Areíto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado Diseño: Carla González SÁBADO 24.08.2013
La Restauración de la República, soldados españoles y genealogía
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JOSÉ MÁRMOL no se puede ser auténticamente libre sin ser corajudamente responsable
Páginas 4-5
Salvador Dalí en el Museo Reina Sofía Hemos visitado probablemente la exposición más completa de Salvador Dalí en el Museo Reina Sofía de Madrid... las múltiples facetas poéticas y plásticas del más surrealista artista del siglo XX. Página 6
Diversidad de historias en la literatura dominicana La periodista Angela Peña describe las principales antologías de la literatura dominicana publicadas desde 1939, cuando Abigaíl Mejía publicó la suya. Página 7
TE INVITO A UNA COPA El vino fue elevado a la categoría de las divinidades cuando Jesús hizo el milagro de convertir agua en vino en la Boda de Caná o Canaán. Fíjese bien: no fue ron, ni whisky ni cerveza lo que brindaron allí, fue vino. Página 8
HOY
AREÍTO
Sábado 24 de agosto de 2013
CÁPSULAS GENEALÓGICAS www.idg.org.do/ Por Edwin Espinal
Restauración, soldados españoles y genealogía
Encuentros
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Itineario. La vida está llena de Encuentros
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a conclusión de la Guerra de la Restauración con la derrota de España en 1865 no implicó la salida de todos los soldados del ejército ibérico que para entonces permanecían en el territorio nacional. Algunos juraron por el “pabellón dominicano” y otros, que fueron prisioneros de las tropas restauradoras, una vez liberados, decidieron, por motivaciones personales, asentarse definitivamente en el país. No sabemos cuántos soldados peninsulares se quedaron aquí; acaso entre la inmensidad de documentos que sobre la guerra restauradora existe en distintos archivos españoles, todavía no estudiados, aparezcan registros al respecto. Por lo pronto, conocemos al menos cuatro de ellos que dejaron descendencia dominicana. Estos fueron: GARRIS, DOMINGO: Nació en Pamplona, Navarra. Hijo de Francisco Garris y María de la Cruz Iriarte. Murió en Santiago el 19 de febrero de 1915 a la edad de 79 años. El Pbro. Eliseo Bornia Ariza obtuvo autorización del Vicario Foráneo para su inhumación en la Iglesia Mayor de Santiago (hoy Catedral) “como homenaje a sus méritos”, por haber consagrado “largos años al magisterio” y prestar “grandes servicios al Municipio y a las Parroquias de esta ciudad”. Fue recaudador del impuesto de comestibles del mercado de la ciudad y encargado del alumbrado público. Fue sacristán mayor de la Iglesia Mayor y contribuyó con la fabricación de la iglesia de Nuestra Señora de la Altagracia y con la reconstrucción de la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Santiago. En las procesiones de Jueves Corpus se encargaba de recoger el óbolo que ofrecían personas piadosas. Cristiano devoto, en 1913 regaló para la Iglesia Mayor una campana de 256 kilos que importó desde Palencia, España, que fue dedicada al Santísimo Sacramento, y 24 candeleros de plata, también pedidos a España; en 1914 regaló un reloj de pared. Casó con María de Jesús Jáquez, con quien procreó a Carmen, Concepción y Domingo Garris Jáquez. Con toda seguridad fue hijo suyo también Estanislao Garris, antiguo administrador del aserradero La Fe, de la Augusto Espaillat Sucesores, y propietario de un aserradero en Santiago en 1911. Su hija Carmen Garris Jáquez casó con Leopoldo Franco Bidó Fabelo, y fue madre de Leopoldo Franco Bidó Garris, esposo de Moraima Sagredo Quezada, y de Asunción del Carmen Franco Bidó Garris, esposa de José Almanzor Alberti Mieses. De esta última es nieto el fotógrafo Herminio Alberti León. LÁZARO, RAMON: Sargento del batallón de La Corona. Murió en Santiago el 29 de marzo de 1912. Fue administrador del hospital San Rafael de Santiago. Era hijo de Ramón Lázaro y Martina Lecha. Estaba casado con Dolores Reyes. Uno de sus nietos fue el eminente médico y botánico Miguel Canela Lázaro (1894-1977), catedrático de la Facultad de Medicina y Director del Instituto de Anatomía de la Universidad de Santo Domingo y delimitador, conjuntamente con el Dr. Juan B. Pérez Rancier, de la primera área protegida en el país, el Vedado del Yaque, en 1926. Instituto Dominicano de Genealogía
MU- KIEN ADRIANA SANG
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Volví luego de haber librado mil batallas interiores. Batallé contra la locura de la cotidianidad laboral. Batallé con los roles disímiles, encontrados, enfrentados y obligatorios de la mujer que transita por la agitada vida profesional. Batallé contra las múltiples preguntas que me asaltaban cadadía cuandomiraba el cieloo teníaque callar ante tantos atropellos de esta sociedad que se niega a cambiar: ¿Por qué no puedo sacar el tiempo para escribir estas 800 palabras que alivian mi alma? ¿Qué me detenía a hacerlo? ¿Por qué no programar algunas horas para mis Encuentros? Ansiabacon todaslas fuerzasdemi corazónvolver aescribir el diverso, alocado, y humano manojo de reflexiones. Motivada por algunos lectores que tenían registrado mi correo y me pedían insistentemente que volviera a escribir, y, porque por diferentes vías llegaron a mi computadora, algunos artículos que todavía circulan en el mágico mundo de la cibernética; decidí acudir a mi citasabatina demis queridosyañorados Encuentros.Llamé a mis eternos amigos del HOY y le pedí con entusiasmo que me cedieran de nuevo el espacio. La respuesta positiva no se dejó esperar. Por eso, hoy, en febrero 2012, vuelvo, como dice Octavio Paz en el fragmento que acompaña este reencuentro, donde terminé hace más de dos años. Este largo paréntesis de muchos días, horas,minutos ysegundos,pareceque nohabíantranscurrido. Reencuentro,Areito, febrero 2012
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e han preguntado mil veces por qué escribo estos Encuentros. Me han cuestionado duramente por qué amo tanto estas citas sabatinas si no hay grandes beneficios económicos. Me han dicho en múltiples ocasiones por qué sigo haciendo estos artículos que me roban tiempo para escribir otras cosas. A todo aquel que me pregunta le respondo, porque a través de ellos vuelvo a encontrar sentido a la vida, porque cada entrega es una forma maravillosa de vivir. Como decía José Luis Sampedro, en el ocaso de su vida, que escribir era una forma hermosa de vivir, porque cada escritor, relata lo que ve, escucha y lee, lo transforma en sus propias palabras. Mis Encuentros se iniciaron en la desaparecida revista Rumbo. Osvaldo Santana, entonces jefe de Redacción de la publicación, me dijo que debíamos bautizar la columna, y al instante sugirió Encuentros, por las temáticas que abordaba. Me gustó. Así nació Encuentros. Por razones que ahora no quiero recordar, busqué otra casa. Hablé con el buen amigo Bienvenido Álvarez Vega y desde hace más de una década encontré refugio en AREITO. Razones diversas me han obligado a hacer largas pausas. Y a pesar del silencio y la distancia, mis amigos del HOY, siempre me han abierto las puertas y me han acogido con los brazos abiertos. ¿Por qué los Encuentros? Creo que a través de ellos he vivido y he encontrado nuevas razones seguir viviendo, me han mostrado nuevos caminos de conocimientos y dimensiones insospechadas de la capacidad que tiene el alma para sobrevivir y protegerse. Me han permitido escribir lo que siento, y mostrar en palabras la amplia y difusa gama sentimientos humanos. Todo aquello que lastima muchos corazones, como las injusticias sociales, los desengaños, los atropellos injustos e injustificados, la violencia física y sicológica y el uso del poder para atropellar, entre otras cosas, han salido a relucir a lo largo de estos años. Pero también
estos Encuentros han sido la llave maestra para expresar la otra dimensión de la vida, que es la alegría, el amor filial, el amor al amado, la amistad verdadera y sencillamente el descubrimiento y disfrute de las pequeñas cosas que, al descubrirlas aligeramos la carga vital. Mis Encuentro no fueron siempre así. Mis artículos han tomado el curso y el pulso de mi propia vida, de mis cambios intelectuales, de mi madurez personal, y, por qué no, del placer de envejecer y ver la realidad y las cosas desde otras perspectivas. Cuando comencé mi faceta de columnista, en el lejano 1992, comencé a publicar en el vespertino Ultima Hora, intentaba escribir temas históricos. También durante un tiempo publiqué en el Listín Diario y después en El Siglo. Mis artículos de entonces tenían más carácter teórico y coyuntural, buscaba analizar la realidad política y social y vincularla siempre con algún elemente histórico. Después me di cuenta que eso que hacía no me satisfacía del todo. Busqué nuevas formas de expresión. Inicié un viaje al interior de mi alma, y descubrí que ella ansiaba expresarse, y que la razón había tenido muchas oportunidades a través de los libros y artículos científicos. Inicié tímidamente. Empecé a publicar mis primeros Encuentros escritos desde el corazón. Al principio hubo reacciones negativas. Incluso algunos lectores me escribieron protestando. Recuerdo que escribí un artículo que se titulaba en Primera Persona publicado en noviembre de 2004. En este artículo explicaba el cambio de rumbo de mi columna. Decía entonces, hoy siete años después afirmo convencida: Algunas personas me han preguntado si he cambiado. Otras por qué he cambiado. He recibido observaciones críticas de que lo mejor para mí es volver a mis andanzas intelectuales racionales, utilizando mi pluma y mis conocimientos para la crítica social, la crítica política o la crítica académica. Mis andanzas sentimentales parecerían para algunas personas un camino equivocado, un sendero que debía ser transitado por las personas ligeras y poco profundas. He pensado mucho las cosas que me han dicho, y quizás tengan razón, pero no. En estos Encuentros sabatinos haré cita con aquellos que quieren compartir conmigo las reflexiones de mis experiencias y mis lecturas que hago y haré siempre en primera persona. Porque creo en la capacidad humana de expresar sentimientos, porque creo que la posibilidad de crecer se hace cuando te haces consciente de tu propia humanidad; a través del compromiso en primera persona es que asumimos una posición críticamente activa para decidir que tenemos un rol en la transformación de la realidad; porque es en primera persona, en mi yo individual y mi yo colectivo, que soy capaz de disfrutar cada amanecer, cada tarde de lluvia, cada día soleado, cada flor que se abre, cada niño que juega, cada viejo que espera, cada joven que sueña, cada adulto que se da permiso para arrepentirse de sus acciones, cada hombre que ama, cada mujer que espera. En primera persona percibo la realidad, y en primera persona puedo escribir sobre ella. mu-kiensang@pucmm.edu.do sangbemukien@gmail.com @MuKienAdriana
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HOY
Aporte
Las raíces de nuestros males
¡Téngase miedo, Leonel Fernández!: fin del ciclo del poder personal (Un diálogo ficticio)
JDIÓGENES CÉSPEDES / DCESPEDES@CLARO.NET.DO
Dr. JRHdez. Tres períodosde gobierno son doce años y dos intervalos de cuatro años suman ocho, para un total de veinte años al 2016 y al día de hoy el Dr. Fernández tiene 60 años si nació el 26 de diciembre de 1953. Lo que significa que si el PLD estará en el poder durante veinte años más, Fernández tendrá para el 2036, 83 años. DC. Eso es según la ideología del sentido de la historia, de la que es adicto el Dr. Fernández, pero usted sabe que en historia no hay leyes y ella no es un sujeto que camina hacia delante o hacia atrás como lo dicta la política de ese racionalismo y mucho menos marcha indefinidamente o inevitablemente hacia un progreso o un atraso. Ella es lo que sucede y nadie puede predecir lo que acaecerá. Los sistemas políticos geométricos como el marxismo o la metafísica son partidarios acérrimos de estas inexistentes leyes de la historia, las que existen solamente en esos discursos y esas prácticas. JRH. ¿De lo dicho por usted se infiere que el Dr. Fernández puede y no puede completar esa inevitable tercera fase de su poder personal? DC. Exacto. Las tres fases no son un racionalismo ni un sentido de la historia. Son la trayectoria de un sujeto. Se producen o no se producen. Nada interrumpió las dos primeras. Son hechos. Nada nos dice que la tercera deba cumplirse irremediablemente. Puede no cumplirse. Pero son sujetos los que lo permitirán o lo impedirán. No la historia. Observe que Marañón, en “El conde-duque de Olvares… ya citado, páginas 79-80, dice que “en ese momento delicado, después de la lucha contra todos, se desea ardientemente el asentimiento de todos; en el que el vencedor de las multitudes ambiciona cambiar la autoridad del caudillo por la blanda sugestión del patriarca. Pero el sueño de la paz se hace más difícil a medida que con más afán se desea. Por el contrario, se perfila cada día con mayor precisión el sentimiento terrible, inexorable, de que, mientras más avanza, se ve menos clara la continuidad con la historia futura; porque toda dictadura, [o poder absoluto, DC] como toda revolución, termina en un tajo, detrás del cual, claro es, la historia sigue, pero en el que los héroes de la revolución o de la tiranía se suelen despeñar. (…) y cuando esas fuerzas adversas, de fuera y de dentro, adquieren una tensión superior a las fuerzas de resistencia, un día, al parecer como los otros, el período final del ciclo se cumple y el gran tinglado del poder, que parecía eterno, cae estrepitosamente.” JRH. Según esa tesis suya el Dr. Fernández estaría en el inicio de esa tercera fase y ahora se afana en recoger los pequeños poderes dispersos que la configuración de su poder absoluto dejó para después: es decir, el control de lo que antes los sociólogos, politólogos y periodistas llamaban frentes de masas y organizaciones profesiones. En fin, que nada ni nadie se le escape. DC. En efecto, ¿y después qué hacer con todo ese poder absoluto de estas organizaciones profesionales y frentes de masas que ahora añade a los poderes legislativo, judicial, altas cortes, electoral, municipal, cámara de cuentas, monopolio de la violencia, Iglesia, etc.? Veo tres opciones, o más: 1) que la sociedad, volcada a la acumulación de riquezas y dinero fácil y rápido apoye a Fernández en este proceso de corrupción y se alterne en el poder cada cuatro años con un presidente o una presidenta salidos únicamente del PLD, pues alternancia en el poder no significa para él que el PRD u otra fuerza emergente acceda al poder, como en el PRI mexicano; 2) que a partir de 2016, según la cantidad de diputados y senadores elegidos y leales fieles al Dr. Fernández, sean mayoría absoluta y puedan modificar la Constitución para eliminar la reelección, situación muy difícil en esta tercera fase; 3), que una conjunción de fuerzas, de esa que Marañón teoriza, le plante cara al Dr. Fernández y le diga
¡basta ya!, como le gritó Viriato Fiallo a Balaguer e indirectamente a Ramfis Trujillo. Pero una opción de ese tipo solo sería viable con una fisura y alianza con un sector del PLD muy golpeado y afectado por la corrupción en ese partido o disgustado por no haber disfrutado de este largo proceso de acumulación de riquezas, pero esto no es muy probable, aunque no imposible, pues en la tercera fase de todo poder absoluto puede ocurrir esta situación; 4), que quienes recelan de todo poder absoluto, controlador de jueces y fiscales, de las altas cortes y de todos los tribunales donde se deciden los casos judiciales en virtud de la politización y privatización de la justicia que ya comienza a advertirse, vean que su vida y sus grandes intereses están en grave peligro y que no hay garantía para nadie. Entonces esos sujetos que los encarnan esos grandes intereses quizá decidan poner fin a ese poder absoluto; y, 5), dejo abierta a lo múltiple cualquier otra posibilidad de resolver este tremendo problema político. JRH. Esta reflexión suya me recuerda cómo han terminado algunos poderes absolutos que han sido paradigmáticos en la historia y que fueron acumulados por hombres que utilizaron los mismos mecanismos, fueran dictadores o no. Por ejemplo, Julio César, cocido a puñaladas por sus amigos y familiares, acusado de destruir la república; Sejano, quien tuvo el atrevimiento de exiliar a Capri al emperador Tiberio del que era primer ministro, aunque murió, por orden del
emperador, descuartizado y su cuerpo arrastradoen las calles de Roma. El mismo conde-duque de Olivares a quien usted tanto cita, quien debido a la proverbial falta de carácter de los reyes de la Casa de Austria, hizo de Felipe IV un muñeco, del que fue gran valido y terminó sus días en Loeches y Toro, deprimido y amargado. Napoleón, de la pobreza de Córcega a emperador de los franceses, muerto en Santa Elena, envenenado por sus carceleros ingleses. ¡Qué fin más miserable. De Hitler, quien quiso alzarse con el mundo y terminó como suicida en un búnker. O de Lilís, Cáceres y Trujillo, quienes acumularon tanto poder que pusieron en peligro vida y bienes de sus amigos, familiares, relacionados, de gobiernos extranjeros, del pueblo llano y terminaron sus días abatidos a tiros por esos mismos amigos y sostenedores. En fin, que hay que tener miedo y no querer ir más lejos de lo que la prudencia aconseja o pone límites a la temeridad y la ambición. DC. Es cierto que el dominador de todas estas ambiciones o constructor de poderes absolutos no se arredra ante nada pues su sobreestimación es tan enorme que se considera a sí mismo un predestinado de Dios y cualquier vacilación o duda ante la mera posibilidad de incumplir su programa divino es una señal de debilidad que no puede permitirse, so pena de sentirse culpable ante sí mismo y ante quien le encomendó tarea tan ciclópea. (FIN)
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AREÍTO
Sábado 24 de agosto de 2013
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Sábado 24 de agosto de 2013
Literatura
HOY
JOSÉ MÁRMOL no se puede ser auténticamente libre sin ser corajudamente responsable JOSÉ MÁRMOL
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ueridos familiares, amigos escritores, artistas, comunicadores; señoras y señores. Luego de saludarles, muy cordialmente, y agradecerles la calurosa acogida a esta invitación a un acto, para mí, más que merecido, en realidad, memorable, quisiera solicitarles unos cuantos minutos de su invaluable tiempo, para que me permitan hacer en este momento lo que más profundamente la situación amerita, que es dar gracias. Mi gratitud, en primer lugar, al señor Rec-
tor Mateo Aquino Febrillet y al Consejo Universitario de esta, la más antigua universidad de América, por haber acogido la moción presentada por la Facultad de Humanidades, mi facultad, sabiamente dirigida por el doctor Rafael Morla, para que, junto a notables personalidades como el singular comunicador Yaqui Núñez del Risco, y el valiente periodista, defensor de los más nobles intereses del país y extraordinario hombre de ideas, Orlando Martínez Howley, vilmente asesinado el 17 de marzo de 1975, en las inmediaciones del campus universitario, en
su caso, de manera póstuma, se me invistiera hoy con el título de Profesor Honorario de dicha facultad, mediante legítima resolución del Consejo Universitario. Este es, lo confieso, un reconocimiento demasiado relevante para mí y para mis modestísimos aportes a la literatura y las humanidades en nuestro país. Mi expresión de gratitud al doctor Rafael Morla, cuyas obras filosóficas, sobre todo, sus estudios sobre la influencia de la Ilustración y la Modernidad en el pensamiento y la vida política e institucional de Hispanoa-
mérica y República Dominicana, son ejemplos de su honda visión intelectual y de su inmensa vocación magisterial y su entrega a la vida académica en favor de la formación crítica de las presentes y futuras generaciones de dominicanos. Nos conocimos en las aulas, en los albores de los años 80, y cultivamos una hermosa amistad, entre precariedades y desafíos, que, para dicha mía, hemos logrado mantener a lo largo de los años. Ningún obstáculo pudo vencer el amor de este hombre por la filosofía como esfera y territorio del pensamiento democrático y
camino seguro del hombre y la mujer nuevos, educados en este campus universitario y en su facultad. De ahí que fuera él quien concibiera y dirigiera el Primer Congreso Dominicano de Filosofía y, por primera vez celebrado en nuestro país, el Tercer Congreso de Pensadores Centroamericanos y del Caribe. Gracias, querido y admirado amigo Morla, por haberte mantenido como un clarísimo ejemplo del espíritu sensible y el pensamiento encumbrado de nuestra generación. Quiero agradecer, también, el respaldo que durante mis años de estudios en este campus me brindaron destacados profesores de diferentes asignaturas, desde el Colegio Universitario, hasta las facultades de Ciencias Jurídicas, donde inicié la carrera de Derecho, para torcerme luego hacia la de Filosofía; de Economía, donde tuve ocasión de aprender sobre la importancia de las ciencias sociales y, por supuesto, la de Humanidades, en especial, su Departamento de Filosofía, por cuyos vasos comunicantes fluían, al mismo tiempo, la savia viva de las más avanzadas corrientes del pensamiento filosófico histórico y contemporáneo, junto a la más amarga cicuta de la ortodoxia, la ceguera ideológico-partidaria y la nocturna cerrazón de dogmas insondables. Corrían esos aires y eran esos tiempos, tan difíciles para quienes osaban mirar más allá del horizonte. Tiempos de discursos unidimensionales y totalitarios que, para fortuna del pensamiento humanístico y el desarrollo de las ciencias y las artes, ya en este magno recinto del saber han quedado muy atrás. Mi gratitud para aquellos auténticos maestros, no solo catedráticos, no solo pro-
fesores, que me enseñaron a mirar con hondura, a escuchar sin apasionamientos, a respetar a ultranza la opinión de los otros, a celebrar el disenso,y, el mejor legado, a pensar y escribir lo pensado y lo sentido de manera propia, original aun corriese el gravísimo riesgo de la tantas veces sabia equivocación. Guardo como un particular tesoro y he puesto en práctica a lo largo de mi vida profesional y personal los consejos y enseñanzas de esos hombres y mujeres visionarios que, como Vanna Ianni, Jesús Tellerías, Andrés Paniagua, Rafael Julián, Wilfredo Lozano, Andrés Avelino, hijo, y Antonio Avelino, entre otros, apostaron a la transmisión, en base a reflexiones críticas, de conocimientos y valores humanísticos universales como praxis revolucionaria y liberadora, contrarrestando fuerzas reactivas del dogmatismo vulgar y el mal radical, que reducía a métodos de poder sedicioso, autoritario y capcioso las relaciones de saber en el ámbito académico. Y en este orden de las inexcusables gratitudes, no podría dejar de mencionar el que fuera, quizás, el mayor de mis hallazgos en este histórico campus universitario, el de la convocatoria a la creación, en 1979, del Taller Literario “César Vallejo”, por parte del entonces Departamento de Extensión Artística y Difusión Cultural, a la sazón dirigido por el poeta Mateo Morrison, a quien desde allí me han unido fuertes lazos de amistad, admiración y complicidad en múltiples tareas literarias en beneficio nuestro, del país y de su cultura. Mi reiterada gratitud a Morrison y a varios de sus compañeros de generación como los fallecidos Enriquillo Sánchez y Enrique Eusebio, además de Andrés L. Mateo, Alexis Gómez-Rosa, Tony Raful, Jeannette Miller, Soledad Álvarez, Pedro Conde Sturla, Fedrico Jóvine Bermúdez, entre otros que, entre dudas y certezas, también apostaron al talento joven y dialogaron con sus entonces quiméricas acepciones del quehacer literario, que reclamaba, en una atmósfera ideológicamente compleja y aturdida, que el verdadero compromiso de un escritor comprometido tenía que ser, esencialmente, el de colocar al lenguaje en el centro mismo de su tarea creadora; que su única y mayor obligación era con su lengua y su cultura, sin necesidad de verse obligado a prestar servicios ideológicos de ninguna especie. Gracias también a mis compañeros de generación del Taller Literario “César Vallejo”, de entre todos, a Plinio Chahín, por sus invaluables estímulos y su inquebrantable fraternidad. Me enorgullece sobremanera, señoras y señores, que este acto de investidura, en reconocimiento a mi modesta trayectoria como escritor, aun en ciernes, y humanista solo por vocación y espiritual convicción, se esté llevando a cabo en el auditorio Manuel del Cabral de la Biblioteca Pedro Mir, espacios cuyos nombres homenajean a dos de las más encumbradas voces de la poesía dominicana del siglo XX, cuyas obras literarias fueron fuente nutricia de nuestra generación artística e intelectual. Mi cada vez renovado reconocimiento a ambos, en especial, a Pedro Mir, por ser este el año en que hemos venido celebrando el centenario de su nacimiento. Estar aquí hoy, frente a ustedes, en este ámbito tan especial, es un privilegio que me siento dichoso en recibir. Una reflexión que compartir con todos ustedes. En estas aulas aprendí el valor intrínseco de la verdad. La verdad ha de ser en la sociedad y la historia humanas el más común de los bienes. Aunque hemos sabido siempre que es el más caro y precario, el más escamoteado y vilipendiado. No obstante, y como expresó Jorge Semprún (1989, página 47), con respecto al valor de la verdad: “A los poetas les ha sido atribuido ese don. Por eso debemos mantener a los poetas en un lugar privilegiado de la sociedad humana, para que nos digan, aunque sea con voz irritada, sus incómodas verdades. Solo los poetas son capaces de anunciarnos únicamente las catástrofes que produce la barbarie. Solo ellos son capaces de describirlas; y luego de perpetuarlas en nuestra memoria”. No es el vaticinio lo que me apela ahora, sino, el compromiso con la verdad. Porque, es verdad que, si el faro de potente luz y conciencia crítica que ha de ser esta universidad, en medio de la penumbra que viene imponiendo la noche larga en que nuestra sociedad ha dormido a los valores éticos, patrióticos y la solidaridad como sustancia de cohesión social; si, particularmente, los responsables de dirigir la cosa pública siguen escamoteando toda señal del deber, en dislocado provecho de su insaciable afán por tener; si esta larga noche de arrebatos vandálicos, latrocinio, impunidad, inequidad social y desbordamiento, sin remilgos, de todos los parámetros del respeto y la vida en democracia no preludia el advenimiento de una aurora radicalmente distinta y superior a todo este desastre, entonces, la ulterior y sagrada mi-
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sión de la educación será uno más de los derechos conculcados a la población sensata y al futuro de la nación; y todo ello, por parte de quienes protagonizan la ambición de riqueza ilícita y de poder fáctico corruptor, para ir dejando en el tejido social una estela insufrible de precariedad, podredumbre, tinieblas y desconcierto. Constituye un grave peligro para la sociedad, el que imperen en ella la incertidumbre, el desaliento y la decepción constantes; que los antisociales de toda laya, afincados en el poder del dinero sucio, la fragilidad de los marginados y en la veleidad de una industria mediática vacía de principios, se conviertan en falsos modelos para la juventud desesperanzada y vulnerable. “Las épocas de grandes cambios sociales y políticos –nos dice, con acierto, el escritor Antonio Muñoz Molina- son muy estimulantes para la literatura porque en ellas es fácil asistir en pocos años al arco de un destino completo, al supremo espectáculo novelesco de las vidas que cambian de curso, las facultades nuevas que se descubren en quien parecía no tenerlas, los derrumbes inesperados de lo que parecía muy sólido y la fluidez de las identidades que parecían fijas” (2013, página 38). De hecho, en los últimos años, nuestra sociedad ha pasado, en su progresivo deterioro, del estremecimiento al espanto, afectando con ello la conciencia y el lenguaje, porque, palabras o conceptos como ética e integridad significan, en los estamentos político e institucional, todo lo contrario a lo que parecía lingüística, social y culturalmente aceptado o establecido. La disolución y la mentira son, simplemente, abrumadoras. Lo desconcertante y vergonzoso han devenido rutina, pan nuestro de cada día. Y esto, señoras y señores, hay que detenerlo ahora o nos hundirá para siempre. Nuestra mayor conquista, como sociedad, ha sido la libertad. Pero, no se puede ser auténticamente libre sin ser corajudamente responsable. De ahí el valor de una idea de Viktor E. Frankl (2002, página 55) que reza: “La libertad de la voluntad humana consiste, pues, en una libertad de ser impulsado para ser responsable, para tener conciencia”. Esta universidad, cada vez más libre, más responsable y más consciente ha de seguir su lucha por formar mujeres y hombres nuevos, ética y moralmente dotados, nutridos de las fuentes del saber crítico, reflexivo, creativo, constructor de nuevos y más dignos horizontes de la vida en democracia y en equidad, para que contribuya, todavía más, a forjar la nación con que soñaron sus mejores ciudadanos, aquellos que, desde los orígenes del país hasta hoy, abonaron con su sangre y sus ideales más nobles el porvenir de todos los dominicanos. Yo, el bachiller matrícula 78-1324, egresado de la carrera de Filosofía, Mención Metodología de las Ciencias Sociales, agradezco hoy, en mi nombre y el de toda mi familia, especialmente, mi esposa Soraya, también egresada de estas aulas, y nuestros hijos Yasser y Alberto, este gesto de bondad de la UASD y sus autoridades académicas, que me coloca hoy en un sitial de honor digno de ciudadanos ilustres, con los que no osaría jamás compararme siquiera. Gracias, de todo corazón. ……………………………………………………. PALABRAS DE JOSÉ MÁRMOL DURANTE EL ACTO SOLEMNE DE INVESTIDURA Y ENTREGA DEL TÍTULO “PROFESOR HONORARIO DE LA FACULTAD DE HUMANIDADES” DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SANTO DOMINGO (UASD), EN EL AUDITORIO MANUEL DEL CABRAL DEN LA BIBLIOTECA PEDRO MIR, CAMPUS DE LA UASD, EL DÍA 13 DE AGOSTO DE 2013, EN SANTO DOMINGO, D.N.
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Sábado 24 de agosto de 2013
De Señal a Señal
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DALÍ
TODAS LAS SUGESTIONES POÉTICA Y TODAS LAS POSIBILIDADES PLÁSTICAS
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DELIA BLANCO
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emos visitado probablemente la exposición más completa de Salvador Dalí en el Museo Reina Sofía de Madrid. Estamos frente a un trabajo curatorial que contribuye a evidenciar las múltiples facetas poéticas y plásticas del más surrealista artista del siglo XX. Se han reunido más de 200 obras procedentes de importantes instituciones, colecciones privadas y de los tres depositarios principales de personalidades privadas, así como del gran conjunto de instituciones y fundaciones internacionales que junto a los tres depositarios principales de la obra de Dalí: Fundación Gala-Salvador Dalí (Figueres); Salvador Dali Museum de St. Petersburg, Florida, y el Museo Reina Sofía de Madrid, unen un gran esfuerzo para desde sus fondos artísticos prestar un excelente servicio visual e intelectual al público. El fundamento científico de esta exhibición consiste en poner en evidencia una trayectoria humana hecha obra sublime y un ser humano que siempre fue coherente con su misma obra, y que además se convirtió el mismo en obra. La exposición –que ha podido ser vista recientemente en el Centre Pompidou de París con gran éxito de público- busca revalorizar al Dalí pintor, al Dalí poeta, renovador del vocabulario surrealista, con una especial intensidad en su empeño por investigar el proceso representativo e interpretativo de lo observado y de lo percibido, que además, permite analizar los diferentes lenguajes y poner en realce toda su poética, por tal razón, podemos acercarnos a la particular visión del mundo de este creador. Los materiales expuestos son múltiples permitiéndonos gozar de una coyuntura excepcional de once secciones que se componen de pinturas, dibujos, material documental, fotografías, y hasta manuscritos del propio Dalí que nos permiten comprender una poética surrealista llevada a los extremos de la complejidad. Ahora bien, el comisariado general encagado por Jean-Hubert Martin y los comisarios Montse Auger, Jean Michel Bouhours y Thierry Dufréne, bajo la coordinación de Aurora Rabanal, hacen especial hincapié en el proceso metódico desarrollado por el artista en un trasfondo paranoico-crítico que este le
aporta al arte contemporáneo como mecanismo de transformación y subversión de la realidad. Han contribuido también a esta excepcional exposición otras instituciones como el MoMA (Nueva York) desde donde fue traída la significativa obra “La persistencia de la memoria” (1931); el Philadelphia Museum of Art, que presta “Construcción blanda con judías hervidas (Premonición de la Guerra Civil del 1936); de la Tate Modern observamos “Metamorfosis de Narciso” (1937), y de los Musées Royaux des Beaux-Arts de Bélgica, “La tentación de San Antonio” (1946). Queda claro que, antes de su dirección paranoica crítica Dalí perteneció a la famosa generación española del 27, subversiva , democrática atrevida y comprometida que integró al genio de Port Lligat en el núcleo de Federico García Lorca y Luis Buñuel, participando en el lenguaje poético del cine surrealista con la película “El perro andaluz”. Estos fueron los años de mayor libertad en España, precisamente en la famosa Residencia Universitaria de Madrid, donde Dalí se nutrió de una relación profunda e intensa con el poeta de Granada, y con poetas, escritores, pintores y cineastas. Es interesante observar en este momento titulado por la curadora “La miel es más dulce que la sangre”, que Dalí fue partícipe de un imaginario compartido dentro de una comunidad generacional, dispuesta en romper con la herencia inquisitiva y falangista de una España que rechazaba la responsabilidad de asumir los nuevos tiempos republicanos y democráticos. La serie de dibujos putrefactos es la prueba de un momento en que el genio se inspiró de todos los ismos de aquellos años, coqueteando abiertamente con el cubismo, el fauvismo y el futurismo. Desde un punto de vista crítico razonado, es obvio e inteligente integrar en el proceso evolutivo y transformativo de Dalí las etapas de formación e investigación donde aparecen abiertamente influencias de Masson, Bataille, Miró y Picasso, momento que calificaríamos de pre-surrealista. Es el momento que realiza obras como Asno podrido en (1928). Ya en plena etapa surrealista, Dalí desarrolla su método paranoico-crítico, que centra esta sección de la muestra, con la presencia de grandes obras como El Gran Masturbador (1929), La persistencia de la me-
moria (1931), Guillermo Tell (1930) o El Espectro del Sex-Appeal (1934), definitivamente, nos lleva a un método activo basado en el delirio de la interpretación paranoica. En palabras de Dalí: “En verdad no soy más que un autómata que registra, sin juzgarlo, y lo más exactamente posible, el dictado de mi subconsciente: mis sueños, las imágenes y visiones hipnagógicas y todas las manifestaciones concretas e irracionales del mundo oscuro y sensacional descubierto por Freud… El público debe sacar su placer de los recursos ilimitados de misterios, enigmas y angustias que tales imágenes ofrecen al subconsciente de los espectadores”. A partir de este momento, la obra del pintor se sustenta en imágenes dobles o imágenes invisibles cuya elaboración final depende totalmente de la voluntad del espectador. Tenemos la suerte de participar de una gran apertura teatral y sinfónica por el equilibrio del montaje, pues empieza el recorrido con una sección dedicada a las primeras obras del creador en la que predominan los elementos que marcaron su infancia, como la familia –Retrato de mi padre (1925) o Muchacha en la ventana (1925), y su relación inmediata de su entorno mediterráneo presente y permanente desde sus primeras obras como “Acantilados del 1926”, y el “Paisaje Cadaqués” del año 1923. En esta primera etapa del recorrido, el paisaje y el autorretrato, son los pretextos del desenvolvimiento de sus investigaciones en el color y la luz que marcan su obra con constancia. Algunos de estos autorretratos que nos acercan a la visión que él tuvo de sí mismo y la que construyó en distintos momentos de su vida, desde Autorretrato con el cuello rafaelesco (1921) o Autorretrato Cubista (1923), hasta la película realizada con Jean-Christophe Averty, “Autoportraitmou de Salvador Dali”, de 1966. La familia, el paisaje y el autorretrato son los ejes que determinan esta época de aprendizaje del artista, en la que su principal preocupación se centra en el color, la luz y la experimentación constante. Es imposible en este breve artículo describir el recorrido, que continuó en este orden que someramente enunciaré: La relectura que el artista hace de El Ángelus (1857-59) de Jean-FrancoisMillet, obra de la que se obsesionó Dalí, no solamente en sus trabajos pictóricos y objetos, sino en diversos proyectos teatrales. Continuando con los temas de la Guerra Civil española, donde él y su esposa Gala pasan la mayor parte del tiempo en Francia. Posteriormente, el inicio de la Segunda Guerra Mundial lleva a Dalí y a Gala a exiliarse en Estados Unidos, desde 1940-1948, cuando el conflicto internacional y la catástrofe nuclear de Hiroshima y Nagasaki transforman profundamente su obra. La exposición concluye con la apreciación de Dalí de los años 60 y hasta el final de su carrera, momento en que continúan sus mismos intereses y fascinación por la ciencia y las nuevas tecnologías, que se traduce en la exploración de lenguajes de futuro.
ÁNGELA PEÑA / A.PENA@.COM.DO
Viaje por la historia
AREÍTO
Sábado 24 de agosto de 2013
HOY
Diversidad de historias literatura dominicana
E
n 1939, cuando Abigail Mejía escribió su Historia de la literatura dominicana, afirmó que hasta entonces no se había publicado una obra de esa naturaleza. A ella siguieron antologistas y otros autores que actualizaron el devenir de la intelectualidad criolla según las épocas de las publicaciones, pero en 1999 y 2001 salió a la luz la Antología mayor de la literatura dominicana que comprendió la actividad de nuevas generaciones de intelectuales existentes hasta esos años. Los cuatro tomos de prosa y poesía de los reputados escritores Manuel Rueda y José Alcántara Almánzar se consideran “un esfuerzo editorial sin precedentes”. A ellos se agregan panoramas, diccionarios, críticas, reseñas, crónicas, bibliografías y otras ediciones del quehacer literario, viejas y recientes, que permiten conocer la producción nacional en diversos géneros, desde la Colonia hasta el presente, y que parece son desconocidas por maestros y estudiantes desorientados en sus búsquedas de información sobre pensadores dominicanos de diferentes momentos y corrientes. Unas complementan otras porque no todas integran la diversidad de materias que han sido capaces de crear los criollos lo cual es obvio y comprensible en el caso de las antologías. Joaquín Balaguer y Néstor Contín Aybar están entre los más abarcadores aunque sus historias se quedaron en los 80. La Historia de la literatura dominicana, de Joaquín Balaguer se editó en 1956, va desde el Descubrimiento y la Conquista porque a juicio del autor la literatura dominicana se inicia con el Diario de Cristóbal Colón. Concluye con “Falsa amistad” y “Meditaciones Morales”, de María Martínez de Trujillo, quien sobresalió, según el ex Presidente, “en un género poco cultivado en la literatura dominicana: el del ensayo escrito con una formalidad exclusivamente moralizadora”. Caída la dictadura, cayó María como escritora y dramaturga. Se dijo que sus obras las escribió José Almoina y Balaguer borró tanto esas apreciaciones como las que hizo de Trujillo de quien apunta que “tan preponderante como en la vida política de la nación ha sido su influencia en la cultura dominicana… Las letras han experimentado bajo su rectoría de 25 años una transformación profunda… La literatura ha ganado en profundidad y se ha enriquecido con un valioso arsenal de ideas”, dijo en ese apartado que también sacó de esa obra, una de las más editadas y de mayor vigencia. La obra de Balaguer llegó a ser de texto y de consulta, como lo fue la Antología de la literatura dominicana que bajo el auspicio de la Editora Cultural Dominicana publicó José Alcántara Almánzar en 1971 y que constituyó una novedad por la incorporación de poetas y prosistas de generaciones nuevas. Hay abundancia de estos ejemplares porque en muchos hay exclusiones de personajes y periodos que sí figuran en otros. Rueda y Alcántara, por ejemplo, no incluyen -y lo reconocen- poetas de la Colonia. Dicen que tratan dos siglos “que representan toda nuestra herencia poética aunque todavía podamos mirar, un poco de soslayo, los visajes del español colonial en los que flotan nombres como los de Leonor de Ovando, Elvira de Mendoza, Francisco Tostado de la Peña y otros”. Entienden que “toda nuestra poesía empieza en los albores del siglo XIX”. Sin embargo, tienen a otros recientes: Abelardo Vicioso, Juan Alberto Peña Lebrón, Máximo Avilés Blonda, Luis Alfredo Torres, Marcio Veloz Maggiolo, René del Risco, Juan José Ayuso, Miguel Alfonseca, Jeanette Miller, Norberto James, Juan Carlos Mieses, Enriquillo Sánchez, Scherezada Vicioso, Enrique Eusebio, José Enrique García, Cándido Gerón, Alexis Gómez, Soledad Álvarez, Tony Raful, Radhamés Reyes Vásquez, Cayo Claudio Espinal, Tomás Castro, José Mármol… En sus tomos con las voces “más representativas de nuestras letras”, Francisco Javier y Alejandro Angulo Guridi inician el desfile que se detiene en Ida Hernández Caamaño, José Rafael Lantigua, René Rodríguez Soriano, Pedro Peix, Guillermo Piña Contreras, Ángela Hernández Núñez, Juan Manuel Prida Busto, Manuel Núñez, Luis Arambilet,
Rafael García Romero, Avelino Stanley, Martha Rivera, Manuel García Cartagena, Fernando Cabrera, Miguel Reyes Sánchez y Pedro Antonio Valdez. ¿Qué hacer para conocer datos y obras de escritores de todas las épocas y tendencias? Consultar autores antiguos y modernos. Es probable que los primeros solo estén en el Archivo General de la Nación. Reliquias. Allá es seguro encontrar La lira de Quisqueya de José Castellanos Vargas, de 1874; Reseña histórico-crítica de la poesía en Santo Domingo, de varios autores pero que redactó César Nicolás Penson; Bibliografía, de Américo Lugo; Literatura dominicana y La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, de Pedro Henríquez Ureña; Parnasos dominicano y antillano, por Osvaldo Bazil; Nuestros jóvenes poetas y nuestras mejores poetisas, por Rafael Emilio Sanabia. También la citada Historia de la literatura dominicana de Abigail Mejía; Antología poética dominicana, que publicó Pedro René Contín Aybar en 1943 y que estudia desde José Joaquín Pérez hasta Mariano Lebrón Saviñón. Están los dos tomos, prosa y verso, de la colección Trujillo de 1944 titulada Antología de la literatura dominicana, preparados por Vicente Llorens, Pedro René Contín y Héctor Incháustegui. La poesía se inicia con José Núñez de Cáceres y concluye con Altagracia Saviñón y la prosa la encabeza el primero y termina con Bernardo Pichardo. En 1945, Max Henríquez Ureña publicó su Panorama histórico de la literatura dominicana que fue de consulta en la enseñanza secundaria y universitaria. Alberto Baeza Flores publicó con los auspicios de la UCMM La poesía dominicana en el siglo XX y la Universidad Central del Este editó a Nés-
tor Contín Aybar varios tomos de la Historia de la literatura dominicana entre 1982 y 1984 que comprende “todo lo escrito en español después del Descubrimiento en nuestra isla entera, primero, y después en su parte española”. Algunos de estos libros han sido reeditados por particulares e instituciones como la Sociedad Dominicana de Bibliófilos. La Fundación Corripio, que patrocinó la Antología Mayor, de Rueda y Alcántara, anunció el compromiso de completarla “con trabajos similares que puedan abarcar el ensayo, el teatro, la historia y el folklore”. Aparte del Diccionario de autores de Cándido Gerón, y el de folklore de Xiomarita Pérez, en años recientes salieron el Diccionario de la literatura Dominicana bibliográfico y terminológico, de Franklin Gutiérrez; Antología literaria Dominicana, cinco volúmenes, por Margarita Vallejo de Paredes, publicado por Intec en 1980; Narradores dominicanos y Última flor del naufragio, por Pedro Antonio Valdez. José Rafael Lantigua y Francisco López Sacha publicaron una antología de cuentistas dominicanos y cubanos; José Enrique García tiene la antología “El futuro sonriendo nos espera” y José Mármol y Basilio Belliard pusieron a circular el año pasado “La poesía del siglo XX en la República Dominicana”. La más cuantiosa es la poesía. Pedro René Contín Aybar decía que era “difusa y abundante”. Por eso escogió para su antología solo los que habían publicado libros. Y consignó: “Sé que no están todos. A unos no les he necesitado para mi demostración de la poesía nacional… a otros, yo no les encuentro la poesía por ningún lado, y esta es una antología de poetas…”.
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AREÍTO
Sábado 24 de agosto de 2013
Aporte
HOY
Te invito a una copa E
l escritor estadounidense nacido en Canadá Saul Bellow, de origen judío, y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1976, narra en su libro Todo Cuenta que en cierta ocasión se encontraba de visita en La Toscana, Italia, y sus anfitriones lo llevaron a almorzar a una taberna. El recuerda que aquel día hacía un frío espeluznante, pero que el cielo parecía un prodigio iridiscente. Sentados a la mesa, después de una sopa caliente y una ensalada, los mozos les sirvieron un vino de la zona, Brunello di Montalcino, y tras aquel líquido carmesí entrar en contacto con su paladar, se dijo: Ahora entiendo por qué es necesario tener algo de dinero en una cuenta bancaria.
Te invito a una copa Albert y Yosira coincidían de vez en cuando en una vinería. Eran amantes del vino. Se caían bien y de vez en cuando se hacían recomendaciones sobre tal o cual vino, discutían sobre su calidad y su precio. Pero ninguno era capaz de dar el primer paso hacia un encuentro que fuera más allá de las puertas de la tienda. Hasta que ella un día, sin pensarlo mucho, le dijo: Te invito a una copa. Albert aceptó complacido.
Una epístola de mi hígado
LUIS R. SANTOS
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Algunos de mis amigos me han reprochado mi afición por el vino porque cada vez que se presenta la oportunidad empiezo a teorizar al respecto. Tal vez tengan razón: nací en un campo del Cibao donde la gente se emborrachaba con Palo Viejo, Bermúdez Cara de Gato, Brugal, cerveza, arguardiente y ginebra . El vino que consumía la clase menos depauperada era Caballo Blanco, o vino Tinto Campeón, Vinazo El Pirata, principalmente para los días de Nochebuena y fin de año. Yo aprendí el arte de libar después de haberme graduado de agrónomo en el Instituto Superior de Agricultura, de Santiago, y desde los veintipico hasta los 35 descaqueté millares de botellas de Brugal, Barceló y Siboney. Eran los tiempos en donde no había temor al colesterol ni a la diabetes y el organismo resistía todo tipo de abusos a que uno lo sometiera. Pero un día recibí una epístola de mi hígado, en tono que rondaba la amenaza y la preocupación. “Decía: Estimado señor Santos: usted parece olvidar que somos uña carne, que somos un matrimonio sin divorcio. Usted comete todo género de violencia en mi contra y pasa por alto que si yo me jodo usted también lo hará. Ya no resisto tanto alcohol de mala calidad, ya no aguanto tanto BBB, se refería a Brugal, Barceló y Bermúdez, tenga un poco más de piedad y respete a este servidor suyo que solo quiere ayudarlo a vivir más y mejor”. A partir de entonces dejé de tomar ron y otras bebidas brutales y empecé a entrar al mundo del vino. El mundo del vino, sus encantos, sus misterios, sus rituales. El vino no es una bebida: es una cultura. Es un mundo complejo y simple a la vez. Pero para poder entrar a éste y desentrañar y disfrutar de sus bondades hay que ir a la escuela o a la universidad. También de manera autodidáctica se logra penetrar a sus arcanos. Hay que empezar por lo simple; esto es, tomar vino barato, el que usualmente se toma sin ningún tipo de exigencia o consciencia. Aquí empezamos a dárnosla de tomadores de vino con los chilenos Santa Rita, Carmen, y había uno, todavía está en el mercado, que se llamaba Lancers, que muy demandado por hombres que querían presumir de cultos en materia enológica. Pero había toda una variedad de vinos que los dominicanos no entendían y que eran de consumo exclusivo de los españoles, italianos y franceses asentados en el país. El vino como elemento que mucha gente lo toma en busca de refinamiento y aceptación social suele ser víctima de algunos intrusos que entienden que lo único importante a la hora de elegir un vino es su precio. Suelen ser nuevos ricos o políticos, que van a las bodegas donde se sirve vino y usualmente son presa fácil de los mozos que a leguas descubren que estos individuos tienen mucha plata y poca cultura. Y les ofrecen vinos de precios escandalosos que una boca inculta no sabrá valorar. El proceso para aprender a apreciar las características de un buen vino suele ser largo y a veces hasta costoso. Hay que asistir a degustaciones, a catas, comprar vinos y probarlos, llevarse de las recomendaciones de los que conocen del tema, y solo así se logra
cierta cultura en la materia. Pero después de que ese paladar haya sido educado no hay forma de engañarlo con un vino despreciable. Tus pupilas gustativas detectan a la distancia las peores características de un vino malo, de esos que apenas sirven para aderezar caprinos a punto de ser guisados.
Una bebida con estirpe casi divina El vino fue elevado a la categoría de las divinidades cuando Jesús hizo el milagro de convertir agua en vino en la Boda de Caná o Canaán. Fíjese bien: no fue ron, ni whisky ni cerveza lo que brindaron allí, fue vino. Y a partir del tiempo en las ceremonias litúrgicas del catolicismo se consagra el pan como el cuerpo de Cristo y el vino como su sangre. Por eso es el vino la bebida que más ceremoniales ha propiciado; por eso es una bebida a la que en donde se conoce a fondo su mundillo cuando un anfitrión va a descorchar una botella para ofrecerla a sus invitados debe señalarles el año de la cosecha, el tipo de uva, la región de donde procede, el maridaje ideal. Luego decantarlo, si es un vino reserva o gran reserva. Es el vino la única bebida que cuando la van a servir en un restaurante el mozo tiene hacer una reverencia, cuadrarse y mostrarla, descorcharla delante de los comensales, darle a oler el corcho y servirle una pequeña porción para que el cliente la cate, aunque no sepa hacerlo.
Albert y Yosira Albert quiso que Yosira, después de haber tenido la iniciativa de invitarlo a una copa, le permitiera escoger el lugar para el encuentro. Fueron a dar a un afamado restaurante
del malecón, cuyos atractivos principales provienen de su vecindad con el mar. La tarde empezaba a declinar cuando se sentaron en una pequeña terraza desde la que se avistaban los barcos que se alejaban, y se podía ver con claridad los que se aproximaban. Albert había estado muchas veces en el lugar y conocía al somelier de la casa. Lo llamó y le pidió que les hiciera el ceremonial de decantar un Almirez, vino de la pujante región vitivinícola de Toro, en España. Después del descorche y la cata y un brindis por la amistad que tomaba nuevos rumbos, Albert y Yosira sorbieron en silencio aquel espléndido caldo. El vino casi no les permitía conversar. Estaban concentrados descubriendo el bouquet, los taninos, los restos de maderas, de especies y otros tantos secretos que esconde un buen vino. De repente Albert mira a Yosira a los ojos y descubre en ellos un brillo erótico, casi lujurioso. Y en esos instantes también creyó que todos los colores del crepúsculo se perfilaban en los ojos de la muchacha. Llenaron de nuevo sus copas y esta vez no volvieron a brindar. Ella rozó una de las manos de Albert y él interpretó su gesto como un elogio al vino seleccionado. La tarde fue muriendo deprisa. El tiempo tiene alas ligeras cuando la felicidad envuelve a los humanos, y de pronto llegó la noche. Ordenaron la otra botella, pero esta vez fue Albert quien propuso que fueran a su apartamento a decantarla y degustarla. Ella no dudó en aceptar. Sucede mucho entre los amantes del vino, que no resisten el embrujo que producen unas cuantas copas de la saliva de las divinidades. Y cualquier cosa maravillosa puede suceder.