Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Willis Aracena SÁBADO 17.09.2016
ESCRIBE DENIS MOTA ALVAREZ
Miguel Phipps, un Quijote infantil en la era virtual/P2
Sobre filósofos
y tumbas Página 6
Pedro Vergés y los nuevos retos de Cultura
Cuando la fotografía
nos atrapa
atormentadas
La atención urgente al vital sector de nuestras artes plásticas y visuales es uno de los puntos que no pueden faltar en la agenda del nuevo Gabinete de Cultura.
El semiólogo francés Roland Barthes, maravillaba su auditorio libre cuando abarcaba el tema de “la fotografía” como la manera de retener el tiempo en un instante y fijarlo para siempre en esa imagen. Página 5
La carta que Mercedes Mota remite a Pedro Henríquez Ureña desde Puerto Plata el 14 de noviembre de 1904 contiene dos referencias a intelectuales dominicanos de principio de siglo XX. Página7
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Mujeres dominicanas
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Sábado 17 de septiembre de 2016
Zona Areíto Areito
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Honoré de Balzac (novelista y pensador francés) Es tan absurdo pretender que un hombre no puede amar siempre a la misma mujer, como pretender que un buen violinista no puede tocar siempre el mismo instrumento
Miguel Phipps, un Quijote infantil en la era virtual
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El autor trabaja sus historias para poner en contacto a las nuevas generaciones de niños y niñas virtuales con la naturaleza y la vida pueblerina.
DENIS MOTA ALVAREZ
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iguel Phipps es un camaleón de la literatura dominicana pueblerina, con un amplio espectro latinoamericano, que creció en un batey de San Pedro de Macorís, en la década de 1950, le tocó jugar entre polvo y lodo de la tierra del patio de la casa y los cañaverales, en días de sol y calor cuasi-incineradores o de lluvia interminable, donde las aves tiritaban de frío y las sabandijas buscan reguardo para no morir ahogadas. Era una época en donde la literatura infantil entraba por los oídos, porque los abuelos o las madres las contaban para entretener a los hijos y nietos y otras veces para sembrar la espinita del miedo y el control social de niñas y niños “malcriados” y desobedientes, desde los cuentos de Juan Bobo, Pedro Animal e historias de aparecidos, ciguapas, poemas y canciones infantiles como el Baile de las caraqueñas, que tiene varias versiones: “Es el baile de la caraqueña / es un baile muy simulado, / poniendo la rodilla en el suelo, todo el mundo se queda admirado. A la vuelta la vuelta María, / que se baila que se baila así, / se baila se baila de espalda, remenea, remenea la falda... Caracolito de la mar / que te quedaste sin bailar” Recuerdo con alegría aquellos juegos y cantos en la hora del recreo escolar, naturalmente éramos, para usar una frase gastada: felices e indocumentados (los que jugaban con Miguel entonces todavía los jugaban, hijos de haitianos, muchos son aún indocumentados), pero el planeta no se regía por leyes de crecimiento exponencial, que controla la vida digital y virtual dentro del contexto de aldea global, de Marshall MacLuhan. Miguel Phipps sabe que esos fenómenos comunicacionales existen, pero él, apuesta a una exposición creativa que no se inmuta frente a la avalancha de los cambios del mundo de hoy y como un Quijote urbanagrario de la literatura infantil esgrime, en una dilatada carrera de escritor de temas infantiles, 50 historias, que nacen de su experiencia de niño nacido y criado en un mundo entonces rural, de bateyes, donde los niños y niñas, además de interactuar entre sí, también escuchan de sus padres las fábulas repletas de la sabiduría que pervive en esos “pequeños bichos” que pueblan las floras y la faunas que bordean las aldeas y villorrios de mediados del siglo pasado y que so-
Nota Biográfica Miguel Phipps nació el 23 de enero de 1955, en el municipio de Consuelo, provincia de San Pedro de Macorís. Académico, cuentista, novelista, narrador de literatura infantil y juvenil. Miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua. Hijo Ilustre y Meritorio del Municipio de Consuelo, Hijo Distinguido, Macorisano Ejemplar e Hijo Meritísimo de San Pedro de Macorís. Escritor de bajo perfil, Miguel solo se crece en el número y la calidad de su obra: Novela: Hombres, Mujeres y gallos; El Calvario de la traición. Libros de Cuento: Duendes en la noche, La mano sagrada, El seno de lo prohibido, Las hogueras del infierno, Cuentos de Barrio: El encanto del vodú “Prillé”. Con 71 títulos y coautor de 7. Además, es el escritor más prolífico de literatura infantil de América Latina y el Caribe. Forma parte de la más prestigiosa colección de libros para niños de Iberoamérica.
breviven en el imaginario infantil gracias a un Phipps impertérrito, que no para de contar nuevas y mejores historias. Recientemente puso en circulación los seis nuevos títulos que completaron el título 50 de pequeñas historias y fábulas, que lo convierten en el autor infantil más prolífero de la literatura dominicana y posiblemente de el Caribe Centroamericano. Los títulos no dejan espacio a la duda sobre los temas: La viuda negra y el ciempiés, Poder instintivo, Noche de ensueño, Pueblerino, Pies al revés y el controversial cuento Mi mami no es un cabrón. Frente a la duda de que estos cuentos y fábulas de Phipps pudieran competir con la robótica infantil, de las historietas norteamericanas, tanto escritas como televisivas, di a leer y a “mirar” a mis dos primeros nietos estas historias y no salgo del asombro por el interés que pusieron ellos y por la tanda de preguntas sobre la vida pueblerina y el mundo de los insectos en las fábulas de La viuda negra y el ciempiés, el poder instintivo y el atrevido cuento cabrón.
Mi generación se “educó” en materia infantil leyendo las tiras cómicas del periódico El Caribe y Listín Diario y los paquitos de personajes norteamericanos del mundo westerns (vaqueros como Llanero Solitario, su acompañante y fiel amigo indio Toro y su caballo Plata), el Pato Donald, Popeye el Marino, Benitín y Eneas y muchos otros y superhéroes como Superman, Batman y Robin, y más jóvenes como Flash, Linterna Verde, el Hombre Halcón y Marveles una editorial de cómics estadounidense creada en 1939, que, entre sus personajes emblemáticos del género superheroico, se encuentran Spider-Man, Capitán América, Iron Man, Hulk, Thor, Wolverine, Daredevil, y los X-Men, entre otros, y algunas historietas mexicanas como Chanoc, Santo El enmascarado de Plata, Alma Solitaria, Memín, entre otras. La argentina Mafalda, de Quino fue mi última historieta de joven. En sentido inverso, Miguel Phipps --con un bajo perfil, lejos del ruido de mundillo literario de la malquerencia y la mezquindad--, trabaja sus historias y pone contacto a las nuevas generaciones de niños y niñas virtuales con la naturaleza casi perdida, donde el ciempiés se enemista de la araña, mientras la laboriosa abeja tiene un puente conciliador que, desde la dulzura de la miel, recobra la armonía entre el alacrán, la viuda negra, la avispa, el abejón y ciempiés, en un lenguaje simple y con una ilustración de Olanda Coste, que hace, como en el cine de directora vestuarios y de fotografía y de editora de imágenes, al montar la historia con una ilustración colorida, rítmica e increíblemente cargada de fuerza expresiva, que da vida a cada uno de estos “bichos personajes”, y hace posible que una pequeña fábula ponga en escena una historia llena de interés visual. En estos recién publicados seis cuentos de Phipps, me quedo con Pueblerino porque es una historia que une de forma inteligente, contrapunteada, una vieja disputa territorial. En el anhelado primer viaje de Chilinqui a la capital a donde el tío y la prima Raimelis lo reciben con algarabía y regocijo, pero Ramoncito, que no lo conocía, cuestiona con burla la existencia de este primo campesino. Por su parte, Pilincho le endosa el San Benito de que es un pueblerino, y como muchacho de campo, desconocedor de las maravillas del mundo capitalino. El padre corrige, pero las burlas llueven por lo bajo. La historia se resume en un “tour” por la ciudad, donde nada impresiona al muchacho del ingenio, que encuentra en cada maravilla un símil en su pueblo, con lo que desmonta la “echada de vaina” de los primos, que no logran ridiculizarlo y que después convertirá la visita de ellos a su pueblo en algo más deslumbrante y natural que el mundo artificial de la capital. Es posible que el mundo y los niños y niñas de hoy estén siempre un paso más adelante que Miguel Phipps; sin embargo, sus historias están articuladas con la sabiduría pueblerina, de forma que mantiene un permanente interés del lector y se reafirma en la confianza en los niños en cuentos y fábulas que no pierden interés, aquí y allá, y gustan tanto en el campo como en la ciudad.
Aporte
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Sábado 17 de septiembre de 2016
HOY
La fundación de una cocina nacional en el discurso gastronómico de Hugo Tolentino Dipp
La fundación de una cocina nacional es la piedra de toque del libro “Itinerario histórico de la gastronomía dominicana” (2014) del historiador Hugo Tolentino Dipp. Teniendo en cuenta la evolución histórica, los avatares de nuestra construcción nacional, el sentido mestizo de la cultura dominicana, en su obra el académico instala en el horizonte epistémico los distintos procesos de desculturación, aculturación y transculturación que dieron origen a lo que él llama gastronomía nacional.
MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN
A
unque podría refutarse la dependencia de los procesos culturales de los procesos políticos que llevan a la enunciación de ciertos discursos identitarios, las postulaciones de Tolentino Dipp podrían concitar el apoyo de las mentes que buscan, desde el romanticismo, particularizar nuestras prácticas sociales y culturales con ciertos tintes de singularidad. Aunque esta provenga del diverso manto que ha ido tejiendo, en su naufragio, la nación dominicana. Tomemos de partida la afirmación de Julio Vega Batlle en “Anadel, la novela de la gastrosofía” en el sentido de que no existe una cocina dominicana, tesis refutada por Tolentino Dipp que la piensa como parte del sibaritismo del autor del “Tren no expreso”. Al hablar de este tema, y dentro de un despliegue de la gastronomía universal en el admirable trabajo de Julio Vega Batlle, la cocina dominicana se podría ver como un gesto dentro de todas las prácticas culinarias universales. Debe tenerse en cuenta que esa alta cocina es producto de la comunicación y la abundancia de recursos que les fueron posible a los imperios. Una síntesis es la italiana, heredera del imperio romano, o la francesa, proveniente de sus prácticas imperiales y de su talante gastronómico propio, y la española, afiliada a los hábitos culinarios del mundo árabe. Como particularidad, la cocina dominicana se desarrolla en un proceso de carencia y abundancia. Escasez de lo que venía de afuera y prodigalidad de lo que teníamos. Pero no siempre lo nuestro se aprecia en su íntimo valor. La siguiente afirmación del historiador: “La cocina criolla, mayormente de origen africano, quien tuvo el encargo de conciliar los distintos paladares, multiplicando sabores, arriesgando especias, en actitud oficiante de alquimia, magia, arte, ciencia, a fin de lograr el fiat lux de la gastronomía criolla” (p. 97) sintetiza una visión africanista y sincrética del tema. En su talente mestizo actuaron los alimentos disponibles en medio de una pobreza diferenciadora e igualadora. Los amos y las élites gobernantes no comían lo mismo; esto se representa muy bien en la novela de Carlos Esteban Deive, “Las devastaciones” (1978), porque la situación de pobreza los igualaba, como decía Moreau de Saint Méry, y lo recuerda Tolentino Dipp y lo reescribe Alejo Carpentier en “El reino de este mundo” (1949). Con la carencia del medio, el hombre y la mujer venidos de África y de la decadente España, como los canarios, los franceses, los árabes, los negros estadounidenses venidos a Samaná y los cocolos de los Antillas… hicieron esa alquimia que dependía de lo que hubiera o de lo que era posible conseguir.
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la cocina criolla dominicana es más que una suma de las influencias de las distintas etnias que han habitado la isla”. Hugo Tolentino
Sancochar y freír eran las dos prácticas culinarias de nuestros criollos. El plátano frito, Tolentino lo encuentra más apegado a la tradición africana, mientras que el plátano sancochado parece más cercano a la tradición hispánica. Con estas dos podríamos diferenciar al mangú del mofongo y a La República Dominicana con relación a Puerto Rico. Postula el autor de “Les orígenes de prejugé racial en Amérique Latíne” (1984) que esta cocina se hace criolla cuando los españoles que sobrevivieron al proceso de la conquista tuvieron que adaptarse a comer lo que comían los indios. Asunto que se da muy temprano por la distancia y los problemas para el transporte de alimentos a la colonia. Cierto es que la añoranza de la comida peninsular se quedó en los emigrados por varios siglos hasta que aparece un proceso de adaptación de la cocina de las negras esclavas que, con sazón africano, cocinaban para los amos, como ya estableció Celsa Albert Batista en “Mujer y esclavitud en Santo Domingo” (1993). Pero otra cosa hay que decir de los labriegos blancos, pobres de la tierra como los canarios que llegaron de manera significativa al Caribe desde mediados del siglo XVII hasta finales del XVIII (véase C. de Utrera, “Dilucidaciones históricas”). Tolentino Dipp presenta de forma muy interesante la gastronomía regional, como la de Monte Cristi. Esta ciudad puerto, heredera del Guárico y de la feria de Guanahibes, tiene mucho que decir, sobre todo por la presencia de canarios en su fundación y por ser un encuentro entre los valles del norte y el de San Juan de la Maguana, centro ¿el primero? en el que se articulaba el negocio de los criollos con los esclavistas franceses. La presen-
cia del chivo impone uno de los elementos más interesantes de nuestra culinaria. Las ciudades puerto, como Samaná y Azua, tendrán entonces una historia en la medida en que nuestra gastronomía tomó elementos viajeros y aquí logró su propio perfil, como explica el autor en su singular exposición histórica. Pero el autor parece fortalecer su tesis de una cocina de aquí al apuntalar lo siguiente: “la cocina criolla dominicana es más que una suma de las influencias de las distintas etnias que han habitado la isla. Ella es una creación original, hazaña que surge de la intimidad de circunstancias y contingencias privativas de la sociedad colonial y de la vida republicana” (p. 101). Suele ser común en los estudios dominicanos adscribirse a una tesis de influjo étnico. Tolentino Dipp rompe lanzas por una realización propia con los elementos que nos han influido la cultura hispánica con su aliento mozárabe, la cultura francesa, la cultura cocola, la cultura africana y la cultura indígena. Siguiendo este discurso, podemos repensar la formación de la gastronomía dominicana como parte del proceso de inmigraciones, de los avatares políticos, de la adaptación al medio. Sin embargo, la afirmación siguiente: “la reiterada mención de los frijoles y del arroz [en “Geografía de Indias”, de Juan López Velazco (1571], unido a la abundancia de plátanos y carne en los campos, nos está diciendo que el alimento nacional por excelencia, “la bandera”, o existía ya o no estaba lejos de aparecer en la mesa del siglo XVI” (p. 105), pero esto no podría dar impresión de que la cocina nacional ya estaba definida en el siglo XVI, afirmación que sería a todas luces contradictoria. Solo el pensar que los elementos de nuestra dieta llegaron de distintas regiones nos obliga a creer que lo que hoy podemos llamar, tocando el trabajo singular de Hugo Tolentino Dipp, cocina nacional dominicana es el resultado de un proceso largo de sincretismo cultural. Aunque los elementos ya estuvieran definidos en el siglo XVI, lo nacional es un discurso posterior y los elementos, si bien pueden usarse como formas simbólicas de la identidad, no tienen una existencia por encima de las prácticas culinarias. Valga, entonces, contrastar las distintas modalidades del fogón teniendo en cuenta la abundancia y las carencias que determinan el cocinar y el comer en la República Dominicana.
En síntesis Los aportes del distinguido historiador dominicano son innegables y es perentorio recomendar la lectura y ponderación de “Itinerario histórico de la gastronomía dominicana”.
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do
Personajes de la colonia
Rodrigo de Bastidas y sus descendientes
Encuentros
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Julio González Hernández
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tros contemporáneos también descendientes directos de Rodrigo de Bastidas son: Antonio José (1970), Juan Miguel (1972) y Francisco Javier Roques Paredes (1975); Claudia de Padua (1970) y Jaime Gerónimo Pol Franco (1974); Ángela Virginia (1970), Jaime Enrique (1971), José Miguel (1977) y Amalia María Vega Peynado (1984); Yenira Almonte Bermúdez (1970); Jeannidalia (1970), Patricia Alexandra (1976), Jeannette (1979) y Paola Amantina Grullón Saleta (1987); Ana Elisa (1970) y Gabino Alejandro Vega Martínez (1972). Ricardo Antonio (1971), María Isabel (1974) y Raquel María Ginebra Pou (1977); Haideé Elizabeth (1971), Rafael Alejandro (1973), Jeammy Marie (1989) y Alberto Arturo Báez Cordero (1991); Graciela Antonia (1971), Francisco Javier (1973) y Daniel Antonio Caro Messina (1976); Francisco Enrique (1971), Rafael Enrique (1973) y María del Pilar Hernández Sanabia (1974); José Ramón Báez Lovatón (1972); Margarita Rosa (1972) y Pedro Pablo Paredes Martínez (1977); José Rafael Yunén González (1972); María Alejandra (1972) y Ana Teresa Varela Álvarez (1974); Federico Germán Ornes Báez (1972); Pedro José Ahmed Haddad Báez (1973); Rosalía (1973) y Carlos José Jover Álvarez (1976); Miguel José (1973), Jorge Luis (1975) y Pedro Arturo Báez Padilla (1980); Federico Eduardo (1973) y Miguel Oscar Bergés Doshe (1974); Miguel Ángel (1973), Manuel Eduardo (1976) y Claudia María Pimentel Tavares (1978); Otto Erwin Bergés Pou (1973); Miguel Leonardo Durán Roques (1974); Ana Matilde (1974), Natalia Margarita (1976) y Elizabeth Nadal Szabó (1982).
MU-KIEN ADRIANA SANG
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El tiempo es implacable e imparable El tiempo, el implacable El que paso Siempre una huella triste Nos dejó Qué violento cimiento Se forjó Llevaremos su marca Imborrable Aferrarse a las cosas detenidas Es ausentarse un poco De la vida La vida que es tan corta Al parecer Cuando se han hecho cosas Sin querer En este breve ciclo en Que pasamos Cada paso se da por qué Se siente Al hacer un recuento Ya nos vamos Y la vida pasó Sin darnos cuenta Cada paso anterior Deja una huella Que lejos de borrarse Se incorpora A tu saco tan lleno De recuerdos Que cuando menos Se imagina aflora Porque el tiempo El implacable El que pasó Siempre una huella Triste nos dejó, Pablo Milanés
E Margarita Eugenia (1974), Cristina María (1976), María Amelia (1978) y María Gabriela Auffant Roques (1980); Rafael Maximiliano (1974), Brenda Josefina (1977) y Miguel Luis Redondo Pérez (1982); Paola (1974), Eduardo (1975) y Jennifer Lomba Álvarez (1979); Sara (1974), Amelia (1978), Mariela (1980) y Emilia Troncoso Freites (1991); Marcelo Antonio (1974), Paulo (1977) y Antonio Muñoz González (1980); Osvaldo José Gregorio Báez Caminero (1975); María Laura Hazoury Messina (1975); Ircania Altagracia Báez Contreras (1976); Ana Patricia Rodríguez Báez (1976); Patricia (1976-2001) y Freddy De Marchena Báez (1980); Leonor María (1976), José Luis (1978) y Miguel José Pappaterra León (1983); José Alejandro (1976) y Lissa María Valerio Martínez (1979); María del Carmen (1976) y Laura Cassá Calzada (1978); Jackeline (1976), Fermín Manuel (1979) y Sarah Virginia Pérez Báez (1983); Mario Fermín (1976), Viviana Amarilis (1977) y Francesca Raquel Cabral Guerra (1984); Eugene Alexandre Rault Grullón (1976); Gía Ana (1977), Giselle Anette (1978) y Germán Anselmo Gómez Pellerano (1982); Ana Idalia (1977), Alain Arturo (1993) y René Gabriel Grullón González (1995); Rafael Federico (1977) y Gabriela Aybar Medrano (1981); Lorelay García Thormann (1977); Eduardo José (1977) y Jorge Antonio Sturla Ferrer (1982); Michelle Patricia (1977), Cristina Idalia (1982) y Claudia María Tavares Álvarez (1985). Instituto Dominicano de Genealogía
n la cultura china existe un especial respeto por los mayores. Por esa razón los cumpleaños más celebrados son a partir de los 60 años. El cumpleaños cumbre es cuando se llega a la tierna edad de 80 años. Mi padre murió sin haber podido cumplir los 70 años, la muerte lo atrapó con apenas 68 años (¡7 años más de lo que tengo ahora!). Mi madre soñó con celebrar sus 80, pero tuvo que partir por siempre cuando le faltaban dos años. El reconocimiento al mérito de vivir es una de las características más bellas de la cultura oriental. Esa enseñanza de mi niñez de respetar y reconocer a los que han podido desafiar adversidad y han podido cumplir años, caló profundamente en mí. Por esta razón me sentí dichosa de haber llegado a los 40. Después, al superar airosamente una grave crisis de salud, celebré con el Padre del Cielo la llegada de mis 50 años. Después me dediqué a añorar, acariciar y soñar con la llegada de mis seis décadas de vida. Y ya ven, hace un año cumplí mis ansiados 60. Recuerdo que cuando cumplí los 58 escribí un Encuentro en el que anunciaba a viva voz que solo faltaban ¡dos años! para llegar a esa particular meta existencial. Transcurrieron los días, los años y por fin pude alcanzar la hermosa edad de 60 años, había llegado a la plenitud de mi existencia. Lo celebré con Dios, gracias a una misa concelebrada por monseñor Agripino Núñez y el rector de la PUCMM, padre Alfredo de la Cruz. Les pedí a mis amigos Frank Luis de la Cruz y Carolina Caba que me ayudaran a organizarla. Quería agradecer al Supremo por el regalo de estar viva; dar incluso gracias por los problemas, las dificultades, las alegrías, las lágrimas y las preocupaciones, porque estas experiencias me hicieron más fuerte. Agradecer a Dios por el simple placer de vivir. Después organicé una fiesta, un encuentro mágico con mi familia y amigos. Bailé hasta que no tuve aliento. Preparé un CD con la música que reflejaba mi estadio de
plenitud. Fue una semana de celebración porque reuní a mis amigas del colegio y nos reímos como niñas vestidas de vaquero. Y después, participé en todos los cumpleaños de mis amigas que también habían llegado a esa maravillosa edad. Y como es el tiempo, que no se detiene, que es implacable, tanto que esperé mis 60 y ya he llegado a los 61 años. Sin darme cuenta, envuelta en proyectos de escritura, investigación y en múltiples actividades, profesionales y familiares, el tiempo me arropó, y así, sin darme cuenta, llegó un nuevo cumpleaños. Transcurrieron otros 365 días de mi historia personal. ¿Qué significa cumplir años? ¿Qué significa vivir? ¿Qué sentido tiene la vida en este tramo de la existencia humana? ¿Tiene sentido soñar a los 61? ¿Tiene sentido hacer planes? ¿Qué implica el retiro laboral cuando uno siente que tiene fuerzas y deseos de seguir haciendo cosas? Muchas preguntas más podrían surgir. ¿Les digo algo? Sé que ya he llegado a una edad en que tradicionalmente la gente siente que se le ha ido la vida. Pero confieso, me siento con fuerzas, con ánimo de seguir haciendo cosas, de continuar escribiendo, de investigar temas nuevos, de seguir aprendiendo. Tengo una larga lista de temas y autores que quisiera por lo menos conocer lo esencial de su pensamiento. No me alcanzará la vida para cumplir esa larga lista. Me siento con ánimos renovados para seguir ejercitándome, la manera más sana de combatir el inexorable paso del tiempo y su secuela de expansión inexplicable del volumen corporal. Deseos de seguir compartiendo con los amigos queridos, la familia nuclear y la ampliada. Pero estoy consciente, más que consciente, que me quedan menos años por vivir de los que he vivido. He tenido la suerte de que la señora Muerte no ha tocado todavía mis puertas de forma insistente. He visto partir a mucha gente que he amado, amigos entrañables se han ido a destiempo. A sabiendas que el imperativo del fin de la existencia es una realidad. Tomé varias medidas. Decidí molestarme solo con los conflictos que incluyen temas de principios. Las trivialidades cotidianas que me acogotan las dejo a un lado. Aprendí a valorar a los que de verdad me quieren. La familia ha sido y será por siempre el lugar de encuentro, los brazos que te esperan para la alegría o la tristeza. A fuerzas de desventuras, he tenido que aprender que hay conocidos, amigos y amigos-hermanos. Entendí, después de muchos años de innecesario estrés, que hay que equilibrarlo todo. Ser mujer gozando de las compras y las trivialidades que te hacen feliz. Encontrar belleza de lo nimio, lo pequeño, lo cotidiano. No entiendo cómo pasé años sin disfrutar la lluvia, el sol radiante, el calor cotidiano que agobia, el fresco de la mañana, la flor que nació de una orquídea que sembré, el pajarito que acude a beber el agua azucarada y que mueve sus alas en señal de alegría. En fin, he aprendido a ver la belleza de las cosas. A mis 61 años ya no quiero experimentar nada nuevo. Solo deseo seguir haciendo las cosas que me gustan. Decidí que ya no tengo edad para aguantar necedades a nadie; que ya no quiero escuchar a los que se escuchan como alimento para sus vidas, y por eso hablan y hablan interminablemente; ya no quiero saludar al que no me apetece o me desagrada; no deseo hacer cosas por obligación, o sencillamente “me conviene”. En fin, decidí ser yo, como soy, con mis defectos, mis virtudes, mis necedades y mis carencias. Ya no quiero tener que aparentar lo que no soy o lo que no quiero. Ser yo, y nada más que yo. Creo que me he ganado ese privilegio, gracias a mis 61 años vividos. Un privilegio que solo tenemos los de la tercera y cuarta edad. Por algo hemos logrado vivir. Nos merecemos el privilegio de romper moldes impuestos. He decidido que el transcurrir de mis días sea de alegría, aunque asome la tristeza. No importa si me quedan muchos o pocos los días que me faltan por vivir, solo sé que cada uno estará sellado por la pasión, el silencio, la alegría, la compañía y la soledad.
De Señal a Señal
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Sábado 17 de septiembre de 2016
Cuando la fotografia nos atrapa La fotografía, como posibilidad de reproducir a través del lente y del gatillo un sujeto u objeto, gracias a la cámara, y a la destreza de un operador. El fotógrafo o la fotógrafa produce en el vidente múltiples efectos en los que se entremezclan: el tiempo, la memoria, el espacio y el pensamiento.
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DELIA BLANCO
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uy compartida por las mayorías, las fotografías del tiempo nos evidencian personajes que definitivamente comparten nuestra cotidianidad enmarcados y colocados encima de una cómoda, de una repisa, de una mesilla, o bien guardados en un álbum de fotos de familia. Son figuras de seres que fueron y que ya no son, pero que siguen siendo, por todo el imaginario que produce una sonrisa, un gesto o una marca de familia, aquellas que suscitan en el escenario de nuestras fantasías. La relación al tiempo convoca en cada sujeto humano una mirada sobre sí mismo, que por muy externa que parezca, contrae significados de memoria insoslayables, pues verse bebé, niño, adolescente, joven o viejo, gorda o flaca, son referentes sicológicos de sí mismo en nuestros procesos de vida que nos invitan a detenernos sobre diferentes peldaños de la existencia y actualizarnos en preguntas cuyas respuestas tenemos hoy, pero que hace quince o veinte años solo teníamos las preguntas…porque es el tiempo que nos dará las razones de lo que fuimos…En este aspecto la fotografía es un documento visual cargado del lenguaje retenido de la vida. Es el secreto revelado, descubierto, destapado y expuesto a todas las miras… El semiólogo francés Roland Barthes, maravillaba su auditorio libre cuando abarcaba el tema de “la fotografía” como la manera de retener el tiempo en un instante y fijarlo para siempre en esa imagen. Por eso es importante volver a sus refelexiones y obra de semiología y filosofía, sobre todo, si retomamos su exquisito ensayo “La chambre Claire”, (La cámara lúcida), donde se establece que en la fotografía vale evocar sus conceptos de “studium” y “punctum”, para hacerlo más comunicativo y establecer lo intencional y lo espontáneo, lo consciente y lo inconsciente, lo interno y lo externo de una fotografía. Es importante en nuestro mundo de este siglo XXI, atrapado en la velocidad de la imagen fotográfica, detenernos a meditar sobre la descarga frenética de los lenguajes y mensajes fotográficos que nos vienen del inmediatismo de la información y que se vuelven un torbellino, una tornada visual que invade el cerebro clínicamente y le impide pensar y analizar lo que se ve… Para ello, el filósofo y semiólogo francés
enfoca en su ensayo un despliegue de referentes como el “ca a été”, eso ha sido , o eso fue que llama a reflexionar y a pensar sobre el detalle, el objeto, el código y el signo que aparece en una fotografía y atrae la atención de un espectador. Es ahí donde se entiende el “punctum”, en la emoción y en el interés de un detalle dentro de la imagen que la libera del referente exclusivo y único del análogo, es decir, de la analogía, para entrar y compenetrarnos con los símbolos, haciendo arte con ese sujeto u objeto que parte del ojo del fotógrafo (a) y pone a latir el corazón del espectador. Cuando una imagen fotografiada provoca ese pellizco de la emoción no puede haber duda, pero también, cuando el ojo se pone a jugar con la forma, el cuerpo, el espectrum, así como lo hacía ManRay en sus juegos ópticos de mujer-violín -violoncello. Cuándo un fotógrafo o una fotógrafa busca en su imagen elementos como: composición, luz, contrastes, ideas, discurso, emoción… es indiscutible que estamos frente a una obra de arte, o alguien que va a lograrla. Muchos lo han cuestionado, entre ellos el poeta Baudelaire, que se negaba a ver arte en Diríamos que con la fotografía también se hace mucho arte, pues es un medio visual que acompaña muchos lenguajes, tanto en las instalaciones, como en la pintura, un recurso fundamental de las manifestaciones más actuales y emergentes de muchos artistas.
una foto y en el arte de fotografiar. Por encima de todo, captar la luz, distinguir el momento preciso de darle o girar al gatillo, vivir esa tensión de captación de una imagen, solo un artista lo logra. No importa que el intermediario sea un objeto técnico y mecánico como la cámara. Diríamos que con la fotografía también se hace mucho arte, pues es un medio visual que acompaña muchos lenguajes, tanto en las instalaciones, como en la pintura, un recurso fundamental de las manifestaciones más actuales y emergentes de muchos artistas. Es importante destacar artistas contemporáneos que tienen mucho éxito en “la fotografía” como recurso. La artista dominicana residente en New York Iliana Emilia García concentra en su obra fotográfica una gran intensidad en el punctum, es decir, en esa capacidad de captar el símbolo en una obra “Homeland”, que representa el trazo de una silla campesina de guano, en la arena mojada de una orilla del mar; y esa foto por el referente del trazo, de la huella, mar, destierro, marca en su totalidad minimalista la realidad de la emigración, del exiliado, del desterrado con esa dicotomía del campesino frente al mar. Es una fotografía que libera el lenguaje, la palabra, y nos transporta a un mundo donde el imaginario toca la realidad. Esta foto la presentamos en nuestro trabajo de curaduría en el primer Festival Caribeño de la Imagen en la isla Guadalupe, en el año 2015, celebrada en el Mémorial ACTe, a cuya inauguración asistió el presidente francés Francois Hollande. Causó un gran impacto por su fuerza simbólica que va más allá del objeto fotografiado. Este festival, marcó una dirección muy interesante porque trató la fotografía desde el concepto de la imagen, abriendo un campo de experimentación muy amplio desde el punto de la fotografía como huella y archivo de memoria, hasta las propuestas más experimentales y renovadoras donde se destacó Nadia Higgins, quien presentó una obra fabulosa sobre los cuerpos de los adolescentes tirándose al mar en un burbujeo de aguas que se confunden con luces. Artista cuya obra tenemos presente en el Museo de Arte Moderno y que desde nuestro juicio crítico es un gran logro de Fotoimagen 2016, contar con esta participación en el país. Cuando una fotografía nos pellizca y nos pone a flor de piel, entonces no creo que haya que dudar que estemos frente a una obra de arte. El Caribe y Latinoamérica están dando grandes pasos en el mundo, exhibiendo sus obras, como por ejemplo David Gums, de la isla de San Martín, que recurre a la imagen numérica para establecer formas que constituyen referentes a lo visible y a lo invisible, perceptibles en su serie “Fuera de campo”. Pedro Abascar, cubano, enfoca la ciudad de La Habana, sacando desde su mirada una gran exploración de dicha capital, que confirma que la fotografía en Cuba tiene una gran diversidad de expresiones ligadas a su entorno existencial como es el caso del también cubano Rafael Villares. La fotografía en Cuba tiene la misma fuerza de todas las expresiones artísticas. Podríamos destacar un sinfín de nombres de artistas tanto en el continente latinoamericano como en las islas. En relación a República Dominicana, la Muestra de Fhoto Imagen 2016 permitirá a cada espectador medir las propuestas más contemporáneas y apreciar la calidad de la factura fotográfica y artística más actual.
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Sobre filósofos y tumbas La filosofía nunca ha estado de moda. Mas la prensa internacional parecería haberlo negado tras hacerse eco de un descubrimiento ocurrido recientemente en la antigua ciudad griega de Estagira, cerca de la península de Liotopi. Excavaciones revelaron un espacio rectangular dotado de altar, con suelo de mármol, abovedado a 10 metros, con techumbre de cerámica real y una amplia carretera de acceso cerca de la cual se encontraron monedas de la época de Alejandro Magno. Expertos sostienen que se trata de la tumba de Aristóteles. El mausoleo donde los estagiritas le enterraron 2,400 años atrás.
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JOCHY HERRERA
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l filosofar, ese impopular y al parecer irrelevante quehacer en el convulso mundo de la posmodernidad, siempre representó un magno instrumento para la comprensión de la realidad, es decir, del conocimiento pleno de la verdad. El ejercicio filosófico presente, sin embargo, dispone de posturas menos trascendentales (¡enhorabuena!) como la de Slavoj Zizek; una suerte de filósofo popque ha invadido a YouTube y quien argumenta que la tarea de dicha disciplina es meramente replantear los problemas, redefinirlos estableciendo preguntas. Otro contemporáneo, el francés Compte Sponville, afirma por su parte que la filosofía se ha hecho más relevante gracias a la disminución de la influencia de las ideologías y las religiones en la sociedad actual. Aristóteles, aunque escribió poco sobre la muerte, se preocupó a profundidad por la realidad del quehacer humano expresándolo a través de conceptos tan variados como la ética y la lógica; la biología y las matemáticas; la política y la organización social, entregándonos las reglas necesarias para dudar, deducir y construir argumentaciones. A pesar de ser discípulo de Platón refutó muchas de las concepciones de su maestro incluyendo enunciados referentes a las ideas, ya que a su juicio, este había “separado la sustancia de aquello que es su sustancia” creando un mundo sobrenatural junto al mundo perceptible, el real. Desconocemos si Rafael pretendió sugerir aquel concepto en la obra que ilustra este texto. Nótese cómo Platón señala el cielo y su alumno Aristóteles la Tierra. Quizás por eso Lenin advertía que Aristóteles se debatía entre el idealismo y el materialismo cuando estableció que cada cosa individual se compone de materia y forma (la esencia), paralelo que aplicado a los menesteres del Ser, adjudicaría al alma la distinción de representar la forma del cuerpo, ambos inextricablemente conectados, indisolubles y dependientes entre sí. Tanto Platón como Aristóteles afirmaron que la muerte era justamente la separación del alma del cuerpo; el primero consideraba que ambas entidades eran de naturaleza diferente aunque convivían de forma accidental. En la compleja concepción del alma aristotélica, por otra parte, esta no era comprendida únicamente como elemento psicológico sino también biológico ¿principio de vida y movimiento?; estaba constituida en una tríada jerárquica abarcadora del alma vegetal, propia de las plantas, de función más baja y puramente reproductiva; del alma animal, perceptiva de los sentimientos que la hacen emotiva; y del alma racional, la más alta, capaz de separarnos de lo instintivo. Tales preceptos persistieron a través de las ci-
vilizaciones conformadoras del ethos occidental y tras ser incorporados a nuestra concepción de lo divino, enriquecieron el corpus del cristianismo, a pesar de Aristóteles haberse confesado ateo. Siglos más tarde, consciente ya de la irreversible separación entre alma y cuerpo tras la muerte, el hombre del medioevo la entrega a Dios mientras deposita el cadáver a la vista de sus allegados en el entorno sagrado de las iglesias. La sepultura, de tal forma, aparece íntimamente ligada a la piedad hacia la parroquia y al sentimiento familiar deseoso de que el fenecido reposase ad sanctos. ¿Lo más cerca de las tumbas de los santos? Entrados los siglos XVII y XVIII la prohibición de la inhumación en los templos provoca el surgimiento de los cementerios aledaños a las urbes europeas en los que los humildes eran enterrados en fosas simples o comunes, y los más pudientes en tumbas familiares predecesoras del mausoleo moderno, vivo símbolo del patriarcado. Con el paso del tiempo, los cementerios se secularizan y si bien continúan siendo lugar de respeto pasan a jugar un papel más discreto en la veneración de la mortandad, llegando incluso a romper vínculos con la Iglesia al permitir el enterramiento de excomulgados. En casos extremos, el camposanto medieval tardío se hizo lugar de ferias, comercio y actividades públicas en muchas comunidades; en las postrimerías de la Revolución francesa llegó incluso a convertirse en tema de debate médico-científico (por entenderse como foco de podredumbre y contagio) que conllevó a la destrucción de los cementerios intramuros bajo el dominio de Luis XVI. Décadas después, el cementerio se revestirá de verdes pastos y hermosos jardines que retornarán al muerto (y a sus allegados) a la pureza de la naturaleza, una forma más abstracta de cercanía a Dios. Las ideas sobre los enterramientos ex-
Aristóteles, aunque escribió poco sobre la muerte, se preocupó a profundidad por la realidad del quehacer humano expresándolo a través de conceptos tan variados como la ética y la lógica
puestas aquí aparecen enriquecidas en “Historia de la muerte en Occidente”, de Philippe Aries, ensayo que narra el periplo del morir desde la Edad Media hasta el acontecer de nuestros días. Coincidimos con el autor en que hoy la muerte natural es ocultada; objeto mórbido y desagradable, ha cesado de ser bienvenida en el entorno diario. Así, la liturgia y los ritos funerarios modernos se enfocan en los sobrevivientes con frecuencia ignorando al fenecido, quien almacenado en un ataúd, espera la hora y el lugar de su enterramiento generalmente escogidos por los deudos a conveniencia propia. Ese cuerpo (ya cadáver), gracias a la creciente popularidad de la cremación podría también ser hecho cenizas; depositadas en una elegante urna (y no en una vulgar tumba), estas acompañarían al doliente per secula seculorum. El entusiasmo despertado tras el hallazgo de la tumba milenaria de Aristóteles a nuestro parecer obliga a meditar sobre el acto funerario y sobre el lugar que alojará los restos corporales posterior a la muerte física. En tal contexto, es inevitable recordar la saga de Príamo en pos del cadáver insepulto de su hijo Héctor muerto a manos del semidiós Aquiles en las páginas de La Ilíada: cómo el monarca es capaz de arrastrarse, humillándose, y besar las manos del triunfante guerrero mientras le ruega la devolución del cuerpo de su vástago necesitado de sepultura. ¿Acaso yacen aquí los basamentos del pensar y simbolismo occidentales sobre el justo destino del cadáver tras el fallecimiento? Aristóteles se preocupó por los meteoros; por la vida social de las abejas y la trascendencia del misterio divino; por la libertad del hombre y el poder del espíritu; por el carácter mamífero de los murciélagos y la estructura de los moluscos; por el ejercicio de la política y la naturaleza de las constituciones. Como gran clasificador de todo lo referente al existir, nos legó la categorización de los diferentes modos de pensar, razonar y ser que posteriores pensadores desarrollaron hasta entradas las postrimerías de nuestra época. ¿Muere acaso, entonces, quien es capaz de conformar semejante episteme? ¿”Descansan”, de veras, las cenizas de nuestro personaje en aquel mausoleo recién descubierto? Toda la vida de los filósofos es una meditación sobre la muerte ¿un commentatio mortis?, escribió Cicerón. El lúcido Montaigne, por su parte, recordó cómo la palabra muerte hería con extremada rudeza los oídos de los romanos. Teniéndola como de mal agüero, estos solían expresarla en perífrasis: en vez de decir ha muerto, decían ha cesado de vivir. Tal cual lo acontecido a Aristóteles, quien verdaderamente nunca murió.
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AREÍTO
Sábado 17 de septiembre de 2016
HOY
Mujeres dominicanas atormentadas Mercedes Mota:
Correspondencia con Pedro Henríquez Ureña (y 14)
La carta que Mercedes Mota (MM) remite a Pedro Henríquez Ureña (PHU) desde Puerto Plata el 14 de noviembre de 1904 contiene dos referencias a intelectuales dominicanos de principio de siglo XX. La más importante es el juicio que el joven clarividente de 20 años emite sobre un personaje que colaborará con el invasor yanqui en 1916.
DIÓGENES CÉSPEDES/ DIOGENES.CESPEDES@GMAIL.COM
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M le refiere a PHU los buenos ratos que pasó con Ortega en Nueva York, donde ambos recordaron a los hermanos Henríquez Ureña. ¿De cuál Ortega se trata? En la nota 94 de la página 109, Bernardo Vega afirma que los saludos que MM envía «a Franz ia Ortega», este último es Julio Ortega Frier (1883-1953), quien a la sazón tenía 15 años, se graduó de la secundaria en Nueva York y regresó al país en 1909, y según Mon Ureña, enseñaba en el Liceo Dominicano (Treinta intelectuales dominicanos escriben a Pedro Henríquez Ureña. SD: Academia Dominicana de la Historia, 2015, 235). Esa afirmación no está clara, porque MM no da el nombre del personaje, pues ambos hermanos, Virgilio y Julio, vivían en Nueva York. Por una carta de Enrique Jimenes a PHU, fechada en aquella urbe, sabemos a qué se dedicaba Virgilio: «A propósito de “Coristas”, como buzo viejo, he podido conseguir “algunas minas”, que por cierto han venido mui bien en este tiempo de arranque y de frío intenso. Brilla, en esa ópera realista, como estrella de primera magnitud, el experto transformista Virgilio Ortega.» (BVega, 154-155). PHU en sus “Memorias” alude a ambos hermanos: «Con nosotros fue a vivir al “flat” Virgilio Ortega, y poco después llegó de Santo Domingo su hermano Julio, a quien su familia enviaba a ‘americanizarse’. » (México: FCE, 2000, p. 87). ¿Se capta la ironía de PHU? ¿Con cuál de los dos Ortega Frier pasó MM “buenos ratos”? Queda por determinar. La otra referencia de MM es a Osvaldo Bazil, quien le he aconsejado que publique su primer libro y ella le dice a PHU: «Pero ocurre que todavía no he sentido ganas de hacerlo.» (BVega, 192). Jamás publicó, en vida, ningún libro. Tampoco Leonor Feltz. De lo que se dolió PHU. MM se contenta con constatar el desarrollo intelectual de su amigo: «Otro día hablaremos de tus trabajos literarios que tanto han llamado mi atención últimamente. Veo que se vigoriza tu cerebro, y que no pierdes el tiempo intelectualmente.» (Carta a PHU del 24 de abril de 1905, BVega, 163). La propia MM sigue atormentada y en el desconsuelo: «¡Si siempre fuera posible realizar lo que [se]desea! Yo misma vago, vago infinitamente, i pienso que tal vez me sorprenda la noche, la noche interminable, en medio del hastío i la desesperanza. Sin saber muchas veces lo que deseo, ni lo que amo.»(BVega, 163). Cuando PHU le pintó el cuadro socio-li-
terario de Cuba, MM previó el próximo viaje de su amigo, pero no acertó que sería el 4 de enero de 1906 a México,«después de recibir una semana antes su libro Ensayos críticos, publicado en La Habana.» (BVega, 163) y esa primera obra le catapultará a la fama:«Me dices tanto malo de la Habana, que desearía saber que la abandonas i que te vas otra vez a New York, o que te marchas para París.»(Ibíd.). PHU le reitera a MM el estado de situación cultural habanera:«Aquí se publican muchos libros, aunque no se venden gran cosa los nacionales, y la literatura Cuba es muy mediocre (…) …sé que la instrucción está muy atrasada (…) Predomina el sistema irracional de los españoles y se dan lecciones de memoria y se pega.(…) Mientras tanto, nadie quiere enviar sus niños a las escuelas públicas, que está a la americana, porque dice que allí quieren enseñar a los niños sin libros, y todo el que puede, paga una escuela particular.» (Carta del 25 de abril de 1905 (BVega, 164).
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Quizá el infortunio de Mercedes Mota fue el no haber podido soportar tres duelos: el abandono paterno y las muertes de su madre y su hermana Antera Hasta donde pudo, el compilador del epistolario entre MM y PHU transcribió de ella la última carta de que se tiene noticia. Pero será labor de la próxima generación de investigadores reunir en volumen el resto la correspondencia suya diseminada por el mundo. Esa última y provisional misiva está dirigida a PHU, radicado ahora en Veracruz, adonde le llevó la promesa fantasiosa del cubano Arturo Carricarte. MM la fecha en Puerto Plata el 19 de abril de 1906:«De antemano, conocía a Carricarte, tu amigo i compañero. (…) El proyecto que ustedes se proponen realizar es magno i altamente simpático (…) Ojalá puedan establecerse mui pronto en la Capital.» (BVega, 188).MM dice que conoció a Carricarte, pero ¿dónde y cuándo? PHU le comunicó a MM su llegada a Veracruz y los planes que pensabarealizar en aquella ciudad donde él y su amigo fundaron la revista “El Dictamen”. La etapa veracruzana, la decepción que sufrió con Carricarte y su llegada a la capital azteca están narrados en “Memorias. Diario. Notas de viaje”. Las colaboraciones que publicó en “El
Dictamen” figuran en 3/1899-1910/II, 223-253 de las “Obras completas” de PHU compiladas por Miguel D. de Mena y publicadas en 2013 por el Ministerio de Cultura de nuestro país. MM le apoya en su decisión de«…abandonar el campo del comercio», y que se “dedique decididamente a una ocupación que armonice con tu vocación i sus sentimientos. Allá en Méjico, encontrarás propicio ambiente para tus aspiraciones. Luego…; ¿quién sabe ¡Eres hombre! El mundo te ofrece dilatados horizontes. ¿El polluelo se torna en águila audaz que con vuelo majestuoso recorrerá el purísimo azur, de lo Ynfinito?”.» (BVega, 188). Pregunta retórica esta última, pues la pitonisa conocía el futuro de PHU, guiada por la información del poema “Mi Pedro”. Ella fue, sin duda, una de las primeras personas en recibir la flamante obra de PHU:«Estoi leyendo ya tus Ensayos Críticos.» (BVega, 189). ¡Lástima que esta correspondencia se haya interrumpido! Nuestra república de las letras perdió una parte de su historia literaria. MM se irá en 1919 a Nueva York. No se sabe si el epistolario entre ellos continuó en aquella urbe, porque no veo razón para que se interrumpiera. Si lo hubo, ¿dónde reposarán esas epístolas? Quizá en los polvorientos archivos que guardan sus sobrinos nietos en Nueva York. ¿Y qué fue de la casa en Cedarville? ¿Y las fotos de MM, que se “fizieron”? Quizá todas estas preguntas quedan respondidas por el compilador en la nota 159: «Este es el último intercambio entre [PHU y MM] (…) que aparece en el archivo. Sin embargo, en 1913 intercambiaron correspondencia mientras ella estuvo en Europa. (Ver José Luis Martínez, “Alfonso Reyes-Pedro Henríquez Ureña. Correspondencia, 1907-1914”, 250). En 1916 murió su hermana Antera y en ese mismo año publicó su último artículo en la prensa dominicana. Admitió que el dolor por la muerte de Antera le paralizó para siempre su vocación de escritora.» (BVega, 190). No fue una pulsión de muerte muy fuerte, como en los románticos. Vivió 84 largos años para contarlo. Ante el dolor, la huida. Quizá el infortunio de Mercedes Mota fue el no haber podido soportar tres duelos: el abandono paterno y las muertes de su madre y su hermana Antera. ¡Qué carga tan pesada, sicogenealógicamente hablando! Pero aceptó su programación emocional con resignación y sin oposición, como los griegos antiguos, el destino.
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AREÍTO
Sábado 17 de septiembre de 2016
Arte Contemporáneo
HOY
AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ ARTOPIA01@GMAIL.COM
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¡Pedro Vergés y los nuevos retos de la cultura! D esde luego, no es discutible el derecho de los gobernantes a integrar su equipo de colaboradores principales con personas de su íntima confianza. Pero no se puede reconocer ese derecho únicamente desde el ejercicio de una discrecionalidad absoluta en el uso de las facultades que confiere la ley. Una buena gestión de Gobierno jamás estaría expuesta a daños sensibles si procediera integrando la facultad que otorga a gobernantes y ministros total libertad en la conformación de sus equipos de trabajo y colaboradores con el principio “sagrado” de la exigencia de las cualidades y atributos propios de la idoneidad personal. Súbitamente, iniciando su segundo mandato consecutivo, el presidente Danilo Medina acaba de sorprender en grande, materializando esta auspiciosa integración al designar al reconocido escritor y diplomático Pedro Vergés como nuevo ministro de Cultura de la República Dominicana. La agradable sorpresa ha sido correspondida con aplausos calurosos, grandes ilusiones y un aluvión de expectativas por parte de los distintos sectores que inciden de manera directa en el ámbito cultural de nuestro país. Pedro Vergés es novelista, poeta, ensayista, gestor cultural y diplomático. Le conocemos desde hace más de tres décadas, cuando regresa al país para dirigir el Instituto de Cultura Hispánica (hoy Centro Cultural de España) en Santo Domingo, institución que logra articular y proyectar mediante una programación tan efectiva y exitosa como memorable hasta 1993. Formación, disciplina, temple, sensibilidad, responsabilidad, profundidad de pensamiento, capacidad crítica, honorabilidad, pasión y entusiasmo, son solo algunas de las cualidades que marcan distintivamente su trayectoria y su personalidad. Calidad humana, competencia profesional, atributos personales y una agenda consistente, son puntos básicos para un ministro de Cultura que intente mantener el alto nivel de su investidura, responder con efectividad los nuevos desafíos y cumplir justamente la misión institucional de un verdadero ministerio. A Pedro Vergés se le reconoce vocación de diálogo y Ahora mismo está libre de toda sospecha de autoritarismo, parcialización o indiferencia, razones que en los pasados cuatro años impidieron al cantautor José Antonio Rodríguez “conectar” plenamente con sectores tan sensibles, exigentes y necesitados de atención como los intelectuales, escritores, teatreros, gestores culturales, educadores y artistas visuales. Y, precisamente, en los últimos años, este último sector viene reclamando de manera persistente una mayor consideración ante la penosa evidencia de que todos los ministros de Cultura que hemos tenido hasta ahora, sin ninguna excepción, han enfatizado en su área de fortaleza profesional y preferencial como “despreciando” una de las áreas más dinámicas, productivas, atractivas y esenciales de la industria cultural nacional. Como pruebas irrebatibles de este injusto “desaire”, el Colegio Dominicano de Artistas Plásticos (CODAP), así como
No estoy muy seguro de que en la Constitución dominicana, nuestra “divina”, esquiva y martirizada “Carta Magna”, figure algún artículo que consagre la exigencia de la idoneidad como requisito para ocupar las altas posiciones de los poderes públicos. Me inquieta este incierto asunto burocrático porque pienso que cuando los gobiernos obvian una rigurosa norma ética como la aptitud y facilitan el privilegio de los vínculos familiares, de amistad y lealtad partidaria a la hora del “nombramiento” de los altos funcionarios, violentan los principios que preservan la igualdad de todos los ciudadanos y sectores de la sociedad ante la ley.
Vista de la XXVIII Bienal en el Museo de Arte Moderno
Pedro Verges en el momento de ser juramentado como Jose Almonte. Cordon Umbilical. De la seri nuevo Ministro de Cultura de la República Dominicana por el entante y salente. Acrilica sobre tela, 2014 presidente Danilo Medina.
En síntesis PEDRO VERGÉS
Pedro Vergés Cimán nace en Santo Domingo el 8 de mayo de 1945. Tiene un doctorado en Filología Románica de la Universidad de Zaragoza, España, país donde ha residido por largo tiempo en distintas etapas. Trabajó como redactor de la revista literaria “Cam de l'Arpa” de Barcelona. En España, fue cofundador de la revista “Hora de Poesía” y en 1980, con su novela “Solo cenizas hallarás (Bolero)”, obtiene el Premio Internacional Blasco Ibáñez. En ese mismo año, regresa al país y asume la cátedra de Literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. En 1981, recibe el Premio Internacional de la Crítica Española. Desde 1981 hasta 1993, fue director ejecutivo del Instituto de Cultura Hispánica en Santo Domingo. Miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, Pedro Vergés fue embajador de la República Dominicana en España (1996-2000); en la República Federal de Alemania (2005-2009) y jefe de misión en Japón (2009-2013). Hasta el pasado 16 de agosto, cuando fue designado ministro de Cultura por el presidente Danilo Medina Sánchez, mediante el decreto 201-16, se desempeñaba como representante permanente de nuestro país ante la Organización de Estados Americanos (OEA), misión cumplida a cabalidad, defendiendo con dignidad ejemplar y de manera admirable la soberanía, los intereses y los valores trascendentales del pueblo dominicano.
varios creadores y especialistas de reconocida trayectoria, señalan principalmente la eliminación de la “Dirección Nacional de Artes Plásticas”; la precariedad que enfrentan los museos de artes visuales; el progresivo deterioro de Plaza de la Cultura; la convocatoria sistemáticamente retardada de la Bienal Nacional de Artes Visuales; la inexplicable y dolorosa supresión de la Trienal Internacional del Caribe y el desatino de la “violación” de la Sala Ramón Oviedo en la misma sede del MINC. Así, la atención urgente al vital sector de nuestras artes plásticas y visuales es uno de los puntos que no pueden faltar en la agenda del nuevo Gabinete de Cultura. Por supuesto, estamos muy claros en que el nuevo ministro tiene por delante una tarea bien difícil al frente de una instancia que ni siquiera recibe el 40% del monto que le asigna el Presupuesto Nacional. Sin embargo, ante los nuevos desafíos, además del apoyo y el respeto del Presidente de la República, Pedro Vergés cuenta con un equipo de viceministros, asesores, gestores y cercanos colaboradores con la suficiente capacidad, experiencia, energía y actitud de entrega para marcar la diferencia y cumplir con la promesa de hacer “lo que nunca se ha hecho” en materia de cultura oficial en Santo Domingo.