Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla González SÁBADO 16.11.2013
Volvamos al libro y a la lectura/
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Una mirada a la poesía dominicanaen el tiempo
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Impresionismo y valor artístico
¿Todo por la patria?
...en la vestimenta de la mujer, las combinaciones son infinitas y estacionales, aunque estas no revolucionan ni cambian nada porque son fijadores ideológicos, como lo demostró Roland Barthes en su libro “Sistema de la moda”. Página 5
No hay dudas. La repentina intensificación del apego a ‘‘lo dominicano’’, y la obstinación en defender su imaginario, son fervientes efectos de la resolución de la JCE y la sentencia de ciertos miembros del TC. Página6
Conflictivas relaciones
entre boricuas y dominicanos En los primeros años de la intervención norteamericana, 1916-1924, se registraron incidentes y choques entre dominicanos y boricuas que llegaron para trabajar, casi todos, en la industria azucarera. Página 8
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Zona Areíto Areito
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John le Carré o David John Moore Cornwell (novelista) Hemos aprendido en los tiempos actuales a interpretar cualquier acto político en términos de conspiración
Carlos Andújar
Historia dominicana de Orlando Inoa. Una experiencia docente
H
istoria dominicana de Orlando Inoa es un libro concebido de manera diferente a otras producciones en que las fronteras entre libro de texto y de consulta quedan inciertas.Tal vez la ausencia de ejercicios, cuadros sinópticos, preguntas y otros recursos pedagógicos no lo encierran en el espacio del libro universitario y de consulta académica para investigadores y acuciosos de la historia sin que implique que sea considerado un ensayo histórico propiamente. La estructuración en 10 capítulos de vasto contenido supone una organización del libro temático más cercana a la capitulación de programas universitarios sobre historia pero que tampoco es eso exclusivamente. Esta obra de Inoa es un tránsito entre pequeños ensayos, por el rigor y la autonomía conceptual entre uno y otro y su extensión, que si bien se articulan en una continuidad secuencial temática del discurrir histórico nacional, es al mismo tiempo un esfuerzo por darle al libro identidad propia y diferenciarlo de los manuales clásicos de historia, del libro de consulta impreciso, breve y que atiende más bien los requerimientos de programas y contenidos de las aulas que la complejidad histórica posee. Por qué se adelanta el libro Historia dominicana de Orlando Inoa al formato convencional para producir un texto en que la solidez de lo informado se apoya en fuentes no solamente extensamente citadas, sino en documentos originales y otros recursos alternativos. Por su extensión, más de 700 páginas, el libro de Inoa no respetó el estricto criterio de ajustarse a un marco consultivo y ligero en su programación que permita diversificar su relación temática respondiendo más bien a un programa de asignatura como suele pasar, en sacrificio al complejo proceso que cada capítulo obliga al autor a abordar con la única intención de dar la más amplia interpretación y análisis del hecho histórico. El uso académico de la obra Historia dominicana. Todo lo anterior no sólo supone una interpretación satisfactoria del libro en sus objetivos y calidad de contenidos y manera de narrarlo con un lenguaje claro, preciso y profundo a la vez, sino que deriva este comentario en una fase operativa del uso del mismo, para maestros universitarios de las áreas abordadas en sus contenidos, independientemente de las fronteras de los estrictos contenidos programáticos de la academia. Pensarlo sin esa censura fue la mejor manera de concebirlo. Pero, ¿cómo se hace el libro operativo en las aulas y para maestros y alumnos? Bueno, desde mi experiencia transfiero una perspectiva de su aprovechamiento.
Comenzando por la diversidad estructural del libro como recurso pedagógico diverso, pensamos en su utilidad que permita fortalecer lo que es el eje central de la obra, la proclividad a la investigación y manejo de la ciencia de la historia con creatividad y talentos múltiples. El recurso de la cartografía no como relleno de página sino como fuente histórica, la ilustración como documento explicativo y el completivo en cada capítulo y al final de la obra, como anexo de un compendio diverso, en lo temático, y los abordajes de la historia, permiten integrarlo al aula con un sentido estratégico de revolución a la manera convencional de memorizar la historia para luego repetirla sin criticidad y análisis, como hasta ahora sucede. El maestro que posee el libro Historia dominicana de Orlando Inoa tiene en sus manos un instrumento eficaz para analizar el hecho histórico desde distintos ángulos y enfoques a partir de la riqueza de información que nos brinda. Metodología de trabajo para el aula. El caso UASD/San Juan de la Maguana Para la clase de Historia Dominicana en la extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo en San Juan de la Maguana, he desarrollado la siguiente metodología: Primero. Formación de grupos de tra-
bajo para dividirse los capítulos por grupos y cada estudiante asumir un fragmento del mismo que por su vastedad queda en sus manos una importante literatura a trabajar. Esta lectura individual, luego se socializa en el grupo con una relatoría colectiva de interpretación del conjunto. Segundo. Cada estudiante debe abordar tres ilustraciones para interpretarlas como documento histórico. Tercero. Cada estudiante debe manejar la interpretación de un mapa usado en el texto. Cuarto. Igualmente debe cada estudiante, leer e interpretar críticamente tres fuentes primarias de las incluidas en el libro. Quinto. A todo ello hemos sumado una explicación individual en el aula de un subtema del libro. Con todo ello sacamos la mejor ventaja del libro y mostramos al mismo tiempo las potencialidades del mismo en su uso como libro consultivo, pequeños ensayos y texto de trabajo en el aula algo cercano a los libros de texto aprobados en las universidades, sin la condicionante impuesta por los contenidos y la paginación universitaria donde a veces su brevedad lo convierte en inoperante. El uso hasta el momento ha sido efectivo y de múltiples maneras y recursos, además de gran calidad y rigor teórico y discursivo.
LA HISTORIA/Fuente: Portal Bibliófilo Enmascarado
1922
1934
NACIÓ EL 16 DE NOVIEMBRE. JOSÉ SARAMAGO, escritor portugués, premio Nobel de Literatura en 1998. Entre sus obras se encuentran títulos como “El viaje del elefante”, “La Caverna”, Caín o “Ensayo sobre la ceguera“.
NACIÓ EL 18 DE NOVIEMBRE. VASSILIS VASSILIKOS, escritor y diplomático griego. Su obra más conocida es la novela política “Z”, traducida a más de 32 idiomas. Ha sido llevada al cine por el director Costa-Gavras.
_1922 José Saramago, escritor portugués, premio Nobel de Literatura en 1998. Entre sus obras se encuentran títulos como “El viaje del elefante”, “La Caverna”, Caín o “Ensayo sobre la ceguera“.
1957
MURIÓ EL 17 DE NOVIEMBRE. DOROTHY LEIGH SAYERS, novelista y traductora británica. Conocida principalmente por sus novelas policíacas, protagonizadas por el aristócrata inglés Lord Peter Wimsey. Sin embargo, la propia autora creía que su mejor obra fue la traducción que realizó de la Divina Comedia de Dante.
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1922
FALLECIÓ EL 18 DE NOVIEMBRE. MARCEL PROUST, novelista francés, autor de la serie de siete novelas de “En busca del tiempo perdido”, una de las obras más destacadas e influyentes de la literatura del siglo XX.
1910
MURIÓ EL 20 DE NOVIEMBRE. LEON TOLSTOI, novelista ruso , autor de obras como “Guerra y Paz” y “Ana Karenina”. Sus ideas sobre la No-Violencia, expresadas en libros como “El Reino de Dios está en Vosotros”, tuvieron un profundo impacto. _
1694
NACIÓ EL 21 DE NOVIEMBRE. FRANÇOIS M. AROUET, conocido como Voltaire, filósofo y escritor francés, uno de los principales representantes de la Ilustración y miembro de la Academia Francesa.
MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN
Literatura
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UNA MIRADA A LA POESÍA DOMINICANA EN EL TIEMPO De los albores a la ciudad letrada trujillista
L
a crítica literaria ha coincidido en el predominio de modelos neoclásicos en la poesía dominicana del siglo XIX, cosa que muchas veces se le da por causa el aislamiento del país. Aunque no se pone en evidencia las razones sociales que hay dentro de este aserto. La primera ciudad letrada de criollos se vio empujada a abandonar el país con motivo de la cesión a Francia en 1795, lo mismo le pasó a la segunda en 1801, 1805 y 1822 producto de las invasiones haitiana y la ocupación del país, con el consiguiente cierre de la Universidad. Se debe agregar a eso el estado de pobreza y abandono en el que se encontraba la primera colonia de España en América, lo que se traducía en la ausencia de una economía que trasladara al suelo dominicano los elementos que la civilización europea difundía en el mundo como sentido de la modernidad. El Santo Domingo español solo tuvo cierto desarrollo como centro de abastecimiento de productos para la colonia francesa del lado oeste y, cuando esa había permitido que la clase acumulara ciertas riquezas, produjo una fuerza expansiva que llevó a los criollos a Venezuela, Cuba y Puerto Rico. Es significativa la presencia de esa oligarquía económica a través de sus hijos como Rafael María Baralt, historiador venezolano de origen dominicano, (“Resumen de la Historia de Venezuela”, 1840); Domingo del Monte (“Centón Epistolario de Domingo del Monte”), en Cuba; José María Heredia, el cantor del Niágara; Esteban Pichardo y Tapia, geógrafo, novelista y lingüista (“El Fatalista”, 1866, “Itinerario general de los caminos principales de la Isla de Cuba”, 1828); y, desde luego, los Angulo Guridi. El primer escritor de la hornada liberal que se formó en la Universidad de La Habana fue Alejandro Angulo Guridi, quien ya en 1843 escribía el prólogo de un libro de poesía de Francisco Javier Blaché y Palma, poeta cubano muerto a destiempo (“Margaritas” 1846), con éste publicó la novela de costumbres “La venganza de un hijo”. El prólogo a un conjunto de poemas variopintos muestra la entrada del romanticismo, pero esa poesía era ya publicada en Barcelona por los jóvenes del “Aguinaldo puertorriqueño” (1843). Las familias acomodadas de Puerto Rico habían enviado a sus hijos a estudiar medicina a Barcelona, Madrid y Santiago de Compostela. La de Santo Domingo se encontraba inmersa en la lucha contra la ocupación y las guerras contra Haití. Es significativo que esas guerras pudieron actuar como un freno al desarrollo económico y literario, más allá que el inmovilismo social de la sociedad hatera. Toda la poesía dominicana desde 1844 cuando comienza el periodo republicano fue una poesía romántica con elementos neoclásicos. La primera antología de poesía apareció en 1874 con la publicación de “La lira de Quisqueya” de José Castellanos. El conjunto poemático tiene la presencia de algunos poetas de relevancia como José Joaquín Pérez y Salomé Ureña Díaz. Al terminar el siglo XIX, Gastón Fernando Deligne y Fabio Fiallo (Canciones de la tarde, 1920) representaban el final y el comienzo de dos estéticas, la del romanticismo neoclásico la del modernismo romántico. El primero rechaza al Modernismo de Darío, que conoció desde un inicio porque entendía que era una versión latinoamericana del parnasianismo, poetas estos que podía leer en su lengua original (“Ars nova scribendi”, 1897, Baesa Flores, 1976, 49). Del segundo, dice Balaguer que tiene influencia del romanticismo español y alemán a través de Bécquer y Heine (Balaguer, 1945). Sin embargo, los aires de modernidad que llegan con el nuevo siglo sacarán a la República Dominicana de esa recesión estética y la impulsarán a buscar los nuevos aires del tiempo presente. Con el modernismo, autores como el novelista Cestero, y los poetas Fiallo y Ricardo Pérez Alfonseca (“Finis patria”, 1914 y “Oda a un yo”), amigos y contertulios de Rubén Darío, la sociedad letrada dominicana tiene asiento en los cafés de París. Mientras que Osvaldo Bazil (“Rosales en flor”, 1901) publicó en Barcelona la antología de la poesía dominicana “El Parnaso dominicano”, 1915. Al cruzar el siglo XX, la estética moder-
Pedro Mir
nista se cuestiona como una ruptura con la forma y la representación del poema. Las discusiones sobre la métrica y el verso libre ocupan la atención de Pedro Henríquez Ureña y Joaquín Balaguer. Para 1912 aparece, según Manuel Rueda y Lupo Hernández Rueda, (“Antología panorámica de la poesía dominicana contemporánea”, 1972) los primeros aires del vanguardismo con la poesía de Vigil Díaz, más tarde el poeta Federico Bermúdez comienza a despojarse del instrumental poético del modernismo y atiza formas del posmodernismo poético. Mientras Fabio Fiallo continuaba siendo el poeta romántico más importante. Por esta razón, postulo que, en las tres primeras décadas del siglo XX, coexistieron en la poesía dominicana el modernismo, el posmodernismo y el movimiento del llamado arte nuevo. A veces no como movimientos de ruptura, sino como de desplazamientos. La poesía dominicana de los años veinte, además de tener el impulso y las contradicciones de las vanguardias europeas, estaba mirando hacia las grandes capitales de la cultura latinoamericana, no solo como poética, sino como política del poema. El movimiento posmodernista y el vanguardista de Domingo Moreno Jimenes y Andrés Avelino (“Manifiesto postumista”, 1921) estuvieron influidos por el poeta Almafuerte y por la crítica de Manuel Ugarte [Ugarte, Manuel. Latinoamericanista, dirigente socialista y crítico literario argentino. Difundió la literatura joven de América en “La joven literatura hispanoamericana: Antología de prosistas y poetas”, 1906, donde integra textos de Fabio Fiallo y Américo Lugo]. Su peregrinar por América lo llevaron Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, donde se solidarizó con la lucha del Partido Nacionalista de Pedro Albizu Campos. En cuanto a la política del poema, el Movimiento Postumismo, que fuera vanguardismo y antivanguardismo a la vez, tiene este último filón por buscar una expresión propia y autónoma que, orientada por el modernismo de José Santos Chocano y las ideas del primer Víctor Raúl Haya de la Torre, quedó imbuido de un latinoamericanismo que aspiraba a encontrar una expresión continental. (Dice Baeza Flores que a pesar de haberse extendido a Puerto Rico, El Postumismo se quedó muy aislado de América, Baeza, 1976, 51). En la década que se inicia en 1930, la poesía dominicana había unido a ese vanguardismo en que aún asomaba la escuela modernista a la construcción de la poesía social, con la poesía de Pedro Mir y Héctor Incháustegui Cabral. Ese mirar la tierra y sus problemas sociales, tan fuerte en la narrativa del realismo social, tiene en estos dos poetas poemas cimeros que, si no son los únicos, podemos decir que se encontraban entre los primeros poetas sociales vanguardistas de toda América Latina. El reconocimiento vendría más tarde, en el caso de Pedro Mir (“Poema del llanto trigueño” (1937), y el de Héctor Incháustegui (“Poemas de una sola angustia”, 1940) nunca llegó, pues lo que pudo haber sido este poeta dentro de las letras latinoamericanas se lo tragó el efecto Trujillo en la literatura dominicana. Luego a estos vates, el canon suma a Manuel del Cabral (“Doce poemas negros”, 1935) y Tomás Hernández Franco, (“Canciones del litoral alegre, 1936”).
Héctor Incháustegui Cabral
Salomé Ureña
Fabio Fiallo
Manuel del Cabral
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do / Por Berty Álvarez
La familia Desangles
Encuentros
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l apellido Desangles tiene su origen toponímico en los municipios franceses llamados Angles. Se tiene el criterio que el primero en ostentarlo fue un soldado inglés que se estableció en Francia, después de una guerra entre estos dos países. Cuatro son las versiones de cómo se formó el mismo; entre ellas está la que plantea la combinación del artículo des, que significa proveniente de, y del ángulo formado por los muros de una casa en esquina (angle). Tiene un escudo nobiliario y sus armas representan lealtad, generosidad, paz y constancia. Se desconoce la fecha exacta de llegada de representantes del mismo a República Dominicana, pero en un documento fechado el 4 de enero de 1847 consta la entrega que hace un señor de apellido Coiscoud (sic) de su hijo a Pierre Desangles, de profesión sastre, para que lo entrene en sastrería y buenas costumbres. Este Pierre Desangles, según el acta de su primer matrimonio, era natural de Puydarrieux, Hautes-Pyrenees, arrondissemente de Tarbes, commune de Trie-Sur-Baise, “de los Reinos de Francia”. Esta localidad cuenta actualmente con 248 habitantes; está situada cerca de Lourdes y Andorra, cuenta con un hotel de dos estrellas y es famosa por su festival de foie gras a base de hígado de ganso. Pierre Desangles nació el 1 de agosto de 1808 y era hijo de Jean Desangles, hijo a su vez de Dominique Desangles y de Marie Duratens, casados el 24 de septiembre de 1805, contando con 32 y 30 años de edad, respectivamente. De extracción rural, figuran como trabajadores agrícolas y peinadores de lana. En un censo de 1828 aparecen como propietarios. Sus hermanos fueron Marie, nacida el 19 de marzo de 1807; Laurent, nacido el 1 de agosto de 1811; Marie, homónima de la anterior, nacida el 9 de mayo de 1814, y Pierre, homónimo de su hermano, nacido el 28 de junio de 1819. Esta homonimia implicó que Pierre utilizara el nombre de Jean Pierre en diferentes actos de su vida pública. Jean Pierre -Juan Pedro- Desangles Duratens guardó prisión por haber sido uno de los cabecillas de una conspiración contra el general Pedro Santana, como lo revela una carta del cónsul de Francia en Santo Domingo, fechada el 28 de marzo de 1855. Casó por primera vez el 3 de noviembre de 1847 con Micaela Montás, entonces de 15 años, hija de Renee Charles Montás y María del Rosario Pacheco. De este matrimonio sobrevivió María Merced Desangles Montás, quien casó con José Marcos Santoni Méndez, troncos de las familias Franco Santoni de Santiago y Galván Santoni de Santo Domingo. Viudo y en articulus mortis, Juan Pedro Desangles casó por segunda vez con Teresa Sibilly de Estree, quien era huérfana en ese momento. Había nacido en Curazao y era hija de Jacobi Baltazar Albeu Sibilly, armero (propietario de barcos), y de Elisae Rosa de Estree, ambos franceses, procedentes de Marsella y de los primeros colonos establecidos en Curazao. De la descendencia de este matrimonio nos ocuparemos más adelante. Teresa tuvo dos hermanos: Anita Sibilly de Estree, quien era propietaria de goletas y se estableció en San Pedro de Macorís, donde dejo descendencia, y Luis Sibilly de Estree, quien radicó en Curazao, Nueva York y Venezuela. Juan Pedro Desangles Duratens tuvo además un hijo con la señora María Lorenza Mella Soto, fallecida en Santo Domingo en 1883, llamado Gregorio Desangles Mella (Goyito), quien casó a la edad de 28 anos con Josefa Antonia Álvarez Pérez, hija de Francisco Antonio Álvarez y Manuela Pérez.
Instituto Dominicano de Genealogía
MU-KIEN ADRIANA SANG
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¿Bueno o malo? Maquiavelo: la inexistencia del bien • En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven. • Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. • La naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad. • En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros. • Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen. • No puede haber grandes dificultades cuando abunda la buena voluntad. • Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento.
Nicolás Maquiavelo
E
sta es la quinta entrega de esta serie de artículos que acabarán cuando pueda satisfacer aunque sea mínimamente la pregunta que atormenta mi alma ¿el ser humano es bueno o malo por su propia condición? Iniciamos el periplo con una serie de cuestionamientos que me hacía, y me sigo haciendo todavía, sobre cuál es la verdadera naturaleza humana, al ver el derrotero que ha seguido este mundo en el que vivimos. Después me fui a la fuente del pensamiento antiguo, centrando la reflexión en China y Grecia. No me sentí satisfecha con las respuestas de los taoístas, confucionistas y los tres tradicionales filósofos griegos. Estas reflexiones me hicieron pensar en las bases de sustentación de las dos religiones que tienen mayores adeptos en el mundo: la católica y la islámica. Al finalizarlos, me motivé más. Mi natural curiosidad me hizo seguir buscando. Entonces recordé mis clases de Historia de las Ideas Políticas y el revuelo que causaba en la juventud las ideas de Nicolás Maquiavelo. Volví a recuperar mis notas, y aquí les expongo mis ideas. Recordé también el artículo que escribí hace varios años titulado sobre un incidente que se había producido en mis clases a propósito del debate encendido sobre las ideas de este italiano: los que estaban en contra y los que estaban a favor. Es increíble cómo en la segunda década del siglo XXI, seis siglos después, todavía estemos hablando de este italiano florentino, Nicolás Maquiavelo, figura preponderante del renacimiento italiano, nacido a mitad del siglo XV, en mayo de 1469, y que murió en junio de 1527 con apenas 58 años de edad. Sus ideas siguen siendo inspiración para muchos políticos, pero sobre todo constituyen un manual muy práctico del poder político, su ejercicio, y muy especialmente cómo mantenerlo. En su corta vida tuvo múltiples facetas, además de escritor, fue diplomático y funcionario público. Maquiavelo escribió, y mucho. Su primera obra fue publicada en 1499 y llevaba como título “Discurso sobre la corte de Pisa”. Años más tarde se dedicó a hacer un análisis sobre las cortes más importantes de Europa. De estos estudios nacieron sus obras “Retrato de la corte de Francia”, publicado en 1510; “Los discursos sobre la primera década de Tito Livio”, en tres volúmenes, 1512-1517. Fue un historiador preciso y agudo, su obra Historia de Florencia, condensada en 8 libros y publicada entre los años 1520-1525, constituye una referencia obligada sobre el renacimiento italiano. Pero fue realmente su pequeño ensayo “El Príncipe”, escrito en 1513 y publicado póstumamente en 1531, el que lo catapultó hacia la posteridad. Algunos estudiosos de Maquiavelo sostienen que esta obra, El Príncipe, retrata la reflexión del estudioso sobre el ejercicio del poder a partir de observarlo y estar bien de cerca en los poderosos círculos políticos florentinos, y de algunos monarcas de la Europa de la época. Fue testigo privilegiado de los grandes acontecimientos que vivía el mundo europeo del momento. Siendo muy joven, observó cómo Florencia se convertía en potencia italiana, bajo el mandato de Lorenzo de Médici, El Magnífico. Luego también presenció su caída ocurrida en 1494. Mientras se iniciaba en el servicio público, Florencia comenzaba su proceso de convertirse en república, un corto período que sólo duró hasta 1512, momento en el cual los Mé-
dici regresaron al poder, hasta 1527, cuando nuevamente fueron sacados del poder. En el medio de ese proceso, Maquiavelo, en 1500, tuvo la oportunidad de servir de negociador en Francia para convencer a Luis XII sobre la conveniencia de que continuara la guerra contra Pisa. Dicen algunos que el monarca francés, con su forma de ejercer el poder, fue el que inspiró a Maquiavelo, al observar los errores cometidos en su política internacional con Italia, a escribir los cinco errores capitales del ejercicio de poder que fueron expuestos con brillantez en El Príncipe. Esta obra de menos de 60 páginas, subdividas en 26 pequeños capítulos, contiene una riqueza terrible y temible de los artificios, artimañas y mecanismos para permanecer y dominar al pueblo, convertirlo en súbdito sumiso. Otros sucesos que marcaron a Maquiavelo y le ofrecieron datos e ideas fue observar las intríngulis del poder y las ambiciones de los de arriba, y fue el papel que jugó el papa Alejandro VI y su hijo, César Borgia, el duque Valentino; dos seres sedientos e insaciables de poder, gloria y dinero. Tanto marcaron al funcionario-pensador las acciones de César Borgia, que algunos han afirmado que es “El Príncipe” de Maquiavelo; el hombre preparado para las eventualidades del poder, incluso la traición. Pero volvamos al tema que nos ocupa. Maquiavelo es tan apasionante que podría desviarnos de nuestro centro de preocupación y centrarnos en sus ideas-recetas sobre cómo permanecer en el poder. A diferencia de los pensadores griegos de la antigüedad, el florentino está convencido de que el ser humano es malo por naturaleza. Que la maldad humana es intrínseca a su condición: “Los hombres son míseros, más aficionados a los bienes que a su propia sangre...” . Es decir, no hay bondad o maldad, sino intereses, dinero y propiedades. Tan grande era su convicción que el autor afirma sin remordimientos que los seres humanos lloran más fácil la pérdida de sus bienes que la muerte de sus padres. ¡Oh Dios! Maquiavelo afirmaba, con sorprendente crudeza, que los seres humanos no sólo eran malos por naturaleza, sino que el conjunto de ellos, que integra el colectivo pueblo, eran débiles, inconscientes y volubles. Para convencerlos, se usaban las palabras que comprase sus simpatías, pero cuando estas no funcionaban, la fuerza era la mejor forma de someterlos. La virtud maquiavélica, no era la virtud socrática. Para el filósofo griego el thymos era el arte de hacer el bien para así poder gobernar a favor de las mayorías. El politólogo italiano planteaba que la virtud era una ilusión, porque los hombres y las mujeres se habían convertido en seres diestros en el arte del engaño. Por eso recomendaba al Príncipe no tener virtudes, solo debía aparentar tenerlas. Fiel a su idea de que solo existían los intereses, para Maquiavelo la moral no tiene razón de ser, pues no encontraba diferencia alguna entre el bien y el mal: “En las acciones de todos los hombres, pero especialmente en las de los príncipes, contra los cuales no hay juicio que implorar, se considera simplemente el fin que ellos llevan. Dedíquese, pues, el príncipe a superar siempre las dificultades y a conservar su Estado. Si sale con acierto, se tendrán por honrosos siempre sus medios, alabándoles en todas partes: el vulgo se deja siempre coger por las exterioridades…” (capítulo XVIII). De esta atrevida afirmación de Maquiavelo es que se ha nacido la frase atribuida a él: “El fin justifica los medios”. Duro de asimilar un planteamiento tan crudo y duro como el que expone Maquiavelo en esta pequeña obra que todavía sigue siendo libro de cabecera de muchos políticos y gobernantes. Los sentimientos humanos no existen en su visión del mundo. El alma sólo guarda un número infinito de intereses; en el caso de los gobernantes el deseo de poder, dominio y riqueza son sus únicas pasiones y motores vitales. Reconozco que su manual mantiene la lógica para que el Príncipe pueda mantenerse en el poder, envolviendo al pueblo con artimañas para seducirlo, ofreciéndole pequeñas gratificaciones cotidianas. Lo demás son invenciones de unos cuantos ilusos. ¡Duro de asimilar! Yo prefiero ser ilusa a desalmada ¿No creen ustedes?
Aporte
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Impresionismo y valor artístico
DIÓGENES CÉSPEDES/ DCESPEDES@CLARO.NET.DO
E
n los dos comentarios anteriores acerca de la exposición “Impresionismo, moda y modernidad” vista en el Instituto de Bellas Artes de Chicago en septiembre pasado, me limité a mostrar los valores de algunos cuadros de Courbet, Manet, Gervex y Seurat a partir del trabajo acerca de la crítica social a la concepción del amor de aquel siglo XIX captado en un instante de la vida de los personajes simbolizados en su obra respectiva. ¿Por qué escoger el “tema” del amor? Porque este, al igual que el poema, es uno de los dos indicadores mayores de lo que piensa o no piensa una sociedad en un momento determinado acerca del sujeto, el arte, el lenguaje, la política, el Estado, el poder, la historia y de la vida. Las telas comentadas portan cada una la crítica social a ese instante de la vida captado por los pintores y cómo, aunque ese instante corresponde al siglo XIX, la crítica social que dejaron plasmada en cada una de estas obras, aunque fuera de una época y una cultura, atravesó sin embargo, como pura forma significativa, el siglo XX que se avecinaba y, por ejemplo, el cuadro de Seurat anunció y permitió el cubismo y luego el surrealismo. ¿O no es “Las señoritas de Aviñón”, de Picasso, el mismo “tema” de la prostitución y la moral burguesa atacada por Courbet, Manet, Gervex y Seurat? Cuando se compara la forma de pintar de Ingres y Winterhalter con la de los impresionistas, ¿puede decirse que la de estos últimos es copia, imitación o reproducción de la de estos maestros del retratismo clásico, medieval o renacentista? El medievalismo, el clasicismo y el neoclasicismo tuvieron tus pintores excelsos, pero con el impresionismo cambió para siempre el retratismo pictórico. Y no fue solamente en contra de la concepción del amor del siglo XIX que los impresionistas emprendieron su labor de transformación. Voy a mostrar dos ejemplos que muestran la conciencia que tenían del trabajo emprendido y cuya divisa principal, estratégica, esbozada por Baudelaire, Mallarmé y Zolá, radicaba en que no bastaba pintar el objeto, sino el efecto que causaba en el sujeto espectador. En la cultura de lengua española ese “efecto” era el mismo proclamado para la literatura por Vicente Huidobro: No describas la rosa, hazla florecer en el poema. Voy a mis dos ejemplos de crítica social distintos al trabajo hecho sobre el amor por los impresionistas. El primero es el cuadro de Gustavo Caillebotte (1848-1894) titulado “Una calle de París en día lluvioso”, 1877, Cat., p. 188. Aileen Ribeiro realiza, en el catálogo, un análisis pormenorizado del cuadro y de las diferentes opiniones de los comentaristas de la época en torno a la obra. Pero a mi modo de entender, el lienzo de Caillebotte realiza la teoría y la práctica del impresionismo: no solo pinta personajes y objetos dentro del espacio de la tela, sino que la tela misma causa el efecto de estar lloviendo, aunque al espectador y a los comentaristas del cuadro les parezca que no. Casi todos los personajes incluidos en el lienzo llevan paraguas y el tono grisáceo de la paleta nos causa la impresión de que está lloviendo, y esto es lo importante según Mallarmé. Por esta razón, este es un cuadro acerca de cómo el pintor aplicó la teoría de la pintura impresionista. El resto son interpretaciones que dependen de la capacidad o incapacidad cultural de quien las formula. El segundo cuadro –tampoco tiene nada que ver con el amor– se titula en el catálogo, p. 183, “Evening” –Baile nocturno, pintado en 1878 por James Tissot (1836-1902). Semióticamente, la significación de un cuadro no son los personajes u objetos que aparecen en el escenario para consumo de los espectadores. Lo que simbolizan o sugieren es su significación. Recuérdese que en cualquier práctica artística que no sea la li-
Caillebotte Paris Street Rainy Day
teraria, no hay sentido(s), sino significación. Descifrar un cuadro es, entonces, una tarea semiótica y cultural. Historia, teorías artísticas, símbolos, mitos, leyendas, religión, vida cotidiana y más, todo entra en consideración. Solo hay que tener bien amueblados el cerebro y la memoria, y esta última, ayudada por la erudición, es de gran valía. Gloria Groom, editora del catálogo, tiene cerebro, memoria y erudición. En el largo capítulo 8 titulado “Espacios de la modernidad” realiza un análisis comparativo del cuadro de Tissot con otro cuya imagen coloca en la página 182, titulado “Un baile”, también pintado en 1878 por Jean Béraud (1849-1935), donde el autor simplemente se limita a pintar como, sin el valor añadido de la crítica social a ese instante de la vida del siglo XIX que captó y llevó al lienzo. Se conformó con pintar personajes y objetos, académicamente bien logrados y nada más. Tissot, por el contrario, pintó personajes y objetos en un escenario similar –un baile de sociedad– y sin embargo, su capacidad creativa le permitió no solamente pintar el baile, sino introducir, en la captación de ese breve instante de la vida parisiense del siglo XIX, una crítica al personaje simbólico de la trepadora social encarnado por su modelo y ex amante Catalina Newton, irlandesa. Al comparar la pintura de Béraud, Groom dice queTissot no hace lo que aquél, es decir, pintar personajes encumbrados (políticos, aristócratas y señoras encumbradas): “Aunque el escenario incluye igualmente invitados bien vestidos, el tema de la pintura es la trepadora social, cuyos ojos rapaces fotografían la concurrencia, mientras que su viejo acompañante mira con determinación hacia adelante.” (p. 183). A partir de esta constatación, caben todas las interpretaciones semióticas. ¿A quién buscan esos ojos? ¿A un amante? ¿Es la trepadora social una mantenida por el anciano? Rico y poderoso y con todos los medios a su disposición, ¿quién cree que él no sabe que ella tiene un amante y que vive con él por su dinero? A esa edad, el anciano necesita compañía y alguien que malamente le cuide, pues posiblemente hace tiempo que enviudó y los hijos, si los tuvo, llevan vida aparte y a la velocidad del rayo en que se movía la sociedad industrial y financiera del Segundo Imperio, la disolución total de las relaciones primarias y familiares era un hecho palmario. Pero tuvo tiempo Tissot de mostrar otra crítica social: para la época de la pintura, el vestido que lleva la trepadora ya había pasado de moda, aunque fue popular algunos años atrás. Mientras que el cuadro de Béraud, sin poseer el valor pictórico del de Tissot, muestra a las damas de sociedad con los
Tissot Baile nocturno
vestidos a la moda. Y la moda es fundamentalmente para que las damas se luzcan, pues después de la Revolución francesa hasta hoy el atuendo masculino ha variado poco, debido a la ideología implícita de la sencillez: pantalón, saco y corbata, sombrero, chaleco en países fríos y tonos que van del negro al gris. Las variantes casi siempre son combinatorias y dependen de la actividad social a la que se asista. Pero en la vestimenta de la mujer, las combinaciones son infinitas y estacionales, aunque estas no revolucionan ni cambian nada porque son fijadores ideológicos, como lo demostró Roland Barthes en su libro “Sistema de la moda” (París: Seuil, 1967), traducido a casi todos los idiomas.
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AREÍTO
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Aporte
HOY
¿Todo por la patria?
José García Cordero, “La huida II” 2012
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AMÍN PÉREZ
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o hay dudas. La repentina intensificación del apego a ‘‘lo dominicano’’, y la obstinación en defender su imaginario, son fervientes efectos de la resolución de la JCE y la sentencia de ciertos miembros del TC. Este síntoma nacionalista tiene razón social de ser. Basta referirse a los principios que buscan “definir políticas de identidad” (12-07) y califican su misión como “un programa de rescate” (169/13), para comprender el significado e intenciones políticas de estas medidas. Pregúntese usted, ¿de qué sirve erigir una cierta visión de identidad nacional, si no es para distinguir la “pureza” de las “copias”, véase para reactualizar la oposición nacional-extranjero con los dominicanos hijos de haitianos? ¿Cómo hemos llegado a este resentimiento, que remedia un “mejor país” mediante un apatricidio? Sostengo que esta repentina histeria nacionalista parte de la negación de la pluralidad dominicana y cumple función de reproducción de la desigualdad social. ¿Quién es ese nosotros que una clase dirigente tanto desprecia y apela a un singular nacionalismo como medida de rechazo?¿Cómo sus irreverencias y sutilezas raciales median tergiversar una crisis económica, haciéndonos creer que el mal viene de donde se sufre? ¿Qué intereses vela este chauvinismo diseminado en un “todo(s) por la patria”, al que vale cuestionarle qué patria? Comencemos por las condiciones que han promovido esta situación. El susodicho “programa de rescate” de la sentencia no tiene sentido si no se crea y generaliza un problema. De ahí el afinco de sus emprendedores en reconstruir un escenario donde los dominicanos de padres haitianos son responsables de una nación e identidad en vía de extinción. Todo pasa como si de repente estuviéramos frente a un supuesto malestar que nos perturbaba cotidianamente. Al parecer, no era cuestión de desempleo, de corrupción, de servicios públicos insuficientes o de tantos sueños sin remedios. El verdadero mal lo teníamos ante los ojos y crecimos con ellos. ¿Por qué y cómo si ya existían? ¿Por qué ahora son “hijos de extranjeros ilegales” que intimidan el porvenir del país? Si figuraban en su mayoría en la categoría de nacionales precarios. Si nunca se cuestionó si eran o no dominicanos, si tenían otra cualidad distinta, y si sus derechos jamás estuvieron en duda. Y ahora este pretendido problema es reapropiado como causa para defender soberanía, sangre y tierra ante su supuesta amenaza. Este proceso político (vestido de jurídico) que hoy se rehabilita contra ciudadanos dominicanos tiene sus raíces. Si bien la fundación de la República partió de principios plurales e inclusivos, esta nación quedó revestida por lo que una cierta clase política, eclesial, intelectual y económica (¿coincidencia histórica?) entendió que debía ser y no de lo que realmente constituía su composición multicultural. Este hecho engendró una sociedad nacional contradictoria, impregnada de fuertes prejuicios en su cons-
José García Cordero, de la serie “Palma Sola” 2013.
trucción interior, donde el resentimiento hacia lo negro ha sido un leitmotiv. Así, los criterios de una nacionalidad uniforme quedan definidos contra un grupo social específico. Me refiero a ese nosotros que nos sigue siendo insoportable. Como la hegemonía no es inmortal, se necesita continuamente un trabajo de inculcación y medios de legitimación que perpetúen esta posición racial y social de cierta clase dirigente. Y ahí encuentra sus expertos. Entre mentores de la sentencia y eminencias que la respaldan, no solo son portavoces de este pensamiento sino que buscan diseminarlo en las masas. Todo esto, a sabiendas que se confronta a dominicanos que hoy día queremos extirpar de nuestro cuerpo nacional. Las conductas mismas de estos actores delatan sus intenciones políticas. Como bien insistiera la magistrada Katia Miguelina Jiménez Martínez, “no es concebible que el juez [Milton Ray Guevara] intente justificarla más allá de su contenido”. Pero la pasión nacionalista es más fuerte que ellos. Y si el presidente del TC decide tildar de antidominicanos aquellos que no asienten su sentencia, con irreverente fervor, el director de Migración descarta “ahora con más fe” la posibilidad de recurrir a esta. Los emprendedores de esta concepción de nación no cejan y asumen estrategias para revestir sus hazañas. Justificando sus discursos, persecuciones y deportaciones mediante la insignia del “interés nacional” o del “todo por la patria”, el nacionalismo busca hacer irreconocibles sus principios de exclusión y discriminación. Ahí está alerta, en busca que seamos más que los más, el más patriota cegado por la causa. Así queda evidenciado en el impacto de las sentencias: unos alivian que ya « la herida será sanada », otros alertan que “hay que estar prevenidos con las lealtades de personas que pretenden desarraigarse de sus ancestros [haitianos]”. Algunos propugnan que el país “no debe dominicanizar delincuentes”, “permitir una nueva invasión... como tampoco que nos roben nuestra identidad nacional”. Mientras, Duarte y los trinitarios sobrepasan la popularidad jamás vista sin saber ya a qué causa pertenecen. No faltan quienes recurren al viejo adagio de la imposible asimilación de estos “extranjeros” y tienen el mismo tiempo prescribien-
do la desaparición cultural de la nación. Así lo promueven ciertos grupos que pregonan “Dominicanos esto no se llama racismo, esto es deforestación y es la especialidad de los haitianos” y se reflejó evidenciado en el desliz moralista, clasista y racista que fustigó en un medio público la “mala compañía (haitiana)” de J. Díaz y J. Álvarez y a “blanquitos haciéndose los graciosos” que no entienden que los dominicanos en cuestión son “otra gente, otra cultura”. Recurrir y restringir de este modo el cliché identitario a lo “cultural” es otra manera de sellar nuestro diferente por siempre biológica y endémicamente. Todo ese andamiaje nacionalista es prueba fehaciente de la institucionalización del etnocentrismo en República Dominicana. No solo que estos dominicanos no entran en nuestros cánones sociales, jurídicos y políticos. Sino que son representados como aquellos quienes jamás serán como nosotros. Pero, este nacionalismo visceral de rechazo a nuestra heterogeneidad como pueblo cumple por igual su función social. Su arbitrariedad no es inocente y crea efectos contradictorios que ocultan lo que en realidad está aquí en juego: la legitimación de la injusticia social. Si los llamados al odio escenificados en las manifestaciones del “Parque” y de Verón y las políticas étnicas de la JCE/TC pueden incluso tolerarse en ciertos sectores, es porque se interioriza un statu quo que lleva a confundir efecto con causa. Es decir, a culpabilizar a conciudadanos de la situación económica y política que azota al país. Ahí están los efectos paradójicos de esta violencia institucional y simbólica, que logra disimular la responsabilidad de las políticas públicas al origen de nuestra crisis social y propugna arremeter contra quienes están sometidos a esta. En estas contradicciones se explica por igual la alianza de polos ideológicos opuestos, que rememoran el siniestro Frente Patriótico del 2 de junio del 1996. De la extrema izquierda a conservadores a ultranza, asienten por un particular “todo por la patria” (lo mismo que se decía contra el comunismo ateo y disociador en el 1963). Aquel que encuentra razón en esa pasión nacionalista que le es indispensable hablar del “hermano haitiano”, celebrar un “Haïti chérie”, hacerse el más tíguere del barrio, pero les es imposible reconocer sus plenos derechos. En ese “yo no soy racista, yo defiendo mi patria” ondeamos desapercibidos nuestro propio ser y contribuimos a encaminar el orden político actual. Estas miradas y políticas étnicas, promovidas por nuestros gobernantes y sustentadas en un nacionalismo indisociablemente racial y social, evidencian así la decadencia del Estado dominicano. No se trata de defender territorios o una identidad estéril. Hoy día normalizamos nuevas fronteras y engaños al interior de nuestra sociedad, que desestabilizan y precarizan cada día más nuestra cualidad de ser ciudadanos. pentagramasocial@gmail.com El autor es sociólogo
DELIA BLANCO
De señal a señal
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HOY
VOLVAMOS AL LIBRO Y LA LECTURA “El arte de leer es, en gran parte, el arte de volver a encontrar la vida en los libros y, gracias a ellos, de comprenderla mejor”. André Maurois
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propósito de las alertas sobre el fomento de la lectura que fueron analizados en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, queremos destacar los que sucintamente consideramos como los más importantes: el espacio tomado por el libro analógico o digital, debido a la penetración de la tecnología, acompañada del envejecimiento y la partida de los intelectuales, escritores, poetas y maestros nacidos en el siglo pasado, el siglo XX. Nos referimos a quienes tuvieron pendientes siempre en el desarrollo de la industria del libro, fomentando el placer de la lectura. Hasta este momento, no avizoramos en el espacio pedagógico y cultural los relevos que puedan ejercer el oficio de editor, de profesores de lenguas y de reflexionar desde sus instancias sobre los problemas y retos de la lengua. Aunque, un espacio de luz y esperanza nos ha traído recientemente este Congreso celebrado en el mes de octubre en la Ciudad de Panamá, para abordar el pasado, presente y futuro del libro, así como los desafíos que enfrenta un idioma que comparten casi 500 millones de hablantes. El libro fue el protagonista de los centralizados debates del Congreso, muy afianzado en su defensa por los ministros de Educación de España y de Panamá, así como de los directores del Instituto Cervantes y la Real Academia Española, e intelectuales, periodistas y editores de esta lengua. Bajo el lema de “El español en libro: Del Atlántico al mar del Sur”, quedó inaugurado el importante evento, con la solemne asistencia del príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, quien hizo un breve discurso, preciso y motivador, recordando los diferentes elementos de la cadena de valor del libro y la importancia de cada uno ellos, además, analizando sobre la protección al derecho de autor. Luego, fue precedido por el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli. Dicho acto inaugural, en la ciudad de Panamá, se hizo en el centro de convenciones ATLAPA, e intervinieron el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, y el director de la Real Academia Española (RAE), José Manuel Blecua, así como Enrique Iglesias, secretario general iberoamericano, y el escritor peruano y premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, entre otros. Las primeras reflexiones y análisis sobre la palabra, el libro y la lectura, que aprovechó Vargas Llosa para evocar al Inca Garcilaso de la Vega, quien alertó que la belleza del idioma de la que tanto se habla hoy es el resultado del mestizaje con las lenguas americanas de la conquista y de la propia deriva que esta ha adquirido en los 22 países en los que se habla el español. En su brillante exposición Mario Vargas Llosa eligió el atrevimiento de decir que no hay que cerrar el español a las influencias de otras lenguas, y por el contrario, recomendó “abrir las ventanas del idioma” para enriquecerlo de otros lenguajes, así como el español enriquece otros idiomas. Obviamente, que no todos los asistentes tenían esta posición vanguardista, porque hay muchos puristas que toman otras opciones. Pero, el multilingüismo es muy importante en el presente, porque no podemos concebir las perspectivas de integración profesional e intelectual para este siglo XXI sin que una persona no hable de tres a cuatro idiomas. También expusieron con brillantez escritores como el colombiano William Ospina, quien tuvo participación relevante y con duras críticas al sistema educativo y cultural de los países latinoamericanos, aprovechamos para resaltar algunos párrafos de su intervención en la que señaló “los más cordiales enemigos de la lectura son la academia y la industria editorial”. Este escritor presentó una ponencia bajo el título “Libro, lectura y
Mario Vargas Llosa
Víctor García de la Concha
Juan Luis Cebrián
educación”, destacando en la misma como fundamental corregir esa obligatoriedad y provecho, que lo único que logra es ahuyentar lectores. Otros participantes como Ángel Gabilondo, exministro de Educación, apuntó que “Aprender a leer es a su vez activar la capacidad de decidir”. Frente a la pasiva recepción acrítica, se requiere la hospitalidad de la lectura. En ocasiones es más interesante promover esta capacidad que leer una cantidad ingente de textos. Es más decisivo leer despacio, desafiarse con encrucijadas en espacio de deliberación, que tratar de zanjar de una vez por todas nuestras incertidumbres. Uno de los modos se propicia con la escritura”. La ministra de Educación de Panamá desde hace dos años, invita a que sus escolares y padres de familia escriban cuentos o poemas, en definitiva, buscar que el único texto obligatorio sea el propio, generar curiosidad por lo que escribe el de al lado y así crear una cadena de lecturas y recomendaciones. Fueron tratados temas fundamentales como el abordado por la reconocidísima editora catalana Carmen Balcells, quien alega que “La lectura debería empezar con los periódicos del día”, la agente literaria del “boom latinoamericano”, quien tuvo mucho
Enrique V. Iglesias
que ver en el éxito de García Marques, se pregunta: ¿Qué es primero? ¿El pensamiento o la palabra? Yo creo que la palabra. ¿Y porqué la lectura? Porque la lectura es un acto constante y cotidiano, que debería empezar a primera hora, a ser posible muy temprano con la lectura de los periódicos del día. El hábito de leer en cualquier soporte y debido a cualquier actividad profesional, escolar o académica implica a continuación leer y leer y leer; a veces, en una sinfonía extraordinaria que es leer y escribir. ¿Y qué significa el libro? El libro es la apoteosis final. El libro, que es un acto de amor, es muy dúctil. El muy reconocido periodista y académico Juan Luis Cebrián, presidente del Grupo PRISA, editor de El País, considera que la lectura de libros se corresponde con el índice de lectura de periódicos. La red de librerías en Latinoamérica es escasa e insiste en que “la base de todo es la educación y el cambio de estrategias para inculcar la lectura en papel o e-book. Aquí tenemos otra corriente de los temas analizados. También se trataron el papel de las bibliotecas en un mundo analógico y digital. Se discutieron la importancia de ir reconvirtiendo las tradicionales bibliotecas en virtuales, obviamente sin que desaparezcan las tradicionales. Aprovecharon para destacar la Biblioteca Virtual del Instituto Cervantes. Definitivamente, hay una alerta urgente para el fomento de la lectura, y se trata de despojarse de su carga utilitaria. “Leer es un placer y eso es lo que se tiene que transmitir”. Y desde nuestro punto de vista, la manera de fomentar el libro y la lectura es a través de planes básicos escolares, lo que dejará como resultado una importante reducción de la pobreza. Esto debe estar en las prioridades de un Estado en los campos de educación y de cultura. Entrenar y preparar los docentes o maestros necesarios, y dejar los planes cosméticos que son puros guiños populistas.
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Viaje por la historia
HOY
ÁNGELA PEÑA/ A.PENA@.COM.DO
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Conflictivas relaciones boricuas-dominicanos PEDRO SOSA
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on admirable valentía y dedicación Micah Wright se atrevió a abordar un tema que otros historiadores han desechado porque es arriesgado. Él lo considera “delicado”. En realidad, es extraño que existiendo tan rica documentación sobre los hechos se evite publicar la peligrosa relación que surgió entre dominicanos y puertorriqueños durante la ocupación norteamericana de 1916 a 1924. Hubo muertes, sangre, dolor, lágrimas, disputas, discriminación, luto, orfandad, reclamos y una osada actuación de muchos boricuas que se unieron a los nacionalistas criollos contra el intruso, lo que les costó deportación, apresamiento, la vida. “Puerto Rico and USA empire in the Caribbean” es el libro que prepara el investigador para su tesis de doctorado en Historia. Después de recoger datos en archivos y bibliotecas de Estados Unidos, Puerto Rico y Panamá estuvo en Santo Domingo y se sorprendió del rico acervo que contienen los fondos del Gobierno Militar de la época, Interior y Policía, Agricultura e Inmigración y Obras Públicas, entre otras fuentes del Archivo General de la Nación donde se internaba desde las 8 de la mañana hasta el cierre. En esas instituciones trabajaron los puertorriqueños como superintendentes, supervisores, instructores, soldados, arquitectos… “En los primeros años de la intervención, todos los inspectores de agricultura eran puertorriqueños, los norteamericanos pensaban que los dominicanos no tenían conocimiento en agricultura científica y, por supuesto, esto causó mucho resentimiento entre dominicanos y puertorriqueños”, expresa Micah. Igualmente, los puertorriqueños ocuparon las posiciones de guarda campestres del Central Romana y trabajaron también como estenógrafos y traductores. Los emplearon en Aduanas, fueron inspectores de Migración en Santo Domingo, Azua, La Romana… “Encontré que trabajaron en todas las ramas del gobierno militar estadounidense en la República Dominicana”, significa, y añade que “cuando el movimiento nacionalista ganó fuerza entre 1920 y 1921, el sentimiento contra los puertorriqueños era muy común”. Porque, aparte de desplazar de funciones a los nativos, algunos eran considerados espías. Micah tiene discursos pronunciados contra esa presencia en manifestaciones celebradas en pueblos del país, arrestos por jueces “prebostes”, artículos anti puertorriqueños que aparecieron en la mayoría de los periódicos nacionales y citas de distinguidos escritores criticándolos, como Rafael Damirón que los llamó “claques serviles” y “extranjeros perniciosos”. Pero los mismos puertorriqueños, según Micah Wright, fueron también víctimas de la Ocupación, como José Luís Cintrón, expulsado de la República por socializar con nacionalistas prominentes y escribir en la prensa contra los intrusos; Timoteo Paz, objeto de la violencia de los marines por las mismas razones; Julio del Toro Fernández, víctima de otra notable deportación. Juan López, boricua, fue asesinado por el comisario dominicano de La Romana sin que, de acuerdo con Micah, mediara provocación. “Otros dominicanos perdieron sus trabajos, incluso siendo cualificados y concienzudos, como Ángel Pérez y Miguel Gomes quienes en 1923 protestaron contra el nombramiento de Alfonso Martínez como superintendente de Obras Publicas en Paya, porque era puertorriqueño”. Alegaron que aquí existían jóvenes capaces de desempeñar el cargo y que la designación “solo venia a engrosar la lista de los tantos puertorriqueños que hay empleados en los distintos departamentos del Gobierno a costa de la abstención de los nativos capaces”. Es que fue cuantioso el número de dominicanos relegados por boricuas. Micah encontró que muchos puertorriqueños renunciaron como miembros de la policía insular de Puerto Rico para venir a servir como integrantes de la Guardia Nacional o la campestre. Tragedias. Algunos documentos localiza-
Los mismos puertorriqueños, según Micah Wright, fueron víctimas de la cupación.
dos por Micah Wrigth en el Archivo General de la Nación son estremecedores. Ángel Encarnación, de Rio Grande, escribió desde Fajardo a Antonio R. Barceló, presidente del Senado de Puerto Rico: “Por carta de mi hijo José Dolores Encarnación, residente en San Pedro de Macorís, el cual trabaja en el Central Las Pajas, y por el periódico El Mundo, me entero de la triste suerte ocurrida a mi querido hijo Timoteo Paz Encarnación, asesinado en San Pedro de Macorís por marinos del gobierno americano. Mi citado y desgraciado hijo deja en la mayor orfandad a cinco pequeñas criaturas, sus hijos, y como soy un pobre anciano… me dirijo a usted a fin de que recabe noticias exactas del triste suceso…”. Fotocopió sentencias, pormenores del caso Luis Cintrón Valldejuli, que después, en 1922, fue reconocido por los dominicanos, en gratitud, y se le concedió Carta de Naturalización “con los deberes y derechos inherentes a los dominicanos”. Wrigth lleva un fardo considerable de informes de inteligencia, en inglés, y las tétricas situaciones de dominicanos y puertorriqueños enfrentados o maltratados por los llamados “Provost Marshal”. Luis Hernández, Mario Saviñón, Aníbal Salade, Elio Fiallo, Pedro García, Miguel Logroño, Enrique Henríquez, Consuelo Santiago son protagonistas en los expedientes de Micah. Consuelo, puertorriqueña, figura censurada en un reporte de James J. McLean por sus casas de cita “Casa Blanca” y “Gioconda”, en Santo Domingo y el café “Maratraz” en San Pedro de Macorís, todos “de prostitutas”, considerados “centros de discordias” frecuentados por “mujeres de mala fama”. Expresa que la señora importaba chicas de Puerto Rico con “propósitos inmorales” y recomendaba su deportación como “persona indeseable”. Martín Travieso, del Senado de Puerto Rico, ofrecía pormenores, por otro lado, del asesinato de Juan López, de Mayagüez, por Alberto Spencer, empleado de la policía secreta, a quien mantenían “confinado y bajo custodia” después del hecho. Muchos son los recortes de prensa que posee denunciando la deplorable relación entre boricuas y dominicanos. En Listín Diario se comentaba que “el sentimiento contra los puertorriqueños se acrecentaba”. Ponían como ejemplo el rechazo a estos en centros sociales y agregaba que “los dominicanos no pueden perdonar la intromisión inoportuna de los
Micah Wright investigando en el AGN.
puertorriqueños en los asuntos políticos de su patria. Les molesta que los puertorriqueños ocupen allí altos puestos públicos y desempeñen cargos de importancia en el Gobierno”. “Creo que los historiadores de ambas islas han evitado este tema porque es delicado”, significa Micah al tiempo que destaca las buenas relaciones existentes entre las dos naciones en otros momentos. Micah nació el 26 de enero de 1983 en West Virginia, hijo de Warren y Marcia Wrigth. Está casado con Katherine Elizabeth Landau Wrigth. Es licenciado en historia, de la Universidad de Florida Central y tiene maestría en North Caster University. Aunque el objetivo de su trabajo es presentar el apoyo de los boricuas a la causa dominicana contra la Ocupación, tropezó con estos detalles que le han impresionado tanto como la indiferencia de los estudiosos de la historia. Por tanto, lo que iba a ser un capítulo de su obra, expresa, tendrá que ser necesariamente un libro. Está agradecido de la colaboración de empleados del AGN y de la Biblioteca Nacional. Espera “poder devolver todos estos favores haciendo una valiosa contribución a la historiografía dominicana”.