N°664-CHICLAYO, 04 DE DICIEMBRE DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL GENEROSIDAD DE FAMILIA Juanita está llorando en un sofá. Pasa las hojas de un libro, con la mirada perdida y con los ojos hinchados. Frente a ella, Juan sonríe mientras tiene en su poder el Nintendo, todo para él y sólo para él. Cuando los padres entran en el salón de estar y se encuentran con una escena como la anterior, sienten que algo debe cambiar en sus hijos. ¿Cómo lograr que sean más generosos, cómo ayudarles para que aprendan el arte de compartir y de disfrutar al ver a otros felices? La generosidad es una de las virtudes humanas más hermosas. El generoso vive su relación con las cosas desde una perspectiva de condición, de apertura a los demás. No se encierra en sus intereses, no agota su existencia en la búsqueda del propio placer, en el acapararlo todo para sí. El generoso descubre las necesidades del otro, ve las cosas materiales como medios para servir, para dar, para establecer lazos de amistad. A todos nos gustaría vivir así, con las manos abiertas y con un corazón grande. Especialmente a todos nos gustaría poder ofrecer a los hijos una educación que les permita convertirse en niños (y futuros adultos) generosos y buenos. Pero esto no es imposible cuando, en una familia, los padres se dan íntegros a la generosidad, al desprendimiento. En una palabra, son generosos. Con Huerequeque anterior N° 662, habíamos iniciado agradeciendo y homenajeando a las familias chiclayanas que me ayudaron mucho en mi vida personal y caminar firme por éstos caminos del Señor, e iniciaba con una de las primeras familias que caló hondo mi ser, esa familia fue, sin duda, la FAMILIA PEZO-SILVA y que, tengo que reconocer ahora, que me he quedado corto con ese Huerequeque. Continuando con éstos reportajes de las familias chiclayanas, en las cuales hemos caminado juntos en la institución de nuestros recuerdos y que han dejado huella en su largo caminar, me toca agradecer ahora, a otra de las familias que le tengo mucho respeto y cariño y que son ejemplo de vida familiar, me refiero a la FAMILIA VILLARREAL-RUÍZ. La Parroquia “San Juan María Vianney” ya se había inaugurado y por lo tanto, la labor del Padre Juan Tomis era impresionante en la forma cómo, poco a poco iba ganando y formando a todas las familias de su Parroquia, en el aspecto espiritual. Sin duda alguna, el Padre Juan tenía un carisma, fuera de serie, en su misión pastoral. Es así que en ese tiempo ya se había iniciado un programa nuevo para los niños y jóvenes de su Parroquia, el Movimiento Scout, es allí donde la Señora Martha Ruíz de Villarreal lleva a sus menores hijos a inscribirlo al grupo scout y poco a poco la Señora Martita se va involucrando en el escultismo. El primer hijo en ingresar al grupo fue Alfredo, luego lo hizo Pemy, Silvia y finalmente Jorge, para ello ya el grupo funcionaba con todos sus estamentos y por su puesto su Comité de Grupo, fue éste organismo que invita a la Señora Martha Ruíz Coronado a integrar la Junta Directiva, siendo elegida Presidenta del Grupo, eso bastó para que la Señora Martha se involucrara de lleno al escultismo, luego vendrían sus nuevos cargos: primero Jefe de Grupo, luego Sub Comisionada Local de Scouts y finalmente se convirtió en la Primera Mujer Chiclayana en asumir el cargo de Comisionada Scout Local de Chiclayo. Su esposo, el Dr. Alfredo Villarreal García, andaba en los asuntos de su profesión y con los expedientes judiciales que ni tiempo tenía para relacionarse con el escultismo. Un buen día, la Señora Martha invita a todos los dirigentes a una reunión en su casa y nuestro Viejo Lobo Francisco también se hizo presente, en primera fila. Para ésta reunión se encontraba presente el jefe de familia Dr. Alfredo Villarreal, y al escuchar a Francisco hablar y expresarse sobre el escultismo de una manera elocuente y como padre de familia, me imagino que fue esto lo que hizo que el Dr. Villarreal se animara a participar del escultismo, cuando al poco tiempo, veíamos que el amigo Villarreal no dejaba una reunión y siempre acompañaba a Martita a todas las reuniones y eventos que había. Esto fue motivo para que Francisco propusiera al Dr. Alfredo Villarreal asumir el cargo de Jefe de Grupo de uno de los grupos que se había formado en el P.J. 9 de Octubre, cargo que el Dr. Villarreal acepto muy gustosamente, es allí donde una nueva familia chiclayana se había ganado para los intereses del escultismo lambayecano, y con la frase que tenía Francisco para convencer a los nuevos dirigentes “no te preocupes que es sólo algunas horas que lo dedicamos al escultismo”, sin imaginarse que, no son horas, es toda una vida entregada a un bien social. Pero valió la pena, la familia Villarreal-Ruíz se involucró al escultismo lambayecano dejando una huella imborrable, hasta el día de hoy, que Ustedes podrán apreciar en las siguientes páginas de éste humilde y sencillo boletín virtual Huerequeque, con mucho aprecio y cariño. EL DIRECTOR