EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N° 1016-CHICLAYO, 29 DE MARZO DE 2019-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL
LA INDIFERENCIA Dice la sabiduría popular, y esto es muy cierto, que aparentar ser indiferentes es la respuesta más dura, aun cuando esperas poco. Está demostrado que, aquí y en cualquier parte del mundo, cuando hacemos gala de ella, esta actitud es una de las más agresivas y dolorosas que podemos proyectar. Mostrarse indiferente ante alguien implica que estás retirando todos tus sentimientos, que no existen para ti. Me pregunto ¿Hay algo más cruel? La vida está llena de momentos y circunstancias en la que optamos por mostrarnos indiferentes no siempre es lo mejor. Puede importarnos más o menos, pero nunca podemos dejar de sentir. Es un recurso que nos permite elegir unos estímulos para sentirlos o simplemente para apartarlos de nosotros. Por tanto, la indiferencia absoluta, nunca es posible. Ésta actitud, de la indiferencia, lamentablemente se va acentuando cada día más y más en nuestra sociedad, que tenemos que ir corrigiéndola poco a poco. A lo largo de los años que voy caminando, gracias a la bondad y el cariño del Sumo Creador, he visto y sentido, en carne propia, cómo la indiferencia va carcomiendo esos gratos momentos felices y lleno de armonía que se vivían antes, caminando por un solo camino, aprendiendo juntos, irradiando una bella amistad, trabajando y sudándola en cada actividad o evento que se llevaba a cabo y hasta comiendo de un solo plato, y luego, al pasar el tiempo, entra la envidia, el odio, el rencor y hasta la maldad de jugar con los sentimientos con aquellos que pensábamos eran nuestros “amigos”, y llega la indiferencia total que muchachas veces llega a destruir a la persona retirándole todos sus sentimientos. La vida es dura, y sobre estos casos, hemos visto y sentido una infinidad con hombre y mujeres que no se merecen ser carcomidos y mutilados por ésta detestable actitud de la indiferencia, que hasta uno mismo lo viene sintiendo en carne propia, que tratamos se seguir adelante y no dándoles el espacio que ellos quisieran que les demos. La indiferencia es un estado afectivo neutro. Solemos definir a una persona indiferente como alguien que “ni siente, ni padece”. Es un sentimiento que mantiene al margen a la persona que tiene esta condición. Sin embargo, cuando recibimos un golpazo de indiferencia de alguien, sus garras nos producen heridas dolorosas. La indiferencia está asociada a la insensibilidad, el desapego o la frialdad. Son estas características que se presuponen contrarias a la condición social que tenemos los seres humanos y que provoca que nos relacionemos unos con otros. “Lo contrario del amor no es el odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte”. EL DIRECTOR