EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°1077-CHICLAYO, 8 DE NOVIEMBRE DE 2019-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL
¿EXISTEN LOS MILAGROS? Desde que hemos tenido uso de razón, hemos escuchado de los milagros, en especial, en nuestros hogares gracias a nuestras madres que, con ese cariño, fe y entrega a su religión católica, nos narraban pasajes de Jesús y sus milagros que realizaba por su paso por este mundo. Luego cuando íbamos creciendo se acentuaba aún más, sobre este tema, en nuestra catequesis, secundaria o superior. Pero en sí ¿qué son los milagros? Quiero entender que los milagros son hechos producidos por la intervención especial de Dios, que escapan al orden de las causas naturales por Él establecidas y destinadas a un fin espiritual. Los que somos católicos, apostólicos y romanos, fieles creyentes en nuestra religión, estamos convencidos que sí existen los milagros, basta ver la vida de Jesucristo en que el Apóstol San Pedro dice: “Pasó haciendo el bien” (Hch. 10,38) Este bien no se limitó a la predicación de una doctrina sublime y llena de luz, ni la salvación de las almas, sino que hizo abundantes milagros curando enfermos, resucitando muertos, multiplicando panes, procurando pesca abundante, convirtiendo el agua en vino, etc., etc. Aunque Cristo no vino a quitar el dolor y la muerte del mundo; sin embargo, estas curaciones prodigiosas y los milagros sobre la naturaleza los realizó como muestra de su inmenso amor a los hombres y con un significado más alto que debemos estudiar. En efecto, los milagros de Jesús son, ante todo, signos, señales, tanto de quién es Él, como de cuál es la misión que ha recibido de Dios. Los milagros no son hechos solamente portentosos de un ser superior: Son manifestaciones de una realidad salvadera sobrenatural. Son las señales de que ha llegado el Reino de los Cielos y de que Dios está con el que los hace. Son también señales de la transformación interior que se va a obrar en los espíritus; de la conversión y del cambio de mente. A la vez, son señales del amor misericordioso de Dios por los hombres. Dios se vale de esas personas buenas y bondadosas que han pasado por esta tierra, dejándonos ejemplos de vida eterna y que, muchos de nosotros, al encomendarnos a ellos con fe, devoción y misericordia, nos devuelven con una infinita bondad y gracia que le denominamos Milagro, demostrándonos que Dios está con Ellos. ¿Quién de nosotros en momentos desesperantes no nos hemos encomendado a San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima, San Antonio o San José? Y ¿a otros? ¿O al mismo Cristo Redentor en la figura del Señor de los Milagros que sale todos los meses de octubre a recorrer las calles, que al escuchar a las personas que nos narran sus milagros concedidos, nos quedamos asombrados y de no creerlos? A la ciudad de Chiclayo llegó un sencillo hombre con acento norteamericano, muchos años atrás, llamado JUAN EDMUNDO TOMIS STACK, era un Sacerdote que, luego de instalarse en la parte oeste de nuestra ciudad, comenzó a levantar su nueva Parroquia San Juan María Vianney, y al poco tiempo hizo una obra maravillosa, extraordinaria, sembrando amor, cariño, ternura y generosidad, con las familias más humildes de la zona, en especial, con los niños. Esa entrega, ese trabajo constante con todas las familias, año a año, le costó hasta su vida, y que fue al lado del Señor. Su ausencia permitió que muchas de estas familias comenzaran a seguirlo con fe y devoción, y hasta pedirle que les haga un milagro. En lo personal puedo testimoniar que, las veces que he acudido a Él, he sido escuchado, como la reciente que, al tener conocimiento de un hermano scout que había salido de su casa y no regresaba, lo único que atiné fue pedirle al Padre Juan Tomis que lo cuidara y protegiera, y al segundo día apareció este hermano nuestro, vivo y salvo. Amigos la fe mueve montañas. Por ello que la Beatificación del Padre Juan ya se encuentra en camino y pronto lo veremos en los altares derramando amor y consuelo en nombre del Señor. EL DIRECTOR