EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°1072-CHICLAYO, 18 DE OCTUBRE DE 2019-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL
¡EN EL VIENTRE DE UNA MADRE!
En República Checa, nació Eliska, una bebé que pasó 117 días en el vientre de su madre en estado de muerte cerebral, mantenida con vida artificialmente hasta el final de la gestación, se encuentra bien, según informó el equipo médico del hospital checo que gestionó un caso que califica de único en el mundo. “Lo más destacado es la duración de la hospitalización y, consiguientemente, el tamaño y madurez alcanzados por el feto, que llevó a superar los 2 kilogramos, lo que es único”, explicó en una nota el Hospital Facultativo de Brno, donde la bebé nació por cesárea el pasado 15 de agosto. La madre de la niña estaba embarazada de 16 semanas cuando fue hospitalizada el pasado 21 de abril en estado muy grave debido a una hemorragia cerebral causada por una malformación genética. En ese momento el feto pesaba unos 250 gramos. Ese mismo día se diagnosticó su muerte cerebral y se decidió mantenerle la respiración y funciones vitales para hacer viable el embarazo. El 15 de agosto se certificó el nacimiento por cesárea de Eliska, con un peso de 2,130 kilos y una altura de 42 centímetros, y también la muerte de su madre, Eva. Esta mujer checa, que murió con 27 años y que comenzó a sufrir ataques de epilepsia durante su primer embarazo, cuando le fue diagnosticada malformación arteriovenosa, que empezó a tratarse tras dar a luz. La bebé está al cuidado ahora de su tía, que la está amamantando, y de su padre un policía de la localidad de Trebic, al sureste de la República Checa. Este caso, sin duda alguna, es muy raro y entrará en los anales de la medicina mundial, por el peso de la criatura al nacer y por el tiempo que duró el proceso. Una madre que mantuvo en su vientre a su bebé dándole todo el amor, ternura, calor y bienestar que una madre puede dar a su hijo sin darse cuenta lo que hacía hasta el final de su parto, y luego entregar su vida. Amigo lector, éste no es el caso de usted ni el mío, sino no estuviéramos en este momento con todas nuestras facultades, que sólo nos queda elevar una oración al Todo Poderoso por Eliska y la maravilla de seguir viviendo. Cuando usted y yo, aún nos encontrábamos en el vientre de nuestra madre, también hemos podido sentir ese tremendo amor de madre: sus cuidados, sus desvelos, sus caricias y hasta el alimento que necesitábamos era oportuno, bastaba mover alguna extremidad para que la madre se diera cuenta que necesitábamos de algún alimento, y cuando dejábamos de movernos, era que nos sentíamos complacidos con lo que nos había dado y descansábamos a nuestras anchas. ¡Qué momentos felices en el vientre de nuestra madre! ¿verdad? Es que lo teníamos todo. ¿Cuándo vino el gran cambio en nuestras vidas? Cuando hemos venido a este valle de lágrimas, y tener que valernos por nosotros mismos trabajando y trabajando para poder sostenernos. Aquí tengo que cuestionar a mi madre, porque no me preguntó, en ningún momento, si quería salir de su vientre, si lo hubiera hecho le habría respondido con un rotundo NO, porque en su vientre lo tenía todo: amor, cariño, alimento, cuidados, caricias, y al salir de su vientre las cosas cambiaron completamente, hasta tener que trabajar para subsistir. Pero aquí estamos felices y contentos con la decisión de nuestras madres usted y yo, a Dios gracias, sanos, fuertes y decididos a seguir avanzando en esta vida. El caso de la niña Eliska es muy diferente a la nuestra, su madre tuvo que morir para dar vida a otra persona, y esto es maravilloso y grande en las personas que el Señor nos pone en el mundo para meditar y reflexionar en el tremendo amor de madre. EL DIRECTOR