CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do
Dominicanos con ancestros reales Julio González Hernández
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AREÍTO
Sábado 26 de noviembre de 2016
la actual República Dominicana llegaron tres inmigrantes en momentos diferentes de nuestra historia, entre cuyos ancestros directos se encuentran algunos monarcas del Reino Unido. Son estos: William Augustus Read, quien pisara nuestra tierra en 1844, primogénito del matrimonio de Isaac Read y Rachel Fox. Había nacido el 18 de febrero de 1820 en Roxbury, Suffolk, Massachusetts, y falleció el 30 de diciembre de 1887 en Santo Domingo. Casó en 1852 con la dominicana Dominga Rodríguez Isambert y fueron los padres de: Juan Antonio (1848-1930), Josephine (1854-1934), William Severino (n. 1856), Antonieta (n. 1859), Josepha (n. 1861), Agustín (1863), Federico (n. 1865), Eduardo (n. 1867), Isaac (1869-1940) y Alberto Godofredo Read Rodríguez (n. 1872). Ver http://www.idg.org.do/capsulas/mayo2007/mayo200726.htm Le sigue Diego II Loinaz Arteaga, quien nació en 1841 en Cuba. Su arribo a Puerto Plata ocurrió en la década de 1870. Llegó casado y con parte de sus hijos. Otros nacieron en el país que le dio acogida. Diego II había casado con Georgianna Henry, natural de Nassau, Bahamas. Luego de enviudar, Diego II casó en 1887 con Wilhelmina Nugent Pinder, quien había nacido en Jamaica. Los hijos del primer matrimonio fueron: Agnes (n. 1867), Carlos Enrique (1868-1920), Enrique (1871-1914), María Ercilia (n.1872), María Consuelo (n. 1875), Alice (n. 1877) y Freddie Loinaz Henry (1879-1914). De su segundo matrimonio los hijos fueron: Juan Carlos (1887-1920), Gloria Consuelo (1888-1918) y Celia Loinaz Nugent (1890-1976). Ver http://www.idg.org.do/capsulas/diciembre2006/diciembre20062.htm El tercer caso conocido son los hermanos Vega Pichardo 1-José Rafael Vega Pichardo, nacido en 1844 en Santiago de Cuba y fallecido el 29 de marzo de 1897 en Santiago de los Caballeros. Casó en Santiago de los Caballeros con María Amalia Llenas Díaz (1847-1920), siendo ellos los padres de José Nicolás (1867-1925), Tomás Rafael (1869-1909), Benigno, Clemente (1872-1874), José Cayetano (1874-1920), Ramona Amalia, Margarita Crescencia ( 1877-1976), Juan Francisco (1879-1923), Tomasina de la Caridad (1880-1964), Cristino Clemente (1881-1944), María Caridad (1882-1949), Ángel María (1883-1941) y Juana Amelia Vega Llenas (1888-1979). José Rafael Vega Pichardo fue además el padre de Abraham Vega Miranda (1884-1895). 2-José Nicolás Vega Pichardo nacido en 1848 en Santiago de Cuba y fallecido el 18 de diciembre de 1908 en Santiago de los Caballeros. Fue el padre de José Nicolás Moya. Casó por primera vez con Amelia Pichardo Díaz (1857-1884). Luego de enviudar, contrajo matrimonio con Elvira Josefa Hernández Díaz (1863-1917). Ambos matrimonios llevados a cabo en Santiago de los Caballeros. De su primer matrimonio fueron hijos Caridad Margarita (n. 1875), Nicolás Arturo (1877-1924), Santiago (1880-1911) y María de las Mercedes Vega Pichardo (n. 1881). De su segundo matrimonio nacieron Altagracia Emilia, Miguel Ángel, José Nicolás y José Rafael Vega Hernández (n.1904). Ver http://www.idg.org.do/capsulas/septiembre2012/septiembre20128.htm Estos tres inmigrantes tienen como ancestro común, entre otros personajes, a Guillermo I, más conocido como Guillermo El Conquistador, quien reinó en Inglaterra del año 1066 al 1087. Había nacido en el 1028, fue coronado en Westminster y sepultado en Caén, Francia. Casi mil años y treinta generaciones separan a este gobernante de sus ya indicados descendientes. No sería sorprendente que en un futuro encontremos otros inmigrantes a nuestro país con ancestros reales. Instituto Dominicano de Genealogía
Encuentros
HOY
MU-KIEN ADRIANA SANG
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Un grito de dolor
por tantos absurdos humanos No te salves No te quedes inmóvil Al borde del camino No congeles el júbilo No quieras con desgana No te salves ahora Ni nunca No te salves No te llenes de calma No reserves del mundo Solo un rincón tranquilo No dejes caer los párpados Pesados como juicios No quedes sin labios No te duermas sin sueños No te pienses sin sangre No te juzgues sin tiempo Pero si Pese a todo No puedes evitarlo Y congelas el júbilo Y quieres con desgana Y te salvas ahora Y te llenas de calma Y reservas del mundo un rincón tranquilo Y dejas caer los párpados Pesados como juicios Y te secas sin labios Y te duermes sin sueños Y te piensas sin sangre Y te juzgas sin tiempo Y te quedas inmóvil Al borde del camino Y te salvas Entonces No te quedes conmigo. Mario Benedetti
capaces de diseñar armas químicas que provocan secuelas profundamente dañinas en las poblaciones; pero no hemos sido capaces de invertir para lograr la cura del cáncer o del sida, solo para mencionar algunas terribles enfermedades catastróficas para las familias. Nos llamamos creyentes en un Ser Supremo que aboga por la bondad y el amor. Sin embargo, estamos viviendo una nueva guerra santa. En nombre del dios que se defiende, somos capaces de matar. Incapaces de tolerar, porque nuestras creencias son las verdaderas, no las del otro, decidimos destruir vidas inocentes. En la antigüedad, durante el Imperio Romano, los cristianos eran perseguidos y castigados duramente. El castigo principal era batirse con leones hambrientos en un coliseo lleno de gente sedienta de sangre. Su fe los hacía inmolarse. De víctimas luego nos convertimos en verdugos. Y así, durante la Edad Media, los cristianos otrora perseguidos, eran los responsables de perseguir a los herejes para llevarlos a la hoguera. Después los imperios que asumieron el dominio y control de la religión cristiana, se dedicaron a perseguir a los creyentes de otras religiones. En España, por ejemplo, durante muchos años se persiguieron a los musulmanes por defender a Alá como Dios y al
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veces me pregunto si vale la pena sufrir por esta sociedad que ha perdido su alma. A veces pienso que la humanidad toda entera vive perdida en la eterna agonía de salvarse o autodestruirse. A veces me pregunto por qué existen tantos absurdos. Mientras en muchas zonas del mundo, como África, hay niños que mueren de hambre y desnutrición, mientras el mundo occidental se caracteriza por la opulencia absurda. Las imágenes de los hombres y mujeres “poderosos” porque tienen dinero, no alma ni corazón, contrastan con los dramas de dolor y necesidad de sociedades enteras. A veces me pregunto qué pasará con el planeta tierra. Se denuncia, se reclama, se dice, se proclama que estamos devastando el planeta, que el futuro está comprometido, y nada pasa. Los países industrializados depredando sin consecuencias. Todos dicen que hay que cuidar el planeta. Los organismos internacionales han definido el día de la Tierra, el día del agua, el día de cualquier cosa…. Se celebra, se recuerda y nada pasa. Las denuncias caen en el vacío y la indiferencia. Y mientras tanto, el cambio climático es una realidad, una verdad que a todos y a nadie preocupa. Los ríos se están secando. El deshielo en los polos es una verdad tan dura como real. Y entonces ¿Qué se espera para tomar las medidas necesarias? La guerra ha estado presente desde el inicio de los tiempos. Ha sido el signo maldito de la historia de esta humanidad. Cuando apenas iniciábamos el trayecto vital, las tribus existentes buscaban control y dominio, se enfrentaban con palos, piedras y hachas. Después cuando apareció la pólvora, la muerte del adversario se hizo más sofisticada. Buscando el control a través de la conquista, nos dedicamos a perfeccionar las armas, y del arco y la flecha, llegamos a la pólvora, a los cañones, y hoy, tan grande ha sido el avance, que somos capaces de destruir poblaciones enteras con bombas tan poderosas como destructivas. EL talento y el ingenio han sido utilizados para la muerte, nunca para la vida. Nuestros científicos han sido
Corán como su biblia. En el siglo XX las cosas no cambiaron mucho. Los judíos persiguieron, y persiguen todavía a los palestinos. Y ahora el extremismo islámico ha definido una guerra sin cuartel en contra del corazón del occidente, responsables, según su visión, de socavar y pervertir el mundo. Los atentados han estado a la orden del día, el temor se apodera de gobiernos y sociedades enteras. Ya lo he dicho, he apostado toda mi vida a la esperanza, a la bondad humana, al deseo sincero de que la raza humana quiere ser mejor. Quiero pensar que el sacrificio de tantas personas no ha sido vano. Pero confieso, con pudor, mucho pudor, y mucho dolor, que al ver el derrotero del mundo me veo en la obligación de cuestionar mis propias creencias. No quiero que la desesperanza me doblegue ni condicione mis días. No puedo, no quiero, no debo. El mundo debe ser mejor. Nosotros los seres humanos debemos procurar ser mejores personas. Debemos aprender a convivir en paz y tolerancia. Creo que no es mucho pedir. No sé por qué cuesta tanto. Por qué nos empeñamos en mantener una y otra vez las ambiciones de riqueza y poder, como si les sirviera de alimento. ¡Pobre humanidad! Ojalá que el próximo Encuentro mi alma haya superado estos momentos de preocupaciones.