N°662-CHICLAYO, 27 DE NOVIEMBRE DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL FAMILIAS QUE BRILLARON CON LUZ PROPIA Entendemos por familia al grupo primario del ser humano. La familia es el grupo responsable de cuidar y proteger al bebé pero también de integrarlo al mundo y de hacer que, a través de la enseñanza de prácticas, reglas y pautas de convivencia, pueda adaptarse exitosamente a las necesidades de la sociedad. La importancia de la familia estriba principalmente en dos pilares fundamentales para la existencia del ser humano: por un lado, la familia brinda al recién nacido protección, cuidado y cariño, enseñándole a través de esas cosas reglas de comportamiento, dónde está el peligro, qué cosas no se deben hacer, cómo ser sano, cómo ser saludable, qué significa cada sensación, etc. Esto es así ya que un bebé (de cualquier tipo, no sólo humano) al ser abandonado sin ningún tipo de cuidado o protección de posibles peligros no podría sobrevivir por sí solo. Pero otro de los factores más importantes de la familia, especialmente de la humana, es la posibilidad de establecer una comunicación con otros seres, fenómeno que le permitirá a uno luego adaptarse a la sociedad en la que viven otros individuos. Se estima usualmente que al recién nacido suele llevarle un tiempo comprender que la madre es un ser distinto a él mismo y allí es donde cumple un rol fundamental el padre, separándolos pero también permitiéndole al bebé comprender lentamente que es parte de algo mayor que sí mismo. Desde 1968, las familias chiclayanas jugaron un papel importante en mi vida y que, supieron brillar y siguen brillando con su propia luz, hasta el día de hoy. El recuerdo de muchas enseñanzas, consejos, estímulos, amor y cariño, sigue latente en mi memoria y en mi corazón, como si fuese ayer, y que, cada día que pasa los sigo valorando con mucho cariño y estimación. Es por eso que quiero plasmar, antes que sea tarde, a través de éstas páginas sagradas de Huerequeque, esos lindos momentos vividos con cada una de éstas familias que me enseñaron el camino correcto que debería emprender, que me enseñaron hacer de mi trabajo un servicio, que me permitieron ingresar a sus hogares tal como era, que me enseñaron muchos valores, valores que hoy me sirven para seguir caminando y que, como un sencillo homenaje a cada de esas generosas familias, quiero agradecerles por todo el tiempo que le dedicaron a mi persona y que me permitieron, en muchas ocasiones, ser un integrante más de sus bellas y recordadas familias. El agradecimiento y respeto lo llevo dentro de mi ser, desde que era muy pequeño, y que mi Madre me enseñó cada vez que me pedía acompañarla. Y caminando por las calles polvorientas de mi Santa Cruz querido, tierra que me vio nacer, y al encontrarnos con algún familiar y me entregaban algo, siempre me decía, dándome un pellizco “Hijo ¿ya agradeciste a tú tía (o)? inmediatamente sin haberlo dicho, tenía que decirle sí Madre. Esas enseñanzas nunca uno lo olvida. Por ello, y con el respeto que se merecen cada una de las familias, nuevamente, voy a entrar a sus hogares y me permitan hacer una breve remembranza de esos lindos momentos del ayer y que vale la pena recordarlos y seguir viviendo. Quiero iniciar éste homenaje y agradecimiento con la FAMILIA PEZO – SILVA, una de las primeras familias que me permitieron ingresar a su hogar y en donde aprendí a respetar y valorar una auténtica familia cuando aún vivían en la calle Sargento Fernando Lores (Satélite), iniciándome y conociendo el nuevo programa juvenil que el recordado Padre Juan Tomis Stack, daba paso en su flamante Parroquia “San Juan María Vianney”. Los años pasan, los hijos crecen, la familia Pezo-Silva tubo la necesidad de cambiar de domicilio, a la Urb. Los Parques-Las Magnolias 489 sin dejar de pertenecer a su entrañable Parroquia “Vianney”, Parroquia que lo habían visto nacer y que, el Viejo Lobo Francisco, era uno de los brazos fuertes del recordado Padre Juan Tomis. Es, precisamente en éste nuevo hogar que, el suscrito, llega a compenetrarse más en la familia, y tantas idas y venidas organizando las actividades económicas a favor de la institución de nuestros recuerdos, hizo que mi salud me traicionara por algunos momentos, y tanto Francisco como Julia, generosamente se preocuparan por mi salud, llevándome a su médico particular para aliviarme de mis dolencias. Son todos éstos gestos de la familia Pezo-Silva que hacen que hoy, les agradezca y los tenga siempre presente en mi memoria y en mis recuerdos. Sé que es poco lo que hago por todo lo que recibí de ellos, sus consejos, sus ejemplos de familia, sus recomendaciones, sus invitaciones a sus salidas de familia, sus correcciones, pero es lo único que tengo entre manos, mi Huerequeque, para seguir demostrando nuestra vieja amistad de hace cuarenta y siete hermosos años. Con cariño para Ustedes Familia Pezo – Silva, el presente número de Huerequeque. EL DIRECTOR
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