Huerequeque 871

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EDICIÓN GRATUITA A NIVEL LOCAL, NACIONAL E INTERNACIONAL N°871-CHICLAYO, 06 DE OCTUBRE DE 2017-LAMBAYEQUE-PERÚ EDITORIAL ¡AMOR DE HIJOS! El mundo está poblado de diferentes matices, gustos y costumbres, y cada vez que avanzamos en la vida, nos encontramos con grandes acontecimientos que adornan nuestra existencia y nos hacen reflexionar y vivir a plenitud que, cuando gozamos de alguno de ellos, en nuestro recorrido, nos hacen vibrar de emoción y cariño y queda grabado en nuestra menta y corazón hasta la eternidad. El fin de semana que pasó, tuvimos la oportunidad, la gran satisfacción y el honor de compartir, en la tierra de los verdes algarrobos-Piura, un acontecimiento de amor, cariño y gratitud, de cuatro hermanos que crecieron juntos, bajo la tutela, cuidado, tesón, educación y sacrificio, de una Madre que lo había entregado todo, en esos buenos años de su juventud, por ver a sus vástagos crecer, desarrollarse y progresar en la vida, inculcándoles esos valores sublimes de la vida, que sólo una Madre generosa y abnegada, puede dárselos. Se trata nada menos de los hermanos Jorge, Bertha, Augusto y Marleny Bardales Raymundo que, al cumplir su Madre María Teresita Raymundo de Bardales, sus noventa primaverales años de una extraordinaria existencia llena de valores entregando a sus hijos, a sus amistades y a todos los que, al su alrededor, tenía la oportunidad de extenderles la mano, con la sencillez y el cariño que lo caracteriza a la Señora Teresita. El suscrito tuvo la oportunidad de conocer a la Señora Teresita desde el primer momento que conocí a mi amigo y hermano Augusto Antonio, allá por los años 75, 76 cuando en mi camino tuve la suerte de compartir con Augusto uno de los tantos eventos escultistas en la ciudad de Piura, y su hogar, era el centro de múltiples atenciones por su querida Madre que, desde el primer momento que la conocí, me hacía recordar a mi Madre con los mismos gestos y atenciones que una Madre sabe dar a sus hijos. Los años iban pasando y la amistad con mi hermano Augusto se iba incrementando más, año a año, a raíz de nuestras múltiples actividades scouts, tanto en Piura como en Chiclayo, en un sin número de ciudades del país, y también, nuestros viajes a los países vecinos que Augusto me invitaba a conocerlos, y por supuesto, nuestra amistad con la Señora Teresita, Madre de Augusto, era más profunda que siempre estaba pendiente de su salud con mis constantes visitas o llamadas telefónicas. Es así que, el viernes 29 del presente mes, los cuatro hermanos: Jorge, Bertha, Augusto y Marleny, deciden celebrar, en familia, sus noventa y merecidos años primaverales de su querida Madre, y como miembros de la familia, Mariana y el suscrito, fuimos invitados a compartir ese merecido acontecimiento que, a las seis de la tarde se iniciaba con la celebración de la Santa Misa, en honor de la cumpleañera y por la delicada salud de María Teresita. El Sacerdote, celebrante del Santo Sacrificio de la Misa, en el hogar de la familia Bardales Raymundo, en su homilía, resaltó los grandes valores de María Teresita. Como churri del barrio la conoció y la vio irradiar amor, cariño y ternura a sus cuatro hijos, hasta verlos logrados y hechos hombres con sacrificio y trabajo. Pidió al Señor que le siga dando salud y alegría como él la conoció, por ser una Madre buena, abnegada y entregada al Señor. La entrega al Señor de la Señora Teresita, tuvo su recompensa en su hogar. La última hija, Marleny, aceptó el llamado del Señor y ahora viene desarrollando su vida pastoral como Religiosa en varios Distritos y Caseríos de Piura. Dios tarda pero no olvida, cuando sus hijos actúan con generosidad, fe y bondad en la tierra, y allí está la bendición del hogar de la Señora Teresita, que rogamos que siga con nosotros siempre. EL DIRECTOR


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