EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°860-CHICLAYO, 01 DE SETIEMBRE DE 2017-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL
¡VIEJO, MI QUERIDO VIEJO! Días atrás recordábamos, con mucha nostalgia, a los abuelos, a los de la tercera edad, a todos aquellos que, cubierto sus cabezas de canas de tanto trajinar en la vida, vienen caminando, aún, con el paso lento de la vida, dejándonos gratos recuerdos y que los admiramos con el amor eterno de sus caricias, de su ternura, y de todo esa sapiencia que nos van dejando. ¿Cómo olvidarlos? ¿Cómo dejar de hablar de ellos? No podemos, muchas veces el tiempo y otros compromisos, hacen que, aparentemente, nos olvidemos de ellos, pero aquí estamos, aunque tardecito, para decirles, con todo nuestro aprecio y cariño ¡Viejo, mi querido viejo! Al igual que a mis padres, abuelos, tíos y amigos del asilo de Chiclayo, que año a año los visitamos, y que muchos de ellos ya no se encuentran entre nosotros, es esta la oportunidad para testimoniarles mi respeto, mi consideración y mi gratitud por todo lo que han hecho en sus vidas, por todo lo que nos han enseñado y dejado como ejemplos vivos y que hoy, nos toca seguirlos con esa misma entrega, jovialidad, empeño en que le ponían a cada acción diaria de sus vidas. Muchos pasaron a la vida eterna, otros siguen caminando y derramando amor, ternura y cariño. Un abuelo en casa, es una reliquia y un libro andante de grandes experiencias vividas. Unos son estrictos, otros muy consentidores. Unos son viejos, otros más jóvenes, pero todos, abuelos y abuelas, son seres fundamentales en el crecimiento emocional de todos nuestros hijos. No existen sustitutos de los padres, pero lo que definitivamente se acerca más al amor por los hijos, son, sin duda alguna, los abuelos. La protección, el cariño que demuestran y el amor incondicional de los abuelos, es incomparable. Sus historias son tesoros puestos en palabras que nos dan a las generaciones más jóvenes, un sentimiento de identidad. Qué pena nos da cuando preguntamos a los hijos o nietos, si conocen a sus abuelos, teniéndolos vivos. Hay un sin número de respuestas y rodeos a la pregunta. Muchos de ellos no conocen a sus abuelos y la culpa no lo tienen ellos, lo tienen sus padres que han perdido ese amor paternal, han perdido el tronco principal de su descendencia que es vital para su existencia. Los beneficios que nos da la convivencia con los abuelos son enormes para un niño, son la base de su historia personal. Todo ser humano tiene el derecho de conocer sus raíces, su historia, de dónde vienen y los abuelos representan esa parte de su pasado que forma parte de su vida. No hay como los abuelos para ayudarnos a cuidar y formar a los hijos. Qué mejor sangre de su sangre para encargarse de los pequeños cuando, muchas veces, la madre o el padre, o pueden hacerlo. Por nuestro lado caminamos al encuentro con éste gremio. Con la etapa más bella de la tercera edad. A formar parte de todos los de cabeza plateada, aunque el mío, ya lo tengo, desde hace un buen tiempo, sumamente blanqueada, y no por la edad, sino por los golpes de la vida y orgulloso de haber contribuido en la educación de cientos y miles de niños y jóvenes, tanto en las escuelas de mi querido Perú, como en los diferentes grupos scouts que, a todos ellos los considero mis hijos, en donde he tenido y lo sigo teniendo la suerte, el placer y la alegría de ir derramando mi cariño, mi entusiasmo y todo lo que tengo en mi corazón, a las nuevas generaciones que serán los nuevos actores y protagonistas de un nuevo mundo en que les ha tocado vivir o que les tocará vivir. Gracias viejo, mi querido viejo, por darme la oportunidad de vivir y ser alguien en la vida. Espero haber cumplido tú deseo y la persona a que te imaginaste que fuera en éste mundo. EL DIRECTOR