N°667-CHICLAYO, 11 DE DICIEMBRE DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL FAMILIA VERA – ZAMORA
“Estamos viviendo tan aprisa, que, dejando de lado lo humano, nos convertimos en seres insensitivos actuando por impulsos. Amando por impulsos. Poco a poco olvidamos hablar con el corazón. Las prisas arruinan el disfrute de vivir a plenitud. Las urgencias han secuestrado nuestros afectos. Al reaccionar para recuperar el tiempo perdido, vemos que es demasiado tarde. Los seres queridos, los amigos ya no están. Partieron para nunca volver”. Nos dice el amigo Fernando Naranjo-Villacís en su Libro “Motívate a vivir en plenitud”. Es muy cierto lo que nos dice el amigo Naranjo-Villacís, son épocas que avanzamos en ésta vida tan a prisa que muchas veces nos olvidamos de nuestros seres queridos, de nuestros amigos, y en especial, de aquellas familias que colaboraron, trabajaron, se entregaron, junto a nosotros, en un programa juvenil que valió la pena entregar todo de sí, y cuando nos damos cuenta, muchos de ellos ya no se encuentran entre nosotros. Y, antes que sea demasiado tarde para mi, he decidido ingresar, nuevamente, a sus hogares para recordar esos gratos momentos pasados donde cada familia, junto a sus apreciados hijos, daban, se entregaban de lleno a la formación de sus hijos y, de paso, a la formación de otros hijos que, hoy, muchos de ellos, son orgullo de su entrega, de su cariño, de su esfuerzo y solidaridad. En la presente semana me tocó golpear la puerta, puerta que muchas veces tocaba en esos buenos tiempos del escultismo lambayecano, para coordinar la llegada de alguna delegación de niños o jóvenes scouts que habían llegado a uno de nuestros eventos a nivel Nor Peruano o nacional, y tenía la suerte que siempre se habría para decirles si era posible brindar su techo o un plato de comida para nuestros visitantes y la respuesta siempre era, ¿cuántos son? En ésta oportunidad toqué la puerta de la Familia Vera-Zamora no para pedir nada, ya lo había hecho muchos años antes, era sólo para agradecerles, saludarlos, recordar viejos tiempos y ver cómo se encontraban ahora que los hijos se fueron luego de haber entregado, en ellos, todo su amor, su cariño, su tiempo y ternura, y que hoy se sienten orgullos de sus tres hijos. Grande fue la sorpresa que al tocar la puerta de su hogar, la abre el amigo Enrique y sus primeras palabras “Hola pues Zambito, que gusto vernos de tiempos…pasa, toma asiento, ¿para que soy bueno?” y le cuento el motivo de mi misita y al instante se hace presente la Señora Dorita y los tres iniciamos un largo camino de los recuerdos, de las anécdotas, de cómo iban creciendo sus hijos y cómo es que el amigo Enrique llega a la Parroquia “San Juan María Vianney” y al grupo scout. Creo que, con éstas visitas, no me he equivocado, tanto el que visita como los visitados sentimos éstos momentos maravillosos de vivirlos plenamente, disfrutando cada minuto que pasa, agradeciéndoles por todo lo que dieron y pensando que quizás, ya no habrá otra visita. EL DIRECTOR