N°669-CHICLAYO, 11 DE DICIEMBRE DE 2015-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL ¡A UN AÑO DE TÚ PARTIDA COMPADRE!
Ayer a las siete de la tarde acudimos a la Capilla “Nuestra Señora de Lourdes” para escuchar la Santa Misa de Honras que por el eterno descanso de su alma de mi compadre LUIS ANTONIO SALAZAR DÍAZ se oficializara, al cumplir un año que se fue al Campamento Eterno del Señor. Llegué cinco minutos antes del inicio de la Santa Eucaristía y conversando con el Señor le contaba que, hace dos semanas atrás me estaba dirigiendo a mi Compadre a Solicitarle Juguetes que siempre me daba en apoyo de los niños que menos tienen. Después de haber caminado unas cuadras, me doy cuenta que mi compadre ya no se encontraba entre nosotros y tuve que darme media vuelta y golpear otras puertas. Ayer, y antes de la Santa Misa, también pensaba que no era cierto que haya pasado tan rápido, un año de su partida del amigo, del hermano, del compadre Luis Antonio Salazar Díaz. Pues, es esa la realidad, aunque no queramos. Sí han pasado los trescientos sesenta y cinco días y lo seguimos recordando y sintiendo que aún sigue entre nosotros, aunque no nos de lo que siempre nos daba y apoyaba para los que menos tienen en éste mundo injusto. Su Madre, Hermana, su Esposa (mi Comadre Anita) sus Hijos (entre ellos Rocío mi aijada), Suegra, Cuñadas, Amigos, Familiares y mucha gente que, en algún momento, recibió un cariño, una ayuda, una sonrisa o algo material, de parte de Luis Salazar, se habían hecho presente a la Capilla “Nuestra Señora de Lourdes” para pedir que sea nuestra Señora de Lourdes, como Madre, siempre cuide el alma de nuestro amigo y compadre querido Luis Antonio Salazar Díaz. ¿Qué nos queda a todos los que quedamos y aún seguimos caminando por los diferentes caminos de éste mundo? Coger e imitar las cosas buenas que Lucho hizo, estando con nosotros. Errores, los tuvo como cualquier ser humano de este mundo, de lo contrario no estuviéramos aquí. Lo importante es rescatar sus obras buenas que hizo por su paso en ésta tierra bendita, su generosidad y desprendimiento, porque fui un convencido de ello y por eso lo seguía y acompañaba en las buenas y en las malas. Hoy, sólo nos queda, rogar por su eterna alma, rogar para que, desde el lugar donde se encuentra, nos siga acompañando con lo que venimos haciendo y corrigiendo en las cosas que, de repente, no son las más correctas y sinceras, hasta que, algún día, nos podamos reunir y juntos, nuevamente caminar, pero, en otra dimensión. Compadre, descanse Usted en paz. EL DIRECTOR