N°598-CHICLAYO, 19 DE JUNIO DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL RECUERDOS IMPERECEDEROS La vida de cada uno de nosotros esta llena de un cúmulo de recuerdos, vivencias, aventuras, que son parte de nuestra existencia en éste mundo. ¿Quién de nosotros no guarda en el baúl de los recuerdos, como un tesoro imperecedero algo que es lo más preciado de su vida? ¿Quién de nosotros no tiene escondido en lo más profundo de su ser algo que lo recuerda toda su vida? Estoy seguro que todos, sin excepción de ninguna clase, desde aquel hombre poderoso de la tierra, hasta el más humilde del planeta. En el mundo de los scouts, de aquellos que hemos comprendido el valor sublime de su filosofía y de los eternos ideales del Fundador, y en donde sigo convencido del valor educativo del movimiento scout, al extremo de mencionar que, son muy pocas las instituciones en el mundo que ofrecen tanto en cuanto a propósitos educativos y no sé si alguna pudiera esgrimir algo comparable a su activo y holístico método. Dentro de éste mundo, nos hemos acostumbrado a coleccionar diferentes parches, pañoletas, recuerdos, en cada uno de los eventos que hemos realizado, especialmente cuando nos encontramos con hermanos scouts que por primera vez nos conocemos y viene el intercambio de nuestra pañoleta o de alguna insignia que nos gusta o nos llama la atención, y al regresar a casa, lo primero que hacemos es buscar un sitio especial para exhibirlo o guardarlo como un trofeo. Si uno lo vive o lo ha vivido a lo largo de todos éstos cuarenta y siete años de caminar por el escultismo en el país y fuera de ella, también hemos tenido la oportunidad de sentir y quedar plasmado de envidia cuando otros hermanos scouts nos muestran su colección de insignias que es una delicia. Recuerdo muy bien que, cuando iba a Lima, en esos buenos años del escultismo peruano, Pepe Chang me hacía conocer siempre sus insignias que iba coleccionando y lo hacía sólo para sacarme pica, de igual forma nuestro amigo Guillermo Flores, pero en el fondo lo hacían con mucho cariño que, al final, me regalaban unos cuantos. Cuando nos surge la idea de preparar un pequeño museo de todos éstos recuerdos, en la oficina, lo primero que pienso es en los míos. No fue fácil desprenderme, romper mi baúl y sacar todos mis hermosos parches, pero tenía que dar el ejemplo si quería seguir con la idea. Hasta que tuve que hacerlo y luego solicitar a los amigos. Esto de los amigos, a pesar que, en todos los Huerequeques iba solicitando parches, pañoletas, recuerdos, para el museo, en un inicio, nadie decía esa boca es mía, y hasta hoy, muchos quedaron mudos. Hasta qué tuve que solicitarlos personalmente y poco a poco iban llegando. Lo sé, lo he sentido en carne propia que no era fácil desprenderse del tesoro que tenemos guardado bajo cuatro llaves, pero la pregunta es ¿Pueden esos recuerdos imperecederos seguir bajo cuatro llaves y que sólo sirven para satisfacer nuestros apetitos personales? ¿Es posible que todos estos tesoros sean sólo de nosotros sin que nadie los admire, los contemple y les saque pica? Bueno, ante estas preguntas estoy seguro que se abrirá mucha polémica, cada uno tiene o tendrá su punto de ver las cosas, pero, sigo insistiendo que, estos tesoros son reconfortantes cuando son exhibidos al público para que todos los vean, los observen, los admiren, especialmente los que nos siguen. Al dar apertura al pequeño museo inaugurado el sábado 13 del presente mes, en nuestra oficina, hemos sentido la alegría, la satisfacción de todos los presentes, al ver el colorido de las insignias, pañoletas, fotos de recuerdo, dándonos la pura razón de nuestras locas ideas que quedarán para el recuerdo y admiración de todos los que vienen para orgullo de ellos y sus jefes. Quedan aún algunos espacios en blanco en nuestra oficina que, la idea original era que ningún espacio quedara en blanco, solo nos queda esperar que algunos amigos puedan desprenderse de su baúl de sus recuerdos y puedan enviarnos para hacer de éste pequeño museo, un museo grande como grande es el corazón de cada uno de Ustedes.
EL DIRECTOR