EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°1197-CHICLAYO, 25 DE DICIEMBRE DE 2020-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL
¡JESÚS!, YA ESTÁ EN NUESTRAS CASAS La Pasión y la Pascua de Resurrección de Jesús fueron las primeras fiestas religiosas que la Iglesia primitiva las celebraba. Años después, pero siempre hablando de los primeros tiempos de la Iglesia Católica, comenzó a celebrarse la fiesta de Navidad. Para los Santos Padres de la Iglesia y especialmente para San Agustín, la fecha “indiscutible” de la celebración del nacimiento de Jesús es el 25 de diciembre. Posiblemente nunca se sabrá el día exacto pero la Iglesia Católica lo que desea es celebrar el Nacimiento de Jesús, nuestro Redentor y amigo, que quiso compartir la naturaleza humana con nosotros. Por ese motivo la Iglesia de los primeros tiempos escogió el 25 de diciembre teniendo en cuenta que en el hemisferio norte (y por tanto en la tierra donde nació Jesús) a partir de ese día comienza a crecer la luz del sol. Los cristianos aprovecharon el simbolismo para referirlo a Jesús que dijo de sí mismo “Yo soy la luz del mundo”. Más tarde, en el año 274 de nuestra era, los paganos comenzaron a celebrar, en ese mismo día, al “sol invicto” es decir al dios sol, posiblemente con la intención de que sus seguidores se alejaran de los cristianos que celebraban ese día el Nacimiento de Jesús. En cuanto a la costumbre de hacer “nacimientos, pesebres o belenes” que así se llama según las distintas regiones, dejemos al Obispo Redentorista José Ignacio Alemany Grau, que nos explique al respecto. Nos dice que… “fue San Francisco el primero en hacer un nacimiento vivo en el año 1223. Estando el Santo en la ermita de Greccio sintió un deseo grande de reproducir, en vivo, el nacimiento de Jesús en el portal de Belén. Entonces colocó un pesebre en el interior de la ermita, trajo un asno y un buey y pidió a algunas personas que representaran el Nacimiento de Jesús. También construyó una pequeña choza para representar la adoración de los pastores. Posteriormente se fue extendiendo esta costumbre de colocar el nacimiento, cada año, unas veces con representación viva y otras a base de figuritas de diferentes materiales, estilo y arte”. Nos cuenta el Evangelista San Lucas que un buen día María y José buscaban con preocupación un lugar donde pudiera nacer el pequeño que venía. Belén estaba llena de gente que iba a cumplir con el censo ordenado por el emperador de Roma y nadie les dio el ambiente que necesitaban para acoger con dignidad al Verbo encarnado. De todas formas, era Dios el que iba a nacer como hombre y nadie le podía ofrecer un lugar digno de ÉL. Lo mismito está sucediendo hoy. Muchas naciones y gobiernos cargados de orgullo y poder vienen rechazando a Dios, ejemplo de ello es lo que viene ocurriendo con la pandemia que nos viene atormentando a todos e inclusive con la vacuna que son los países poderosos los primeros en obtenerla y acumularlas, dejando de lado a los países pobres a su suerte. Por otro lado, muchas familias no tienen sitio ni corazón para colocar un nacimiento en su hogar. En este mundo bello y maravilloso que, precisamente, lo hizo Él mismo, no hay un rinconcito para Dios. Aquella noche de un 24 de diciembre José y María terminaron en una cueva abandonada a las afueras de Belén, “la casa del pan” para que entrara en el mundo el Pan de Vida, Jesucristo. Hoy que Jesús ya está y nació en nuestros corazones le damos infinitamente gracias, gracias por mantenernos aún con vida, con salud a pocos días de finalizar este año pandémico que muchas vidas ha cobrado, y que va dejando un sin número de familias con el dolor inmenso de haber perdido a sus seres queridos, y otras miles y miles de familias que se debaten entre la vida y la muerte por el hambre y la pobreza. EL DIRECTOR