Huerequeque Scout N°1281

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EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°1281-CHICLAYO, 15 DE OCTUBRE DE 2021-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL

¡OCTUBRE, MES DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS! Nos encontramos en el mes en que todos los peruanos deberíamos caminar con fe, amor y esperanza, en este mes que es color de penitencia, especialmente en estos momentos de serias incertidumbres en que vivimos todos los peruanos sin merecerlo y que no sabemos hacia dónde nos quieren llevar. “En octubre no hay milagros”, escribió, en una oportunidad, Oswaldo Reynoso, pero los miles y miles de fieles que se congregan para ver pasar en andas la pintura del Cristo crucificado, o cuando lo acompañan, paso a paso, un mar humano de fieles devotos por las calles de nuestros pueblos y países del mundo, saben, lo sienten que, en cualquier momento, tendrán la Misericordia del Cristo crucificado con un milagro que les conceda. La festividad del Señor de los Milagros es una de las celebraciones católicas más grandes del mundo que nació aquí, en nuestro querido Perú. Su historia empieza con la imagen pintada de Jesús en la cruz, la cual –según la tradición- fue hecha por un esclavo angoleño en una pared tosca, cercana a un regadío y en las afueras del centro histórico de la ciudad de Lima, en un barrio conocido como Pachacamilla. La pared permaneció imperturbable, incluso cuando el 13 de noviembre de 1655 un terremoto derrumbó templos, edificios y viviendas en la ciudad de Lima y Callao, sin embargo, el muro de adobe donde había sido pintado Jesús en la cruz, permaneció erguido, sin ningún daño, interpretándose así el primer milagro. Al poco tiempo, la fama de la imagen atrajo a más creyentes, creando problemas para las autoridades eclesiásticas de ese entonces. Se ordenó borrar la imagen, pero el pintor designado para ello sintió temblores y escalofríos mientras se acercaba al Cristo plasmado en adobe y no pudo concluir su labor. Al poco tiempo, se autorizó su culto que hasta hoy continúa. Estos quince días que restan del presente mes morado, en que miles y miles de fervientes devotos del Señor de los Milagros lo siguen con estrepitosa devoción, no de hoy, de muchos siglos atrás, sean propicios para pedirle a ese Cristo Morada, con fe y postrados sobre su Misericordia, que cuide a su pueblo el Perú, que derrame bendiciones de unión, esperanza y fervor católico, que ilumine a sus gobernantes y sepan guiar por el camino de la no destrucción de las aspiraciones de nuestra niñez y juventud peruana. Cristo Morado sabe, muy bien, que la mayoría de peruanos somos católicos, somos sus seguidores, somos sus hijos que queremos de Él su Misericordia y Perdón. Los rostros de fe de los miles y millones de sus seguidores en el país y en el mundo, así lo demuestran que, manteniendo encendida esa fe viva, podremos salir adelante todos los peruanos de las adversidades que actualmente atravesamos. Ya vamos cerca de dos años que todos los peruanos venimos atravesando los peores momentos de nuestra historia republicana. Esta cruel pandemia viene dejando como herencia más pobreza, más miseria, hambre, desempleo y desolación, y en estos dos meses y medio que venimos caminando con un nuevo gobierno, la situación de las familias peruanas se viene agudizado aún más y más, con el alza de todas las cosas, en especial, de los alimentos que es vital para la supervivencia de una gran mayoría de familias que poblamos estas tierras que nos dejaron nuestros antepasados. Justo y necesario para elevar nuestras miradas hacia ese CRISTO MORADO y pedirle en oración, que tenga compasión de su pueblo el Perú; que mire a los gobernantes que vienen destruyendo a las instituciones tutelares del país; que cuide a los niños y jóvenes que venimos preparándolos para la vida y que tenga compasión de aquellos que solo se dedican a destruir y destruir. EL DIRECTOR


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