EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°1075-CHICLAYO, 1 DE NOVIEMBRE DE 2019-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL
¡SESENTA Y CINCO AÑOS JUNTOS! En éstas últimas décadas nos ha tocado vivir momentos tormentosos y llenos de cambios bruscos en la sociedad en qué vivimos, y esto no es novedad para nadie. Vivimos demasiado acelerados que no hay cómo detenerlo. A dónde miremos nos encontramos con cada novedad que nos da miedo y temor. Si miramos a nuestra niñez y juventud, nos encontramos con unas estampas increíbles, llenos de desenfrenos no propios de su edad, que cada día es peor, basta verlos en sus reuniones sociales con sus amigos y nos daremos cuenta la forma y manera cómo se desenvuelven y comportan, e inclusive consumiendo sustancias toxicas dañinas para su salud y su futuro, que corre como agua por esas cañerías oxidadas. ¡Es el momento! ¡es la época! ¡es el vacilón! Dicen ellos. ¿Y los padres de familia? Bien, gracias. Las familias, los matrimonios, las parejas, los convivientes, por otro lado, son otro problema que cada vez, se va agudizando en nuestra sociedad hoy en día. Matrimonios jóvenes que juraron vivir en la pobreza y en la abundancia, en la salud y enfermedades juntos hasta la eternidad, hoy los vemos que ese amor, esa entrega, ese compromiso duró escasos unos años, y los encontramos a cada uno de ellos por diferentes caminos, sorteando la suerte y el destino de esos hijos que trajeron a este mundo. Es por ello que vemos en nuestros pueblos poblados de hijos abandonados, sin valores y dispersos por todos los lados, agravando aún más los problemas sociales de nuestro entorno, sin rumbo ni brújula, pisoteando esos valores de todo ser humano. Será cierto, entonces, esa frase que siempre hemos escuchado “Que tiempos pasados, fueron mejores” en cuanto al compromiso conyugal ¿se refiere? De repente, quizás, a lo mejor. Pero mirando y viviendo en carne propia, uno de esos tantos matrimonios del pasado y que, la semana próxima pasada lo he sentido, puedo decir, con conocimiento de causa, que es muy cierto. Vivir sesenta y cinco años de matrimonio juntos, no es algo gracioso y fácil, se necesita una gran dosis de amor, de entrega, respeto, paciencia, aceptarse tal cual uno es, y eso es lo que acaban de celebrar DON JUAN LORENZO FLORES AGUINAGA Y DOÑA CARLOTA ASUNCIONA ARRASCUE GUERRERO, que han caminado juntos y agarraditos de la mano, durante éstos sesenta y cinco hermosos años que nos acaban de regalar, dejando un riquísimo ejemplo de vida matrimonial, al igual que otras pocas parejas que aún quedan, como de repente, de sus señores padres o abuelos, para esos matrimonios jóvenes de hoy que se destruyen con mucha facilidad y rapidez. ¿Qué familia perfecta existe en este mundo? Ninguna. Todos sabemos y conocemos las múltiples discusiones y peleas que existe en todo hogar. En muchas ocasiones inclusive se dejan de hablar unos momentos o días, a consecuencias de los malos entendidos pero al final, la familia es la familia, y el amor siempre estará ahí. No estamos diciendo que la familia FLORES ARRASCUE es perfecta, no, estoy seguro que habrá existido, como en toda familia, sus altos y bajos, pero ha prevalecido el amor, el trabajo, el respeto, la constancia y la humildad, y lo más importante, saber perdonarse uno al otro. Ahí están, fruto de ese verdadero amor, sus cinco hijos: Juan, Mariana, Carlota, Pedro y Vicente, cada uno de ellos caminando por sendos caminos del bien y repartidos por diferentes lugares de nuestro planeta, llevando con orgullo esa sangre sagrada que corre por sus venas, sangre que les dieron sus añorados padres desde el primer momento de su eterno y fiel amor, y desde su llegada, de cada uno de ellos a éste mundo, la cuidan y la respetan, porque saben muy bien, el enorme sacrificio que les ha costado a sus padres, formarlos, educarlos, y encaminarlos a que tomen, cada uno de ellos, sus propias decisiones de vida, con tino y responsabilidad. EL DIRECTOR