N°649-CHICLAYO, 23 DE OCTUBRE DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL LA FORMACIÓN DEL SER HUMANO “Toma Señor toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me los diste, a ti Señor lo doy; todo es tuyo, disponlo todo a tu voluntad. Dame tu amor y tu gracia, que esto me basta”. Oración bella que nos abre el camino para escribir sobre este tema que, en estos tiempos, estamos empeñados en seguir haciendo lo que, a través de muchos años, venimos realizando con la niñez y juventud lambayecana, formando al ser humano. La vida de cada ser humano puede ser tan bella como difícil. Las dificultades que encontramos en ayudar a los niños y a los jóvenes, aún con las personas a las cuales amamos, son frecuentemente complejas y contradictorias; aún así seguimos trabajando, ellos se merecen toda nuestra atención y nuestra preocupación, cada día. Para sentirnos menos solos y aprender a gozar de aquello que la vida nos ofrece, es importante entender como estamos hechos, cómo funcionan los principales mecanismos del ser humano. Este conocimiento – que no debe ser solo teórico- puede permitirnos vivir con plenitud nuestra existencia, experimentando de verdad el significado de palabras profundas como amistad, amor, respeto, fraternidad, fidelidad entre otros valores. La naturaleza humana está compuesta por una estructura compleja que incluye las funciones espirituales; la inteligencia, la voluntad, la libertad y la capacidad de amar son específicamente humanas y por el hecho de poseerlas el hombre se define a sí mismo como tal. Comprender estas capacidades humanas nos permite obtener un verdadero señorío sobre nuestros sentimientos, sobre nuestros afectos, sobre nuestra voluntad… Formar a la niñez y juventud, corresponde a un rencuentro con los valores, capacidades y potencialidades expresivas que pueden ayudarnos a superar miedos, desánimos, sufrimientos, que provienen de la ignorancia de nuestras posibilidades reales, que en cada ser humano son muy superiores a aquellas que normalmente se experimentan. Nuestra sociedad muestra muchos límites que tornan fría y desencantada la vida de muchas personas o la de nosotros mismos. Una considerable falta de sabiduría nos ha conducido a obtener mucho desde el punto de vista tecnológico, perdiendo mucho bajo el perfil humano. La competitividad a todos los niveles es una fuerte tendencia a través de la superficialidad; aumentan las inseguridades y la sensación de soledad, no solo en aquellas personas que consideran haber obtenido poco de sí mismos y de la vida; sino también en aquellos que han alcanzado un cierto grado de éxito social. Los problemas de pareja, las incomprensiones familiares, la fatiga del trabajo, las incertidumbres políticas nacionales e internacionales, son todos elementos que hacen siempre más pesada la vida de cada ser humano; aún la de niños y adolescentes que se ven envueltos en la trama de la vida de los adultos y de los problemas que agobian al mundo contemporáneo; ni ellos escapan a los problemas de indiferencia y frío humano global. ¿Qué culpa tienen nuestros niños y jóvenes? He aquí porque retengo que sea inmensamente útil estudiarnos a nosotros mismos, entender como funciona nuestra personalidad y comprender como reencontrar la capacidad de establecer relaciones verdaderas, armónicas y cálidas, conquistando la fe y la calma individual, la capacidad de reflexionar para obtener una relación equilibrada con el ambiente en general. La formación del ser humana, hoy en día tiene que ser vital, y allí nuestra propuesta en este espacio, con lo que venimos planificando y elaborando guías para continuar guiando a nuestros niños y jóvenes en los diferentes cursos que es nuestro deseo, se iniciarán el próximo año en el CENFORS que para ello hemos dedicado todo nuestro esfuerzo y cariño, incluso involucrando a los amigos para que nos ayudaran hacer realidad dicho ambiente que aún no se ha terminado, sin embargo, es nuestro deseo iniciar con un nuevo reto porque es nuestro compromiso con Dios, aceptando la fraternidad entre los seres humanos por ser hijos de un mismo padre, la patria. EL DIRECTOR