AreĂto
Zona de la Cultura y de las ideas
www.hoy.com.do Editor: Bavegado DiseĂąo: Carla GonzĂĄlez SĂ BADO 22.02.2014
Los Salmos: anatomĂa del alma humana PĂ g 2
ALINA MIESES.
TONY RAFUL
Premio Nacional de Literatura 2014 PĂĄginas 6 y 7
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Palabras de Jorge Tena Reyes PĂĄgina 3
PresentaciĂłn de Mateo Morrison
PĂĄginas 4 y 5
Del Ministro de Cultura al poeta Tony Raful PĂĄgina 8
HOY
AREÍTO
Sábado 22 de febrero de 2014
Zona Areíto Areito
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Nelson Mandela (Político sudafricano) Una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada LA GUÍA
Leonardo Boff
LIBROS
Los Salmos: anatomía del alma humana
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os Salmos constituyen una de las formas más elevadas de oración que ha producido la humanidad. Millones y millones de personas, judíos, cristianos y religiosos de todas las tradiciones, cada día recitan y cantan salmos, especialmente los religiosos y religiosas y los curas en el así llamado “oficio de las horas” diario. No sabemos exactamente quienes son sus autores, pues recogen las oraciones que circulaban en medio del pueblo. Seguramente muchos son de David (siglo X a.C), considerado, por excelencia, el prototipo del salmista. Fue pastor, guerrero, profeta, poeta, músico, rey y profundamente religioso. Conquistó el Monte Sión dentro de Jerusalén y allí, alrededor del Arca de la Alianza, organizó el culto e introdujo los salmos. Cuando se dice “salmo de David” la mayoría de las veces significa “salmo al estilo de David”. Los salmos surgieron en un intervalo de casi cuatro mil años, en los lugares de culto y recitados por el pueblo, hasta ser recopilados en la época de los Macabeos en el siglo II a.C. El salterio es un microcosmos histórico, semejante a una catedral de la Edad Media, construida durante siglos, por generaciones y generaciones, por miles de manos e incorporando los cambios de estilo arquitectónico de las distintas épocas. Así hay salmos que revelan distintas concepciones de Dios, propias de una determinada época, como aquellos, extraños para nosotros, que expresan el deseo de venganza y el juicio implacable de Dios. Los salmos testimonian la más profunda convicción de que Dios, no obstante habitar en una luz inaccesible, está en nuestro medio, morando como en una tienda (shekinah). Podemos llegar a Él, mediante súplicas, lamentaciones, alabanzas y acciones de gracias. Él está siempre dispuesto a escuchar. El lugar denso de su presencia es el Templo donde se cantan los salmos. Pero como Creador del cielo y de la tierra, está igualmente en todos los lugares, si bien ninguno pueda contenerlo. Con razón decían los hebreos con orgullo: “nadie tiene un Dios tan cercano como el nuestro”, Cercano a cada uno y en medio de su pueblo. Los salmos revelan la conciencia de la proximidad divina y del amparo consolador. Por eso hay en ellos intimidad personal sin caer en el intimismo individualista. Hay oración colectiva sin excluir la experiencia personal. Una dimensión refuerza a la otra, pues cada
una es verdadera: no hay personas sin el pueblo al que pertenecen y no hay pueblo sin las personas libres que lo forman. Al rezar los salmos, encontramos en ellos nuestra radiografía espiritual, personal y colectiva. En ellos identificamos nuestros estados de ánimo: desesperación y alegría, miedo y confianza, luto y baile, deseo de venganza y deseo de perdón, interioridad y fascinación por la grandeza del cielo estrellado. Bien lo expresó el reformador Juan Calvino (1509-1564) en el prefacio de su grandioso comentario a los salmos: «Acostumbro a definir este libro como una anatomía de todas las partes del alma, porque no hay sentimiento en el ser humano que no esté ahí representado como en un espejo. Diría que el Espíritu Santo colocó allí, a lo vivo, todos los dolores, todas las tristezas, todos los temores, todas las dudas, todas las esperanzas, todas las preocupaciones, todas las perplejidades hasta las emociones más confusas que agitan habitualmente el espíritu humano». Por el hecho de revelar nuestra autobiografía espiritual, los salmos representan la palabra del ser humano a Dios y, al mismo tiempo, la palabra de Dios al ser humano. El salterio ha servido siempre como libro de consolación y fuente secreta de sentido, especialmente cuando irrumpe en la humanidad el desamparo, la persecución, la injusticia y la amenaza de muerte. El filósofo francés Henri Bergson (1859-1941) da este insospechado testimonio: «De los centenares de libros que he leído ninguno me ha dado tanta luz y consuelo como estos pocos versos del salmo 23: “El Señor es mi pastor y nada me falta; aunque ande por un valle tenebroso, ningún mal temeré, porque Tú estás conmigo”». Un judío, por ejemplo, rodeado de hijos, era empujado hacia las cámaras de gas en Auschwitz. Sabía que caminaba hacia la muerte y aún así iba recitando en voz alta el salmo 23: “El Señor es mi pastor… Aunque vaya por la sombra del valle de la muerte, ningún mal temeré porque Tú estás conmigo”. La muerte no rompe la comunión con Dios. Es paso, aunque doloroso, hacia el gran abrazo infinito de la paz eterna. Por último, los salmos son poesías religiosas y místicas en su más elevada expresión. Como toda poesía, recrean la realidad con metáforas e imágenes sacadas del imaginario. Este obedece a una lógica propia, diferente de aquella de la racionalidad.
EL CONFLICTO DOMINICO-HAITIANO EN LA LITERATURA CARIBEÑA DUARTE. VISIONES COLECTIVAS EN ESPACIOS VINCULADOS Este no es un libro, es un hermoso catálogo que resume el valor de la muestra presentada en el Centro León, en Santiago, para conmemorar el bicentenario del nacimiento del patricio Juan Pablo Duarte. En opinión del director general del Centro, Rafael Emilio Yunén, se trató de una exposición inusual que resultó de un encuentro de la dominicanidad en espacios interrelacionados que tuvo como motivación la interpretación de la figura histórica de Duarte.
La académica dominicana Elissa L. Lister, profesora de la Universidad Nacional de Colombia, reúne en este libro ocho ensayos en los que realiza “un ejercicio de análisis e interpretación de las diferentes representaciones que sobre el conflicto histórico entre dominicanos y haitianos han elaborado escritores de las antillas...” Está publicado en francés y español.
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MOISÉS...NO PUDO PASAR Este libro mira la vida del Moisés de la Biblia, que es lo mismo que decir el Moisés del pueblo de Israel, desde la perspectiva de un siquiatra. Fue escrito por el médico-siquiatra Felipe Román. Antes, Román había publicado “Análisis sicológico y filosófico del Padre Nuestro”, “Las motivaciones de Jonás” y “Rey David: Psicología y pasiones, crímenes, guerras...” _ ____________________________________________________________________________
ANSELMO PAULINO ÁLVAREZ. EL OJO MÁGICO DE TRUJILLO Este es el segundo libro que el ya veterano periodista Manuel Nova pone en manos de los lectores. El primero fue sobre Marrero Aristy, intelectual al servicio de Trujillo y víctima de las truculencias del Jefe. Ahora Nova despliega su talento buscando y rebuscando la vida de don Anselmo Paulino, considerado como uno de los hombres de mayor poder en la llamada primera etapa del trujillismo. Paulino era un hombre inteligente, sagaz y hábil para moverse con eficiencia en los entretelones del poder. Acumuló una influencia que, en opinión de conocedores de esa etapa de la Era, terminó afectando su relación con Trujillo. El libro tiene 203 páginas. Es una publicación de Editorial Santuario. _ ____________________________________________________________________________
EL AGUA, RECURSO QUE NECESITA URGENTE ATENCIÓN El ingeniero Ramón Isidro Rodríguez Taveras, un profesional reconocido por sus conocimientos y por sus preocupaciones por el cuidado de los recursos naturales, presenta en 248 páginas una muestra bastante completa acerca del recurso agua en la República Dominicana. Un texto valioso para especialistas y estudiantes.
LA HISTORIA/Fuente: Portal de Bibliófilo Enmascarado
1788
NACIÓ EL 22 DE FEBRERO. Arthur Schopenhauer, filósofo alemán autor de la obra “El mundo como voluntad y representación”.
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1939
MURIÓ EL 22 DE FEBRERO. Antonio Machado, poeta español, uno de los miembros más representativos de la denominada Generación del 98. Destacan sus obras “Soledades” y “Campos de Castilla”.
1945
FALLECIÓ EL 23 DE FEBRERO. Alexei Tolstoi, novelista ruso soviético, apodado “Camarada Conde” por su procedencia noble, trabajó distintos géneros, pero sobre todo ciencia-ficción y las novelas históricas. Su novela “Aelita” sobre un viaje a Marte, escrita en 1923, fue pionera en el género de ciencia-ficción.
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1786
NACIÓ EL 24 DE FEBRERO. Wilhelm Grimm, escritor y cuentista alemán que, junto a su hermano Jacob, escribió numerosos cuentos de tradición popular de “Blancanieves”, “La Cenicienta”, “Hansel y Gretel” o “Juan sin miedo”.
1917
NACIÓ EL 25 DE FEBRERO. Anthony Burguess, novelista y crítico literario británico. Su trabajo más importante fue “La naranja mecánica”.
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1945
FALLECIÓ EL 25 DE FEBRERO. Mário Raul de Morais Andrade, escritor brasileño, autor de la obra “Macunaíma“, considerada una de las novelas capitales de la literatura brasileña.
Premio Nacional de Literatura
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Sábado 22 de febrero de 2014
HOY
Palabras del doctor Jorge Tena Reyes ALINA MIESES.
Señor José Luis Corripio Estrada,
Presidente de la Fundación Corripio; Señor José Antonio Rodríguez,
Ministro de Cultura; Señores
Miembros del Jurado del Premio Nacional de Literatura 2014; Señor Jacinto Gimbernard,
Director Ejecutivo de la Fundación Corripio; Licenciado José Alcántara Almánzar, Asesor de la Fundación Corripio;
Distinguidos miembros de la familia Corripio Alonso; Señor Erasmo Cáffaro,
Director del Teatro Nacional; Señoras y señores:
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a entrega del Premio Nacional de Literatura coincide anualmente con el mes de la Patria, circunstancia que le adhiere singular importancia, sobre todo cuando se impone como consigna fortalecer el sentimiento de la nacionalidad concebido por los forjadores de nuestra Independencia. A instancia de la Fundación Corripio y del Ministerio de Cultura, nos reunimos esta noche en la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito para entregar al poeta Tony Raful Tejada el Premio Nacional de Literatura 2014. Se trata de un reconocimiento que consagra a un escritor dominicano que por el valor de su obra, contribuye a enriquecer la literatura en nuestro país. Tony Raful tiene como escritor una línea de prioridad, la poesía, género que preferentemente cultiva, y en el que ha producido, entre otras obras: La Ciudad y sus Cantos; La Poesía en el Tiempo; La Barca y el Gavilán, arengas del alba y la lengua; Mirándola Bailar, cantatas y partituras para amantes y duendes. En la estimación de su obra, el Jurado consideró “la trascendencia de su labor poética entre los escritores de posguerra, distinguiéndose como uno de sus poetas representativos, por la variedad temática, la amplitud de su obra conjunta, donde sobresalen ensayos sobre algunas de nuestras gestas patrióticas y figuras históricas del siglo veinte”. Resulta alentador que aún podamos galardonar a un poeta y valorar sus significativos aportes al quehacer cultural dominicano. Esta es una acción que nos enaltece, debido a que en el país se siente más bien la ausencia de una acción cívica activa, capaz de contener, con hechos tangibles, la inversión de valores éticos que acrecientan la angustia colectiva, por la ocurrencia de sucesos que empañan la convivencia civilizada y armónica. Ante esta extraña circunstancia, parecería que lo menos que necesitamos en los momentos actuales es poesía, o la exaltación de los valores de la cultura; sin embargo, creo como Pedro Henríquez Ureña que la “cultura salva a los pueblos”, por lo que con actos como este sembramos esperanzas en el pueblo dominicano. Es preciso contrarrestar los atractivos del dinero fácil y la persistente incidencia de hechos delictivos, como lo han sugerido prestigiosas instituciones cívicas. Situación esta a la que también se refieren los medios de comunicación existentes en el país. Hace algunos días inició su andadura en lengua española un ensayo del profesor y filósofo italiano Miccio Ordine, con el título: “La Utilidad de lo Inútil”. En este interesante ensayo, el autor expresa el poco interés de la política por los bienes del espíritu, porque a
Doctor Jorge Tena Reyes, asesor de la Fundación Corripio.
En la ceremonia de entrega del premio participó este coro del ministerio de Cultura.
su juicio “la barbarie de lo útil ha corrompido nuestras relaciones y afectos íntimos”. Los partidarios de la “dictadura del provecho” dirían que estas son simples lucubraciones filosóficas; pero el autor antes citado entiende que “en épocas de crisis moral hay que doblar el presupuesto de la cultura”. Este clamor nos convoca a una honda reflexión acerca de la utilidad de la cultura en su lucha desigual con el utilitarismo absorbente, que margina la educación permanente del ciudadano y el ejercicio cívico de la libertad de expresión, acciones que podrían dar como resultado negativo lo que Vicente Camps denomina una “democracia sin ciudadanos”. Tal vez entonces, si superamos esta preocupante desigualdad, podrían volver a resurgir las librerías que ahora se cierran y, consecuentemente, florecer el útil comercio del libro, eje principal de la difusión de la cultura en sus distintas manifestaciones.
El poeta Tony Raful jerarquiza el valor de la cultura con su producción poética, situándose en el más alto nivel en esta línea de creación literaria. Para él, como lo expresa en su artículo: Ensalmo de la palabra alada, “la poesía es un misterio encantador que da indicios fehacientes de una zona sagrada de la palabra fundacional”. Señoras y señores: Para un creador como Raful, el premio que se le confiere es un compromiso y un reclamo para que continúe alimentando el florido huerto del parnaso dominicano. Felicitaciones, pues, en nombre de la Fundación Corripio y del Ministerio de Cultura, al ganador del Premio Nacional de Literatura 2014.
MUCHAS GRACIAS
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Sábado 22 de febrero de 2014
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ALINA MIESES.
Premio Nacional de Literatura
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El expresidente Leonel Fernández, gran amigo del galardonado, estuvo entre los presentes. A su lado, miembros de la familia Corripio.
El escritor Mateo Morrison presenta un perfil del galardonado poeta y ensayista TonyRaful
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os criterios para poder entender el papel de la poesía en el mundo de hoy resultan cada vez más alejados de los tradicionales dogmas. Hubo movimientos y escuelas que trataron de anular toda estética que no estuviera acorde con sus juicios que parecían haber descubierto la fórmula mágica dentro de una academia, un grupo literario o una tertulia. En otros casos era un poeta iluminado que aislado en una torre dictaba la forma que consideraba única para poder lograr la soñada inmortalidad. Hace algo más de un siglo, en las prosas que componen el prefacio de su “Canto Errante” (1907), Rubén Darío defendía con pasión el lugar de la poesía dentro del mundo moderno y destacaba, en especial, su superior alcance cognitivo: “El poeta tiene una visión directa e introspectiva de la vida – escribía- y una visión que va más allá de lo que está sujeto a las leyes del general conocimiento”. Pero no se crean que este género se puede construir con una fórmula unilateral, su riqueza permite confirmar que en la literatura occidental tenemos múltiples ejemplos de grandes poetas de una misma época, con radicales formas distintas de asumir la poesía a nivel de excelencia sin poder anular uno al otro. Góngora y Quevedo a través del culteranismo y conceptismo podrían ser un ejemplo paradigmático. En nuestra América, Pablo Neruda de un lado y Nicanor Parra del otro fortalecido con el exteriorismo de Ernesto Cardenal se constituyen en dos extremos poesía versus antipoesía y al final un triunfo indiscutible de ambas poéticas con textos de una lucidez expresada en sus mejores momentos. César Vallejo publicó “Trilce” y T S. Eliot “La Terra Baldía” ambos en el año 1922. ¿Cuál de los dos en realidad representaba la modernidad o acaso no eran ambas expresiones, que permanecerían como modelos a
seguir, siendo distintas? Aunque este premio se puede otorgar por una trayectoria en teatro, novela, cuento, ensayo y poesía, en este caso, estamos ante la presencia de un destacado poeta. Tony Raful nos convoca al recibir el más alto galardón que se otorga a un escritor dominicano en vida, teniendo como arsenal principal sus poesías construidas como toda gran obra en la soledad del proceso escritural, pero siempre al lado de multitudes que hoy lo acompañan en una fiesta nacional por su merecida presea. Él, ha publicado hasta el día de hoy: La poesía y el tiempo (1972), Gestión de alborada (1973), Abril, nacen alas delante de tus ojos (1980), Visiones del Escriba (1983), Pájaros y horizontes sitiados (1984), La dorada mosca del fuego (1988) Ritual onírico de la ciudad y otras memorias, Las bodas de Rosaura con la Primavera (1986), Poesía, antología personal (1995), La ciudad y el amo (en colaboración), La ciudad y sus cantos (2009), Danza del amor y los mandalas, (2010), La barca y el gavilán (2012), Mirándote bailar, cantatas y partituras para amantes y duendes (2012), La loca del café sublime (2013). Sin embargo, me resultaría imposible hablar de todas ellas, viéndome impelido a referirme a aspectos relevantes de algunas a título de ejemplo. En una noche donde queda exaltado la inmortalidad como Premio Nacional de Literatura 2014, tengo el gran privilegio de decir textualmente lo que expresé hace 40 años en la presentación de su libro “Gestión de alborada”. Tony Raful trata de sacar el máximo a las imágenes visuales, auditivas y fundamentalmente, las cromáticas. El ritmo interno de sus poemas nos recuerda una expresión aparecida en el libro de René Welleck y Westin Warren, Teoría literaria: “toda obra de arte literario es, antes que nada, un conjunto de sonidos de los cuales emana un significado”. Si se discute la aplicación de este criterio en sentido general, me parece que se
ajusta indiscutiblemente a cierto tipo de poesía, entre la que se encuentra la del autor de la Poesía y el tiempo. Son pinceladas rítmicas que percibimos con mayor rapidez que su propio sentido. A veces nos sentimos rodeados de múltiples imágenes sacándole a cada palabra alguna nota para componer la sinfonía final que es el poema. Dos definiciones de poesía nos permiten valorar los aportes del autor de “La dorada mosca de fuego”. Octavio Paz expresa: “A la inversa del cuadro, el poema no muestra imágenes ni figuras: es un conjuro verbal que provoca en el lector o en el oyente un surtidor de imágenes mentales. La poesía se oye con los oídos, pero se ve con el entendimiento. Sus imágenes son criaturas anfibias. Son ideas y son formas, son sonido y son silencio”. Y para Pierre Reverdy “el poeta es un buceador que va a buscar e n las profundidades más íntimas de su conciencia los materiales sublimes que cristalizaran cuando sus manos lo saquen a la luz” “A través de la luz este autor nos convoca siempre a un mediodía y a romper el silencio llenándolo de música”. Luz y armónico sonido son emblemas de su poesía esencial. Lograr un libro de juventud como “Gestión de alborada” donde convergen un conjunto de hallazgos recuerda el inicio de Rafael Alberti con “Marinero en tierra”. “DANZA DEL AMOR Y LOS MANDALAS”, es una recuperación adecuada no solo de la mejor tradición poética, sino una puesta en futuro a través de la palabra, de un instrumento artístico que nos lleva hacia zonas poéticas de valor permanente. “Ritual onírico de la ciudad y otras memorias”: ¿Por cuantos en verdad ha sido leído? Yo mismo, que creía que lo había leído, en realidad no lo había hecho con el debido detenimiento. ¿En cuántas zonas de ese mundo creado de imágenes, me había detenido a reflexionar?, me atrevería a decir que aún no
El poeta Mateo Morrison hace su presentación del también poeta y escritor Tony Raful.
concluyo. Ahí mismo recordamos que el autor de este libro es el poeta por excelencia de la ciudad de Santo Domingo, la calle el Conde y su entorno, lo cual reafirma con su libro “La loca del café sublime”. Nadie como él ha llenado de palabras encantadas esta zona de la geografía tan íntimamente ligada a nuestra historia y vida cultural. “El palacio de esquizofrenia”, “Tesoro colonial” y “Guía para entrar a la Ciudad Colonial” consolidan nuestro criterio acerca de este cantor citadino. Muchos de los grandes autores a nivel universal le han escrito al entorno urbano. En el tomo IV de El Espectador, José Ortega y Gasset nos hace saber que “la historia de los pueblos clásicos comienza con una fundación de ciudad, con una fiesta municipal”. Pensar la ciudad supone filosofar su lugar –figura de tiempos y territorios dise-
minados, recuperar su entusiasmo cósmico con el deseo silencioso inscrito en el ritmo verbal de la poesía, sombra omnipresente cuya fugacidad suscita gritos y cantos inherentes a la noche que tiembla entre risas y órficos dientes urbanos. Un instante poético podría retener la ciudad para siempre, nombrarla en “ese hueco donde aparece lo otro”. Las ciudades penetran la frontera invisible del poema, rememoran imágenes que ahora se transfiguran en la apariencia melancólica de lo que sólo existe en el paraíso del lenguaje. “La más bella obra de arte en la historia de la humanidad”, llegará a decir Hegel. Desde Las flores del mal el tránsito de la ciudad irrumpe lejano y maldito. El poeta desarraigado e incapaz de acceder al punto de equilibrio le declara un canto de odio y lamento. Y lo hace porque ama aquello que
lo devora. Apenas celebra a la manera de los antiguos líricos. Próximo al fuego solitario de la multitud recuerda el Canto III del Infierno dantesco: En la tradición poética, autores como José Martí en su poema “Amor de ciudad grande”, Walt Withman en “Hojas en hierba”, Arthur Rimbaud en “Vigilias”, Efraín Huerta en “Declaración de odio”, son algunos de los ejemplos de esta temática a nivel universal. La lírica que cultiva Tony Raful tiene su origen en Grecia y se fortalece con los grandes poetas románticos. Ambas tradiciones son válidas si se hacen a nivel de excelencia formal. No debe tergiversarse la esencialidad poética, hay que evitar una ruptura ineficaz con la tradición. El gran poeta Ledo Ivo denunció cuando dijo: “Sin duda no cuesta nada escribir un trozo de prosa y después distribuirlo en líneas irregulares, obedeciendo tan sólo las pautas del pensamiento. Pero eso nunca fue verso libre. Si lo fuese, cualquier persona podría poner en verso hasta el último informe del Ministro de Hacienda”. Al abordar esta primera parte correspondiente a la poesía propiamente dicha nunca podemos olvidar que por lo menos en Hispanoamérica nuestro ascenso a la poesía universal vino de manos de Rubén Darío, quien con sus aires modernistas llevó a nuestra literatura a adquirir una mayoría de edad. Por lo menos seis poetas que le sucedieron a decir de Saul Yurkievich fundaron la nueva poesía de nuestra América: Borges, Huidobro, Vallejo, Neruda, Oliverio Girondo, Octavio Paz y Lezama Lima, entre otros, crearon los cimientos de un corpus de dimensión universal. Pero no fue suficiente la influencia determinante de estos autores. La poesía siguió creciendo después, busco nuevos caminos y ahí Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Mario Benedetti, tomarían en algunos de sus textos la senda de la cotidianidad que advirtieron con una mirada a la literatura anglosajona y otros a su mundo
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externo inmediato. Esto permitió la multiplicación de las posibilidades de la poesía tanto en verso como en prosa. Las posteriores generaciones de la cual el autor homenajeado forma parte siguieron respetando a los padres, pero buscaron nuevos caminos entre la mejor tradición y la imprescindible ruptura. Dos libros, entre otros, me permiten consolidar mi aseveración. “Diez de ultramar, Joven poesía latinoamericana” recogido por el poeta y ensayista Ramón Coté y Julio Ortega en la “Antología de la poesía latinoamericana del siglo XXI” : el turno y la transición. El autor de “Abril, nacen alas delante de tus ojos” ha publicado recientemente aforismos: “LA POESIA ES LA LUZ CANTANDO” y “EL AMOR ACUDIO/ AGAPE DEL CORAZON/ A LLENAR DE CONTENIDO/ LAS PALABRAS VACIAS”. El autor de “Pájaros y horizontes sitiados” ha explorado en su proceso creador tanto la poesía en verso como en prosa. El poema breve e intenso y el de prolongado aliento. Aún no salimos del largo suspiro al leer o escuchar “mirándote bailar cantatas y partituras para amantes y duendes”. Pero también ha escrito una novela poética o una poesía novelada “Las bodas de Rosaura con la primavera”. En el año 1990 mientras escribía esta obra le pregunté que cómo la definiría, y me respondió: Rosaura es material del sueño y de la vida, de la muerte y de las demandas de crecer bajo el fuego auroral de la utopía. No se puede procurar en este texto una adecuación a las exigencias decorosas de cambiar la vida, porque en él la vida pierde súbitamente sus rótulos e insignias, tratando de hurgar en el hombre. Es bajo los sedimentos de su vacío, que Rosaura anula su conciencia o la violenta en sus dramas episódicos para ventilar su esencia vital contra el ordenamiento lógico, contra el reino de la razón. Se trata de una confrontación perpetua en la cual el autor se pierde en el personaje, invadiendo sus dominios expresivos. A veces pienso encontrarme en cualquier calle con Rosaura. Pienso que me asalta con sus ternuras y arrebatos, con los jirones de su alma. No podemos dejar de mencionar otra faceta de nuestro escritor, la de investigador histórico. Libros como: “Movimiento 14 de Junio, historia y documentos”, “La Revolución de Abril de 1965”, “José Francisco Peña Gómez, aportes a la democracia y al desarrollo social y económico de la República Dominicana” y “De Trujillo a Fernández Domínguez y Caamaño”, demuestran no solamente la trascendencia de este autor donde ocupa un lugar de significación por la profundidad de sus investigaciones y porque además contribuye a exaltar a los héroes y mártires de nuestro pueblo que han hecho extraordinarios sacrificios aun el de su propia vida en la búsqueda de un país más equitativo, libre, democrático y soberano. Es imposible agotar este universo, pero me gustaría señalar otras vertientes significativas: la del periodista literario, que se expresa en su primera etapa en el tomo “Emboscada al relámpago”. Estos aportes han continuado semanalmente convirtiendo cada entrega en verdaderas piezas artísticas. Su discurso para ingresar como miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua correspondiente de la Española, es un texto donde interactúan en forma esplendente la literatura y la historia testimoniando su sobresaliente bagaje intelectual. La función pública que ha ejercido también lo ha puesto al servicio de la cultura y la literatura dominicana; ya sea como director de la Biblioteca Nacional o como primer titular de la Secretaría de Estado de Cultura, donde además de crear la Editora Nacional. En su condición de presidente del Consejo Nacional de Cultura convocó y cristalizó el primer congreso que incluyó a todos los dominicanos residentes en la geografía nacional y el exterior, teniendo como eje central la identidad cultural. Poeta, lo que usted ha entregado como obra escrita y ser humano de bondades y solidaridad lo ha llevado a ser uno de los intelectuales más queridos por los diversos sectores de la sociedad dominicana. Al usted recibir esta distinción se premia la creatividad y la excelencia que caracterizan su trayectoria.
Felicidades del alma, poeta Raful, en nombre de todos los poetas de la tierra! Mateo Morrison Santo Domingo
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Sábado 22 de febrero de 2014
Premio Nacional de Literatura
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Discurso del poeta
Tony Raful al recibir el Premio Nacional de Literatura 2014 ( Antes que nada mi gratitud a la fuerza de energías conscientes en expansión que ha creado este universo maravilloso de asombro y magia en el que vivimos, amamos y morimos, y que Dante Alighieri, en el Paraíso, Canto XXXIII, de la Divina Comedia, define como “el amor que mueve el Sol y las estrellas”, mis agradecimientos a la Fundación Corripio, puntal decisorio de apoyo consistente a la cultura y estímulo al escritor e intelectual dominicano, y en ella a su presidente José Luis Corripio, al Ministerio de Cultura y a su titular el artista José Antonio Rodríguez, al Jurado calificado de otorgamiento del Premio Nacional de Literatura 2014, integrado por figuras prestigiosas, académicas y de mérito, rectores de las principales universidades del país. A todos ellos mi permanente respeto y gracias sentidas. A mis familiares más queridos, a los que ya no están, pero que me inculcaron los valores con los cuales he vivido, a mis padres, Pedro Raful y Carmen Tejada Jiménez de Raful, a mis hermanos José y Pedro, a mi mujer, Grey Soriano de Raful y a mis hijos, Ernesto, Amín, Faride, Farah, Raúl y Tony Abel. A todos mis amigos y amigas entrañables, con los cuales he compartido un tiempo esencial de afecto, solidaridad y amor).
Señoras y señores:
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ace ya muchos años un poeta errabundo de estirpe milenaria que leía sus versos puntuales cada domingo desde el balcón de su exilio en México, ante una concurrencia de mutilados, de heridos, de compatriotas, les advirtió a todos los poetas del mundo de los peligros de la vanidad humana, de enseñorearse en una torre de cristal, ignorando que la poesía, ese flujo sensible y hermoso de versos, ese legajo exquisito del alma y la lengua, provenía de un intenso sedimento social, de un flujo solícito de imágenes, del barro y la arcilla cultural y humana de los pueblos. Ese poeta español llamado León Felipe, nos dijo: “Poeta/ni de tu corazón/ni de tu pensamiento/Entre todos los hombres las labraron/y entre todos los hombres en los huesos/de tus costillas las hincaron/La mano más humilde/te ha clavado un ensueño.../una pluma de amor en el costado”. El oficio creador de la palabra, los vínculos del ser con los fenómenos externos de la realidad están sujetos a variables permanentes, a mutaciones cíclicas. La realidad no constituye un contexto definido, levita y naufraga, oscila y trastoca, lidiar con ella es envolvernos en los sauces minados de la imaginación. Un escritor de las garras de Ho-
norato de Balzac, que hizo de “La Comedia Humana” el mayor grado de observación crítica, jamás conocido, en un serial narrativo impresionante de su tiempo, llegó a confesar que la casualidad es el mayor novelista del mundo. Y es que tal como señala Jules Romains, refiriéndose a los novelistas, viven con intensidad extraordinaria todos esos trozos de experiencia –innúmeros y heteróclitos- de que está hecha la existencia del hombre. “Semejantes escritores tiene un ritmo incomparable de emoción y absorción. En algunas horas, viven la vida entera de un empleado, un obrero o de un militar. No vacilaré en proclamar que seres así constituidos son supranormales. Su parentesco no se encuentra entre los ratones de biblioteca sino entre los videntes, entre los médiums, entre todos los que presentan cierta ampliación –más o menos prodigiosa- de nuestras facultades ordinarias. Tal fue eminentemente el caso Balzac. Tuvo en verdad poco tiempo para vivir. De una existencia relativamente corta, la mayor parte la dedicó, dentro de un cuarto cerrado, a sus tareas de escritor. Pero vivió algunos años de experiencia y de una experiencia cuyo ritmo fue sobrenatural, como es sobrenatural la velocidad de los acontecimientos que alojamos a veces en nuestros sueños”. EL POETA ES UN VIDENTE. William Shakespeare, que es el poeta dramático más ilustre
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de todos los tiempos, por la diversidad, por la riqueza, por la profundidad y por la belleza poética, tal y como señala el crítico Mauro Armiño, nos dejó el canon de un tiempo trascendente, pudiendo captar en el corazón humano, todas las veleidades y pasiones que marcan su impronta vital en los ciclos numerarios de la historia de la civilización humana. Escribió y reescribió los más insólitos temas. Rescató en su dramaturgia viejas piezas teatrales, crónicas, el pasado histórico, y gracias al lenguaje poético y a su riqueza imaginativa, es un referente inagotable, sus personajes son actuales, sus hormas verbales se convierten en verdades absolutas, porque en su incesante aguijonear social, en su introspección psicológica, ellos nos representan, somos ellos, en una evolución que se enrosca en la dimensión caótica de las caídas y vanaglorias del ego humano. Ese Shakespeare local y universal, escribió: “Estamos hechos del mismo material de los sueños”. El tórrido afán humano tiene la plasticidad de lo etéreo, nada permanece sino en los tejidos del sueño que el poeta toca frágil con el estro, la sutil capa de lo que intuye en la ecuménica redondez del asombro. El gran poeta Odiseo Elytis, en su obra “Dignum Est” en el segundo salmo de la Pasión, confiesa: “Mi lengua me la dieron griega/ la casa pobre en las arenas de Homero/ Cuidado único mi lengua en las arenas de Homero”. En el vuelo lírico de la más alta poesía griega de nuestro tiempo, levitan sus alas en los textos esplendentes del gigante ciego, que universalizó la metáfora fosforescente del mito. Y nosotros, ¿qué decimos, en el marco global de los campos unificados de la materia? Que la lengua nos la dieron castellana. Que pasta en la prosa urdida de belleza, moraleja, criticidad, locura y ornamento fluido de la caballería, en las arenas de Cervantes. Y en los códigos de versificación de Góngora. Y en las arenas de Quevedo. Y en la lengua de Antonio Machado. Y en el relámpago del alma que es la música encantadora de Federico García Lorca. Y en “La destrucción o el amor” del gran Vicente Aleixandre. Y en el hondo latir del pastor de cabras y de quimeras, Miguel Hernández, inclaudicable, superior. En la voz desatada sobre el cuerpo y la sangre de César Vallejo. En la poesía oceánica de Pablo Neruda. Y en los versos de Octavio Paz. En la perpetua gloria de la metáfora, en Jorge Luis Borges. En la
Sábado 22 de febrero de 2014
poesía fraterna y coloquial de Mario Benedetti. En las arenas de Rafael Alberti, y en la poesía cargada de futuro de Gabriel Celaya. En las arenas de la inmensa Gabriela Mistral y de Blas de Otero y de Ángel González. En los versos de Manuel Del Cabral, de Pedro Mir y de Aída Cartagena Portalatín. Mi lengua me la dieron castellana, y en ella se asoma como un jinete intrépido del lenguaje, el más grande de todos nosotros, Rubén Darío. Borges, quisquilloso y estricto en el elogio, escribió: “Cuando un poeta como Rubén Darío pasa por una literatura todo en ella cambia. Todo lo renovó Darío, la materia, el vocabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado y no cesará; quienes alguna vez lo combatimos, comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el libertador”. En el vocabulario “diluvial” de Darío, como llama el crítico y pensador nicaragüense Edelberto Torres al torrencial acervo de metáforas y neologismos, a su ansia expresiva de hermosura, a sus reformas métricas del verso, a su repertorio rico, el más rico y variado, maestro innovador, padre y señor del Modernismo, ante cuya estela inmortal, evoco trémulo en la noche de hoy, su recuerdo, su semblanza, su presencia de plenitud y belleza, y le digo desde este promontorio insular, a usted Maestro, gracias por la exquisitez y plenitud de su legado. Somos sus hijos agradecidos en la amanecida del siglo 21. Nosotros venimos por un túnel glamoroso de palabras y ensueños. Venimos de una tradición y de un constante movimiento renovador de la lengua. Venimos de un tiempo y de una cultura, de grandes vacíos y plenitudes, de esfuerzos sublimes para consagrar la utopía. Un escritor que no tiene raíces no se asienta en el río caudaloso de las imágenes y los arquetipos conceptuales de su época. Los dechados culturales son transitorios como el hombre mismo. Roberto Fernández Retamar, el importante poeta cubano escribió, “somos hombres de transición” y es cierto, la transición es un proceso que apunta siempre hacia el porvenir, y la palabra escrita, el verbo fundacional, atestigua la marcha, la increíble vocación de presentar la poesía como un recurso sensible de instancias armónicas y coordenadas de luz, búsqueda de la densa materia del asidero de lo espiritual en la magia del verso. Vivimos datados, el hombre no puede vivir desdoblado, ajeno al barómetro telúrico de su tiempo social y humano, no somos lo que pretendemos sino lo que creamos, no somos espuria argamasa en descomposición sino soplo del alma enamorada. Alcanzar el cenit, la idea prístina de una techumbre de versos nos catapulta a la divinidad, voluntad diseminada en cosecha de ideas, en trascendente y voraz asunción a los cielos de la palabra, al verbo que fue primero, al verbo que es la luz, el indicador flamígero de lo duradero, de lo que persiste y reina por siempre. ¿Cómo se puede vivir la época que vivimos sin la clarividencia, sin los puntos cardinales donde la utopía embaraza de plenilunios y vislumbres encantados la búsqueda de los enclaves, ese adentrarse en la conciencia humana, para quebrar la monotonía, el discurrir de una rutina primaria, llena de miserias, y procurar altísimos niveles de realización, donde la vida cristaliza sus gemas más preciosas? Zigmunt Bauman ha dicho que vivimos una época de incertidumbre, caracterizando como “tiempos líquidos” a la sociedad de nuestros días. Para Bauman, hemos pasado de una modernidad sólida, estable, a una sociedad líquida, flexible, voluble, en la cual, las estructuras sociales ya no perduran el tiempo necesario para solidificarse, y no sirven como marcos de referencia para la acción humana. Ante este cartabón analítico de Bauman, los poetas proponemos la resistencia textual, visual e interior, la ratificación del poder creador de la palabra y de los sueños, en la lucha por la paz y la justicia. Humberto Eco, el formidable filósofo y semiólogo, el autor de “El nombre de la rosa” y de “El péndulo de Foucault”, en una maravillosa obra que acaba de publicar llamada “Historia de las tierras y los lugares legendarios”, describe las tierras y los lugares que, ahora o en el pasado, han creado encandilamientos, utopías e ilusiones, porque mucha gente ha creído realmente que existen o han existido en alguna parte. Llevada por la literatura, por los relatos novelescos, por los cantos épicos, ha logrado identificar lugares ficticios como lugares reales, leyendas como “La Atlántida”, dice Eco, cuyos últimos restos muchas mentes no delirantes han tratado de identificar, incluso leyendas dudosas, como Shambhala o como Shangri –La, que otros reproducen como existencias espirituales, cambiando el curso de sus vidas. El Almirante Don Cristóbal Colón, llegó a albergar la
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El poeta Tony Raful saluda a los presentes en la premiación, quienes le aplaudían. Le acompañan y se unen al aplauso el ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, y el empresario José L. Corripio.
creencia de que encontraría el paraíso terrenal, delineado en las fuentes bíblicas, al lanzarse a la conquista de nuevos mercados, creencias que lo llevaron a encontrar tierras nuevas bajo el relumbrón histórico de su hazaña portentosa. La Guerra de Troya, impresionante evento mitológico surgido en la mente prodigiosa de Homero, ha terminado siendo realidad, al descubrirse los restos de la ciudad de Troya e iniciar excavaciones arqueológicas que confirman los versos de “La Ilíada” y “La Odisea”. En la mitología y en los sueños trazados por el pincel o la pluma de dibujantes y poetas, están las claves del impulso de las ilusiones, sin las cuales los seres humanos estaríamos aún en el paleolítico inferior. Lo que Humberto Eco plantea es la validez de la realidad de las ilusiones, y lo hace asumiendo, con láminas y grafías, uno de los más bellos libros jamás escrito. La poesía dominicana goza de buena salud. Podrá no tener récords de ventas ni competir con la farándula discursiva que nos abate. Sin embargo se mueve, late, se multiplica con promisorias promesas e intentos válidos por conquistar el derecho a existir, valorando la continuidad de los grandes aedas del parnaso nacional, enriquecidos por la tradición, y haciendo posible las rupturas que movilizan el verso adormilado y amplían el horizonte expresivo del lenguaje, desde la insigne Salomé Ureña, afligida y solemne, maestra troncal bajo la égida de Hostos, capaz de parir a un Pedro Henríquez Ureña, que llena todos los hemisferios de la cultura, y cuyo perfil es la identidad humanista de nuestra presencia hispanoamericana, la magna patria de la lengua española y quien junto a Juan Bosch define la proceridad estelar de la sapiencia y la ilustración nacional. Cómo dejar de citar a Domingo Moreno Jiménez, bonzo creador de “El Postumismo”, a Héctor Incháustegui Cabral, cuyo “Canto triste a la Patria bien amada” o “Una carta a Niña la de Paya”, son imborrables del alma nacional, o a Franklin Mieses Burgos, poeta preciosista que elevó la versificación a niveles superiores de encantamiento y belleza, a Tomás Hernández Franco, cuyo texto “Yelidá”, es probablemente el más seductor poema interracial del Caribe, bajo una lucha feroz de dioses nórdicos y africanos, con acordes de arpa y violín, a Manuel Rueda, artista exquisito cuyos textos poéticos parecen labrados por un orfebre de la palabra alada, y cuyo poema pluralista “Con el tambor de las islas” es una de las más hermosas y primorosas poesías dominicanas experimentales, a Freddy Gatón Arce, cuyos cantos, “Además, son muchos los humildes de mi tierra”, y la escritura automática en “Vlia”, constituyen tributos esenciales a nuestra poesía, a Lupo Hernández Rueda, cuyo poema “Círculo”, de forma y contenido mandálico, es un aporte ontológico y nuevo en la poesía dominicana, a Víctor Villegas, que era un príncipe que rondaba la calle El Conde, con poemas a bordo y textos de valía, a Ramón Francisco, que escribió la epopeya de la historia y nos deslumbró a todos, a Juan Sánchez Lamouth, marginado e inmenso, literato de versos inolvidables como “Sinfonía vegetal a Juan Pablo Duarte”, y “Canto al presentido petróleo de mi tierra”, a Marcio Veloz Maggiolo, el más completo de los escritores dominicanos, narrador, ensayista, poeta, a Máximo Avilés Blonda, hierofante de versos sagrados, a René del Risco Bermúdez y a Miguel Alfonseca, promesas altas que burlaron el azar, voces telúricas que resuenan en la proa viril del compromiso histórico, y en su espléndida capacidad de amar como los pueblos, Antonio Lockward, narrador intenso, culto, incisivo, poeta. Quien os habla viene de esos litorales. Al recibir el Premio Nacional de Literatura, ese galardón alto y valioso de reconocimiento
por una vida conferida a la creación, estoy consciente de que un premio en sí mismo no tiene validez si detrás de su otorgamiento no hay una generación de escritores, un tiempo de ideas y conceptualizaciones, un espacio de palabras compartidas, los poemas sustantivos de una época y de una memoria social en movimiento. Estoy convencido, de que represento ese momento intertextual, configurado el trabajo sistemático en las ordenanzas del oficio, en la lectura y la entrega, en el verso recurrente de la imagen, de la poesía que surge súbita y espontánea cuando escribimos y cuando hablamos, porque la gestión escritural es tarea competitiva de todos los días. Pablo Picasso, creía que había que envejecer lo suficiente para ser generoso, para salvar las obras de los otros, así se lo confiesa a André Malraux. Una obra de arte, un poema, decimos nosotros, “antiguo o moderno, abre un espacio, exhala una época, irradia una materia” que se transforma en la diversidad crítica, que trepa las múltiples lecturas imaginativas, y se reposiciona en la universalidad del arte. Hölderlin se preguntaba: ¿y para qué sirven los poetas en tiempos de mezquindad? Cuando esos tiempos envejezcan lo suficiente como decía Picasso, salvaremos las obras de los otros que somos nosotros mismos, del lenguaje de la vulgaridad que lo corroe, de lo chabacano por el rigor, de la medianía complaciente por la excelencia, de los egos insufribles a la calidez generosa de las almas grandes. Toda poesía es un desafío, un teclado de sensibilidades, un altavoz señero abriendo auroras y prodigando dones en la díscola y florecida especie humana. Deudor de las ideas que despertaron en mí, tempranamente la devoción por las letras, de mis amigos entrañables que me incorporaron a sus discursos y a sus prosas y versificaciones, como Andrés L. Mateo, cuya solidaridad fue intensa y fraterna desde la adolescencia, Norberto James, Fernando Sánchez Martínez, Antonio Lockward, mi hermano, Mateo Morrison, Jimmy Sierra, el Movimiento Cultural Universitario, la “Joven Poesía”, Federico Jóvine Bermúdez, Enriquillo Sánchez, Enrique Eusebio, Rhadamés Reyes Vásquez, Luis Manuel Ledesma, José Molinaza, Miguel Aníbal Perdomo, Domingo de los Santos, Alexis Gómez, Rafael Abreu Mejía, Soledad Álvarez, Giovanny Cruz, Tomás Castro Burdiez, Jeannette Miller, Miguel Alfonseca, René del Risco, Pedro Caro, los círculos literarios, los clubes culturales, acudo a este acto significativo, concluyendo estas palabras sentidas, reafirmando mi vocación y refundando en los versos la dimensión gramatical, ortográfica y literaria, de nuevos aportes a la literatura nacional . Concluyo con versos esta noche que es una fiesta de la poesía, una inolvidable verbena de todos mis amigos y amigas, a quienes amo y quiero: “Cómo se muere o se vive/Cómo arde la luz/ en el reino de la rosa/Cómo se hospeda la alondra/en el navío dormido del espejo/Cómo libera el vino/el oleaje del amor divino/Cómo arde la lluvia/ que vibra desnuda en tu pecho/ Cómo se designan los gemidos/cuando el mar entra en tu vestido/Cómo se ciñe la medida/cuando la piel llamea ardida/ Cómo se muere o se vive/ ardid de dulzura/ El destino y su embestida/ es música y es mentira/ El azar que nos aguarda y nos mira/ Nada apacigua el día/ sólo los cantares/ y el querer de tu alegría”.
Tony Raful Tejada 19 de febrero del 2014. Santo Domingo, Rep. Dom.
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AREÍTO
Sábado 22 de febrero de 2014
DISCURSO DEL MINISTRO DE CULTURA,
Premio Nacional de Literatura
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JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ AL POETA
TONY RAFUL
ALINA MIESES.
El ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez, cuando pronunciaba su discurso.
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a poesía en pasión que enciende el verbo del asombro. En su origen, la poesía y la filosofía nacieron del asombro primigenio, donde el hombre corriente apenas vio costumbre. Como ejercicio de la imaginación y sensibilidad, la poesía se matrimonia con la noche y con el día, y pare palabras, sentidos y metáforas. La poesía es la sustancia del poema: canta y encanta, relata el drama de la vida y se vuelve padecimiento del espíritu. Quien dice poesía dice consagración del tiempo y conjuro del alma. Todo el hacedor literario que asume el quehacer poético encarna una trayectoria de contemplación constante y perenne de los avatares de la vida despierta y dormida, la tragedia de la mente estética. El concierto de las letras dominicanas posterior a la Guerra Patria de 1965, la voz y la palabra encendida de la lírica de Tony Raful inició su estallido en las vertientes social y sentimental. Desde 1972, con su libro seminal La poesía y el tiempo, Raful asume la estética machadiana de que la poesía es “palabra en el tiempo”. La poesía es pues, tiempo encarnado. La materia y la sustancia del poema es el tiempo. Vale decir, la poesía la construye el tiempo, se alimenta de temporalidad, y trasciende el tiempo histórico. Los ideales que resumen la obra poética de Raful se mantienen contantes con una asombrosa verticalidad estética, apegada a los legados posromántico, neomodernista y postsimbolista que le insuflan un aire de fuego y una música acuática a su obra poética. Si bien en su intelecto convergen el historiador y el poeta, esto no es casualidad, pues ya Aristóteles afirmó en su poética que “La poesía es más verdadera que la historia”, y que si los historiadores nos hablan del pasado, los poetas nos dicen que lo ha de ser. De ahí, el calificativo antiguo de vaticinador que tenían los poetas, de adivinos y aedas, a la manera de Píndaro, Homero y Hesiodo. En tal virtud, el gran pensador, poeta y premio Nobel, Octavio Paz afirma que: “El poema sin dejar de ser palabra e historia, trasciende la historia”. La figura del historiador y del poeta, son caras a Raful, pues ha cultivado no sin pasión y acierto, ambas vertientes de la creación intelectual. Imbuido por la pasión investigativa del pasado, nuestro poeta
extrae del tiempo histórico la imagen del acontecimiento y de las grandes hazañas, y las transforma en su verdad histórica, del mismo modo que parte del ser del acontecimiento pretérito y le canta como una manera de hacer permanente y trascendente la imagen histórica. Para Raful, pues la historia es una “hazaña de la libertad”, para decirlo con palabras de Benedetto Croce. Cantor de la paz y poeta de poesía de homenajes a los prohombres, el autor de La dorada mosca del fuego asume la sentencia de Octavio Paz de su obra El arco y la lira, que reza: “como la creación poética, la experiencia del poema se da en la historia, es historia y, al mismo tiempo, niega a la historia”. La práctica del ejercicio poético en Raful representa una ética de la escritura contra viento y marea. El dinamismo de sus frases poéticas y el colorido de sus imágenes conforman una propuesta expresiva testimonial, así como una retórica de amplias convicciones de su destino literario. Así pues, funda un mundo poético permeado por la historia y la memoria del presente. Poesía del dolor y de la alegría, celebrante y celebradora. Poesía de firme y alta voz, que empina sus luces sobre las aflicciones del alma y sobre las tragedias sociales. En su universo poético, el hombre y la historia se afirman en protagonistas utópicos del tiempo y la memoria. Tony Raful es un hombre de pasiones sociales y políticas, y vocación poética de corazón y de piel. Hombre público y mentalidad estética, que ha asumido la palabra poética con heroicidad, y la política como vocación histórica. Los que, como yo, hemos seguido su trayectoria pública y literaria, damos fe de su inquebrantable pasión libresca y búsqueda de saber. Lo mismo navega de la politología a la literatura, que de las ciencias ocultas a la historiografía, y del ensayo a la crítica. Autor de artículos de opinión siempre sazonados por el lirismo de las frases y la incandescencia de las ideas, y de obras de historia de enjundiosa documentación acerca de acontecimientos históricos del Siglo XX dominicano y sobre figuras protagónicas de la vida política dominicana posterior a la tiranía trujillista. Admirador de los míticos de los líderes políticos y espirituales, como de los grandes escritores, Raful es un intelectual de voluntad apasionada por el estu-
dio del pasado y del presente de nuestra patria. Autor de emblemáticos poemarios como Abril, nacen alas delante de tus ojos, ritual onírico de la ciudad y otras memorias, la ciudad y el amor, Gestión de alborada, y de ensayos, de análisis, interpretación y documentación histórica como Movimiento 14 de Junio, La Revolución de Abril del año 1965, así como de antologías y libros de artículos periodísticos, la obra intelectual de Tony Raful ha oscilado, pues, entre reflexión teórica, la pasión lírica y la investigación histórica. Entre la oratoria política de proverbial elocuencia y el periodismo escrito, radial y televisivo, el poeta también ha hecho gala con su verbo florido, de filípica persuasión. Este poeta y hombre político lleva la marca de poesía como horizonte en una épica luminosa que ha dejado su huella como legado verbal a la tradición poética de su generación, lastrada por la circunstancia histórica y la atopía social. Poeta de la ciudad y del amor, poeta de gesta y de alborada, aeda citadino nocturno, Raful ha merodeado entre el espacio urbano y la profecía celeste, el canto telúrico y la fantasía de los sueños. Oigamos su voz: Aquí está el sol propagando la diáfana voz, la intimidad de los sonidos en el espacio estremecido donde la lluvia y el canto hacen travesías grávidas y se trepan a los árboles ataviados de pájaros y nostalgias. Aquí la loca poesía llenando de almendros tus costados, amaneciendo en el viviente júbilo de las marcas cuando la voz se monta en el corcel del sueño, cuando tu voz es soplo del ciervo, del veloz párpado en la danza del viento, ondulaciones del conjuro cazador de alma. Esta noche honramos las letras dominicanas al premiar un poeta de convicción galante en el oficio poético y a un guerrero lírico de la profesión espiritual de la palabra. Se trata de un poeta cuya arma, que son los sueños, nunca ha abandonado, mismos que le han permitido edificar catedrales de símbolos poéticos y avenidas de palabras con alma romántica. Esta trayectoria se recompensa esta noche con el aplauso de pie y el corazón abierto que le concedemos por sus atributos literarios y su talante verbal. Su poesía nos llama y nos congrega. Nos une y nos hace celebrar una vocación admirada por todos, pues como bien dijo el poeta Lautreamont, si “la poesía ha de ser hecha por todos”, no menos cierto es ser leída, sentida y celebrada por todos. Con la entrega esta noche del Premio Nacional de Literatura 2014, el máximo galardón de las letras nacionales, por parte de la Fundación Corripio, y con el aval del Ministerio de Cultura, al poeta, ensayista y político Tony Raful, contribuimos a enaltecer los valores trascendentes de las personalidades dominicanas que han asumido el oficio de las letras y la vocación literaria con pasión, entrega sacrificial y honestidad estética. Fue esa la convicción a la que el Jurado de Premiación apeló para otorgarle esta distinción que honra su trayectoria y hoja de vida en su praxis intelectual. Exministro de Cultura, actual diputado al Parlamento Centroamericano (Parlacen), exdirector de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, exprofesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y dirigente político, Tony Raful Tejada pasa a formar parte de la lista de autores galardonados con este Premio, que sirve de consagración a una trayectoria sostenida y constante en el ejercicio del intelecto, la imaginación y la palabra, y cuyos antecedentes en la órbita de la poesía han sido, desde la fundación de este galardón en 1990: Joaquín Balaguer, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Mariano Lebrón Saviñón, Víctor Villegas, Lupo Hernández Rueda, Antonio Fernández Spencer, Jeannette Miller, Mateo Marrison y José Mármol. Este Premio al amigo y al poeta, al hombre de pasión política y vocación letrada, viene a coronar una trayectoria en la batalla de la palabra de la práctica social, y de ahí que le llegue en un momento de plenitud creadora y de madurez de pensamiento. Este galardón de las letras nativas, creación de la mentalidad filantrópica de la Fundación Corripio y su fundador, el señor José Luis Corripio Estrada, le entrega a Tony Raful esta noche en esta espléndida Sala Principal Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, con la solemnidad que amerita esta ceremonia, y a la vez, en medio del júbilo y la celebración que nos embarga a sus amigos, admiradores de su obra y compañero de viaje en la ruta de las letras y la poesía. Enhorabuena. Mucha suerte, poeta. Santo Domingo, 19 de febrero de 2014