Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla González SÁBADO 26.10.2013
ARTE CONTEMPORÁNEO
A propósito del vendaval de críticas a la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales
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La Iglesia en busca de sustitutos para los obispos que pasarán a retiro pág 5
Hacia un canon de novelística de RD
Mucho que decir sobre el arte actual
Del púlpito al infierno (cuento)
Miguel Ángel Fornerín expone una amplia visión de lo que ha sido la novelística dominicana y los problemas que limitan el desarrollo de la narrativa de largo aliento.
El poeta y ensayista Plinio Chahín considera “la peor ingenuidad” pretender que el arte por sí mismo pueda conducir a la mejora o incluso a la plenitud de la condición humana.
El cuentista petromacorisano Miguel Phipps halló inspiración en los frecuentes casos de abusos a menores de los que mucho se habla con incertidumbre.
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HOY
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Sábado 26 de octubre de 2013
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José Donoso Yáñez (escritor y periodista) Las cosas que terminan dan paz y las cosas que no cambian comienzan a concluirse, están siempre concluyéndose. Lo terrible es la esperanza
ENCUENTROS
Mu-Kien Adriana Sang
Bueno o malo? La gran pregunta. Lo que pensaban en la antigüedad Cuando intento comprender la realidad que me rodea un horrible presagio se adueña de mí: la hostilidad empieza tan cerca, tan cerca... que si no despierto me veré obligada a ser un eslabón más de un funesto sacrificio... matar y matar para triunfar eternamente, alimentándome de la sangre de los demás pero no de cualquiera, sólo de aquel quetiene su energía vital intacta pero aún duerme. O me convierto en vampiro... o en dios... no hay otra opción: El ser humano no existe. Carmen Martínez Martínez
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e han preguntado muchos amigos lectores qué había pasado con la Mu-Kien alegre y optimista de siempre. Dónde había quedado mi discurso esperanzador, pleno de sueños y quimeras. A todos y cada uno de los que me escribieron por las redes sociales o me lo expresaron verbalmente les he respondido parafraseando a Gramsci: el pesimismo es un asunto de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. Porque, les seguía explicando, ser optimista no implica, en modo alguno, la negación de la realidad. Podemos taparnos los ojos, vivir nuestro pequeño mundo, pero esa opción egoísta no resuelve los problemas esenciales de esta humanidad que se desgarra como lobos hambrientos. En el artículo anterior hacía una reflexión sobre la esencia humana: ¿Es la naturaleza humana buena o es mala? He querido encontrar respuestas a estas profundas inquietudes que atormentan mi alma. Busqué en mis notas, hurgué por donde pude. Y comencé a hacer mis propias reflexiones. Esa simple y gran pregunta ha sido objeto de preocupaciones profundas de los pensadores a través de la historia. Los taoístas, por ejemplo, ofrecieron respuestas ambiguas. Fieles a su pensamiento de que nada es absoluto, solo el Tao, solo EL CAMINO, consideran que la diferencia entre lo bueno y lo malo es difícil de establecer. Porque para estos pensadores chinos ambos elementos forman parte de la condición humana, de la vida misma, bien y mal encuentran su unión y disolución en el Tao mismo, algo de lo que nadie escapa. Ahora bien, dicen los taoístas, la diferencia radica en la capacidad humana de decisión de lo que “se debe hacer” y lo que “no se debe hacer”. Por esta razón, los taoístas,
y en general todas las corrientes filosóficas orientales, valoran al ser humano virtuoso, capaz de transitar, venciendo todos los obstáculos por EL CAMINO, que es la vida misma. En la Grecia antigua, los filósofos también se cuestionaron sobre el tema. Sócrates, el padre de la filosofía, llegó a conclusiones muy parecidas a lo que plantearon los taoístas. Al releer estas ideas, recordé un viejo artículo que me envió hace muchos años el amigo Flavio Darío Espinal, publicado en la revista Vuelta, en el que el gran Octavio Paz afirmaba que los filósofos griegos de la antigüedad no tenían un pensamiento propio, sino que habían tomado las ideas taoístas y confucionistas, adecuándolas a su realidad. Y tenía razón el sabio mexicano. Los diálogos entre Confucio y Mencio, es decir la conversación inteligente entre los discípulos y su Maestro, no era más que la Mayéutica Socrática. ¿Copió Sócrates a Confucio? Sócrates apostaba al ser humano bueno. Afirmaba que aquella persona calificada como mala lo era sólo por ignorancia, y por tanto esa maldad podía curarse con sabiduría. ¿Tenía razón el filósofo griego? pienso que no. Y para confirmar la conclusión de Paz, Sócrates -como lo afirmaron los taoístas muchos años antes- aseguraba que las nociones de bien y de mal eran innatas al alma humana. Quise indagar sobre la posición de Platón en relación a la bondad y maldad humana. Localicé un brillante trabajo de Rubén Mendoza Valdés titulado: “El sentido del mal en Platón”, publicado por la Universidad Autónoma del Estado de México [i]. Afirma el autor del ensayo, que el filósofo discípulo de Sócrates asimilaba el mal al desorden. De lo anterior se deduce que el pensamiento platónico propone
una ética del orden; que sólo podría lograrse a través de una justicia eficiente. Para Platón, escribe Mendoza Valdés, la justicia es la fuerza que mueve el orden del alma, y, lógicamente, por tanto, determina su bondad. Pero ojo, para Platón la razón manda y controla la fuerza del valor. La injusticia es, por el contrario, el desequilibrio y el mal. Platón habla también de la supremacía del alma sobre el cuerpo. El alma buena es aquella cuyas partes mantienen su orden virtual; aquella en que la razón manda y controla las pasiones. La prudencia, afirmaba, hace que la razón pueda actuar con tino e inteligencia. Aristóteles, por su parte, el otro gran filósofo de la tríada más conocida del pensamiento griego, esbozó su pensamiento sobre el bien y el mal en su famoso libro “Ética a Nicómano”. Influenciado por los taoístas y, por supuesto, por Sócrates, también hablaba como el elemento esencial la virtud humana. Consideraba que el ser humano virtuoso y honrado debía luchar exclusivamente para hacer el bien, pues ese debía ser su objetivo vital. Bien, después de este esbozo rápido y general sobre la concepción en la antigüedad oriental y occidental sobre la bondad y maldad humana, ¿qué piensan ustedes? ¿nacemos buenos y la sociedad nos daña? ¿O es una elección libre la bondad, la virtud y la honradez? Si nos fijamos bien, todos los pensadores aquí señalados, si bien defendían la bondad como la guía para la acción humana, reconocían la existencia de su contrario. La elección de ser bueno era una decisión libre de cada ser humano, según sostienen estos pensadores. Sobre este tema seguiremos en la próxima entrega. Continuaremos la ardua tarea de desmenuzar el pensamiento occidental, así como algunos elementos del pensamiento musulmán esbozado en El Corán. No imaginan lo que estoy aprendiendo indagando sobre este tema que me inquieta desde hace años. Hasta el sábado que viene.
sangbenmukien@gmail.com mu-kiensang@pucmm.edu.do @MuKienAdriana
LA HISTORIA
1998
FALLECIÓ EL 26 DE OCTUBRE. José Cardoso Pires, literato portugués, autor de relatos breves, novelas, obras de teatro y sátiras políticas. Primer novelista que ganó el Pessoa, uno de los principales premios de la cultura portuguesa. _
1466
NACIÓ EL 27 DE OCTUBRE. Desiderio Erasmo de Rotterdam, humanista, filósofo y teólogo holandés, autor de importantes obras como “Adagios” o fábulas, refranes y moralejas. Tuvo un importante éxito al publicar.
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1704
FALLECIÓ EL 28 DE OCTUBRE. John Locke, pensador inglés considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno. Su obra más importante es “Ensayo sobre el entendimiento humano”. La fama de Locke era mayor como filósofo que como pedagogo. _
1882
NACE EL 29 DE OCTUBRE. Jean Giraudoux, dramaturgo francés, su obra “Sigfrido” marcó hito en el teatro francés. Durante años solo escribió narrativa con horror por el sentimentalismo y en la que domina una
verbosidad a veces agobiante, porque apenas hace aflorar el tema principal. _
1941
MURIÓ EL 29 DE OCTUBRE. Alexander Afinogenov, autor teatral ruso. Sus últimas obras “Fear” y “Un lugar lejano” fueron muy populares. Es más conocido por “El miedo” (1931) y “Mashenka” (1941). Su trabajo fue atacado en 1936 y fue expulsado del PCUS en 1937.
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HOY
El estado del debate sobre la sentencia del Tribunal Constitucional
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a sentencia del Tribunal Constitucional para despojar a unas 250,000 personas de sus documentos legales, divide a la sociedad en dos bloques. Dada la importancia del tema ha suplantado el debate acalorado del voto preferencial. Organismos internacionales se han pronunciado al respecto. Haití y su diáspora, preocupados por la suerte que puedan incurrir sus descendientes, han tomado partido en el debate. La opinión pública siendo uno de los pilares de la democracia, como lo reconocen grandes filósofos como Jürgen Habermas y Richard Rorty, propongo en este ensayo presentar las ideas que alimentan el debate sobre la decisión del Tribunal, en el objetivo de ayudar a consolidar espacios de diálogo, susceptibles de ayudar a resolver el problema.
Contextualización. Juliana Deguis Pierre fi-
JOSEPH HAROLD PIERRE
nalmente tiene sus documentos mientras que se está averiguando si le corresponde o no la nacionalidad dominicana, al igual que los más de 200 mil personas que conocerán dentro de un año si son dominicanos o no. Aparte del despojo de los documentos, otra acción vinculada a la sentencia radica en que la Dirección General de Migración (DGM) se propone establecer la legitimidad migratoria de los trabajadores extranjeros. Como medida, los individuos y empresas que emplean a inmigrantes ilegales pagarán multas que van de 3 a 10 o de 5 a 30 salarios mínimos. Mientras tanto, el presidente Danilo Medina presentó excusas a los afectados y reconoce que la sentencia ha provocado un “drama humano” al cual se debe encontrar una solución en el diálogo. La Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus) propuso como solución a esta crisis una amnistía. Otros prefieren la modificación de la Ley 1683 sobre la nacionalización con el fin de permitir a los afectados adquirir la nacionalidad por naturalización. En el mismo contexto, los nacidos en territorio dominicano de origen haitiano, reunidos en el movimiento “Reconoci.do”, han estado exigiendo sus documentos de identidad dominicanos. Bajo la coordinación de Ana Belique y Juan Telemín, se manifestaron ante la Junta Central Electoral (JCE) y organizaron una conferencia en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) contra la decisión del TC. Terminada esta contextualización, vamos a presentar los dos bloques de la sociedad dominicana, es decir, los ciudadanos que están a favor de la decisión y los que la rechazan. Además, se dará a conocer la posición de la comunidad internacional y de Haití, sobre todo que este último es particularmente afectado por la decisión.
A favor de la sentencia. Para Ricardo Taveras, titular de la Dirección General de Migración Dominicana, la sentencia es una “medida muy sabia” e “histórica” porque “abre las puertas que conducen a la resolución definitiva de un problema que sigue siendo una herida abierta en la sociedad dominicana y que se encuentra entre el respeto al Estado de derecho y el drama humano de las personas que necesitan una solución permanente a sus problemas de identidad”. El jefe de la migración sostiene que, con esta medida, los afectados saldrán de su indefinición nacional y que tendrán de una vez por todas un estatuto y una identidad definida, sin que las leyes sean violadas. Para rechazar la idea de la apatridia, los defensores de la sentencia se apoyan en el artículo 11 de la Constitución de Haití de 1987, que estipula que “posee la nacionalidad haitiana de origen, toda persona nacida de un padre haitiano o madre haitiana, que son en sí mismos haitianos de origen y que nunca renunciaron a su nacionalidad en el momento del nacimiento”. En otras pa-
labras, las personas nacidas de padres ilegales (irregulares, dice la ONU) a partir de 1929 no son apátridas, sino haitianos, pues adquieren conforme al artículo citado la nacionalidad de sus padres. En defensa de esta medida aparecen varios nombres, entre los cuales se encuentran el cardenal López Rodríguez, monseñor Agripino Núñez, el escritor Manuel Núñez, el abogado Julio Cury y Vincho Castillo. El Cardenal defiende la sentencia que es, para él, “absolutamente justa”, ya que “el TC actuó conforme a la ley”. El prelado insultó a las voces que se oponen a la medida, calificándolas de “sin vergüenza” y “canalla”, al tiempo que denunció a las ONG que, según él, llevan a cabo una campaña contra el Estado dominicano, entre las cuales se encuentra el Centro Bonó, una institución social de los jesuitas. Por su parte, monseñor Agripino apoya la sentencia, si bien reconoce que esta será objeto de grandes debates, ya que los afectados acudirán a otras instancias para presentar sus reivindicaciones. Por otra parte, Consuelo Despradel externalizó su apoyo a la sentencia, al tiempo que reconoce, sin embargo, el drama humano que la misma está provocando. De igual modo, el escritor Manuel Nuñez, autor de “El Ocaso de la Nación Dominicana” (libro cuya tesis central es que la presencia haitiana en la República Dominicana puede estancar el progreso de esta última y su fracaso) piensa que esta medida podrá ayudar contra la colonización de la República Dominicana por
inmigrantes haitianos. Por último, el expresidente Fernández declaró en Nueva York que, en cuanto a la nacionalidad, se deben respetar la soberanía y la autodeterminación de cada nación y subraya que en el caso dominicano, el vínculo territorial para obtener la nacionalidad está condicionado por la situación legal de los padres. Sin embargo, destacó que si la decisión es retroactiva, existe “un problema (jurídico) para determinar el estatuto legal de las personas que han vivido en el país y que han tenido la documentación dominicana”. Por último, la Academia Dominicana de Derecho recientemente considera la sentencia como una decisión valiente y califica de rebelión contra el Estado la acción de los sectores opositores. En resumen, los defensores de la sentencia fundamentan su argumento en que la Constitución haitiana reconoce como haitiano todo individuo nacido de padres haitianos y en que los padres de los extranjeros (la mayor parte haitianos) afectados por la decisión son hijos de padres indocumentados. Ahora, ¿qué dicen las personas e instituciones que rechazan la sentencia? A ver en el próximo artículo.
Joseph Harold Pierre Coordinador general de NAPSA desharolden@gmail.com
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do
Los Grateró / Gratereaux de La Vega (1 de 2)
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os Grateró con presencia en la provincia de La Vega descienden de Antonio Grateró Sánchez-Lazareno (14 de septiembre de 1751, m. después de 1826), hijo del francés Francisco Grateró y su esposa María Sánchez-Lazareno Yanes. Antonio Grateró fue militar. Para 1779 era miembro de la 10ma. Compañía del Regimiento Fijo de Santo Domingo y su residencia estaba en la calle José Reyes de la Ciudad Colonial de Santo Domingo. Antonio casó con María de los Dolores García, con quien procreó 12 hijos, los veganos descienden de tres de estos, que son: H1 Antonio Rufino, bautizado en Santo Domingo el 28 noviembre de 1795; H2 Lucas Eduviges, quien nació en 1797 y murió en La Vega, 1853, y H3 Juana Carlota, nacida el 4 noviembre de 1790 y fallecida en 1859, todos Grateró García. De ellos, Juana Carlota casó con Joaquín Gómez Márquez, siendo tronco de los Gómez Grateró, varios de los cuales se asentaron en La Vega. H1 Antonio Rufino Grateró García fue el primero en establecerse en La Vega en la época conocida como la España Boba, luego de refundada la ciudad, y donde para 1818 ya estaba asentado. Casó con María Rita Aquino (o Suriel) y procrearon a: N1 María Belén, nacida en La Vega el 21 de enero de 1819; N2 María del Rosario, nacida en La Vega el 30 de septiembre de 1820; N3 Lauriano, nacido en La Vega el 3 de julio de 1822; N4 Cirilo, nacido en La Vega el 22 de enero de 1825, quien casó con Marcelina Rodríguez Clisante; N5 María Dolores, nacida en La Vega el 19 de enero de 1827; N6 María de la Cruz, nacida en La Vega el 1 de mayo de 1831, y N7 Juana Carlota, quien casó con su primo hermano José Rafael Gómez Grateró. De los hijos de Antonio Rufino Grateró García tenemos descendencia vía N1 María Belen Grateró Aquino, quien casó con Domingo Antonio Sánchez Marcet, hijo de Francisco Sánchez y Josefa Marcet. Fueron padres de Bn1 Ana Rita (n. La Vega 9 junio 1854) y Bn2 Francisco Antonio Sánchez Grateró (n. La Vega 5 febrero 1857). También tenemos descendencia con N4 Cirilo Grateró Aquino y Mercedes Holguín Aracena, padres de: Bn3 María Altagracia Grateró Aracena, nacida en 1854, quien casó en La Vega con Carlos Sánchez Zabala el 27 de agosto de 1872. De este matrimonio nacieron: Tn1 Altagracia (1873-1901); Tn2 Manuel Francisco (1886); Tn3 Lidia (1898), quien casó con el puertorriqueño Alfonso M. Martínez, hijo de Manuel Martínez y Cornelia Martínez; y Tn4 Carlos María Sánchez Grateró, el más destacado en la ciudad de La Vega, quien casó con Rosa Guzmán Pérez, tía del expresidente Guzmán, de quienes descienden los Sánchez Guzmán. Carlos María Sánchez Grateró (por esta época muta a Sánchez Gratereaux, dependiendo del escribiente) fue de los fundadores en La Vega de la Sociedad Amor al Estudio el 2 de septiembre 1892 y fue su primer presidente. Profesor de aritmética y gimnasia. Dirigió la revista Ideal; fue también el ideólogo del primer maratón celebrado en República Dominicana, que se realizó en 1918 entre La Vega y Moca. Asimismo, fue promotor del proyecto de urbanización de Villa Rosa en honor a su esposa doña Rosa Guzmán de Sánchez. Murió el 19 de octubre de 1949.
Milcíades Núñez Instituto Dominicano de Genealogía
Cuento
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Del púlpito al infierno
MIGUEL PHIPPS
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l padre Merejete pisoteó los diez mandamientos, se tragó los pecados capitales, mandó a la porra el don de continencia y enlutó la sociedad. El Ángel Caído lo asumió como un desafío personal. Las perversiones sexuales han afectado a la humanidad desde el Génesis; pero, entre todas, hay una aberración que raya en la más ruin y execrable. El sacerdote es, ante todo, un hombre de Dios, dotado del privilegio de consagrar el pan y el vino. La condición de “hombre de Dios” conlleva un respeto sagrado por parte de los creyentes. Él contiene en sus manos un tesoro de salvación. Es, en sí mismo, un ser que hace presente la figura de Cristo a través del ejemplo. A Merejete se le puso negro el crucifijo que resguardaba su alma y corazón. El Dueño del Mal nunca había abandonado su trono desde que fue desterrado del cielo. Bencito era verdad con la cara sucia, la belleza con una cortadura en un dedo, la sabiduría con un chicle en el pelo y la esperanza en el futuro con una rana en el bolsillo. El niño tenía el apetito de un caballo, la digestión de un traga espadas, la astucia de un gato, la energía de una bomba atómica, los pulmones de un dictador, la imaginación de Julio Verne, la vergüenza de una violeta, la audacia de una trampa de fiera, el entusiasmo de una hormiga y, cuando rompía los límites, dejaba sus huellas como muestra de inocencia. Todo lo prodigioso quedó a un lado cuando ese domingo, Bencito se resistió, a regañadientes a asistir a la clase de catecismo. Mostraba un miedo sumo debajo de la cama. El porqué de esa actitud, la cual ya se había dado en otros infantes, sólo la conocía Danicela, la conserje de la casa curial. Pero optó por guardar silencio para que el cielo no llorara. El Expulsado del Paraíso no soportó más y se tiró al mar de fuego. Dios es infinitamente bueno; pero, también, infinitamente justo. El señor de las Tinieblas comenzó a prepararse para su “cara a cara”. Danicela, ante tanta presión, dejó un papelito arrugado y desapareció. La oveja negra fue interrogada por el episcopado. Él desarrolló una conducta defen-
siva y ritual. La prueba estaba ante los ojos de la comunidad; pero, le pusieron una sombrilla. Se pasó por alto el acto de lesa humanidad, alegando que eran suspicacias surgidas por su trato afectuoso hacia los niños. Sólo las criaturas inocentes y sus familiares llevaban a cuestas la promiscuidad infantil de Mejerete.
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a oveja descarriada, durante cuarenta años, tentó al Ángel Caído. Le tuvo nadando en contra de la corriente. Parecía el cobrador de la deuda de los cuarenta días en el desierto. En el patio de la iglesia aparecieron unos panfletos insinuantes: “Quemar al pederasta y esparcir al aire sus cenizas, para que no quede nada de él”. “Castrar al pedófilo y colgarle de las piernas, con la cabeza hacia abajo, hasta que muera desangrado”. La conferencia del episcopado, para calmar los rumores, publicó la carta pastoral: “Los siervos de Dios tenemos debilidades como todos los seres humanos. Humildemente, pedimos perdón en nombre de la iglesia”. ¡Satanás no perdona! Llegó el tiempo de cuaresma. Tiempo de vigilia pascual. Viernes Santo. La iglesia estaba atestada de gente. Mejerete miró con picardía a un niño con la rabiza del ojo; y ese flechazo le hizo emitir un llanto desolador: ¡ay!, mami. El mar de fuego se abrió en dos. De lo más profundo el diablo emergió. Tenía la contextura de un libro de sangre, dondequiera que lo abría estaba rojo. Incandescente. En un pestañear, Satanás irrumpió en el templo. Como un rayo, se estrelló en el altar. Lo enrojeció. Cuando los feligreses escrutaron, atónitos, a su alrededor, faltaba uno: el profanador del púlpito: el pederasta. ¡Al infierno se lo llevó!
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Obispos pasarán a retiro y la Iglesia necesitará sustitutos
Nicolás de Jesús López Rodríguez
Rafael Leónidas Felipe Núñez
Antonio Camilo González
Amancio Escapa Aparicio
Pablo Cedano Cedano
Ramón Benito de la Rosa y Carpio
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ÁNGELA PEÑA
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n el seno de la Iglesia Católica dominicana reina gran preocupación ante la necesidad de búsqueda de seis sacerdotes que puedan reemplazar a obispos y arzobispos que deben ya retirarse de sus diócesis por enfermedad o porque les llegó la edad del retiro: 75 años. En la jerarquía y en el clero de las bases este es el tema obligado de conversación. La elección es difícil, consideran, porque los que abandonan sus cargos representan una generación excepcional. Casi todos son religiosos de conducta incuestionable, entregados a sus diócesis, el trabajo pastoral, la feligresía. Se supo que el proceso de selección se está haciendo a través de la Nunciatura Apostólica y que aunque hay muchos curas que han realizado en Roma estudios de teología, derecho canónico, sociología, la tarea no está resultando sencilla. Se informó que, precisamente, distintas diócesis se han ocupado de enviar a formar clérigos con esa intención pero para ser obispo no solo se toma en cuenta la preparación intelectual, se argumenta, hay cualidades humanas y morales a tomar en cuenta. Aún no se conocen los nombres de los sacerdotes que llenarán las vacantes porque es un procedimiento secreto que solo maneja la Nunciatura. Sin embargo, hay ya propuestos que se identifican en círculos muy íntimos. SE RETIRAN. El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez está citado entre los que se retiran. Dicen que cuando cumplió 75 años, en 2011, presentó su renuncia pero el Papa no la aceptó y por el contrario le asignaron nuevas responsabilidades, como participación en sínodos y reuniones internacionales importantes. Ya cumplió 77 y aunque se asegura que su salud es “de hierro” se está buscando candidato para arzobispo de Santo Domingo. López Rodríguez nació en Barranca, La Vega, el 31 de octubre de 1936. Cursó filosofía, teología, sociología, sociológica pastoral, sociología del clero, tiene doctorado en ciencias sociales, habla español, italiano, inglés, alemán, portugués, latín, entre otros idiomas y ha acumulado una amplia experiencia pastoral desde que fue ordenado por monseñor Francisco Panal el 18 de marzo de 1961. Diversas instituciones superiores de aquí y de Roma le han tenido en sus aulas. Fue obispo de San Francisco de Macorís y rector de la universidad de esa localidad, así como Gran Canciller de la Católica Santo Domingo y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM. Es cardenal
Valentín Reynoso Hidalgo (padre Plinio)
desde el 28 de junio de 1991 y ha recibido doctorados Honoris Causa de importantes universidades locales e internacionales. Monseñor Rafael Leónidas Felipe Núñez (Fello), obispo de Barahona, cumplió también 75 años el pasado 12 de septiembre y según versiones tiene problemas de salud, específicamente circulatorios. Se observa delgado y frágil. Oriundo de Villa Tapia, La Vega, fue rector del seminario Menor San Pío X y responsable de la Obra Vocacional Sacerdotal en Santiago y Mao-Montecristi. Fue párroco y vicario en diferentes lugares del país hasta ser designado obispo de Barahona el siete de diciembre de 1999. Al año siguiente, el 22 de enero, recibió la ordenación episcopal. A monseñor Antonio Camilo González ya le aceptaron la renuncia pues el pasado siete de febrero cumplió 75 años de haber nacido en Ojo de Agua, Salcedo, en 1938. Es egresado del seminario Padre Fantino, del Santo Cerro, y del Santo Tomás de Aquino, de Santo Domingo. Debe a la Iglesia su formación profesional y religiosa. El paracaidista, emparentado con las hermanas Mirabal, fue nombrado obispo de La Vega el 10 de octubre de 1992. La salud de monseñor Amancio Escapa Aparicio, de la Orden de los Carmelitas Descalzos, dicen que es muy precaria, algunos definen su estado como grave. El obispo auxiliar de Santo Domingo, quien vio morir aquí a su hermano José María, también sacerdote, presentó renuncia a la Santa Sede pues el 30 de marzo cumplió 75 años de haber nacido en León, España. Se naturalizó dominicano por decreto del Poder Ejecutivo el 16 de junio de 1993. Pablo Cedano Cedano es otro obispo auxiliar de la arquidiócesis de Santo Domingo que presentó renuncia. Se afirma que está
enfermo, aparte de que ya pasó la edad de retirarse. Nació en Santana, Higüey, el 15 de enero de 1936. Un obispo auxiliar del arzobispado de Santiago de los Caballeros, monseñor Valentín Reynoso Hidalgo, “el padre Plinio”, necesita reemplazo pero no por la edad sino por su situación de salud. Es un consagrado Misionero del Sagrado Corazón nacido en El Guayabo, Nagua, el 16 de diciembre de 1942 que padece un carcinoma de próstata. Desde hace unos meses está retirado y enfermo monseñor Francisco José Arnáiz, quien a pesar de haber sobrepasado la edad del retiro siguió como Obispo Auxiliar Emérito del Arzobispado. Ahora recibe terapia en su nuevo hogar de Santiago. Otros eméritos sin funciones son los obispos Ramón Antonio Flores Santana y Fabio Mamerto Rivas, recluidos en centros de sus respectivas congregaciones o en residencias particulares. Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio deberá renunciar el año que viene cuando cumplirá 75 años. Nació en Los Ríos, Higüey, el 19 de septiembre de 1939. Hoy tiene 74. Obispos cercanos a esa generación especial, aunque más jóvenes, son José Dolores Grullón Estrella y Gregorio Nicanor Peña Rodríguez, ambos de 71 años. El primero es obispo de San Juan de la Maguana y Peña Rodríguez de Higüey. PARA SER OBISPO. Un obispo, según las normas católicas, debe ser de proceder irreprochable, íntegro, distinguido por su vocación pastoral. En el contexto de la iglesia actual tienen gran valor las inquietudes sociales, sobre todo ahora que el Papa Francisco ha mostrado tal preocupación por los más débiles. Un sacerdote consultado agregó que debe ser alguien debidamente preparado para crear conciencia en sus feligreses sobre la realidad de la inequidad social que se está viviendo en este siglo XXI en que en un país como República Dominicana, que hace alarde de tener una de las economías de mayor crecimiento en los últimos 50 años, no hay ningún indicador de disminución de la pobreza sino, por el contrario, “los ricos siguen siendo más ricos mientras aumenta el número de pobres”. Desde luego, influye la formación académica, la vida religiosa, oración y relación con Dios. Al exponer las cualidades humanas, morales, sociales y pedagógicas de que debe estar adornado un obispo, dando por supuestas las virtudes estrictamente cristianas, San Pablo exige que sea capaz de enseñar y que tenga dotes para gobernar.
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El arte actual o contemporáneo D
PLINIO CHAHÍN
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espués de la vanguardia, el arte continúa plasmando estéticamente imágenes de lo humano, pero en la medida en que dichas imágenes se articulan a través de proyectos conllevan en sí un grado mayor o menor de autoconciencia de su perfil, de su propia especificidad y de sus implicaciones. Su pluralidad de sentidos se inscribe contra lo establecido o el poder. Contra el tiempo lineal, positivista y absoluto. El arte es trans-histórico y trans-subjetivo. Va más allá de su propia finalidad y funda una nueva realidad, una nueva visión del mundo y de la vida. El verdadero artista busca que sus propuestas no sean meras fabulaciones ornamentales o vacías, sino espacios de realización estética en el terreno de lo trans-histórico y lo trans-subjetivo. Es verdad que el retorno a una situación del arte hiperdeterminada ética y políticamente como fue la de las vanguardias no resulta hoy cultural ni históricamente viable. Pero más allá de la repetición y el “simulacro” estético, surgidos de la fusión o disolución del arte en los canales de comunicación y consumo del mundo de hoy, más allá de la conservación de toda imagen en espectáculo, la continuidad de la idea vanguardista del arte como proyecto permite mantener una tensión, una distancia, entre el arte y lo existente, no reducible sin más al simulacro. Para comprender el secreto de la justificación del arte actual hay que comprender su empuje hacia el vacío. Esta corriente permanente de acercarse a la nada, es la escondida fuerza motriz de su florecimiento creativo. El darse, la contemplación, ya crea siempre este espíritu del desierto que describe, desde hace casi un siglo, en la forma del cubrimiento, un deseo de tapar lenta pero totalmente aquella actividad del cuadro que ya no puede salvarse en el futuro ni por la pintura de la acción ni por la expresión geométrica, ni por los arreglos estructurales. Este proceso nihilista de hundirse en una nada imaginaria parece ser el futuro de una casi bendición, que por manifiestos no puede ser forzada, pero eventualmente aclarada. Un mundo de miles de posibilidades se abre con estas concepciones distintas del artista. El ininterrumpido afán de experimen-
tar, hasta ahora aparece, sin que podamos afirmarlo categóricamente, un novedoso camino “positivo” que intentan emprender los artistas que quieren “salvar” el arte. Sin embargo, en estas visiones ya no puede sostenerse el término “pintura” o “escultura”. Parece que todos los medios son buenos y válidos dentro del arte de hoy día. Tampoco es aceptable para estos creadores el concepto de la glorificación del artista a través de su obra aislada en una época que devora al individuo para integrarlo dentro de la vida comunal. El arte, en el sentido individualista, ha alcanzado su punto cero. El arte contemporáneo parece haber llegado a ser, en esencia, una búsqueda por resolver problemas más fundamentales que los estéticos. Su finalidad última radicaría en su intervención en la vida de un modo directo o palpable, o como simple influencia indirecta, en ser el inspirador constante en los amplios problemas de la arquitectura, la ciencia, la tecnología y la industria de consumo masivo. Su meta decisiva estribaría, en última instancia, en recuperar el sentido que tuvo en sus épocas de grandeza siendo el sostén de la filosofía, la mística y la magia del porvenir. Con el arte contemporáneo se introduce en el arte la dinámica de la multiplicidad de su polisemia o la pluralidad de sentidos, en la que expresa una concepción laica, específicamente moderna de la vida y del proceso histórico. El gran cambio del actuar humano, también en el arte, es precisamente este paso de la contemplación -representación de la naturaleza- modelo a la acción que incide sobre la realidad social y la modifica, y que es recíproca, y obliga al individuo a enfrentar situaciones siempre diversas, a regular el propio comportamiento según las circunstancias que se presentan cada vez. Esto es lo que se plantea: la necesidad de proyectar, de garantizarse a sí y a los otros respecto a un destino que ya no es providencia. Son necesarias, sin embargo, todavía algunas consideraciones sobre el fenómeno del arte contemporáneo. En primer lugar, el rechazo del academicismo como afirmación de la legitimidad de la diversidad y proliferación de propuestas estéticas. En virtud de ello, los momentos históricos del arte dejan de ser concebidos en términos de homogeneidad, para pasar a ser considerados como
espacios de confluencia de diversas líneas coexistentes en el tiempo y con la misma dignidad estética, sin introducir entre ellas jerarquías valorativas. En segundo lugar, la comprensión de la experiencia artística como fragmento, como correlato de la situación escindida del hombre moderno, como pieza de un rompecabezas por armar, y no como un espacio artístico humano global, totalizador, de ilusoria plenitud. Y por último, el proceso hacia la autoconciencia artística como línea de fusión entre los distintos planos antropológicos presentes en toda experiencia estética: razón y sentimiento, emoción y concepto, juego y seriedad. Un proceso con el que las vanguardias buscaban también romper la incomunicación entre lo privado (la “intimidad” creativa tradicionalmente sacralizada del artista) y lo público (la recepción de las propuestas y productos artísticos). En la gran pluralidad del arte contemporáneo aparece siempre esa constante, en todas ellas se formulan proyectos de arte con los que se pretende cambiar la vida. Lo que, por un lado, es algo sumamente enriquecedor en un sentido antropológico: la comprensión del arte como un proyecto humano formulable, entraña a la vez la peor ingenuidad de la vanguardia: pretender que el impulso artístico por sí mismo pueda conducir a la mejora, o incluso a la plenitud de la condición humana. A partir de las ideas antes expuestas, podemos preguntarnos: ¿dónde tenemos los enfoques más logrados, los que darán la pauta para un futuro menos caótico y más constructivo del arte contemporáneo? ¿Es difícil prever el futuro del arte contemporáneo? Lo que parece ser una certeza es que se acabó la pintura sin función y el fenómeno del arte por el arte, y que una era de experimentos quizás saludables sin pretensión de ser arte y alegremente hechos conducen a ambientar la comunidad social. El no conformismo de los artistas tiende a desaparecer y el grito individual, ¡aquí estoy yo!, también. Al artista, convertido en diseñador de ideas, corresponde el papel de encontrar, a través de la sensibilidad y de los experimentos con formas y materiales, el estilo y lenguaje de la época, siempre que esté dispuesto a colaborar armónicamente con sus compañeros de otros campos e instancias artísticas.
AREÍTO
HOY
Aporte
Sábado 26 de octubre de 2013
Apuntes para un canon de la novelística dominicana
MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN
E
n los años ochenta aparecen otros narradores dominicanos, muy alentados por la publicación y los premios literarios, con aciertos buenos como Avelino Stanley (“Equis”, 1986), Osiris Madera (“Bolo 15”, 2003) y Juan Carlos Mieses (“El día de todos”, Alfaguara, 2009); ha tenido mucho reconocimiento Pedro Antonio Valdez, quien apareció en el escenario con “Bachata del ángel caído” (1999), publica “Carnaval de Sodoma” (Alfaguara, 2002) y “La salamandra” (Alfaguara, 2013). Valdez ha estado más cercano a la animación literaria y se espera que presente una propuesta estética más allá de la impresión que puede dejar el tratamiento de ciertos temas. En el caso de Stanley su narrativa augural con “Equis”, luego publicó “La catedral de la libido” (1994) y el tema poco creíble y la historia pero tratada de “Al fin del mundo me iré”(2006), entre otras. En estos autores se queda pendiente un proyecto narrativo que pueda trascender hacia un arte que busque la verdad del arte. Osiris Madera, por otra parte, con buenas dotes de narrador, aún le queda como reto una escritura más detenida que permita realizar una valoración definitiva, entre sus obras se encuentran “La novela de Usnea”, 1996, y “Mayra, 2011”. Juan Carlos Mieses, finalmente, ha publicado también “Las palomas de la guerra” (Santuario, 2010). De las novelas importantes que se han publicado en los últimos años, se encuentra “Génesis si acaso” (2003) de Ángel Garrido, una de las mejores novelas del periodo, y “La brega” (1994) de Frank Núñez, quien también plantea una concomitancia con la novelística española, sobre todo con la obra de Camilo José Cela, esto también lo podemos ver en “La brega” y “Adiós a la bohemia”(1998). Núñez escribe dentro de un realismo social que ausculta en la vida de personajes que nunca llegarán a ser héroes, pero que son los que más relación podemos encontrar con la sociedad dominicana. Entre las mujeres que han publicado novelas se destaca Aída Cartagena Portalatín, poeta importante de La Poesía Sorprendida; “Escalera para Electra” (1979) fue finalista en el certamen Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral de Barcelona. Luego le siguen Ángela Hernández (“Mudanza de los sentidos”, 2001); Emilia Pereyra (“El grito del tambor”, Alfaguara 2012), Carmen Imbert Brugal (“Distinguida señora”, 1995) y Rita Indiana Hernández (“Papi”, 2005), quien trabaja una literatura de un cierto neorrealismo, con un fuerte sentido del desencanto y la crisis de la sociedad dominicana actual. Esta narrativa
influida por la literatura norteamericana y la poesía de la contracultura de los años sesenta busca su propia expresión lingüística, se centra en los temas y las rupturas de los estilos de vida. Entre los escritores noveles destacan Rey Emmanuel Andújar (“Candela”, Alfaguara, 2007) y Rubén Sánchez Féliz (“Los muertos no sueñan”, 2011); el primero despuntó con “Candela”, que esboza la desazón de la emigración de llegada a un barrio capitalino; Andújar, por su parte, posee un particular manejo del lenguaje y tiene capacidad para crear personajes, atmósferas y situaciones creíbles. Tiene también conocimiento de las técnicas narrativas y plantea rupturas sociales, políticas y sexuales, influido por la literatura norteamericana, el realismo sucio y la literatura gay. Parece ser en este momento el autor más prometedor de la literatura dominicana. Mientras que Rubén Sánchez Féliz es autor de la diáspora dominicana en Nueva York, escribe en español; sus novelas premiadas “Los muertos no sueñan” y “Beatriz” (Media Isla, 2013) dejan ver a un cuentista que está transitando a la novela con logros importantes en la creación de personajes, atmósfera, corrección lingüística y una cierta poética de la novela; muy influido por la literatura norteamericana, se aleja de las formas de Rita Indiana Hernández y Andújar. Mención aparte merece la obra “El mal del tiempo” (2007) de René Rodríguez Soriano, poeta y narrador de grandes recursos lingüísticos, donde se sintetiza una prosa de ritmos poéticos. La atmósfera asfixiante de la política social de la posguerra civil se une al vanguardismo existencialista, la intertextualidad musical y la oralidad de una sociedad dominicana de gran movilidad del campo a la ciudad. Obra de interiorización, una de las que mejor simboliza el periodo posbélico (1966-1978), Rodríguez Soriano también es autor de cuentos y de la novela “Queda la música” (2003). En fin, podemos realizar un canon de las obras más importantes de la novelística dominicana, teniendo en cuenta aspectos como condición de la prosa, la belleza, corrección del uso de la lengua, capacidad de crear escenarios virtuales, verosimilitud, relación con la tradición, rupturas; la relación con los movimientos europeos y americanos; también el éxito editorial, como mayor cantidad de lectores y la consideración de la crítica. Además tomando en cuenta la estructura, ritmo, la arquitectura, uso de técnicas narrativas y relación con el mundo dominicano, así como participación de la mujer, y re-
lación con los movimientos de liberación: política, sexual, racial, y la otredad, la exploración de los temas humanos... Ese canon de la novela dominicana reducido, en primera instancia, a las diez obras más importantes, es el siguiente: 1. “Enriquillo”, Manuel de Jesús Galván; 2. “La Mañosa”, Juan Bosch; 3. “Over”, Ramón Marrero Aristy; 4. “En su niebla”, Ramón Lacay Polanco; 5. “La vida no tiene nombre”, Marcio Veloz Maggiolo; 6. “Bienvenida y la noche”, Manuel Rueda; 7. “La balada de Alfonsina Bairán”, Andrés L. Mateo; 8. “La sangre”, Tulio María Cestero; 9. “Escalera para Electra”, Aída Cartagena Portalatín; 10. “Solo cenizas hallarás”, Pedro Vergés. Les siguen estas que, a mi juicio, muestran la constancia y el perfil de ciertos novelistas significativos en la narrativa dominicana como Marcio Veloz Maggiolo y Andrés L. Mateo: 1. “El buen ladrón”, Marcio Veloz Maggiolo; 2. “Viento negro Bosque del caimán”, Carlos Esteban Deive; 3. “La otra Penélope”, Andrés L. Mateo; 4. “El masacre se pasa a pie”, Freddy Prestol Castillo; 5. “Los algarrobos también sueñan”, Virgilio Díaz Grullón. Podríamos completar una veintena si agregáramos otras obras que tienen calidad para figurar entre las que soportan una lectura del especialista y del lector exigente. Vienen de autores ya mencionados o consagrados en el arte de escribir. Estas son 1. “Biografía difusa de sombra Castañeda”, de Marcio Veloz Maggiolo; 2. “El violín de la adúltera”, de Andrés L. Mateo; 3. “La mujer de agua”, de Ramón Lacay Polanco; 4. “El oro y la paz”, de Juan Bosch; 5. “Cuando amaban las tierras comuneras”, de Pedro Mir. Podríamos terminar con una lista de los autores más prometedores de la novelística dominicana y las obras que los identifican, estos son diez y se encuentran en el periodo de 1981-2013, 1. Manuel García Cartagena (“Bacá”); 2. René Rodríguez Soriano (“El mal del tiempo”); 3. Rey Andújar (“Candela”); 4. Rubén Sánchez Féliz (“Los muertos no sueñan”); 5. Ángela Hernández (“Mudanza de los sentidos”); 6. Rita Indiana Hernández (“Papi”); 7. Pedro Antonio Valdez (“Bachata del ángel caído”); 8. Emilia Pereyra (“El crimen verde”); 9. Frank Núñez (“La brega”); 10. Avelino Stanley (“Equis”). Los problemas que no han permitido un desarrollo mayor de la narrativa de largo aliento en la República Dominicana desde sus inicios en 1843, a mi manera de ver, son la ausencia de una economía que posibilite el desarrollo editorial; la falta de un sistema educativo que potencie la creación de nuevos lectores.
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AREÍTO
Sábado 26 de octubre de 2013
Arte Contemporáneo
HOY
AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ
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La XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales
¡A LA HORA DE LOS PREMIOS!
C
omo destellos de un espacio epistémico de la libertad y el absurdo. Espacio buscado, extraviado, constantemente sitiado “desde adentro”. Como “celajes” esperanzados de la reflexión multidisciplinar en torno a las cifras de la ruptura y la reflexión en el contexto de las artes plásticas y visuales dominicanas de la posmodernidad, habría que registrar la más reciente edición del “Déja Vu”: penúltimo round del “traqueteo” y el delirio -como especie de una nueva “tormenta perfecta” de “Egos en almíbar” (Marcelo Ferder, 2004), denuncias, impugnaciones, réplicas y otras premeditaciones- que ha venido a desatar el controversial veredicto del jurado único de selección y premiación de la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales. Como se sabe, dicho jurado lo integraron Chus Martínez (España/Nueva York), exdirectora del departamento curatorial de la Documenta de Kassel (Alemania), exconservadora jefe del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (2005-2008) y actual curadora de El Museo del Barrio, Nueva York; Quisqueya Henríquez (Cuba/República Dominicana), formada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y el Instituto Superior de Arte de La Habana, y Bingene Armenteros (República Dominicana), directora de la Fundación Goiena y de la Galería Arte Berri, en Santo Domingo. En realidad, el epicentro del “vendaval” de críticas contra la XXVII Bienal fue generado por la concesión del Gran Premio a la novísima Joiri A. Minaya con sus obras “Metonimia” (video) y “Satisfecha” (performance)…“Por unanimidad el jurado premia las dos piezas presentadas, un video documentando una performance y la performance realizada el día 14 de agosto. El premio valora la madurez de un lenguaje artístico que con la sencillez de una artista que sabe que el control estriba en dejar que cada gesto, cada elemento en la performa aparezca de un modo natural y elocuente ante la audiencia. La osadía de su obra reside en una simplicidad al servicio de una intención estética y política ambiciosa a la vez que posibilitadora para todos aquellos que son testigos… “Su obra denota sensibilidad, firmeza, capacidad de entender el contexto desde el que trabaja y, a la vez, capacidad de responder a él con un lenguaje tan complejo y difícil de adaptar a contextos institucionales tradicionales, como es el de la performance. Inteligencia a la hora de absorber la tradición y frescura a la hora de presentarla en el contexto de la bienal destacan en su trabajo. Su sutileza subraya la necesidad de reinventar monumento y memoria colectiva” (el jurado)… Tres días después de la publicación de este veredicto, el lunes 19 de agosto, en el periódico acento.com, Martín López, veterano periodista, artista visual y teórico de “los extramodernos”; ganador, en diferentes ediciones, incluyendo el Gran Premio de la XXII Bienal (2003), denunciaba una supuesta violación de las bases. Específicamente del artículo 5 que exige la condición de inédita a toda obra concursante. Al mismo tiempo, proponía a los artistas el retiro voluntario del contexto de la Bienal y solicitaba al Ministerio de Cultura, al Museo de Arte Moderno y al Comité Organizador, proceder a “enmendar lo sucedido” con la anulación del Gran Premio a Joiri Minaya, eliminando sus obras del conjunto expositivo y escogiendo nuevamente, entre las obras no premiadas, “para redimir la clase artística afectada y volver a la normalidad en el estado general de la Bienal”... De esta manera, Martín López encendía la primera chispa del torbellino de sospechas, ataques, cuestionamientos y discursos que provocaron las decisiones del jurado. Así, el martes 20 de agosto, Clinton López, presidente del Colegio Dominicano de Artistas Plásticos, entrevistado por el periodista Severo Rivera en el periódico Diario Libre, denunciaba la “violación de los reglamentos y las leyes” de la Bienal por parte del jurado. Consideraba el veredicto como “una burla” al arte dominicano y adoptaba una postura performática “deslumbrante” que parecía posicionarlo en el mismo centro de la tormenta como virtual y sacrificable “mesías” de nuestra “clase artística afectada”. El jueves 22 de agosto, un grupo de artistas, en su mayoría residentes fuera del país, “preocupados por el deterioro de la Bienal Nacional de Artes Visuales”, hacía circu-
Bingene Armenteros, Quisqueya Henríquez y Chus Martínez.
Joiri Minaya. Satisfecha. Gran Premio XXVII BNAV.
Joiri Minaya, Satisfecha.
El MAM y la bienal.
Diógenes Abreu
lar por internet un documento exigiendo respuestas institucionales ante las “graves denuncias” formuladas por Martín López y la directiva del Codap. Entre los primeros firmantes de este “Documento público sobre la Bienal Nacional de Artes Visuales” figuraban Diógenes Abreu, Roberto Ramírez, Ismael Checo, Mayobanex Pérez, Dagoberto López, Colectivo de Artista Visuales Domínico-Americanos, Miguel Ramírez, Maximiliano Medina, Hilario Olivo, Mariojosé Ángeles y Félix Berroa. Aun cuando la mayoría de las intrigas, reclamaciones y “murmullos” redentores, hayan girado en torno al principal cuestionamiento de la condición de “obra inédita” de la performance “Satisfecha” de Joiri Minaya, una de las dos piezas ganadoras del Gran Premio, el discurso “posvanguardista” del veredicto ha recibido algunas lecturas y respuestas reflexivas que ponen en evidencia el hecho de que, a la hora de los premios, el jurado de la XXVII Bienal Nacional de Artes Visuales decidió apostar, en franca actitud hedonista e irresponsable, a favor de los lenguajes o medios supuestamente más “contemporáneos” y, por lo tanto, en contra de la misma posibilidad del juicio ético y la ecuanimidad. “El jurado nos confiesa que en verdad no le interesaba seleccionar y premiar obras de arte que fueran la mejor representación del arte dominicano y sus múltiples especificidades. No, el jurado llegó allí con una agenda predeterminada por una práctica contemporánea de predilección por un arte tautológico”... Así reflexiona Diógenes Abreu, reconoci-
do artista visual y escritor, basado en la ciudad de Nueva York, en su interesante ensayo titulado “Bienal, trampas y malas intenciones”, de amplia difusión por correo electrónico. En su análisis del texto justificador del Gran Premio, Abreu lo considera “un ejemplo fidedigno de cómo el jurado de la Bienal proyecta su “apreciación artística... eminentemente subjetiva” para impregnarle unos supuestos valores vanguardistas a una obra (o conjunto de obras) en particular, mientras al mismo tiempo se los niega a otro conjunto de obras. Esto desvela que la gran narrativa de los dictámenes del jurado no es más que mimetismo ideológico, caja de resonancia de una concepción del arte que nada tiene de nueva”... Ahora bien, aquí debo advertir que este intento de registro poético de las respuestas más relevantes que siguen suscitando los resultados de la XXVII Bienal, se sostiene, en primera instancia, en el compromiso del diálogo con las instancias, individualidades y sectores involucrados; en la necesidad de una práctica sostenida de la reflexión edificadora y en la intensidad de la pasión que nos revelan las respuestas “críticas” que, por múltiples vías y de distintas formas, buscan la democratización y el enriquecimiento del debate sobre el proceso de mutación que toca a la Bienal Nacional de Artes Visuales y en torno a los mismos ramalazos de la “precariedad” y la incertidumbre que profundizan la dolorosa ausencia de una verdadera “política” estatal de apoyo al desarrollo y la proyección de las artes visuales en Santo Domingo. Continuará…