblos visitados en el estudio, como en la propia capital, la metodología de podas y desmoches deja aún mucho que desear. Las podas de gran diámetro, si no

Las podas mal efectuadas condenan al árbol a un ataque seguro de hongos, escarabajos son cubiertas con fungicida, causarán lignícolas y barrenadores (Ávila capital). graves daños al hospedante y por sus

heridas penetrarán todo tipo de hongos que matarán al árbol o reducirán enormemente su vida. Hemos de tener en cuenta que los árboles son seres vivos como nosotros, y sus heridas han de ser tratadas de manera similar a las nuestras: Si no se esterilizan, se infectarán y producirán daños al resto del organismo. -Por último, para tratar de combatir la enfermedad se inocula en la savia un fungicida a baja presión que trata de disolver los trombos producidos por el hongo. Esta inoculación ha de realizarse en la época de mayor circulación de la savia (primavera) y sólo hay posibilidad de éxito si el negrillo está afectado en menos de un 25% de la copa. En la Sierra de Ávila, a pesar de los tratamientos efectuados (aunque en un principo con poco cuidado, pero posteriormente más especializados), los negrillos fueron muriendo poco a poco y pueden degradarse a una forma arbustiva* ya que es muy difícil que por una enfermedad natural desaparezca una especie por completo, aunque aún quedan ejemplares de cierta entidad en la zona de estudio. Recientemente, en el 2005, un investigador de la UCAV, ha descubierto que es posible mejorar genéticamente a los negrillos para conseguir pies resistentes a la enfermedad.

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Hongos en frutales Existen otros hongos similares al productor de la grafiosis, que aparecen en los árboles frutales y pueden causar graves daños cuando se trata de grandes extensiones de cultivos de una misma fruta. En el caso de la zona que nos ocupa, también aparecen algunos de ellos como son los oídios; para hacernos una idea de su incidencia en el resto de la provincia veremos los más importantes que afectan en Avila al manzano, peral y melocotonero. Datos facilitados por la Sección de Agricultura del Servicio Territorial de Agricultura, Ganadería y Montes de la Junta de Castilla y León: Moteado del manzano y el peral: Es una de las enfermedades más graves que afecta tanto a los manzanos como perales, atacando con mayor virulencia a los tipos “golden” y “verde doncella”. Está producida por varios hongos internos: Venturia inaequalis y V. pirina, Aderh. Los principales síntomas son las manchas en las hojas de color pardoverdoso y sin contornos definidos y pueden producir la caída de las hojas. También provoca la caída de las flores y en los frutos se manifiesta en forma de costras y grietas. Oídio (Manzano y peral): Existe una diferencia notable entre el Oídio y otras enfermedades co- El uso de fungicidas es común en frutales. mo la anteriormente descrita ya que esta última la produce un hongo externo; se trata del Podosphaera leucotricha, Salm y su micelio* se ve claramente en forma de masa harinosa sobre las hojas y sobre todo en los brotes recién formados que son los más castigados por el hongo. Oídio (Melocotonero y rosal): Se trata de una enfermedad que (al igual que la anterior) se ha incrementado en la provincia de Avila en los últimos años. Los síntomas (similares a los de cualquier Oídio) comienzan en la parte superior del árbol mostrándose el micelio del hongo visible en forma de masa harinosa con un olor desagradable. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Los daños que produce son principalmente el abarquillamiento de las hojas y en la deformación de los brotes. Además los frutos si son pequeños cuando son afectados adquieren un sabor amargo y su piel se degenera rasgándose al aumentar el tamaño de la fruta. Tanto la aparición como el posterior desarrollo de estos hongos en frutales dependerá mucho de la climatología y temperatura media. También el estado de la copa de los árboles es significativo para su control... Un buen aireamiento de las ramas evitando copas compactas puede servir de ayuda. En cuanto a la utilización de productos químicos para su control existe una diversidad enorme entre los que hemos de destacar: Fungicidas compuestos de cobre y fungicidas orgánicos en el caso de los moteados. Azufre y productos que contienen los mismos como los Polisulfuros en los oídios. Hemos de hacer constar que se recomiendan más de 40 productos diferentes, muchos de ellos con contenidos altamente tóxicos lo cual significa que de no ser utilizados adecuadamente y en las épocas indicadas, pueden constituir un peligro para el consumidor final ya que hay que ser conscientes del alto poder asimilador de los vegetales incluso en sus frutos, de los agentes externos. Así una manzana con apariencia apetitosa puede contener tal número de toxinas (sobre todo en su piel) que sea contraproducente su consumo. Actualmente muchas personas tienden al cultivo “biológico”, no utilizando productos químicos en el control de plagas. El resultado es un producto final algo más caro pero al que muchos consumidores aspiran y solicitan, preocupados por su salud.

Otro moho, sobre una naranja, forzado para nuestro libro.

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Esporas maduras dentro de las ascas, vistas con el microscopio óptico.

Mixomicetos Aunque generalmente clasificados entre los hongos existen serias dudas sobre su situación taxonómica* ya que se trata de seres con dos etapas de su vida bien distintas: una primera fase en la que forman una masa amorfa con un plasmodio* móvil; incluso sus células son amiboides* con un claro movimiento. No es raro ver (con paciencia y visitas periódicas) cómo uno de estos “hongos” se mueve en el sustrato sobre el que vive cambiando claramente tanto de forma como de posición. Por este motivo muchos autores les incluyen dentro del reino animal, entre los protozoos*. Aunque aún no están bien estudiados, tienen una gran importancia como descomponedores de troncos y hojarasca en los bosques donde se encuentran.

Ascomicetos Tanto los “ascomicetes” como los “basidiomicetes” son considerados como hogos superiores cuya principal característica es un método más efectivo de reproducción que los mencionados anteriormente, y el presentar hifas tabicadas. La característica principal de los ascomicetos es su forma de producir las esporas, generadas en un esporangio* en forma de saco o de “asca”, de donde recibe el nombre.

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A pesar de que a los ascomicetos pertenecen también una serie considerable de hongos microscópicos y a menudo perjudiciales, han evolucionado hacia formas más o menos complejas. Por ejemplo, en el caso de las “Pezizas” es una simple copa abierta de construcción bastante sencilla en cuyo interior se desarrollan las ascas que una vez maduras liberan las esporas hacia el exterior. Las “helvellas” semejan pezizas provistas de un pie más evidente... Así llegaríamos hasta las “morchellas”, consideradas como los ascomicetos más evolucionados. Existen también unos ascomicetos adaptados a la vida totalmente subterránea, como es el caso de las trufas, capaces de acomodarse, gracias a su vida bajo tierra, a las más duras condiciones tanto pluviométricas como térmicas.

Basidiomicetos Aunque también cuentan los basidiomicetes con representantes entre los seres microscópicos (royas y tizones), la mayor parte de los hongos conocidos vulgarmente por “setas”, se engloban en este grupo considerado como el más evolucionado dentro de este reino Fungi*, tan especial. En este caso, las esporas se forman en unas células llamadas basidios (de las que reciben el nombre) y tienen forma de maza. En el dibujo de la izquierda podemos ver cómo se crean éstas. La figura A muestra la formación del basidio, las esporas y la evolución de éstas hacia el extremo. En la figura B vemos cómo cuando la humedad relativa es muy alta, las esporas se “pegan” y el basidio se ve incapaz de liberarlas. La figura C nos enseña un basidio ya libre de esporas, que ha soltado cuando las condiciones climatológicas son las adecuadas. Como hemos podido comprobar con el dibujo, las esporas de los basidiomicetes se forman generalmente de cuatro en cuatro y reciben el nombre de basidioesporas. Existen otras células estériles cuya función parece ser la de separar las células reproductoras, éstas reciben el nombre de basidiolos y cistidios en el caso de los basidiomicetes, y parafisis en el caso de los ascomicetes.

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Esporas desprendiéndose de los tubos de un boleto.

La fotografía superior muestra una sección del himenio de un boleto, en el que se aprecian las esporas ya desprendidas de los basidios, ofreciendo un aspecto sugestivo al observador. La mayoría de los basidiomicetes se presentan en forma de setas grandes y llamativas como son los “Aphyllophorales”; un ejemplo es el Polyporus squamosus, común en la Sierra de Ávila.

Esporas Las esporas, como hemos visto, son las “semillas” de los hongos de un tamaño microscópico cuyas dimensiones varían según la especie y pueden ser de 3 a 20 micras*; el aparato reproductor (himenio), es capaz de producir miles de ellas, e incluso millones. El más productivo ejemplo de esto se da en dos hongos de gran tamaño: el Ganoderma applanatum, cuya capacidad de producción puede llegar a un trillón de esporas en veinticuatro horas, y la Langermania gigantea, considerada como el ser vivo con mayor capacidad reproductora, ya que puede liberar varios trillones de estas minúsculas “semillas” microscópicas en unos pocos días. Otra forma de identificación de los hongos es, a veces, a través del color que forman sus esporas en masa. Para ello se corta el pie de la seta y se pone su sombrero sobre un papel, cubriéndole a continuación con un recipiente hermético. A las 24-48 horas (el tiempo varía según la especie) levantamos el mismo y la superficie del Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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El dibujo muestra diversas formas y ornamentaciones de esporas a través del microscopio electrónico. 1: Aleuria aurantia. 2: Peziza estrellada. 3: Morchella esculenta. 4: Scleroderma verrucosum. 5: Astraeus hygrometricus. 6: Bovista nigrecens. 7: Langermania gigantea. 8: Russula.sp. 9: Lactarius deliciosus. 10: Suillus luteus. 11: Clitocybes. 12: Lepista Nuda. 13: Entoloma sinuatum. 14: Psilocybes. 15: Sarcodon imbricatum. 16: Trametes versicolor. 17: Suillus granulatus. 18: Boletus reticulatus. 19: Amanita virosa.

papel presentará una masa harinosa de un color determinado que variará según la seta que hayamos utilizado: así en los champiñones la esporada será marrón-tabaco, en una amanita phaloides será siempre blanca, o en las rúsulas dependerá del ejemplar usado. Para un estudio más serio, generalmente es necesario la utilización del microscopio óptico que nos informará de la estructura y reacciones de tinción a distintos reactivos como pueden ser el de Melzer que da una reacción azulada en las esporas denominadas “amiloides”, y de color rojizo en otras que se las llama “dextrinoides”. Para observar la forma de las mismas y la configuración de su pared externa, será necesario la mayoría de las veces el uso de un microscopio electrónico que nos aportará más de 2.000 aumentos y un poder definitorio imposible de lograr con el óptico.

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Dispersión de las esporas Aunque básicamente la dispersión de las esporas se realiza por “gravedad”, es decir, simplemente soltando tanto las ascas como los basidios las “semillas”, existen muchos hongos que poseen una especialidad para facilitar su labor reproductora, y así algunos contraen su cutícula* para facilitar la expulsión de las mismas como en el caso de diversas gasterales, las “estrellas de tierra” -abundantes en la Sierra de Ávila- tienen una peculiaridad que consiste en cerrarse cuando las condiciones son poco propicias y abrirse cuando la sequedad del ambiente favorece la dispersión por el viento de sus esporas ya que debido al caracter microscópico de las mismas y su “nulo” peso, es el éste el principal colaborador en su dispersión. Pero también los animales ayudan a esta labor; ya hemos comprobado como muchos escolítidos viajan de un lugar a otro con esporas de hongos en su cuerpo y aparato bucal (e incluso digestivo) e inoculan las esporas a otros árboles; también existen unos hongos denominados Mixotrizos, cuyas esporas están provistas de una especie de zarcillos o ganchos para que se adhieran con facilidad a la piel de los animales y colaboren así a la dispersión de las mismas a grandes distancias. Hay que señalar el caso especial de las trufas que sólo liberan las esporas cuando el hongo se encuentra totalmente descompuesto. A pesar de la enorme producción de esporas, muy pocas logran fructificar ya que hay factores limitantes como la estructura y permeabilidad del suelo, composición y, sobre todo, el índice de acidez o Ph. La mayoría de los hongos prefieren un suelo ligeramente ácido con PH de 4 a 6. La climatología, lógicamente, también es determinante para la futura fructificación de las esporas. Una vez logradas las condiciones ideales germinan formando filamentos o hifas primarias, al encontrarse dos hifas de este tipo forman un micelio secundario (Figura A) que tras posteriores desarrollos dan lugar al huevo en el que está ya prácticamente formada la seta (Figura B); en una posterior evolución la seta emerge rompiendo el velo general (Figura C). En algunas especies esta rotura deja escamas en el sombrero (Figura D) y anillo visible como en el caso de las amanitas. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Identificación de especies Para conocer una especie a veces los caracteres macroscópicos son suficientes, es decir los apreciables a simple vista como son tamaño y forma del sombrero, tipo de cutícula*, si está escamada o es verrugosa, si se encuentra cuarteada o por el contrario su superficie es lisa, sus láminas... También la forma, consistencia y tamaño del pie es significativo: muchas setas presentan el pie liso o fibriloso, aterciopelado o cubierto de escamas... El anillo de las setas informa igualmente de la identidad de algunas especies: Muchos hongos carecen de él, otros simplemente presentan una cortina apenas apreciable, algunas especies presentan un anillo en forma de faldilla... La constitución del himenófero*, también es un factor determinante ya que unas especies presentan tubos, otras pliegues, láminas, o aguijones... La forma de la volva, en el caso de las amanitas nos puede indicar qué especie es la que tenemos entre nuestras manos... Por último el color de la esporada es significativo cuando se observan las esporas en masa, teniendo en cuenta que vistas al microscopio muchas no presentan el mismo color que el que apreciamos a simple vista. A veces, estas características visibles no son suficientes para la identifiDiferentes reactivos para identificar especies. cación fiable de algunos hongos, y hay que utilizar el microscópico para observar el color real, la forma esporal o su ornamentación, e incluso utilizar algún reactivo microquímico como el reactivo de Melzer o la Fuchsina. También en las reacciones macroquímicas se utiliza una gran variedad de reactivos como el ácido sulfúrico (para identificar la Amanita phaloides), sosa, potasa, Sulfato ferroso... etc.

Micetobiontes Bajo este nombre tan extraño se engloba a un grupo de insectos que pasa gran parte de su vida entre los hongos, unos simplemente buscan sobre ellos su alimento como es el caso de la cochinilla de la humedad (Porcellio scaber), ampliamente representada en nuestra zona de estudio. Se trata de

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Milpiés parasitando una seta de cardo.

un pequeño crustáceo de menos de 1 cm. de longitud cuyo alimento principal son los restos vegetales en descomposición, con una coraza de carbonato cálcico que les protege del exterior; su cabeza apenas es visible ya que se halla soldada al torax, pero con ayuda de una lente de aumento la podemos apreciar. A pesar de que poseen dos pares de antenas, la primera no esw visible, siendo la segunda muy evidente y móvil. También es muy fácil encontrar insectos dilópodos* escondidos bajo los carpóforos de muchos hongos, el que hemos hallado con mayor frecuencia es el Lulus terrestris, más conocido como cardador o milpiés. Se trata de un insecto de mayor tamaño que la cochinilla antes aludida, ya que éste puede llegar a medir más de 2 cms. Su alimentación es básicamente la misma pues busca detritus vegetales para nutrirse. A pesar de que recibe el nombre común de milpiés, en realidad “sólo” posee unos 80 pares de patas. Cuando se siente atacado o simplemente molestado, se enrosca en espiral. Una curiosidad de este animal es que cuando nacen sus larvas no poseen tantas patas, sino que se van acrecentando con las mudas. Este diplópodo es común y abundante en nuestra Sierra de Ávila sobre todo bajo los sombreros “rastreros” de Pleurotus eryngii en prados abiertos. Probablemente tanto la cochinilla de la humedad como el milpiés contribuyan a la dispersión del hongo que visitan, transportando sus esporas de un lugar a otro. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Otros insectos denominados “Endómicos” se alimentan directamente de los micelios de los hongos situados bajo las cortezas de los árboles, suelen ser especies de pequeño tamaño que rara vez superan los 5 mm. pero todos los buscadores de hongos tienen experiencias desagradables ya que, a veces, cuando van a recoger una apetitosa seta, resulta que está llena de “gusanos”, y es poco atrayente para el que la encuentra. Se trata de larvas de insectos que se desarrollan por completo en los hongos, éstas de aspecto vermiforme* se alimentan del mismo y pueden llegar a devorarle por completo; cuando finalizan su metamorfosis dan lugar generalmente a un coleóptero, algunos de estos poseen una especialidad tal en vivir sobre las setas, que pasan todos los estadios de su vida en ellas, este es el caso del “Oxíporo” Oxyporus rufus L. que ha adaptado su período de reproducción a la época de más apogeo de las setas. Excava galerías con sus potentes mandíbulas tanto en el interior del sombrero como en el pie busca insistentemente larvas carnosas de otros coleópteros de las que se alimenta, aunque las suyas propias prefieren el cuerpo de la seta como sustento. Este insecto de aproximadamente 1 cm. de tamaño se encuentra distribuido por casi toda Europa. En general todos los estafilínidos se caracterizan por poseer un poderoso aparato bucal con el que excavan las galerías en las setas (del tamaño de su cuerpo aproximadamente). En primavera la benignidad climatológica y la abundancia de materia vegetal fresca, hace que el encontrar larvas alimentándose de hongos sea algo usual y que hemos observado constantemente. Durante el otoño esta acción ha disminuido mucho debido al fuerte efecto térmico del verano

Acción humana La zona integrada en nuestro estudio Sierra de Ávila, es claramente micófoba*, influenciada, claramente por las costumbres, mitos y tradiciones celtas, y las características climáticas que condicionan la abundancia y frecuencia de algunas especies en detrimento de otras. El género pleurotus es el más buscado aumentando el número de recolectores año tras año utilizando, por desgracia, y a pesar de legislación vigente, la “bolsa” como recipiente receptor de las setas y, en algunos casos “el tirón” en vez de la navaja, destrozando así el micelio y ocasionando la regresión de estos hongos en algunos puntos específicos. No obstante, en las observaciones de los últimos años hemos comprobado que incluso en lugares tradicionales cuya cantidad de buscadores resulta desproporcionada, las famosas “setas de cardo” no han disminuido drásticamente su número ni densidad. No ocurre así con la acción directa de incidencias urbanísticas, de vertidos, transformación de tierras y cultivos, o desforestación e inundación de zonas cuya importancia micológica era destacable y actualmente se encuentran bajo el

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agua o escombreras, como es el caso del terreno que ocupa el embalse de Las Cogotas e inferiores, y la roturación efectuada en el terreno circundante. Así como otros lugares de pequeñas dimensiones (sotobosques, prados y riberas) antes repletos de setas y hoy talados o mostrando un claro índice de degradación. Por el contrario, en otros puntos de la superficie estudiada, hemos observado un aumento de hongos coprófilos* y relacionados con terrenos fuertemente nitrificados por excrementos de ganado vacuno, con lo cual queda patente la variabilidad tanto de frecuencia como de abundancia de los mismos, en relación a los condicionantes impuestos por el hombre que, normalmente, sitúa los valores ecológicos muy por debajo de los económicos como hemos observado en numerosos casos durante la recogida de datos sobre diferentes biotopos*.

Líquenes Aunque los líquenes pertenecen a las talófitas* y no constituyen un grupo natural, hemos creído conveniente hacer una pequeña reseña de los mismos por su importancia. Estos seres son el resultado de la simbiosis de un alga con un hongo (generalmente ascomiceto) que forman una masa de forma, consistencia, y tamaño que puede variar mucho según las condiciones externas y los tipos de algas asociadas, siendo el hongo en sí, el encargado de la reproducción. La extensión de los líquenes es también inmensa en la naturaleza. Se calcula la existencia de unas 18.000 especies a las que se clasifica según la reproducción del hongo simbiótico: -Ascolíquenes: Líquenes con ascos. -Basidiolíquenes: Líquenes con basidios. Aunque, como hemos reseñado antes, los aspectos formados son muy variables, raramente tienen estructuras ramificadas y, como norma general tienen aspecto costroso, membranoso o ligeramente foliáceo*. Ya que la labor reproductora es prácticamente nula en el alga que forma el liquen, ésta sólo se limita a crecer sobre sí misma, así generalmente el aire dispersa pequeños trozos de alga envueltas por micelios del hongo que al encontrar lugares adecuados darán lugar a un nuevo liquen. La importancia de los líquenes como indicadores biológicos de la contaminación es enorme, pero en algunos lugares también se usan (según la especie y abundancia) como alimento para ganado (renos en los paises nórdicos), fijadores de perfumes, o como ornamento en fachadas con piedras graníticas, ya que resalta la belleza de la piedra cuando adquieren cierto índice de humedad. Como muestra, recogemos un ascoliquen y un basidioliquen comunes en la zona mencionada en este libro:

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Xantoria parietina (Liquen de las paredes) Pertenece a la clase de los ascolíquenes. Podemos encontrarlo con frecuencia en la zona estudiada. Su talo* presenta un aspecto costroso*, pero bastante lobulado ya que a veces muestra surcos muy profundos y el borde más despegado del sustrato que el resto del mismo. Lo más sobresaliente de éste es su llamativo color generalmente de un amarillo vivo a veces con tonalidades anaranjadas. Los apotecios* en forma de copa son visibles y los podremos apreciar mejor con ayuda de una lupa ya que miden de 1 a 2 milímetros; aunque son del mismo color que el resto del liquen, su tonalidad es más intensa. Se trata de una clase bastante extendida en nuestra Sierra de Ávila, y le hemos observado sobre distintos sustratos como son rocas, paredes, corteza de los árboles, ect. Se considera a esta especie como indicadora de la contaminación ambiental ya que es muy sensible a los contenidos de tóxicos en el aire. Un estudio de su abundancia, aumento o disminución de su talo*, abundancia o escasez de ejemplares, puede indicar la contaminación de la zona. Hemos de reseñar que en nuestro estudio hemos encontrado ejemplares bastante extendidos en cortezas de árboles en primera línea de carreteras con un tránsito medio, lo que nos puede dar una idea de que su resistencia a metales como el plomo es notoria y su sensibilidad al CO2 también se muestra poco evidente en medios ligeramente contaminados; aunque para realizar valoraciones fiables habría que efectuar un análisis durante varios años, en un liquen determinado, actividad no incluida en las intenciones de nuestro libro. La dispersión de este liquen se realiza a través del viento, desprendiéndose fragmentos del mismo que contienen tanto células del alga como filamentos del micelio del hongo.

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Evernia prunastri (Barbas de viejo) Pertence a los basidiolíquenes. También es muy abundante en la Sierra de Ávila, ya que le hemos encontrado con frecuencia en las cortezas de diversos árboles y arbustos tanto de caducifolios como de coníferas. Parece ser más sensible que el anterior a la contaminación atmosférica ya que su abundancia y frecuencia aumenta en zonas más alejadas a las carreteras, aunque el desarrollo de éste también depende mucho de la insolación recibida y de la cantidad de luz existente en el entorno. Así en los troncos libres o en árboles cuyas copas no son muy compactas aparecen verdaderas colonias de estos, llenando por completo los árboles y dándoles un aspecto espectacular. Hemos observado casos como el indicado tanto en pinos como en robles y encinas. El aspecto de talo* varía mucho del anteriormente descrito ya que en este caso es muy ramificado con terminaciones aplanadas y colgantes dando un aspecto esponjoso y ofreciendo “volumen” al observador. El color es más pálido que en el líquen de las paredes ya que Evernia prunastri presenta unas tonalidades verdosas bastante pálidas, y si observamos con lupa la superficie vemos un complicado retículo de pliegues y arrugas que utilizará el alga para así absorber mejor el mínimo vestigio de humedad ambiental. Este liquen se utiliza como fijador de aromas en perfumería. Su recolección está prohibida en algunos países debido a su escasez. También se usa como bioindicador de contaminación ambiental. Existe gran variedad de líquenes en la zona adaptados, prácticamente, a todos los sustratos. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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HONGOS ENCONTRADOS EN LA SIERRA DE ÁVILA SÍMBOLOS UTILIZADOS

Hongos comestibles con cualidades gastronómicas reconocidas. En el texto explicativo de las características indicaremos, además nuestra opinión personal sobre alguno de ellos.

Las setas marcadas con este símbolo son consideradas no comestibles, aunque no sean tóxicas. Su dureza, picor, o efectos secundarios, hacen considerlas como desechables.

Hongos cuyas características físicas como pequeño tamaño, superficie coriácea*, poca duración, o dudas en cuanto a sus efectos posteriores, las hacen no ser recomendables para el consumo.

La imagen de la calavera no ofrece dudas en cuanto a sus efectos. Las especies señaladas con el fondo en blanco son consideradas como tóxicas, pero que difícilmente pueden producir la muerte si la intoxicación es tratada con rapidez. El veneno que contienen los hongos marcados con este símbolo produce efectos fatales sobre los que les consumen, aunque sea en cantidades mínimas. El tratamiento es muy difícil y con pocas posibilidades de éxito. Hemos de resaltar, una vez más, que un simple libro o una guía de hongos, en muchas ocasiones, no es suficiente garantía para la identificación de una especie comestible; ante la duda, por mínima que sea, lo mejor es dejar la seta en el lugar de origen, y no aventurarse a consumirla al azar.

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MIXOMICETES Arcyria denudata Este mixomicete, visto desde lejos presenta un aspecto semejante al de los fugilos, pero al acercarnos vemos que está formado por pequeñísimos hongos de 1 a 2 milímetros de altura, y cuyo pie apenas es visible si no utilizamos una lupa para su identificación. Su llamativo color rojo oscuro, le hacen ser visible desde lejos. Sus esporas presentan un color rojo en masa, pero al microscopio son hialinas* y verrugosas. Aunque puede aparecer durante todo el año viviendo sobre madera muerta de todo tipo, nosotros le hemos encontrado sólo un par de veces, tras unas fuertes lluvias veraniegas, y en un otoño con pluviosidad normal; en ambas ocasiones sobre un tocón de pino semi-descompuesto. Por sus características macroscópias, es difícil confundirlo con otro hongo semenajante.

Fuligo septica Carpóforo de dimensiones muy variables, ya que aparecen ejemplares de 2 o 3 cms. de longitud, hasta 15 cms. Su color también varía de un amarillo llamativo a un ocre apagado. No tiene pie ya que se encuentra unido ampliamente al sustrato vegetal en el que vive. Una vez solidificado, sus esporas presentan un color ocre y con forma de globo vistas al microscopio. Es bastante frecuente en la Sierra de Avila y aparece con las primeras lluvias tanto primaverales como en el otoño. Es frecuente también su repentina aparición en pleno verano si alguna tormenta esporádica descarga a nivel local. Su base es cualquier materia vegetal: hojas, troncos y ramas tanto de resinosas como de caducifolios, aunque nosotros le hemos encontrado, en mayor cantidad, en los pequeños bosquetes de pinos escrutados en la zona de estudio.

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Fuligo cinerea Presenta las características básicas de los mixomicetes: Al principio de su vida tiene una fase amiboide que le hace incluso moverse en el sustrato en el que vive... Si somos observadores y visitamos durante varios días seguidos el lugar en el que aparecen los fugilos, podremos observar cómo avanzan de un día a otro, e incluso el cambio de forma que experimentan. En el caso del Fugilo cinerea su aspecto externo es de una masa informe semejante al “kefir”*, generalmente se adapta a la superficie sobre la que vive, aunque a veces puede compactarse y aparecer con formas y superficies más definidas y suaves. Su color es mucho más blanquecino que el Fuligo septica. Las esporas, al madurar, son de color negro, aunque vistas al microscopio aparecen pardas y de un tamaño sensiblemente superior a las del Fuligo septica. Aunque menos frecuente que el anterior, también le hemos localizado en la zona de estudio, sobre ramitas caídas y tocones de los bosques; menos precoz en su aparición que el septica, le hemos encontrado desde pricipios del verano (cuando la lluvia hace acto de presencia), hasta finales de otoño. Pudiera confundirse con un Fuligo septica, pero el color amarillo del primero le diferencia. Además sus características microscópicas como son el tener las esporas del doble tamaño que el primero, les separan claramente.

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Leocarpus fragilis Se trata de un mixomiceto muy vistoso de color naranja-amarillento que resalta de entre la hojarasca en que normalmente se encuentra. A primera vista pudiera confundirse con un Fuligo septica, pero si nos acercamos y le observamos con una lupa (a veces a simple vista), nos muestra sus carpóforos esferiformes que están sujetos al sustrato por medio de un pequeñísimo pie -prácticamente invisible-. Al madurar, su color cambia completamente hacia un marrón oscuro y las esferas individuales se hacen más patentes. A veces puede alcanzar gran extensión sobre el medio que le soporta; generalmente restos vegetales, hojas, madera muerta... Hemos encontrado ejemplares aislados tanto en encinares como en pinares de repoblación. Mucho menos abundante que los Fuligos.

Reticularia lycoperdon El aspecto macroscópico de esta reticularia es semejante al del Lycoperdon, pero cuando se encuentra en estado fresco y las condiciones meteorológicas propicias, no deja ninguna nuda de que se trata de un mixomiceto con sus fases bien diferenciadas. También se parece a los fugilos con los que se podría confundir si la encontramos en la primera fase de su desarrollo, cuando su forma no es definida y presenta un aspecto gelatinoso, de color oscuro que poco a poco se va volviendo blanquecino en su cutícula debido a la calcificación de su capicilio*. Es en este momento cuando su forma semeja un lycoperdon. La fotografía de la página siguiente muestra una reticularia con su capicilio* totalmente calcificado y a punto de desprender sus esporas que son de color pardo-oscuro en masa, y presentan una retícula vistas al microscopio. Se trata de una especie cosmopolita en la Sierra de Ávila, y la hemos encontrado sobre todo en tocones de álamos. Aunque, como hemos comentado, podría confundirse en una primera observación con un fuligo (en fase formativa), o un lycoperdon (en estado de calcificación), una observación algo más detallada, nos ayudará a diferenciarle sin dificultad, de los anteriormente citados.

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Podemos considerarlo como un hongo común y abundante en nuestra zona de estudio, más frecuente en el otoño, aunque pudiera aparecer desde la primavera ininterrumpidamente, si se presenta un año con lluvias periódicas y humedad aceptable. Hemos encontrado esta especie tanto en madera de pino como en frondosas.

ASCOMICETES Hypomyces lateritius Al género Hypomyces pertenecen hongos parásitos de setas de diversas especies como Russulas, Polyporus, Lactarius, etc.Este hypomyces (Peckiella lateritia o H. Lateritius) es frencuente en la Sierra de Ávila, parasitando el Lactarius deliciosus. Igualmente existe otro género (Apiocrea) que lo hace sobre Rhizopogon, Xerocomus, etc. Tanto Hypomyces, como Apiocrea aparecen en la zona estudiada; el primero abunda sobre lactarius deliciosus, y el último sobre Xerocomus chrysenteron. Los hongos parasitados no desarrollan con normalidad el aparato esporífero, y sus láminas o tubos quedan deformados llegando a desaparecer por completo (foto). Según parece la seta afectada gana en calidad gastronómica, aunque no lo hemos comprobado, y sus carpóforos alcanzan mayor tamaño que otros no parasitados. Encontrado en varias ocasiones. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Hypoxilon serpens El aspecto macroscópico de este organismo es semejante a una costra ligera y negruzca que no hace suponer que se trata de un hongo. Observado de cerca y con ayuda de una lupa de más de cinco aumentos, podemos apreciar que está formado por pequeñas formas globosas, fuertemente unidas al sustrato en el que vive y con un estoma* globoso que se une a otros formando el aspecto costroso característico de esta especie. En ejemplares deshidratados podemos observar cómo estas formas globosas rompen al presionarlas apreciándose una capa exterior más oscura y dura, que protege las esporas libres situadas en el interior y que son oscuras y elípticas vistas al microscopio. Lo hemos encontrado en troncos (muertos) de álamos y olmos. Podría confundirse con H. Fragiforme, de mayor tamaño.

Morchella esculenta Para muchos, es uno de uno de los hongos más sabrosos y delicados. Con sombrero cerebriforme, hueco, de 5 a 10 cms. de diámetro y unos alveolos muy amplios, en los que se encuentra la parte fértil de la seta. El color puede variar según el lugar de aparición, pero predomina el anaranjado-amarillento. Su pie es más blancuzco que el sombrero, corto, con una ligera vellosidad en la parte superior, más grueso en la base, siendo hueco igual que el sombrero. Es poco abundante en nuestra zona. Hemos encontrado en bosquetes galerías cercanos a los arroyos, pero nos hemos llevado varias sorpresas al localizar ejemplares en pleno encinar, en zonas bastante alejadas de cursos fluviales o micro-zonas húmedas.

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Otidea umbrina De unos cinco centímetros aproximadamente, aunque al principio tiene forma más o menos circular, después varía su forma y se pliega sobre sí mismo, presentando, a veces, un pie muy corto. Su color puede variar según el grado de humedad siendo generalmente pardo oscuro. A primera vista y según su grado de desarrollo podría confundirse con una peziza, pero un análisis microscópico nos muestra que sus parafisos son curvados y sus ascas amiloides. Poco abundante en nuestra zona de estudio, la hemos encontrado en bosque mixto de Pino pinaster-Quercus pyrenaica, y en un claro de melojar, una primavera muy lluviosa. (Hay que destacar que su época normal de aparición es el otoño).

Peziza varia Al principio en forma de copa mostrando la superficie exterior ligeramente granulosa y más clara que el interior; también presenta un pequeño pie evidente que se hace menos visible al madurar el hongo y mostrar un aspecto en forma de platillo. Su color varía del ocre al naranja pálido según el grado de humedad ambiental. Su parte fértil se encuentra en el interior de la copa, y presenta una fácil observación al microscopio, apreciándose claramente sus ascos conteniendo 8 esporas. Podría confundirse con la Peziza repanda (encontrada en la zona), pero esta última es menos lignícola que la P. Varia y sus caras exterior e interior presentan mayor diferencia de color. Hongo muy común en troncos muertos de frondosas que aún no han perdido la corteza, o recién caída.

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Verpa digitaliformis Hemos de destacar que es una especie poco común y difícil de encontrar en la zona. Muy semejante a las morchellas, pero fácilmente diferenciable de éstas, ya que su sombrero se encuentra “colgante” y no presenta alveolos. Su color puede variar del leonado, al marrón oscuro, siendo más oscuro en el exterior. Su pie más claro que el sombrero o blanquecino, presenta escamas en forma de anillos que llegan hasta su base y se une con la parte interior del sombrero. Podemos considerar a esta especie muy escasa y poco frecuente en la Sierra de Ávila. La hemos encontrado entre hojarasca de álamos y rosales silvestres, en un bosque galería. Curiosamente en un lugar en el que durante 4 años anteriores no había aparecido. (Abril 2000).

Xylaria hypoxilon Con un poco de suerte, y si somos buenos observadores, podremos ver este extraño ascomicete. Su pequeño tamaño (de uno a tres centímetros de altura) y su hábitat (las zonas más húmedas y umbrías) hacen que sea difícilmente localizable. Nace sobre madera de frondosas. Lo hemos encontrado en la Sierra de Ávila sobre ramas caídas de encina cubiertas de musgo, entre la hojarasca. Su fructificación es en forma de cuernecillo de color negro en cuya punta maduran los conidios* que dan un color blanco llamativo a su extremo, destacando sobre el resto de la “seta”. Apenas se distingue el pie de la parte fructífera, salvo por la fuerte diferencia de coloración. Se trata de una especie poco abundante en las zonas visitadas y difícil de confundir debido a su curioso aspecto macroscópico.

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BASIDIOMICETES Agaricales

Agaricus abruptibubus Aunque menos común que el campestre, podemos encontrarlo también en zonas abiertas y pinares nitrogenados. Su sombrero al principio algo ovalado, pronto se abre totalmente pudiendo superar los 10 cms. en algunos casos. Su cutícula es lisa y en forma de plato, no presentando mamelón central. El pie es largo y muy enterrado en el suelo, doblándose bruscamente al acercarse al bulbo en el que termina (de ahí recibe el nombre de abruptibulus “bruscamente doblado”. El anillo amplio y colgante, de consistencia más débil que en otros champiñones. Amarillea por frotamiento tanto el sombrero como el bulbo. Ligero olor a anís. Podría confundirse con el A. Silvícola, Xantoderma u otros agáricos amarilleantes. Comestible de mediana calidad para algunos.

Agaricus arvensis Llamado, popularmente, “bola de nieve” por el blanco brillante de su sombrero, este champiñón aparece en la Sierra de Avila tanto en primavera como en otoño, en prados de hierba y claros de bosques galería o pequeñas agrupaciones de árboles frondosos. Muy vistoso y llamativo desde lejos, puede llegar a superar los 20 centímetros de diámetro cuando se encuentra en pleno desarrollo. Su cutícula* es fácilmente separable. Sus láminas van del gris-rosáceo al principio, al marrón chocolate cuando el ejemplar es adulto. En fresco tiene un notable olor a anís que desaparece al poco tiempo de cortado. Amarillea ligeramente en la base y su anillo es doble y duradero, característica ésta que, además de la diferencia de olores, nos ayudará a no confundirlo con el Agaricus xantodermus. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Agaricus augustus Se trata de una especie bastante sabrosa para algunos; aunque su diferenciación no es, a veces, lo suficientemente clara de otros champiñones; el augustus posee características propias como son su robustez y carne muy compacta, así como el amarilleamiento de su sombrero con una coloración al frotamiento mucho más parda (tirando a rojiza) que otros champiñones “amarilleantes”; además su anillo amplio y colgante con “flecos y grumos” por la parte de abajo, y el pie liso por encima del anillo y “grumoso” por debajo, le diferencian de los anteriores. Ante la duda, una gota de ácido sulfúrico enrojece su carne. Aunque propio de pinares, también puede aparecer (foto), en prados contiguos e incluso puede encontrarse en praderas alejadas de ellos. No es muy abundante en la zona.

Agaricus campester Es uno de los hongos en clara expansión en el lugar de estudio debido, sobre todo, al incremento de ganado vacuno en los últimos años y el abonado con estiércol de los campos de cultivo de pequeñas dimensiones. A pesar de las dificultades que encuentran los ganaderos de pequeñas cabañas vacunas, ante el excedente comunitario, y la obligatoriedad de declaración de ejemplares, podrían llevar a una posterior regresión de estos hongos en lugares de explotaciones de pequeña entidad.. Sombrero de 5 a 12 cms. de diámetro blanco y sedoso, muchas veces con escamas en el centro. Láminas del rosa al negro según la maduración de las esporas y el estado evolutivo. Carne blanca no cambia de color al corte, o lo hace ligeramente a rosa si se encuentra muy hidratado. Abunda en prados estercolados tanto en primavera, veranos lluviosos y otoños.

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Agaricus langei Uno de los champiñones que reaccionan con más virulencia al contacto del aire es éste, ya que nada más efectuar un corte en el mismo, el color de su carne se torna rojo-carmín (ver foto). Su sombrero es marrón sucio y semiesférico, aunque puede presentar un aspecto aplanado en los ejemplares muy desarrollados. Raramente supera los 13 cms. de diámetro. Su pie es blanquecino aunque enrojece a la presión y, por supuesto, al corte. La cutícula del sombrero es separable y las láminas son libres, siendo al principio de color rosa, que pasa al marrón oscuro al madurar. Lo hemos encontrado con poca frecuencia en la Sierra de Ávila en un pinar de repoblación. Podría confundirse con el Agaricus Haemorrhoidarius, que crece bajo frondosas.

Agaricus macrosporus Una de las características más claras para su identificación es su gran tamaño; aún sin desarrollar supera los 12 cms. de diámetro pudiendo medir, al extenderse, 35. Su carne es gruesa, firme y tenaz, enrojeciendo ligeramente en la base del pie. Su sombrero blanco resplandeciente podría confundirle con el Agaricus. arvensis, pero el gran tamaño del macrosporus y su enrojecimiento ligero al corte, le diferencia suficientemente. Una observación de sus esporas al microscopio muestra su mayor tamaño, y varias gotitas (gútulas). Aparece en prados, tanto en primavera como en otoño, a veces agrupado o formando grandes círculos que se divisan desde lejos debido a su tamaño. Hemos encontrado ejemplares de 28 centímetros de diámetro.

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Agaricus scuamulifer Es un “champiñón” fácil de identificar debido a su aspecto globoso y su carne dura y compacta. Pertence a los agaricales que enrojecen al corte ya que al efectuar un seccionamiento transversal en el pie, es evidente un fuerte enrojecimiento en los extremos del mismo, siendo menos acusado en el centro. La fotografía muestra varios ejemplares viejos que apenas presentan enrojecimiento al corte. El color del sombrero en los ejemplares jóvenes es blanco, con algunas escamitas en el borde. Sus láminas, de color carne en principio, oscurecen al envejecer (presentando un margen estéril de color más blanquecino). Su anillo es dentado y doble. Aunque no es muy frecuente, sí es abundante en los lugares donde aparece, principalmente en prados húmedos.

Agaricus silvaticus Se trata de un champiñón que a nivel macroscópio no responde, a simple vista, con el aspecto de los otros ya que su color es más o menos rojizo, con escamas pardas más apretadas en el centro y separadas según se alejan hacia el borde. Su pequeño tamaño (menos de 10 cms.), su aspecto “delicado” si le comparamos con el resto de los mencionados, así como el pie, mucho más largo (comparándole con el sombrero) que en los demás agáricus, le diferencian de ellos. Se produce, al corte un enrojecimiento de la carne, mucho menos evidente que en el Agaricus haemorrhoidarius (también encontrado en la zona de estudio). Algunos autores diferencian variedades de este champiñón según el color, densidad y colocación de las escamas del sombrero. La foto muestra la variedad typicus.

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Agaricus silvicola Aunque normalmente es de color blanco níveo, puede presentarse con tonos ocres debido al rozamiento de los vegetales. Huele fuertemente a anís. Por esta característica y el evidente amarilleamiento podría confundirse con el Agáricus arvensis, pero éste tiene un doble anillo persistente, mientras que el silvícola es sencillo y blando. Sus láminas varían del gris-rosa, cuando el champiñón es joven, al marrón-morado o marrón-chocolate en la madurez. Se trata de un agárico menos abundante que el campestre, pero tiene una buena representación en la zona estudiada, sobre todo en zonas boscosas tanto de frondosas como de resinosas. Común, pero no muy abundante. Aunque fácilmente diferenciable, el inexperto podría confundirlo con la A.verna y la virosa.

Agaricus xantodermus Considerado como uno de los champiñones más conflictivos en la Sierra de Ávila, debido a los casos de intoxicación producidos al confundirlo con otros champiñones comestibles.A pesar de esto, su diferenciación es clara: Sombrero hasta 14 cms., al principio globoso y con el tiempo extendido. Sus láminas del blanco al pardo oscuro, según su desarrollo; pero la característica principal es su notable amarilleamiento al rozamiento en el bulbo situado en su base. Además el fuerte olor (que se acentúa durante la cocción), deberían ser características suficientes para evitar equivocaciones. Su ingestión provoca vómitos y trastornos digestivos. Común en prados, tanto en primavera como en otoño. Existe una variedad (griseus) menos frecuente, que hemos encontrado en otoño. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Agrocybe aegerita Conocida como “seta de chopo”. Al principio su sombrero presenta una coloración marrón oscuro, aunque puede variar notablemente de los ejemplares nacidos en un lugar o en otro; al final, al extenderse el hongo, el color se aclara en los bordes, permaneciendo en el centro el tono más pardo. Sus láminas blancas en principio, con la esporada se vuelven algo ocres. Su carne es compacta y de olor agradable; el pie largo y algo atenuado en su parte baja. Se trata de un buen comestible. La hemos encontrado, principalmente sobre troncos vivos de álamo negro y chopos híbridos. Difícilmente podría confundirse con la agrocybe dura, de tamaño bastante más pequeño, cutícula algo agrietada, resto de velo en los bordes del sombrero y anillo ausente o muy poco marcado. En regresión junto con los bosques galería de la zona.

Amanita citrina Este hongo presenta en principio una forma globosa cambiando a plana con el tiempo. Su cutícula es de color limón, a veces con esfumaciones verdosas; pudiendo ser la totalidad del sombrero casi blanco. Presenta restos del velo universal sobre la cutícula. El pie es blanco a veces, con esfumaciones amarillentas al igual que el anillo que aparece fuertemente estriado y colgante. La volva es una de las características macroscópicas para diferenciarla de la A. Phalloides, ya que en la A. citrina no aparece completa y en la mayoría de las ocasiones forma un gran bulbo de color blanquecino. Su carne presenta un fuerte olor a patata cruda. Aunque algunos autores la consideran comestible mediocre, no merece la pena arriesgarse a consumirla por su parecido por la A. phalloides

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Amanita muscaria Es una de las setas más conocidas y llamativas debido a su enorme contraste entre la cutícula de color rojo y los restos de velo universal que salpican el sombrero. En estado de inmadurez, presenta una superficie blanquecina-amarillenta granulosa que al abrirse deja ver el aspecto peculiar que la caracteriza. En la zona estudiada es muy abundante donde existe (en dos pinares de repoblación situados en la sierra), pero es poco frecuente (incluso no aparece) en la mayoría de ellos. Se trata de una especie venenosa, aunque no suele ser mortal en personas sanas. Además el contenido de toxinas puede variar según el lugar de nacimiento. Contiene muscarina, muscinol, ácido iboténico cuyos síntomas aparecen de una a cuatro horas de la ingestión.

Amanita phalloides Esta seta no debe pasar desapercibida ya que se trata de la más peligrosa de todas debido a las amanitoxinas virotoxinas y amatoxinas que contiene, produciendo un síndrome denominado faloideo, que puede aparecer de 10 a 20 horas después de su ingestión, aunque a veces los síntomas no se muestran hasta 15 días después, cuando las células hepáticas se encuentran ya dañadas irreversiblemente. Las toxinas destruyen los glóbulos rojos y producen un aumento de transaminasas. El tratamiento es muy difícil y consiste en aplicar suero antifaloidiano, vitaminas protectoras de las células, Penicilina, Acido tióctico... diálisis y exanguinotransfusión. Se trata del hongo que más mortalidad produce en España (el 90% de los fallecimientos por consumo de setas). Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Su tamaño puede variar de 5 a 15 centímetros, aunque en la Sierra de Avila predomina un tamaño medio de unos 8 a 10 cms. En principio semiesférico y al final extendido. Su color puede variar notablemente de unos lugares a otros: desde el verde claro-amarillento (el que hemos encontrado con mayor frecuencia -foto anterior-), hasta el verde oliva. La presencia de láminas blancas, anillo amplio y volva deberían ser suficientes datos para evitar una equivocación. Existe una variedad blanca (Var. alba) que podría confundirse con la Amanita verna, aunque ésta aparece en primavera y su carne amarillea con potasa, la Amanita phalloides reacciona en sus láminas con el ácido sulfúrico, tomando un color violeta. Podría confundirse también con la amanita citrina, también encontrada en la zona (ésta huele fuertemente a patata cruda) y presenta más restos de anillo universal en el sombrero, y su volva más definida. A. Phalloides es muy abundante.

Amanita rubescens Se trata de una seta que aunque es buen comestible, tiene un alto contenido de hemolisinas cuya toxicidad desaparece con una larga cocción. su sombrero de 6 a 14 centímetros pronto se vuelve convexo y aplanado; es de color pardo rojizo y presenta bastantes escamas blancas provenientes del velo universal. El pie, aunque es blanco en un principio, pronto enrojece y evidencia tonalidades muy parecidas a las del sombrero. Su volva es gruesa y se parte fácilmente. El anillo presenta un “faldón” muy evidente y está fuertemente estriado. Aunque hay que tener cuidado con esta seta por su parecido con la Amanita pantherina (tóxica), la carne de esta última no enrojece al corte como en la rubescens; además a nivel microscópico sus esporas no amiloides* las diferencian.

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Amanita vaginata Una de las amanitas más variables en cuanto a tonalidades de sombrero, es la A. vaginata. La ausencia de anillo en el pie y el fuerte estriamiento del carpóforo la separan del resto de las amanitas; incluso algunos autores las catalogan aparte. Existen variedades como la alba, con un sombrero totalmente blanco y el pie sin escamas. Var crocea, cuyo carpóforo muestra una coloración rojiza o amarilla-anaranjada. Var. fulva, algo más pequeña que las anteriores y cuya volva presenta tonalidades parecidas al sombrero. Var plumbea el color del sombrero es gris oscuro y presenta un fuerte estriamiento en sus márgenes; no es raro encontrar restos del velo universal, en grandes porciones sobre él. Var grisea sombrero mucho más claro que el anterior de un grisblanquecino; su aspecto es menos robusto y más delicado y pie bastante friable*. Var umbrinolutea de color gris pardo con un mamelón más evidente que en las anteriores. Esta amanita puede aparecer en bosques de frondosas y resinosas (más rara en este último hábitat). Se trata de una especie comestible previa cocción de más de media hora debido al contenido en toxinas que se eliminan con la cocción prolongada. En la zona escrutada hemos encontrado la variedad grisea, en un bosque mixto de roble melojo-pino pinaster y en un prado con restos vegetales; también aparece la variedad plumbea, encontrada en un prado con álamos, cercano a un pinar de repoblación.Aunque se trata de una especie comestible, no es aconsejable su degustación debido a que si no se cuece lo suficiente puede ser muy peligrosa. Es rara y escasa en la zona, aunque existe en mayor número en hábitat limítrofes.

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Amanita virosa Aunque se trata de una especie poco abundante, es muy peligrosa debido a la cantidad de virotoxinas y amatoxinas que contiene; dichas toxinas se encuentran también en la Amanita phalloides, Amanita verna y Galerina marginata. Sus síntomas al principio son dolores intestinales, vómitos, diarreas, dolores fiebre... Aumenta, al igual que en la A. phalloides, las transaminasas y se produce una destrucción de los glóbulos rojos. El tratamiento resulta difícil y complejo con suero antifaloidiano y silimacina para proteger las células hepáticas; también se utiliza la metionina. Su sombrero varía de 5 a 12 centímetros y es de color blanco puro; pocas veces se abre en su totalidad y forma un relieve irregular presentando casi siempre una forma cónica. Sus láminas están apretadas y son del mismo color del sombrero. El pie es bastante largo comparado con el de otras amanitas y la volva (grande y amplia) se encuentra muy enterrada ésta es una característica que hay que tener en cuenta ya que la volva podría pasar desapercibida. Podría confundirse con la Amanita verna, pero la virosa tiene un olor desagradable que la anterior sólo evidencia cuando es vieja y se encuentra deteriorada; además el sombrero de la amanita verna presenta tonalidades parduscas mientras que la virosa es totalmente blanca y presenta una forma cónica. Ante la duda con la variedad blanca de la A. phalloides, ésta reacciona con el ácido sulfúrico (sus láminas), mientras que la Amanita virosa presenta un amarilleamiento con la sosa cáustica. Podría confundirse con la Lepiota naucina, pero ésta no posee volva y tiene anillo más duradero. Bastante rara en la zona. Hemos encontrado pocos ejemplares, aislados, en un bosque mixto.

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Amanita vittadini Con apariencia semejante a una lepiota, esta amanita presenta un sombrero de 5 a 16 centímetros; al princio bastante globoso pudiendo llegar a ser esférico en su pleno desarrollo y mostrando muchas veces restos colgantes en sus bordes. La superficie presenta verrugas y escamas y su cutícula es separable (puede presentar una tonalidad algo amarillenta). Sus láminas varían algo de coloración, siendo blancas al principio y tomando una coloración algo crema después, mostrando reflejos más pardos. El anillo es persistente con restos colgantes y la volva se encuentra reducida a un abultamiento al final del pie con amplias verrugas; dicho pie es macizo más liso por encima del anillo y muy escamoso con restos colgantes. Considerada comestible. Apenas hemos encontrado ejemplares en las zonas escrutadas.

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Armillariella mellea Esta “Armillaria de color miel” es poco abundante en la Sierra de Avila, pero cuando aparece resulta fácil de identificar por su peculiar colorido, sombrero de cutícula color marrón claro, margen bastante incurvado que aparece agrietado cuando la seta presenta el carpóforo más desarrollado y abierto. Las láminas son blanquecinas o algo cremosas y su pie es fusiforme de color semejante al sombrero poblado de pequeñas estrías escamosas y formando ramilletes, ya que crece de forma crespitosa. Aunque es una seta comestible, es necesario una prolongada cocción y no consumir los ejemplares deteriorados. Poco abundante en nuestra zona estudiada, la hemos encontrado un par de veces en robledales, probablemente asociada a las raíces de robles (bastante enterradas).

Clitocybe dealbata Fácil de confundir con el Clitocybe rivulosa, aunque de tamaño bastante menor (no más de 6 cms.). Su color es blanquecino pero cubierto por una ligera pubescencia blanca que le da un tono menos brillante que el Clitocybe. rivulosa. El pie es del mismo color que el sombrero y presenta también la característica de ser algo tormentoso. Es un hongo muy peligroso (al igual que la mayoría de los clitocybes blancos), debido a su alto contenido de muscarina. Podemos encontrarlo con cierta frecuencia en los prados y bordes de los caminos. Esporada blanca. Olor agradable que no se corresponde con su comestibilidad. Lo hemos encontrado en variados hábitats: prados de hierba, claros de encinares y zonas degradadas de piornales.

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Clitocybe gibba Es un hongo con menos de 10 cms. de diámetro, bastante carnoso y de color variable que puede presentar tonalidades rosa-carne a pardo-oscuro. El borde de su sombrero -sobre todo cuando la seta es joven-, se encuentra fuertemente enrollado hacia abajo; curiosamente en algunos ejemplares con el paso del tiempo se acentúa este enrollamiento; en otros, por el contrario, el efecto es contrario. La carne es blanca y tenaz y sus láminas son ampliamente decurrentes. Su esporada es blanca. Aunque es comestible, resulta un poco duro si los ejemplares recolectados no son jóvenes. Le hemos encontrado tanto en bosques de robles y encinas, como en varios de los pinares de repoblación que aparecen en la zona de estudio.

Clitocybe nebularis Conocida vulgarmente como “pardilla”, posee un sombrero de 5 a 16 cms. de color variable, de gris pardo a cenizapardusco. Normalmente es más oscuro en el centro. Sus láminas son apretadas, desiguales, decurrentes y fácilmente separables del sombrero. El color es crema sucio o gris pálido; a veces el aspecto macroscópico del Clitocybe nebularis semeja bastante a la “seta de cardo”, y hemos constatado bastantes confusiones con ella por buscadores inexpertos. Un error de este tipo no es peligroso ya que ambas son comestibles. En el caso de este clitocybe, para algunos resulta algo indigesta e incluso produce reacciones alérgicas; para otros es buen comestible. Podría confundirse con el peligroso Entoloma sinuatum, pero éste no tiene láminas decurrentes y su esporada es de color salmón. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Clitocybe inversa Es un clitocybe frecuente pero no muy abundante en la Sierra de Ávila. Se diferencia macroscópicamente del C. gibba en el color del sombrero que es más rojizo; su pie también tiene una coloración diferente, similar a la del sombrero. Las láminas también poseen tonalidades más rojizas y su aspecto, en general, es menos “atractivo” que el anteriormente mencionado. La esporada es de color blanquecino. Podemos encontrarle en diferentes tipos de hábitat, tanto en bosques de coníferas como de frondosas o prados de hierba; según parece, el sabor puede variar dependiendo del lugar de crecimiento; para algunos son más sabrosos los recolectados en bosques de resinosas. “inversa” significa “enrollado hacia adentro” haciendo alusión a la forma de su sombrero.

Clitocybe odora El nombre común de “clitocybe anisado”, define una de sus características más evidentes: el fuerte olor a anís que desprende cuando se recolecta, lo que le da un buen valor en la mesa como seta aromática, recomendándose no mezclarla con otras, o utilizarla como condimento aromatizante para carnes y guisos. Fácil de identificar, además del olor, por el color de su sombrero que puede ser verde azulado (muy vistoso), aunque con el tiempo se decolora, y hemos visto notables diferencias de intensidad según el lugar y época de aparición. Sus láminas son decurrentes y pardo-verdosas. El pie también muestra esfumaciones del color del sombrero. Presenta una esporada blaco-rosácea. Lo hemos encontrado tanto en pinares de repoblación como en encinares y zonas adehesadas.

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Clitocybe rivulosa Uno de los hongos considerados como peligrosos es este clitocybe, ya que contiene muscarina. Presenta un aspecto llamativo debido a su color blanco y brillante en tiempo seco. Es de pequeño tamaño (de 4 a 9 cms.), y puede mostrar algunas esfumaciones de color rosa tanto el sombrero como en el pie (que es hueco y del mismo color que el carpóforo). Una de las características a destacar es que el borde del sombrero está doblado hacia adentro en los ejemplares frescos. Su hábitat principal son los prados abiertos donde a veces, forma corros de brujas. Podría confundirse con el Clitocybe cerussata (también existente en la Sierra), pero éste prefiere los bosques de coníferas. Además el rivulosa aunque es muy parecido, suele tener un tamaño menor.

Collybia dryophila De llamativo aspecto debido a su cutícula color miel o crema-gamuza y muy variable según la humedad ambiente o el grado de hidratación de la seta, ya que es muy higrófana. Sus láminas son blanquecinas y a veces tienen esfumaciones cremas o levemente amarillentas y son ligeramente decurrentes. La hemos encontrado desde primavera a otoño tanto en bosques de robles como en encinares y pinares. Desaparece con las primeras heladas invernales (en nuestra comarca `heladas otoñales’). No creemos probable la confusión con Marasmius oreades, ya que ésta es menos higrófana, sus láminas no son tan blancas y el pie es más consistente. Existe enorme diferencia a nivel macroscópico con otra collybia encontrada en la zona: C. Butyracea, de sombrero oscuro-grasiento y pie concoloro con él. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Collybia fusipes Llamativa en su aspecto al crecer de forma crespitosa. Su sombrero puede llegar a 10 centímetros y su color es muy variable según la hidratación (como todas las collybias) y la humedad ambiental. También hemos notado diferencias entre las encontradas en encinares (aspecto y coloración más uniformemente rojiza), y las encontradas en robledales (coloración más gamuza y láminas menos concoloras* al resto de la seta). El ejemplar “tipo” muestra las láminas adherentes y bastante anchas, pero la característica más evidente para su identificación es su pie duro, coriáceo macizo al principio y después algo hueco, con una prolongación en forma de huso, de la que recibe el nombre. Aunque no es muy frecuente puede aparecer de forma abundante a nivel local unida a troncos enterrados.

Coprinus atramentarius Los amantes del “buen vino” deberán abstenerse de consumir este hongo ya que, a pesar de ser comestible, si se bebe alcohol incluso 12 horas antes o después de comer la seta (la sensibilidad y el tiempo varía mucho según las características de la persona), provoca un síndrome denominado coprínico o antialcohólico, debido a la coprina* que contiene. Los efectos pueden aparecer de 1 a 5 h. después de su ingestión y sus síntomas son, entre otros, bajada de tensión, rubefacción* y vértigos. Si no se toma alcohol, es comestible de joven pero, al menos para nosotros, no destacable a nivel gastronómico. Podría confundirse con el Coprinus alopecia, (también existente en la zona), de menor tamaño, cutícula más estriada y sombrero grisáceo igual que Atramentarius.

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Coprinus comatus Si alguna seta destaca por su “delicado aroma” y suave sabor, es ésta. Por desgracia deberemos cocinarla al poco tiempo de su recolección pues sus láminas pronto se vuelven negras y se licúan y su aspecto dista mucho a las pocas horas, del que presentaba sobre el terreno. Es fácil de identificar ya que se trata de uno de los coprinus mayores (puede superar los 12 cms. de altura); sus “flecos” blancuzcos en el sombrero cónico, el pie fibroso, blanco y hueco, son datos suficientes para evitar confusiones. Siempre habrá que advertir a los buscadores inexpertos sobre la posibilidad (en ejemplares jóvenes), de un fatídico error con la A. Verna y la variedad blanca de la A. phalloides... pero la volva y láminas blancas, les diferencian. Común en la Sierra de Ávila.

Coprinus disseminatus Uno de los coprinus más pequeños es éste, ya que su sombrero, en pocas ocasiones llega al centímetro de diámetro. Su cutícula es muy fina y blanquecina (aunque puede variar notablemente según la insolación del lugar donde aparece). Las láminas se dejan ver a través del sombrero de muy poco grosor-y su color es en principio blanco, para pasar en los ejemplares mayores a grisáceo; el pie es blanquecino y ligeramente pubescente* si se observa con detenimiento. Su comestibilidad no presenta interés debido a la ausencia de volumen. Crece en grupos crespitosos por cientos; asociado a troncos y raíces de árboles y arbustos. Común en la Sierra de Ávila, aunque no muy abundante. La fotografía muestra un grupo de estos hongos creciendo sobre un tronco de álamo negro. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Coprinus domesticus La mayor diferencia de este coprino respecto a los de su misma especie es el crecer directamente sobre madera. Pocas veces le veremos hacerlo en el suelo (aunque la madera se encuentre enterrada) al igual que el micaceus (de aspecto similar). El sombreo es de color crema-gamuza y presenta un aspecto harinoso salpicado de pequeños puntos blanquecinos. Las láminas siguen el esquema de los coprinos “tipo”: primero blancas, luego rosáceas y finalmente negras y licuescentes. En en pie se puede apreciar un pequeño bulbo donde se une al sustrato (ver foto). Carne muy escasa y olor no apreciable. Hemos encontrado este hongo con poca frecuencia, siempre creciendo sobre madera de frondosas, y en una ocasión directamente en una viga de álamo, en un pajar techado.

Coprinus micaceus Es un hongo muy común y abundante en la zona estudiada, apareciendo incluso en parques y jardines. Fácil de ver e identificar por su crecimiento de forma crespitosa sobre la base de los troncos y mostrando un sombrero amarillentoanaranjado o leonado-rojizo con el margen estriado cuando se encuentra algo deteriorado. Aunque es una seta no tóxica, carece de interés culinario debido a su pequeño tamaño (menos de 4 cms.) y su carne sin apenas volumen ni olor. Hemos encontrado “racimos” cercanos al centenar de ejemplares. Una curiosidad de este coprino es que a veces presenta unos granos muy pequeños (parecidos al azúcar “glassé”) que brillan si el sol incide en ellos. No obstante hemos observado este efecto en diferentes zonas, pero en escasas ocasiones.

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Coprinus niveus Sombrero de color blanco níveo, a veces manchado ligeramente por incidencias externas sobre él. Aunque considerado como no comestible debido a su carencia de carne y pequeño tamaño, algunas personas afirman que lo cocinan sin ningún problema. Es un coprino fácil de identificar ya que crece directamente sobre estiércol de vaca (principalmente), aunque también aparece sobre estiércol de caballo (aún existente como “ganadería”) en algunos lugares de la Sierra. La cutícula del sombrero está cubierta de “grumos” blanquecinos. Ante una posible duda de identificación, sus esporas vistas al microscopio muestran un tamaño mucho mayor que en otros coprinus. Aparece tanto en primavera como en otoño, y en veranos húmedos y tormentosos.

Coprinus plicatilis De aspecto menos llamativo y sugerente que el resto de los coprinos aquí descritos. Es de pequeño tamaño (no llega a los 4 cms.) y su sombreo es muy estriado, acampanado pero pronto abierto, notándose en su centro un ligero mamelón de color más oscuro (generalmente marrón) que el resto del carpóforo. Las láminas son desde el principio de color grisáceo y están “pegadas” al sombrero, sin que exista apenas “carne” intermedia, por lo que carece de interés gastronómico. Aparece con más frecuencia en otoño, aunque no es fácil verle debido a su colorido poco llamativo y al hecho de crecer oculto entre las hierbas y vegetales. Lo hemos encontrado frecuentemente junto a Coprinus micaceus. Podría confundirse con otros coprinus similares de pequeño tamaño.

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Coprinus silvaticus Aunque en algunas ocasiones podría confundirse con otros coprinus de pequeño tamaño y características similares (micaceus, plicatilis), una vez visto, no creemos fácil esta confusión debido al aspecto más “atractivo” del silvaticus; el mamelón central de éste resalta mucho más que en los anteriormente mencionados, y desde el principio (cuando el sombrero aún conserva su forma ovoide) puede apreciarse. Además, el silvaticus tarda mucho más en extender su sombrero, y lo normal es encontrarle en su primera fase ya que muchas veces permanece, en estado adulto, con la misma forma incial. El estriamiento de su carpóforo es mucho más fuerte que en el resto de los coprinos y presenta verdaderos “surcos” que le dan un aspecto “esponjoso” y un color generalmente grisáceo-verdoso. Aunque crece normalmente en grupos unidos en su base, hemos encontrado en bastantes ocasiones ejemplares aislados. Entre los coprinus existe una gran variedad de especies, e incluso actualmente se están “desdoblando” algunas que antes se creían la misma, este es el caso del C. fuscescens, antes catalogado junto al atramentarius. El más claro en cuanto a su clasificación es el Coprinus picaceus: de sombrero color marrón oscuro y cubierto de grandes escamas blancas provenientes del velo general que destacan del carpóforo. El pie es completamente blanco y bulboso, además está cubierto de una ligera vellosidad en su base. El olor desagradable -ausente en los demás coprinos aquí descritostambién es un dato determinante para su identificación. Este último coprino propio de frondosas y especialmente de hayedos no ha sido encontrado en nuestra zona de estudio, aunque no descartamos su existencia.

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Cortinarius cinnamomeus “Dermocybe cinnamomea”. De color vistoso y llamativo, sombrero menor de 6 cms. de diámetro presentando una tonalidad pardo-rojiza; a veces con tintes verdosos según el grado de hidratación y humedad ambiental. Sus láminas al principio son rojoamarillentas que se oscurecen después por el efecto de la esporada. El pie es ocre-rojizo y presenta fibrillas más oscuras no apareciendo la mayoría de las veces su anillo, ya que éste es muy fugaz. Poco abundante en la Sierra de Ávila, lo hemos encontrado en dos de los bosques de pinos catalogados. Su carne reacciona con la potasa cambiando a un color rojooscuro. Es un cortinario muy venenoso con tóxicos de efectos parecidos a la orellanina. Podría confundirse con la Dermocybe cinnamomeolutea.

Cortinarius cinnamomeolutea Dermocybe cinnamomeolutea. Su color canela puede ayudar a la identificación. El sombrero, en principio cónico, pasa después, en la madurez a ser -no siempre- ligeramente deprimido. Las láminas de color azafrán es una característica macroscópica evidente. Su pie es de color similar al sombrero en la parte inferior, siendo más claro en la zona superior al anillo muy fugaz. La carne es amarillenta y posee un ligero olor a rábano fresco. Ante la duda, ésta reacciona rápidamente al contacto con potasa, virando a un color rojo oscuro. Típica de pinares, es poco abundante en la zona. Aunque existen dudas sobre su inocuidad y algunos autores la consideran comestible (otros tóxica); su parecido con el “orellanus” es suficiente razón para no consumirla.

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Cortinarius Hinnuleus Su apariencia macroscópia responde al “tipo” básico de los cortinarius: sombrero color marrón oscuro, anillo fugaz y cortináceo cubierto de esporas ferruginosas. Una de las características para identificarlo en el terreno es su largo pie que a veces se encuentra muy enterrado, y presenta un color blanquecino manchado de herrumbre. Su olor (como en la mayoría de los cortinarius), es inapreciable. Esta especie no tiene interés como comestible, y debe sospecharse de cualquier variedad cuyas características sean parecidas a la del mortal Cortinarius orellanus. Las esporas son marrones y en forma de elipse. Vistas al microscopio aparecen muy verrugosas. Abundante (variable de un año a otro) en encinares abulenses; menos frecuente en pinares.

Cortinarius mucosus Es uno de los cortinarius que se reconocen, a veces, a simple vista. Su principal característica macroscópica es su viscosidad desde la base del pie hasta el mamelón del sombrero, lo que hace que éste aparezca cubierto de restos vegetales o granos de arena (ver foto). La cutícula es de color marrónpálido y, como hemos mencionado antes, se encuentra cubierta de restos adheridos a ella. Raras veces supera los 10 cms. de diámetro. El pie es grueso, macizo y blanquecino, muestra un anillo cortináceo teñido de marrón oscuro debido a la esporada. El resto del pie es también “gomoso” y muestra restos vegetales y tierra pegados a él. Propio de zonas de pinares, lo hemos encontrado frecuentemente en los existentes en la zona de estudio.

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Cortinarius praestans Es uno de los cortinarios de mayor tamaño ya que puede tener un diámetro superior a los 25 centímetros (aunque los ejemplares que hemos encontrado en la Sierra de Ávila son más pequeños; probablemente las condiciones meteorológicas, sean determinantes del mismo). También es uno de los cortinarios más fáciles de identificar ya que su sombrero es de tonos mucho más oscuros y brillantes que los cortinarius “tipo”, la cortina aparece muy compacta y visible desde el principio y resalta su color blanco-violeta, del sombrero al que se encuentra adherida. Las láminas tienen esfumaciones violáceas y se “teñirán” de marrón posteriormente por efecto de la esporada. Considerado como buen comestible cuando el sombrero aún no está abierto. Poco abundante en la zona.

Cystoderma amianthinum Fácil de identificar por su sombrero de color pardo-amarillento, de pequeño tamaño (no más de 6 cms.) y de cutícula granulosa-aterciopelada cuyo margen presenta, a veces, restos del velo universal. El anillo en ocasiones desaparece, pero podemos identificar fácilmente el lugar que ocupaba ya que por debajo el pie está cubierto de escamitas pardas, siendo liso en su parte superior. Presenta un olor típico de hongo parecido al moho de las frutas o del pan. Es una especie abundante y frecuente al final del otoño, sobre todo en bosques de pinos. Aunque podría confundirse con otras cystodermas semejantes, como el C. fallax o el C. Charcarias, estos tienen una cutícula menos aterciopelada y el pie algo menos granulado que la anteriormente descrita. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Cystoderma granulosum Una de las diferencias con la especie anterior es “delatada” por su propio nombre ya que las granulaciones de su sombrero son mucho más marcadas que en el Cystoderma amianthinum. Además su cutícula de color rojo-ladrillo les separan claramente. El resto de las características son semejantes: Pie granulado bajo el anillo -fugaz-, olor a moho (algo menos evidente que en el anterior), y esporada blanca. Es menos abundante que el anterior, a pesar de que puede aparecer tanto en suelos de pinos como de frondosas. Podría confundirse con el C. cinnabarinum, de color semejante, pero con sombrero menos granulado y pie también más liso, esta última aunque tampoco es considerada tóxica, queda englobada entre las no comestibles.

Flammulina velutipes Una especie ampliamente distribuida en Ávila es esta flamullina. Su color naranja, llamativo e hidratado le hace ser visible desde lejos y la forma de crecimiento, crespitosa es uno de los motivos por los que no pasa desapercibida. Además de la viscosidad de su sombrero (como característica de identificación), su pie es -en su parte inferior- ampliamente pubescente*, recubierto de una vellosidad de color marrón oscuro. Se trata de una especie comestible de poca calidad, y es un hongo ampliamente adaptado a diversos sustratos. La hemos encontrado sobre troncos de álamos, y en grandes cantidades a primeros de año (incluso sin retirarse las nieves), creciendo directamente sobre los troncos de piornos. Es una especie común y abundante en el lugar.

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Gymnopilus spectabilis Visible desde lejos por su color azafranado, es una seta de carne dura, coriácea con sombrero de un diámetro medio de 8 a 10 centímetros cuya cutícula es agradable al tacto y que con el tiempo se cuartea ligeramente. Sus láminas, también amarillentas, están unidas al pie de forma “subdecurrente” y con la esporada se volverán más ferruginosas. Su carne enrojece ligeramente a la presión y reacciona con el Hidróxido potásico. Es una especie venenosa que contiene sustancias fuertemente sedantes y alucinógenas, pero el propio sabor de su carne (tremendamente amarga), será suficiente garantía para que no se consuma. Poco frecuente en la Sierra de Ávila, aparece en grandes grupos sobre tocones de frondosas. La foto muestra varios ejemplares sobre madera de sauce, en un bosque galería cercano al cerro de Gorría.

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Hygrocybe strangulata Aunque difícil de apreciar debido a su pequeño tamaño (generalmente menos de 1 cm. de diámetro), si observamos el suelo con atención podremos verlo debido a su coloración amarillo-rojiza o naranja. Su cutícula es algo viscosa y ligeramente transparente; el margen se muestra ligeramente estriado al verse las láminas a través del sombrero cuando éste se encuentra muy hidratado. El pie es concoloro con el sombrero aunque pueden encontrarse ejemplares con el pie más oscuro. Su carne es muy escasa y carece de interés culinario. Poco común en la zona estudiada, la hemos encontrado entre el musgo de un encinar orientado al norte. En hábitat similar aparece otro hygrocybe algo mayor: el H. psittacina, de color amarillo-verdoso y aún más campanulado. Común en otoños húmedos.

Hygrophorus agathosmus Aunque generalmente de pequeño tamaño (no superior a los 9 centímetros), pueden encontrarse ejemplares de diámetro mayor. Fácil de identificar por su cutícula de color gris metalizado de consistencia muy viscosa y con el margen bastante enrollado. Sus láminas son anchas, espaciadas y decurrentes; de color blanco, y adquiriendo tonalidades amarillentas al envejecer (esporada blanca). El pie es mucilaginoso como el resto del hongo. La carne es blanca y aromática. Su calidad gastronómica no es destacable. Típica de coníferas, la hemos encontrado en dos de los bosques de pinos mencionados en el libro, aunque no destacamos la existencia en el resto, ya que en años muy lluviosos pudiera aparecer. No es probable la confusión con el H. hypothejus, de láminas amarillas.

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Hygrophorus cossus Aunque es uno de los “higróforos” más abundantes en la zona escrutada, no es muy frecuente, y está irregularmente repartido. A pesar de todo, en los lugares donde aparece lo hace en grupos numerosos. Fácil de catalogar debido a su evidente viscosidad. Color blanco brillante tanto el carpóforo como el pie. Sus láminas muy gruesas y distanciadas (característica de la mayoría de los componentes de esta especie). Esporada blanca. Lo hemos encontrado en grandes cantidades en los encinares de la sierra orientados al norte. Menos abundante en los de la cara sur. Aunque no se cree tóxico, no tiene interés gastronómico. Podría confundirse con otra especie menos abundante en la Sierra, el H. eburneus de olor mucho más fuerte que reacciona con hidróxido de potasio en el pie virando a color naranja.

Hygrophporus russula Aunque en principio podría parecernos una russula debido a su cutícula no viscosa, ésta es fácilmente separable, presenta un color rojizo-vino a rojizo-claro muy difuminados y con tonalidades radiales más blancas en el margen, que está ligeramente enrollado. Sus láminas aunque blancas, pueden estar manchadas de tonalidades rojizas semejantes a las del sombrero. El pie, que es duro y macizo, presenta un color blanco en el terreno, pero al desenterrarlo observamos coloraciones semejantes a las del sombrero en su base. Es una especie comestible de mediocre calidad que puede aparecer al final del otoño o principios del invierno, la hemos encontrado pocas veces en los encinares visitados. Poco abundante. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Hypholoma fasciculare Es una especie cosmopolita en la zona estudiada; la hemos encontrado durante diversas épocas del año sobre pino pinaster, álamo negro, roble melojo, sauce blanco...; siempre sobre raíces o restos enterrados a bastante profundidad. Fácil de identificar debido a su aspecto macroscópio: color rojizo del sombrero más amarillento en los márgenes, crecimiento de manera crespitosa, pie largo, a veces hueco, y amarillento, con tonalidades semejantes a las del sombrero. Láminas amarillo-verdosas, volviéndose algo más oscuras, posteriormente, por la esporada. Especie venenosa que podría causar graves trastornos. Posibilidad de equivocacion con el H. sublateritium, (más propio de frondosas) también encontrado, con coloracion más rojiza y láminas menos verdosas.

Kuehneromyces mutabilis El propio nombre de “mutabilis” define a una de las setas que más variación presenta en el carpóforo, según el grado de hidratación. El sombrero no suele superar los 7 cms. de diámetro, de color canela-claro a naranjacafé (según el grado de humedad del hongo), presentando un mamelón central más oscuro. Sus láminas están bastante juntas y están adnadas* al pie, que suele ser algo curvado y con un anillo muy débil; bajo éste, el pie presenta una granulacion parda (color semejante al sombrero). El olor de su carne es agradable y crece de manera crespitosa sobre tocones de frondosas. Aunque puede aparecer durante el verano, en la zona es difícil encontrarla salvo en otoños lluviosos. La fotografía muestra ejemplares creciendo sobre un tocón de sauce semienterrado.

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Lepista nuda Seguramente sea ésta una de las setas más vistosas y aromáticas. Fácil de identificar debido a su color uniformemente violeta (tanto en el sombrero como en láminas y pie); además su fuerte olor a frutas y la base del pie ligeramente engrosada y con abundante material adherido, son datos básicos para la identificación. Los micólogos poco expertos podrían confundirla con algún cortinario de color semejante si apareciera en el lugar. Es una lepista muy abundante tanto en pinares como en encinares, apareciendo al final del otoño, en grandes cantidades. Esporada rosa-pálida. A pesar de su agradable sabor, para algunas personas es demasiado fuerte y algo viscosa. Para nosotros es sabrosa y no debe mezclarse con otras.

Lepista personata La principal diferencia con la anterior es que su coloración no es totalmente violácea, sino sólo la de su pie. El sombrero de tamaño similar a la Lepista nuda (hasta 15 cms. de diámetro), presenta tonalidades cremas-pálidas. Sus láminas son crema-blanquecinas y adnadas y la esporada rosapálida (semejante a la L. nuda). Es una seta menos extendida que la anterior y con hábitats muy diferentes ya que ésta aparece en prados de hierba y zonas soleadas de los bosques. Excelente comestible, de sabor semejante a la anterior y menos viscosa. La hemos encontrado en praderas de hierba, en grandes cantidades a nivel local; inexistente en otros prados con características semejantes. Irregular distribución.

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Leptoglossum muscigenum Fácil de identificar, pero difícil de localizar ya que es poco frecuente, aunque aparece con abundancia en épocas lluviosas y a nivel local. De pequeño tamaño (generalmente de menos de 1 cm. de diámetro). Su aspecto externo es semejante a a un cantharellus. Si le observamos con detenimiento vemos su carpófaro con líneas circulares más oscuras. Su parte fértil está formada por pliegues anastomados* del mismo color que el sombrero y que forman una prolongación hacia el pie, que es escéntrico y parece formar parte del sombrero. Esporada blanquecina; la hemos encontrado en invierno, entre musgos, en prados degradados; también entre hierba de encinares. Poco abundante; desaparece rápidamente cuando las condiciones ambientales varían con brusquedad.

Macrolepiota procera Visible desde lejos debido a su gran tamaño, ya que supera los 25 cms. de diámetro y con forma característica de paraguas. Su sombrero es al principio ovoide, de color pardo, que se fragmenta en grandes escamas separables con la mano y que desaparecen con el tiempo. El borde del carpóforo aparece, a veces, festoneado con restos del velo universal y algunas escamillas colgantes. Su pie es bastante largo, duro y hueco, presentando un anillo móvil que es una característica básica para su identificación. Su carse es agradable y se trata de un comestible de muy buena calidad, aunque debe comerse con moderación debido a la cantidad de metales pesados que contiene. Podría confundirse con otras lepiotas de gran tamaño como la Macrolepiota Rhacodes (buen comestible) y existente en la zona cuya cutícula muestra unas escamas más grandes y persistentes. Las láminas son blancas pero enrojecen ligeramente a la presión. Su anillo es doble y también libre (podemos desplazarle hacia abajo y arriba sin dificultad). También podría confundirse (sobre todo los poco expertos) con la Macrolepiota excoriata, de menor tamaño, pues rara vez supera los 10 cms. de diámetro. Su sombrero es más blancuzco que las otras macrolepiotas y posee menos escamas adheridas a él. Buen comestible como todas las macrolepiotas. Aunque más difícil de confundir con otras lepiotas venenosas como la Lepiota Cristata, o Lepiota oreadiformis, se han dado casos de confusión, a

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pesar del pequeño tamaño de estas últimas (menos de 6 cms. de diámetro) y no poseen anillo móvil. Los recolectores poco expertos deben tomar la precaución de coger sólo las lepiotas de gran tamaño (más de 10 cms. de diámetro) y que posean anillo móvil. Hay que tener en cuenta que algunas lepiotas pequeñas son muy venenosas, e incluso mortales. Más difícil de confundir con la Lepiota naucina (Leucoagáricus púdicus) encontrada en prados de la zona-, ya que ésta es totalmente blanca o grisblanquecina y posee una base bulbosa. Esta última especie podría confundirse con otras lepiotas pequeñas o con las peligrosas amanitas de color blanco como son la Var. blanca de Phalloides, Amanita verna o Amanita virosa. Aunque más abundantes en zonas pratenses cercanas a pinares, hemos encontrado macrolepiotas en hábitats muy variados como son encinares, prados de hierba, jarales y zonas degradadas cubiertas de piornal y gramíneas. La Macrolepiota. procera es frecuente, y abundante a nivel local.

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Marasmius oreades Es una de las setas más abundantes y comunes que podemos encontrar en la Sierra de Ávila. De tamaño mediano (4 a 6 cms.), sombrero de color crema (marrón claro a ocre) y láminas muy espaciadas y de color blanquecino, ligeramente escotadas*. El pie es muy fibroso y duro; resulta difícil de partir (característica ésta básica para no confundirla con Marasmius collinus), especie tóxica muy semejante a la anterior, pero que se distingue por tener el pie más delgado y se deshilacha a la presión; además sus láminas son más delgadas y la carne tiene un ligero olor a ajo, poco agradable. Marasmius oreades es una seta excelente pudiéndose desecar con facilidad para su consumo posterior. Muy abundante y frecuente en prados, hemos notado fuertes diferencias de coloración según la insolación recibida.

Marasmius quercophilus Buena vista y paciencia deberemos tener para encontrar esta especie, ya que se trata de una de las más pequeñas (menos de 1 centímetro de diámetro). Su sombrero es ligeramente convexo, blanquecino y presenta un mamelón central bastante más oscuro que en resto del carpóforo. Láminas blanquecinas, adnadas. El pie muy fino, es de color más oscuro que el carpóforo. Crece entre la hojarasca y restos vegetales de los bosques de quercus. Nosotros la hemos encontrado entre el musgo de encinares tanto del norte como del sur de la Sierra de Ávila. Carece de interés comestible debido a su pequeño tamaño y a la casi inexistencia de carne en su carpóforo. Especies semejantes son la M. androsaceus (más común en pinares).

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Melanoleuca melaleuca Hongo comestible de escasa calidad debido a la esponjosidad de su carne. Presenta un sombrero con cutícula marrón claro, aunque a veces puede ser más oscura e incluso negruzca en el centro. Sus láminas son escotadas y de color blanco, teniendo, en ocasiones tonalidades amarillas. El pie destaca bajo el sombrero por su color blanquecino. Es una seta cosmopolita, que aparece en diversos hábitats; la hemos encontrado, en otoño, tanto en bosques galería, como de pinares, y en prados de hierba. Ante alguna duda de identificación, una mirada al microscopio nos presentará sus cistidios en forma de huso y con cristales en la parte superior. Podría confundirse con la Melanoleuca brevipies.

Mycena polygramma Es una especie abundante en los bosquetes de robles y encinas. De unos 3 cms. de diámetro, su sombrero presenta una coloración marrón oscura aclarándose hacia los bordes, y que cambia de tonalidad según el grado de humedad y la temperatura ambiental, ya que hemos observado que con las heladas se oscurece aún más su cutícula. A pesar de su pequeño tamaño, es una seta muy vistosa ya que sus láminas blancas resaltan de entre el resto del hongo más oscuro. Su pie, en la variedad tipo, está rayado longitudinalmente, y es liso y largo. Aunque esta especie posee un olor agradable, no es considerada comestible. La hemos hallado tanto en encinares como en robledales (menos abundante en este último hábitat)

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Mycena seynii Aunque no es muy frecuente en la zona escrutada, puede ser abundante a nivel local en épocas lluviosas. Su sombrero suele ser menor de 4 cms. de diámetro y la mayoría de las veces se presenta ligeramente campanulado; la cutícula es de color rosada y varía de tonalidad según la hidratación del hongo. El pie es más claro que el sombrero y generalmente algo curvado en la base (según la inclinación del sustrato). Es una seta fácil de identificar debido a que crece directamente de las piñas caídas al suelo. Su carne es muy escasa debido a su tamaño, y es considerada no comestible. La hemos encontrado sólamente en tres de los pinares recorridos, pero seguramente aparezca en alguno más de los existentes en la zona escrutada para nuestro libro.

Panaeolus campanulatus En general los panaeolus son abundantes en la zona estudiada ya que, como hemos comentado, el abonado natural a base de estiércol de herbívoros es una práctica común y, precisamente los panaeolus se nutren de éste. Posee un aspecto llamativo y vistoso si le comparamos con el Panaeolus rickenii (también encontrado), ya que el último es de color uniformemente oscuro tanto en el sombrero como en el pie y láminas -con arista blanquecina-. El sombrero del campanulatus es de color gris-blanquecino, cuarteado en tiempo seco y mostrando el margen irregular con restos en formas de flecos. No tiene olor apreciable. Es una seta venenosa debido a la psilocina y psilocibina que contiene. Abundante y frecuente en hábitas nitrogenados.

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Phaeomarasmius erinaceus También conocido como Pholiota erinacea. Es un hongo de pequeño tamaño (menos de 2 cms. de diámetro) y difícil de confundir con otra seta debido a sus especiales características macroscópicas como el poseer una cutícula erizada de escamas marrones que en su parte superior presentan una “harinosidad” si la observamos con una lente de aumento. El pie es amarillento (como las láminas en estado fresco), y éste posee también gran número de escamas como las del sombrero. Típica de zonas umbrías y poco abundante en la zona de estudio, la hemos encontrado sobre ramas (muertas) de espino blanco y Populus Sp. No posee valor culinario debido a su pequeño tamaño y su fácil deshidratación. Sin olor apreciable.

Pholiota destruens Hongo común y abundante en la Sierra abulense ayudado por el hombre en su distribución urbana en las podas mal efectuadas sobre árboles ornamentales y de sombra (principalmente chopos), ya que las esporas penetran por los cortes hechos en las ramas si éstos no se cubren con fungicida o masilla para podas. Fácil de identificar debido al tipo de árbol sobre el que aparece ya su característica macroscópica: sombrero grande (puede llegar a 20 cms.) marrón-rojizo con numerosos agrietamientos en forma de escamas, más oscuras en el centro. Aunque es considerada comestible, sólo los ejemplares jóvenes son aptos para este fin, ya que las setas muy grandes resultan difíciles de digerir. Es conveniente desechar el agua de la cocción. Común y abundante en primavera y otoño. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Pholiota flavida Visible desde lejos ya que es una de las pholiotas más llamativas encontradas en la zona de estudio. Su color amarillo-limón o ligeramente anaranjado la hace ser fácilmente localizable. Es característico su crecimiento agrupado saliendo en “racimos”, y su anillo cortiniforme es evidente cuando la seta es aún joven, ya que al madurar desaparece. Su carne es amarilla y desprende un desagradable olor que no aconseja su consumo. Es poco frecuente en la Sierra de Ávila. Hemos encontrado ejemplares sobre tocón de pino de repoblación (crece sobre restos leñosos de coníferas). A simple vista podría confundirse con el hypholoma sublateritium, pero éste tiene las láminas gris-verdosas, en la pholiota son ferruginosas cuando maduran las esporas.

Pholiota Gummosa Es una especie muy poco fiel en cuanto a su aparición, ya que puede estar varios años sin mostrar actividad y de repente crecer en gran número en un lugar donde hacía años que no la encontrábamos. El sombrero raras veces supera los 6 centímetros de diámetro, aunque es fácil encontrar algun ejemplar superior entre los muchos que forman los racimos que forman al crecer. Su cutícula es blanquecinacremosa, algo más oscura en el centro y cubierta de finas y pequeñas escamillas que desaparecen con el tiempo. Su pie es muy largo y suele partir desde restos leñosos muy enterrados, por lo que da la impresión de que sale directamente del suelo y no de restos leñosos enterrados. Encontrada sobre madera de chopo muy enterrada.

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Pleurotus eryngii La seta más conocida y buscada en la sierra es este pleurotus (seta de cardo); crece asociada a las raíces de diversas umbelíferas, pero sobre todo del eryngium campestre (cardo corredor). Es un hongo considerado muy sabroso y digestivo; no en vano se organizan verdaderas romerías para su búsqueda llegando a límites exagerados en las zonas muy conocidas por los buscadores y no dejando apenas que el hongo desarrolle su sombrero. Abundante a nivel local, pero irregularmente repartida en la zona de estudio. Ausente en muchos terrenos. También podemos hallar (menos abundante) la variedad ferulae de sombrero más claro que la anterior y menos exigente en cuanto a la umbelífera asociada. Igualmente excelente comestible y apta para desecar.

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Pleurotus ostreatus Es otro de los hongos más comunes en la zona aunque en clara regresión ya que al ser lignícola necesita los bosques galería (principalmente) para sobrevivir y la tendencia, hasta ahora es, como norma, cortarlos. Esta seta es una de las más fáciles de cultivar y se utiliza a nivel industrial (podemos verla a la venta en las fruterías). Existe una gran variedad de tonalidad en los sombreros, desde el color grisáceo al café con leche o marrón oscuro. Considerada como buen comestible, pero algo más dura que el Pleurotus eryngii. Muy común y abundante en frondosas, la hemos encontrado sobre chopos, negrillos y retama de escobas (encontrado un ejemplar de 40 cms. de diámetro en un tocón de retama). También la hemos visto crecer sobre las juntas de dilatación (de madera de chopo) que se colocan en el suelo de las calles cementadas para evitar que el suelo se cuartee (Chamartín 1998). Su crecimiento en racimos, el gran tamaño, hábitat lignícola (frondosas) y sus láminas blancas y pie excéntrico le hacen ser fácilmente identificable en su hábitat, aunque una vez cortada puede ser confundida,a simple vista, con la seta de cardo, sobre todo los ejemplares jóvenes. Puede aparecer durante todo el año, pero en la zona de estudio la encontramos principalmente en inviernos suaves, debido al escaso índice de precipitaciones anuales. Durante esta estación del año la seta es capaz de detener su proceso de crecimiento durante las heladas moderadas, para continuar después, cuando el clima es más propicio. Resulta un excelente comestible sobre todo a la plancha (ver gastronomía), pues su aroma es muy agradable y presenta abundante carne. Debido a que crecen ejemplares unidos en la base, uno de estos racimos puede alcanzar, fácilmente, más de 4 kg. de peso. Su cultivo artificial se hace sobre pacas de paja y serrín.

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Pluteus atromarginatus La cutícula marrón oscura de su sombrero marrón-oscura a negruzca con fibrillas radiales le distingue claramente de otro pluteus existente en la zona Pluteus cervinus, mucho más claro que el anterior y, además, crece sobre restos de caducifolios. El hábitat típico del Pluteus atromarginatus son los tocones de coníferas (sobre todo encontrado en pino pinaster). El diámetro de su carpóforo suele ser de 9 a 10 cms.. Sus láminas son libres, de color blanco que pudieran teñirse ligeramente por efectos de la esporada (rosa), y forman un “hoyo” alrededor del pie, que es frágil, blanquecino y a veces con ligera pubescencia. Aunque es comestible, su calidad es mediocre.

Psilocybe semilanceata Aunque es una especie minúscula, su forma de crecer en racimos y el mamelón central que siempre permanece, hacen que sea llamativa y atraiga sobre ella la mirada del micólogo. El diámetro del carpóforo rara vez supera el centímetro, y su altura pocas veces es mayor de 2,5 cms. Su color pajizo, a veces se torna más oscuro si existe humedad ambiental. Las láminas son primero blancas o cremas, cambiando por efecto de la esporada a un color grisvioláceo. El pie es muy fino y con tonalidades semejantes al sombrero. Al principio macizo y después hueco. Es una especie que contiene psilocibina (un fuerte alucinógeno). Aparece en áreas de montaña; en la zona de estudio la hemos encontrado pocas veces (en robledales).

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Stropharia coronilla Presenta una cutícula de color amarillento-anaranjado, aunque si se encuentra muy hidratada o las heladas hacen acto de presencia, puede variar ligeramente. Al principio el sombrero se presenta globoso, pero pronto se abre permaneciendo el margen del mismo curvado hacia el pie. Sus láminas son grisáceas en principio, cambiando a violetas por efecto de la esporada. El pie es corto y blanquecino, con un anillo membranoso que suele aparecer manchado en la parte superior por la esporada del hongo. Su carne es blanca con ligeras esfumaciones amarillas. Aunque no es considerada tóxica, carece de valor culinario. La hemos encontrado en prados asociados a diferentes ecosistemas locales.

Stropharia semiglobata El propio nombre científico define la forma de su carpóforo semiesférico y nunca aplanado. Su cutícula es muy viscosa de color crema-blanquecino, aunque se observan diferencias apreciables de coloración según la insolación y el estado de desarrollo del hongo. El pie es cilíndrico y duro, presentando también una viscosidad apreciable si existe humedad ambiental. Es un hongo ampliamente distribuido debido a su hábitat coprófilo, y le hemos encontrado en abundancia tanto en prados abonados, como en bosques de pinos, encinares y robledales (frecuentados todos ellos por ganado vacuno en la Sierra de Ávila). No posee valor culinario y es una especie fácil de identificar a simple vista.

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Tricholoma imbricatum Es un tricholoma común en los bosques de coníferas serranos y aparece, generalmente en el otoño. No suele superar los 10 cms. de diámetro. La cutícula es de color marrón cubierta de finas escamas más oscuras que le dan un aspecto afelpado. El margen puede aparecer ligeramente estriado. Láminas adherentes blancas. El pie más claro que el sombrero y también cubierto (más ligeramente) de pequeñas escamas rojizas. La carne blanca y con un ligero olor a harina recién molida. Es común, aunque no muy abundante en la zona mencionada en este libro. Podría confundirse con el Tricholoma vaccinum, muy parecido pero más rojizo que éste. Ambos son comestibles de mediocre calidad y típicos de bosques de pinares.

Tricholoma rutilans Vistoso y llamativo desde lejos, destaca su carpóforo de color amarillo rojizo al rojo-ladrillo. A veces su cutícula es amarilla donde resaltan muchos puntitos de color rojo ladrillo. Generalmente tienen el margen del sombrero más fino y algo enrollado hacia el pie. Sus láminas, muy vistosas, son amarillo cromo y se adhieren al pie de color semejante al sombrero que es cilíndrico, elástico y fibroso. Aunque es considerado comestible, su mediocre calidad desaconseja su consumo. Es común y lignícola de coníferas. Algún buscador podría confundirlo con el Tricholoma auratum o con el flavovirens (considerado comestible, pero sobre el cual existen dudas a raíz de algunas muertes producidas en Francia), pero éste presenta sombrero oliváceo y láminas escotadas o libres. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Tricholoma sejunctum Aunque más variable que la anterior, en cuanto a la elección de hábitat, en la zona de estudio la hemos encontrado con menor frecuencia. Posee un sombrero de 6 a 14 cms.; convexo y con un pequeño mamelón central (no siempre apreciable). Su cutícula cuando está seca brilla notablemente y muestra fibrillas de color marrón. Sus láminas son escotadas y espaciadas, pudiendo mostrar esfumaciones amarillentas. El pie se muestra cilíndrico y robusto, pudiendo mostrar algunas fibrillas del mismo color que el sombrero. Puede aparecer tanto en coníferas como en frondosas desde principios de otoño. No es considerada comestible debido al amargor de su carne, no obstante tampoco se la considera tóxica, pero podría causar trastornos gastrointestinales.

Tricholoma terreum Es una especie abundante en los bosquetes de pinos de la Sierra de Avila. Posee un sombrero de unos 6 cms. de diámetro, ligeramente escamoso y de color gris variable, siendo en el centro más oscuro. Las láminas son grisáceas y espaciadas. Especie común que aparece principalmente en otoño y a principios del invierno; puede ser muy abundante a nivel local si las lluvias son propicias. Aunque es considerada como un buen comestible, podría confundirse con otros tricholomas de color semejante y peligrosos como el Tricholoma pardinum (no encontrado en nuestros muestreos), algo más grande que el anterior y con escamas más gruesas y evidentes que el terreum. Aunque no es venenoso podría causar trastornos intestinales.

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RUSSULALES Lactarius contoversus Es uno de los lactarios más grandes ya que puede llegar a tener más de 30 centímetros de diámetro. Su carpóforo es blanquecino y algo convexo; a veces su superficie presenta esfumaciones rosáceas sobre todo en el centro; no es extraño encontrarle con restos de tierra adheridos al sombrero. Su carne es muy compacta y frágil y presente un olor a manzana; si masticamos un trocito de ésta, al principio parece no saber a nada, pero al instante un fuerte picor invadirá nuesto paladar; este hecho hace considerar no comestible a esta especie, aunque algunas personas la consumen sin problemas. Hemos encontrado esta seta frecuentemente en grupos numerosos asociados a todo tipo de chopos, incluso en los arcenes de las carreteras.

Lactarius deliciosus Junto con la Seta de cardo, esta especie es una de las más conocidas en la provincia, aunque en la Zona estudiada no es muy frecuente pero sí abundante en alguno de los bosquecillos a nivel local, y con irregular distribución. El carpóforo puede tener más de 12 centímetros de diámetro, aunque lo normal es que no llegue a los 7; su cutícula es anaranjada, al igual que sus láminas que desprenden un látex rojizo que toma coloración verdosa al contacto con el aire. Olor agradable. Aparece en bosques de coníferas. Hemos observado confusiones, entre los buscadores, con otros lactarios, pero la única peligrosa sería con el L. torminosus (uno de los pocos venenosos) que presenta sombrero “flecoso” y látex blanco inmutable; más difícil de confundir con el L. Chrysorrheus, con látex que se torna amarillo.

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Russula amoenicolor Una especie muy llamativa y poco abundante en la Sierra de Ávila. Su carpóforo puede llegar a los 10 centímetros y tiene la cutícula separable con tonos violáceos o púrpuras (a veces puede presentar tonalidades marrones). Sus láminas son blancas (a veces algo cremosas). El pie es grueso y blanco, atenuándose algo en la base. La esporada es cremosa y vistas al microscopio se presentan verrugosas y elipsoidales. Aunque esta especie puede aparecer tanto en bosques de coníferas como de planifolios, la hemos encontrado sólo en encinares (no descartamos su aparición en otros hábitats). Otra especie semejante es la Russula amonea que presenta el pie con esfumaciones rosáceas (también comestible).

Russula atropurpurea Es una de las russulas más comunes en la zona. Aparece abundantemente en los bosques galerías (de frondosas). El sombrero no supera los 12 cms. Es plano o ligeramente convexo y su cutícula de color rojo carmín más oscura en el centro. Sus láminas son apretadas y adnadas al pie que es duro (friable como la carne de todas las russulas), y blanco (a veces presenta esfumaciones rosas, muy ligeras). La hemos encontrado en grupos numerosos en la Sierra. Se la considera no comestible por su fuerte sabor (la “norma” general de las russulas es que son comestibles las que tienen sabor dulce). Su carne reacciona lentamente con la resorcina pasando de una variación rosácea al instante, al negro tras unas horas.

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Russula delica Es ésta otra de las russulas abundantes en la zona de estudio, ya que aparece tanto en los bosques de coníferas como de caducifolios, semienterrada entre la hojarasca. El sombrero es bastante grande (puede llegar a los 20 centímetros). Aunque en principio la cutícula es blanca, seca y brillante, rápidamente se mancha de color marrón; además, la mayoría de las veces aparece con restos de tierra y hojarasca adheridas al sombrero. El pie es cilíndrico, hueco y duro. El olor de esta seta es agradable cuando está fresca, pero al envejecer huele a pescado podrido. El sabor de esta especie es dulce nada más probarla, pero pronto pasa a un picor intenso. Aunque es considerada comestible, es de mediocre calidad. Abundante y frecuente.

Russula torulosa Es una especie común en la Sierra, pero menos frecuente que la anterior. El sombrero presenta un color rojo oscuro semejante a la Russula atropurpurea, pero ésta tiene el pie blanco, a diferencia de la torulosa que tiene el pie violáceo. Las láminas son bastante apretadas y adnadas. Color cremoso o blanquecino. Su carne es blanca (a veces grisácea), y desprende un aroma agradable que recuerda a las manzanas frescas. Podría confundirse con la Russula sardonia que es muy semejante, pero ésta reacciona con el amoniaco, mientras que la Torulosa lo hace (lentamente) con el guayaco. Una especie común en los pinares de la Sierra de Ávila. Algunos años más abundante que otros. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Russula urens De sombrero mediano (no supera los 10 cms.) al principio convexo, pero pronto se extiende y muestra el borde estriado al envejecer. Aunque la cutícula es muy variable en cuanto a colorido se refiere, generalmente es marrón-amarillento, aunque se podrían encontrar especies muy dispares, que pueden dar lugar a confusión en la identificación. Sus láminas son amarillentas y la esporada ocre. El pie, aunque macizo en principio, con la edad se vuelve hueco y rugoso. Es una especie típica de bosques caducifolios. La hemos encontrado en encinares. No comestible por su fuerte sabor (sin olor apreciable), su carne reacciona ligeramente al contacto con el gayac*.

BOLETALES Boletus auranticus (Krombholzia aurantica Leccinum auranticum). Es éste uno de los boletos más vistosos y llamativos encontrados en la Sierra. El sombrero puede superar los 20 centímetros. Y los ejemplares encontrados superaban todos los 15 cms. de diámetro. El sombrero (de color anaranjado o rojizo), aparece en principio pegado completamente al pie; al desarrollarse, alcanzará gran tamaño y será visible desde lejos. Su pie es bastante largo (más de 20 cms. de alto) repleto de granulaciones rojizas que pasan con el tiempo al color negruzco y que forman un retículo evidente y destacado. La carne es blanca y se tiñe de gris-rojizo al corte. Es poco común en la zona, pero muy constante en su aparición en los lugares donde lo hace. Comestible mediocre.

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Boletus duriusculum (Krombholziella duriuscula - Leccinum duriusculum). -Este curioso leccinum es de menor tamaño que el anteriormente mencionado; generalmente presenta un sombrero (10-14 cms. de diámetro) de color pardo oscuro, aunque a veces aparece con el carpóforo profundamente agrietado (algunos le consideran una subespecie) -foto-. Los tubos son pequeños blanquecinos o grisáceos; en los ejemplares encontrados desbordaban el borde del sombrero. El pie blanquecino y cubierto de escamas grisáceas; su carne, de color blanco, es muy firme y compacta y reacciona al corte virando ligeramente a rosa, para pasar, posteriormente a grisácea. Poco abundante pero común bajo álamos. Hemos encontrado ejemplares de 16 cms. de diámetro.

Boletus edulis La aparición de este boleto en la Sierra de Ávila puede considerarse casi anecdótica, ya que sólo le hemos encontrado dos veces en un bosque mixto de pinar-robledal. El sombrero puede llegar a 30 cms. de diámetro, aunque los escasos ejemplares encontrados en la zona de estudio eran de menor tamaño (8-12 cms.). De color marrón-castaño y, generalmente con el borde algo más claro. Sus tubos son largos y fáciles de separar del sombrero. El pie es -generalmente- grueso y ligeramente reticulado en la parte superior. Es un excelente comestible. Podría con-fundirse con otros boletos de gran calidad como son el aestivalis (encontrado en la zona), y típico de primavera, el aéreus y el pinícola. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Boletus hemichrysus (Pulveroboletus hemichrysus).- Es un boleto desconcertante ya que crece directamente sobre la madera (característica ésta, extraña en los boletos). De pequeño tamaño (no más de 10 cms. de diámetro), el color puede variar del amarillo al ocre; cutícula ligeramente pubescente y el borde enrollado hacia el pie. El pie es de color similar al sombrero (en ocasiones algo más claro), y ligeramente radicante según el sustrato donde crezca. La carne amarillenta, azulea -no siempre- ligeramente al corte (sobre todo en el extremo del pie). Está considerado como el único boleto lignícola de Europa (Mendaza); citado también por Cetto y R. Lotina. Lo hemos encontrado en dos ocasiones sobre serrín de coníferas en un tronco hueco de pino pinaster. Muy escaso

Pulveroboletus lignicola Algunos autores consideran a esta especie una variedad de la anterior, de la que se diferencia, sobre todo por su mayor tamaño (puede llegar a más de 20 centímetros de diámetro). Además el sombrero puede aparecer agrietado en tiempo seco y su cutícula es más fina y separable que el anteriormente mencionado. Ambas especies pueden considerarse muy raras, y su aparición en la Sierra de Ávila muy escasa y poco frecuente, ya que encontramos al P. lignícola en una sola ocasión naciendo directamente sobre un tocón de pino de repoblación (foto). Considerado como comestible, no hemos podido constatar su calidad ya que ante la escasez de esta especie decidimos dejarla en el lugar donde la encontramos.

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Boletus rufescens Es un boleto muy llamativo y semejante al anaranjado (ya mencionado en el libro), pero el color de su carpóforo -como su nombre indica-, es mucho más rojo que el anterior. Otra característica para su diferenciación es que la cutícula del sombrero suele desbordar el mismo cuando es joven, pero al desarrollarse los tubos hacen retroceder ésta. Los tubos son grisáceos y el pie es largo y blanquecino cubierto de poros que desde el principio son pardos o negruzcos, mientras que en el Boletus auranticus en principio son blancos. Además su carne azulea y oscurece con más rapidez que el anterior. Generalmente este boleto es más fiel en su aparición que otros de la misma especie; así si hemos encontrado un lugar donde crecen, aparecerán un año tras otro si las condiciones meteorológicas no son muy adversas. Hemos observado en un pequeño bosque de álamos un desarrollo extraño de esta krombholzia tardando más de 15 días en desarrollarse completamente, cuando lo normal es que esto ocurra en poco más de 4 días. Esta seta está considerada como comestible, pero de poca calidad ya que su carne ennegrece durante la cocción. Durante la elaboración de este libro encontramos esta especie durante varios años en un bosque galería de Populus, sp. desde el verano hasta finales de otoño, junto a otros boletos. Estamos ante una especie muy semejante al L. versipellis que tiene las escamas del pie totalmente negras (casi todas las Krombholzias tienen características muy semejantes). Más abundante bajo los abedules, aparece también en los suelos de alamedas. Poco común pero abundante a nivel local.

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Boletus torosus Es un boleto escaso en la Sierra de Avila. El sombrero puede variar de 6 a 19 cms. de diámetro; generalmente es globoso. El color varía según el grado de desarrollo del hongo. En principio es amarillo, posteriormente ocre o marrón rojizo salpicado de manchas azules producidas por el rozamiento de los vegetales de alrededor. En ocasiones pudiera presentar la cutícula de color rojizo semejando, desde lejos, al Boletus regius (excelente comestible existente en la zona), pero al acercarnos queda clara su diferencia. La característica más destacable de este boleto es que azulea instantáneamente tanto a la presión como al corte. Aparece ya desde el verano en los bosques de frondosas. Encontrada en la Sierra en un melojar. Tóxica en crudo.

Suillus granulatus Es un boleto muy visible desde lejos debido a que, generalmente crece en grandes grupos y su sombrero alcanza un tamaño considerable (unos 12 cms. de diámetro). El color de la cutícula es algo variable pero presenta como norma, tonalidades marrones o pardo-amarillentas. La carne es blanca, compacta e inmutable al corte y sus tubos son cortos y amarillentos y cuando la seta es muy joven pueden segregar gotitas de látex blanco. El pie (amarillento) presenta unas granulaciones rojizas que se oscurecen cuando la seta adquiere más desarrollo (característica ésta para su identificación). Muy semejante es el Suillus luteus (abundante en la Sierra), pero éste presenta un anillo evidente y cutícula más oscura. Abundantes los dos.

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Xerocomus badius El sombrero de este boleto puede llegar a medir más de 15 cms. de diámetro, siendo primero semiesférico (de joven), para llegar a extenderse ampliamente. Su cutícula tiene un bonito color castaño (en ocasiones marrón oscuro) que puede volverse viscosa si la humedad ambiental es muy abundante. En tiempo seco puede agrietarse ligeramente. Su carne es generalmente blanca y azulea muy poco al corte (según el grado de hidratación del hongo). La fotografía muestra un fuerte azuleamiento en la zona más humedecida de la seta . Aparece generalmente en bosques de coníferas, aunque puede encontrarse en otro tipo de hábitats. Lo hemos encontrado pocas veces en un bosque mixto de pinar-encinar. Es buen comestible semejante en calidad al B. Edulis.

Xerocumus chrysenteron Es el boleto más abundante en los encinares de la Sierra de Ávila. Su sombrero no supera generalmente los 9 centímetros (aunque hemos encontrado ejemplares de mayor diámetro). El color es pardo u oliváceo, bastante cuarteado en tiempo seco dejándose ver bajo su cutícula (entre las grietas) la carne rojiza. Su pie es cilíndrico y poblado de granulaciones rojizas sobre fondo amarillo (este color es más visible en la parte donde se une al sombrero). La cane es blanda, amarillenta y reacciona al corte virando al color rojizo en las heridas superficiales y al azul en los cortes profundos. Aunque es considerado comestible, su carne esponjosa es de muy poca calidad. Abundante y frecuente.

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Xerocomus ferrugineus El sombrero puede superar los 12 centímetros de diámetro, su cutícula es marrónrojiza bastante oscura y ligeramente pubescente y difícil de separar de la carne. Cuando la seta es vieja se cuartea de forma semejante al X. chrysenteron dejando ver esfumaciones rojizas en su carne. Tubos finos y largos que azulean ligeramente a la presión. El pie es de color más claro que el sombrero, pero con tonalidades semejantes. Esporada marrón-verdosa. Puede aparecer tanto en bosques de coníferas como en planifolios. Le hemos encontrado, hasta ahora, sólo en encinares. Es un hongo comestible de poca calidad, pero algo mejor que el chrysenteron. Poco abundante.

Xerocomus subtomentosus De tamaño algo menor que los anteriormente mencionados; aunque su color es muy variable (marrón, oliváceo...), lo más evidente es su cutícula fuertemente aterciopelada que se resquebraja con el tiempo (característica muy común entre los xerocomus). Los tubos son largos y amarillos con poros amplios. Esporada amarilla. El pie de un color más claro que el sombrero y con tonalidades rojizas; puede presentar una ligera retícula. No azulea al corte o lo hace muy levemente. El olor es agradable y tiene buen sabor. Para nosotros su calidad gastronómica (aunque mediocre), destaca de entre los otros xerocomus. Abundante en robledales de la zona estudiada. Semejante al chrysenteron (con manchas rojizas en las grietas).

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Paxillus involutus Es un hongo muy peligroso que aparece con frecuencia en nuestra Sierra. El sombrero (con el borde enrrollado hacia dentro) puede llegar a los 14 cms. de diámetro, aunque lo normal es encontrar ejemplares de menor tamaño. La cutícula es marrón a veces, con tonalidades verdosas. Sus láminas son cremosas y se manchan de un color rojo oscuro o pardo a la presión de los dedos. El pie del mismo color que el sombrero (puede ser más claro), también reacciona a la presión de manera semejante que el resto de la seta. Las esporas son color hierro oxidado. Muy abundante en la Sierra de Ávila. Esta especie hace años se creyó comestible, pero posteriormente se ha demostrado que tiene un peligroso veneno acumulativo.

HETEROBASIDIOMYCETES Auricularia mesenterica Es la auricularia más abundante en la Sierra de Ávila. Su carpóforo es irregular y muestra un diámetro muy variable (de 5 a 13 cms.). El sombrero tiene, generalmente, forma de mesa y está adherido al sustrato por un lateral careciendo, por tanto, de pie. El color es gris ceniciento en la parte superior, zonado y con una ligera pubescencia semejante al terciopelo. La cara inferior muestra profundos pliegues y un color mucho más oscuro ennegreciéndose más aún cuando la humedad es escasa. Aunque no es frecuente en la zona, sí es abundante a nivel local pudiendo colonizar por completo el sustrato sobre el que vive. No es comestible. Podría confundirse con la Auricularia judiae (comestible).

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Exidia glandulosa Este hongo forma una masa compacta y gelatinosa en la que se evidencian los carpóforos pegados unos a otros... Puede llegar a formar masas de 25 cms. de ancho. La parte superior es donde se producen las esporas y presenta un color negro muy brillante y con abundantes pliegues. En su parte inferior presenta un color menos oscuro (a veces con tonos marrones). Esta especie puede aparecer tanto en primavera como en otoño; sobre todo en años lluviosos. Típica de bosques caducifolios, lo hemos encontrado sobre restos de roble melojo y diversas ramas de álamos. Poco frecuente y de escasa abundancia donde aparece. Sin valor culinario, podría confundirse con un ascomiceto semejante Bulgaria inquinans, que tizna de negro al tocarlo.

Exidia saccharina Semejante en estructura macroscópica a la anterior presenta plegamientos más profundos y muestra algunas papilas visibles (a veces muy abundantes). El color es marrón tabaco (aunque puede presentar diversas tonalidades). La principal diferencia, además del colorido, es que aparece sobre restos de coníferas, suficiente dato para evitar confusiones con otras especies semejantes. Encontrada en bosques de pino pinaster. Carece de interés gastronómico. Poco frecuente en la Sierra de Ávila y muy irregular en cuanto a su aparición se refiere, ya que hemos notado diferencias variables de unos años a otros con lluvias, humedad relativa y temperaturas semejantes.

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Exidia thuretiana El aspecto macroscópico es una masa blanquecina, pastosa y cerebriforme, de consistencia gelatinosa. Al acercarnos se observan sus carpóforos de forma globosa muy unidos entre sí. El color blanco del hongo puede tener tonalidades grisáceas o azuladas. Aunque es una especie muy común y abundante en los bosques húmedos, en la Sierra de Ávila la hemos encontrado pocas veces y siempre en bosques galerías de álamos. No tiene ningún interés culinario ya que el propio aspecto macroscópico hace a este hongo poco atractivo para la mesa; además su viscosidad y pequeño tamaño son motivos suficientes para desecharle.

Tremella mesenterica Como todas las tremellas su aspecto es gelatinoso y forma una masa plana, muy cerebriforme con abundantes pliegues generalmente redondeados. Lo más llamativo es su color muy vivo que puede variar del amarillo al naranja (butano). Sus esporas vistas al microscopio son globosas o en forma de huevo. No suele alcanzar el tamaño de otras tremellas, ya que generalmente no supera los 10 cms. Aparece sobre sustratos leñosos de frondosas. En la zona estudiada es poco común y la hemos encontrado varias veces sobre madera de chopo y también de negrillo consumido por la grafiosis (foto). Debido a su color llamativo, no creemos que pueda confundirse con otras especies de ese género. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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APHYLLOPHORALES Clavulina cristata Aunque de pequeño tamaño (de 3 a 5 cms. de altura), esta especie es bastante llamativa debido a su color blanco que resalta del suelo, aunque la mayoría de las veces se encuentra semienterrada. La parte aérea del hongo está constituida por una maraña de ramificaciones en forma de coral que disminuyen a medida que se acercan al pie que es casi inapreciable, ya que se divide muy pronto formando el aspecto característico de las ramarias. El olor de esta seta es apreciable (típico olor fúngico) y su espora blanquecina. El microscopio nos muestra basidios bispóricos, aunque puede aparecer tanto en caducifolios como en coníferas, sólo la hemos encontrado en dos pinares de la Sierra.

Clavaria vermiforme Pueden considerarse a estas clavarias como las menos especializadas entre los basidiomicetos, ya que prácticamente son estructuras macizas que surgen directamente del micelio. El inconveniente de las clavarias es que los basidios no están protegidos por un sombrero (como en otros hongos de esta especie), y con la más ligera humedad se pegan las esporas y no pueden ser expulsadas al aire. A veces vemos a las clavarias vermiformes que no crecen en vertical como el resto de los hongos, sino que presentan una ligera inclinación de varios grados; probablemente sea ésta una especializacion para evitar que sus basidios queden excesivamente expuestos a las inclemencias ambientales. Esta especie es abundante sobre restos leñosos. Común.

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Coltricia perennis Es un hongo en forma circular de color marrón con una ligerta vellosidad que nos recuerda al terciopelo. Está fuertemente marcado por círculos concéntricos más oscuros; en el borde se forma un círculo mucho más claro que los anteriores y que resalta del resto de la seta. El diámetro es generalmente pequeño (4 cms.), pero puede llegar a medir 9 o 10. Los poros son muy pequeños y la esporada amarillenta. Típica de bosques degradados, la hemos encontrado en pocas ocasiones en la zona estudiada. Su carne reacciona a la potasa produciéndose un fuerte ennegrecimiento. Poco común en la Sierra de Ávila. No posee interés como hongo comestible y creemos difícil su confusión con otros.

Fistulina hepatica Este curioso hongo comestible es uno de los más conocidos desde la antigüedad, aunque en la zona de estudio hemos comprobado que no se consume y en general, ni se conoce. Es probable que la poca abundancia del mismo (unido a la tradición micófoba ya mencionada), sea determinante en cuanto al uso como seta consumible. Presenta un aspecto de lengua o hígado con un pie pequeño y unido al carpóforo; robusto, duro y del mismo color que la parte fértil de la seta; siendo el sombrero más oscuro y a veces ligeramente granulado. Vive sobre troncos de robles y castaños. Segrega un líquido rojizo (no siempre) al corte y a la presión. Poco abundante debido a la ausencia de hábitats propicios.

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Fomes fomentarius Es un hongo típico de los bosques galería que podemos encontrar, con cierta abundancia, en los arroyos y riachuelos de la Sierra de Ávila, aunque sufre una regresión generalizada debido a la pérdida de cubierta vegetal (sobre todo a nivel local) ya que en algunos lugares se eliminan este tipo de bosquetes con una clara e inexplicable “manía” hacia los árboles. Carpóforo bastante grande (3040 cms.) en forma de casco de caballo, zonado, duro y coriáceo. Esporada amarilla. Se trata de un hongo parásito utilizado en algunos pueblos como combustible debido a que arde lentamente. Abundante en todo tipo de árboles. Queda unido al árbol de tal manera que es imposible separarlo sin desgarrar parte de la corteza.

Ganoderma applanatum Está considerado junto con la Langermania gigantea, como el ser vivo con mayor capacidad de reproducción, ya que puede producir varios millones de esporas. Es el más grande de los ganodermas; en ocasiones llega a medir 50 centímetros de diámetro; su forma es semicircular y su coloración es muy variable al encontrarse, a veces, cubierta de algas (en lugares húmedos), e incluso cambiar según las condiciones climatológicas. El ejemplar fotografiado mide 43 cms. de diámetro y muestra la esporada que cubre por completo el suelo bajo él. No comestible por coriáceo, es poco abundante en la Sierra de Avila debido a la escasez de caducifolios (su hábitat preferido). Poco frecuente.

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Ganoderma Lucidum El más vistoso de los ganodermas también hace aparición en la zona estudiada. La coloración de su carpóforo le hace fácilmente diferenciable de otros hongos ya que va del amarillo anaranjado al rojo cinabrio, presentando un brillo muy llamativo debido a una capa resinosa que le envuelve; los tubos son ocres cambiando a más oscuros con el tiempo; toda la seta se vuelve marrón oscura y pierde la brillantez al envejecer. Puede aparecer tanto en pinares como en bosques caducifolios. En la Sierra es más abundante en los bosques de pinos que en el resto de los hábitats forestales. Sólo le hemos encontrado en dos ocasiones sobre madera de encina. Podría confundirse con el Formitopsis pinicola cuya superficie arde con facilidad, formas menos definidas y carente de pie. Escaso.

Merulius tremellosus Aunque podría ser conflictivo en cuanto a su identificación debido a que su forma no es constante, una vez visto e identificado resulta inconfundible. Presenta un carpóforo desigual y muy variado, ya que pueden aparecer muchos ejemplares semiunidos, imbricados y de apariencia gelatinosa, o podemos encontrar ejemplares aislados muy diferenciados unos de otros. El color es naranja rosáceo, y sus pliegues muy abundantes, concoloros al sombrero, aunque se oscurecen antes que él cuando la seta envejece. Es un hongo poco frecuente en la Sierra de Ávila, aunque lo hemos encontrado de manera abundante pero muy localizado. Hallado sobre madera de álamo y negrillos muertos. No comestible. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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Phellinus robustus Aunque con desarrollo algo lento, puede llegar a medir 30 cms. de diámetro en ejemplares muy desarrollados. Su forma es semicircular (semejante a una pezuña). Cuando es muy joven su color es castaño claro muy “aterciopelado”, pero pronto la parte superior se oscurece y cuartea, manteniendo el borde del color inicial. La parte fértil presenta un color amarillento en principio para volverse pardo con el tiempo. La carne es dura, compacta y muy fibrosa, mostrándose más oscura al corte que en el exterior. La esporada es cremosa y vista al microscopio muestra unas esporas globosas. Típico en madera de frondosas; la hemos encontrado, sobre todo, en álamos. Existe una especie semejante en la zona como el Phellinus igniarius. (más oscuro).

Phellinus pomaceus Mucho más variado que el anterior en cuanto a formas se refiere, ya que puede aparecer con apariencia “ungulada”, o envolvente sobre el sutrato que le mantiene. Superficie pubescente y aterciopelada que le diferencia del Phellinus igniarius cuya parte superior es mucho más oscura y agrietada. Los tubos son semejantes al sombrero, aunque tienden a oscurecerse cuando el hongo envejece. Esporada blanquecina. Es típica de frondosas y árboles frutales. De lejos podría confundirse con el Trametes troggi, pero un acercamiento nos sacará de dudas; además la carne del primero oscurece al contacto de la potasa. Ambos trametes aparecen de modo esporádico en la zona de estudio. Son relativamente frecuentes, pero no abundantes.

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Polyporus squamosus Fácil de identificar por su gran tamaño y llamativo aspecto en forma de abanico. El sombrero es amarillento sobre el que destacan grandes escamas pardas. Sus tubos son angulosos y amarillos o blanquecinos; aunque están bien adheridos al sombrero, al envejecer se separan con facilidad (sobre todo si la seta está poco hidratada). El pie es excéntrico, macizo y muy corto (algo más oscuro en la base). Típico de frondosas. Le hemos encontrado en chopo, retama de escobas, sauce y fresno. De lejos se parece al Lentinus squamosus, especie existente en la zona que crece directamente sobre madera de pino; también los ejemplares pequeños semejan al Sarcodom imbricatus (también aparece en la Sierra), pero éste no es lignícola y presenta aguijones (no tubos). Ambos, comestibles mediocres de jóvenes.

Polyporus hispidus La característica más clara para diferenciarle de otros polyporus semejantes es el color amarillo oscuro cuando es joven, y el amplio poblamiento de “pequeños pelillos” que le dan un aspecto fuertemente aterciopelado. Todo el hongo, con el paso del tiempo oscurece y se vuelve casi negro. Los tubos son alargados con poros redondos, que cuando son jóvenes tienen un color amarillento y cambian de coloración al envejecer, de igual forma que el resto de la seta. Es una seta no comestible debido a su dureza. Aparece sobre troncos de caducifolios. Una de las pocas especies que hemos encontrado creciendo directamente sobre fresnos vivos. Aunque no es abundante, pueden aparecer varios carpóforos colonizando un mismo tronco. Frecuente.

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Polyporus nidulans Este hongo parásito produce efectos devastadores sobre los árboles que coloniza, ya que origina una podredumbre “blanca”. El color de la seta es muy llamativo ya que presenta una tonalidad canela muy vistosa y muy uniforme; a veces algo más clara la parte superior. Muy suave al tacto. Generalmente es difícil de ver ya que suele atacar a trozos de madera entre la hojarasca del suelo; no obstante, también hemos encontrado algunos ejemplares en árboles vivos, sobre todo en las raíces (foto). El hongo permanece muy adherido y no se puede separar del árbol sin hacer un gran esfuerzo. Carne muy dura, incomestible; si la ponemos bajo el grifo el agua resbala y no la moja, pero reacciona instantáneamente con el amoniaco cambiando a rojo oscuro la zona tratada.

Schizophyllum commune Muy variable en cuanto a tamaño se refiere, generalmente se presenta en forma de abanico con el carpóforo de color blanquecino y cubierto de una vellosidad abundante. Suelen nacer muchos sombreros juntos. La parte fértil (himenio), está constituida por multitud de pliegues bifurcados, blanquecinos o rosa pálido. Su carne es escasa y muy dura, por lo que no puede consumirse, aunque posee un sabor ligeramente dulce. Es una especie cosmopolita que aparece sobre todo tipo de madera tanto de frondosas como de caducifolios; en la Sierra de Ávila hemos notado menor abundancia en los pinares. También hemos observado que en ocasiones puede durar varios años permaneciendo deshidratada, e hidratándose con la lluvia.

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Trametes versicolor Es una especie muy abundante en la zona estudiada y muy común en todo tipo de árboles, aunque generalmente puebla más la madera de frondosas, y en especial los tocones más expuestos a las inclemencias meteorológicas. El sombrero es casi siempre de pequeño tamaño aunque puede llegar a los 12 cms. de diámetro; presenta una forma semicircular y carece de pie. El color del carpóforo es muy variable y puede presentar muchas tonalidades diferentes: pardas, negruzcas, verdosas, rojizas.... lo que ha llevado a algunos autores a diferenciar éstas según varíe su coloración. Su carne es incomestible debido a la dureza (es leñosa). Lo hemos encontrado tanto en madera de resinosas (pocas veces), y sobre todo en chopos y tocones de árboles frutales.

GASTROMICETES Astraeus hygrometricus Un hongo curioso que abre su exoperidio* en tiempo húmedo en forma de estrella, y le cierra en tiempo seco, cuando las condiciones meteorológicas no son propicias. El endoperidio* es redondeado y globoso; dentro se encuentran situadas las esporas que son arrojadas al exterior por la presión de los animales (incluso insectos) que se posan sobre ella, el aire o, simplemente las gotas de lluvia al caer en la seta. Aunque generalmente aparece en otoño e invierno, debido a su capacidad de reacción en diferentes climatologías, podemos encontrarla durante todo el año. Muy abundante en algunos terrenos de la zona estudiada. Bastante frecuente, ya que son pocos los lugares donde no la hemos encontrado. No comestible.

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Bovista plumbea El carpóforo es pequeño (generalmente no supera los 4 cms. de diámetro); su cubierta exterior (endoperidio) es de color blanquecino, tendiendo al gris plomizo. El interior al pricipio es blanquecino para, más tarde, al madurar las esporas volverse parda y grisácea, que vista al microscopio presenta esporas verrugosas y con un apéndice bastante largo (característica ésta típica de la mayoría de las gasterales). Puede confundirse con la Bovista. nigrescens. Aunque es considerada comestible, se trata de una especie de poca calidad gastronómica y sólo debe consumirse cuando es muy joven y su gleba es totalmente blanca. Es típica de praderas y zonas abiertas, aunque también aparece en lugares arbolados. Bastante común en Avila.

Calvatia excipuliformis Especie de mayor tamaño que la anteriormente descrita ya que puede llegar a medir 10 cms. de diámetro; igualmente globosa, presenta un pie grueso y largo (muy visible). Su endoperidio* es membranoso y al madurar se deshace irregularmente quedando sólo la parte inferior y el pie. Aunque se trata de una especie comestible, no es muy conocida en la zona de estudio y, a veces confundida con Lycoperdon, aunque éste presenta aguijones visibles y suele ser de menor tamaño. La escasa calidad de su “carne” se piede en el momento en que la parte fértil empieza a oscurecer. Típica de todo tipo de bosques, la hemos encontrado en pocas ocasiones, en robledales y dos pinares de la zona.

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Calvatia utriformis Especie semejante a la anterior; el carpóforo es subgloboso y presenta un ligero adelgazamiento en forma de pie que se une al suelo sobre el que se sustenta. La parte exterior (exoperidio) es blanca al principio, formada por placas de apariencia poligonal. Al madurar las esporas la gleba* cambia del blanco al color marrón chocolate, y el exoperidio* de deshace en grandes bloques irregulares quedando sólo, al final, la parte inferior de la seta (de forma semejante a la Clavatia excipuliformis. Comestible cuando es muy joven, no tiene gran calidad gastronómica. Bastante común; es una de las pocas especies encontradas cerca del punto más alto de la Sierra estudiada (Cerro de Gorría), creciendo en prados muy compactos.

Crucibulum laeve Debemos ser pacientes y buenos observadores para encontrar esta especie, ya que su tamaño suele ser menor al centímetro de diámetro. Tiene una apariencia muy curiosa ya que parece un minúsculo nido en cuyo interior se hallan varios huevos (generalmente 8 a 10, aunque en ocasiones hemos encontrado más); estas formas semejantes a huevecillos son peridíolos* con forma de lenteja en cuyo interior se encuentran las esporas. Es una especie que no tiene ningún valor culinario y que crece saprófica en restos vegetales de todo tipo. Común. En la Sierra la hemos encontrado, en bastantes ocasiones, también adaptada a los excrementos de vaca que coloniza con rapidez. Semejante es el Cyathus striatus, con “pelos” poblando el exterior, y surcada la zona interna, y C. olla, más oscuro.

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Endoptychum agaricoides Es un género que, a nivel macroscópico, parece una mezcla entre los agaricales y los gasterales ya que los hongos poseen un sombrero cónico o ligeramente esférico que se abre (sólo a veces) por su parte inferior y deja ver al pie mezclado entre una masa de esporas y tabiques semejantes a láminas que sostienen la masa de esporas. La cutícula del sombrero es blanquecina y a veces parda con ligeras escamitas algo más oscuras. Puede llegar a 10 cms. de altura, pero los ejemplares encontrados son de menor tamaño. Las esporas son pardas y globosas al microscopio. Se trata de una especie rara a nivel nacional; Al principio sólo se daban citas en las provincias de Madrid, Avila, y algunas de Cataluña. Poco frecuente (fotografía en un prado degradado frecuentado por ovejas), posteriormente las citas se han ido extendiendo a bastantes provincias más.

Langermania gigantea Junto con el Ganoderma applanatum, es uno de los seres vivos con mayor poder de reproducción debido al gran tamaño que alcanza llegando, en pocas ocasiones, a medir 70 cms.; aunque en la zona estudiada es poco abundante y la más grande que hemos encontrado ha sido de 38 cms. de diámetro. El exoperidio* es generalmente blanco y con el tiempo forma rugosidades por las que empezará a deshacerse y a soltar las eporas al exterior que pueden formar una verdadera nube. Resulta fácil de identificar debido a su gran tamaño (aunque pueden aparecer ejemplares más pequeños); es una especie comestible cuando su carne es joven. Poco constante en su aparición ya que en zonas donde la hemos encontrado, no la hemnos visto en años posteriores.

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Lycoperdon foetidum Típica forma globosa, no suele superar los 5 centímetros de diámetro. Resulta fácil de separar de otros lycoperdon debido a que sus aguijones pueblan el exoperidio* y son de color pardo desde el principio; cuando caen dejan restos y la parte exterior de la seta muestra una ligera retícula. El interior es blanco al principio; cuando maduran las esporas la gleba* se transforma en parda con tintes oliváceos. El pie es fácilmente diferenciable ya que no posee aguijones; es rugoso y en pocas ocasiones presenta restos del micelio. Además del aspecto macroscópico, el mal olor que desprende nos ayudará a identificarle. Crece en hábitat boscosos; lo hemos encontrado con más frecuencia en pinares.

Lycoperdon molle Su estructura es semejante al anterior, pero los aguijones que posee son muy frágiles y con el tiempo se deshacen y parten que quedan reducidos a pequeñas granulaciones fácilmente separables. Se deshace por un poro en la parte superior del carpóforo dejando salir la esporada parda. Se trata de una especie comestible cuando es joven y fácil de distinguir de otras semejantes y existentes en la sierra como el Lycoperdon perlatum, cubierto de aguijones en forma de pequeñas perlas (de ahí le viene el nombre). Consideramos esta especie poco común en la zona de estudio, ya que la hemos encontrado en pocas ocasiones, pero es probable que tenga algún tipo de ciclo y aparezca unos años más que otros.

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Phallus impudicus Es un hongo muy curioso y típico de zonas umbrías, húmedas y boscosas (sobre todo en hayedos), por lo que no creíamos que existiese en la Sierra de Ávila dadas sus condiciones climatológicas extremas y la poca pluviosidad existente. Al principio tiene forma de huevo y está semienterrado, presentando una cutícula blanquecina que guarda en su interior una masa gelatinosa dentro de la cual se encuentra la parte reproductora del hongo (gleba), de un bonito color verde-oliva; pero el color no responde al nauseabundo olor que desprende cuando al abrirse el huevo sale la seta que presenta una típica forma de falo en cuya cúspide queda el sombrero “dedaliforme” con grandes reticulaciones y cubierto, por completo de la gleba olivácea. Este mal olor es un mecanismo que utilizan algunas especies (phallus, clatrus, mutinus...) para atraer a los insectos (moscas en especial), que se posan sobre la parte fértil y gelatinosa del hongo; así las esporas quedan pegadas en las patas de las moscas y las llevarán a otro lugar produciendo la dispersión del hongo. No obstante si las condiciones climatológicas y el suelo no son muy favorables, dichas esporas tienen pocas posibilidades de sobrevivir. Un caso excepcional es el Antrhurus Archeri (no encontrado, hasta ahora, en la zona estudiada), que proveniente de Australia ha ido extendiéndose por todo el mundo y actualmente sigue avanzando en su intrusión. Aunque el Phallus impudicus es comestible en su fase de huevo, el mal olor que desprende hace desistir al más hambriento. Muy poco frecuente en la Sierra de Ávila, sólo lo hemos encontrado en un encinar degradado, junto a piornos.

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Pisolithus arhizus Aunque a simple vista podría confundirse con un scleroderma o un rhizopogon, no hay más que efectuar un corte transversal y veremos que la gleba está compuesta por multitud de peridios de diferentes formas y tamaños; éstos poseen varias capas superpuestas: la inferior con peridios más pequeños y amarillentos; otra superior con estos elementos más desarrollados de color marrón, y una superior que les muestra en pleno desarrollo, estando secos y polvorientos los situados en la capa más superficial. Bastante sugestivo debido a la gama de coloridos que presenta al corte, aunque éste se oscurece a los pocos minutos. Es una especie comestible que se usa para colorear y aromatizar guisos ya que posee un aroma muy agradable.

Rhizopogon luteolus Hongo semejante a nivel macroscópico a una patata con la piel muy fina; de pequeño tamaño (4 a 6 cms. de diámetro); posee un peridio* de color blanquecino, muy manchado de amarillo. La gleba es blanquecina en principo, pero pronto toma coloraciones negruzcas según maduran las esporas. Su hábitat son los pinares y es difícil de ver ya que está normalmente semienterrado. Lo hemos encontrado sólo en uno de los pinares escrutados pero, probablemente, tenga una mayor distribución. Una especie semejante es Rhizopogon roseolus (también encontrada), cuyo peridio es más rosado, y al corte muestra claramente éste color. De muy poco valor culinario, hay personas que las consumen y aseguran que tienen buen sabor.

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Scleroderma meridionale En general los sclerodermas aparecen con frecuencia en la Sierra de Ávila y son abundantes en muchos lugares; hemos de tener en cuenta la enorme capacidad reproductora de los gasterales. Este escleroderma se diferencia de otros que hemos encontrado en la sierra como el citrinum, verrucosum, polyrhizum, entre otras características, por poseer un pseudo pie muy desarrolado que puede llegar a ser más grande que la parte del hongo visible. La gleba es de joven blanquecina, luego violácea; a veces se aprecia mal olor. Es común en la zona estudiada y aparece durante el otoño en prados asociados a encinares. La especie no es comestible

Tulustoma brumale Esta curiosa seta está mencionada en algunos libros antiguos, como en peligro de desaparición, pero la hemos encontrado en bastantes ocasiones en la Sierra de Ávila. El carpóforo esférico y blanquecino tiene una consistencia coriácea y es difícil de partir con la mano; se encuentra al final de un pie bastante largo y muy enterrado, éste es de color gris pálido, algo escamoso (sobre todo en la parte enterrada) hueco y finalizando en un pequeño bulbo. típico de lugares soleados y secos, aparece tardíamente (otoñoinvierno). A pesar de encontrarse descrita en el libro rojo; los estudios de hongos en peligro son muy escasos. Hay que destacar a Suecia que ha elaborado recientemente una lista específica de hongos en extinción. De un total de 3.000, más de 500 peligran.

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GASTRONOMÍA DE LOS HONGOS EN LA SIERRA DE ÁVILA

Venenos e intoxicaciones Como mencionábamos al principio del libro, los hongos han sido considerados como manjar desde la antigüedad, y sus aromas y efluvios fueron suficiente motivo para que emperadores y reyes tuvieran en su mesa dicho alimento. Actualmente la afición a buscar hongos en la provincia abulense es bastante grande, aunque basada, principalmente en la Seta de cardo como protagonista. No obstante, hemos comprobado cómo se va incrementando, y las especies consumidas crecen poco a poco. Tenemos que insistir, una vez más, en el peligro de los buscadores poco expertos y hemos comprobado la temeridad de algunos que osan recoger hongos no conocidos apoyados, simplemente, por una pequeña guía, o los consejos de un amigo recién iniciado en esta ciencia. Las intoxicaciones más graves son la que se manifiestan con el síndrome faloidiano ocasionado principalmente por la Amanita phalloides, pero que también otras especies pueden producir, como la A. virosa, verna y algunas galerinas. Simplemente unos gramos de estas setas pueden matar a una persona. Los principales venenos que contienen la amanitas son las falotoxinas (aminoácidos que destruyen las células hepáticas), y amanitinas (que anulan el metabolismo celular atacando el mismo núcleo). El tratamiento ante un envenenamiento de este tipo es muy difícil ya que, generalmente los síntomas aparecen cuando el daño está hecho; se somete al paciente a dosis masivas de vitamina C para tratar de proteger las células hepáticas menos afectadas: Se le administra suero antifaloidiano (no disponible en muchos lugares debido a su escasa duración), y Metionina, se le somete a exanguinotransfusión y diálisis. En nuestra zona de estudio sólo tenemos detectado un caso de envenenamiento en el otoño de 1999.

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Aunque los síntomas pueden variar según el metabolismo de las personas y cantidad ingerida, pueden aparecer los trastornos gástricos hasta 40 horas después de la ingestión, para completar el cuadro clínico con diarreas, fuertes dolores y calambres musculares, frío intenso y mala circulación sanguínea... gran aumento de las transaminasas, graves efectos sobre el sistema nervioso central y el corazón, hasta llegar al coma profundo y la muerte del paciente. Una norma general es que la mayoría de los síndromes producidos en período de incubación corta (desde unos minutos hasta unas 3 o 44 horas) son menos graves, ya que se trata de trastornos digestivos con evolución benigna; raro es el año que no existen ingresos hospitalarios de este tipo. Esta regla básica tiene bastantes excepciones en el caso de intoxicaciones y envenenamientos con Tricholoma pardinum. Además de la Amanita phalloides, otras setas son responsables de graves envenenamientos en nuestro país como es el caso de la Lepiota helveola y otras similares de pequeño tamaño, pero que debido a sus características macroscópicas, no debieran confundirse con otras Macrolepiotas comestibles. El Paxilus involutus -muy abundante en la Sierra de Avila, al igual que ta Amanita phalloides-, es un caso curioso y digno de tener en cuenta, ya que hasta hace poco se le consideraba comestible tras una prolongada cocción. Posteriormente se ha demostrado que es muy peligroso al poseer un veneno acumulativo que produce una reacción alérgica muy grave, llegando a causar la muerte al sobrepasar el punto crítico de toxinas. Hay que señalar a los recién iniciados en la micología, que aún circulan libros y guías de cierta antigüedad, en los que es considerado como hongo apto para el consumo. Se menciona hasta la saciedad, en cualquier libro, guía, o manual sobre hongos, que las pruebas típicas de la cuchara de plata que ennegrece, o la moneda de cobre que cambia de color, y costumbres y tradiciones de los antepasados no sirven para nada. Hemos comprobado que en la zona de estudio, poco a poco se abandonan estos métodos. También conviene recordar que aunque algunos boletos azulean al contacto con el aire, no significa que sean tóxicos: este cambio de color es debido a

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una reacción química de algunos componentes de los boletos que al combinarse con el oxigeno del aire producen este cambio de coloración (Boletol + 02 = boletoquinona), esta variación cromática se manifiesta con mayor o menor intensidad según el tipo de boleto y las condiciones ambientales del momento (sobre todo la humedad del entorno). Otro problema que pueden causar las setas es su facilidad para incorporar a su “carne” metales pesados y contaminantes químicos, como el caso de los campiñones o lepiotas, por lo que su consumo debe ser moderado. El transporte en bolsas de plástico (costumbre aún existente entre algunos seteros aficionados), puede convertir una seta excelente en tóxica, debido a la fermentación producida por el calor y la mala oxigenación. También la mala conservación de las especies recolectadas puede ser problemática y ocasionar trastornos digestivos, pues algunas deben ser consumidas en el día; otras resisten bien la desecación, congelación, o conservas en salmuera. En algunos casos un hongo comestible de joven, resulta muy indigesto al crecer debido a la cantidad de material no digerible que contiene, un ejemplo de esto es el Polyporus squamosus. Otros hongos producen reacciones alérgicas a unas personas, mientras que para otras son buenos comestibles y no sufren ningún efecto secundario, tal es el caso de la Lepista nebularis (clitocybe nebularis) y el Agaricus xanthodermus que, a pesar de ser tóxico, algunas personas lo consumen sin problema. La foto muestra Calocybe gambosa (comestible excelente), habitual en la zona.

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Al igual que otros seres vivos, los hongos también son afectados por los contaminantes radiactivos presentes en el ambiente. Tras la fuga de Chernobyl, diversos grupos ecologistas solicitaron pruebas y enviaron muestras de hongos para detectar dicha contaminación. A pesar de que las medidas no resultaron elevadas, hay que destacar un caso en el que aparecía Cesio 137 con una concentración de actividad de 19.7 Bq/Kg. Aunque la emisión radiactiva era baja y en teoría poco peligrosa (la dosis considerada peligrosa es de unos 300 Bk/kg), queda clara la influencia sobre estos seres; además la escasez de medios físicos de control de este tipo de radiación (contadores geiger), nos hace suponer que las emisiones radiactivas fueron superiores a las oficialmente aceptadas en aquella ocasión. Otras setas tienen múltiples usos tanto en medicina tradicional como naturópata: Algunos coliorus tratados con potasa se utilizan en extracto para tratar diversos cánceres de estómago; las esporas de varias gasterales sirven como suavizantes de la piel similares a los “polvos de talco”...

Valor calórico de las setas Ya hemos comentado que en general (aunque puede variar según la especie y el hábitat donde se encuentre) el valor calórico de los hongos es muy bajo, y podría equipararse al de las frutas y verduras, pues su aporte de hidratos de carbono es pequeño, y el de grasas inapreciable. Poniendo como ejemplo al níscalo (especie muy conocida en la provincia de Ávila a pesar de que no es de las más exquisitas), aportan poco más de 16 calorías por cada 100 gramos del producto, conteniendo 2 gramos de proteínas y 3,07 g. de hidratos de carbono.

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La cantidad de vitaminas que contienen las setas, es notable (en el caso del níscalo unos 6 mg./100 de vitamina C); en este caso el contenido vitamínico puede variar notablemente según la especie recolectada. Es notable la cantidad de vitamina B y P (principal componente de las verduras frescas) y que el organismo asimilará si nuestro plato no es muy grasiento ya que esta vitamina es soluble en grasa.

Variantes gastronómicas Además de las proteínas y vitaminas mencionadas, es el aroma y la estimulación de los procesos digestivos una de las características más destacables de los hongos, y su utilidad como condimento indispensable para una buena sopa. Aunque en nuestra provincia no se utiliza mucho en esta variante gastronómica, hay que destacar la adición de la senderuela -como especia- a las sopas y diversos platos de carne (muy abundante esta especie en la Sierra de Ávila). El hongo mencionado Marasmius oreades es fácil de desecar y convertir posteriormente a polvo utilizable como condimento alimentario durante todo el año. Otras especies se consumen en crudo (costumbre ésta poco aconsejable para los recién iniciados en la micología ya que, la mayoría de las especies comestibles necesitan una cocción previa de 20 a 40 minutos). No obstante, en ensaldada, los champiñones jóvenes pueden resultar exquisitos y alimenticios debido a su contenido en sales minerales (potasio y ácido fosfórico), pero en poca cantidad debido a los metales pesados que asimilan.

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Las setas a la plancha son muy sabrosas y generalmente se sazonan ligeramente tras un ligero lavado si observamos suciedad en el carpóforo, aunque siempre hemos de tener en cuenta que un empapado excesivo puede eliminar el aroma del hongo. Un buen consejo para cocinar setas a la plancha es el no voltear nunca el sombrero, dejando siempre el himenio hacia arriba para que el agua se evapore y los aromas del hongo permanezcan. Generalmente se utilizan carpóforos de buen tamaño como el Pleutorus ostreatus, algunas rúsulas y lepistas y la mayoría de los champiñones; hay que tener en cuenta que hemos de retirar de la plancha los hongos cuando aún no han perdido todo el agua. Según la especie pueden aliñarse con algo de perejil, jamón, ajo... Por supuesto que si es una Lepista nuda el plato elegido; unos granos de sal serán suficientes. La seta de cardo (muy conocida en la zona de estudio) resulta muy sabrosa también a la plancha, sin necesidad de añadir ningún aditivo especial; en este caso utilizaremos sombreros de gran tamaño (cada vez más difíciles de encontrar en la comarca, debido a la masificación de su búsqueda); es importante no abusar de los condimentos o sustancias picantes ya que podrían anular el aroma de ta seta; ajos, cebollas y sal serán los más comunes, y el aceite de oliva sobre la plancha (con calor moderado), aconsejable. En esta preparación se han de elegir ejemplares sanos, con bordes regulares que no dejen escapar el agua que desprende la seta, y tiernos, de-

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sechando las setas más viejas o coriáceas que, en el caso de los Pleurotus ostreatus o el Polyporus squamosus podrían resultar indigestos. Aunque no existen datos contrastados en nuestro país, los hongos comestibles de jóvenes, pueden ser fácilmente alterados por factores externos como insectos, heladas, lluvias prolongadas, putrefacción al permanecer mucho tiempo encerrados en bolsas de plástico, congelación y descongelación de las setas tras su cocinado, etc. Se calcula que un 30 por ciento de las intoxicaciones por consumo de setas son producidas por estas circunstancias ajenas en sí a la comestibilidad o nocividad de la especie. Una vez comentada esta forma de cocinar a la plancha los hongos más sanos, recordamos que sólo deben utilizarse especies muy conocidas y que carezcan de hemeolisinas, tóxico contenido en algunas armillarias, morchellas, o la Amanita vaginata. Para los aficionados, los pleurotus (tanto el ostreatus como las clásicas setas de cardo) son los más recomendables; e incluso unos níscalos bien aderezados pueden ofrecernos un buen plato de setas a la plancha, sin presentar ningún peligro al aficionado que sólo conozca estas especes (clásicas en nuestra zona de investigación.) De todo un poco: Aunque se aconseja no abusar de los aditivos en los platos de setas, pues alterarían su aroma y sabor, esta regla tiene muchas excepciones en la Sierra de Ávila, y la costumbre de preparar el “hongo típico” (seta de cardo) con todo tipo de aderezos como jamón, chorizo, guindi-

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lla, hierbas varias, aceitunas e incluso mantequilla, todo en el mismo plato puede convertir un monótono menú de sombrerillos recién recolectados, en una sabrosa mezcla con infinidad de variedades, según los “toques especiales” de los gourmets “caseros”. No obstante, aunque en setas de gran calidad (como la de cardo, o los Boletos edulis, pinícola, reticulatus, etc.), no es aconsejable tanto acompañamiento, en el caso de los níscalos puede resultar un plato exquisito, agradable a la vista y paladar. Por supuesto, en el caso de utilizar aceite tanto a la plancha como en ensalada o en platos aderezados con el mismo, el de oliva con baja acidez (0,4º o menor) será el más idóneo. Las fuentes de barro son las más convenientes, y el calor producido por la leña el mejor de todos; pero hoy día, conseguir ambas cosas puede ser algo complejo, aunque merece la pena intentarlo al menos una vez. Existen multitud de recetas y, a veces, el experimentar con alguna de creación propia puede dar más de una satisfacción (aunque en algunas ocasiones habrá que tirar el producto a la basura), ya que las setas pueden combinarse con multitud de platos y guisos, ser el elemento principal o simplemente guarnición acompañante. Junto a ellas, el azafrán, la leche fresca, la nata, la mantequilla, el queso parmesano o de roquefort, o una simple ensalada pueden deleitar los paladares más sofisticados y exigentes.

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El huevo es un buen acompañante en multitud de platos efectuados con hongos, y en preparaciones de todo tipo: como agregado de los platos a la plancha (en trocitos muy pequeños), en menús de setas empanadas (semejantes al método utilizado para rebozar el pescado), en este último caso se utilizan especies de gran tamaño como la Macrolepiota procera o el Pleutorus ostreatus, efectuando una previa “pasada” en la sartén para eliminar agua sobrante. Un platillo de setas “al buñuelo” resultará un aperitivo de lo más sabroso y sugestivo. Para ello se cortan las setas en trocitos (ya que los sombreros de pequeño tamaño deben dejarse en el campo para que crezcan) y se rebozan en huevo mezclado con harina hasta conseguir una pasta muy ligera, a la que se añadirá un ligero chorrito de cerveza y una pizca de sal. El rebozado ha de chorrear -la pasta bastante líquida-, para que no resulte muy pesada y oculte el sabor y aroma de las setas rebozadas. Uno de los manjares más fáciles y socorridos de preparar es la tortilla de setas, en la que el huevo es también protagonista como en los menús anteriores; deben someterse, las setas troceadas, a un ligero fuego con un chorrito de aceite, para que expulse el agua que contienen; en el momento en que éste empieza a evaporarse y antes de que lo haga por completo, será cuando se añada al huevo batido. Para este plato la senderuela es muy apropiada (por supuesto sólo los sombrerillos); además ya que es muy apta para desecar, podremos consumirla durante todo el año; aunque hemos de recalcar en que no es conveniente abusar en el consumo de hongos debido a su capacidad de absorción de contaminantes y productos químicos.

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Sería imposible mencionar en este apartado de gastronomía todas las especies comestibles y recetas imaginables, pero actualmente, debido al cultivo artificial de hongos, no es necesario esperar a que la primavera lluviosa o el otoño lleguen, para conseguir preparar algunas de las variantes mencionadas. El cultivo artificial se efectúa desde hace bastantes años, sobre todo con un par de especies: el eterno champiñón “de parís”, (en cuevas -naturales o artificiales-), y el Pleurotus ostreatus sobre pacas de paja, serrín, papel, etc. (en locales acondicionados); ambas especies pueden verse, durante todo el año, en la mayoría de las fruterías y superficies de alimentación abulenses.

Clasificación basada en el ADN

Actualmente se están produciendo algunos cambios en la clasificación de las clases de hongos, basados también en la identificación genética, por lo que es probable que en poco tiempo asistamos a modificaciones de categorías, viendo cómo algunos ‘pasan’ de una clase a otra.

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ÍNDICE DE ESPECIES MENCIONADAS Especie

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Ceratocystis ulmi . . . . . . . . . . . . 26 Scolytus mustristriatus . . . . . . . . 27 Scolytus scolytus . . . . . . . . . . . .27 Thanasimus formicarius . . . . . .27 Podosphaera leucotricha . . . . . . 29 Porcellio scaber . . . . . . . . . . . . . 36 Lulus terrestris . . . . . . . . . . . . . .37 Oxyporus rufus . . . . . . . . . . . . . 38 Xantoria parietiana . . . . . . . . . .40 Evernia prunasti . . . . . . . . . . . . .41 MIXOMICETOS Arcyria denudata . . . . . . . . . . . .44 Fuligo septica . . . . . . . . . . . . . .44 Fuligo cinera . . . . . . . . . . . . . . .45 Leocarpus fragilis . . . . . . . . . . .46 Reticularia lycoperdom . . . . . . . 46 ASCOMICETOS Hypomyces lateritius . . . . . . . . .47 Hypoxilon serpens . . . . . . . . . . .48 Morchella sculenta . . . . . . . . . . .48 Otidea umbrina . . . . . . . . . . . . .49 Peziza varia . . . . . . . . . . . . . . . .49 Peziza repanda . . . . . . . . . . . . .49 Verpa digitaliformis . . . . . . . . . .50 Xylaria hypoxiion . . . . . . . . . . . .50 BASIDIOMICETOS Agaricus abruptibubus . . . . . . . .51 Agaricus arvensis . . . . . . . . . . .51 Agaricus augustus . . . . . . . . . . .52 Agaricus campester . . . . . . . . . .52 Agaricus hemorrhoidarius . . . . .53 Agaricus langei . . . . . . . . . . . . .53 Agaricus macrosporus . . . . . . . .53 Agaricus scuamulifer . . . . . . . . .54 Agaricus silvaticus . . . . . . . . . . .54 Agaricus silvicola . . . . . . . . . . . .55 Agaricus xantodermus . . . . . . . .55

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Especie

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Agrocybe aegerita . . . . . . . . . . .56 Amanita citrina . . . . . . . . . . . . . .56 Amanita muscaria . . . . . . . . . . . .57 Amanita phalloides . . . . . . . . . .57 Amanita rubescens . . . . . . . . . .58 Amanita vaginata . . . . . . . . . . . .59 Amanita virosa . . . . . . . . . . . . . .60 Amanita vittadini . . . . . . . . . . . . .61 Armillariella mellea . . . . . . . . . . .62 Calocybe gambosa . . . . . . . . . .123 Clitocybe dealbata . . . . . . . . . . .62 Clitocybe gibba . . . . . . . . . . . . .63 Clitocybe nebularis . . . . . . . . . . .63 Clitocybe inversa . . . . . . . . . . . .64 Clitocybe odora . . . . . . . . . . . . .64 Clitocybe rivulosa . . . . . . . . . . .65 Collybia buitracea . . . . . . . . . . .65 Collybia dryophila . . . . . . . . . . .65 Collybia fusipes . . . . . . . . . . . . .66 Coprinus alopecia . . . . . . . . . . . .66 Coprinus atramentarius . . . . . . .66 Coprinus comatus . . . . . . . . . . . .67 Coprinus disseminatus . . . . . . . .67 Coprinus domesticus . . . . . . . . .68 Coprinus micaceus . . . . . . . . . . .68 Coprinus niveus . . . . . . . . . . . . .69 Coprinus plicatilis . . . . . . . . . . . .69 Coprinus silvaticus . . . . . . . . . . .70 Coprinus picaceus . . . . . . . . . . .70 Cortinarius cinnamomus . . . . . . .71 Cortinarius cinnamomeolutea . . .71 Cortinarius hinnuleus . . . . . . . . .72 Cortinarius mucosus . . . . . . . . . .72 Cortínarius praestans . . . . . . . . .73 Cystoderma amianthinum . . . . . .73 Cystoderma granulosum . . . . . . .73 Flammulina velutipes . . . . . . . . .74 Gymnopilus spectabilis . . . . . . .75 Hygrocybe psittacina . . . . . . . . .76 Hygrocybe strangulata . . . . . . . .76

Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos


Especie

Pテ。gina

Hygrophorus agatomosus . . . . . .76 Hygrophorus cossus . . . . . . . . . .77 Hygrophorus eburneus . . . . . . . .77 Hygrophorus russula . . . . . . . . . .77 Hypholoma fasciculare . . . . . . .78 Hypholoma sublateritium . . . . . .78 Kuehneromyces mutabilis . . . . . .78 Lentinus squamosus . . . . . . . . .111 Lepista nuda . . . . . . . . . . . . . . . .79 Lepista personata . . . . . . . . . . . .79 Lepiota naucina . . . . . . . . . . . . .81 Leptogiossum muscigenum . . . .80 Macrolepiota procera . . . . . . . . .80 Macrolepiota rhacodes . . . . . . .80 Macrolepiota excoriata . . . . . . . .80 Marasmius collinus . . . . . . . . . . .82 Marasmius oreades . . . . . . . . . .82 Marasmius quercophilus . . . . . . .82 Melanoleuca brevipies . . . . . . . .83 Melanoleuca melaleuca . . . . . . .83 Mycena polygramma . . . . . . . . .83 Mycena seynii . . . . . . . . . . . . . . .84 Panaeolus campanulatus . . . . . .84 Phaeomarasmius erinaceus . . . .85 Phaeomarasmius rickenii . . . . .85 Pholiota destruens . . . . . . . . . . .85 Pholiota flavida . . . . . . . . . . . . . .86 Pholiota gummosa . . . . . . . . . . .86 Pleurotus eryngii . . . . . . . . . . . .87 Pleurotus ostreatus . . . . . . . . . .88 Pluteus atromarginatus . . . . . . .89 Pluteus cervinus . . . . . . . . . . . . .89 Psilocybe semilanceata . . . . . . .89 Stropharia coronilla . . . . . . . . . . .90 Stropharia semiglobata . . . . . . . .90 Tricholoma imbricatum . . . . . . . .91 Tricholoma pardinum . . . . . . . . .92 Tricholoma rutilans . . . . . . . . . . .91 Tricholoma sejunctum . . . . . . . . .92 Tricholoma terreum . . . . . . . . . . .92 Tricholoma vaccinum . . . . . . . . .91

Especie

Pテ。gina

RUSSULALES Lactarius controversus . . . . . . . .93 Lactarius deliciosus . . . . . . . . . .93 Russula amoenicolor . . . . . . . . .94 Russula atropurpurea . . . . . . . . .94 Russula delica . . . . . . . . . . . . . .95 Russula tolurosa . . . . . . . . . . . . .95 Russula urens . . . . . . . . . . . . . . .96 BOLETALES Boletus auranticus . . . . . . . . . . .96 Boletus duriusculum . . . . . . . . .97 Boletus edulis . . . . . . . . . . . . . . .97 Boletus hemichrysus . . . . . . . . . .98 Boletus rufescens . . . . . . . . . . . .99 Boletus torosus . . . . . . . . . . . . .100 Sullius granulatus . . . . . . . . . .100 Sullius luteus . . . . . . . . . . . . . . .100 Xerocumus badius . . . . . . . . . .101 Xerocomus chrysenteron . . . . .101 Xerocurns ferrugineus . . . . . . .102 Xerocumus subtomentosus . . .102 Paxillus involutus . . . . . . . . . . .103 HETEROBASIDIOMYCETES Auricularia mesenterica . . . . . .103 Exidia grandulosa . . . . . . . . . . .104 Exidia saccharina . . . . . . . . . . .104 Exidia thuretiana . . . . . . . . . . .105 Tremella mesenterica . . . . . . . .105 APHYLLOPHORALES Clavulina cristata . . . . . . . . . . .106 Clavaria vermiforme . . . . . . . . .106 Coltricia perennis . . . . . . . . . . .107 Fistulina hepatica . . . . . . . . . . .107 Fomes fomentarius . . . . . . . . . .108 Fomitosis pinicola . . . . . . . . . . .108 Ganoderma Lucidum . . . . . . . .109 Merulius tremelosus . . . . . . . . .109 Phellinus robustus . . . . . . . . . . .110

Sierra de テ」ila. Hongos macroscテウpicos

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Especie

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Phellinus ignarius . . . . . . . . . . .110 Phellinus pomaceus . . . . . . . . .110 Polyporus squamosus . . . . . . . .111 Polyporus hispidus . . . . . . . . . .111 Polyporus nidulans . . . . . . . . . .112 Schizophyllum commune . . . . .112 Trametes versicolor . . . . . . . . . .113 GASTROMICETES Astraeus hygrometricus . . . . . .113 Bovista plumbea . . . . . . . . . . . .114 Bovista nigrescens . . . . . . . . . .114 Calvatia excipuliformis . . . . . . .114 Calvatia utriformis . . . . . . . . . . .115 Crucibulum laeve . . . . . . . . . . .115 Cyathus olla . . . . . . . . . . . . . . .115

Especie

Página

Cyathus striatus . . . . . . . . . . . .115 Endoptychum agaricoides . . . . .116 Langermania gigantea . . . . . . .116 Lycoperdom foetidum . . . . . . . .117 Lycoperdom molle . . . . . . . . . . .117 Lycoperdom perlatum . . . . . . . .117 Phallus impudicus . . . . . . . . . . .118 Pisolithus arhizus . . . . . . . . . . .119 Rhizopogon luteolus . . . . . . . . .119 Rhizopogon roseolus . . . . . . . .119 Scleroderma meridionale . . . . .120 Scleroderma citrinum . . . . . . . .120 Scleroderma verrucosum . . . . .120 Scleroderma polyrhizum . . . . . .120 Tulustoma brumale . . . . . . . . . .120

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA BERNARDO ARROYO. Enciclopedia de la Naturaleza en España (Tomo I). Debate Círculo. 1980. CARLOS CARRASCO MUÑOZ DE VERA. Guía de la Naturaleza en Castilla y león. Editorial Everest. 1984. CARMEN MARTUL Y JORGE MONTORO. Flora de Castilla La Mancha. Servicio de Publicaciones de la Junta de Castilla La Mancha. Madrid. 1985. COLECTIVO CANTUESO. Rutas por la Naturaleza de Ávila. Junta de Castilla y León. Madrid 1991.. DAVID ROBERTSON. El microscopio y la vida. Historia Natural Destino (Tomo 2). Barcelona 1980. E. J. H. CORNER. La vida de las plantas. (Tomo 41). Barcelona EDMUND GARNWEIDNER. Gran Guía de la Naturaleza (Setas). Editorial Everest. León 1987. FERNANDO PARRA. Enciclopedia de la Naturaleza de España (Tomo 10). Debate Círculo. 1987. FRANCISCO DE DIEGO CALONGE. Hongos de nuestros campos y bosques. Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza. Madrid. 1975.

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HELMUT Y RENATE GRÚNERT. Setas. Guías de la Naturaleza Blume. Barcelona 1988. JAVIER PEDRAZA Y JERÓNIMO LÓPEZ. Gredos, Geología y Glaciarismo. Caja de Ahorros de Ávila. 1980. JIRI ZAHRADNIK Y MILAN CHVÁLA. La Gran Enciclopedia de los insectos Sustaeta ediciones. 1990. JOSÉ GARCÍA RODRÍGUEZ. Truficultura. Boletín de Información Agraria “El Campo”. BBV. Febrero 1991. MARIANO GARCÍA ROLLÓN. Manual para buscar Setas. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid 1986. MARIANO GARCÍA ROLLÓN. Técnicas de cultivo del Pleutorus ostreatus. Ministerio de Agricultura, Pesca y alimentación (Hojas divulgativas). Madrid. 1985. MARIANO GARCÍA ROLLÓN. Setas de los árboles. Publicaciones de Extensión Agraria. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Madrid 1984. NATUROPA. Centre Naturopa. Counseil de L’europe. n° 904. RAMÓN MENDAZA y DÍAZ MONTOYA. Las setas. Iberduero. Vizcaya 1987. RENATE ZELTNER. Nueva cocina de las setas. Editorial Everest. León 1986. VARIOS AUTORES. Análisis del Medio físico en Ávila. Junta de Castilla y León. Consejería de Fomento. Dir. Gral. de Urbanismo Vivienda y Medio Ambiente (Ingeniería 75). VARIOS AUTORES. Mapa de Cultivos y aprovechamientos (Hoja 530-531). Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca. 1978. VARIOS AUTORES. Mapa de Suelos de C. y L. Junta de Castilla y León. Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio. 1988. VARIOS AUTORES. Guía de Hongos de la Península Ibérica (León) Celarayn editorial. León 1990. ANTONIO CARLUCCIO. Setas. Guía de campo de especies silvestres y cultivadas. Editorial Blume. 2004. JOSÉ BASTARDO Y OTROS. Setas en Castilla y León. Valladolid, 2001.

Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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PALABRAS TÉCNICAS MÁS UTILIZADAS ADNADAS: Láminas adheridas al pie. ALÓPTONA: Es la especie introducida en un lugar y no propia de él. AMIBOIDE: Con forma y movimiento semejante a la ameba. AMILOIDES: Que toma color azul oscuro con el reactivo de Mezler. ANASTOMADAS: Que se juntan con otra parte del hongo. APOTECIOS: Parte aérea en forma de disco de algunos hongos donde se forman los ascos que, a su vez, generan las esporas. ARBUSTIVA: Generalmente se denomina árbol a la especie que supera los seis metros de altura; por debajo de éstos, son arbustos. ATROPINA: Sustancia muy utilizada en el tratamiento de intoxicaciones con Amanita muscaria. BIOCLIMÁTICAS: Condiciones biológicas influenciadas directamente por los cambios climáticos, o con una influencia decisiva sobre ellas. CAPICILIO: Conjunto de filamentos entremezclados con las esporas y visibles al microscopio (en los mixomicetes). CONCOLORAS: Del mismo color. Se utiliza este término para indicar que el pie de algunos hongos es del mismo color que el sombrero. COPRINA: Sustancia activa del género coprinus. COPRÓFILOS: Hongos especializados en sintetizar los excrementos de diversos animales, y tierra con abundante materia orgánica. CORIÁCEA: Dura, de consistencia similar al cuero. CUTÍCULA: El tejido que envuelve los carpóforos (sombreros) de los hongos. Unas veces es fácilmente separable y otras no. DIENTE (Prados de): Así se llaman a los prados mantenidos por pastoreo ovino de carácter extensivo. Actualmente en regresión. ENDEMISMOS: Son especies características de una zona y que sólo existen en ella, no pudiéndose encontrar (por generación natural) en ningún otro lugar. ENDOPERIDIO: Parte exterior del peridio. ESCOTADAS: Láminas que se unen al pie por una especie de escote. ESPORANGIO: Órgano en el que se originan las esporas.

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Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos


ESTOMA: Pequeños orificios situados en las hojas, por donde “respiran” y realizan el intercambio gaseoso a la atmósfera. FOLIÁCEO: Referente a las hojas. FRIABLE: No flexible; que se parte con facilidad. La carne de las russulas es muy friable. FUNGI: Los hongos han sido clasificados en un reino aparte “Fungí”, ya que poseen características animales y vegetales, pero no son de ninguno de los dos reinos. GEMACIÓN: División de las levaduras, por yemas, en vez de división celular. GLEBA: Masa interna de los gasterales donde se originan las esporas. GUAYACO: Reactivo que obtiene coloración azul en las russulas. Está formado por cristales de resina de guayaco en alcohol hasta la saturación de la mezcla. HIALINAS: Transparentes, con aspecto cristalino o vidrioso. HIFAS: “Falsas raíces” de las que el hongo se nutre y que son iniciadas por la germinación de las esporas. ITÁLICA: Una de las variedades del álamo negro, muy alta y estilizada; actualmente en clara regresión. Muy utilizado como “vigas” de madera, en tiempos pasados. KÉFIR: Sustancia semejante al yogur, producida por una bacteria que fermenta la leche. Es utilizada en medicina naturópata. LICUESCENTES: Que se deshacen y desprenden líquido. LIGNíCOLAS: Hongos especializados en descomponer y alimentarse de madera. Generalmente parásitos. METABÓLICO: El metabolismo de un ser vivo es la forma de asimilación en su organismo de diferentes productos. MICELIO: Conjunto de hifas entrelazadas que forman el talo del hongo, MICÓFAGAS: Se dice de las personas, zonas o comarcas que tienen costumbre en buscar e ingerir todo tipo de hongos, conociendo bastantes. MICÓFOBA: Se dice de la persona, zona o comarca con “fobia” hacia loshongos, o con tendencias a consumir pocas especies. MICRA: Unidad de medida para las esporas. Equivale a una milésima de milímetro. Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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MICROCLIMÁTICOS: Podemos definir una zona microclimática a la que posee unas características especiales en cuanto a temperatura y pluviosidad, diferente al entorno en el que se encuentra; generalmente la altitud, la orientación junto a una pared montañosa y la situación frente a los vientos húmedos son determinantes. MICRORRIZÓGENOS: Son los hongos asociados a las raíces de los árboles que obtienen beneficio común. MÚCOR: Se engloba en este género a los mohos. OROGENIAS: Serie de movimientos registrados en nuestro planeta por los que se formaron las grandes cordilleras tal como hoy las conocemos. PARÁSITOS: Organismos que se nutren de otros causándolos daño. PROTOZOOS: Animales generalmente de organización unicelular; en e! caso de ser pluricelulares no poseen diferenciación de tejidos. PUBESCENTE: Semejante al vello; vellosidad parecida al terciopelo. RÁNKER: Se denomina así al suelo pobre en cuanto a abonos naturales se refiere y que carece en gran parte de cubierta fértil. RESORCINA: Reactivo de resorcina al 10% con agua destilada. RUBEFACCIÓN: Cambio de coloración de la piel hacia el rojo; enrojecimiento de la misma. SAPRÓFITOS: Organismos que se nutren de materia orgánica en descomposición. TALOFITAS: Plantas que carecen de raíz, tallo y hojas. TAXONÓMICA: La taxonomía estudia la clasificación de los seres naturales. TOPÓNIMOS: Nombres dados a pueblos en función de las características del lugar en el que están enclavados.

ÍNDICE DE MATERIAS Temas tratados

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INTRODUCCIÓN Y OBJETIVOS PROPUESTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . .4 LA SIERRA DE ÁVILA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6 El Medio Físico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Mapa de suelos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8 Vegetación y cubierta arbóreaº . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .9 El clima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .11

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Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos


Datos pluviométricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Datos térmicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12 Encinares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 Robledales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .15 Zonas degradadas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16 Páramos y prados de montaña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16 Pinares de repoblación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17 Bosques galería . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17 INTRODUCCIÓN A LA MICOLOGÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19 Biología de los hongos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .20 Clases de hongos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23 Hongos microscópicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .23 La grafiosis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25 Hongos en frutales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .29 Mixomicetos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31 Ascomicetos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .31 Basidiomicetos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .32 CLASES DE ESPORAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .33 Dispersión de las esporas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .35 IDENTIFICACIÓN DE ESPECIES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36 Micebiontes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .36 Acción humana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 Líquenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .39 HONGOS ENCONTRADOS EN LA SIERRA DE ÁVILA . . . . . . . . . . . . .43 Simbología utilizada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43 MIXOMICETES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .44 ASCOMICETES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .47 BASIDIOMICETES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .51 RUSSULALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 BOLETALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .96 HETEROBASIDIOMYCETES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .103 APHYLLOPHORALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .106 GASTROMICETES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .113 GASTRONOMÍA DE LOS HONGOS. Venenos e intoxicaciones . . . . .121 Valor calórico de las setas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .124 Variantes gastronómicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .125 BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .133 DICCIONARIO DE PALABRAS TÉCNICAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .135 Sierra de Ávila. Hongos macroscópicos

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El autor: Natural de Ávila, Vicente García siente, desde muy joven, especial atracción por la Naturaleza, los animales y las plantas. Los paisajes y ecosistemas son plasmados en sus dibujos y fotografías, y ejercen sobre él una influencia positiva. Interesado por difundir, de forma gráfica, sus experiencias medioambientales, ha participado en diversas revistas y periódicos con artículos, fotografías y dibujos relacionados con este apasionante mundo natural. En 1990 fue nombrado por la Consejería de Medio Ambiente “Ecoperiodista local”, y en 1992 “Ecoperiodista Regional” en la modalidad prensa escrita, por sus trabajos de difusión relacionados con la protección ambiental. Actualmente colabora con páginas sobre Medio Ambiente, en diversos periódicos del grupo promecal, como Diario de Burgos, Día de Valladolid, Diario Palentino, y Diario de Ávila, periódico donde trabaja como Jefe de informática y Sistemas. Es autor y co-autor de diversos libros relacionados con la Naturaleza: 5 rutas por la naturaleza abulense (Junta de Castilla y León, Árboles de Ávila (Caja de Ávila, Ávila (Ediciones Júcar, Rutas por la Naturaleza en Ávila (Junta de Castilla y León, Naturaleza en Venero Claro (Caja de Avila, Fauna y Flora en Naturávila (Diputación provincial de Ávila, y el actual: Hongos en la Sierra de Ávila (Caja de Ávila,

1991). 1993). 1996). 1996). 1996). 2000). 2005).

AGRADECIMIENTOS La realización de este libro, ha sido fruto de un trabajo largo y laborioso, en el que han participado muchas personas, a las que habría que agradecer su colaboración. De entre todas, hemos de destacar las siguientes. Ernesto Pérez, por su participación en la catalogación de especies, aportacion de datos, e infundiendo ánimos al autor en numerosas ocasiones, y fotografía de la página 123 Alejandro Lanz, que colaboró, también, en el estudio y catalogación de algunos hongos, y fotografía de la página 61. José Luis Díaz, por facilitar información puntual que haría desistir al más paciente. Ignacio Rodríguez, por las sugerencias sobre el Medio Físico, y diferentes anotaciones en los estudios biológicos. Francisco García Paz, por realizar las correcciones sobre los primeros originales. Blanca Paloma García y Carlos Navarro, por contribuir al estudio epidemiológico sobre intoxicaciones, e incidencias en la Sierra de Ávila. Y ENTIDADES: Instituto Nacional de Meteorología, que facilitó los datos para elaborarar las estadísticas de tendencias climáticas. Junta de Castilla y León, por facilitar la cartografía necesaria para elaborar los mapas de suelos y el estudio del de vegetación. Caja de Ávila, que financió su publicación y sin cuya ayuda no hubiera sido posible ofrecerlo al público.

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