N°586-CHICLAYO, 22 DE MAYO DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL ¡NUESTRA ALEGRÍA CON LOS ANCIANITOS!
La etapa final de la vida se inicia aproximadamente a los 60 años. Se caracteriza esta edad por una creciente disminución de las fuerzas físicas, lo que, a su vez ocasiona una sensible y progresiva baja de la actividad mental. El individuo va perdiendo el interés por las cosas de la vida y va viviendo mas en función del pasado, que evoca constantemente ya que el presente y el futuro le ofrecen en realidad muy pocas perspectivas. Los rasgos del carácter se van modificando, en los ancianos que no han tenido una madurez madura, se manifiesta una marcada tendencia a la desconfianza, el egoísmo, el criticismo agudo y las reacciones agrias contra sus familiares y el ambiente social. ¿Qué podemos hacer ante ésta realidad? Nada. Todos, de una u otra manera, tenemos que llegar a este estado del ser humano, si es que tenemos la suerte de llegar. Así esta establecido por nuestro Creador y no podemos revertirlo por nada del mundo. Pero, qué pena cuando visitamos el Asilo de nuestro querido Chiclayo, año a año, como en el presente, realizado el domingo 17 del presente mes, y encontramos hermanos nuestros que se encuentran en ésta etapa final de sus vidas con unos cuadros desgarradores que nos llena el corazón de tristeza y angustia. Si esto ocurre con uno que es adulto, qué será con nuestros niños y jóvenes que tienen la oportunidad de dialogar, entrar a la profundidad de sus corazones de cada uno de ellos y se encuentran con un sin números de situaciones que, hacen que nuestros niños y jóvenes sientan en carne propia la realidad de nuestros hermanos los ancianitos y que, quizás, les tocará vivir cuando lleguen a esa edad. El visitar el asilo, todos los años, tiene la intención que nuestros niños y jóvenes que acuden a ella, conozcan, sean sensibles, compartan con los ancianitos, aunque sea unas horas, y vivan lo que sienten, lo que dicen, lo que recuerdan, lo que anhelan, haciéndolos pasar gratos momentos de felicidad y olvidar sus dolores, penas, angustias. No se imaginan Ustedes mis amigos, cómo nuestros niños y jóvenes, cada vez que acuden al asilo, les hace recordar a sus familiares, a sus seres queridos que tienen en casa y se entregan de lleno, haciéndolos pasar unos momentos lleno de felicidad y amor. Cantan, bailan, recitan, les cuentan chistes y ellos, los ancianitos, responden con esa ternura, y por su puesto, con esas tremendas limitaciones de su edad. Muchos de ellos derraman unas lágrimas o se ponen melancólicos al ver a los niños, pero estamos seguros que, eso les hace bien para olvidar las penas y dolores que llevan dentro, cada uno de ellos. No podemos ir todos los días o todos los meses, pero sí podemos estar con ellos, una vez al año, y eso lo saben las madres religiosas que los cuidan con mucho cariño y amor, y nos esperan siempre. A muchos que los hemos conocido siempre, lamentablemente, ya no los encontramos y al preguntar, nos responden, hermanito ya partieron junto al Señor. Para nuestros niños y jóvenes de nuestro Grupo Scout Chiclayo 38, es formación. EL DIRECTOR