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Gurkha 125 Aniversario
Gastón Banegas
Según la mitología griega, las musas son seres divinos que inspiran a los hombres y los conducen por el territorio de las artes: Clío era la musa de la historia; Euterpe, de la música; Talia, de la comedia; Melpomene, de la tragedia; Terpsícore, la encargada de las danzas; Poliminia, de la lírica; Erato, de la alegría; Urania, de la astronomía, y Calíope ayudaba a los hombres carentes de retórica y poesía.
Ya que las musas sirven de inspiración al artista y quien escribe no se reconoce como tal –mis talentos son escasos–, si alguno de estos mitológicos seres no llegare a venir, me las tendré que arreglar así, en seco, y sabré entender que Poliminia, Talia o Calíope están más que excusadas. Aceptaré que no soy prioridad y tampoco será la primera vez que entro en segundo o tercer puesto.
Por ende, voy a buscar mi Gurkha 125 Aniversario, y trataré de contar la experiencia. En este caso es un torpedo de 6.5 pulgadas, cepo 54 de hermosa capa Habano aterciopelada y de color marrón rojiza, proveniente de Brasil. Es difícil encontrar las costuras y venas de la hoja; gran calidad, que además presume un brillo oleoso y un tacto aterciopelado muy agradable.
Si con esto no bastase, el cigarro ostenta una anilla maravillosa con ribetes dorados, tonos negros y punzó. A diferencia de otras
líneas de la marca, aparece la figura del guerrero Gurkha. Lo miro, y tras examinarlo un rato es inevitable pensar en el carácter agresivo de la representación del luchador; estereotipo masculino primitivo y puro. Seguramente cautivará a muchos consumidores varones.
Antes de encender el puro, lo huelo y disfruto. En frío percibo aromas complejos, conformados por varios elementos a un tiempo, que vuelven y se detectan fácilmente al principio de la fumada. Este puro agrada y sorprende bien desde temprano, con notas dulces de maderas, vainillas y algo cítrico que equilibra muy bien este primer momento. Nada agresivo, más bien de cuerpo medio, su humo es prolijo, no profuso, y hasta un poco escaso, diría.
El puro está armado a mano en la fábrica boutique PDR de Tamboril, en la República Dominicana. En el interior tiene capote de
Ecuador y tripa compuesta de hojas cultivadas en Brasil, Nicaragua y la propia República Dominicana; gran variedad de procedencias que explican un poco su complejidad aromática y de sabores.
Bueno, pues a pesar de la ausencia inspirativa inicial he logrado traer hasta aquí el asunto del Gurkha. ¿Será que han venido las musas, atraídas acaso por el aroma? Jugando a ser poeta visual, ya algo inspirado, puedo escribir con un poco de imaginación que Terpsícore ha logrado establecer conmigo ciertas influencias y conexiones.
¿Creerían si les digo que noto al humo danzar en el espacio de la sala, formando siluetas curvilíneas, y que acompañadas de los Preludios y Nocturnos de Chopin –que escucho– conforman una armonía perfecta con algunos de mis sentidos? ¿Por qué no..?, si me estoy dejando llevar mientras escribo.
Entonces regreso del éter dónde las chispas imaginativas bajan y prosigo con un gran segundo tercio. Se mantienen el sabor extraordinario y la intensidad media, mientras distingo fácilmente nuevas notas de café y frutos secos. En el paladar, los sabores de una almendra tostada deliciosa, enamorada de maderas, interactúan y se dejan ver. Tal vez alguna musa me envía las imágenes de adolescentes que juegan divertidos, como las notas sabrosas en mi boca.
También puedo decir, porque aporta al caso, que acompaño a este puro sólo con Chopin y se va fumando bastante rápido, de acuerdo con mi percepción de tiempo, formas y espacio. Creo que es así, tan sencillo como normal, pues cuando uno la está pasando bien el tiempo saca ventaja en un descuido, y su noción de existencia es tan efímera, que aflige. Así, cuando te das cuenta, surge una sensación de nostalgia anticipada, como pudieses ver el futuro y sentir lo que estarías por vivir dentro de unos minutos. Raro.
El final se acerca. A sólo un par de vueltas de las agujas reloj, pienso en lo estricto que es este aparato y en su inoportuno inventor. El promedio de la fumada se extingue de manera notable, y lo pongo en estos términos porque he disfrutado. Al recorrer el último tercio me apetece ayudar a Chopin con un café expreso, para concluir la fumada con una mayor fortaleza de este Gurkha.
En este momento pasan a dominar el escenario las maderas, el picor de pimientas y el cuero. Se notan bien, están coordinados y actúan en ese orden. El cuero dota a este final de sabores con cierta profundidad, que describiría así: si fueran música, sonarían en estéreo. Y con un sorbo de café en la boca, se produce magia. No encuentro manera alternativa para explicar cómo lo intenso se aplaca y las maderas se transforman en praline; una especie de alquimia programada con anterioridad. Las papilas gustativas se coordinan y sólo producen placer y regocijo.
Gracias a las musas, que me ayudan a convertir bienestar en palabras, puedo decir que el Gurkha 125 Aniversario es un puro que se debe fumar al menos un par de veces; con una sola, la vida no alcanza a tener sentido. Si no, ¿para que hacerlo? Cuestión de Filosofía. Aunque el escribiente todavía no ha podido responder la gran pregunta existencial de todo sibarita: ¿Qué es mejor, probar algo irrepetible o vivir en una ignorancia confortable? ¿Qué pensar en el caso de un puro?
Evidentemente, por mi escribir, para un lector es fácil arribar al puerto de varias conclusiones: Primera, que estoy fumando algo adicional junto con el Gurkha; segunda, que para alguien más, en vez de neurótico soy un típico caso de psicótico, listo para internar en una institución mental, y como tercera, que un romántico imagine a las musas pasar finalmente por mi ventana y desde ahí, casi a lo lejos, dejar letras para que el tabaco las reúna en esta reseña.
Tal vez ellas sí me consideraron y, quién sabe, si en algún momento pasen también por su morada. Algo es seguro: en algún lugar, en cualquier momento, un aficionado maridará un buen puro con Chopin. ¡Disfruten de buenos humos!
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