EDICIÓN 332 - FEBRERO DE 2010
Separata especial Hospital Pablo Tobón Uribe 40 años Anecdotario Hace 40 años 40 años, 40 historias
Anecdotario
En 1990 con motivo de nuestro aniversario N° 20 invitamos al escritor, periodista, historiador y parlamentario E. LIVARDO OSPINA a investigar y la historia de nuestro Hospital y plasmarla en un maravilloso libro. En esta separata compartimos apartes de este documento, resultado de un año de entrevistas y exhaustiva búsqueda en archivos documentales de la ciudad. “De no haber acuñado los propios directores iniciales del Hospital Pablo Tobón Uribe un lema específicamente más propio, que de manera puntual resume el espíritu, la vida y la acción del establecimiento, le hubiera servido para significarlos el célebre verso del poeta latino Terencio en una de sus comedias, Humani nihil a me alienum puto, por cuanto este hospital, que ha cumplido ahora 20 años abierto al servicio público, nada de lo humano le es ajeno y así, en efecto, allí algunos dan más pero ninguno recibe menos.
Y no fue, por cierto, el filántropo medellinense cuya memoria el hospital perpetúa, llevando con agradecimiento su nombre, el solo padre de la iniciativa, sino a su lado o juntamente en el empresarios antioqueños agrupados en la Asociación Nacional de Industriales, sindicato gremial fundado en 1944 para representar y defender los intereses de sus afiliados, al promover la creación de un centro de tal naturaleza en el campo de la salud, a ejemplo de lo que había hecho ya desde comienzos de la segunda década del presente siglo un progresista hombre de negocios, don Alejandro Echavarría, principal animador y benefactor del Hospital Universitario san Vicente de Paul, estrenado en 1934 y desde entonces la primera institución de su género entre nosotros. Para señalar cabalmente los orígenes del hospital hay que remontarse, por lo tanto, hasta el momento en que el 24 de enero de 1946, bajo la presidencia del primer presidente de la ANDI, doctor Cipriano Restrepo Jaramillo, e inducidos por éste al cabo de anteriores conversaciones informarles para considerar y madurar la idea, la junta directiva conoce y aprueba el borrador de los estatutos de la “fundación de beneficencia” que con el nombre de Hospital Andi se propone establecer la Asociación, compuestos por el secretario y jefe del departamento jurídico de la misma, doctor José Roberto Vásquez (...). Allí mismo el famoso empresario don Jesús Mora, miembro de la junta, entusiasta como lo fue de estas cosas y generoso además, ofreció la primera contribución a la obra, representada por cemento por
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valor de $25.000. Doña Carolina Vásquez, próspera viuda del general Pedro Nel Ospina, enterada del paso dado, se hacía presente ofreciendo, como primera donante privada, una cuota de $50.000, exigiendo en retribución que la sala de pediatría del hospital por construir u otra a falta de ésta, llevase el nombre de sus difunto esposo y presidente de la República de 1922 a 1926. A la creación de la corporación hospital Andi, nombre con el cual se constituyo, (...) concurrieron como contribuyentes o aportantes las 72 empresas industriales (...). Nombrada por la junta de la Asociación, de acuerdo con el acta constitucional, la primera fundación quedó integrada el 7 de febrero de 1946 por los señores: Principales: Cipriano Restrepo Jaramillo, José Gutiérrez Gómez, Germán Saldarriaga del Valle Suplentes: Jesús Mora Carrasquilla, Darío Londoño Villa, Guillermo Correa Correa. (...) se designaba director de la obra del hospital por emprenderse al doctor Mariano Roldán, distinguido empresario que gerenciala a la sazón, fundada por él, una prestigiosa agencia de aduanas y había pasado además por el ministerio de economía nacional. Para contar con asesoría científica (...) se constituyó una junta consultiva de médicos, escogidos entre los más acreditados de la ciudad, es a saber: Principales: Gabriel Toro villa, David Velásquez cuartas, Rafael Villegas Arango Suplentes: Ignacio Vélez Escobar, Martiniano Echeverri Duque, Darío Sierra Londoño. (...) con los primeros fondos recogidos de la asociación procedió a adquirir, por conducto del corredor de propiedad raíz don Ramón H. Londoño y pagando de contado, los terrenos para erigir el edificio del hospital; escogiéndose para el efecto un lote de 120.000 varas cuadradas agregado de la finca El Volador, de que era dueño Ramón Arango F. (...) Valió la operación $72.000 o sea a 60 centavos la vara cuadrada.
Hace 40 años... Hace 40 años, el 26 de octubre de 1970 atendimos al primer paciente en nuestro Hospital. ¿Qué más pasaba en el mundo hace 40 años?
En febrero de 1970: El Ejército ocupa la Universidad Nacional en Bogotá, se agudizan las diferencias entre estudiantes y militares. El Ministro de Comunicaciones Antonio Díaz García inaugura el Canal 11 de televisión educativa popular para adultos, desde el auditorio de Inravision en el CAN. Comienzan los cursos básicos por televisión, que estaban diseñados para enseñar a leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir. El precio de dólar era de $18,04. En una clínica neuroquirúrgica de Munich se realizó con éxito el primer trasplante de nervios humanos en la historia de la medicina. Mohammed Alí (Cassius Clay), ex campeón mundial de pesos pesados, anunció su retirada definitiva del boxeo. Chile firma un tratado comercial con Cuba, a pesar de la prohibición de la OEA. Un avión de la compañía Swissair se estrella cerca de la central nuclear de Wurenlingen (Suiza), con un balance de 47 muertos. En Georgetown (Guyana), el gobernador general británico proclama el nacimiento de la República de Guyana, con sir Edward Luckhoo como presidente. Se anuncia en Londres que Silvia Allen será la primera mujer del mundo que tenga un hijo concebido en el tubo de ensayo de un laboratorio. La formación de la banda Queen en Londres, Inglaterra y de Aerosmith en Estados Unidos. The Beatles se separa después de su último concierto conocido como Rooftop Concert.
Empresarios, diplomáticos, representantes del clérigo y pacientes agradecidos expresaron cómo percibían al Hospital en el libro de las visitas que reposa en Dirección. Hospital Pablo Tobón Uribe | 3
40 años, 40 historias Invitamos a los jubilados a enviarnos sus historias y recuerdos del Hospital. Así recuerda nuestro Hospital MARGARITA CORREA SANCHEZ, quien fue enfermera jefe de Urgencias
UNA VIDA DE AMOR Y HUMOR Y ALGO DE TRABAJO... Mi experiencia laboral en el Hospital Pablo Tobón Uribe. Me han pedido que comparta con todos ustedes queridos lectores, algunas de mis vivencias como enfermera del Hospital PabloTobón Uribe. Estas historias quedarían incompletas sino hiciera mención de las personas que las protagonizaron, pero por respeto a la privacidad utilizaré algunos nombres acomodados, que solo mis cómplices, es decir mis compañeros de esa época todos rayando los 50 y un poco más, conocen. El 29 de marzo de 1976 inicié la inducción en el HOSPITAL, nos recibió inicialmente una enfermera ya veterana, de pelo corto, pálida y sin maquillaje, risa sardónica y uniforme de terlette, (fibra sintética, grito de la moda de los 60 y 70), tenía fama de templada, con decirles que se hablaba en chismorreo de corredor, el que era tan brava que hasta el perro guardián de la puerta vidriera, que era una fiera, era su amigo y la acompañaba en las noches a pasar ronda alrededor del Hospital armada de machete... eso decían las malas lenguas, no me consta. Ese mismo día nos habló la gran jefe, mujer rubia, piel de porcelana, ojos azules, femenina elegante y pausada – no estoy describiendo a la princesa Lady Di, pues esta ni siquiera era conocida en ese entonces, estoy hablando de Doña Celina1, fundadora del Departamento de
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Enfermería y mano derecha del director del Hospital. También asistimos al bautizo en la dirección, y escuchamos las palabras cariñosas y estimulantes de un señor de cara rosada, sonrisa amplia y permanente, sencillo y acogedor2. Palabras más, palabras menos nos dijo “que ponía en los hombros de ese grupo de nuevas enfermeras (6 en total) la responsabilidad total y absoluta de mantener la disciplina, el orden, el humanismo, y el respeto a los pacientes”, decía: “los servicios del Hospital serán lo que sean sus enfermeras (una enfermera es como la mamá en la casa, la que pone el orden, exige pero ama a todos sus hijos) a ustedes las mira todo el mundo, todo deben hacerlo bien, deben ser siempre ejemplo para todos sus colaboradores”. También nos dijo que siempre seriamos bienvenidas en la oficina de la dirección – un hospital en construcción necesitaba los aportes, la creatividad de todos sus colaboradores, pero las enfermeras “amas de casa” éramos fundamentales en esa construcción – puedo dar fe, que durante más de 30 años todas las ideas de mejoramiento que hicimos las enfermeras, fueron apoyadas por la dirección del Hospital.
la hermana Irma Q.E.P.D. y la otra una monita flaquita, de ojos azules, bajita, piernona y de minifalda (en el hospital solo estaba permitido el ruedo de la falda unos 6 cm por encima de la rodilla), cuando me presentaron, la jefe estaba apagando un cigarrillo junto al vertedero en el cuarto séptico -no se asusten, fumar estaba permitido en todo el mundo -y también en el Hospital. Esta enfermera cuasi- gomela era PATRISOSTRADA3, si la mismita de ahora, que está igualita excepto que ya no fuma. Esa mismita me hizo la inducción... ya se imaginan como fue aquellito, para ese entonces no existían manuales de inducción, sin embargo ella tenía lista de chequeo, escrita en máquina de escribir y para esa época ya estaba Patrisostrada con el cuento de la estandarización - fue por esos días cuando sacó el primer estándar escrito que era la hoja de preparación quirúrgica-. ...Trabajé durante más de 30 años en el Hospital, pertenecí a esa generación de enfermeras “toderas” laboriosas y perfeccionistas, entregadas al trabajo, líderes en el cuidado de los pacientes, asistenciales por excelencia, creativas y alegres- también fuimos bastante “chinches” y por lo tanto había espacio para charlar , contar chistes y jugarle chanzas a los compañeros. A mí por ejemplo me quedaba tiempo en las noches, al amanecer para disfrazarme o para asustar a los médicos a la salida del ascensor, cuando se levantaban renegando. Espero continuar esta historia para compartir con ustedes la experiencias de toda una vida en el ejercicio de la enfermería, el desarrollo y los avances de nuestra profesión en el seno de una institución que se ha reinventado cada día y cuya alma de ayer y de hoy ha sido el grupo humano que lo ha conformado. Celina Gómez de Arango Miembro de Junta Directiva del Hospital / Jubilada. 2 Iván Darío Vélez Atehortua Director del Hospital 1964-2000 / Jubilado. 3 Patricia Estrada Baena Jefe del departamento de Mejoramiento. 1
Bueno pero dejemos esto tan serio y pasemos a lo bueno, fui asignada al 7° clasificados, allí las dos jefes de unidad, eran polos opuestos: una era una monjita,
EDICIÓN 333 - MARZO DE 2010
Separata especial Hospital Pablo Tobón Uribe 40 años
Anecdotario Continuamos con apartes de la reseña del Hospital, realizada por al escritor, periodista, historiador y parlamentario E. LIVARDO OSPINA. La financiación, la primera piedra y otras anécdotas “La financiación de la obra tropezó desde el principio con dificultades. Las empresas fundadoras no fueron a la hora de abrir el bolsillo tan generosas cual habían prometido; de otro lado, la contratación de los planos se llevó casi dos años (...). Para la fecha en que se colocó la primera piedra del edificio, el jueves 4 de agosto de 1949, el doctor Cipriano Restrepo Jaramillo se había retirado tanto de la presidencia de la ANDI como de la junta del Hospital, para trasladarse a los Estado Unidos como embajador de la República ante la Casa Blanca. En ambas entró a reemplazarlo el doctor José Gutiérrez Gómez, quien a poco dejó la segunda en manos del doctor Gustavo Uribe Escobar, médico y educador que fue rector de la Universidad de Antioquia. Gutiérrez Gómez, desde la presidencia de la ANDI siguió siendo entusiasta animador de la obra del Hospital, hasta darle el destino final que le cupo en suerte. (...)Para 1950, sin embargo, no era mucho lo que había adelantado la construcción y además aparecían nuevas circunstancias como el establecimiento en el país del Seguro Social, lo cual, según pensaban algunos industriales, aconsejaba replantear el proyecto. Gutiérrez Gómez ya no estaba al frente de la ANDI. (…) En la presidencia de la
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ANDI estaba el doctor Jorge Botero Ospina y era él quien provocaba la revisión del asunto, con el resultado de que, siguiendo el consejo e impulso de los mismos Restrepo Jaramillo y Gutiérrez Gómez y de otros empresarios destacados e influyentes, se resolvió llevar adelante, por lo menos, la obra negra de la parte central del edificio, dejando el arreglo de las demás cargas, como un refrán de los antiguos arrieros para el camino (...). Con una inversión aproximada de $900.000, el levantamiento de la estructura en los términos dispuestos quedaba virtualmente concluido entre mediados de 1950 y fines de 1951, con la salvedad, hecha por los arquitectos, y que no fue acogida, entre otras, de que era un “error técnico y a la larga más costoso dar al servicio un hospital por partes”. Al director de la obra, Ignacio Vélez Escobar le parecía, sin embargo, “magnífica y de aspecto imponente”, cuando se alzaba, además, en opinión del perito Rosenfield, a la vista del plano de la ciudad futura, debía concentrarse la actividad hospitalaria. (...) Se llamó a varias puertas, entonces, en busca de nuevos recursos, empezando por aplicar el proverbio de que la caridad empieza por casa (…). Personalmente, Gutiérrez Gómez intervino ante el presidente encargado de la República Urdaneta Arbelaez y su ministro de salud Rueda Galvis. Todo cuanto el gobierno hizo al respecto fue mencionarle ocasionalmente el asunto a un empleado secundario de la Oficina Panamericana, y la iniciativa no corrió así con buena fortuna.
Hace 40 años... Marzo de 1970 u El destacado pintor Pablo Picasso realiza
un donativo (de novecientas obras suyas) a la ciudad de Barcelona.
u Explorer
1 reingresa a la atmósfera de la Tierra (después de 12 años en órbita).
u Concorde hace su 1er vuelo supersónico
(700 mph / 1.127 K / H)
El desaliento, en estas circunstancias, cundía hasta en el seno de la propia junta, que cada vez se reunía menos, a veces con interrupciones de hasta seis meses, aunque sus miembros no descansaban en busca de contribuciones, sobre todo nuevas, y a fines de 1952 pidió a la ANDI su relevo al que no se accedía. (…) Pero en agosto de 1953 se renovaba, quedando de la anterior únicamente don germán Saldarriaga y don Guillermo Correa. Recibía esta nueva junta, una obra negra que en su tiempo se llegó a calificar de mounstrosa por lo grande y de paquidérmica por lo lenta (...). Venciendo su propio y confesado pesimismo, Gutiérrez Gómez, retóricamente fuera de la junta, pero alma y nervio de la empresa que seguía siendo, insistió que no se podía claudicar y debían levantarse de algún modo los ánimos vacilantes. Con un déficit de apenas siete mil y pico de pesos, la cuota anual de $200.000 de la ANDI y siquiera una suma semejante de los industriales asociados, materiales en depósito por $150.000 y los bienes raíces en reserva, podía pensarse en completar por medio del crédito la suma de $1.375.000 en que se presupuestaba según cálculos de los ingenieros y arquitectos, asesorados por el médico consultor Ignacio Vélez Escobar, la adaptación de 11.418 de los 13.487 m2 construidos, con terminación de obra blanca y destinación y dotación de tres pisos especializados para 194 camas, fuera de una cómoda y funcional consulta externa; lo cual era realizable en el término de un año.
u El
Partido Socialdemócrata de Austria consigue una amplia victoria en las elecciones legislativas.
u En
Camboya, el rey Norodom Sihanouk —tras ser destituido— pide a sus súbditos que se pasen a la resistencia contra el gobierno de Lon Nol.
u México
queda en tercer lugar en el II Festival de la Canción Latina, por El triste, compuesta por Roberto Cantoral e interpretada por José José.
u Se proclama el primer día de la Tierra, en
San Francisco, Estados Unidos
En la próxima edición: Por primera vez aparece Don Pablo Tobón Uribe.
Hospital Pablo Tobón Uribe | 3
40 años, 40 historias MARÍA ELENA JIMÉNEZ LONDOÑO Trabajó en nuestro Hospital desde 1970 hasta 2004, año en que se jubiló. Se desempeñó como Contadora, Jefe del Departamento Financiero y Revisora Fiscal del Hospital. Es nuestra invitada en esta edición para compartir su experiencia en los inicios del Hospital. Todo empezó cuando un compañero, hijo de Don Fernando Uribe, me contó que buscaban un contador para el Hospital Pablo Tobón Uribe. Mis referencias eran, que se trataba del antiguo Hospital de la ANDI y que Pablo Tobón Uribe era un señor muy serio y bravo que yo conocí de pequeña, pues mi tía trabajó con su hermana María. Mi primer día de trabajo fue el 2 de febrero de 1970, faltaban meses para inaugurar el Hospital y otros más para atender al primer paciente. Llegué faltando 10 minutos para las 8:00 a.m., ingresé por un camino empedrado rodeado de matorrales –no existía portería- y al llegar a lo que hoy es la puerta principal, me encontré unas tablas atravesadas y un letrero que decía “prohibida entrada a particulares” y para que no quedara duda de la advertencia, un perro gigante cuidaba la entrada! –siempre le he tenido miedo a los perros, pero de verdad este era gigante-. Hice lo que cualquier persona sensata haría: me quedé montada en el carro hasta que llegó el Dr. Iván Darío Vélez y me salvó. Cuando entré encontré al que sería mi jefe, el doctor Stanley Martina, sindico del Hospital quien se encargó de mi inducción. Yo por supuesto venía preparada para esto, de falda y tacones; lo que no esperaba era la inducción que me harían: recorrer todo el Hospital en obra negra… cada tanto me advertían “¡cuidado se va por ese hueco!”; una vez terminado el recorrido me llevaron a una oficina provisional donde revisé los estatutos del hospital y el testamento de Don Pablo Tobón Uribe y así transcurrió mi mañana. Por la tarde llegó a mi oficina don Luis Londoño, jefe de construcción, con una factura y me dijo “como usted ya llegó y es la contadora
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le entrego para que se entienda con esto” emocionada recibí la primera factura que debía pagar… se trataba del cobro de la alimentación para los perros, el que me recibió a la entrada y otros tantos que cuidaban la construcción Éramos muy pocos trabajando en esos momentos, tanto así, que contratamos a una empleada que se encargaba de nuestra alimentación y almorzábamos como en la casa, todos sentados alrededor de una mesa, nos ponían las bandejas en la mitad y nos servíamos. Terminábamos rapidísimo, porque nos encantaba sentarnos a ver al Maestro Ramón Vásquez pintar el mural del Hospital, el muy serio y concentrado en su trabajo y nosotros disfrutando de verlo trabajar. En cuanto al transporte, salíamos caminado por encima de adobes y bajábamos hasta el barrio Córdoba a coger el bus, luego alquilaron un taxi donde cabíamos cinco… después fueron dos taxis y fuimos creciendo de acuerdo con las necesidades del Hospital. Cuando cogíamos otro taxi y le pedíamos que nos llevara al Pablo Tobón Uribe, se dirigía para el teatro, -al hospital lo conocían como el de la ANDI-, así que uno de nuestros primeros objetivos fue posicionar al Hospital Pablo Tobón Uribe. Aunque ser mujer profesional en ese entonces no era fácil, conté con el apoyo de todos, tenía que pedirle en ocasiones a un hombre que hiciera las llamadas para que me pasaran al teléfono, demostrar que si podía con la responsabilidad encomendada y que podía tener a mi cargo a personas mayores que yo fue difícil. Luego de la inauguración del Hospital, el 16 de julio, todos esperábamos ansiosos
al primer paciente. Entonces, subíamos al séptimo piso y ensayábamos, unos como pacientes y otros como personal asistencial; yo me sentaba en una silla de ruedas y alguien me llevaba, sabíamos antes de conocer a nuestros pacientes cómo debíamos atenderlos, cual era la filosofía del Hospital y cómo hacerla vida a través del servicio. Un año después de ingresar al hospital, en febrero de 1971 tuve la oportunidad de comprobar el buen servicio del hospital, me convertí en la primera colaboradora en ser hospitalizada, debido a una bronconeumonía. Son muchas las anécdotas que surgieron durante tantos años en el Hospital, particularmente, cuando era solo un sueño en obra negra. Me enorgullece enormemente ver lo que es hoy el Hospital. Es que además de ser contadora, hice de todo: mi teléfono sonaba para avisarme que un paciente se había volado, o que no encontraban a tal médico, o que fuera a la clínica León XIII por ropa, pues allí nos proporcionaban el servicio de lavandería. Recuerdo una vez que necesitaban sangre de oveja para un examen de laboratorio que la requería como medio de contraste y hasta Llano Grande fui por la sangre de oveja. Yo digo que lo único que me quedó faltando fue operar, literalmente, porque de hecho en la época de construcción, cuando aun no teníamos pacientes un perro de enfermó y el cirujano que lo operó fue el doctor Vélez, con la cajera de ese entonces, Laura Montoya y yo como instrumentadoras. Y aunque he visto crecer al Hospital, proyectarse hacia el futuro consolidarse a nivel nacional e internacional, sigue teniendo el alma, que está en cada uno de sus colaboradores.
EDICIÓN 334 - ABRIL DE 2010
Separata especial Hospital Pablo Tobón Uribe 40 años
El Hospital
visto por nuestras voluntarias Invitamos a varias de nuestras voluntarias a compartir sus experiencias como voluntarias de nuestro Hospital. Ellas son:
Los tres muy preguntones, estrictos y selectos. Cuando empezaron a trabajar a su lado descubrieron a tres excelentes jefes, que valoraban su labor y las apoyaban en todo lo que hacían y necesitaban.
Lya Cadavid Cadavid; Primera presidenta del voluntariado en el Hospital. -Hoy se encuentra jubiladaGladis Bedoya; Presidenta actual. Magnolia Montoya Marín, Amparo González Vélez, Gladys Cobaleda; Fundadora Aula Pablito y Emilse Palacio.
Luego de “pasar la entrevista”, llegó la inducción, cinco días para aprender sobre la filosofía, los valores y la cultura organizacional de nuestro Hospital.
Esas mujeres de rosado que caminan rapidito y sin hacer bulla por los corredores, suben con un paciente, bajan con un acompañante, ayudan acá, sonríen allá, son nuestras queridas voluntarias. Pero no siempre hicieron parte de nuestro Hospital. El 3 de junio de 1986 a las 10:00 a.m. AVHOS, Asociación Colombiana de Voluntariado Hospitalario y de Salud comenzó oficialmente sus labores en el Hospital Pablo Tobón Uribe. Al ingresar, ya existía otro grupo de voluntariado -de la defensa civil-, que luego de un tiempo, se fue del Hospital. Ser voluntarias no las salvó del cuidadoso proceso de elección de personal que realiza nuestro Hospital. Debieron “pasar la entrevista” con doña Celina (en esa época desempeñaba el cargo de Jefe de la División Paramédica), Elisa María (quien era la Jefe del Departamento de Trabajo Social) y el Dr. Vélez (quien ocupaba el cargo de Director). 2 | Hospital Pablo Tobón Uribe
Entonces llegó el momento de trabajar, labor que en principio se limitaba a Urgencias (ubicada en ese entonces donde hoy es la farmacia). La función era recoger cartera, eran “Las Chepitas” de aquella época, luego de esta labor, comenzaron a tener más contacto con los pacientes, se encargaban de orientar a las personas en Cirugía Ambulatoria y en Consulta Externa. El grupo de 16 voluntarias, con el tiempo fue creciendo, en una época entre el 88 y el 90, llegaron a conformar un grupo de 50 voluntarias para el Hospital. “Era el grupo más grande de la Sección Seccional de Salud y la mayoría de voluntarias querían hacer parte de este grupo”. Casi 25 años de trabajo, están llenos de historias: graciosas, tiernas, tristes, increíbles que compartieron con nosotros. Recuerdan con cariño y nostalgia a una voluntaria que perteneció a la defensa civil, luego ingresó a AVOHOS; pese a su entusiasmo, murió de cáncer antes de empezar su labor en el Hospital.
Hace 40 años... Abril de 1970 En Chile, Salvador Allende se convierte en el primer político socialista de Sudamérica que gana unas elecciones presidenciales. George Harrison anuncia la disolución del famosísimo grupo The Beatles. En EE. UU. se lanza el Apolo 13 (Apollo 13 en inglés). Posteriormente dicha nave sufriría graves problemas técnicos que obligaron a abortar su misión y regresar a la tierra. Los pacientes que venían del campo, con poncho, sombrero, ruana, alpargatas y costal al hombro, a las 5:00 a.m. a reclamar un ficho y otras veces con una gallinita de regalo para el médico o para Elisa María. Lo más emocionante: las fiestas de los niños que organizaban durante todo el año, para tener en octubre, pediatría decorada con brujitas, calabazas y muñecos. “El mejor octubre fue en el que hicimos unos Pablitos en paño, que tenían un gorro lleno de dulces”, causaron tanta sensación, que el personal del Hospital disfrutó los dulces tanto como los niños. El 16 de diciembre “sagrado” hacían la novena para los pacientes, traían regalos, se hacían eventos con grupos musicales y se regalaba a los pacientes gorros navideños que ellas mismas hacían durante todo el año. Aún se conserva la tradición de la novena en el Hospital.
En Colombia se celebran comicios electorales que —ante un supuesto fraude— dan origen al Movimiento 19 de abril, con el robo de la espada de Bolívar. En París se coloca a un paciente el primer marcapasos cardíaco que funciona con plutonio. Tropas estadounidenses y survietnamitas invaden Camboya. En Estados Unidos ocurre la primera manifestación del Día de la Tierra, para crear una conciencia común a los problemas de la contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para proteger la Tierra.
Sienten especial cariño por el proyecto del barrio La Quintana, las fiestas que les hacían, los regalos, Kit escolares y mercados que llevaban, los bingos y demás actividades que realizaban. El aula Pablito, el aula del adulto mayor, tiene su afecto. “La casita”, como llaman cariñosamente al albergue que se creó para las familias y los pacientes que vienen de fuera de Medellín a recibir tratamientos prolongados y no tienen donde quedarse es uno de los proyectos que más admiran. Al Hospital lo quieren y valoran por su vocación de servicio y filosofía que, tiene desde sus inicios y aun se conserva. Por esto es que somos “Un Hospital con Alma”. Hospital Pablo Tobón Uribe | 3
40 años, 40 historias Continuamos con apartes de la reseña del Hospital, realizada por al escritor, periodista, historiador y parlamentario E. Livardo Ospina. Por primera vez aparece Don Pablo Tobón Uribe. “Por primera vez aparece aquí don Pablo Tobón Uribe, el filántropo medellinense mediante el cual iba a ser posible la realización del Hospital y quien por ello le daría su nombre, detalle a primera vista incidental del que, sin embargo iba a depender el feliz resultado final. Este excéntrico personaje, uno de los hombres más ricos de Medellín en su tiempo, pasaba por ser el mayor accionista de la próspera Compañía Colombiana de Tabaco, (...) Cervecería Unión y fincas raíces urbanas (...). Vivía en la sola compañía de su hermana, célibe como él, doña María, con la que aun bajo el mismo techo raramente se veía y de dos criadas antiguas, en un amplio caserón de dos patios y solar al fondo, situado en la carrera de Sucre, entre la calle Maracaibo y la avenida Derecha del Paseo La Playa (...). De Antioquia no salió nunca y a Bogotá hizo un insólito viaje, para demostrar que estos no eran necesarios, siendo incómodos, al contrario, para conocer ciudades famosas, lo que se conseguía por medio de la lectura y las referencias de otros viajeros (...). Realizó aquel viaje en un avión fletado, (...) se metió en él con un grupo de amigos y ya sobre Bogotá, ordenó al piloto que la circunvolara, mientras el iba describiendo punto por punto y edificio por edificio a sus maravillados acompañantes (...) regreso sin haber aterrizado en la Capital (...) Entre los sitios vecinos de Medellín adonde prefería ir con cierta frecuencia, estaba la población de Caldas (...) doña Yolanda Estrada de Mendoza, quien creció en caldas conoció a don Pablo, ella joven y el ya cincuentón (...) y lo recuerda de mediana estatura, robusto, ancho de torso y corto de piernas, tez blanca, cabellos oscuros y bigote atuzado; muy pulcro y esmerado en el vestir, de camisa con cuello de pajarita y calzado con guardapolvo; de una gentileza natural que a todos encantaba; en suma, un personaje inolvidable, único en Antioquia” (...). Era Tobón Uribe autodidacto que hasta escribía con alguna propiedad ocasionalmente en periódicos locales. Los estudios secundarios
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los había hecho en los colegios de San José y de San Ignacio con los hermanos de las Escuelas Cristianas y los padres Jesuitas (...). Cuando este personaje aparece por primera vez en la historia del Hospital, ya se sabía aparte de sus excentricidades, que (...) habia donado a la Basílica Menor y Catedral de Medellín, los confesionarios (de mármol), las campanas y la custodia; también las campanas de la iglesia de San José y de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, (...) en tanto que la suma de un millón de pesos de tres ofrecidos para construir un teatro que llevase su nombre (...). Tobón Uribe aparece en agosto de 1953 como resultado de conversaciones celebradas por el doctor Uribe Escobar como presidente de la junta anterior renovada entonces con el oftalmólogo don Fernando Estrada, ciudadano de pro tenido en grande estima social, astrónomo aficionado y amigo estrecho, el que más acaso de Tobón Uribe (...). El alcalde a la sazón, doctor Bernardo Cock, recibió, remitido por Tobón Uribe, un folleto sobre hospitales extranjeros, con una nota en que recomendaba la publicación como útil para los arquitectos municipales y ratificaba su ofrecimiento, hecho a los dos antecesores inmediatos de Cock, doctores Ortiz Rodríguez y Roberto Ocampo Álvarez, de aportar un millón de pesos para el objeto (...). El alcalde Cock dirigió el 21 de agosto a las juntas de la ANDI y del Hospital una carta. Decía así: “El 19 del presente el señor don Pablo Tobón Uribe, gran benefactor de Medellín, me ratificó su propósito de destinar un millón de pesos para la construcción de un hospital de pobres como donación suya al municipio de Medellín. Al estudiar este admirable proyecto con la mira de asegurar lo antes posible su pronta y urgente realización, tuve la idea de asociarlo a la iniciativa que ha venido adelantado la industria de Medellín, por medio de la ANDI, con idénticos fines (…). En tales condiciones y teniendo en cuenta las visibles ventajas de no dispersar esfuerzos de esta naturaleza que prolongarían por algún tiempo su realización completa, me permití comunicar tales ideas a don Pablo Tobón Uribe (...) con su respectiva autorización, tengo el gusto de someter el estudio de esas juntas directivas al siguiente plan: 1. Se procederá a construir una fundación de beneficencia de carácter autónomo, dirigida por una junta compuesta de la siguiente manera: Por el Señor Arzobispo de Medellín, o la persona que él designe; por don Pablo Tobón, o la persona que el designe; por el Señor Gobernador del Departamento, o la
persona que el designe; por el Señor Alcalde de Medellín, o la persona que el designe; por dos personas elegidas por la Junta Directiva de la Asociación Nacional de Industriales; y por el Presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas, o la persona que él designe. 2. La fundación se constituye con el aporte por parte de la ANDI, del lote de terreno ocupado por el edificio en construcción, por el edificio mismo y por los materiales de propiedad de aquella institución destinados a esa obra; y por parte de don Pablo Tobón Uribe con la suma de un millón de pesos pagaderos de acuerdo con los requerimientos del contrato de construcción, mediante la expedición de las libranzas respectivas. 3. La fundación se denominará Pablo Tobón Uribe. 4. Los fines de la institución serán estrictamente de beneficencia, sin que nadie pueda reclamar servicios o ventajas de ninguna índole. 5. La terminación del edificio se verificará por contrato a suma fija con la firma constructora que ofrezca las condiciones más favorables a juicio de la Junta del Hospital Pablo Tobón Uribe, pero la dirección o interventoría se les confiará a los señores Vélez, Posada y Rodríguez, ganadores del concurso abierto por la ANDI en esta obra. 6. Son tan notorios los beneficios que para la ciudad ha de traer el proyecto así concebido y consulta de tal manera el propósito que animó a esa institución al promover la construcción de un hospital de beneficencia, que no vacilo en esperar que las bases anteriores han de merecer la aprobación de esas juntas y el entusiasta respaldo de los industriales para la terminación del hospital y para su dotación y sostenimiento (...). Al pie de esta carta antepuso manuscrita a su firma Tobón Uribe la siguiente nota: “Es entendido que el terreno que motiva esta negociación es todo el lote de que es dueña actualmente la ANDI y no simplemente el lote ocupado por el edificio para el Hospital” (...). De parte de las juntas de la ANDI y del hospital aplaudieron la idea que consideraron discreta y bien orientada, pero “no estuvieron de acuerdo con el nombre exigido para la fundación, punto sobre el cual Tobón Uribe se había declarado intransigente (...). Así las cosas, se convino en consultar el punto con los industriales contribuyentes y aun con la totalidad de los afiliados a la ANDI, planteándoles como alternativas el continuar adelantando la obra en forma independiente, o aceptar las condiciones de Tobón Uribe sin reservas, lo que debía llevar algún tiempo y pararía en la primera de las dos propuestas. En la próxima edición, la fundación testamentaría Pablo Tobón Uribe.
EDICIÓN 335 - MAYO DE 2010
A la izquierda nuestro benefactor y amigo PAULINO LONDOÑO MESA , Q.E.P.D. y nuestro exdirector IVÁN DARÍO VÉLEZ ATEHORTÚA
Recorrido durante la inaguración del Hospital Pablo Tobón Uribe.
40 años, 40 historias Continuamos con apartes de la reseña del Hospital, realizada por al escritor, periodista, historiador y parlamentario E. Livardo Ospina.
“Contando con una disponibilidad pecuniaria calculada en cerca de $900.000 para comienzos de 1955, aunque en bancos solo había al terminar el año de 1954 $363.000 y la única cuota cierta por pagar era la llamada “social” de la ANDI, toda vez que de la correspondiente a las empresas afiliadas no podía darse por segura sino la de las mayores entre ellas-las tres primeras textiles, la Compañía Colombiana de Tabaco, la Cervecería Unión, la Compañía Suramericana de Seguros, el Banco Comercial Antioqueño-; sobre esa base procediose entonces a llevar adelante la obra (…) fueron celebrados contratos adicionales al que se tenía suscrito desde octubre de 1954, para concluir el cuerpo central del edificio, con capacidad para 150 ó 200 camas y consulta externa. (…) don Pablo Tobón Uribe había muerto, entretanto, el 15 de marzo de 1954 y la fundación que por disposiciones testamentarias suyas se constituía, se estaba dando los primeros pasos formales desde marzo de 1955, como con pormenor y detalle se refiere en el lugar correspondiente y a su tiempo más adelante, uno de ellos proponerle a la ANDI, por conducto de Gutiérrez Gómez (…) aunar recursos para levantar un solo hospital, con resultados negativos,
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pues la respuesta dada era la de que definitivamente se había resuelto darle cima al de la ANDI, cuya financiación se consideraba asegurada; ésta se mostraba en cambio, bien dispuesta a entrar en negociaciones con el Municipio, que debía aportar el terreno requerido por el hospital Pablo Tobón Uribe, sobre los sobrantes allí donde el otro venía adelantándose, en procura de una coordinación de servicios que se estimaba conveniente. Pero la Fundación Tobón Uribe no compartió esta opinión, por ser, a su juicio, más indicado en un programa hospitalario distribuir con buen servicio tales servicios, en lugar de aglomerarlos. Pero las circunstancias particulares de ambas fundaciones y además una de orden político, nacida de la situación nacional en este campo que ha permanecido hasta el día de hoy en cierta reserva, obraron fatalmente para que la fusión se llevase a cabo (…). …Y la luz se hizo Las conversaciones finales para convenir los términos de la fusión, y las diligencias legales correspondientes, más laboriosas y dispendiosas de tiempo las segundas que las primeras, se llevaron un espacio de seis meses, habiendo intervenido en ellas con representación legal Vélez Escobar por la Fundación Hospital andi como su director, toro Escobar por la fundación Pablo Tobón Uribe como su
¿Qué pasaba hace 40 años...?
síndico, Gutiérrez Gómez por la ANDI como su presidente y en nombre, además, de los industriales contribuyentes junto con Saldarriaga, Tobón Arbeláez y Botero Ospina(…) El 1° de febrero de 1957, por la época en que tradicionalmente las familias pudientes de Medellín suelen volver de pasar las vacaciones anuales en el campo, que decían antes “temperar”, los contribuyentes a la fundación hospital ANDI como afiliados autorizaron la fusión mediante un documento que se protocolizaba oportunamente(…) la junta de la ANDI, que conforme a los estatutos de la fundación hospitalaria debía facultar a la de ésta para tal efecto, le extendió su beneplácito a la fusión el 25 del mismo mes, como la del Hospital Pablo Tobón Uribe el 1° de marzo siguiente (…). Los bienes entregados a título de donación completamente gratuita a incondicional} por la fundación del Hospital ANDI ala del hospital Pablo Tobón Uribe, según acta levantada con pormenor y detalle el 5 de junio del mismo año de 1957, suscrita por el director de la primera, Vélez escobar, y el síndico de la segunda, toro Escobar, representaban en el balance de aquella un valor total de $3.256.684,54 En la próxima edición: Llegan al hospital el doctor Iván Darío Vélez y otros personajes que ayudaron a hacer historia.
Mayo de 1970 La inauguración de la Copa Mundial de Fútbol de 1970 en la Ciudad de México. En Perú, un sismo de 7,8 grados en la Escala de Richter, asola la zona norte de Ancash y provoca aluviones en Yungay y Huaraz. Cerca de 66.800 personas entre muertos y desaparecidos. Ver Terremoto de Ancash de 1970.
En Alemania se establece la Rote Armee Fraktion (Fracción del Ejército Rojo).
En Costa Rica, José Figueres Ferrer asume por tercera vez la Presidencia de la República. Ya Ricardo Jiménez Oreamuno había sido presidente durante tres mandatos.
En Estados Unidos, por primera vez en la historia de las fuerzas armadas estadounidenses, dos mujeres son promovidas al rango de general por Richard Nixon.
El precio oficial del petróleo saudita se fijó en 1,80 dólares por barril, según datos del Departamento de Energía de Estados Unidos Hospital Pablo Tobón Uribe | 3
La odisea
Así habló el doctor Iván Darío Vélez Atehortúa, sobre su experiencia como primer director de nuestro Hospital Fue una verdadera odisea, pero muy linda, muy agradable, muy remuneradora espiritualmente... así empieza el doctor Vélez una historia que aún no termina.
El Hospital vacío ¿Que sintió el doctor Vélez al ser elegido como director de un hospital sin pacientes, pero en cambio con muchos, muchísimos problemas, tropiezos, intrigas y hasta burlas de sus compañeros de medicina? El doctor Vélez nos cuenta que no estaba entre sus aspiraciones dirigir un hospital, simplemente se dirigió donde su exprofesor, doctor Antonio Ramírez González, quien además era miembro de la Junta de un Hospital que estaban haciendo; con la referencia llegó la propuesta “¿Usted no quiere más bien ser director de un hospital que estamos haciendo en Medellín?” El doctor Vélez le contestó “yo soy muy buen soldado, pero no buen general, yo soy muy malo para mandar, no creo que tenga dotes de mando…” “Ah! Si Usted es capaz de ser un buen soldado, quiere decir que es capaz de ser un buen General” y con este contundente argumento, el doctor Ramírez dejó sin palabras al doctor Vélez, quien sin embargo rechazó la propuesta, ese día y 20 días más tarde. El doctor Ramírez quien ya sabía que el doctor Vélez debía ser el director, lo llamó y le dijo: ”está bien, no me acepte la propuesta, pero venga, lo invito a conocer la obra”.
Y el doctor Iván Darío Vélez llegó a conocer el Hospital Lo recibió un señor de pelo muy blanco, quien resultó ser el doctor Gabriel Correa Vélez, inolvidable para el doctor Vélez. El doctor Correa había tenido experiencia como director de las clínicas del Seguro Social. El doctor Correa se alió con el doctor Ramírez para mostrarle al doctor Vélez un edificio inconcluso cuidado por dos celadores y Laurita Montoya quien hacía las veces de secretaria. El entonces ingenuo Vélez doctor agradeció a sus anfitriones la visita, sin saber que lo que ellos habían hecho era una entrevista 4 | Hospital Pablo Tobón Uribe
de trabajo; el doctor Ramírez le dijo “entonces,¿ahora si me acepta de ser el director?”“ahora si que menos…” respondió el doctor Vélez, pero el doctor Ramírez no aceptaba un NO por respuesta y entonces le entregó una llave ”tenga acá esta llave, mientras consigue trabajo, venga aquí Usted va a trabajar acá el tiempo que desee, mientras consigue trabajo y cuando esté aburrido me la devuelve” pasaron 36 años para que el doctor Vélez entregara la llave, pero no al doctor Ramírez, sino al doctor Andrés Aguirre Martínez, quien asumió la dirección del Hospital en febrero de 2000.
Y ¿Cómo funciona un Hospital? Empezaron así seis años de aprendizaje, de lucha, de derrotas y satisfacciones, incluso de burlas de sus propios compañeros de universidad que al saber dónde trabajaba el doctor Vélez le decían “y vos qué haces de director de un hospital sin pacientes” o “¿cuántas cirugías llevas en el elefante blanco?”. El apoyo de la Junta permitió que el doctor Vélez siguiera adelante, sin desfallecer.
Lágrimas y tropezones “No mijo, espera y verás que detrás de Mi Dios no hay nadie” este fue el consejo que el doctor Vélez recibió de su mamá cuando lo vio llegar llorando a la casa, derrotado porque tuvo que despedir a 67 obreros y se quedó sin un peso para continuar con el Hospital cuya llave guardaba en el bolsillo. Y su mamá tenía razón, porque después de este tropiezo logró un préstamo de $6.500.000 del Fondo Nacional Hospitalario.
El primer “shampoo” social Ocurrió cuando le avisaron al doctor Vélez que el Ministro de Salud vendría a Medellín y lo atendería en el hotel Veracruz, donde se hospedaba. “Muy cachaquito me puse mi corbata y salí con todos mis proyectos” recuerda el doctor Vélez. Cuando le abrió la puerta el ilustre personaje, en bata de baño, descalzo, con unos puros sobre la mesa. El cachaquito doctor Vélez casi no contesta cuando el Ministro le preguntó “¿Usted qué quiere?” sin embargo, alcanzó a presentarse “Soy el director del Hospital Pablo Tobón Uribe” “¿de qué?” preguntó el Ministro que casi se cae… El doctor Vélez rápidamente superó el desplante y el Ministro seguro que también lo hizo, pues vino el 16 de julio de 1970 a cortar la cinta de inauguración del Hospital.
La filosofía
En sus marcas, listos... y esperen
El Hospital marchó y ha seguido adelante, porque su filosofía ha sido el pilar del Hospital. El doctor Vélez aún dice “Antes que médicos, necesitamos señores y antes que enfermeras y secretarias, damas, lo demás se forma en el camino”. La filosofía se escribió en aquella etapa de la construcción, cuando soñaban con el Hospital ideal; esta filosofía permanece y se hace vida, cuando cada colaborador del Hospital trata con el alma, a quienes son nuestra razón de ser: los pacientes.
Esto les pasó en la primera cirugía. Diagnóstico: una hernia inguinal; procedimiento a seguir: cirugía; instrumental: listo; paciente: listo; personal: listo; mertiolate: no hay… no tenemos mertiolate para desinfectar al paciente… y entonces ¿ahora qué? Pues el cirujano se sentó muy juicioso, a esperar hasta que alguien se fuera corriendo, volando o como fuera a comprar el precioso líquido que permitiría realizar la primera cirugía.
Paciente prestado Todo listo, muy en orden y sin ningún paciente; pero el doctor Vélez preocupado porque las personas mantuvieran el entusiasmo tuvo una gran idea: pedir prestado el primer paciente! Se fue para el Hospital San Vicente de Paúl, donde le ayudaron con un paciente “aliviado” cuyas condiciones permitieran su traslado con seguridad. Fue así como el doctor Vélez regresó al Hospital con el primer paciente el 26 de octubre de 1970 y encontró un corrillo de gente, su gente, que celebraba el inicio de lo que fue por tantos años un sueño. El Dr. Vélez aun recuerda con emoción y cariño ese día, que le recordó por qué llevaba seis años luchando contra viento y marea por nuestro Hospital.
Me voy Dos años antes de hacerlo público, el doctor Vélez había pensado, repensado y consultado con su familia, el retiro del Hospital. Por esto lo dijo con certeza a la Junta Directiva que le pidió reconsiderarlo, pero él ya sabía la respuesta, él sabía que debía dejar el Hospital que tanto quiso, que sintió tan suyo como su familia, que llegó a ser la “finca” de sus hijos, que lo acompañaban a trabajar los domingos. Pero el doctor Vélez sabía que el Hospital crecería, aún sin estar él. Lo sabía porque formó a sus colaboradores como a sus hijos y “uno como padre quiere que sus hijos sean mejor que uno”. Hoy aunque el doctor Vélez no llega diariamente con su llave a trabajar en nuestro Hospital, sigue siendo parte fundamental de nuestra historia, él y el Hospital estarán ligados siempre... Gracias!
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EDICIÓN 336 - JUNIO DE 2010
Doctor Iván Darío Vélez Atehortua; exdirector del Hospital, junto a Don Fernando Uribe Escobar; miembro honorario de Junta Directiva.
40 años, 40 historias Continuamos con apartes de la reseña del Hospital, realizada por al escritor, periodista, historiador y parlamentario E. Livardo Ospina.
Después de fallecido Don Pablo Tobón Uribe continua la labor.
Deducidos los legados a favor de sus parientes y servidores, montantes a $1.419.000, las mandas hechas para su entierro y sufragios por su alma, los honorarios de los albaceas y gastos legales de los bienes dejados por Tobón Uribe a la Fundación, al traspasársele a ésta materialmente, concluido el juicio mortuorio y obtenido el reconocimiento de la respectiva personería jurídica, se tasaban en $5.771.137.82, representados así: Acciones de sociedades anónimas $5.439.107.82, Inmuebles $332.030.00. Esta suma equivale en dinero hoy en día (finales de 1990) a $957.934.107, y aquí cabe observar que la de $3.256.684 que, como se anotó en su lugar, le traspasó la del Hospital Andi a la Fundación en mayo de 1957, significa igualmente hoy $435.858.907. Cabe así mismo referir aquí también que cuando al recibir el legado la Junta, su Presidente el obispo Buenaventura Jáuregui reunió a un grupo de magnates financieros para pedirles consejos sobre la mejor manera de manejar lo que él llamó envanecidamente “este platal”, el doctor Alberto Vélez Escobar, director de la primera de tales fundaciones y conocedor de lo que estas obras costaban, le observó con gracia que en vez de rico lo que estaba era “muy pobre”...
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Con la circunstancia de que los estatutos originales de la Fundación, compuesto por el albacea Navarro Ospina, prescribían en el artículo 23 que la Junta antes de iniciar la construcción del Hospital, destinará del patrimonio que para la Fundación dejó el señor Tobón Uribe, una parte de él para producir renta, al fin de atender permanentemente con ella al sostenimiento del Hospital”. Y la fijaba en la cantidad de tres millones de pesos, más de la mitad del legado, o sea que para acometer la construcción no quedaban disponibles sino cerca de dos millones y medio solamente, lo que iba a traer las dificultades financieras que irán viéndose. En la Junta el más entendido en el asunto era Ramírez Johns, por ser ingeniero, aunque entre los demás don Paulino Londoño sobresalía como hombre versado en negocios, de propiedad raíz sobre todo. Acerca de este personaje, estrecha y entrañablemente unido a la vida del Hospital durante los últimos años de la suya y hasta su muerte allí mismo tras haberlo tomado como su residencia de enfermo, hay que oir desde ahora al médico, doctor Iván Darío Vélez Atehortúa, primero subdirector, luego a poco director del establecimiento desde 1964 (...). A la Junta del Hospital don Paulino llegó desde el primer día y permaneció en ella activamente por más de 25 años, casi todos en la calidad de Presidente titular, honorario luego de haber caído enfermo, y en el Hospital, como en su propia casa, pasó los últimos seis que vivió aun, hasta su muerte en 1984, víctima del mal parkinson, mas sin admitir ningún privilegio, pagando mensualmente la atención que se le prestaba en el rango de pensionado a la tarifa más alta. Le correspondió a don Paulino estar al frente de la obra del Hospital como Presidente de la Junta Directiva en los difíciles días iniciales principalmente, cuando los recursos escaseaban y había que cuidar de la inversión tasada hasta con cicatería el último centavo; él gastaba
su fortuna propia con generosidad y aún con prodigalibilidad; en la fusión con la Fundación del Hospital Andi fue factor esencial; bajo su cuidado directo se administraron y utilizaron los bienes legados por Tobón Uribe, y en todas la dificultades pecuniarias era el primero en abrir el bolsillo, de donde fuera entregándole gradualmente en vida sus bienes al Hospital, hasta dejarlo después de su muerte como heredero universal de ellos (...). La circunstancia de ser don Paulino Londoño, puestas apartes su grande influencia social y generosa contribución a obras de beneficio general, así como a otras caritativas por conducto de la curia arzobispal de Medellín, esta circunstancia, dícese, unida a su condición de buen negociante, sobre todo en los campos relacionados con la propiedad raíz, llevo a la junta a echar sobre los hombros de él, desde el principio, la mayor carga de responsabilidades, cuando había que comenzar por definir el lugar de la construcción y las condiciones básicas de esta misma, al lado del síndico de la Fundación, que debía atender a los aspectos legales, tratándose de una de utilidad común sobre la cual permanecían fijos los ojos de la comunidad; puesto para el cual fue nombrado el doctor Eduardo Toro Escobar en junio de 1955, tan pronto como por resolución número 0528, de 4 de marzo del mismo año, emanada del ministerio de justicia, se obtuvo al reconocimiento de la respectiva personería jurídica; y de allí igualmente el que al ausentarse de Medellín en diciembre de 1957 el obispo Buenaventura Jáuregui, trasladado por la Santa Sede a la diócesis de Zipaquirá, Londoño fuese escogido reemplazo suyo para presidir la junta, sin interrupción por cerca de 25 años, hasta mediados de 1980, cuando enfermó seriamente, si bien se le honró entonces con la presidencia honoraria hasta su muerte el 6 de mayo de 1984, en los tres primeros meses de 1955 la junta había sido presidida por el gobernador y enseguida por el obispo auxiliar Jáuregui,
bajo el arzobispado titular de 15 años del señor García Benítez, quien también dejó su silla en diciembre de 1957, para morir poco más adelante, en septiembre de 1958, siendo reemplazado por el señor Tulio Botero Salazar, al cual los medellinenses dijeron afectuosamente, bienamado por todos como lo fue por su simpatía y encanto personal, Don Tulio, a causa de haber revivido a sus cartas personales el empleo ya un tanto desechado y hoy por completo, de la secular pluralidad ficticia. Solía decir el festivo doctor Francisco Cardona Santa, grande abogado experto en derecho constitucional y en el de minas, que fue ministro de gobierno del presidente Olaya Herrera y gobernador de Antioquia, que sus cuentos, en cuyo relato oral fue maestro, especia de “Carrasquilla Hablado”, según su amigo y compañero el escritor Francisco (Quico) Villa López, tenían más “derivaciones” que ciertas minas. En esta crónica, tratando de ser amena, o digestiva siquiera, se dan a menudo, y aquí se vuelve a la junta de la Fundación, para dar idea de lo que ha sido nombrar a los principales personajes que han pasado por ella. Si se repara en que levantar el Hospital para estrenarlo en 1970 se llevó cerca de 25 años, desde el establecimiento de la Fundación benéfica de la ANDI en 1946, muchos podrían atribuir la tardanza a la ineptitud de los mantenedores de la obra, a su falta de interés, quien sabe a cuantos otros factores distintos del principal y acaso único: la pobreza o cortedad de los recursos financieros, ya visto en la parte relacionada con la intervención de los industriales. Mediaron, por supuesto, demoras que bien pudieran atribuirse a motivos pueriles, si de tales llegara alguno a calificarlos, verbigracia las interminables discusiones iniciales entre médicos e ingenieros, aquellos en defensa del espíritu de la obra, éstos preocupados de su aspecto físico, así planteado en la sesión del 19 de agosto de 1955 por el vocal médico Bernardo Uribe Londoño, representante del gobernador del
Departamento de su carácter de secretario de salud pública, en el curso de un ardiente debate con el vocal ingeniero José Ramírez Johns como representante de la Sociedad de Mejoras Públicas, sobre si el edificio debía ser horizontal o vertical, sosteniendo el segundo que “la unidad hospitalaria es la cama”, al paso que el primero resumió su punto de vista alegando que un hospital es un compuesto de “cuerpo y alma”, expresión feliz que iba a llevar a la junta, inspirada por don Paulino Londoño, a acuñar el lema de Un Hospital donde algunos dan más, pero ninguno recibe menos No sabiéndose que Tobón Uribe, hombre religioso pero no pío, obró en el particular de propio impulso, acaso fuera por influencia de su amigo y consejero jurídico Navarro Ospina, católico ferviente y clerical, por lo que aquel dispuso en su testamento que la mayoría de la junta de la Fundación la formara el arzobispo de Medellín nombrando cuatro de sus siete vocales, puesto aparte el representante del gobierno nacional, designado por el ministerio de salud pública, de acuerdo con la ley, siendo el primero de éstos el médico doctor Braulio Henao Mejía, más tarde Gobernador del Departamento, muerto en 1989, los otros tres debían ser, por oficio, el Gobernador del Departamento, el Alcalde de la Ciudad y el presidente de la Sociedad de Mejoras Públicas o sus delegados, el arzobispo mismo no lo era, sino que tenía el poder nominador; tres lo han ejercido en la vida de la Institución, los ya dichos García Benítez y Botero Salazar, últimamente Alfonso cardenal López Trujillo (...). No todos lo gobernadores del Departamento, alcaldes de la ciudad y presidentes de la Sociedad de Mejoras Públicas, vocales por oficio, han participado regularmente en las deliberaciones de la Junta, sino comúnmente por delegación, en secretarios de sus despachos los primeros, miembros de la Sociedad el último; no todos, tampoco, se han destacado por alguna acción distinguida en provecho del Hospital, por lo cual no es señalado alguno sino por excepción, según puede ser el caso del doctor Octavio Arismendi
Posada, primero como gobernador y en seguida como ministro de educación del presidente Carlos Lleras Restrepo, quien a su turno, ha sido admirador y difusor de la política administrativa y del espíritu del Hospital, ya en manifestaciones personales, ya en escritos aparecidos en su prestigiosa revista Nueva Frontera (...). Los contactos directos entre el gobernador del Departamento y el Hospital no volvieron a reanudarse hasta la época en que desempeño el puesto en 1965 el doctor Octavio Arismendi, quien tuvo en la gerencia del Instituto para el Desarrollo de Antioquia al doctor Ernesto Bravo Betancur, miembro de la junta del Hospital y presidente de ella por varios años, tras el retiro de don Paulino Londoño (...). Cuanto a los alcaldes de Medellín, se distinguieron en prestarle apoyo, Tobón Villegas, Uribe Londoño y sobre todo Uribe Senior, que ya no por oficio sino por designación arzobispal hizo parte de la junta, la cual lamentó y condenó su villano asesinato por cierto a otro alcalde igualmente asesinado, Peláez González, le correspondió recibir en ese carácter la visita del Padre Santo, con lo cual tuvo que ver el Hospital como responsable de la salud del pontífice y de su comitiva cuando vino a Colombia en 1986 (...). Aunque no estuvo presente en los primeros años de la Fundación, es también su director Vélez Atehortúa el llamado a rendir mejor y más autorizado testimonio sobre la acción de la junta, con énfasis sobre la de sus miembros que más se han distinguido. A la cabeza de ellos, al lado de don Paulino Londoño, coloca Vélez Atehortúa, sin perjuicio de los demás, a quienes admira y estima, al médico internista doctor Gabriel Correa Vélez (...). Venía Correa Vélez de la región de Urabá y de la de Nare cuando se estableció en Medellín como médico en jefe en la Clínica León XIII, del Seguro Social.
En la próxima edición: Adelante con el Hospital! Hospital Pablo Tobón Uribe | 3
Fernando Uribe Escobar
Llamado con cariño don Fernando por quienes lo conocemos en el Hospital -y somos muchos- Miembro Honorario de nuestra Junta Directiva, es el invitado especial de esta edición. Don Fernando llegó a la Junta del Hospital Pablo Tobón Uribe hace 44 años; antes de atender al primer paciente, antes de inaugurar las instalaciones, antes de terminar la construcción, antes de tener los recursos para terminarla, por eso aunque reitera que prefiere tener un bajo perfil y que los logros de la Junta Directiva son resultado del trabajo en equipo; quienes hemos tenido la fortuna de compartir con él en el Hospital, reconocemos a una persona trabajadora, entusiasta, sencilla y cálida. Don Fernando recuerda que en 1966, Ernesto Bravo y los hermanos Paulino y Gilberto Londoño Mesa, lo invitaron a participar en la Junta Directiva de la Fundación Pablo Tobón Uribe. Su función principal, consistía en ese entonces, en manejar las acciones que Pablo Tobón Uribe había dejado, para la realización del Hospital que llevaría su nombre; don Fernando recuerda “me pidieron orientación, yo dije si me necesitan, acá estoy porque siempre me ha gustado el tema del servicio”. La primera reunión de Junta Directiva a la que asistió don Fernando, tuvo lugar en las oficinas de la Caja Social de Ahorros al llegar preguntó “qué hay que hacer aquí” y fue así como empezó un trabajo en equipo, donde el doctor Gabriel Correa y el doctor Iván Darío Vélez tenían como prioridad la parte médica-asistencial, dados sus conocimientos, mientras los otros miembros de la Junta pensaban cómo financiar la obra.
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Cuando las cosas estaban difíciles, la ANDI decidió donar el Hospital que construían para sus empleados ya que el Instituto de Seguros Sociales prometía atender las necesidades de sus trabajadores. Precisamente fueron los médicos de la Junta quienes vieron la necesidad de hacer varias reformas y adaptaciones, como instalar las redes de oxígeno, que en el edificio entregado no existían. Estas importantes y necesarias mejoras implicaban altos costos, pero don Fernando recuerda que “justo cuando empezaron las reformas, las acciones quedaron en el suelo y faltaba dinero”. Surgió entonces la idea de pedir un préstamo al Presidente de la República, en ese entonces, doctor Carlos LLeras Restrepo. Muy animados, cuenta don Fernando que hicieron la propuesta “la idea era que el Presidente nos prestara para empezar con unas camas y nosotros claro, nos comprometíamos a pagar, pero el doctor Lleras fue enfático y respondió –a mi no me gusta prestarle a hospitales porque no me pagan-, pero después agregó –voy a ensayar con ustedes-”. Y muy puntualmente, luego de la inauguración empezaron a cancelar la deuda. Pese a las dificultades económicas que debieron sortear, épocas difíciles del país que afectaron al sector salud, cuando le preguntamos a don Fernando por lo más difícil que debió afrontar como miembro de la Junta del Hospital, el responde con sencillez, pero sin titubear, “nunca me ha asustado nada”, pero el reto más grande y con una sonrisa responde “nunca me ha dado miedo ningún reto” y entonces explica por qué “no viví un momento duro. Era una
Junta muy cordial, donde cada uno aportaba lo que sabía y nos respetábamos mucho. Trabajamos en equipo, cada uno poniendo lo que conocía; a mi nunca me preocupó figurar, nunca me ha gustado, prefiero el perfil bajito”. Primero como vocal y luego como Presidente, don Fernando sabe porque el Hospital que soñaban en las oficinas de la Caja Social de ahorros, es hoy una realidad, él afirma que el éxito se debe “al espíritu humano de los doctores Correa y Vélez que prepararon todo el Hospital. Ellos sabían cómo tratar a los enfermos y a sus familias. Recuerdo al doctor Vélez cuando les decía a las enfermeras –tengan paciencia, no se ofusquen, ustedes son las que tienen que entender a los otros-”. Don Fernando no pierde su capacidad de sorpresa, “pensar que llegaríamos a un Hospital con tales logros y con tanta gente, es increíble! Y como empresa... manejar una empresa con tanta gente es increíble, se necesitan buenos administradores. El Hospital en su parte administrativa es muy importante, manejar personal es saber qué hace cada uno, que responsabilidad se le da y hasta donde puede llegar.” Nuestro invitado a esta edición es un gran admirador del Hospital, recuerda con emoción la inauguración de la Unidad de Cancerología “es algo bonito y técnico, da orgullo lo que hacemos acá” agrega “el Hospital es lo mejor que hay en Colombia, por la atención en alta complejidad y el personal capacitado”. Para don Fernando el Hospital del futuro es “un Hospital a la altura de Medellín, porque de los que piensan en grande, salen las obras grandes. “En mi corazón, es mi Hospital, mi segundo hogar, porque he vivido intensamente todo lo que ha vivido el Hospital; soy un enamorado del Hospital, lo ví nacer, lo siento parte de mi ser, puse mi granito de arena. Quiero tanto al Hospital, que cuando vi que había personas mejor preparadas que yo, renuncié a la Presidencia de la Junta”. Y con estas emotivas palabras terminamos la entrevista del padre de siete hijos, con 14 nietos y 14 biznietos, del miembro honorario de nuestra Junta, del admirador del Hospital, del amigo de todos.