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Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Willis Aracena SÁBADO 27.08.2016
ESCRIBE JUAN VENTURA
Presidentes y expresidentes dominicanos muertos por heridas de balas/p2
¡Diario de Caamaño! Francis de Peña Gómez:
“Se apendejió definitivamente el hombre” Página 6
El turno de los malos De Fernando Berroa
Ricardo Wagner Realidad transfigurada
El Bosco Sueños y jardines infernales
“El turno de los malos” escudriña reciamente en torno a la envidia, la intriga y los egos oceánicos que exhibe el comportamiento de algunos escritores. Igualmente inquiere sobre la crítica, el canon literario...Página 3
Ricardo Wagner sigue reflejando su preocupación por el medio ambiente, así como por el terrible impacto de la explotación humana de los ecosistemas vitales del planeta que habitamos. Página 8
Muy poco sabemos de la vida del pintor flamenco Hyeronymus Bosch, el Bosco, uno de los más enigmáticos creadores en la historia del arte. Desconocemos sus maestros y carecemos de una biografía ilustradora de tan misterioso personaje, Página 5
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Sábado 27 de agosto de 2016
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Benedicto XVI (Teólogo, escritor y Papa Emérito) Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo.
Vega de tétanos como consecuencia de una herida de bala, el 28 de noviembre de 1867. Nació en Coral Viejo, Monte Cristi, en el año 1816, hijo de Valentín Polanco y de Martina Borbón. Ocupó la presidencia de la República desde el 10 de octubre de 1864, hasta el 24 de enero de 1865.
4. General Pedro Antonio Pimentel. Nació en Lozano, Monte Cristi, en 1830, hijo de Jacinto Pimentel y Juana Chamorro. Murió en Cabo Haitiano, a consecuencia de herida de balas recibidas en tierra dominicana, el 6 de junio de 1874. Fue Presidente de la República del 25 de marzo, hasta el 13 de agosto de 1865.
5. General Manuel Altagracia Cáceres.
Presidentes y expresidentes dominicanos muertos por heridas de balas Juan Ventura
L
a República Dominicana en sus 172 años de vida republicana ha tenido presidentes y expresidentes de la República que han muerto a consecuencia de heridas de balas. Algunos de estos se han suicidado y otros han sido ejecutados y/o fusilados por las armas. Hemos tenido una historia muy accidentada de presidentes dominicanos en el transcurrir de nuestra vida como República, desde el año 1844 en que logramos la Independencia Nacional de los haitianos, después de veintidós años de ocupación, gracias a Juan Pablo Duarte y el grupo de los trinitarios. El historiador Dr. Vetilio Alfau Durán ha dicho: “El general Pedro Santana, a quien “el pueblo y el ejército” proclamaron Jefe Supremo el 13 de julio, reorganizó la Junta en la sesión que él mismo provocó en la tarde del 16 del mismo mes y año, asumiendo su presidencia, en el cual se mantuvo hasta que, votada la Constitución de San Cristóbal el 6 de noviembre de 1844, fue nombrado el primer Presidente de la República”. (En Clío. Escritos (II). Santo Domingo, Editora Corripio, 1994, Pág. 400). Diecisiete años después de nuestra Independencia Nacional, fuimos anexados a España el 18 de marzo de 1861 por el presidente Pedro Santana. Logramos recuperar el país en la Guerra de la Restauración en 1865, por las iniciativas de los restauradores, encabezados por el puertoplateño general Gregorio Luperon y otros grandes adalides. Hemos tenido presidentes analfabetos, militares, sacerdotes, profesionales e intelectuales y escritores. Sufrimos la primera intervención norteamericana en 1916, que por cierto, estamos conmemorando el cien aniversario de tan nefasto acontecimiento en la historia dominicana, que duró 8 años, hasta el 1924. En 1930, el país cayó en el régimen oprobioso y sanguinario de Rafael Leónidas Trujillo y Molina, que se mantuvo en el poder durante treinta y un años, convir-
tiéndose en la dictadura sin ejemplo, como la calificó el profesor Juan Bosch. Nuevamente por segunda vez, sufrimos otra intervención norteamericana en 1965 y se produce la Guerra de Abril, encabezada por los coroneles Francisco Alberto Caamaño Deñó y Rafael Fernández Domínguez y otros, para defender la vuelta a la constitucionalidad y reposición del Gobierno de Juan Bosch. Hubo dos gobiernos: el Gobierno de Reconstrucción Nacional, encabezado por el general Antonio Imbert Barrera, instalado y patrocinado por los norteamericanos, y el Gobierno Constitucionalista, del coronel Caamaño Deñó. Se instaló el Gobierno del Lic. Joaquín Balaguer en 1966, apoyado por los norteamericanos, que permaneció 12 años, convirtiéndose el mismo en un Gobierno de fuerza, en donde se maltrató, encarceló, exilió y asesinó a sus opositores. Luego, volvió a gobernar en 1986. A partir de ahí, han sido gobiernos: PRD, PRSC y PLD, encabezados por Antonio Guzmán Fernández, Jacobo Majluta, Salvador Jorge Blanco, Joaquín Balaguer, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina Sánchez. Veamos los presidentes y expresidentes dominicanos muertos por heridas de balas:
1. General José Antonio Salcedo. Murió fusilado en Maimón, Puerto Plata el 5 de noviembre de 1864. Había nacido en España, en el año 1822, hijo de José María Salcedo y de Luisa Ramírez Marichal. Ocupó la presidencia de la República desde el 14 de septiembre de 1863 hasta el 10 de octubre de 1864, cuando fue derrocado por Gaspar Polanco. 2. General Pedro Guillermo. Fue pasado por las armas, muriendo como el anterior en El Seibo, el 18 de febrero de 1867. Nació en Hato Mayor, el 29 de junio de 1814, hijo de Teodoro Guillermo y Francisca Guerrero. Fue Presidente desde el 15 de noviembre hasta el 8 de diciembre de 1865.
3. General Gaspar Polanco. Murió en La
Murió asesinado por heridas de balas, en Santo Domingo, el 17 de septiembre de 1878. Presidente desde el 31 de enero hasta el 13 de febrero de 1868. Nació en Azua, en el año 1838, hijo de Juan Manuel Cáceres y María Fernández.
6. General Cesáreo Guillermo. Hijo del expresidente Pedro Guillermo y de Rosalía Bastardo. Nació en La Redada, Hato Mayor, el 8 de marzo de 1847. Se suicidó con su revólver, en El Orégano, Azua, el 8 de noviembre de 1885. Fue Presidente de la República desde el 5 de marzo hasta julio de 1878; y del 30 de septiembre deL mismo año al 6 de diciembre de 1879.
7. General Ulises Heureaux. Murió ajusticiado a tiros limpios en Moca, el 26 de julio de 1899. Nació en Puerto Plata, el 21 de octubre de 1845, hijo de Dassás Heureaux y Josefa Level. Presidente en 1882-1884 y 1887-1899, cuando implantó una dictadura.
8. General Ramón Cáceres. Hijo del también asesinado expresidente Manuel Altagracia Cáceres y Remigia Vásquez Lizardo. Murió ajusticiado en Santo Domingo, el 19 de noviembre de 1911. Nació en Estancia Nueva, Moca, el 15 de diciembre de 1866. Fue Presidente desde 1905 hasta el día de su muerte. 9. Generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina. Ajusticiado en Santo Domingo, el 30 de mayo de 1961. Nació en San Cristóbal, el 24 de octubre de 1891, hijo de José Trujillo Valdez y Altagracia Julia Molina Chevalier. Gobernó el país dictatorialmente durante 31 años.
10. Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó. Murió fusilado en Nizaíto, San José de Ocoa, el 16 de febrero de 1973, después de haber sido herido. Presidente Constitucional, del 4 de mayo al 3 de septiembre de 1965. Nació en Santo Domingo el 11 de junio de 1932, hijo del general Fausto Caamaño y Enerolisa Deñó. Líder de la Revolución del 24 de Abril de 1965.
11. Antonio Guzmán Fernández. Se suicidó en el Palacio Nacional, en Santo Domingo, el 4 de julio de 1982. Nació en La Vega, el 12 de febrero de 1911, hijo de Silvestre Guzmán Pérez y Jimena Fernández de Castro. Uno de los presidentes más democráticos que ha tenido el país en los 172 años de vida republicana. Enfrentó el poder militar de los doce años de Gobierno del doctor Joaquín Balaguer.
LA HISTORIA/Fuente: Portal de Bibliófilo Enmascarado
1749
NACIÓ EL 28 DE AGOSTO. Johann W. von Goethe, el más representativo, importante e influyente escritor alemán. Su obra abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos. Goethe es a Alemania como Cervantes a España o Shakespeare a Inglaterra. Su huella en posteriores e importantes escritores es fácilmente palpable. Su mejor obra dramática es “Fausto”, inspirada parcialmente en hechos ciertos.
1632
NACIÓ EL 29 DE AGOSTO. John Locke, pensador inglés considerado el padre del empirismo y del liberalismo moderno. Su obra más importante es “Ensayo sobre el entendimiento humano”.
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1960
MURIÓ EL 29 DE AGOSTO. Vicki Baum, novelista austríaca. Su novela más conocida es “Gran Hotel”, tema que Hollywood llevó al cine con Greta Garbo como protagonista principal.
1688
FALLECIO EL 31 DE AGOSTO. John Bunyan, teólogo inglés. Su obra “El progreso del peregrino” es una de las alegorías cristianas más conocidas.
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1867
MURIÓ EL 31 DE AGOSTO. Charles Pierre Baudelaire, el poeta de mayor impacto en el simbolismo francés. Su obra poética más importante es “Las flores del mal“.
Literatura
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Novelas dominicanas recientes:
El turno de los malos, de Fernando Berroa D
EUGENIO GARCÍA CUEVAS EUGENIOGARCIACUEVAS@GMAIL.COM
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os mundos figuradamente disímiles son vistos e inquiridos crudamente a través del lente de Emeterio Arroba, personaje central de la novela “El turno de los malos”, del joven escritor Fernando Berroa, quien con esta narración se alzó con el Premio Funglode de Novela 2012. El campo ensalzado de la cultura letrada se antepone al complejo y también mitificado mundo del narcotráfico. El texto propone que pasionalmente ambos escenarios no son tan opuestos como pareciera. Tan falso, deshonesto, pérfido y descompuesto puede ser el ambiente literario-imaginariamente superior ética y moralmente--, al terreno violento y obsceno del narcotráfico. Ambos universos, sin embargo, también se rigen por ciertos principios en los que la amistad, la solidaridad y lealtad une o separa a sus integrantes. Talentoso y sobresaliente en su promoción literaria al ganar a su corta edad ya tres premios literarios en las modalidades de poesía, novela y ensayo, Fernando Berroa nos muestra a un Emeterio Arroba --que puede ser su alter ego-- quien a su vez nos particulariza lo que fue la vida de David (El Alemán), un joven capo dominicano ambicioso, criminal, calculador y prepotente que controló en la década de los noventa una notoria banda de narcotraficantes. Arroba, por su parte, es un estudiante de literatura que aspira a convertirse en escritor y posteriormente en profesor universitario de literatura. El joven no tiene vínculos con el narcotraficante, pero al igual que todos los habitantes del barrio marginal donde reside conoce la historia, vox populis, de El Alemán. Berroa despliega su arte narrativo apoyado en el pacto de la ficción realista. Delega en un escritor imaginario, Emeterio Arroba, contarnos la vida del narcotraficante. Lo metaliterario, en función de la metanovela, se constituye en eje céntrico de “El turno de los malos” desde dos atrayentes ángulos básicos. En el primero se invita a los lectores a ser testigos del proceso creativo de Emeterio en su praxis con la escritura. Reside en esta intención justificar y defender la poética narrativa que adopta Berroa. De aquí que el narrador exponga --a veces en tono didáctico-- qué es la escritura creativa, cómo se logra construir un texto coherente en su inmanencia. Simultáneamente se lanza a explorar --y hasta denunciar-- cuáles son los hilos que mueven el mundo editorial; qué representan los certámenes y premios literarios; quiénes, para qué y por qué participan en los concursos literarios, entre otras reflexiones del oficio de escribir y la cultura del libro. Se trata de un pretexto para desmontar intrínsecamente y de manera dura lo que desde sus perspectivas son y han sido ciertos periplos literarios dominicanos. “El turno de los malos” escudriña reciamente en torno a la envidia, la intriga y los egos oceánicos que exhibe el comportamiento de algunos escritores. Igualmente inquiere sobre la crítica, el canon literario, los escritores mediocres, la ansiedad por publicar, triunfar y el cada vez más precario y saturado espacio de la circulación literaria. Muy al día en cuanto al quehacer literario dominicano, Berroa desconstruyedesde adentro muchas zonas del campo letrado dominicano sin tapujos. Desnuda el desencanto que suponen ciertos discursos de la llamada posmodernidad. Retrata así el desconcierto de lo que representan las coordenadas de las sociedades post en las que ciertos valores --antaño duros-como la verdad y los saberes, se invierten o degradan. Pero no es solo la corrupción del mundo literario lo que deja al descubierto Berroa, sino también el del narcotráfico en sus conexiones y paralelismos con el mundo social amplio. A través de 26 segmentos, a saber: “Prolegómenos”, “La muerte”, “En busca de un editor”, “El funeral de un capo”, “El cineasta”, “El monaguillo”, “Guerra azul”, “New York”, “Los Buñuelo”, “El viajero”, “El lingüista”, “Por mi casa no hay ladrones”, “Tentaciones”, “La balanza”, “Camelia Montana”, “El
punto”, “El regreso de El Chacal”, “Angélica”, “Caminos”, “Navidad”, “Disquisición I, II y III”, “La noche”, y “El aluvión”, Emeterio muestra el quebrantamiento y descomposición de la sociedad dominicana de los 80 y 90 del siglo XX y sus repercusiones en los migrantes dominicanos en NY. El Alemán, por ejemplo, entre otros personajes, transita entre la RD y NY, hecho que capitaliza el escritor para describir qué representó esa migración hacia el norte. Víctima de la mala prensa hay en la novela, sin embargo, atisbos de reivindicar a ese migrante que fue estigmatizado. Así lo expone en el capítulo “El viajero”: “Los años noventa fueron la época dorada del dominicanyork. Término despectivo, pues no se usa para toda la comunidad de inmigrantes dominicanos en Estados Unidos… El dominicanyork era alguien que vendía drogas, pretendiendo llegar al sueño americano por atajos. Al poco tiempo de haberse ido regresaba con dinero y el cuello lleno de cadenas de oro. Vaya paradoja: Para ellos quienes estábamos equivocados éramos nosotros, los que no nos atrevíamos sumergirnos en el bajo mundo. El dominicano común y corriente, quien abandonó su país para trabajar como esclavo y apenas pudo mandar una que otra remesa, sabe que su imagen es una distorsión. Lo sufren, odian esa generalización, que los mezclen a todos en el mismo saco, que digan que los dominicanos van a Nueva York a vender drogas y otros horrores, porque en la mayoría de los casos no es así. Lo que pasa es que lo malo vende más, sale en los periódicos y así pagan
“El turno de los malos” escudriña reciamente en torno a la envidia, la intriga y los egos oceánicos que exhibe el comportamiento de algunos escritores justo por pecadores”. (El Tuno, Ed. Funglode, págs.59-60). El recodo que determina lo metanovelístico reside en que los lectores leen la novela de la novela del protagonista. Lúdicamente Berroa coloca un gran espejo en el que observamos –al modo del cine-- los hechos y sucesos que conforman los pormenores del texto novelístico. La historia de El Alemán se hilvana ante nosotros en concomitancia con la vida de Emeterio. En lo que sigue suponiendo el vuelco lúdico, la vida del joven ha sido contada en primera persona por el propio Arroba en su plan de concertar una historia que cumpla con los parámetros de lo que constituye su poética del arte narrativo ultrarrealista. Estamos ante una novela paradójica:lo complejo y lo simple se entretejen. Una de las tareas del lector será descifrar y establecer las correspondencias entre Emeterio y David, cuyo paralelismo estructural es muy acertado. No obstante la dualidad, Berroa apuesta a la perspicacia y saberes literarios y cinematográficos de lectores activos que puedan reconocer lo simbólico y metafórico de los muchos referentes literarios, históricos, sociológicos, psicológicos, políticos, antropológicos, etc. que atraviesan el texto. Sin embargo, esa compleja intertextualidad se muestra a través de un registro lingüístico directo y diáfano que posibilita que la propuesta del autor sea comprendida por un amplio radio de lectores. “El turno de los malos” es convincente y novela sagazmente bien articulada y construida como estructura narrativa abierta a múltiples posibilidades receptivas. Berroa agarra con mucha solvencia el mundo-referente y las instancias reales, imaginarias y ficticias que cuenta. Estamos ante uno de los jóvenes escritores dominicanos más perspicaces. Ojalá que editoriales internacionales de altas cuotas difusivas empiecen a poner el ojo en escritores dominicanos de la calidad de Fernando Berroa. Con voces como la suya, entre otras, la novelística dominicana estará bien representada en los circuitos narrativos internacionales.
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CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do
Personajes de la colonia
Diego Caballero y sus descendientes Julio González Hernández
Encuentros
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C
on la puesta del pie en esta isla el 5 de diciembre de 1492, Cristóbal Colón abrió el camino a una conquista, una colonia y posteriormente a una nación republicana. Con ello germinó también una nueva genealogía en lo que hoy se denomina República Dominicana. El primer apellido que habría que explorar es el Colón, ya que lleva la primacía entre los primeros pobladores de esta isla. Hoy en día existen muchos descendientes directos del descubridor, pero, hasta donde sepamos, no en territorio dominicano. En adición a España, donde habita la mayoría de ellos, hay vertientes de su descendencia en Cuba, México y Argentina. Actualmente, lleva el apellido y los títulos correspondientes, Cristóbal Colón de Carvajal y Gorosábel, nacido en Madrid el 4 de octubre de 1949. Noble, empresario y militar, es vicealmirante de la Armada Española, XVIII duque de Veragua y grande de España, XVII marqués de Jamaica, XIX marqués de Aguilafuerte, XX almirante de la Mar Océana y adelantado de las Indias. Fue el XVII duque de la Vega y grande de España hasta 2011, a consecuencia de la distribución de distinciones que efectuó en virtud de la cual le traspasó este título a su hijo Ángel Santiago Colón de Mandalúniz. Es descendiente directo de Cristóbal Colón por vía del hijo de este, Diego Colón.
Muchos otros personajes se aposentaron en la isla en los primeros años de la colonia. Unos para luego continuar a descubrir y conquistar nuevos territorios para España, otros permanecieron en esta colonia, donde hicieron familia y fortuna. Entre esos últimos encontramos a Diego Caballero, nacido a fines del siglo XV en Sanlúcar de Barrameda, Cáceres, España, y fallecido el 22 de enero de 1558 en Santo Domingo. Era hijo de Pedro Caballero y Catalina Villegas. Diego fue escribano en la Real Audiencia de Santo Domingo, gracias a lo cual su influencia comercial y política abarcaba toda la costa de Tierra Firme, desde Santa Marta en la actual Colombia, hasta la isla de Trinidad. Hombre de extraordinarios dotes, además de verse favorecido con la distinción de Caballero Veinticuatro de Sevilla, era contador de la Española, donde dirigía algunos negocios particulares. Entre estos últimos se encontraban los ingenios de su propiedad, cuyas ruinas aún permanecen en la región Sur del país. Diego Caballero vivía en una casa hoy restaurada, en la calle Pellerano Alfau de la Ciudad Colonial. Una tarja así lo señala. Casó en Santo Domingo con Isabel Bazán y procrearon por lo menos tres hijos, Álvaro, Juan (n. 1529) y Luis Caballero Bazán (n. 1530). De estos, Álvaro Caballero Bazán (f. 1571) casó con Luisa Tostado Velázquez, hija a su vez de Francisco Tostado de la Peña (f. 1528) y Catalina Velázquez Landrada. Este último llegó a Santo Domingo en la flota del comendador frei Nicolás de Ovando en abril del 1502. Fue uno de los primeros pobladores en construir casa de piedra en Santo Domingo, estando esta en la esquina de las calles Arzobispo Meriño y Padre Billini. La misma, conocida como "la Casa del Tostado", luce una hermosa ventana gótica geminada.
Instituto Dominicano de Genealogía
MU-KIEN ADRIANA SANG
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Ortega y
Gasset La vida humana es una realidad extraña, de la cual lo primero que conviene decir es que es la realidad radical, en el sentido en que a ella que referir todas las demás, ya que las demás realidades, efectivas o presuntos, tienen de uno o de otro modo que aparecer en ella. La nota más trivial, pero a la vez la más importante de la vida humana, es que el hombre no tiene otro remedio que estar haciendo algo para sostenerse en la existencia. La vida no es dada, puesto que no nos la damos a nosotros mismos, sino que nos encontramos en ella de pronto y sin saber cómo….José Ortega y Gasset, La Historia como sistema.
La razón histórica
dad. No ha fracasado la ciencia per sé, aclara, sino la retórica y la “orla de petulancia, de irracionales y arbitrarios añadidos que suscitó, lo que hace muchos años llamaba yo “el terrorismo de los laboratorios”. ¡Qué bueno otro que piensa así! Ahí entra entonces el tema de la crisis de la ciencia llamada “exacta”, aquella que se desarrolla en los laboratorios. A estos defensores de las ciencias de experimentación, Ortega los denomina como los utopistas científicos. Coloca en esta estirpe a todos los científicos, con la gran excepción de Albert Einstein, a quien denominó como “el fresco viento de la mañana”, pues era diferente a los científicos tradicionales: “Con ademán de Que amo la historia? ¿Que la his- joven atleta le vemos avanzar recto a los protoria es mi pasión? ¿Que defiendo blemas y, usando del medio más a mano, con bríos la idea de Don Claudio cogerlos por los cuernos. De lo que parecía Sánchez Albornoz cuando dijo defecto y limitación en la ciencia hace él una que todo es historia y nada más virtud y una táctica eficaz”.[3] que historia? La respuesta es obSe autocritica Ortega diciendo que él pecó via: ¡Claro! Cuando escribía sobre el pensa- del mismo error, pues defendía la llamada miento complejo de Edgar Morín, me en- razón pura, la razón física, pero al “hacerse cantó su posición de que la base del nuevo urgente su verdad sobre los problemas más pensamiento educativo debía ser la historia. Y humanos, no ha sabido qué decir. Y estos ahora, leyendo y aprendiendo sobre Ortega y pueblos de occidente han experimentado de Gasset me encuentro con una reflexión pro- súbito la impresión de que perdían pie, que funda, interesante y sopesada sobre lo que él carecían de punto de apoyo y han sentido llama la razón histórica, con la que enfrenta terror, pánico y les parece que se hunden, también a los seudo científicos de las mal lla- que naufragan en el vacío”.[4] madas ciencias exactas. A partir de ese momento, plantea que la Demuestra el filósofo una forciencia tiene la obligación de mación acabada y un nivel cultural aclarar los problemas humaimpresionante. Inicia su reflexión nos. Por esta razón es preciso planteando que la humanidad ha pensarla con categorías y con demostrado con el paso del tiempo conceptos totalmente distintos. que transita por su vida bajo el La ciencia debería estar al sermanto de un sistema de creencias: vicio de la humanidad. No tiene “De aquí que el hombre tenga valor por sí misma. En suma, que estar siempre en alguna creensigue diciendo Ortega, “el homcia y que la estructura de su vida bre no tiene naturaleza, sino dependa primordialmente de las que tiene historia. O lo que es creencias en que esté y que los camigual: lo que la naturaleza es, a Es interesante bios más decisivos en la humanidad las cosas, es la historia… al cuando Ortega sean los cambios de creencias, la inhombre. Una vez más tropezaplantea que las tensificación o debilitación de las mos con la posible aplicación creencias. El diagnóstico de una creencias humanas de conceptos teológicos a la pueden ser existencia humana –de un hombre, realidad humana…” [5] asimilaciones de un pueblo, de una época- tiene A partir de ese momento, inertes, que se que comenzar filiando el repertorio inicia su planteamiento de la heredan y muchos razón histórica. Todo lo humade sus convicciones. Son estas el suelo de nuestra vida…Las creencias humanos viven con no tiene relación con la historia. ellas porque no son lo que verdaderamente consti¿Saben por qué? Porque la histienen más remedio toria es un sistema, que no es tuye el estado del hombre…” [1] Dicha esta afirmación, señala más que el sistema de las exla existencia de dos mundos. El mundo del periencias humanas, que constituyen una larpensamiento y el mundo de la realidad son ga, única e inexorable cadena. Afirma que no dos cosmos que se complementan. Uno de- es posible asumir una determinada posición, pende del otro. A partir de entonces inicia sin antes conocer la historia: “Es imposible enuna reflexión acerca de estos dos planos del tender bien lo que es ese hombre “racionalista” universo. Es interesante cuando Ortega europeo, si no sabe bien lo que fue ser crisplantea que las creencias humanas pueden tiano, ni lo que fue ser cristiano sin saber lo que ser asimilaciones inertes, que se heredan y fue ser estoico, y así sucesivamente”[6]. muchos humanos viven con ellas porque no Define la historia como la “ciencia sistetienen más remedio. Otros, asumen sus mática de la realidad radical que es mi vicreencias con pasión, y se refleja en todo lo da”.[7] Es una ciencia, en el riguroso y comque hacemos. Durante la Edad Media el sis- pleto sentido del término (¿Me entienden los tema de creencias obligaba a la adopción llamados defensores de la ciencia pura y duinerte de las ideas. Con el tiempo, un grupo ra?). Y defiende que la historia ayudará al ser de hombres y pocas mujeres asumieron que humano a buscar su nueva revelación, algo las ideas no son estáticas, sino dinámicas y que necesitamos con urgencia. cambiantes. Un ejemplo de esta revolución La razón histórica es mucho más racional y en el plano de las ideas y la cultura fue el más rigurosa que la física o la matemática; Renacimiento. Ahí comenzó la era de la ra- peor aún, “la física renuncia a entender aquello zón. El universo de la ciencia se hace pre- de que ella habla”. La razón histórica, por el sente y dominante en el mundo occidental: contrario, no acepta como mero hecho, sino La fe en la ciencia a que me refiero no era que busca entender cómo se produjo el hecho, solo…una opinión individual, sino al revés una analizando sus diferentes aristas. opinión colectiva, y cuando algo es opinión co“No cree aclarar los fenómenos humanos relectiva o social es una realidad independiente duciéndolos a un repertorio de instintos y fade los individuos, que está fuera de estos como cultades que serían, en efecto, hechos brutos, las piedras del paisaje, y con la cual los indi- como el choque y la atracción, sino que muestra viduos tienen que contar quieran o no… Nues- lo que el hombre hace con esos instintos y fatra opinión personal podrá ser contraria a la cultades, e inclusive nos declara cómo han veopinión social…Desde la perspectiva de cada nido a ser esos hechos, los instintos y las favida individual aparece la creencia pública co- cultades, que no son, claro está, más que ideas mo si fuese una cosa física. La realidad, por –interpretaciones- que el hombre ha fabricado decirlo así, tangible de la creencia colectiva no en una cierta coyuntura de su vivir”.[8] consiste en que yo o tú la aceptemos, sino, al Feliz de terminar este artículo, pues Orcontrario, es ella quien con nuestro beneplácito tega me ha dado de nuevo la razón sobre la o sin él, nos impone su realidad y nos obliga a historia como ciencia, en contraposición a contar con ella….[2] aquellos que afirman que las ciencias físicas Finalizado el preámbulo, pasa entonces y matemáticas son las únicas válidas y peor Gasset a plantear la crisisde la ciencia. ¿Sa- aún, mal llamadas exactas. ¡Qué falsa ecuaben por qué? Porque ha dejado de ser fe viva, ción! ¡Qué unidimensionalidad del saber! para convertirse en fe inerte. El científico, el [1] José Ortega y Gasset, Historia como sisser humano que asume la verdad científica como algo cambiante, en constante evolu- tema, p. 2 [2] Ibidem, p.5 [3] Ibidem, p.7. [4] Ibidem. [5] Ibidem, p.17 [6] Ibidem, p.19. ción, no puede, no debe, dejarse envolver por la rutina, la adecuación y la conformi- [7] Ibidem. [8] Ibidem, p.22
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El Bosco:
Sueños y jardines infernales
500 años después
JOCHY HERRERA
M
uy poco sabemos de la vida del pintor flamenco Hyeronymus Bosch, el Bosco, uno de los más enigmáticos creadores en la historia del arte; su obra transcurre entre 1450 y 1516 en un Flandes poblado de conflictos resultantes de las disputas imperiales por la hegemonía de sus territorios, por una parte, y a causa de la profunda transformación que el protestantismo luterano traería al pensamiento cristiano, por el otro. Desconocemos sus maestros y carecemos de una biografía ilustradora de tan misterioso personaje; de la historia del devoto creyente y del crítico clerical. Así, la enigmática existencia del Bosco podría escudriñarse en los detalles de su rostro tal como ha sugerido el estudioso de arte europeo Marcel Brion a partir del único retrato que nos ha quedado: el Dibujo del Recueild’Arras. En dicha imagen los trazos faciales revelan, entre arrugas y una desconcertante mirada, la figura de un hombre atormentado mitad alegre, vivo y terrenal, y mitad la de un ser que ha conocido los demonios y palpado la angustia entregado al más profundo nihilismo. La boca, de finos labios cerrados apenas visibles, es una línea recta que dice poco o casi nada; como si el sujeto haya decidido callar a fin de contarlo todo con los ojos. La mirada es vibrante a pesar de originarse en una cara donde no hay espacio para más arrugas; está sin embargo fracturada, dividida entre el ojo derecho que nos ve con la firmeza desafiante del juez convencido, y el izquierdo claramente perdido detrás de una pupila vacía y desesperanzada. A propósito del quinto centenario de la muerte de este genio el Museo del Prado de Madrid, custodia de la mayor colección de obras del Bosco heredada de uno de sus más fieles admiradores, el monarca Felipe II, abre la más grande exposición de sus trabajos gracias a la colaboración de importantes pinacotecas de Lisboa, París, Nueva York, Viena y Venecia. La muestra se centra alrededor de cinco icónicas piezas: el excepcional “Tríptico de las Tentaciones de San Antonio”, “La Adoración de los Magos”, “La extracción de la Piedra de la locura”, “La Mesa de los Pecados Capitales” y por supuesto, el legendario “Jardín de las delicias”. Tres imponentes tablas forman el “Jardín de las delicias”: la izquierda, una rara versión del Paraíso terrenal, la derecha, reveladora del Infierno en construcción, y la central donde el espacio que titula la pieza destaca los efímeros placeres terrenales, en particular la lujuria, los cuatro ríos del Paraíso y el árbol del bien y del mal. Los paneles están distribuidos en planos superpuestos gracias a la elevación de la línea del horizonte de forma que en la escena el pecado, como hilo común, aparece conectado a sus opuestos. El imaginario gráfico de esta obra no tiene
Bosco. Retrato
precedentes en el arsenal pictórico gótico y renacentista temprano al cual se suponía perteneciese la mano del Bosco; en ella seres extraños y grotescos, humanoides monstruosos, bestias de imposible definición, plantas y vegetales deformes se rodean de ángeles negros encarnados en insectos que sobrevuelan grupos de hombres y mujeres desnudos entregados a un aparentemente insaciable intercambio erótico-corporal. Nos encontramos ante una visionaria anticipación a la obra de Picasso o de Dalí, a un planteamiento pictórico único en aquel momento histórico en el cual se funden la brillantez y la genialidad a través de figuras inverosímiles y una renovada interpretación del misticismo cristiano. Si bien la iconografía religiosa medioeval y renacentista aportó importantes técnicas pictóricas que contribuyeron al retratismo y al paisajismo, ella no planteó cuestionamiento alguno sobre la imagen de Dios, los santos o el pecado, hecho patente en la obra del Bosco. Su trabajo arrastra un incuestionable carácter moralizante que incluso no está ajeno a la misoginia del pecado original, masse encuentra pletórico de una espiritualidad desmitificadora en la que el Mal abandona la esfera celestial para presentarse en la vida cotidiana del hombre común. Un infierno que “deja de ser aquellas grandes fauces de cartón de los misterios en la plaza llena de figurantes cornudos y de vapores pestilenciales” para convertirse en uno “más sutil, que ya no se contenta con las cuevas subterráneas a las que la tradición le relegaba”, como ha afirmado Brion, sentenciando de paso que con el Bosco “el infierno sale a plena luz, invade toda la creación, repta entre los hombres y se instala hasta en el Paraíso terrenal”. Dentro de la escatología demoníaca literaria se destaca Dante Alighieri, cuyo ingenio se manifiesta en La divina comedia cuando este asigna el círculo 7 del infierno a
los violentos, el 8 a los fraudulentos, aduladores, corruptos, ladrones y falsos profetas, y el 9, el más profundo, a los traidores. Esta estratificación de lo pecaminoso está también sugerida en el ideario pictórico del Bosco, no solo en “El jardín” sino también en “El carro de heno”, otra de sus obras maestras. Así, en sus pinturas la severidad con que los pecadores son torturados va en directa relación con la gravedad de las faltas. Sin embargo, como contraste a aquella jerarquización del Mal, el Bosco introduce una propuesta más cercana a San Agustín; una suerte de arista moderna que insinúa la desconexión entre lo divino y la responsabilidad del pecador. Es decir, el hombre escoge pecar no por mandato, ya que el Mal no es obra de Dios, sino porque pecar es el resultado de nuestras acciones y no mera imposición divina. Ese infierno hogar del Mal ¿el destino mejor definido de los pecadores? Según el Papa Ratzinger “existe, es eterno y no está vacío” y a través de la historia nunca se ha dudado de su naturaleza espeluznante. Desde los textos apócrifos que lo describían como un horno ardiente; desde el Satanás medioeval torturador de los pecadores en la hoguera; desde las fauces de Leviatán o Cerbero hasta las llamas sulfurosas que ahogan los lujuriosos, el artista sensible siempre se preocupó por lo diabólico. No por su carácter mitológico sino por su conexión con la espiritualidad y su cercanía a la naturaleza humana. La complejidad metafórica de la obra del Bosco y su particular originalidad quedan patentes al comparar sus trazos con las propuestas pictóricas de sus coetáneos, incluyendo Da Vinci. Aún más, sus pinturas son un fiel muestrario del carácter sensible y astuto de su creador, quien inspirado en el imaginario popular de la época, lanza una visión netamente humanista del existir revestida de reproche, ciertamente, pero a la vez constituida en grito provocador. El infierno en construcción de la tabla derecha del “Jardín de las delicias” es por sí mismo un esbozo sociológico de las relaciones de la época: clérigos, campesinos y letrados pecadores se acercan en y con sus acciones a la naturaleza para mostrar nuestras miserias; Lucifer es un deforme animal que deglute y defeca pecadores; el cielo aparece envuelto en unas apocalípticas llamas y la escena se puebla de instrumentos musicales reveladores del significado lujurioso que este género poseía en el medioevo. Se trata, pues, de un aquelarre terriblemente real y omnipresente cuyos habitantes son víctimas sedientas de un respiro de razón que no parecía arribar. Porque Europa, que recién “paría” un Nuevo Mundo, aun no sospechaba hacia dónde le llevaría esa cosa llamada Renacimiento y cuánto tiempo le tomaría comprenderla.
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AREÍTO
Sábado 27 de agosto de 2016
Viaje por la Historia
HOY
Profesor Juan Bosch
Caamaño en Cuba con su hijo Román Ernesto
Fidel Castro
¡Diario de Caamaño! Francis de Peña Gómez: “Se apendejió definitivamente el hombre”
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n esos últimos cinco años de su vida los momentos de felicidad fueron muy escasos aunque su mayor alegría estuvo centrada en liberar a su Patria de la influencia norteamericana, de la opresión del Gobierno de Joaquín Balaguer y por eso detallaba eufórico los conocimientos recibidos tanto en el entrenamiento físico- militar, como en las lecturas marxistas. Pero hay dolor y decepciones en el Diario de Caamaño en Cuba desde el mismo noviembre de 1967 cuando comenzó a escribirlo. Primero con dominicanos en los que había puesto su confianza y lo defraudaron. Y al final de 1972 es obvia su incertidumbre. Le urge hablar con Fidel. “Creo ha llegado el momento de requerir del Gobierno Revolucionario de Cuba una actitud responsable ante nosotros”, escribió el viernes 26 de junio. José Francisco Peña Gómez
Empero, esta situación fue salvada. Caamaño se propuso exponerla “con la altura necesaria y el respeto que se merece el máximo dirigente del hermano pueblo cubano”, no obstante, agrega, “plantearé consideraciones muy serias y que entiendo tienen sus inconvenientes”. Su preocupación o desesperación en ese momento son comprensibles. Los pocos hombres que aún le eran leales estaban intranquilos e indignados, dice, sobre todo “los compañeros con más madurez política”. Ya en enero de 1973, sin embargo, el líder se empeñaba en contabilizar armas, equipos, y en detalles finales para la empresa a punto de iniciar.
El Diario a veces es desgarrador. Las notas Doctor Jottin Cury
ÁNGELA PEÑA A.PENA@HOY.COM.DO
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de ternura son las referentes a sus hijos, dos cartas de amor sin destinataria y el rol de padre abnegado que desempeñó con los revolucionarios que estuvieron junto a él preparándose para venir a la República Dominicana. Estaba pendiente de su salud, su familia y hasta de situaciones emocionales. Por este Diario desfilan nombres sonoros de la política criolla sobre todo de dirigentes y militantes del PRD y del PCD y de excombatientes constitucionalistas. Unos porque fueron a visitarlo y conocer su proyecto, otros decididos a unírseles aunque luego lo abandonaron. Y muchos con los que él contaba, a los que esperó para con el tiempo comprobar que habían cambiado y que ahora estaban con los que habían combatido.
Caamaño, empero, siguió adelante. Cada día escribe con euforia los caminos recorridos, los kilos perdidos, el rebase de muchísimos problemas de salud. Vivía solo para ejercitarse y aprender, según estas anotaciones que deben ser básicas para la biografía que urge. Ya se ha escrito bastante de su vida antes y en la Guerra Patria, de su paso por Londres y otros lares. ¿Por qué existiendo tan preciado material no se publica su larga residencia en la hermana isla?
Traidores, infiltrados. Se percibe el celo por su autoridad indiscutible pero al mismo tiempo su espíritu de humildad cuando re-
conoce que ha tratado con dureza o sido injusto. Algunos protagonistas del voluminoso Diario aparecen con sus nombres y apellidos: Jottin Cury, Milito Fernández, Yege Arismendy, Juan Bosch, José Israel Cuello, Asdrúbal Domínguez, Píndaro Peña, Lara Matos, Guerra Ubrí, Ubiera Padua, Isa Conde, Luis Gómez, Peña Gómez, Héctor Lachapelle, Montes Arache, Vicentica Vélez, cadete Garrido, Cadete Paulino, “Quezada”, “Ureña”, Andrés Ramos Peguero. También Ulises Cerón Polanco, Melvin Mañón, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), César Rojas, Wellington Ascanio Peterson, Manolo González (El Gallego), “Vejé”, “Chibú”, la viuda de la Maza, Chana Díaz, Rafa Gamundi, Gerardo Marte, Maximiliano Gómez (El Moreno) Cayetano (Rodríguez del Prado), Napoleón Núñez, Marcos Antonio Santana, José Ignacio Marte Polanco, Platón (“ex del MPD”)… Otros los cita por pseudónimos que han sido identificados en obras posteriores al desembarco de Caracoles por autores como Hamlet Hermann, Manuel Matos Moquete, Melvin Mañón y en reportajes con algunos que vivieron en Cuba. En un ejemplar que circula se registran otros. Manuel Matos Moquete (Alfredo), Ramón Euclides Holguín Marte (Braulio), Hamlet Hermann (Freddy), Amaury Germán (Gerardo), Melvin Mañón (Manuel), Eberto Lalane
(Eugenio), Virgilio Perdomo (Joaquín), Mario Nelson Galán (Juan), Julián López, oficial cubano (Jesús), Alfredo Pérez Vargas (Armando), Claudio Caamaño (Sergio), Toribio Peña Jáquez (Felipe), Juan Ramón Pallero Ulloa (Ismael), Tácito Perdomo (Jacobo), Wellington Peterson (El Rubio). Caamaño era Román y así firmaba. En el Diario hay acusaciones de violaciones a compromisos, traición, conspiración interna contra Caamaño, indecisión, sectarismo, desconfianza en el líder, delación, vacilación, miedo, falso sentido de compañerismo, medidas disciplinarias, expulsiones, declaraciones de querer venir a luchar a Santo Domingo, interrogatorios, infiltrados, tránsfugas. Se sacan cuentas, porque el coronel desembolsó considerables sumas de dinero enviadas al país y a otros lugares y de las cuales no hay noticias. Se hacen críticas a partidos y dirigentes. Del profesor Bosch dice Caamaño: “El viejo sigue avanzando a posiciones cada vez más radicales”… “Se muestra su vacilación y enfoque “liberal” sobre su posición política y aspecto general sobre el país…”. Finalmente, en diciembre de 1968, Caamaño escribe que en Benidorm, España, Juan Bosch declaró “que rompía todo compromiso conmigo y que el PRD, “su” partido y “su” gente lo mismo”. “Que se le había faltado el respeto puesto que le habían mandado un contacto “debe ser Gerardo o Eugenio) que era casi un niño”. Peña Gómez, según Caamaño, estuvo presente y a Francis le informaron que “en toda esta conversación solo abrió la boca para decir que si yo entraba al país con la intención de iniciar la insurrección podía contar con el apoyo moral de ellos”. Pero luego agrega Caamaño: “Y también planteó que la República Dominicana era un país bajo el control de los yanquis, que allí las condiciones no son propias para la guerrilla… Se apendejió definitivamente el hombre”. Más adelante Caamaño emite consideraciones que le llegaron del 14 de Junio, del PCD y del PRD. El primero “no tiene ni crédito ante las masas y pierde a toda máquina su militancia más honesta y revolucionaria que está en plena bancarrota”; y del PCD le dijeron que “sus posiciones vacilantes y oportunistas demuestran la línea y pensamiento de la dirigencia, plantea que en la base hay buena gente como en las otras organizaciones… Expone su criterio de la traición a los obreros del Central Romana (empresa Yanqui) por dirigencia del PCD”y refiriéndose a quien le comunica acota: “Los trata con dureza”. Más que estas miserias, el Diario es un acopio de amor, entrega, sacrificio. Cada cumpleaños de Caamaño es una reiteración de su propósito redentorista. “Cumplo 37 años, me siento con una disposición agresiva para la lucha… hoy he pensado profundamente en nuestro pueblo, sus sufrimientos su heroica historia, su liberación inaplazable”. Y al siguiente: “Hoy alcanzo la edad de 38 años. Me siento muy bien y con un gran deseo de reiniciar la lucha con las armas en la mano”.
Aporte
AREÍTO
Sábado 27 de agosto de 2016
HOY
La naturaleza, el tiempo y la historia
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El tiempo no existe, según se suele afirmar, empero, el presente forma de la temporalidad, es la única prueba de su existencia. Así pues, el tiempo es como el fuego de cada día: nos devora incesantemente y se nos esfuma de entre las manos. Los primitivos y los antiguos creían en el retorno del tiempo porque experimentaban la experiencia diaria del nacimiento, desfallecimiento y regreso del sol, de la luna y las estaciones del año, y de ahí nació la idea del retorno de la vida después de la muerte y la de la reencarnación.
BASILIO BELLIARD
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l hombre siempre ha vivido en una constante tentativa por conquistar el futuro, y por eso se lanza contra la historia con sus acciones: en la política, la ciencia, el arte o la tecnología. Pero ese futuro que el hombre anhela, una vez que lo tiene cerca, se le deshace. La búsqueda del futuro es, en efecto, una forma de alcanzar el progreso. Todo hombre anhela y sueña con el progreso porque representa un avance en su vida. La vía de buscar el futuro no es más que el ideal de volver al primer hombre, al ser primordial, adánico, a ese primitivo que llevamos en nuestro interior, cada vez que intentamos conquistar el tiempo, y huir del presente. La idea del fin del mundo es cristiana: se disipó con el Renacimiento, cuando el espacio de Dios fue ocupado por el hombre. Con la modernidad, ese ideal humanista se fortaleció. Este concepto bíblico del fin de la vida terrenal se atenuó con el Humanismo Renacentista, cuando el hombre tuvo la convicción de la infinitud del mundo, del universo, del hombre y del progreso, y que somos seres que estaremos en la tierra como habitantes eternos. Sin embargo, de pronto descubrimos que podemos aniquilar el futuro y el progreso del planeta, con la deforestación, las guerras, las masacres suicidas, la explosión demográfica, las armas químicas, las devastaciones del espacio atmosférico, la destrucción de la capa de ozono, las epidemias, etc. La meta es alcanzar la armonía universal con el cosmos y lograr la paz perpetua en la tierra, pero ha de ser a través de lo que el Dalai Lama llama “la compasión universal”. Para el teólogo suizo Hans Kung, la paz en el mundo solo se logrará, en cambio, cuando haya paz entre las religiones, y eso no se vislumbra por ahora. Para el sabio tibetano, la compasión es más que la piedad; es un “sentimiento de proximidad que se experimenta hacia alguien, pero que es una compasión parcial, pues la verdadera compasión que necesita el hombre es la “que se ejerce con total naturalidad hacia los seres allegados, que debe ser universal”. Para que haya una “compasión auténtica tiene que haber un compromiso, un respeto hacia el prójimo, e incluso un sentimiento de responsabilidad hacia su bienestar, su felicidad, su realización”. Para alcanzar un estado espiritual de compasión hacia el otro debemos ejercitar nuestro espíritu, a fin de lograr la paz interior, que es la base de la paz universal. Pero ese estado de compasión casi siempre es consustancial a todas las religiones, en especial al budismo y al cristianismo, no así al Islam. En Platón, el origen del conocimiento reside en la armonía de los elementos del cosmos. Si escribió la obra La República es porque creía que la sociedad estaba mal hecha, que debía cambiar para progresar, y que, por tanto, había que regirla con la acción, la razón y la contemplación del mundo. De ahí el germen y la raíz de los males sociales. Y todo viene porque el hombre moderno ha querido dominar la naturaleza y explotarla, no temerle y amarla, como hacía el hombre antiguo. Para reconquistar el futuro y cambiar la visión del progreso debemos restituir a la naturaleza su poder y su esencia. No domeñarla sino restaurarle su equilibrio. Matrimoniarnos con ella. Erradicar la idea de dominarla. No tratarla como un objeto sino venerarla y adorarla como lo hacían los primitivos. Sabemos que todo lo que tiene un inicio tiene un fin, pero no sabemos cuándo
Desde Marx se creyó que había que conquistar el futuro, como toda utopía, para poder transformar el mundo, a través de la acción, de la revolución, en tanto meta civilizatoria; es decir: industrializar la sociedad y llegar rápido al progreso material será el fin del planeta ni del universo. Es decir, no sabemos con exactitud cuándo será el fin. Solo sabemos que vivimos un nuevo espíritu epocal, y en un planeta prestado, en vía de extinción por las heridas infringidas por el hombre. Debemos reivindicar la idea de la convivencia con la naturaleza, valorando los ríos y las montañas, los mares y los bosques. En esta actitud reside, acaso, una filosofía de la naturaleza o una filosofía ecológica del mundo. Y volver a contemplar el universo y a llevar a cabo una práctica ancestral en desuso y que hemos perdido: mirar por las noches el cielo estrellado y contemplar, embe-
lesados, la luna y la maravilla de su luz, dialogar con el espacio celeste, con sus astros y sus satélites. Este ritual de la vida cotidiana cura el espíritu, y es un remedio contra la angustia de la vida citadina para así recobrar la armonía con el universo, restituir la energía cósmica y ponerla al servicio de nuestro cuerpo y de nuestra mente despierta. Debemos convertir, en efecto, nuestra idolatría por la tecnología y la industria en fuerza para revertirla hacia la naturaleza, madre del arte y la ciencia. Asumir la convicción de que el futuro está en el presente. Que debemos sembrar este presente con las semillas de nuestra realidad, no con el culto irracional a las máquinas y las tecnologías, que provocarán más náufragos que navegantes. Desde Marx se creyó que había que conquistar el futuro, como toda utopía, para poder transformar el mundo, a través de la acción, de la revolución, en tanto meta civilizatoria; es decir: industrializar la sociedad y llegar rápido al progreso material, como vía de renovación y transformación en la calidad de vida de las personas. Pero Marx olvidó la contemplación que el hombre necesita para alimentar sus sueños y su espíritu, como base para transformar el mundo. Y olvidó, además, que esa transformación es individual, no colectiva, pues es imposible lograr la horizontalidad social universal. Olvidó, en síntesis, el sabio alemán, que la contemplación (tan cara al budismo) no es un olvido del mundo sino una manera de cambiar el entorno. También olvidó la vida misma, sin la cual no es posible transformar la sociedad humana. Y ahí estuvo claro Rimbaud. Debemos abogar por el progreso, pero también por el regreso a nuestros orígenes como forma de alcanzar la sabiduría necesaria para reencausar nuestras vidas y nuestro destino telúrico. La crítica de Marx a los filósofos que solo se habían limitado a contemplar el mundo y no a transformarlo, contenida en su Once tesis filosóficas sobre Feuerbach, se volvió una falacia utópica de la historia. La idea de Rimbaud de que debemos “cambiar la vida” ha tenido más poder de convicción y potencia iluminadora. Lo dijo el vidente poeta francés cuando nos indujo -o reclamó- a contemplar la vida, a cambiar el estilo de vida, no a transformar la sociedad. Y lo afirmó, no un economista y filósofo como Marx, sino un poeta precoz, que abjuró temprano de la poesía para volverse el alquimista vidente del mundo.
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AREÍTO
Sábado 27 de agosto de 2016
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Busco justamente establecer una conexión de dos vías entre la obra y el espectador. Una conexión consciente y un reflejo en el inconsciente que se traduzcan en experiencia y emociones. Para ello utilizo contrastes fuertes, trazos con vida e intensidad, así como figuraciones y abstracciones que buscan retar el intelecto, resaltando la belleza de una composición estructurada y cuidadosamente integrada”. Ricardo Wagner, 2016.
Arte Contemporáneo
HOY
¡RICARDO WAGNER: La realidad transfigurada!
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AMABLE LÓPEZ MELÉNDEZ ARTOPIA01@GMAIL.COM
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a realidad no es lo que vemos. Todo se transforma. Todo es in-invisible. Todo es sueño. Todo es lo otro. ¿Acaso no es únicamente a través de la metáfora: la poesía, la música, la danza, el teatro y las más sublimes manifestaciones del arte, que la subjetividad logra la transfiguración de lo existente en su cristalina “elaboración” de la verdadera naturaleza de lo real y lo no real? En las interioridades de esta compleja cuestión, subyace el leitmotiv del cuerpo de obras pictóricas que sostiene la más reciente exposición individual del emergente y destacado artista dominicano Ricardo Wagner (1973). En efecto, ante la confrontación del importante extracto que conforma la muestra “Horizontes Infinitos”, organizada recientemente de manera simultánea por el Centro Cultural de las Telecomunicaciones del INDOTEL y la Galería Mesa Fine Art, Ricardo Wagner logra provocar la consciencia, o más bien la “visión” del espectador hasta suscitar en sus atractivos y espléndidos “paisajes” abstractos la transfiguración esencial de la realidad: la inminente posibilidad de las otredades de lo real que, por cierto, no se perciben ni se manifiestan únicamente mediante la intelección de la imagen y/o de la superficie pictórica espiritualizada, sino también desde el salto instintivo e inefable hacia los fértiles abismos de la emoción, la ilusión y la sensación. En una serie de pinturas de sutil efectividad expresiva y alta dignidad estética, tales como las tituladas “A lo mejor fue el viento” (2015); “Horizontes infinitos”; “Invisible”; “Tierra de fuego”; “Escapando al mundo”; “Tierras de la memoria”; “Primer aliento”; “Vientos de invierno”; “De este lado del camino”; “La esencia de las cosas”; todas facturadas en el transcurso del presente año, Ricardo Wagner sigue reflejando su preocupación por el medio ambiente, aunque sería mejor decir por la paradójica relación de la humanidad con el Cosmos y la naturaleza, así como por el terrible impacto de la explotación humana de los ecosistemas vitales del planeta que habitamos. En estas obras recientes, Ricardo Wagner practica con mayor dominio, más libre y mayor intensidad su abrazo existencial del sistema pictórico. También resulta evidente que sus retos y resultados han sido mayores en el despliegue de su sinuosa, febril e insinuante gestualidad expresiva y en sus deliciosos juegos texturales, afinando el proceso depurador de su dicción plástica per-
En síntesis Ricardo Wagner
Ricardo Wagner, nace en Santo Domingo, el 16 de marzo de 1973. Realizó estudios artísticos y publicitarios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Desde 1997 hasta el 2000, realiza una especialidad en Comunicación para el Desarrollo, MA-F.A.O. Ha realizado numerosos cursos y diplomados en fotografía y producción audiovisual. En el 2014, presenta su segunda exposición individual titulada “Entre el Sol y la Tierra” en la Galería Mesa Fine Art. Entre sus más recientes participaciones colectivas destacan: Primer Concurso Nacional de Pintura INAPA, Galería Nacional de Bellas Artes (2015) y XXVIII Bienal Nacional de Artes Visuales, Museo de Arte Moderno (2015). Ha sido ganador del Segundo Premio en el “Primer Concurso de Pintura: Arte Rápido al Aire Libre”, organizado por la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) en el marco de la celebración del 50 Aniversario de su fundación (2016). Sus obras forman parte de prestigiosas colecciones privadas en el país y el extranjero.
sonal a la vez que propicia un diálogo especializado donde el espectador se autodescubre en medio de un asombroso estallido de imágenes e ideas que en cada obra se materializan como “territorios sígnicos” mutantes en los que nada es lo que parece ser y todo deviene en cristalina realidad imagética, multiplicidad, posibilidad, transfiguración y otredad. Esto me lleva a especular sobre una doble transfiguración operativa en su obra pictórica y en su personalidad artística. Su transfiguración espiritual implicaría un viaje introspectivo hasta los antípodas de la simulación: hacia la revelación de su ser auténtico a través de la práctica creadora. Del mismo modo, el vértigo cromático y la esplendorosa plasticidad que Ricardo Wagner logra mediante su lúcida conjugación de trazo, gesto, mancha, color, espacio y signografía, dispara el dramatismo de la superficie pictórica en una inesperada resignificación de la naturaleza y la cultura a través de una propuesta pictórica de profundo espíritu abstraccionista desde la cual sigue operando perpetuamente transfigurado lo real. Ahora bien, esta doble transfiguración que opera en la personalidad artística y en la poética pictórica de Ricardo Wagner, propiciando el acceso a esas “realidades otras” que se desprenden de su lírica y alucinatoria fantasmática: vertiginosa y excitante profusión imagética que prolifera como “presencias” visibles, ambiguas y posibles mediante unos juegos de formas, gamas, matices, movimientos y ritmos cromáticos que suscitan los fascinantes “horizontes infinitos” de imaginación, espacio, tiempo, memoria y sentido de la tierra, ha requerido de la libertad como primera condición para que llegue a manifestarse en su impecable efectividad. Y respecto a esta íntima precisión se podría decir que sobran las palabras. Entonces, solo quedaría la alternativa de refutar o reafirmar, confrontando directamente el resistente cuerpo de obras seleccionadas por Hilario Olivo y Juan José Mesa en “Horizontes Infinitos”, muestra con la cual Ricardo Wagner devuelve a los estudiosos, coleccionistas y amantes del arte dominicano contemporáneo, la esperanza de la contemplación que siempre habrá de reclamar la pintura para que resulte plena la experiencia placentera como absoluto e infalible cometido de la auténtica obra de arte.