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Rudyard Kipling... Un aventurero inglés de pura cepa
Francisco Vidrio Amor/ Biiba Club Oaxaca
Si bien hoy en día es común poder ver múltiples pipas de artesanos rusos, griegos, belgas, franceses y los afamados italianos, en el siglo XIX el mun do se dividía en los cinco conti nentes y conocer naciones leja nas, así como sus costumbres, estaban reservados sólo para unos cuantos, verdaderos aven tureros dispuestos a alejarse de sus comodidades y dispuestos a sorprenderse por mundos ajenos. Tal es el caso de Rudyard Kipling, británico hasta la médula, tanto como su nombre, pues sólo un inglés puede llamarse Rudyard.
Pese a que su primer nombre era Joseph, pasó a la historia de las letras como Rudyard y su amor por la corona lo llevó a ser parte del Ejército como Corresponsal de Guerra para quedar al servicio de la Reina, como lo hace en la actualidad el agente secreto 007.
Este amor al imperio era tan intenso como su amor por la aventura. Pese a su posición social acomodada, el joven bri tánico se enrola en la Campaña de la India, lo que lo llevó nocer el ambiente maravilloso del Indostán, que tomó como base para escribir El libro de las tierras vírgenes (mejor conocido como El libro de la selva), o su afamada novela Kim
En ambos casos, Kipling apro vecha diversas historias tradi cionales para dar forma a sus novelas, acompañadas con des cripciones fabulosas de una selva increíble, llena de animales como tigres de bengala, la pan tera negra y víboras gigantescas, además de elefantes y osos be zudos; una gran variedad de fauna acompañada de múltiples historias míticas de su formación y que aprovecha el joven reportero para regalar a la posteridad las aventuras de Mowgli.
Como buen ciudadano inglés, Kipling era una avezado pipafu mador, compraba sus pipas y su tabaco en la antigua tienda de Alfred Dunhill (esto ya en el siglo XX, pues la tienda fue abierta en 1907) y en ella pedía su mezcla personal, una mezcla inglesa con alto contenido en Latakia, como debe esperarse de un inglés tan inglés. Cabe mencionar que dicha mezcla le era enviada a cualquier parte del mundo donde el escri tor se encontrara, algo increíble para los inicios del siglo pasado.
Dentro de sus viajes, Kipling fue a Estados Unidos y visitó en Elmira, Nueva York, a Mark Twain en 1890; es decir que aún no tenía el servicio de entrega de su tabaco world wide, por lo que su buen anfitrión le ofreció tabaco para liar Durham y una pipa de mazorca. Al parecer el tabaco no tuvo mayor efecto en Kipling, pero la pipa le sorprendió a tal grado que se llevó un par de ellas y las presumió a sus paisanos que jamás habían visto una pipa con tales características.
Por cierto, este apego a la mezcla inglesa bien puede ser producto de su paladar o bien a su inne gable cariño al imperio, el nombre de mezcla inglesa, que en realidad es difícil de definir, re sulta contrastante con la fuma da danesa (curioso, no se conoce como mezcla sino fumada), cuya característica es que tiene algu nos aditivos para dar sabores adicionales al tabaco.
La mezcla inglesa permite tener diversas combinaciones de ta bacos, puede tener Virginia, Burley, Latakia, Kentucky, Peri que y demás, pero no hay una indicación de qué incluir o qué no. Al parecer el término surgió ante la prohibición de la Reina Victoria de no agregar sabori zantes a los tabacos (a saber con qué propósito). En este caso, cualquier tabaco sin saborizan te es una mezcla inglesa, aunque popularmente se les llama así a los tabacos que contienen Latakia; para algunos más se limitan a tabacos que contienen éste pero sin orientales, en cuyo caso se denomina mezcla balcánica.
En fin, es probable, más allá del origen del término, que un fu mador de pipa que se considere ante todo un inglés con toda las de la ley, le sería imposible fumar algo que no fuera una mezcla con el gentilicio propio.
A igual que el tabaco, surge el caso de té inglés (english break fast), una mezcla de tés negros precedentes de India y Siri Lanka, cuyo contenido de cafeína da esta sensación vigorizante para iniciar el día, digamos que es equivalente al punch nicotínico de las mezclas inglesas que sue le ser de media a fuerte.
Si bien es cierto que este famoso té inglés no es el de mayor consumo en la hora del té (five o’clock tea) en la cual se usa más bien el Early Grey, sí es de un consumo considerable y reconocido en el mundo como el auténtico té inglés, según se cuenta por cul pa de la Reina Victoria (de nuevo aparece la monarca) que acos tumbraba a tomar esta mezcla al inicio del día.
Como se puede ver, este espíritu de conquista llevó a los ingleses al crecimiento del imperio, apoderándose en su momento del territorio y la política de naciones que hoy comprenden la Com monwealth, sino también de sus productos, haciendo dos blends, la una de té y la otra de tabaco, como una marca propia, a pesar de que en su territorio nacional no brota ni una sola hoja de té ni de tabaco.
Si usted tiene de pronto el curio so influjo de sentirse todo un gentleman o una lady, según sea el caso, eso sí, al estilo victoriano, le recomiendo prepararse una buena taza de té (preferentemente english breakfast y no de tila), cargar una pipa de un taba co con Latakia, busque un buen libro de Kipling, siéntese en un sillón con orejeras y si puede, sólo para completar el efecto, en un platito ponga un par de mu ffins ingleses con su jalea de naranja.
Y ahora sí, disfrute de un viaje a lomo de elefante por las llama tivas selvas de la India, de la mano de este extraordinario aventurero británico.